Hay un desafío, una pandemia por causa del pecado del
hombre. Todas las señales que se están dando es por causa de nuestro pecado,
pero hay un gosen para nosotros.
Gosén es el lugar de Egipto donde los Israelita vivieron en
paz en Egipto
Podemos disfrutar de nuestro
Padre, estar delante de Dios, cumpliendo hoy a lo que él nos mandó.
El hombre tiene hoy un desafío y
todos los estamentos del Estado está puesto a prueba por un enemigo que no se
está viendo.
Sentimos el poder ce Cristo, el
refrigerio
Mateo 6:34
Así que, no os afanéis por el
día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su
propio mal.
Salmo 118: 24
Este es el día que hizo
Jehová; nos gozaremos y alegraremos en él.
En estos dos versículos
aparentemente hay una contradicción con lo que está sucediendo, este es, precisamente,
el desafío
Somos el pueblo más capacitado
por el Espíritu Santo para afrontar cualquier situación
Lucas 17: 20-21
Preguntado por los fariseos,
cuándo había de venir el reino de Dios, les respondió y dijo: El reino de
Dios no vendrá con advertencia, ni dirán: Helo aquí, o helo allí; porque
he aquí el reino de Dios está entre vosotros.
El reino está dentro de
nosotros significa que en lo que hago todo florece, en todo me va bien
Jeremías 20: 11
Mas Jehová está conmigo como
poderoso gigante; por tanto, los que me persiguen tropezarán, y no
prevalecerán; serán avergonzados en gran manera, porque no prosperarán; tendrán
perpetua confusión que jamás será olvidada.
Mateo 14: 22 – 33
En seguida Jesús hizo a sus
discípulos entrar en la barca e ir delante de él a la otra ribera, entre tanto
que él despedía a la multitud. Despedida la multitud, subió al monte a orar
aparte; y cuando llegó la noche, estaba allí solo. Y ya la barca estaba en
medio del mar, azotada por las olas; porque el viento era contrario. Mas a la
cuarta vigilia de la noche, Jesús vino a ellos andando sobre el mar. Y los
discípulos, viéndole andar sobre el mar, se turbaron, diciendo: ¡Un fantasma! Y
dieron voces de miedo. Pero en seguida Jesús les habló, diciendo: ¡Tened ánimo;
yo soy, no temáis!
Entonces le respondió Pedro, y
dijo: Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas. Y él dijo:
Ven. Y descendiendo Pedro de la barca, andaba sobre las aguas para ir a Jesús.
Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo; y comenzando a hundirse, dio voces,
diciendo: ¡Señor, sálvame! Al momento Jesús, extendiendo la mano, asió de él, y
le dijo: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste? Y cuando ellos subieron en la
barca, se calmó el viento.
Cuando Pedro miró las
circunstancias, no miró a Cristo, entonces tuvo miedo y se hundió
Sin embargo, la misericordia de
Dios lo sacó
Daniel 3: 12 - 30
Hay unos varones judíos, los
cuales pusiste sobre los negocios de la provincia de Babilonia: Sadrac, Mesac y
Abed-nego; estos varones, oh rey, no te han respetado; no adoran tus dioses, ni
adoran la estatua de oro que has levantado.
Entonces Nabucodonosor dijo
con ira y con enojo que trajesen a Sadrac, Mesac y Abed-nego. Al instante
fueron traídos estos varones delante del rey. Habló Nabucodonosor y les dijo:
¿Es verdad, Sadrac, Mesac y Abed-nego, que vosotros no honráis a mi dios, ni
adoráis la estatua de oro que he levantado? Ahora, pues, ¿estáis dispuestos
para que al oír el son de la bocina, de la flauta, del tamboril, del arpa, del
salterio, de la zampoña y de todo instrumento de música, os postréis y adoréis
la estatua que he hecho? Porque si no la adorareis, en la misma hora seréis
echados en medio de un horno de fuego ardiendo; ¿y qué dios será aquel que os
libre de mis manos?
Sadrac, Mesac y Abed-nego
respondieron al rey Nabucodonosor, diciendo: No es necesario que te respondamos
sobre este asunto. He aquí nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del
horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará. Y si no, sepas, oh
rey, que no serviremos a tus dioses, ni tampoco adoraremos la estatua que has
levantado. Entonces Nabucodonosor se llenó de ira, y se demudó el aspecto de su
rostro contra Sadrac, Mesac y Abed-nego, y ordenó que el horno se calentase
siete veces más de lo acostumbrado. Y mandó a hombres muy vigorosos que tenía
en su ejército, que atasen a Sadrac, Mesac y Abed-nego, para echarlos en el
horno de fuego ardiendo. Entonces estos varones fueron atados con sus mantos,
sus calzas, sus turbantes y sus vestidos, y fueron echados dentro del horno de
fuego ardiendo. Y como la orden del rey era apremiante, y lo habían calentado
mucho, la llama del fuego mató a aquellos que habían alzado a Sadrac, Mesac y
Abed-nego. Y estos tres varones, Sadrac, Mesac y Abed-nego, cayeron atados
dentro del horno de fuego ardiendo.
Entonces el rey Nabucodonosor
se espantó, y se levantó apresuradamente y dijo a los de su consejo: ¿No
echaron a tres varones atados dentro del fuego? Ellos respondieron al rey: Es
verdad, oh rey. Y él dijo: He aquí yo veo cuatro varones sueltos, que se pasean
en medio del fuego sin sufrir ningún daño; y el aspecto del cuarto es semejante
a hijo de los dioses.
Entonces Nabucodonosor se
acercó a la puerta del horno de fuego ardiendo, y dijo: Sadrac, Mesac y
Abed-nego, siervos del Dios Altísimo, salid y venid. Entonces Sadrac, Mesac y
Abed-nego salieron de en medio del fuego. Y se juntaron los sátrapas, los
gobernadores, los capitanes y los consejeros del rey, para mirar a estos
varones, cómo el fuego no había tenido poder alguno sobre sus cuerpos, ni aun
el cabello de sus cabezas se había quemado; sus ropas estaban intactas, y ni
siquiera olor de fuego tenían. Entonces Nabucodonosor dijo: Bendito sea el Dios
de ellos, de Sadrac, Mesac y Abed-nego, que envió su ángel y libró a sus
siervos que confiaron en él, y que no cumplieron el edicto del rey, y
entregaron sus cuerpos antes que servir y adorar a otro dios que su Dios. Por
lo tanto, decreto que todo pueblo, nación o lengua que dijere blasfemia contra
el Dios de Sadrac, Mesac y Abed-nego, sea descuartizado, y su casa convertida
en muladar; por cuanto no hay dios que pueda librar como éste. Entonces el rey
engrandeció a Sadrac, Mesac y Abed-nego en la provincia de Babilonia.
El ángel del Señor estaba con ellos
protegiéndolos.