domingo, 27 de diciembre de 2015

En el desierto te conocí



Sabemos que en el desierto no hay nada, en el desierto hay sequedad, hay soledad, animales y gente muere allí por falta de agua, los árboles se secan, todo allí es seco, No hay nada en ese lugar. Dios dice que en el desierto nos ha conocido. 

Oseas 13: 4- 5

Mas yo soy Jehová tu Dios desde la tierra de Egipto; no conocerás, pues, otro dios fuera de mí, ni otro salvador sino a mí. Yo te conocí en el desierto, en tierra seca”. 

Muchas veces decimos que amamos a alguien, pero cuando llegan esos momentos de calamidad, ahí se nota si verdaderamente amamos a esa persona. ¿Cuántos matrimonios se separan cuando llegan los problemas financieros o una enfermedad? No había amor porque el amor todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
Ahí nos damos cuenta si realmente amamos a esa persona, nos damos cuenta si el pacto que hicimos fue frente a Dios y vamos a caminar en fidelidad.

Dios le pregunta a su pueblo en Isaías: “he sido yo un desierto para ustedes”. ¿Ha sido, Dios, como nada para nosotros? Dios no es desierto, por el contrario Dios suple en medio del desierto. En medio de la dificultad, Dios es la fuente de agua viva. 

Dios dijo a Faraón: deja ir a mi pueblo para que me haga fiesta en el desierto.

Éxodo 5: 1-3

Después Moisés y Aarón entraron a la presencia de Faraón y le dijeron: Jehová el Dios de Israel dice así: Deja ir a mi pueblo a celebrarme fiesta en el desierto. Y Faraón respondió: ¿Quién es Jehová, para que yo oiga su voz y deje ir a Israel? Yo no conozco a Jehová, ni tampoco dejaré ir a Israel”.

Quién puede hacer fiesta en un desierto. La palabra de Dios dice que el Reino de Dios no consiste en comida ni bebida, sino en justicia, paz, gozo en el Espíritu Santo.

El salmo 23 lo dice también: “Aderezas mesa delante de mí en medio de mis angustiadores, mi copa reboza”
Dios nos está aderezando mesa en medio de la angustia por medio de su palabra, ahí está Dios dándonos ánimo.

Aderezar es adornar, preparar, condimentar. El aderezo es lo que se echa a la comida para darle sabor.
El aderezo es un gusto que el Espíritu Santo le da a su palabra. Si nosotros oímos esta palabra y no la recibimos en nuestro corazón simplemente es palabra muerta.

Cuando esa palabra entra en tu corazón y cobra vida en ti y halla cabida en tu corazón te das cuenta de que Dios está al tanto.

Era el pueblo de Dios, le dijo deja ir a mi pueblo. Faraón se estaba enseñoreando del pueblo. Dios  hizo la naturaleza para que el hombre se enseñoreara de ella. Pero es la naturaleza la que se enseñorea del hombre y el hombre del mismo hombre, dañando la bendición que Dios nos ha dado. 

Cada vez que nos reunimos no venimos a un velorio, venimos a una fiesta, no venimos a un Dios derrotado, venimos a un Dios que hace maravillas. Debemos tener esa actitud en medio de nuestros quebrantos venimos a adorar a Dios. Yo le alabo en medio de mi quebranto, en medio de la enfermedad, en medio de la escasez.

Tenemos que cantar sabiendo al Dios que estamos adorando que si hizo un milagro ayer lo hará hoy y siempre.

Las lágrimas que hemos derramado en oración son sinceras delante de Dios. En la calamidad es donde se ve si lo que estamos predicando es de corazón o solamente es de labios para afuera. Porque cuando estamos en angustia, Dios nos recuerda la palabra, tú dijiste, tú predicaste tal cosa. Dios nos ayuda a estar firmes si se lo pedimos. 

Vamos a leer por qué Dios nos lleva al desierto en

Oseas: 2: 14

Pero he aquí que yo la atraeré y la llevaré al desierto, y hablaré a su corazón”.

