sábado, 20 de septiembre de 2014

Yo soy fuego



Éxodo 3: 1-5

“Apacentando Moisés las ovejas de Jetro su suegro, sacerdote de Madián, llevó las ovejas a través del desierto, y llegó hasta Horeb, monte de Dios.  Y se le apareció el Ángel de Jehová en una llama de fuego en medio de una zarza; y él miró, y vio que la zarza ardía en fuego, y la zarza no se consumía.  Entonces Moisés dijo: Iré yo ahora y veré esta grande visión, por qué causa la zarza no se quema.  Viendo Jehová que él iba a ver, lo llamó Dios de en medio de la zarza, y dijo: ¡Moisés, Moisés! Y él respondió: Heme aquí.  Y dijo: No te acerques; quita tu calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es”.

Dios nos está hablando que cuando Dios nos llamó nosotros tuvimos ese fuego del Espíritu Santo. Él llenó nuestras vidas, nos transformó. Cuantos van a esas religiones y no pasa nada en sus vidas, no sienten el fuego.

Yo le preguntaba a una familiar: “¿usted ha sentido la presencia de Dios?” y me decía “¿Qué es eso?

¿Cuántos pueden decir que conocen un Dios vivo y real como nosotros lo conocemos? 

En este pasaje dice que la zarza ardía en fuego y no se consumía, esto significa que era algo sobre natural. El Dios todo poderoso se le había presentado a Moisés, el Dios que hizo los cielos y la tierra estaba hablando con el hombre. Dios tenía un propósito con Moisés y quería transformar esa vasija, pero le dijo que se descalzara, que se santificara, que en la presencia de Dios tiene que haber un cambio y una transformación. Cuando nosotros llegamos al Señor nosotros no lo estábamos buscando, él nos acogió. Él nos llamó y nos santificó y empezó a hacer cambios en nuestras vidas.

¿Por qué el fuego de la zarza no consumió a Moisés, por qué cuando Adán y Eva pecaron el fuego no los consumió? Dicen que Adán y Eva estaban revestidos de gloria y de poder, estaban desnudos y no sentían vergüenza, estaban revestidos de inocencia, de santidad y de pureza, estaban revestidos de la gloria, del poder, de la llenura del Espíritu Santo. Pero cuando pecaron se sintieron desnudos y el fuego se apagó en sus corazones. Así cuando dejamos la presencia de Dios se apagan nuestras vidas.

Dios no consumió a Adán  y Eva por su misericordia. Ellos se había puesto hojas para taparse, pero Dios los cubrió de pieles o sea que allí hubo un sacrificio de un cordero, estaba adelantándose al derramamiento de sangre que Jesucristo iba a hacer por cada uno de nosotros.

En Sodoma y Gomorra Dios consumió esa tierra porque había mucho pecado en ella.

En el antiguo pacto  ellos oían la voz de trueno de Dios y los israelitas le decían a Moisés que hablar el con Dios porque ellos tenía miedo.  Cuántos nos dicen oren por mí, porque ellos no quieren comprometerse con Dios.

Éxodo 19: 18

“Todo el monte Sinaí humeaba, porque Jehová había descendido sobre él en fuego; y el humo subía como el humo de un horno, y todo el monte se estremecía en gran manera”.

Dios le dijo a Moisés que pusiera límite porque hasta los animales cuando entraban allí morían. Eso fue en el antiguo, pero en el nuevo testamento también cuando Ananías y Safira retaron al Espíritu Santo, también murieron. 

Dios es amor, pero también es fuego consumidor. Es por la sangre de Jesucristo que nosotros no hemos sido consumidos, que Dios nos mira con misericordia.

Cuando llegó Jesucristo la gracia de Dios llegó a nuestras vidas, pero no podemos convertir esa gracia de Dios en libertinaje. Nosotros tenemos que valorar esa gracia tan grande. 

Éxodo 20: 18 - 21

“Todo el pueblo observaba el estruendo y los relámpagos, y el sonido de la bocina, y el monte que humeaba; y viéndolo el pueblo, temblaron, y se pusieron de lejos.   Y dijeron a Moisés: Habla tú con nosotros, y nosotros oiremos; pero no hable Dios con nosotros, para que no muramos.  Y Moisés respondió al pueblo: No temáis; porque para probaros vino Dios, y para que su temor esté delante de vosotros, para que no pequéis. Entonces el pueblo estuvo a lo lejos, y Moisés se acercó a la oscuridad en la cual estaba Dios”.

