sábado, 7 de febrero de 2015

Hombres de poca fe



Somos seres humanos y pasamos por grandes dificultades  y a veces decimos que nuestra esperanza se acabó y no tenemos la confianza de descansar en el Señor, cuando Dios dice en su palabra que si tuviéramos fe como un granito de mostaza le diríamos a esa montaña, a ese problema, a esa dificultad: “desarráigate de acá y vete”. 

Es solamente tener esa fe porque Dios dice en su palabra que ´´el es nuestro pronto auxilio en las tribulaciones”. Cuál es la tribulación por la que estamos pasando que muchas veces no le creemos a Dios, nos dejamos vencer de las dificultades, de las tribulaciones y no le creemos a Dios, sabiendo que Dios nos ha dado tantas promesas.

Trae a memoria todas esas promesas que Dios nos ha dado, todos esos momentos lindos con el Señor y que él no nos ha desamparado, que él siempre ha estado ahí y muchas veces le creemos más a esa dificultad que al mismo Dios. Sabiendo que la escritura dice: “todo lo puedo en Cristo que me fortalece”, es solo declarar la palabra porque todo es todo, es solamente venir a las rodillas, a la presencia de Dios y creerle. 

Venir y decirle a Dios que ahí está nuestro problema y creer. Decirle al problema por grande que sea: “no te creo, le creo a mi Dios, a mi salvador”.

No le creemos a Dios por nuestro afán y por nuestra ansiedad, nuestro afán de querer tener las cosas ya nos hace hombres de poca fe.

Mateo 6: 25 - 34

“Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? ¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo? Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos. Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe? No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal”.

En nuestras fuerzas no podemos hacer tantas cosas. Dios alimenta las aves del cielo y viste las plantas. Salomón con todas sus riquezas no pudo vestirse como los lirios. Dios dice que él es nuestro Padre y nuestro proveedor.  

Todo se hace en esta tierra por la voluntad y por la misericordia de Dios. Dios dice que él hace salir el sol sobre justos e injustos. Dios siempre tiene la última palabra.

Los gentiles puede ir de acá para allá buscando lo que necesitan, pero nosotros no podemos ser así.

Todas estas cosas son añadidas cuando buscamos la presencia de Dios, la santidad y su poder. 

Tenemos una salvación y la descuidamos por las cosas de este mundo sabiendo que todo eso se queda acá.
Dios dice  que sus mandamientos no son gravosos, somos nosotros quienes los hacemos gravosos. Muchas veces nosotros venimos ante Dios como unos derrotados.

Recordemos que Dios sustentó a Elías por medio de unos cuervos que le llevaban carne. Al pueblo de Dios no se les envejecieron los vestidos en el desierto ni su calzado se gastó en el desierto. Dios es el mismo de ayer y de hoy y de siempre. ¿No le creemos? Si sustentó al pueblo de Israel, a nosotros también nos sustenta.

A Pedro cuando caminó sobre las aguas y se hundió: le dijo “¿por qué dudaste si yo estaba contigo?”, así mismo nos dice a nosotros: “¿por qué dudaste?”

Dios le dijo a Moisés que le iba a dar una tierra que fluye leche y miel y Moisés envió unos espías veamos en Números 13: 27 – 33  lo que sucedió:

“Y les contaron, diciendo: Nosotros llegamos a la tierra a la cual nos enviaste, la que ciertamente fluye leche y miel; y este es el fruto de ella.  Mas el pueblo que habita aquella tierra es fuerte, y las ciudades muy grandes y fortificadas; y también vimos allí a los hijos de Anac.  Amalec habita el Neguev, y el heteo, el jebuseo y el amorreo habitan en el monte, y el cananeo habita junto al mar, y a la ribera del Jordán.  Entonces Caleb hizo callar al pueblo delante de Moisés, y dijo: Subamos luego, y tomemos posesión de ella; porque más podremos nosotros que ellos.  Mas los varones que subieron con él, dijeron: No podremos subir contra aquel pueblo, porque es más fuerte que nosotros.  Y hablaron mal entre los hijos de Israel, de la tierra que habían reconocido, diciendo: La tierra por donde pasamos para reconocerla, es tierra que traga a sus moradores; y todo el pueblo que vimos en medio de ella son hombres de grande estatura.  También vimos allí gigantes, hijos de Anac, raza de los gigantes, y éramos nosotros, a nuestro parecer, como langostas; y así les parecíamos a ellos”.

Cuando Dios nos da la bendición, vemos las dificultades. 

Era verdad que la tierra ciertamente fluía leche y miel.

Las promesas que Dios nos ha dado “ciertamente” están ahí. Pero nosotros vemos el problema, vemos el gigante, vemos la dificultad. 

