¿Quién fue Nehemías?, fue un gran
ciervo de Dios y además fue un gran líder.
Un líder es una persona que
encabeza un movimiento sea político, social o religioso. Los hay buenos y los
ha malos. Lideres buenos y valientes como David.
Saul tomaba los hombres fuertes y
valientes y los ponía en su ejército, pero David los formaba, en I Samuel 22
dice la palabra de Dios que a David se le arrimaban los angustiados, los
endeudados, los amargados, aquellos que no tenía esperanza y Dios a través de
David formó un ejército de valientes.
Nosotros en este lugar estamos
siendo formados, para anunciar las virtudes de aquel que nos llamó a su luz
admirable y gloriosa. Porque no tenemos un espíritu de cobardía sino de poder,
de amor y de dominio propio y tenemos que tomar y poseer el lugar que nos
corresponde. Dios le dijo a Josué: esfuérzate y sé valiente, donde pongas la
planta de tus pies es de bendición. No le dijo que iba a ser fácil, le dijo que
iba a ser con guerra, le dijo que peleara, que se esforzara, que fuera valiente
y a eso es a lo que Dios nos llama en esta mañana. Cada vez que entramos en
oración, que estamos alabando a Dios, estamos en una guerra espiritual, porque
lo que el diablo te quiere quitar es el sacrificio hacia Dios, la alabanza, la
adoración, las ganas de orara, el deseo de estar en la presencia de Dios, el
placer y el deleite por la casa de Dios. Porque el diablo quiere quitarte la
fe, quiere quitarte tu lugar.
Dios quiere que tomes el lugar
que te corresponde, como hijo de Dios, como príncipe de su pueblo, como
sacerdote del Dios altísimo.
Cuando la batalla es dura, la
victoria también es grande, si le crees a Dios todo es posible. Lo que Dios a
empezado en nuestras vidas, Dios lo perfeccionará.
Nehemías 1: 1 – 3
Palabras de Nehemías hijo de Hacalías. Aconteció en el mes de Quisleu,
en el año veinte, estando yo en Susa, capital del reino, que vino Hanani, uno
de mis hermanos, con algunos varones de Judá, y les pregunté por los judíos que
habían escapado, que habían quedado de la cautividad, y por Jerusalén. Y me dijeron: El remanente, los que quedaron
de la cautividad, allí en la provincia, están en gran mal y afrenta, y el muro
de Jerusalén derribado, y sus puertas quemadas a fuego.
Nehemías estaba sirviendo al rey
y estaba siendo testimonio y ejemplo, su corazón ardía por Jerusalén. Él estaba
tranquilo ganando su sustento, no tenía problema porque su corazón estaba en
comunión con Dios, pero preguntó por sus hermanos judíos en Jerusalén, le dijeron
que estaban en humillación y afrenta, estaban en una situación mala,
deplorable, los muros de Jerusalén había sido derribados, no había un templo
donde orar, donde buscar a Dios, las cosas de Dios estaban abandonadas y
Nehemías no se quedó ahí conforme, no se quedó lamentándose, no se quedo
llorando sobre la situación, no se conformó, como a veces nos conformamos con
la situación que estamos viviendo.
Nehemías no se conformó, él oró y
actuó. Dice la palabra que él entro en ayuno y oración.
Había una situación en ese
momento de la cual solo la mano poderosa de Dios los podía levantar y empezó
Nehemías a orar al Dios Todopoderoso y a reconocer primeramente que esa
situación estaba presente porque el pueblo había pecado de tal manera que esas
consecuencias habían venido sobre su vida.
Nehemías 1: 4 - 5
Cuando oí estas palabras me senté y lloré, e hice duelo por algunos
días, y ayuné y oré delante del Dios de los cielos. Y dije: Te ruego, oh
Jehová, Dios de los cielos, fuerte, grande y temible, que guarda el pacto y la
misericordia a los que le aman y guardan sus mandamientos;
Le estaba reconociendo a Dios que
era más fuerte que ese problema, que Dios puede levantar de los escombros. Dios dice: “No temas a las circunstancias
porque yo estoy para defenderte”. Dios nos ha puesto para edificar, para
levantar, para restaurar los muros que están caídos. Dios puede levantar esas
ruinas, esos ministerios que están apagados.
