Éxodo 3: 1-5
“Apacentando Moisés las ovejas de Jetro su suegro, sacerdote de Madián,
llevó las ovejas a través del desierto, y llegó hasta Horeb, monte de
Dios. Y se le apareció el Ángel de
Jehová en una llama de fuego en medio de una zarza; y él miró, y vio que la
zarza ardía en fuego, y la zarza no se consumía. Entonces Moisés dijo: Iré yo ahora y veré
esta grande visión, por qué causa la zarza no se quema. Viendo Jehová que él iba a ver, lo llamó Dios
de en medio de la zarza, y dijo: ¡Moisés, Moisés! Y él respondió: Heme
aquí. Y dijo: No te acerques; quita tu
calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es”.
Dios nos está hablando que cuando
Dios nos llamó nosotros tuvimos ese fuego del Espíritu Santo. Él llenó nuestras
vidas, nos transformó. Cuantos van a esas religiones y no pasa nada en sus
vidas, no sienten el fuego.
Yo le preguntaba a una familiar:
“¿usted ha sentido la presencia de Dios?” y me decía “¿Qué es eso?
¿Cuántos pueden decir que conocen
un Dios vivo y real como nosotros lo conocemos?
En este pasaje dice que la zarza
ardía en fuego y no se consumía, esto significa que era algo sobre natural. El
Dios todo poderoso se le había presentado a Moisés, el Dios que hizo los cielos
y la tierra estaba hablando con el hombre. Dios tenía un propósito con Moisés y
quería transformar esa vasija, pero le dijo que se descalzara, que se
santificara, que en la presencia de Dios tiene que haber un cambio y una
transformación. Cuando nosotros llegamos al Señor nosotros no lo estábamos
buscando, él nos acogió. Él nos llamó y nos santificó y empezó a hacer cambios
en nuestras vidas.
¿Por qué el fuego de la zarza no
consumió a Moisés, por qué cuando Adán y Eva pecaron el fuego no los consumió?
Dicen que Adán y Eva estaban revestidos de gloria y de poder, estaban desnudos
y no sentían vergüenza, estaban revestidos de inocencia, de santidad y de
pureza, estaban revestidos de la gloria, del poder, de la llenura del Espíritu
Santo. Pero cuando pecaron se sintieron desnudos y el fuego se apagó en sus
corazones. Así cuando dejamos la presencia de Dios se apagan nuestras vidas.
Dios no consumió a Adán y Eva por su misericordia. Ellos se había
puesto hojas para taparse, pero Dios los cubrió de pieles o sea que allí hubo
un sacrificio de un cordero, estaba adelantándose al derramamiento de sangre
que Jesucristo iba a hacer por cada uno de nosotros.
En Sodoma y Gomorra Dios consumió
esa tierra porque había mucho pecado en ella.
En el antiguo pacto ellos oían la voz de trueno de Dios y los
israelitas le decían a Moisés que hablar el con Dios porque ellos tenía
miedo. Cuántos nos dicen oren por mí,
porque ellos no quieren comprometerse con Dios.
Éxodo 19: 18
“Todo el monte Sinaí humeaba, porque Jehová había descendido sobre él en
fuego; y el humo subía como el humo de un horno, y todo el monte se estremecía
en gran manera”.
Dios le dijo a Moisés que pusiera
límite porque hasta los animales cuando entraban allí morían. Eso fue en el
antiguo, pero en el nuevo testamento también cuando Ananías y Safira retaron al
Espíritu Santo, también murieron.
Dios es amor, pero también es fuego
consumidor. Es por la sangre de Jesucristo que nosotros no hemos sido
consumidos, que Dios nos mira con misericordia.
Cuando llegó Jesucristo la gracia
de Dios llegó a nuestras vidas, pero no podemos convertir esa gracia de Dios en
libertinaje. Nosotros tenemos que valorar esa gracia tan grande.
Éxodo 20: 18 - 21
“Todo el pueblo observaba el estruendo y los relámpagos, y el sonido de
la bocina, y el monte que humeaba; y viéndolo el pueblo, temblaron, y se
pusieron de lejos. Y dijeron a Moisés:
Habla tú con nosotros, y nosotros oiremos; pero no hable Dios con nosotros,
para que no muramos. Y Moisés respondió
al pueblo: No temáis; porque para probaros vino Dios, y para que su temor esté
delante de vosotros, para que no pequéis. Entonces el pueblo estuvo a lo lejos,
y Moisés se acercó a la oscuridad en la cual estaba Dios”.