No vemos la bendición, vemos los gigantes que están ahí.

En lugar de creerle a Dios, nos sentamos a pensar que es lo que vamos a hacer. 

Si Dios nos promete algo material, yo no debo sentarme a pensar con que la voy a pagar sino que debo creerle a Dios y pensar que él proporcionará los medios.

A “nuestro parecer” nos vemos como nada cuando Dios no nos ve así. Cuando recibimos la promesa lo que debemos es decir: Gracias Señor por esa promesa, tú me has dicho que soy más que vencedor, no sé cómo vas a hacer Señor, pero yo te obedezco, Padre, yo te creo, Señor., porque lo otros será añadido.

Para Dios no hay nada imposible. Dios te puede poner grande entre los grandes, él lo puede hacer. No le creamos a la dificultad.

Dios no quiere que vivas como un arrastrado cuando eres su hijo. Las puertas que Dios cierra nadie las puede abrir y las que abre nadie las puede cerrar.

Honramos a Dios y lo alabamos, pero dónde está nuestro corazón.

Creámosle a Dios porque su palabra dice que somos reyes y sacerdotes.

Es duro creer y obedecer, pero es ahí donde está la bendición.

Muchas veces creemos más a las promesas del hombre que a las de Dios.

Un hombre nos dice venga mañana que mañana le voy a dar un empleo y le creemos y vamos. Dios nos dice vaya a tal parte mañana que te voy a dar un empleo y nosotros decimos. ¿Será que sí?

Isaías 31: 1

“¡Ay de los que descienden a Egipto por ayuda, y confían en caballos; y su esperanza ponen en carros, porque son muchos, y en jinetes, porque son valientes; y no miran al Santo de Israel, ni buscan a Jehová!” 

Si perdemos el trabajo vamos donde él hombre y nos humillamos ante él para que no nos saquen en lugar de poner los ojos en Dios vamos a donde el hombre y ponemos los ojos en el hombre. 

Dios dice: “Clama a mí y yo te responderé y te enseñare cosas grandes y ocultas”.

¿Ponemos  la mirada en un hombre porque tiene mucho dinero? El dinero se acaba.

Isaías 31; 2-3

“Pero él también es sabio, y traerá el mal, y no retirará sus palabras. Se levantará, pues, contra la casa de los malignos, y contra el auxilio de los que hacen iniquidad.  Y los egipcios hombres son, y no Dios; y sus caballos carne, y no espíritu; de manera que al extender Jehová su mano, caerá el ayudador y caerá el ayudado, y todos ellos desfallecerán a una”.

El que tiene mucho también puede caer. Muchas veces la riqueza nos aparta de Dios.

La palabra dice que esos hombres ricos y poderosos querrán lo que nosotros tenemos y hasta lo querrán comprar.

El dinero es necesario, pero no lo es todo.

Debemos orar siempre y no desmayar.

Lucas 18: 1 – 8

“También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar,  diciendo: Había en una ciudad un juez, que ni temía a Dios, ni respetaba a hombre.  Había también en aquella ciudad una viuda, la cual venía a él, diciendo: Hazme justicia de mi adversario.  Y él no quiso por algún tiempo; pero después de esto dijo dentro de sí: Aunque ni temo a Dios, ni tengo respeto a hombre,  sin embargo, porque esta viuda me es molesta, le haré justicia, no sea que viniendo de continuo, me agote la paciencia.  Y dijo el Señor: Oíd lo que dijo el juez injusto.  ¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se tardará en responderles? Os digo que pronto les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del Hombre,    ¿hallará fe en la tierra?”

Que Dios ponga en nuestro corazón esa necesidad de orar siempre. Orar siempre por esas promesas y no desmayara. Aquí estoy Señor y no me muevo.

Dios no se tarda, pero es que nosotros queremos que sea ya, inmediato.

 Si buscamos a Dios por bendecirle y glorificar su nombre, Dios responderá. 

Si estamos edificando sobre la roca, vamos a perseverar, pero si construimos sobre la arena vamos a decaer.

Isaías 40: 28- 31

“¿No has sabido, no has oído que el Dios eterno es Jehová, el cual creó los confines de la tierra? No desfallece, ni se fatiga con cansancio, y su entendimiento no hay quien lo alcance. El da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas.  Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen;  pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán”.

Ni los más sabios alcanzan el entendimiento de Dios.

El mundo no ofrece nada, hoy  te da y mañana te quita. Dios te da nuevas fuerzas. 

Obedezcamos que Dios nos bendice. No hablemos en nuestro propio parecer.

Salmo 121: 

Alzaré mis ojos a los montes; ¿De dónde vendrá mi socorro?