Había un fuego, pero Dios estaba en medio de la oscuridad. Jesucristo viene y alumbra nuestras vidas. 

 A veces nos conformamos con haber recibido a Cristo, pero no pedimos la llenura del Espíritu Santo, no permitimos que él moldee nuestros corazones, Dios le dijo a Nicodemo que tenía que nacer del agua y del Espíritu. Nicodemo sabía muchas letras, pero no había entendido esto que es revelado.

En I de corintios 2: 14 dice que el hombre natural no perciben las cosas que son del Espíritu. Solamente  el que está en el Espíritu puede entender las cosas del Espíritu. Si usted le habla a una persona que está en el mundo, de las revelaciones que Dios le ha dado, ella dice este está loco. Eso es locura para el mundo, pero poder de Dios para nosotros-

Deuteronomio 4:33

 Dice que Dios levantó a Elías en un carro de fuego con caballos de fuego, dicen que Eliseo estaba allí. ¿Por qué el fuego no consumió a Eliseo?, porque había fuego en el corazón de Eliseo. En el corazón de Eliseo había pasión por Dios. El fuego de Dios no nos quema no nos consume y no destruye, es cuando tenemos esa pasión por Dios.

“¿Ha oído pueblo alguno la voz de Dios, hablando de en medio del fuego, como tú la has oído, sin perecer?”.

Dice que nosotros hemos oído la voz de Dios y muchas veces Dios ha traído una y otra palabra y no hemos perecido por su infinita misericordia. ¿Cuántas veces se ha ido al mundo y han caído una y otra vez y por la misericordia de Dios no nos ha consumido? Nuestro Dios es fuego consumidor, nuestro Dios es amor y quiere que ese fuego arada en nuestras vidas.

En el 34 dice 

“¿O ha intentado Dios venir a tomar para sí una nación de en medio de otra nación, con pruebas, con señales, con milagros y con guerra, y mano poderosa y brazo extendido, y hechos aterradores como todo lo que hizo con vosotros Jehová vuestro Dios en Egipto ante tus ojos”?

El 35

“A ti te fue mostrado, para que supieses que Jehová es Dios, y no hay otro fuera de él. Desde los cielos te hizo oír su voz, para enseñarte; y sobre la tierra te mostró su gran fuego, y has oído sus palabras de en medio del fuego”.

Cuantos hemos sentido la gracia de Dios, cuantos hemos visto sus milagros. Nosotros hemos visto milagros de parte de Dios, hemos visto su mano poderosa actuando a favor de nuestras vidas.

El fuego purifica, transforma.  Aquellos hombres en el horno de fuego no fueron consumidos por el fuego porque Jesucristo estaba con ellos y ellos pusieron toda su fe en Dios. Ellos sabían que tenían un Dios todo poderoso que se paseaba con ellos en medio de las angustias y de la tribulación. Hay que tener cuidado con desobedecer, porque verán consecuencias. Acaso estás pasando por pruebas, pero hay ese fuego en tu corazón, como Jeremías que había un fuego en su corazón que le obligaba a hablar.

¿Cuántas veces decimo es en vano ir a la oración, es en vano reunirme, es en vano yo no veo respuestas? Y Dios nos dice aguanta un poquito más en ese horno.

La fe se prueba en el horno, la fe se prueba en fuego para ver que hay en nuestro corazón, Entra en el horno de fuego y permite que Dios moldee tu corazón, así como una vasija de barro. Pero ¿cuántos se quedan en el proceso y se van? ¿Cuántos se quedan a medias? Por no permitir que Dios nos moldee nos quedamos en la mitad del proceso. No porque Dios no quiera sino porque nosotros no se lo permitimos y Dios te dice en esta mañana aguanta un poco más.

Dios quiere que nosotros perseveremos, que sigamos hacia adelante. Tu Dios, Nuestro Dios va a ver en nosotros el fuego.

