Este es el tiempo de la manifestación de los
hijos de Dios. Este es el tiempo de mostrar la gloria de Dios en cada uno de
nosotros. La palabra de Dios dice que la tierra gime por la manifestación de
los hijos de Dios.
Es el tiempo de cambiar, ya estamos a otro
nivel.
Jeremías 1: 4 – 11
“Vino,
pues, palabra de Jehová a mí, diciendo: Antes que te formase en el vientre te
conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones. Y
yo dije: ¡Ah! ¡ah, Señor Jehová! He aquí, no sé hablar, porque soy niño. Y me
dijo Jehová: No digas: Soy un niño; porque a todo lo que te envíe irás tú, y
dirás todo lo que te mande. No temas delante de ellos, porque contigo estoy
para librarte, dice Jehová. Y extendió Jehová su mano y tocó mi boca, y me dijo
Jehová: He aquí he puesto mis palabras en tu boca. Mira que te he puesto en
este día sobre naciones y sobre reinos, para arrancar y para destruir, para
arruinar y para derribar, para edificar y para plantar”.
Vamos al versículo 17:
“Tú,
pues, ciñe tus lomos, levántate, y háblales todo cuanto te mande; no temas
delante de ellos, para que no te haga yo quebrantar delante de ellos. Porque he
aquí que yo te he puesto en este día como ciudad fortificada, como columna de
hierro, y como muro de bronce contra toda esta tierra, contra los reyes de
Judá, sus príncipes, sus sacerdotes, y el pueblo de la tierra. Y pelearán
contra ti, pero no te vencerán; porque yo estoy contigo, dice Jehová, para
librarte”.
No hay excusa, desde antes Dios nos escogió
para algo, no es casualidad que hubiéramos conocido de Dios.
Dios te dio un ministerio porque sabía que
eras capaz de sacar adelante ese ministerio.
Debemos responder: heme aquí Señor, quiero
ser ese vaso, ese instrumento para ti.
La gloria es más grande ahora que antes. La gloria
postrera será mayor que la primera, dice la Escritura. No hay excusa, este es
el tiempo, aprópiate de la bendición.
Dios dice en su palabra que los mediocres no
heredarán el reino de Dios.
En la obediencia está la bendición y el Señor
ya nos mandó a hacer algo. Dios no dice que nos va a dejar solos, dice que nos
va a dar su ayuda, que él va adelante como poderoso gigante.
No son nuestras palabras las que vamos a
pronunciar, sino las palabras de Dios que él ha puesto en nuestros labios.
Para hablar a las personas es necesario
alimentarnos con la palabra de Dios.
Es tiempo de que seamos diferentes.
Dios nos ha dado el poder para arrancar para
destruir y para plantar.
Hay poder en la palabra.
Dios nos ha dado tanto, nos ha dado poder
para hacer libres a los cautivos y nos enredamos en tantas cosa que no lo
hacemos.
Proverbios 1: 22 - 31
“¿Hasta cuándo, oh
simples, amaréis la simpleza, y los burladores desearán el burlar, y los
insensatos aborrecerán la ciencia?
Volveos a mi reprensión; he aquí yo derramaré mi espíritu sobre
vosotros, y os haré saber mis palabras. Por cuanto llamé, y no quisisteis oír,
extendí mi mano, y no hubo quien atendiese, sino que desechasteis todo consejo
mío y mi reprensión no quisisteis, también yo me reiré en vuestra calamidad, y
me burlaré cuando os viniere lo que teméis; cuando viniere como una destrucción
lo que teméis, y vuestra calamidad llegare como un torbellino; cuando sobre
vosotros viniere tribulación y angustia. Entonces me llamarán, y no responderé;
me buscarán de mañana, y no me hallarán. Por cuanto aborrecieron la sabiduría,
y no escogieron el temor de Jehová, ni quisieron mi consejo, y menospreciaron
toda reprensión mía, comerán del fruto de su camino, y serán hastiados de sus
propios consejos”.
No se quiere recibir el consejo del Señor
tratamos de andar en nuestra propia sabiduría. No queremos consultar a Dios,
pero cuando llega la tribulación ahí si venimos a él.
Dónde están esos pastores, dónde están esos
evangelistas, dónde están esos profetas para ganar almas. ¿Dónde están esos
dones de sanidad que el Señor les ha dado a algunos?
Que cuando vean un enfermo sean atrevidos y
pongan las manos. Pero se van enterrando los talentos, los dones, los
ministerios, pues no se ejercitan.