En los momentos de desierto y en los momentos de angustia es cuando Dios más habla a nuestro corazón. Cuando estamos ahí dependemos de él más, aprendemos a confiar, que todo depende de Él, que solo de Él depende mi restauración, mi sanidad. 

A Dios le interesa de nosotros nuestro corazón. 

Deuteronomio 8: 1 – 20

Abre tu corazón y a través de cada palabra, el Espíritu Santo te va a revelar las cosas.

Deuteronomio 8: 1-2

Cuidaréis de poner por obra todo mandamiento que yo os ordeno hoy, para que viváis, y seáis multiplicados, y entréis y poseáis la tierra que Jehová prometió con juramento a vuestros padres.  Y te acordarás de todo el camino por donde te ha traído Jehová tu Dios estos cuarenta años en el desierto, para afligirte, para probarte, para saber lo que había en tu corazón, si habías de guardar o no sus mandamientos”. 

Mira que dice 40 años en el desierto. Cuando moisés llegó donde Faraón le dijo que para que le hiciera fiesta en el desierto y le dijo que irían camino de 3 días. 

Yo conozco personas en Cristo que desde que las conozco están en el desierto. Esa no es la voluntad de Dios. Dios ha prometido sustentarnos, levantarnos.

El pueblo divagó porque murmuraban porque se quejaban. Entre más nos quejemos, menos cambiará nuestra situación, pero si en medio del desierto lo alabamos y nos regocijamos en Él, si nos acordamos de sus maravillas, nuestra situación seguro cambia. 

Cuando robaron al pueblo y el pueblo quería apedrear a David, éste se acordó de que Dios había derrotado gigantes, había cerrado la boca de osos.

Yo le puedo decir: entro al lugar santísimo, tú eres mi roca, tu eres mi castillo, Él prepara fiesta en el desierto.
En la palabra de Dios nos dice mis pequeños yo llevo sus cargas. Viene una promesa de Dios.

Quien puede hacer brotar agua en el desierto: solo Dios, dice la palabra que el convierte en sequedad los ríos y en agua la sequedad. 

Lo vil y menospreciado escoge Dios para avergonzar aquellos que se dicen ser. 

Como siervos de Dios y viene una prueba, Dios ve si hay fidelidad en nuestro corazón. Si hay prueba tenemos que seguir adelante poniendo la mirada en Dios, no en el problema.

Deuteronomio 8: 3

Y te afligió, y te hizo tener hambre, y te sustentó con maná, comida que no conocías tú, ni tus padres la habían conocido, para hacerte saber que no sólo de pan vivirá el hombre, mas de todo lo que sale de la boca de Jehová vivirá el hombre”. 

Vea lo bonito de esta revelación: te hizo tener hambre y te sustentó. Esto fue lo que pasó en el desierto con Jesucristo y Cristo le cito este pasaje al Satanás.

Cristo estaba fortalecido.

Dios nos dio el Espíritu Santo para que no digamos: es que me dejé llevar de la tentación.

Podemos tener muchas cosas, pero si no está su presencia en nuestras vidas no hay nada. 

Hay que cuidar la unción porque cuando la dejamos perder, solo la misericordia de Dios nos puede volver a levantar. 

En Habacuc dice que aunque las vides no florezcan, aunque la higuera no de fruto, con todo eso me alegraré en Jehová. ¿Sera que en la carestía si nos alegramos en Jehová?

Que todo falte menos su presencia. A veces buscamos la bendición de Dios, pero no buscamos el Dios que hace maravillas.

Deuteronomio 8: 4

Tu vestido nunca se envejeció sobre ti, ni el pie se te ha hinchado en estos cuarenta años”.
 
Tenían fuerzas para seguir caminando.

En II corintios 8 dice que había una iglesia que estaba pasando tribulación y angustia, pero que abundaba en gozo. Se puede tener gozo en gran tribulación y angustia solo cuando estamos llenos del Espíritu Santo, cuando estamos pensando en lo espiritual, en lo que Dios nos ha mandado hacer, cuando estamos pensando en sus promesas, confiados ahí.