Sobre qué estamos edificando cada uno de nosotros, Cuál es nuestro fundamento dice:

I Corintios 3: 11 

“Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo.  Y si sobre este fundamento alguno edificare oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, hojarasca,  la obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará.  Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa.  Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego.  ¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?”

Si nosotros decimos que somos hijos de Dios, si decimos que somos guiados por el Espíritu Santo de Dios entonces las cosas que se nos presentan dirán si realmente somos hijos de Dios. Cuando viene la prueba de la fe,  Dios revela que hay fe en nuestro corazón. En todo momento el pueblo de Dios es probado: en la escasez, en la abundancia, en la enfermedad, en la salud, en todo tiempo y en todo momento.- A cada uno de nosotros Dios nos está probando. Cada uno somos probados de forma diferente porque Dios sabe qué hacer con nuestras vidas, él fue el que nos formó y sabe hasta dónde nosotros podemos soportar.

I Pedro 4: 12 - 13

“Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese,  sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran alegría”.

A Jesucristo también le llegaron esos dardos de fuego del enemigo de que habla Efesios, pero cuando le llegaban, Cristo estaba lleno de la presencia de Dios.

¿Cuántas veces nos fortalecemos más en las cosas del mundo que por el Espíritu Santo?

En el nuevo pacto el Espíritu Santo mora en nosotros, pero él no puede morar en una vasija contaminada, que no permite que él nos moldee. Él quiere morar en cada uno de nosotros y el avivamiento que viene es para aquellos que viven en fuego, que estén llenos del Espíritu Santo. Él dice que va a venir por una iglesia gloriosa, sin mancha y sin arruga.

Muchas veces dejamos apagar ese fuego, ¿Cuántos ministerios han dejado apagar ese fuego? Y lo ha dejado apagar por el cuestionamiento, por las dudas, por el orgullo, por el resentimiento, han dejado apagar ese fuego.

I Pedro 1: 7 – 9

“Para que es sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo, a quien amáis sin haberle visto, en quien creyendo, aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso;  obteniendo el fin de vuestra fe, que es la salvación de vuestras almas”.

Dice que el oro es algo perecedero, pero dice que se prueba en fuego y tiene mucho valor. Dios dice que la ciudad celestial es de oro puro.

Allá no entrará ninguna cosa inmunda, nosotros tenemos errores, pero Dios quiere que permitamos que él nos moldee.

Nuestra fe es probada para salvación de nuestra alma que es lo que a Dios le interesa. No le interesa nuestra apariencia, le interesa nuestra alma.

Cuando vino el Espíritu Santo en el Pentecostés, en los corazones de ese pueblo reunido en el aposento alto había pasión, había amor, había disposición y entrega. El Espíritu Santo no se hubiera derramado de esa manera si ellos no hubieran dispuesto sus corazones, si en esos corazones no hubiera existido el fuego de Dios.

En Lucas 24 dice que Jesús se les apareció a sus discípulos y no le reconocían, cuando partió el pan, dice que se abrieron sus ojos espirituales y lo reconocieron. Decían ellos que ardían sus corazones en el camino cuando ese hombre les hablaba. Jesucristo es fuego.

Que arda tu corazón en esta mañana con fuego por el Señor, allí en I Reyes 18 habla de los profetas de Baal, cuando desafiaron a Elías a ver cuál era el Dios Todopoderoso y él sabía que Dios tenía. 

I Reyes 18: 30

“Entonces dijo Elías a todo el pueblo: Acercaos a mí. Y todo el pueblo se le acercó; y él arregló el altar de Jehová que estaba arruinado”.

