En nuestras vidas puede haber muchos cambios
extremos físicos y espirituales. Físicos como el del paralitico, el de la mujer
del flujo de sangre, espirituales como la conversión.
Marcos 10: 46 – 42
“Entonces
vinieron a Jericó; y al salir de Jericó él y sus discípulos y una gran
multitud, Bartimeo el ciego, hijo de Timeo, estaba sentado junto al camino
mendigando. Y oyendo que era Jesús nazareno, comenzó a dar voces y a decir:
¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí! Y muchos le reprendían para que
callase, pero él clamaba mucho más: ¡Hijo de David, ten misericordia de mí!
Entonces Jesús, deteniéndose, mandó llamarle; y llamaron al ciego, diciéndole:
Ten confianza; levántate, te llama. El entonces, arrojando su capa, se levantó
y vino a Jesús. Respondiendo Jesús, le dijo: ¿Qué quieres que te haga? Y el
ciego le dijo: Maestro, que recobre la vista. Y Jesús le dijo: Vete, tu fe te
ha salvado. Y en seguida recobró la vista, y seguía a Jesús en el camino”.
El Señor nos recuerda cuantas sanidades hemos
recibido de parte del Señor. Ninguno de los que acá estamos puede decir que
Dios no le ha hecho milagros. Sanidades de enfermedad o económicas.
Miremos algunos cambios materiales: Nabucodonosor
pasó de ser un rey a comer con las bestias, vemos que cambio extremo tuvo él,
de un momento a otro pasó a ser un mendigo. El hijo pródigo pasó de ser un hijo
que todo lo tenía a comer con los cerdos. Saúl pasó de ser un bendecido a ser un
desechado. David de ser un simple pastor de ovejas a ser un rey. Ester de ser
una huérfana a ser reina. Mardoqueo fue el segundo después del rey Azuero. José
pasó de ser el niño consentido de papá a ser gobernador en Egipto, pero para
eso tuvo que pasar por ser esclavo y preso para que Dios pudiera tratar con él.
Miremos cambios espirituales: Pablo de ser
perseguidor de los cristianos a ser un seguidor de Jesucristo.
¿Cuándo viene un cambio
en nuestras vidas espiritualmente hablando?
Hechos 2: 1 – 4
“Cuando
llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. Y de repente vino del cielo un estruendo como
de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban
sentados; y se les aparecieron lenguas
repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos
llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el
Espíritu les daba que hablasen”.
Fueron todos llenos porque estaban unánimes
en una misma oración, en un mismo sentir. Estaban reunidos porque Dios les hizo
una promesa. A nosotros también se nos prometió acá un avivamiento.
Hechos 2: 17 – 18
“Y en los
postreros días, dice Dios, derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, y
vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán; vuestros jóvenes verán visiones,
y vuestros ancianos soñarán sueños; y
de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días derramaré de
mi Espíritu, y profetizarán”.
Y nosotros somos siervos y siervas de Dios.
Está claro.
Hechos 2: 38 – 40
“Pedro
les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de
Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.
Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que
están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare. Y con otras muchas
palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa
generación”.
Hay una demanda: Arrepentíos de todo corazón,
que nuestro corazón esté limpio, que no haya reserva para Dios, que no tengamos
nada que esconder que nuestra mirada sea transparente, que en lugar de estar
hablando mal de una persona que estemos orando por esa persona. No es fácil
amar a alguien que esté a nuestro lado y que siempre está contendiendo, pero
hay que hacerlo.
El Señor dice que nos llenemos del Espíritu
Santo. La única manera de soportar todas las cosas que sobrevienen, es estando
llenos del Espíritu Santo.
Amós 3:8
“Si el
león ruge, ¿quién no temerá? Si habla Jehová el Señor, ¿quién no profetizará?”
Cuando Dios nos llena del Espíritu Santo y
nos pone a hablar a una o a varias personas, en el lugar que sea, dice la escritura:
“¿quién no profetizará?”
Cuando el Espíritu Santo viene con ese poder
a nuestras vidas nosotros no nos podemos quedar callados.