 Mi socorro viene de Jehová, Que hizo los cielos y la tierra. No dará tu pie al resbaladero, ni se dormirá el que te guarda.

He aquí, no se adormecerá ni dormirá El que guarda a Israel. Jehová es tu guardador;
Jehová es tu sombra a tu mano derecha. El sol no te fatigará de día, ni la luna de noche.
 Jehová te guardará de todo mal; El guardará tu alma.
Jehová guardará tu salida y tu entrada Desde ahora y para siempre”.

Alzare mis ojos a ti Señor porque tú eres mi esperanza, tú eres mi socorro, no tengo donde ir pero tú tienes palabras de vida eterna estás al tanto de mis problemas y mis dificultades.

El guardará nuestra alma desde ahora y para siempre, esa es la promesa que Dios nos da. 

II Crónicas 32: 6-8

Y puso capitanes de guerra sobre el pueblo, y los hizo reunir en la plaza de la puerta de la ciudad, y habló al corazón de ellos, diciendo:  Esforzaos y animaos; no temáis, ni tengáis miedo del rey de Asiria, ni de toda la multitud que con él viene; porque más hay con nosotros que con él.  Con él es el brazo de carne, mas con nosotros está Jehová nuestro Dios para ayudarnos, y pelear nuestras batallas. Y el pueblo tuvo confianza en las palabras de Ezequías rey de Judá”. 

Dios habla al corazón del pueblo. No nos va a dejar solos está para ayudarnos y pelea nuestras batallas. Con nosotros está el brazo de Dios.

En la oración hay poder.

lunes, 2 de febrero de 2015

A qué le estás apuntando



Nosotros le apuntamos a muchas cosas a un empleo, a una profesión, a un hogar, a unos hijos.


A qué le apunta Dios

II Timoteo 3: 16 – 17

“Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia,  a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.2

Dios le apunta a la preparación de sus siervos para la vida eterna. Esta Escritura no es de interpretación humana. La pudo haber escrito un hombre, pero bajo la inspiración del Espíritu Santo de Dios. Si esta palabra no hubiera sido inspirada por el Espíritu Santo no haría maravillas en nosotros.

No podemos pasar por alto la palabra de Dios, él le apunta a que nosotros nos preparemos a través de las Escrituras.

Es útil para enseñar sabiduría, juicios, para enseñar que tenemos un enemigo, para enseñar que tenemos que caminar en santidad, nos enseña como recibir bendiciones por medio de esa palabra, cómo recibir sanidad.

Es útil para redargüir, porque cuando cometemos un error el Espíritu Santo nos enciendo la lamparita a través de su palabra para que veamos en que estamos fallando.

Es útil para corregir lo mal que tenemos o lo que obramos. Nos muestra el error, pero nos muestra también como salir de él.

Es útil para instruir en justicia: para instruir en el conocimiento del Señor.

A fin de que el hombre de Dios sea perfecto: veamos que si se puede ser perfecto, la Escritura lo dice. Sin santidad nadie verá al Señor.

Preparado por el Espíritu Santo que nos impulsa a las buenas obras. Sin el Espíritu Santo no podemos ayudar a nadie.

Por las obras no nos vamos a salvar, sino por el poder de su Santo Espíritu.

Dios le apunta a que seamos instruidos, a que seamos corregidos y que seamos en todo momento perfectos para él.

A qué le apuntaba Moisés

Hebreos 11: 24 – 27

“Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón, escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado,  teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios; porque tenía puesta la mirada en el galardón.  Por la fe dejó a Egipto, no temiendo la ira del rey; porque se sostuvo como viendo al Invisible”


¿Nosotros reusamos a ser  hijos del mundo? ¿O queremos seguir con el mundo esclavos del pecado?, ¿de usted a partido reusar al pecado?

Un hombre importante y preparado y de confianza de la familia de Faraón, pero el escogió el sufrimiento con el pueblo de Dios que seguir en los lujos de la casa de Faraón.  Cambió la familia. Cuando venimos a Cristo, nosotros cambiamos de familia, cambiamos de estatus porque pasamos a ser hijos de Dios.

Moisés entendió que los deleites del mundo eran temporales. Los deleites del mundo son temporales y pueden darse a cambio de su alma. Satanás no viene con consideraciones, ni con misericordia, él no conoce eso, lo que quiere es destruirnos.

¿Nosotros sí tenemos puesta la mirada en el galardón? Dios dice que es una bendición el que seamos vituperados por el mundo. Predique la santidad y verá las críticas que se tienen. Son pocos los que le hablan al pueblo de Dios de que se tienen que santificar, porque Cristo viene  y viene por una iglesia sin mancha, una iglesia pura y santa.