Nehemías 1: 6
“esté ahora atento tu oído y abiertos tus ojos para oír la oración de tu
siervo, que hago ahora delante de ti día y noche, por los hijos de Israel tus
siervos; y confieso los pecados de los hijos de Israel que hemos cometido
contra ti; sí, yo y la casa de mi padre hemos pecado”.
Dios quiere que seamos
intercesores, cada uno guerreando por nuestras casas, por nuestras familias,
respaldando nuestros hermanos en la oración, cubriéndonos la espalda los unos a
los otros porque el enemigo no puede destruir un pueblo que está unido. Cuando
hay un equipo unido para un mismo propósito el enemigo no puede parar eso.
Pidamos que Dios traiga almas a este lugar, que lo que Dios ha hecho en cada
uno de nosotros, Dios lo siga haciendo allá afuera. Que las personas que están
afuera vean la gloria de Dios en cada uno de nosotros.
Además, tiene que haber un
arrepentimiento genuino, el enemigo respeta cuando tú andas en integridad y
quieres agradar a Dios, el no respeta lo duro que reprendamos, ni lo duro que
cantemos, él respeta la vida de comunión con Dios que haya en nosotros. Que
seamos reconocidos en el mundo espiritual y que estemos convencidos de quien
vive en nuestro corazón.
Dice la palabra que Nehemías
confeso sus pecados y se arrepintió. Dios quiere intercesores que estén en la
brecha, que se levanten en la madrugada a orar por el pueblo. Si queremos
muchas bendiciones tenemos que levantarnos en el nombre de Cristo Jesús, no
podemos seguir despilfarrando la palabra que Dios nos ha dado en este lugar,
porque Dios tiene cosas grandes y maravillosas para cada uno de nosotros, no
dejemos que otro tome nuestro lugar, que otro tome lo que a mí me corresponde.
Un líder está para enseñar a
otros líderes, para hacer a otros discípulos, para que la obra de Dios no se
quede estancada.
Nehemías 1: 7 - 11
“En extremo nos hemos corrompido contra ti, y no hemos guardado los
mandamientos, estatutos y preceptos que diste a Moisés tu siervo. Acuérdate
ahora de la palabra que diste a Moisés tu siervo, diciendo: Si vosotros
pecareis, yo os dispersaré por los pueblos; pero si os volviereis a mí, y
guardareis mis mandamientos, y los pusiereis por obra, aunque vuestra
dispersión fuere hasta el extremo de los cielos, de allí os recogeré, y os
traeré al lugar que escogí para hacer habitar allí mi nombre. Ellos, pues, son
tus siervos y tu pueblo, los cuales redimiste con tu gran poder, y con tu mano
poderosa. Te ruego, oh Jehová, esté ahora atento tu oído a la oración de tu
siervo, y a la oración de tus siervos, quienes desean reverenciar tu nombre;
concede ahora buen éxito a tu siervo, y dale gracia delante de aquel varón. Porque
yo servía de copero al rey”.
Nehemías le estaba recordando a
Dios lo que él es, que es tardo a la ira y grande en misericordia. Le recordó
las promesas que Dios había dado a su pueblo. Si nosotros obedecemos, las
ventanas de los cielos son abiertas sobre nuestras vidas, pero si estamos en
desobediencia será todo lo contrario. Cuando estamos en desobediencia el
enemigo se levanta contra nosotros. Cuando estamos en obediencia hay un
respaldo total sobre nuestras vidas.
En el salmo 127: 1 dice que si
Jehová no edificare la casa, en vano trabajan los que la edifican, si Dios no
está en nuestros proyectos, en nuestros sueños, en nuestro hogar, en nuestro
pensamiento esa obra nunca va a prosperar.