Si retenemos la palabra que el Señor nos
ordena hablar juicio viene sobre nosotros.
Y dice en Juan 3: 9: “¿cómo puede ser esto? ¿Cómo
podemos ser llenos del Espíritu Santo? Aquellos que aún no han recibido al
Espíritu Santo y aun los que ya lo hemos recibido para poder estar metido en
esa presencia, ¿cómo puede ser esto? Vamos a
Salmo 51: 6 – 7
“He
aquí, tú amas la verdad en lo íntimo, y en lo secreto me has hecho comprender
sabiduría. Purifícame con hisopo, y seré limpio; lávame, y seré más blanco que
la nieve”.
Salmo 51: 10
“Crea
en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí”.
Clamando día y noche a Dios que nos lave, que
nos limpie, así como al ciego que muchas trataban de callarlo, pero el clamaba
con más fuerza.
Clamemos día y noche: limpia mi corazón, mira
Señor en que te estoy ofendiendo, porque nosotros muchas veces, no queremos
aceptar muchos errores que hay en nuestras vidas. Esos errores se los podemos
tapar al hombre, pero a Dios no se los podemos tapar, no le podemos esconder
eso que hay dentro de nuestros corazones y a lo que no hemos querido renunciar.
Tenemos que clamar decirle: “Padre ayúdame,
mira muchas veces me deslizo en esto, pero ayúdame a salir de eso”.
Jesucristo mismo
fue bautizado por el Espíritu Santo
Jesucristo fue bautizado, fue ungido con
poder y anduvo sanando a todos los oprimidos por el diablo.
Hecho 10: 37 – 38
“Vosotros
sabéis lo que se divulgó por toda Judea, comenzando desde Galilea, después del
bautismo que predicó Juan: cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a
Jesús de Nazaret, y cómo éste anduvo haciendo bienes y sanando a todos los
oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él”.
Jesucristo nos dio ese ejemplo: que él fue
lleno del Espíritu Santo, Estuvo 40 días en el desierto y después de esa prueba
que vino para él un ministerio grande y poderoso y pudo hacer grandes milagros
y maravillas porque Dios estaba con él, porque soportó esa prueba.
Cuántas pruebas estamos nosotros pasando,
tenemos que pasar sobre ellas en oración. Tenemos que sentir esa convicción
grande de que Dios lo hace todo. Pero que sea verdadera convicción dentro de
nosotros.
Creyendo, usted ni siquiera se imagina cómo
va a llegar esa bendición.
Dios le da de comer a los animales, ¿nos va
dejar a nosotros que somos sus hijos y estamos clamando a él día y noche?
Tenemos que aprender a valorar las cosas,
tenemos que aprender a valorar en lo poco, en abundancia no valoramos nada, en
lo poco valoramos hasta una moneda que nos hace falta para ajustar un pasaje.
Dios quiere que tengamos la convicción en
nuestro corazón de que Él está al tanto de todas nuestras necesidades y todas
son todas.
Dios nos prueba como probó al pueblo De
Israel en el desierto: “tomen lo de hoy”.
Los apóstoles necesitaron
ser llenos del Espíritu Santo
Hechos 2: 1 – 8
“Cuando llegó el
día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. Y de repente vino del cielo
un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa
donde estaban sentados; y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego,
asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo,
y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que
hablasen. Moraban entonces en Jerusalén judíos, varones piadosos, de todas las
naciones bajo el cielo. Y hecho este estruendo, se juntó la multitud; y estaban
confusos, porque cada uno les oía hablar en su propia lengua. Y estaban
atónitos y maravillados, diciendo: Mirad, ¿no son galileos todos estos que
hablan? ¿Cómo, pues, les oímos nosotros hablar cada uno en nuestra lengua en la
que hemos nacido?”