Cuando la presencia de Dios llena el templo, cuando estamos realmente en la presencia de Dios uno no quiere salir de ese lugar. La presencia de Dios debe ser de continuo en nuestras vidas. 

Deuteronomio 8: 5-7

“Reconoce asimismo en tu corazón, que como castiga el hombre a su hijo, así Jehová tu Dios te castiga. Guardarás, pues, los mandamientos de Jehová tu Dios, andando en sus caminos, y temiéndole.  Porque Jehová tu Dios te introduce en la buena tierra, tierra de arroyos, de aguas, de fuentes y de manantiales, que brotan en vegas y montes;”

Acuérdate del camino que recorriste para valorar la bendición de Dios.

Deuteronomio 8: 8 -9

“…tierra de trigo y cebada, de vides, higueras y granados; tierra de olivos, de aceite y de miel; tierra en la cual no comerás el pan con escasez, ni te faltará nada en ella; tierra cuyas piedras son hierro, y de cuyos montes sacarás cobre”. 

No comerás el pan con escasez ni te faltará nada. 

En el desierto no le faltó nada al pueblo de Israel, Dios les envió su provisión allí.

A veces somos desagradecidos y como no es lo que nosotros queremos no valoramos lo que Dios nos da.
Dios sabe que es lo que nuestra alma necesita y qué es lo mejor para nosotros.

Deuteronomio 8: 10- 

“Y comerás y te saciarás, y bendecirás a Jehová tu Dios por la buena tierra que te habrá dado.  Cuídate de no olvidarte de Jehová tu Dios, para cumplir sus mandamientos, sus decretos y sus estatutos que yo te ordeno hoy;  no suceda que comas y te sacies, y edifiques buenas casas en que habites,  y tus vacas y tus ovejas se aumenten, y la plata y el oro se te multipliquen, y todo lo que tuvieres se aumente;  y se enorgullezca tu corazón, y te olvides de Jehová tu Dios, que te sacó de tierra de Egipto, de casa de servidumbre;…” 

Dios está cuidando nuestro corazón. Sobre toda cosa guardada guarda tu corazón dice en proverbios.

Deuteronomio 8: 15

“… que te hizo caminar por un desierto grande y espantoso, lleno de serpientes ardientes, y de escorpiones, y de sed, donde no había agua, y él te sacó agua de la roca del pedernal;  que te sustentó con maná en el desierto, comida que tus padres no habían conocido, afligiéndote y probándote, para a la postre hacerte bien; “

Que no se te olvide esto.

En romanos 8: dice que para los que aman a Dios todas las cosas ayudan a bien.

En estos lugares desierto Dios ama nuestro corazón y nos enseña nos guía en lo que debemos hacer. Dice Deuteronomio 32: 10 que Él guardó el pueblo de Israel como a la niña de sus ojos. Él peleo contra sus enemigos. El avergüenza a los enemigos.

El salmo 121 dice que tu guardador no duerme ni se fatiga.

En este momento no sé qué desierto estás pasando en tu vida, pero Dios nos está guardando 

Isaías 43: 15 – 21

Yo Jehová, Santo vuestro, Creador de Israel, vuestro Rey.  Así dice Jehová, el que abre camino en el mar, y senda en las aguas impetuosas; el que saca carro y caballo, ejército y fuerza; caen juntamente para no levantarse; fenecen, como pábilo quedan apagados. No os acordéis de las cosas pasadas, ni traigáis a memoria las cosas antiguas. He aquí que yo hago cosa nueva; pronto saldrá a luz; ¿no la conoceréis? Otra vez abriré camino en el desierto, y ríos en la soledad. Las fieras del campo me honrarán, los chacales y los pollos del avestruz; porque daré aguas en el desierto, ríos en la soledad, para que beba mi pueblo, mi escogido. Este pueblo he creado para mí; mis alabanzas publicará”.