Había un fuego, pero Dios estaba
en medio de la oscuridad. Jesucristo viene y alumbra nuestras vidas.
A veces nos conformamos con haber recibido a
Cristo, pero no pedimos la llenura del Espíritu Santo, no permitimos que él
moldee nuestros corazones, Dios le dijo a Nicodemo que tenía que nacer del agua
y del Espíritu. Nicodemo sabía muchas letras, pero no había entendido esto que
es revelado.
En I de corintios 2: 14 dice que
el hombre natural no perciben las cosas que son del Espíritu. Solamente el que está en el Espíritu puede entender las
cosas del Espíritu. Si usted le habla a una persona que está en el mundo, de
las revelaciones que Dios le ha dado, ella dice este está loco. Eso es locura
para el mundo, pero poder de Dios para nosotros-
Deuteronomio 4:33
Dice que Dios levantó a Elías en un carro de
fuego con caballos de fuego, dicen que Eliseo estaba allí. ¿Por qué el fuego no
consumió a Eliseo?, porque había fuego en el corazón de Eliseo. En el corazón
de Eliseo había pasión por Dios. El fuego de Dios no nos quema no nos consume y
no destruye, es cuando tenemos esa pasión por Dios.
“¿Ha oído pueblo alguno la voz de Dios, hablando de en medio del fuego,
como tú la has oído, sin perecer?”.
Dice que nosotros hemos oído la
voz de Dios y muchas veces Dios ha traído una y otra palabra y no hemos
perecido por su infinita misericordia. ¿Cuántas veces se ha ido al mundo y han
caído una y otra vez y por la misericordia de Dios no nos ha consumido? Nuestro
Dios es fuego consumidor, nuestro Dios es amor y quiere que ese fuego arada en
nuestras vidas.
En el 34 dice
“¿O ha intentado Dios venir a tomar para sí una nación de en medio de
otra nación, con pruebas, con señales, con milagros y con guerra, y mano
poderosa y brazo extendido, y hechos aterradores como todo lo que hizo con
vosotros Jehová vuestro Dios en Egipto ante tus ojos”?
El 35
“A ti te fue mostrado, para que supieses que Jehová es Dios, y no hay
otro fuera de él. Desde los cielos te hizo oír su voz, para enseñarte; y sobre
la tierra te mostró su gran fuego, y has oído sus palabras de en medio del fuego”.
Cuantos hemos sentido la gracia
de Dios, cuantos hemos visto sus milagros. Nosotros hemos visto milagros de
parte de Dios, hemos visto su mano poderosa actuando a favor de nuestras vidas.
El fuego purifica,
transforma. Aquellos hombres en el horno
de fuego no fueron consumidos por el fuego porque Jesucristo estaba con ellos y
ellos pusieron toda su fe en Dios. Ellos sabían que tenían un Dios todo
poderoso que se paseaba con ellos en medio de las angustias y de la
tribulación. Hay que tener cuidado con desobedecer, porque verán consecuencias.
Acaso estás pasando por pruebas, pero hay ese fuego en tu corazón, como
Jeremías que había un fuego en su corazón que le obligaba a hablar.
¿Cuántas veces decimo es en vano
ir a la oración, es en vano reunirme, es en vano yo no veo respuestas? Y Dios
nos dice aguanta un poquito más en ese horno.
La fe se prueba en el horno, la
fe se prueba en fuego para ver que hay en nuestro corazón, Entra en el horno de
fuego y permite que Dios moldee tu corazón, así como una vasija de barro. Pero
¿cuántos se quedan en el proceso y se van? ¿Cuántos se quedan a medias? Por no
permitir que Dios nos moldee nos quedamos en la mitad del proceso. No porque
Dios no quiera sino porque nosotros no se lo permitimos y Dios te dice en esta
mañana aguanta un poco más.
Dios quiere que nosotros
perseveremos, que sigamos hacia adelante. Tu Dios, Nuestro Dios va a ver en
nosotros el fuego.
Sobre qué estamos edificando cada
uno de nosotros, Cuál es nuestro fundamento dice:
I Corintios 3: 11
“Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el
cual es Jesucristo. Y si sobre este
fundamento alguno edificare oro, plata, piedras preciosas, madera, heno,
hojarasca, la obra de cada uno se hará
manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada; y la
obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará.
Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá
recompensa. Si la obra de alguno se
quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque así como por
fuego. ¿No sabéis que sois templo de
Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?”
Si nosotros decimos que somos
hijos de Dios, si decimos que somos guiados por el Espíritu Santo de Dios
entonces las cosas que se nos presentan dirán si realmente somos hijos de Dios.
Cuando viene la prueba de la fe, Dios
revela que hay fe en nuestro corazón. En todo momento el pueblo de Dios es
probado: en la escasez, en la abundancia, en la enfermedad, en la salud, en
todo tiempo y en todo momento.- A cada uno de nosotros Dios nos está probando.
Cada uno somos probados de forma diferente porque Dios sabe qué hacer con
nuestras vidas, él fue el que nos formó y sabe hasta dónde nosotros podemos soportar.
I Pedro 4: 12 - 13
“Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido,
como si alguna cosa extraña os aconteciese,
sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de
Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran
alegría”.
A Jesucristo también le llegaron
esos dardos de fuego del enemigo de que habla Efesios, pero cuando le llegaban,
Cristo estaba lleno de la presencia de Dios.
¿Cuántas veces nos fortalecemos
más en las cosas del mundo que por el Espíritu Santo?
En el nuevo pacto el Espíritu
Santo mora en nosotros, pero él no puede morar en una vasija contaminada, que
no permite que él nos moldee. Él quiere morar en cada uno de nosotros y el
avivamiento que viene es para aquellos que viven en fuego, que estén llenos del
Espíritu Santo. Él dice que va a venir por una iglesia gloriosa, sin mancha y
sin arruga.
Muchas veces dejamos apagar ese
fuego, ¿Cuántos ministerios han dejado apagar ese fuego? Y lo ha dejado apagar
por el cuestionamiento, por las dudas, por el orgullo, por el resentimiento,
han dejado apagar ese fuego.
I Pedro 1: 7 – 9
“Para que es sometida a prueba
vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba
con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado
Jesucristo, a quien amáis sin haberle visto, en quien creyendo, aunque ahora no
lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso; obteniendo el fin de vuestra fe, que es la
salvación de vuestras almas”.
Dice que el oro es algo
perecedero, pero dice que se prueba en fuego y tiene mucho valor. Dios dice que
la ciudad celestial es de oro puro.
Allá no entrará ninguna cosa
inmunda, nosotros tenemos errores, pero Dios quiere que permitamos que él nos
moldee.
Nuestra fe es probada para
salvación de nuestra alma que es lo que a Dios le interesa. No le interesa
nuestra apariencia, le interesa nuestra alma.
Cuando vino el Espíritu Santo en
el Pentecostés, en los corazones de ese pueblo reunido en el aposento alto había
pasión, había amor, había disposición y entrega. El Espíritu Santo no se
hubiera derramado de esa manera si ellos no hubieran dispuesto sus corazones,
si en esos corazones no hubiera existido el fuego de Dios.
En Lucas 24 dice que Jesús se les
apareció a sus discípulos y no le reconocían, cuando partió el pan, dice que se
abrieron sus ojos espirituales y lo reconocieron. Decían ellos que ardían sus
corazones en el camino cuando ese hombre les hablaba. Jesucristo es fuego.
Que arda tu corazón en esta
mañana con fuego por el Señor, allí en I Reyes 18 habla de los profetas de
Baal, cuando desafiaron a Elías a ver cuál era el Dios Todopoderoso y él sabía
que Dios tenía.
I Reyes 18: 30
“Entonces dijo Elías a todo el pueblo: Acercaos a mí. Y todo el pueblo
se le acercó; y él arregló el altar de Jehová que estaba arruinado”.
El altar estaba arruinado, si tú
has arreglado en esta mañana tu corazón para Dios, él te escucha porque es un
Dios que responde por fuego. Y en el 31 y siguientes dice:
“Y tomando Elías doce piedras, conforme al número de las tribus de los
hijos de Jacob, al cual había sido dada palabra de Jehová diciendo, Israel será
tu nombre, edificó con las piedras un altar en el nombre de Jehová; después
hizo una zanja alrededor del altar, en que cupieran dos medidas de grano.