Hechos 2: 12
“Y estaban todos
atónitos y perplejos, diciéndose unos a otros: ¿Qué quiere decir esto? Mas otros, burlándose, decían: Están llenos de
mosto. Entonces Pedro, poniéndose en pie con los once, alzó la voz y les habló
diciendo: Varones judíos, y todos los que habitáis en Jerusalén, esto os sea
notorio, y oíd mis palabras. Porque éstos no están ebrios, como vosotros
suponéis, puesto que es la hora tercera del día. Mas esto es lo dicho por el
profeta Joel:
Y en los postreros
días, dice Dios, derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, y vuestros hijos y
vuestras hijas profetizarán; vuestros jóvenes verán visiones, y vuestros
ancianos soñarán sueños; y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en
aquellos días derramaré de mi Espíritu, y profetizarán”.
Arrebata para ti esta palabra
Hechos 2: 36 -41
“Sepa,
pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros
crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo. Al oír esto, se compungieron
de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué
haremos? Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el
nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del
Espíritu Santo. Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y
para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare. Y
con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de
esta perversa generación. Así que, los
que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres
mil personas”.
Dios quiere que nosotros podamos ser ese
testimonio tan lindo. Se unieron tantas personas después de que eran llenos del
Espíritu Santo y hablaban sin temor y sin miedo: “arrepentíos, arrepentíos”.
Nosotros estamos llamados para que otras personas vengan a través de nuestro
testimonio al Señor.
Tú está s acá porque otro te habló y viste
testimonio en ellos.
Cuando le estás hablando a otra persona, esa
persona siente algo distinto. Dios está esperando que su pueblo le crea.
Los Apóstoles
hacen Maravillas
Hechos 5: 14 – 16
“Y los que creían
en el Señor aumentaban más, gran número así de hombres como de mujeres; tanto que sacaban los enfermos a las calles, y
los ponían en camas y lechos, para que al pasar Pedro, a lo menos su sombra
cayese sobre alguno de ellos. Y aun de las ciudades vecinas muchos venían a
Jerusalén, trayendo enfermos y atormentados de espíritus inmundos; y todos eran
sanados”.
Mucha multitud viene por el testimonio. La
responsabilidad es de todos los que venimos cada ocho días a escuchar una
palabra.
Y Nosotros
Hechos 13: 1 – 2
“Había
entonces en la iglesia que estaba en Antioquía, profetas y maestros: Bernabé,
Simón el que se llamaba Niger, Lucio de Cirene, Manaén el que se había criado
junto con Herodes el tetrarca, y Saulo. Ministrando éstos al Señor, y ayunando,
dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he
llamado. Entonces, habiendo ayunado y orado, les impusieron las manos y los
despidieron. Ellos, entonces, enviados por el Espíritu Santo, descendieron a
Seleucia, y de allí navegaron a Chipre. Y llegados a Salamina, anunciaban la
palabra de Dios en las sinagogas de los judíos. Tenían también a Juan de
ayudante. Y habiendo atravesado toda la isla hasta Pafos, hallaron a cierto
mago, falso profeta, judío, llamado Barjesús, que estaba con el procónsul
Sergio Paulo, varón prudente. Este, llamando a Bernabé y a Saulo, deseaba oír
la palabra de Dios. Pero les resistía Elimas, el mago (pues así se traduce su
nombre), procurando apartar de la fe al procónsul. Entonces Saulo, que también
es Pablo, lleno del Espíritu Santo, fijando en él los ojos, dijo: ¡Oh, lleno de
todo engaño y de toda maldad, hijo del diablo, enemigo de toda justicia! ¿No
cesarás de trastornar los caminos rectos del Señor? Ahora, pues, he aquí la mano del Señor está
contra ti, y serás ciego, y no verás el sol por algún tiempo. E inmediatamente
cayeron sobre él oscuridad y tinieblas; y andando alrededor, buscaba quien le
condujese de la mano. Entonces el procónsul, viendo lo que había sucedido,
creyó, maravillado de la doctrina del Señor”.
Los que ya hemos sido sellados y los que
están en proceso de recibir ese sello maravilloso del Espíritu Santo, ¿Qué estamos
esperando?