No traigas a memoria lo pasado. Dios dice yo hago cosas nuevas, yo abro caminos en medio del desierto. El Señor está diciendo: “lo que hice ayer con el pueblo de Israel lo hago hoy en tu vida” no importa el desierto por el que estés pasando.

Dice otra vez, o sea que no solamente pasó una vez. Muchas veces ha pasado en nuestras vidas que hemos visto como sea abre el mar cuando faraón está detrás y el mar adelante y no vemos salida para ningún lado.

Salmos 71: 6

En ti he sido sustentado desde el vientre; de las entrañas de mi madre tú fuiste el que me sacó; de ti será siempre mi alabanza”.

El cordón umbilical sustenta al bebé y eso lo hizo Dios y Dios sustenta a la madre. Dios piensa en cada detalle.

Si nos sustentó desde siempre ¿no nos va sustentar ahora?

Dice cómo no alabarte, Señor. 

Dios permitió que estuviéramos hoy aquí escuchando su palabra con un propósito eterno. 

Se dan cuenta como cuando se lee la palabra la fe se activa.

Salmos 23: 4 – 5

“Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; u vara y tu cayado me infundirán aliento. Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores; unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando. Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, y en la casa de Jehová moraré por largos días”.

Nos infunde aliento su palabra.

No nos debemos dejar afligir por lo que pasa porque si estamos en la presencia del Señor las cosas del mundo no nos deben dejar afligir. 

Isaías 44: 2 – 3

“Así dice Jehová, Hacedor tuyo, y el que te formó desde el vientre, el cual te ayudará: No temas, siervo mío Jacob, y tú, Jesurún, a quien yo escogí.  Porque yo derramaré aguas sobre el sequedal, y ríos sobre la tierra árida; mi Espíritu derramaré sobre tu generación, y mi bendición sobre tus renuevos;”

Abrógate esta promesa que Dios nos da hoy. Pues no solamente serás bendecido tu sino toda tu casa.

viernes, 25 de diciembre de 2015

La promesa



Muchas promesas nos ha dado el Señor las más importantes  la salvación y la vida eterna. ¿Cuántas promesas te ha dado Dios a través de su palabra? En todo momento Dios nos da promesas pero también nos da demandas

1 Pedro 1: 3

Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos, para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros,”
Hemos nacido de nuevo para alcanzar esa gracia, esa gran misericordia que Dios nos ha dado a cada uno de nosotros. ¿Tú puedes creer que has nacido de nuevo? ¿Podemos creer que hemos nacido de nuevo, que somos hijos de Dios? ¿Que somos herederos y coherederos de una salvación tan grande?

Cuando un padre muere deja su herencia en los hijos y nadie puede reclamar eso, solamente sus hijos.

Solo nosotros los hijos de Dios podemos heredar esas cosas divinas, esas cosas que Dios nos ha dado a nosotros, cosas grandes y maravillosas.

Si estamos en lo secreto con Dios. Dice Dios: “si estuvieres en lo secreto conmigo, yo te revelaré cosas grandes y maravillosas que tú no conoces”. 

Éxodo 3: 7 – 9

Dijo luego Jehová: Bien he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su clamor a causa de sus exactores; pues he conocido sus angustias, y he descendido para librarlos de mano de los egipcios, y sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y ancha, a tierra que fluye leche y miel, a los lugares del cananeo, del heteo, del amorreo, del ferezeo, del heveo y del jebuseo. El clamor, pues, de los hijos de Israel ha venido delante de mí, y también he visto la opresión con que los egipcios los oprimen”. 

El Espíritu Santo ha dicho en este lugar: “he descendido para tomar sus aflicciones, para tomar sus cargas”. ¿Cuánto hace que el Espíritu Santo viene diciendo esto?, pero somos nosotros los que no hemos querido entregar esto.

Dios si oye, Dios no es un Dios sordo. Dios es amor, misericordia, paz, gozo, benignidad.