El altar estaba arruinado, si tú has arreglado en esta mañana tu corazón para Dios, él te escucha porque es un Dios que responde por fuego. Y en el 31 y siguientes dice:

“Y tomando Elías doce piedras, conforme al número de las tribus de los hijos de Jacob, al cual había sido dada palabra de Jehová diciendo, Israel será tu nombre, edificó con las piedras un altar en el nombre de Jehová; después hizo una zanja alrededor del altar, en que cupieran dos medidas de grano. 
 Preparó luego la leña, y cortó el buey en pedazos, y lo puso sobre la leña.  Y dijo: Llenad cuatro cántaros de agua, y derramadla sobre el holocausto y sobre la leña. Y dijo: Hacedlo otra vez; y otra vez lo hicieron. Dijo aún: Hacedlo la tercera vez; y lo hicieron la tercera vez, de manera que el agua corría alrededor del altar, y también se había llenado de agua la zanja.  Cuando llegó la hora de ofrecerse el holocausto, se acercó el profeta Elías y dijo: Jehová Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, sea hoy manifiesto que tú eres Dios en Israel, y que yo soy tu siervo, y que por mandato tuyo he hecho todas estas cosas.  Respóndeme, Jehová, respóndeme, para que conozca este pueblo que tú, oh Jehová, eres el Dios, y que tú vuelves a ti el corazón de ellos.  Entonces cayó fuego de Jehová, y consumió el holocausto, la leña, las piedras y el polvo, y aun lamió el agua que estaba en la zanja”.

Un fósforo en carbón enciende un fuego, cuando dijo que pusieran agua uno piensa: “pero cómo va a hacer eso” “¿Cómo se va a encender el fuego en el altar si hay agua?”  Les voy a dar la respuesta que me dio el Espíritu Santo ayer: Miremos Cantares 8: 5 –7

“¿Quién es ésta que sube del desierto,  Recostada sobre su amado? 

Debajo de un manzano te desperté;  allí tuvo tu madre dolores,  allí tuvo dolores la que te dio a luz.
 Ponme como un sello sobre tu corazón, como una marca sobre tu brazo; porque fuerte es como la muerte el amor; duros como el Seol los celos; sus brasas, brasas de fuego, fuerte llama. 

 Las muchas aguas no podrán apagar el amor, ni lo ahogarán los ríos. Si diese el hombre todos los bienes de su casa por este amor, de cierto lo menospreciarían”.

El amor de Dios hacia nosotros es fuerte. ¿Cómo será el de nosotros hacia él?

Dios nos cela, ¿nosotros lo celamos a él también? Dios aborrece las cosas del mundo, ¿nosotros también aborrecemos las cosas del mundo?

Es como en un matrimonio son los dos, el Espíritu Santo siempre está dispuesto, faltamos nosotros, falta nuestra disposición.

Lo que significan las aguas: “las muchas aguas no podrán apagar el amor”. Esa agua significa que no importa los problemas que estemos pasando, no importa las tristezas que estemos pasando, no importa las tribulaciones que estemos pasando, no importa las dificultades, no importa lo que estés pasando en este momento, pero si tú dispones tu corazón para el Señor, él es Dios y envía su fuego y consume, consume con su fuego toda tormenta, toda tribulación, toda angustia, toda prueba que nosotros estemos pasando.

Elías lleno de agua el altar porque, entregó las cargas,  había un pueblo atribulado que dijo: “hay Dios en Israel” “hay Dios Todopoderoso que oye las tribulaciones de su pueblo y Elías se burlaba de los sacerdotes de Baal y les decía: “dónde está su dios”.

Dice Deuteronomio 4:7  que Dios está cercano a nosotros que oye y está atento a lo que nosotros le pedimos, las otras naciones tenían dioses de plata, esculturas, pero nosotros tenemos un Dios vivo y real.

“Dios es Espíritu y los que le adoran en espíritu y en verdad es necesario que le adoren”. Por eso muchas veces cuando nosotros oramos por orar nuestras oraciones no llegan, porque él solo escucha la oración en el Espíritu. Nosotros podemos cantar muchas cosas y tener una voz bonita y lo que sea, pero si no lo hacemos de corazón, no hay nada, estamos perdiendo el tiempo.

Dios está aquí en medio de nosotros, Dios es espíritu y aunque nosotros no le podemos ver como dice la palabra, a Jesucristo quién lo ha visto, pero es la fe la que nos dice que él está aquí en nuestras vidas y  en nuestro corazón y es la fe la que nos dice que nos ha prometido grandes cosas, que estamos probados en este momento, pero que saldremos como el oro.

Dios quiere que vivamos el gozo, porque a veces se nos va el gozo en medio de las pruebas y las dificultades, porque no tenemos ese fuego en nuestro corazón.

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