lunes, 2 de febrero de 2015

A qué le estás apuntando



Nosotros le apuntamos a muchas cosas a un empleo, a una profesión, a un hogar, a unos hijos.


A qué le apunta Dios

II Timoteo 3: 16 – 17

“Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia,  a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.2

Dios le apunta a la preparación de sus siervos para la vida eterna. Esta Escritura no es de interpretación humana. La pudo haber escrito un hombre, pero bajo la inspiración del Espíritu Santo de Dios. Si esta palabra no hubiera sido inspirada por el Espíritu Santo no haría maravillas en nosotros.

No podemos pasar por alto la palabra de Dios, él le apunta a que nosotros nos preparemos a través de las Escrituras.

Es útil para enseñar sabiduría, juicios, para enseñar que tenemos un enemigo, para enseñar que tenemos que caminar en santidad, nos enseña como recibir bendiciones por medio de esa palabra, cómo recibir sanidad.

Es útil para redargüir, porque cuando cometemos un error el Espíritu Santo nos enciendo la lamparita a través de su palabra para que veamos en que estamos fallando.

Es útil para corregir lo mal que tenemos o lo que obramos. Nos muestra el error, pero nos muestra también como salir de él.

Es útil para instruir en justicia: para instruir en el conocimiento del Señor.

A fin de que el hombre de Dios sea perfecto: veamos que si se puede ser perfecto, la Escritura lo dice. Sin santidad nadie verá al Señor.

Preparado por el Espíritu Santo que nos impulsa a las buenas obras. Sin el Espíritu Santo no podemos ayudar a nadie.

Por las obras no nos vamos a salvar, sino por el poder de su Santo Espíritu.

Dios le apunta a que seamos instruidos, a que seamos corregidos y que seamos en todo momento perfectos para él.

A qué le apuntaba Moisés

Hebreos 11: 24 – 27

“Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón, escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado,  teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios; porque tenía puesta la mirada en el galardón.  Por la fe dejó a Egipto, no temiendo la ira del rey; porque se sostuvo como viendo al Invisible”


¿Nosotros reusamos a ser  hijos del mundo? ¿O queremos seguir con el mundo esclavos del pecado?, ¿de usted a partido reusar al pecado?

Un hombre importante y preparado y de confianza de la familia de Faraón, pero el escogió el sufrimiento con el pueblo de Dios que seguir en los lujos de la casa de Faraón.  Cambió la familia. Cuando venimos a Cristo, nosotros cambiamos de familia, cambiamos de estatus porque pasamos a ser hijos de Dios.

Moisés entendió que los deleites del mundo eran temporales. Los deleites del mundo son temporales y pueden darse a cambio de su alma. Satanás no viene con consideraciones, ni con misericordia, él no conoce eso, lo que quiere es destruirnos.

¿Nosotros sí tenemos puesta la mirada en el galardón? Dios dice que es una bendición el que seamos vituperados por el mundo. Predique la santidad y verá las críticas que se tienen. Son pocos los que le hablan al pueblo de Dios de que se tienen que santificar, porque Cristo viene  y viene por una iglesia sin mancha, una iglesia pura y santa.

Moisés, por la fe dejó a Egipto, sin saber que iba a pasar con su vida. No temió a la ira del rey. ¿Nosotros le tememos al rechazo? Cuanto le tememos a que las personas nos hagan a un lado, a que no nos ayuden, al qué dirán.

Para sostenerse como viendo al invisible hay que tener la palabra grabada en el corazón. A veces al otro día de oír la palabra se nos olvida y por eso es que no nos sostenemos como viendo al invisible.

La fe produce valor, a veces no tenemos valor porque no hay fe.

Consideraciones

Romanos 6: 22

“Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna”. 

Dios nos libertó del pecado. Dios nos sacó de una vida equivocada.

Tenemos que salir del pecado para ser siervos de Dios. Al hacernos libres nos hace aptos para que demos fruto en todo momento. ¿Le estamos apuntando a es fruto?