Nos quejamos mucho y no decimos un gloria a Dios en medio de los problemas y de la angustia. Dice la escritura: “el que esté triste ore, el que esté alegre cante alabanzas”.

Dios no nos desampara.

Dios dijo: “he visto la aflicción de mi pueblo”, dijo mi pueblo.

Dios si conoce nuestras angustias.

Dios desciende para darnos una gran bendición, para ayudarnos, para batallar por nosotros. Y salimos felices, pero después vemos ese gigante y nos olvidamos de lo que Dios dijo y de que él es más grande y poderoso que cualquier gigante, que cualquier problema.

Cuál es el problema que no te deja crecer. 

Éxodo 14: 10 – 

Y cuando Faraón se hubo acercado, los hijos de Israel alzaron sus ojos, y he aquí que los egipcios venían tras ellos; por lo que los hijos de Israel temieron en gran manera, y clamaron a Jehová. Y dijeron a Moisés: ¿No había sepulcros en Egipto, que nos has sacado para que muramos en el desierto? ¿Por qué has hecho así con nosotros, que nos has sacado de Egipto? ¿No es esto lo que te hablamos en Egipto, diciendo: Déjanos servir a los egipcios? Porque mejor nos fuera servir a los egipcios, que morir nosotros en el desierto. Y Moisés dijo al pueblo: No temáis; estad firmes, y ved la salvación que Jehová hará hoy con vosotros; porque los egipcios que hoy habéis visto, nunca más para siempre los veréis. Jehová peleará por vosotros, y vosotros estaréis tranquilos”. 

Cuántas veces vemos ese “faraón” que se acerca y decimos palabras necias: “no quiero seguir, estoy cansado, cuando estaba en el mundo le encontraba la solución a los problemas”. Aparentemente. Pues se tapaba un hueco con otro. 

Cuál ese faraón tan grande que quieres tirar la toalla, que quieres volver atrás.

¿Puedes creer que Dios te dice: no temáis estad firmes? Estad firmes sobre la roca ahí plantados sin movernos. Echemos raíces sobre esa roca que es Jesucristo, estemos ahí firmes, parados.

Porque los egipcios, porque esa dificultad que hoy habéis visto, nunca más para siempre, es para siempre que Dios la arranca. Nunca más la veréis, pero hay que creerle, hay que aferrarnos a esa promesa. 

Jehová peleará por vosotros y vosotros estaréis tranquilos. Estaremos tranquilos ante la dificultad. Declara la palabra.

Es tiempo de avivarse, es tiempo de creerle a Dios. Este es un pueblo de avivamiento, para que se hagan cosas grandes y poderosas.

Qué es lo que te dice ese goliat que le has creído más a ese goliat que a las palabras que Dios te ha dicho.

I Samuel 17: 1 - 10

Los filisteos juntaron sus ejércitos para la guerra, y se congregaron en Soco, que es de Judá, y acamparon entre Soco y Azeca, en Efes-damim. También Saúl y los hombres de Israel se juntaron, y acamparon en el valle de Ela, y se pusieron en orden de batalla contra los filisteos. Y los filisteos estaban sobre un monte a un lado, e Israel estaba sobre otro monte al otro lado, y el valle entre ellos. Salió entonces del campamento de los filisteos un paladín, el cual se llamaba Goliat, de Gat, y tenía de altura seis codos y un palmo. Y traía un casco de bronce en su cabeza, y llevaba una cota de malla; y era el peso de la cota cinco mil siclos de bronce. Sobre sus piernas traía grebas de bronce, y jabalina de bronce entre sus hombros. El asta de su lanza era como un rodillo de telar, y tenía el hierro de su lanza seiscientos siclos de hierro; e iba su escudero delante de él. Y se paró y dio voces a los escuadrones de Israel, diciéndoles: ¿Para qué os habéis puesto en orden de batalla? ¿No soy yo el filisteo, y vosotros los siervos de Saúl? Escoged de entre vosotros un hombre que venga contra mí. Si él pudiere pelear conmigo, y me venciere, nosotros seremos vuestros siervos; y si yo pudiere más que él, y lo venciere, vosotros seréis nuestros siervos y nos serviréis. Y añadió el filisteo: Hoy yo he desafiado al campamento de Israel; dadme un hombre que pelee conmigo. Oyendo Saúl y todo Israel estas palabras del filisteo, se turbaron y tuvieron gran miedo”. 