Hechos 3: 1 – 8
“Pedro
y Juan subían juntos al templo a la hora novena, la de la oración. Y era traído
un hombre cojo de nacimiento, a quien ponían cada día a la puerta del templo
que se llama la Hermosa, para que pidiese limosna de los que entraban en el
templo. Este, cuando vio a Pedro y a Juan que iban a entrar en el templo, les
rogaba que le diesen limosna. Pedro, con Juan, fijando en él los ojos, le dijo:
Míranos. Entonces él les estuvo atento, esperando recibir de ellos algo. Mas
Pedro dijo: No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de
Jesucristo de Nazaret, levántate y anda. Y tomándole por la mano derecha le
levantó; y al momento se le afirmaron los pies y tobillos; y saltando, se puso
en pie y anduvo; y entró con ellos en el templo, andando, y saltando, y
alabando a Dios”.
Mire que bonito, llenos del Espíritu Santo. Solo
llenos del Espíritu Santo nosotros vamos a poder impactar allá afuera. Dios nos
está demandando hoy un cambio extremo en nuestras vidas.
El mundo entero está esperando la
manifestación gloriosa de los hijos de Dios. Eso no se ha visto por nuestra
falta de fe, por nuestra falta de compromiso. No es solo orar sino que tiene
que estar limpio nuestro corazón.
Si no hay arrepentimiento sincero en nuestros
corazones no hay nada. Sanemos nuestro corazón de cualquier cosa nos peguemos
de resentimientos y de pequeñeces con los demás.
Hechos 7: 51 – 57
“¡Duros
de cerviz, e incircuncisos de corazón y de oídos! Vosotros resistís siempre al
Espíritu Santo; como vuestros padres, así también vosotros. ¿A cuál de los
profetas no persiguieron vuestros padres? Y mataron a los que anunciaron de
antemano la venida del Justo, de quien vosotros ahora habéis sido entregadores
y matadores; vosotros que recibisteis la ley por disposición de ángeles, y no
la guardasteis. Oyendo estas cosas, se enfurecían en sus corazones, y crujían
los dientes contra él. Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, puestos los ojos
en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús que estaba a la diestra de Dios,
y dijo: He aquí, veo los cielos abiertos, y al Hijo del Hombre que está a la diestra
de Dios. Entonces ellos, dando grandes voces, se taparon los oídos, y
arremetieron a una contra él”.
Dios dice hoy que tenemos que llenarnos del
Espíritu Santo porque afuera hay muchos enfermos espirituales. Cuántos que no
quieren seguir viviendo, cuántos que no quieren ni levantarse de la cama, y
nosotros con esta maravilla de palabra que Dios nos ha dado, guardándola para
nosotros, ese tesoro es para llevarlo a las personas que están sufriendo y que
como nosotros necesitan de Cristo.
Esto acá no es para ocupar los puestos. El
mundo afuera espera esa manifestación gloriosa, para exhortar con la manifestación
del Espíritu Santo, así no les guste a muchos, así aprieten los dientes, porque
así como a muchos va a dar sanidad de una, a otros será para condenación.
Muchos se tapaban los oídos, pero cuántos más
se arrepintieron y fueron llenos del Espíritu Santo.
Nosotros no somos los mismos que éramos
antes. Que seamos nosotros amando a nuestro prójimo porque Dios nos sacó a
nosotros de lugares oscuros, estábamos en el lodo y Dios nos sacó. A los que
están allá Dios los puede sacar por medio de nosotros, oremos por ellos en
lugar de criticarlos.
Nosotros somos fruto de oración de otros y hay
otros que serán fruto de nuestra oración.
Limpiemos nuestros corazones. Que tenemos algo
contra alguien: limpiémoslo, ¿nos vamos a quedar ahí todo el tiempo?
Amemos esos hijos rebeldes, amemos ese esposo
rebelde, amemos ese vecino rebelde. Que nos están vituperando, que importa
estamos bañados con aceite, todo nos resbala.
Aquí estamos Señor como el día de Pentecostés,
en un solo clamor por la llenura del Espíritu Santo.