Dios dice que le apuntemos al fruto, a la santidad y a la vida eterna.

Juan 17: 3

“Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado”. 


 No hay otro dios, no hay sino uno. Que le apuntemos a saber que en Cristo hay vida eterna. El propósito de Dios es que le conozcamos. Dios se manifiesta en su alabanza y en su palabra.

Salmo 19: 7 – 14

“La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma; el testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo. Los mandamientos de Jehová son rectos, que alegran el corazón; el precepto de Jehová es puro, que alumbra los ojos. El temor de Jehová es limpio, que permanece para siempre; los juicios de Jehová son verdad, todos justos. Deseables son más que el oro, y más que mucho oro afinado; y dulces más que miel, y que la que destila del panal. Tu siervo es además amonestado con ellos; en guardarlos hay grande galardón. ¿Quién podrá entender sus propios errores? Líbrame de los que me son ocultos. Preserva también a tu siervo de las soberbias; que no se enseñoreen de mí; entonces seré íntegro, y estaré limpio de gran rebelión. Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti, Oh Jehová, roca mía, y redentor mío”.

La palabra de Dios es perfecta, nos convierte de nuestros malos caminos, permanece para siempre, lo que Dios nos promete es real.  

Por medio de su palabra nos enseña la humildad para depender del Espíritu Santo.

La palabra de dios es recta y alegra el corazón, ¿entonces por qué a veces no estamos contentos?

La palabra de Dios es refrigerio, porque si estamos tristes nos consuela.

La palabra de Dios alumbra nuestros ojos.

La obediencia, el temor de Dios,  tiene que ser permanente.

La palabra de Dios es deseable porque nos refresca, sacia nuestra necesidad, sacia la sed espiritual.

La palabra es pura pues es inspirada por la palabra de Dios.

Nosotros, que somos sus siervos somos amonestados con la palabra de Dios. Si guardamos la palabra de Dios vivimos bueno.

La palabra de Dios quita la soberbia de nuestras vidas.

Cuando la palabra de Dios more en nosotros seremos limpios de corazón.

Hebreos 10; 35 – 39

No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón; porque os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa.  Porque aún un poquito, y el que ha de venir vendrá, y no tardará.  Mas el justo vivirá por fe; Y si retrocediere, no agradará a mi alma. Pero nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma”.

Se pierde la confianza porque se ha perdido la palabra.

La confianza tiene grandes regalos y la paciencia nos prueba.

El Señor observa como reaccionamos ante las situaciones.

Todos esperamos respuestas a diferentes situaciones. No se tardará Dios con la respuesta. El Espíritu Santo nos da fortaleza para esperar.

No somos de los que retroceden, pero si lo hacemos entramos en peligro inminente. La fe nos preserva de la condenación.

Estrategias divinas

Hebreos 12: 2

“puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios”. 

Cristo hizo la fe y la vivió y Dios quiere que pongamos los ojos en él. El creyó, siempre daba gracias a Dios y oraba antes de hacer algo.

Cristo se gozaba de que por su crucifixión  vendría la salvación para la humanidad. Menospreciando, no le importó el vituperio, para que alcanzáramos gozo y paz.

Apocalipsis 2: 7

“El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios”.

Nosotros somos esa iglesia. Jesucristo es el árbol de vida. Es al que venciere. El reino de Dios no está entre de nosotros sino dentro de nosotros.

Lo que Jesucristo dice a su pueblo. Eso es lo que tenemos que oír. El Espíritu Santo trae su palabra

Salmos 40: 8

“El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, y tu ley está en medio de mi corazón.

¿A nosotros nos agrada la palabra de Dios? ¿O nos comportamos como unos reprimidos? Dios quiere que no hagamos el pecado, pero por la libertad que se nos es dada en Cristo. Gozarse en hacer la palabra por los beneficios que trae.

La orden de Dios es que tengamos la palabra en medio de nuestro corazón.

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