 Los dos ejércitos estaban separados por un monte. Todos estaban en orden de batalla. Nosotros somos valerosos. 

Es gigante salió a desafiar al ejercito del Dios viviente y con su palabrería desarmó al ejercito de Dios, los desarmó con su palabra. Tuvieron miedo. El miedo nos acobarda, no nos deja hacer nada. 

Nuestra armadura es celestial, no tenemos lucha contra sangre ni carne, sino contra potestades, huestes espirituales de maldad. 

Este hombre desarmó el ejército de Saúl con su palabrería.

El gigante metió miedo porque sabía que Dios le daba las victorias al pueblo de Israel y seguramente les iba a dar esta vez, entonces empieza por desanimar, eso hace el enemigo. 

Saúl tuvo miedo no se apropió de lo que era, era un rey, un sacerdote. Eso somos nosotros reyes y sacerdotes, no tenemos por qué tener miedo, ¿vamos a dejar que ese gigante nos atemorice con su palabrería?

Si las personas que están en este lugar no están confiadas, no están bien paradas, todo el pueblo se va abajo. Un líder tiene que estar firme y creyendo porque los ojos del pueblo queramos o no queramos está sobre nosotros. 

Que no digan mira el que hablaba, mira como se derrumbó.

Un líder tiene que darle al pueblo aliento, seguridad, confianza.

I Samuel 17: 16

“Venía, pues, aquel filisteo por la mañana y por la tarde, y así lo hizo durante cuarenta días”. 

Cuánto tiempo lleva ese gigante diciéndote cosas al oído. El enemigo no se cansa, nosotros somos los que nos cansamos. La tentación siempre va a venir debemos estar alertas.

I Samuel 17: 21

Y se pusieron en orden de batalla Israel y los filisteos, ejército frente a ejército. Entonces David dejó su carga en mano del que guardaba el bagaje, y corrió al ejército; y cuando llegó, preguntó por sus hermanos, si estaban bien. Mientras él hablaba con ellos, he aquí que aquel paladín que se ponía en medio de los dos campamentos, que se llamaba Goliat, el filisteo de Gat, salió de entre las filas de los filisteos y habló las mismas palabras, y las oyó DavidY todos los varones de Israel que veían aquel hombre huían de su presencia, y tenían gran temorY cada uno de los de Israel decía: ¿No habéis visto aquel hombre que ha salido? El se adelanta para provocar a Israel. Al que le venciere, el rey le enriquecerá con grandes riquezas, y le dará su hija, y eximirá de tributos a la casa de su padre en Israel. Entonces habló David a los que estaban junto a él, diciendo: ¿Qué harán al hombre que venciere a este filisteo, y quitare el oprobio de Israel? Porque ¿quién es este filisteo incircunciso, para que provoque a los escuadrones del Dios viviente? Y el pueblo le respondió las mismas palabras, diciendo: Así se hará al hombre que le venciere”.

Para venir a pelear tienes que dejar tu carga. Nosotros tenemos que entregar la carga para poder pelear. Debemos dejar la carga en Dios. 

Llevemos la carga de Dios que es ligera y él se encarga de lo nuestro.

David fue diligente. Fue diligente a escuchar lo que estaba diciendo el gigante. 

Si escuchas que tu hogar tal cosa y te van venir hacer esto o aquello y te haces el sordo, no vienes a la línea de batalla para pelear por él.

Desde cuando el enemigo tiene que llevar la ventaja si nosotros somos los que tenemos un paso adelante. 

Dios dice que nos ha puesto por cabeza y no por cola.