Si Dios está en nuestro
pensamiento, en nuestros sueños, en nuestros proyectos, Dios va a derramar su
gracia y dará la provisión para esos proyectos, esos sueños como lo hizo con
Nehemías.
Dice la palabra que Nehemías
quería ir a Jerusalén. Como el rey conocía a Nehemías y el rey no solo le dio permiso,
sino que le dio grandes provisiones, le proporcionó todo lo necesario.
En cada lugar donde estamos, Dios
derrama su gracia en nuestras vidas para con los impíos para que ellos siembren
en nuestras vidas, para que ellos nos ofrenden.
Nehemías no estaba buscando
enriquecerse. Nosotros debemos tener ese amor por la obra de Dios. Si estamos
clamando por la casa de oración obremos en consecuencia. Dios va a bendecir
porque nuestro corazón tiene el primer amor, tiene a Jesucristo, que seamos
agradecidos, Nehemías era agradecido y decía: yo no puedo estar tan tranquilo
si mis hermanos están tan mal.
Como puedo estar tranquilo y no
ser agradecido con las personas que nos enseñan, que nos ministran, con la obra
de Dios en nuestras vidas, porque no es con el hombre es con Dios, es de
compromiso.
Estamos pidiendo una casa de
oración, pero se nos olvida la obra de Dios, oramos por nuestros sueños y los
de nuestros hijos, pero ese amor hacia las cosas de Dios no está en cada uno de
nosotros. Pidamos a Dios que ponga en nosotros ese amor y esa pasión por las
cosas de Dios para que seamos realmente bendecidos, porque Dios ama al dador
alegre.
Dice la palabra de Dios que el
rey le dio a Nehemías todas las provisiones.
Dice en Nehemías 2: 10
“Pero oyéndolo Sanbalat horonita y Tobías el siervo amonita, les
disgustó en extremo que viniese alguno para procurar el bien de los hijos de
Israel”.
Cuando Dios tiene un propósito
con nosotros se va a levantar un tobías y un sanbalat, cuántas veces estás bien
y contento en tu vida y viene una
zorrilla de desánimo, viene un chisme, un comentario, una palabra que te quiere
desanimar.
Si Dios te apoya, el mundo no te
va a aplaudir, sino que el enemigo a través de estos hombres se va a disgustar,
porque sabemos que nuestra lucha no es contra carne y sangre sino contra
principados y potestades en las regiones celestes, porque el enemigo no quiere
que tu tomes el lugar que te corresponde, te quiere ver atado y que tu no
fluyas.
Cuántas veces se te va el gozo
por cualquier cosa. Nehemías era radical estaba convencido, no era un hombre de doble ánimo.
Dice la palabra que Nehemías
empezó a mirar a Jerusalén lo que estaba pasando y vio la realidad, los muros
estaban derribados todo estaba arruinado y en el versículo 17 les dijo:
Nehemías 2: 14
“Les dije, pues: Vosotros veis el mal en que estamos, que Jerusalén
está desierta, y sus puertas consumidas por el fuego; venid, y edifiquemos el
muro de Jerusalén, y no estemos más en oprobio”.
Prácticamente les dijo ustedes
ven el mal en que están y Dios tuvo que traer uno de afuera para mejorar y
levantar.
Que Dios tenga que mandar a otro
de afuera para que Dios nos muestre el poder en Jesucristo. Para que nos
muestre que todo el conocimiento y todo lo que Dios nos ha dado es grande y
poderoso.
Ellos lo estaban viendo, pero
ninguno se había levantado a guerrear, pelear y a orara para que esos muros
fueran levantados y que Dios tuviera misericordia de ellos.
En Nehemías 2: 18 – 20 dice
“Entonces les declaré cómo la mano de mi Dios había sido buena sobre mí,
y asimismo las palabras que el rey me había dicho. Y dijeron: Levantémonos y
edifiquemos. Así esforzaron sus manos para bienPero cuanto lo oyeron Sanbalat
horonita, Tobías el siervo amonita, y Gesem el árabe, hicieron escarnio de
nosotros, y nos despreciaron, diciendo: ¿Qué es esto que hacéis vosotros? ¿Os
rebeláis contra el rey? Y en respuesta
les dije: El Dios de los cielos, él nos prosperará, y nosotros sus siervos nos
levantaremos y edificaremos, porque vosotros no tenéis parte ni derecho ni
memoria en Jerusalén”.