Preparó luego la leña, y cortó el buey en
pedazos, y lo puso sobre la leña. Y
dijo: Llenad cuatro cántaros de agua, y derramadla sobre el holocausto y sobre
la leña. Y dijo: Hacedlo otra vez; y otra vez lo hicieron. Dijo aún: Hacedlo la
tercera vez; y lo hicieron la tercera vez, de manera que el agua corría
alrededor del altar, y también se había llenado de agua la zanja. Cuando llegó la hora de ofrecerse el
holocausto, se acercó el profeta Elías y dijo: Jehová Dios de Abraham, de Isaac
y de Israel, sea hoy manifiesto que tú eres Dios en Israel, y que yo soy tu
siervo, y que por mandato tuyo he hecho todas estas cosas. Respóndeme, Jehová, respóndeme, para que
conozca este pueblo que tú, oh Jehová, eres el Dios, y que tú vuelves a ti el
corazón de ellos. Entonces cayó fuego de
Jehová, y consumió el holocausto, la leña, las piedras y el polvo, y aun lamió
el agua que estaba en la zanja”.
Un fósforo en carbón enciende un
fuego, cuando dijo que pusieran agua uno piensa: “pero cómo va a hacer eso” “¿Cómo
se va a encender el fuego en el altar si hay agua?” Les voy a dar la respuesta que me dio el
Espíritu Santo ayer: Miremos Cantares 8: 5 –7
“¿Quién es ésta que sube del desierto,
Recostada sobre su amado?
Debajo de un manzano te desperté; allí tuvo tu madre dolores, allí tuvo dolores la que te dio a luz.
Ponme como un sello sobre tu
corazón, como una marca sobre tu brazo; porque fuerte es como la muerte el
amor; duros como el Seol los celos; sus brasas, brasas de fuego, fuerte llama.
Las muchas aguas no podrán
apagar el amor, ni lo ahogarán los ríos. Si diese el hombre todos los bienes de
su casa por este amor, de cierto lo menospreciarían”.
El amor de Dios hacia nosotros es
fuerte. ¿Cómo será el de nosotros hacia él?
Dios nos cela, ¿nosotros lo
celamos a él también? Dios aborrece las cosas del mundo, ¿nosotros también
aborrecemos las cosas del mundo?
Es como en un matrimonio son los
dos, el Espíritu Santo siempre está dispuesto, faltamos nosotros, falta nuestra
disposición.
Lo que significan las aguas: “las
muchas aguas no podrán apagar el amor”. Esa agua significa que no importa los problemas
que estemos pasando, no importa las tristezas que estemos pasando, no importa
las tribulaciones que estemos pasando, no importa las dificultades, no importa
lo que estés pasando en este momento, pero si tú dispones tu corazón para el
Señor, él es Dios y envía su fuego y consume, consume con su fuego toda
tormenta, toda tribulación, toda angustia, toda prueba que nosotros estemos
pasando.
Elías lleno de agua el altar
porque, entregó las cargas, había un
pueblo atribulado que dijo: “hay Dios en Israel” “hay Dios Todopoderoso que oye
las tribulaciones de su pueblo y Elías se burlaba de los sacerdotes de Baal y
les decía: “dónde está su dios”.
Dice Deuteronomio 4:7 que Dios está cercano a nosotros que oye y
está atento a lo que nosotros le pedimos, las otras naciones tenían dioses de plata,
esculturas, pero nosotros tenemos un Dios vivo y real.
“Dios es Espíritu y los que le
adoran en espíritu y en verdad es necesario que le adoren”. Por eso muchas
veces cuando nosotros oramos por orar nuestras oraciones no llegan, porque él
solo escucha la oración en el Espíritu. Nosotros podemos cantar muchas cosas y
tener una voz bonita y lo que sea, pero si no lo hacemos de corazón, no hay nada,
estamos perdiendo el tiempo.
Dios está aquí en medio de nosotros,
Dios es espíritu y aunque nosotros no le podemos ver como dice la palabra, a
Jesucristo quién lo ha visto, pero es la fe la que nos dice que él está aquí en
nuestras vidas y en nuestro corazón y es
la fe la que nos dice que nos ha prometido grandes cosas, que estamos probados en
este momento, pero que saldremos como el oro.
Dios quiere que vivamos el gozo,
porque a veces se nos va el gozo en medio de las pruebas y las dificultades,
porque no tenemos ese fuego en nuestro corazón.