Él se adelanta para provocar a Israel.

Cuando yo vengo a la guerra espiritual obtengo recompensa: “¿qué le darán al hombre que venciere a este filisteo?” Obtendremos bendición, David escuchó la bendición. “Al que venciere le darán recompensa”.

Cuando estamos firmes creyéndole a Dios hay recompensa.

El filisteo vino con la palabra a atemorizar y David le dijo: “¿quién es este filisteo incircunciso para que provoque a los escuadrones del Dios viviente?”

Somos hombres de guerra, guerreros, hombres de batalla. El pueblo de Dios es un pueblo de guerra, de batalla. 

No podemos seguirle creyendo ni a ese faraón ni a ese goliat. Tenemos que seguir parándonos como el ejército de Dios que somos. 

Nos dice en su palabra que el verdadero amor echa fuera el temor y dice que Él nos da las fuerzas como las del búfalo, todo lo podemos en Cristo que nos fortalece. Tenemos que declararle al enemigo que esta vencido, él lo sabe. 

Cuando el enemigo vino a tentar a Jesucristo, Jesucristo no se quedó callado le declaró la palabra. 

Muchas veces no alcanzamos las promesas por nuestro pecado.

Josué 7: 11 – 13

Israel ha pecado, y aun han quebrantado mi pacto que yo les mandé; y también han tomado del anatema, y hasta han hurtado, han mentido, y aun lo han guardado entre sus enseres. Por esto los hijos de Israel no podrán hacer frente a sus enemigos, sino que delante de sus enemigos volverán la espalda, por cuanto han venido a ser anatema; ni estaré más con vosotros, si no destruyereis el anatema de en medio de vosotros.  Levántate, santifica al pueblo, y di: Santificaos para mañana; porque Jehová el Dios de Israel dice así: Anatema hay en medio de ti, Israel; no podrás hacer frente a tus enemigos, hasta que hayáis quitado el anatema de en medio de vosotros”. 

Anatema hay. No podemos ver las bendiciones porque hay pecado hay soberbia en nuestros corazones, hay resentimiento, los hermanos contra los hermanos. Saquemos ese pecado de nuestro corazón. Tenemos que ser personas humildes, perdonar y pedir perdón. 

Si la otra persona que nos ofendió o que ofendimos no da el brazo a torcer, dalo tú.

Saúl fue desechado por su soberbia, por esa obstinación, por esa dureza de corazón. Nos mata la maldita soberbia. 

Dios tiene algo grande para este lugar y no podemos dejar que ese viejo hombre salga. 

Hay bendición cuando sacamos esas pequeñas zorrillas.

Cuando sacamos esa zorrillas dice

Josué 1: 5 

Nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida; como estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré, ni te desampararé. Esfuérzate y sé valiente; porque tú repartirás a este pueblo por heredad la tierra de la cual juré a sus padres que la daría a ellos. Solamente esfuérzate y sé muy valiente, para cuidar de hacer conforme a toda la ley que mi siervo Moisés te mandó; no te apartes de ella ni a diestra ni a siniestra, para que seas prosperado en todas las cosas que emprendas. Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien. Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas”.

Hay victoria, hay recompensa para aquellos que andan en santidad. Y en obediencia, para aquellos que han atesorado esta palabra. 

Éxodo 34: 10

Y él contestó: He aquí, yo hago pacto delante de todo tu pueblo; haré maravillas que no han sido hechas en toda la tierra, ni en nación alguna, y verá todo el pueblo en medio del cual estás tú, la obra de Jehová; porque será cosa tremenda la que yo haré contigo”.

¿Puedes creer esto?

Para todos es esta promesa, apropiémonos de esa promesa.

Éxodo 14: 19

“Y el ángel de Dios que iba delante del campamento de Israel, se apartó e iba en pos de ellos; y asimismo la columna de nube que iba delante de ellos se apartó y se puso a sus espaldas,”

Dios adelante y atrás de su pueblo, guardándolo