Es tiempo de dejar el conformismo.
Salimos muy motivados por la palabra y
llegamos a nuestras casas, vemos ese gigante y desmayamos.
Santiago 1: 22 - 25
“Pero
sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros
mismos. Porque si alguno es oidor de la
palabra pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en
un espejo su rostro natural. Porque él se considera a sí mismo, y se va, y
luego olvida cómo era. Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la
libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la
obra, éste será bienaventurado en lo que hace”.
Hay que poner en práctica la palabra, si Dios
te dice que eres un bendecido, debes declarar esto en todo momento.
Debemos poner en práctica lo que el Espíritu
Santo nos da, atesoremos la palabra en nuestro corazón.
Las cosas terrenales son por momentos, las
coas de Dios permanecen.
Esforzaos a entrar por la puerta angosta,
porque ancho es el camino que lleva a la perdición.
Isaías 52: 1-2
“Despierta,
despierta, vístete de poder, oh Sion; vístete tu ropa hermosa, oh Jerusalén,
ciudad santa; porque nunca más vendrá a ti incircunciso ni inmundo. Sacúdete
del polvo; levántate y siéntate, Jerusalén; suelta las ataduras de tu cuello,
cautiva hija de Sion”.
Deben ser cambiadas nuestras vestiduras, hay
que andar en santidad. Sacúdete de esa mediocridad, y de esa tibieza. Utiliza
el poder para soltarte, para decir no más.
Isaías 49: 1 -3
“Oídme,
costas, y escuchad, pueblos lejanos. Jehová me llamó desde el vientre, desde
las entrañas de mi madre tuvo mi nombre en memoria. Y puso mi boca como espada
aguda, me cubrió con la sombra de su mano; y me puso por saeta bruñida, me
guardó en su aljaba; y me dijo: Mi siervo eres, oh Israel, porque en ti me
gloriar”.
Somos siervos y ministros de Dios, somos eso
vasos de honra para mostrar las cosas de Dios. Vasos puros y limpios, porque
Dios se glorifica en vasos limpios.
Dios te ha dado cosas grandes y poderosas. Te
ha dicho mi hijo eres. Te ha dado promesas grandes y poderosas en todo momento.
Solamente es guardar los mandatos de Dios, sus palabras, lo que él ha dicho,
amad a Jehová sobre todas las cosas, amadlo en todo momento, él manda amarlos
sobre todos, sobre esposos, esposas, hijos. Que Dios sea el primero en tu vida.
Amarlo con todo el corazón, con toda nuestra alma.
¿Por qué estamos guardando lo que Dios nos ha dado? Lo estamos
escondiendo.
Isaías 61: 1- 3
“El
Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha
enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de
corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la
cárcel; a proclamar el año de la buena
voluntad de Jehová, y el día de venganza del Dios nuestro; a consolar a todos
los enlutados; a ordenar que a los afligidos de Sion se les dé gloria en lugar
de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar del
espíritu angustiado; y serán llamados árboles de justicia, plantío de Jehová,
para gloria suya”.
¿Para qué te llamó el Señor? El Señor te ha enviado
a predicar y publicar verdad aquellos cautivos. No es si tú quieres, es una
orden y es ya, no es mañana.
Cuántos hemos declarado al mundo que
Jesucristo viene pronto.
Grande es el Señor para con nosotros, nos ha
dado tanto. Hemos despreciado la mesa del Señor.
No hay excusa delante del Señor y menos para
nosotros que conocemos su palabra.
Dios no me sacó de la religiosidad para
traerme al conformismo y la mediocridad.
Dios me sacó de allí para traerme a cosas grandes y poderosas. Dios me sacó de
ese lugar para mostrar su gloria a través de mí. Declaro que Dios tiene cosas
grandes y maravillosas para mí.
Tu palabra dice, Señor, que tú nos has
llamado como reyes y sacerdotes para ministrar tus cosas.
Dios me sacó de ese lugar para que yo
creciera espiritualmente.
¿Has clamado a Dios por tu ministerio? ¿Le
has dicho que quieres ese crecimiento? ¿Le has creído a Dios cuanto te dice que
eres libre de esa tibieza?
Isaías 60: 1
“Levántate,
resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti”.
Este es el tiempo de la manifestación
gloriosa de los hijos de Dios, es el tiempo de cambiar, es el tiempo de ser
diferente. En el tiempo de no andar más en la carne sino en el Espíritu.
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