Le dijo al enemigo: Tú no tienes
poder ni autoridad sobre mi vida, sobre mi casa, sobre mi familia, sobre mis
finanzas. El declaró con todo poder y convicción: El Dios de los cielos, él me
prosperará.
Aunque se levanten un Tobías y un
Sanbalat, lo que Dios ha dicho que se hará en nuestras vidas se cumplirá,
levántese el que se levante.
No tiene poder tus palabras, no
tienes autoridad pues el Dios Todopoderoso nos prosperará y dice, nosotros nos
levantaremos. Levantémonos pues por nuestros hogares, por nuestras familias,
con todo poder y autoridad de los cielos.
Dice en Nehemías que se pusieron
en acción.
Dice que tapo los portillos que
es donde pueden pasar las zorrillas y cosas tan diminutas. Los portillos son
esas puertas pequeñitas, pero el enemigo entra y las hace grandes. Esos
portillos tienen que ser cerrados en nuestras vidas.
Todos se dispusieron cambiaron la
actitud.
Hubo un hombre que se levantó a
guerrear por nosotros, por nuestros hijos, por nuestras finanzas. Ellos se
levantaron a pelear y empezó Dios a pelear por ellos. En el nombre de Jesús yo
declaro que nos levantamos como pueblo para pelear, para edificar, para
limpiar, para sacar los escombros, para sacar la dureza de corazón, la
religiosidad, todo apego en nuestras vidas, toda envidia , todo celo todo
resentimiento, toda raíz de amargura, en el nombre de cristo Jesús, todo
desánimo, toda incredulidad se va de mi vida, los escombros, lo que no sirve lo
echo fuera de mi vida en el nombre de Cristo Jesús.
En ese pueblo no podía haber
ningún perezoso, todos tenían que estar trabajando. Batallando en todo momento.
Nehemías 4: 1 -2
“Cuando oyó Sanbalat que nosotros edificábamos el muro, se enojó y se
enfureció en gran manera, e hizo escarnio de los judíos. Y habló delante de sus
hermanos y del ejército de Samaria, y dijo: ¿Qué hacen estos débiles judíos?
¿Se les permitirá volver a ofrecer sus sacrificios? ¿Acabarán en un día?
¿Resucitarán de los montones del polvo las piedras que fueron quemadas?”
¿Por qué, si eran débiles, se preocupaba
por ellos?, si el enemigo dice que tú eres débil es para que no avances, por
que el diablo te hace ver débil, pero dice la palabra: diga el débil fuerte soy.
El enemigo le había quitado el
hacer sacrificios a Dios, el continuo sacrificio, la alabanza la adoración, el
deseo de congregarse, el primer amor, la pasión por las cosas de Dios. Pero el
enemigo estaba temblando porque sabía que había un hombre que lo había entendido,
porque sabía que los corazones del pueblo estaban siendo abiertos y la palabra
estaba cayendo en buena tierra y se iba a levantar ese pueblo.
El que era débil en ese momento
era el enemigo, él era el que estaba temblando porque sabe que, si te levantas,
nadie te puede detener.
Dice la palabra que ¿Acabarán en
día? Si se puede, porque Dios hace como él quiere y dice la palabra que un día
es como mil años, nuestros tiempos están en las manos de Dios, si Dios lo
quiere hacer en un momento, lo hace; si lo quiere hacer mañana lo hace.
Solamente es que lo creas que estés convencido en tu corazón, que Dios lo hace,
que Dios levanta.
Cristo no está muerto él está
vivo, resucitó y nosotros hemos resucitado con él. Dios puede levantar lo que
quiera, cualquier ministerio, dios restaura todas las cosas.