Moisés, por la fe dejó a Egipto, sin saber que iba a pasar con su vida. No temió a la ira del rey. ¿Nosotros le tememos al rechazo? Cuanto le tememos a que las personas nos hagan a un lado, a que no nos ayuden, al qué dirán.

Para sostenerse como viendo al invisible hay que tener la palabra grabada en el corazón. A veces al otro día de oír la palabra se nos olvida y por eso es que no nos sostenemos como viendo al invisible.

La fe produce valor, a veces no tenemos valor porque no hay fe.

Consideraciones

Romanos 6: 22

“Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna”. 

Dios nos libertó del pecado. Dios nos sacó de una vida equivocada.

Tenemos que salir del pecado para ser siervos de Dios. Al hacernos libres nos hace aptos para que demos fruto en todo momento. ¿Le estamos apuntando a es fruto?

Dios dice que le apuntemos al fruto, a la santidad y a la vida eterna.

Juan 17: 3

“Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado”. 


 No hay otro dios, no hay sino uno. Que le apuntemos a saber que en Cristo hay vida eterna. El propósito de Dios es que le conozcamos. Dios se manifiesta en su alabanza y en su palabra.

Salmo 19: 7 – 14

“La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma; el testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo. Los mandamientos de Jehová son rectos, que alegran el corazón; el precepto de Jehová es puro, que alumbra los ojos. El temor de Jehová es limpio, que permanece para siempre; los juicios de Jehová son verdad, todos justos. Deseables son más que el oro, y más que mucho oro afinado; y dulces más que miel, y que la que destila del panal. Tu siervo es además amonestado con ellos; en guardarlos hay grande galardón. ¿Quién podrá entender sus propios errores? Líbrame de los que me son ocultos. Preserva también a tu siervo de las soberbias; que no se enseñoreen de mí; entonces seré íntegro, y estaré limpio de gran rebelión. Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti, Oh Jehová, roca mía, y redentor mío”.

La palabra de Dios es perfecta, nos convierte de nuestros malos caminos, permanece para siempre, lo que Dios nos promete es real.  

Por medio de su palabra nos enseña la humildad para depender del Espíritu Santo.

La palabra de dios es recta y alegra el corazón, ¿entonces por qué a veces no estamos contentos?

La palabra de Dios es refrigerio, porque si estamos tristes nos consuela.

La palabra de Dios alumbra nuestros ojos.

La obediencia, el temor de Dios,  tiene que ser permanente.

La palabra de Dios es deseable porque nos refresca, sacia nuestra necesidad, sacia la sed espiritual.

La palabra es pura pues es inspirada por la palabra de Dios.

Nosotros, que somos sus siervos somos amonestados con la palabra de Dios. Si guardamos la palabra de Dios vivimos bueno.

La palabra de Dios quita la soberbia de nuestras vidas.

Cuando la palabra de Dios more en nosotros seremos limpios de corazón.

Hebreos 10; 35 – 39

No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón; porque os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa.  Porque aún un poquito, y el que ha de venir vendrá, y no tardará.  Mas el justo vivirá por fe; Y si retrocediere, no agradará a mi alma. Pero nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma”.

Se pierde la confianza porque se ha perdido la palabra.

La confianza tiene grandes regalos y la paciencia nos prueba.

El Señor observa como reaccionamos ante las situaciones.

Todos esperamos respuestas a diferentes situaciones. No se tardará Dios con la respuesta. El Espíritu Santo nos da fortaleza para esperar.

No somos de los que retroceden, pero si lo hacemos entramos en peligro inminente. La fe nos preserva de la condenación.

Estrategias divinas

Hebreos 12: 2

“puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios”. 

Cristo hizo la fe y la vivió y Dios quiere que pongamos los ojos en él. El creyó, siempre daba gracias a Dios y oraba antes de hacer algo.

Cristo se gozaba de que por su crucifixión  vendría la salvación para la humanidad. Menospreciando, no le importó el vituperio, para que alcanzáramos gozo y paz.

Apocalipsis 2: 7

“El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios”.

Nosotros somos esa iglesia. Jesucristo es el árbol de vida. Es al que venciere. El reino de Dios no está entre de nosotros sino dentro de nosotros.

Lo que Jesucristo dice a su pueblo. Eso es lo que tenemos que oír. El Espíritu Santo trae su palabra

Salmos 40: 8

“El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, y tu ley está en medio de mi corazón.

¿A nosotros nos agrada la palabra de Dios? ¿O nos comportamos como unos reprimidos? Dios quiere que no hagamos el pecado, pero por la libertad que se nos es dada en Cristo. Gozarse en hacer la palabra por los beneficios que trae.

La orden de Dios es que tengamos la palabra en medio de nuestro corazón.