Nehemías 4:3
“Y estaba junto a él Tobías amonita, el cual dijo: Lo que ellos edifican
del muro de piedra, si subiere una zorra lo derribará”.
Esas zorrillas que tu ves, la
pereza, el desánimo es una zorrillas horrible porque no deja avanzar en el propósito
de Dios. La incredulidad no deja avanzar.
Eso es lo que quiere el enemigo
en nosotros, mandar ese tipo de zorrillas, pero como los portillos estaban
cerrados, las zorrillas no podía entrar. Cuando los portillos están cerrados,
el enemigo no puede penetrar, el enemigo no puede tocar nuestras vidas.
Nehemías 4: 4
“Oye, oh Dios nuestro, que somos objeto de su menosprecio, y vuelve el
baldón de ellos sobre su cabeza, y entrégalos por despojo en la tierra de su
cautiverio”.
Devuelve el baldón sobre sus
cabezas, el baldón son las intrigas las injurias. Porque el diablo viene por un
camino y por siete tiene que salir huyendo. Lo que ellos han declarado sobre
nuestras vidas en maldición, se nos retribuye en bendición. Él estaba
declarando que devolvía esa maldad siete veces a su lugar de origen. Es lo que
hacemos acá cuando batallamos, porque no tienen poder sobre nuestras vidas.
Nehemías 4: 5-8
“No cubras su iniquidad, ni su pecado sea borrado delante de ti, porque
se airaron contra los que edificaban. Edificamos, pues, el muro, y toda la
muralla fue terminada hasta la mitad de su altura, porque el pueblo tuvo ánimo
para trabajar. Pero aconteció que oyendo Sanbalat y Tobías, y los árabes, los
amonitas y los de Asdod, que los muros de Jerusalén eran reparados, porque ya
los portillos comenzaban a ser cerrados, se encolerizaron mucho; y conspiraron
todos a una para venir a atacar a Jerusalén y hacerle daño”.
Cuando el enemigo arremete contra
nuestras vidas tenemos que hacer lo que dice en el versículo 9:
“Entonces oramos a nuestro Dios, y por causa de ellos pusimos guarda
contra ellos de día y de noche”.
Cuando el enemigo quiere mandar
sus dardos entonces nosotros no tenemos que levantarnos a guerrea, a orar, a
pelear, a batallar.
Nehemías 4: 10 – 11
“Y dijo Judá: Las fuerzas de los acarreadores se han debilitado, y el
escombro es mucho, y no podemos edificar el muro. Y nuestros enemigos dijeron: No sepan, ni vean,
hasta que entremos en medio de ellos y los matemos, y hagamos cesar la obra”.
El enemigo quiere poner ceguera
espiritual en nuestras vidas, alterarnos la visión de las cosas.
El enemigo no te va a perdonar,
porque no tiene misericordia, dice la palabra que el enemigo vino a mentir,
matar y destruir. Pero Jesús vino para darnos vida y vida en abundancia.
El enemigo no vino para sobar y
tenerte ahí, él te quiere es matar, te quiere es destruir, dañar. Él no quiere
que tu hogar sea prospero, el quiere destruir los hogares, las vidas, derrumbar
los ministerios para que la obra de Dios cese y no permanezca. Pero como
cantamos en la alabanza: “esta obra no va a parar”. La obra que Dios ha
empezado en mi vida continuará.
Nehemías 4:13
“Entonces por las partes bajas del lugar, detrás del muro, y en los
sitios abiertos, puse al pueblo por familias, con sus espadas, con sus lanzas y
con sus arcos”.
No puso cada uno, sino que los
puso por familias porque somos columnas, somos cabezas, si tu caes en tu hogar,
nuestros hijos y esposas les va mal.
Hasta al pueblo le va mal cuando un líder cae.
La palabra dice que las armas de
nuestra milicia no son carnales sino poderosas para la destrucción de
fortalezas.
Nehemías 4: 14 - 16
“Después miré, y me levanté y dije a los nobles y a los oficiales, y al
resto del pueblo: No temáis delante de ellos; acordaos del Señor, grande y
temible, y pelead por vuestros hermanos, por vuestros hijos y por vuestras
hijas, por vuestras mujeres y por vuestras casas. Y cuando oyeron nuestros
enemigos que lo habíamos entendido, y que Dios había desbaratado el consejo de
ellos, nos volvimos todos al muro, cada uno a su tarea. Desde aquel día la
mitad de mis siervos trabajaba en la obra, y la otra mitad tenía lanzas,
escudos, arcos y corazas; y detrás de ellos estaban los jefes de toda la casa
de Judá”.
Puede estar en tu trabajo, en tu
lugar de estudio, pero no dejes de pensar en Dios.
Nehemías 4: 20
“En el lugar donde oyereis el sonido de la trompeta, reuníos allí con
nosotros; nuestro Dios peleará por nosotros”.
El enemigo no quiere que nos
volvamos a congregar porque cuando el pueblo alaba a Dios suceden cosas
maravillosas, cosas extraordinarias. No es como nos parezca es como él nos ha
dicho que se debe hacer en nuestras vidas.
Lo que hicimos ahora en la guerra,
desatamos las bendiciones, esto no es un juego, es creyéndolo en nuestro
corazón. Los milagros se reciben por fe y para fe. Cuando batallamos lo hacemos
por fe. Pablo dijo: pelea la buena batalla de la fe.
El enemigo quería desviarlos de
la obra, pero Nehemías decía: yo no puedo dejar la obra quieta.
Yo no puedo ir a las cosas del
mundo, esta obra la tengo que terminar porque Dios me ha encomendado esta obra.
Nehemías no decayó, sus manos no
se debilitaron porque él estaba en continua comunión con Dios, con su Espíritu
Santo, entonces tenía todo el discernimiento para saber con qué intenciones
venía las personas a su vida. No venían con cachos y con cola, venían muy sutilmente
con lisonjas.
Ellos decían que sus manos se
iban a debilitar, pero él seguía clamando diciendo: Señor fortalece tú mis
manos. Cuando el enemigo te quiera debilitar, pide a Dios fortaleza.
Luego le dijeron a Nehemías: te
van a matar. Viene el enemigo con amenazas a decirte que vas a perder el
empleo, que tus hijos se van a perder. Cuántas amenazas llegan sobre nuestras
vidas: que qué va a ser del futro de tus hijos, que no vas a ser sanado.
Nehemías dijo: en Nehemías 6: 121: ¿un hombre como yo ha de
huir a esconderse?
Nehemías tenía temor de Dios y
sabía que no había que tener miedo a los que matan el cuerpo, pero al alma nada
pueden hacer.
Dice la palabra que Nehemías no
se debilitó, no se dejo desviar, no se dejo confundir y el pueblo así mismo
caminó detrás del líder y la presencia del Espíritu Santo estaba sobre el líder
y el pueblo pudo ver la victoria.
Nehemías 6: 15-16
“Fue terminado, pues, el muro, el veinticinco del mes de Elul, en
cincuenta y dos días. Y cuando lo oyeron todos nuestros enemigos, temieron
todas las naciones que estaban alrededor de nosotros, y se sintieron
humillados, y conocieron que por nuestro Dios había sido hecha esta obra”.
Dios dice humíllate en lo secreto
y Dios te exaltará en público.
Dios nos dio una palabra que dijo:
tú eres mi siervo y en ti me gloriaré. En Isaías 41: 10 dice: “No temas ni desmayes
porque yo estoy contigo, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia”.
En el salmo 119 dice que el consuelo son las promesas de Dios.
Cuando vengan esas zorrillas,
cuando se levanten un Tobías y un sanbalat, el diablo para que tu decaigas, declárale
las promesas que Dios ha hecho sobre tu vida y declárale que el Dios
Todopoderoso, Jesucristo es su nombre, él te prosperara y hará todo lo que él
ha dicho sobre tu vida.