Sabemos que en el desierto no hay nada, en el
desierto hay sequedad, hay soledad, animales y gente muere allí por falta de
agua, los árboles se secan, todo allí es seco, No hay nada en ese lugar. Dios
dice que en el desierto nos ha conocido.
Oseas 13: 4- 5
“Mas yo soy Jehová tu Dios desde la tierra de Egipto; no conocerás,
pues, otro dios fuera de mí, ni otro salvador sino a mí. Yo te conocí en el desierto, en tierra seca”.
Muchas veces decimos que amamos a alguien,
pero cuando llegan esos momentos de calamidad, ahí se nota si verdaderamente
amamos a esa persona. ¿Cuántos matrimonios se separan cuando llegan los
problemas financieros o una enfermedad? No había amor porque el amor todo lo
cree, todo lo espera, todo lo soporta.
Ahí nos damos cuenta si realmente amamos a
esa persona, nos damos cuenta si el pacto que hicimos fue frente a Dios y vamos
a caminar en fidelidad.
Dios le pregunta a su pueblo en Isaías: “he
sido yo un desierto para ustedes”. ¿Ha sido, Dios, como nada para nosotros?
Dios no es desierto, por el contrario Dios suple en medio del desierto. En
medio de la dificultad, Dios es la fuente de agua viva.
Dios dijo a Faraón: deja ir a mi pueblo para
que me haga fiesta en el desierto.
Éxodo 5: 1-3
“Después
Moisés y Aarón entraron a la presencia de Faraón y le dijeron: Jehová el Dios
de Israel dice así: Deja ir a mi pueblo a celebrarme fiesta en el desierto. Y
Faraón respondió: ¿Quién es Jehová, para que yo oiga su voz y deje ir a Israel?
Yo no conozco a Jehová, ni tampoco dejaré ir a Israel”.
Quién puede hacer fiesta en un desierto. La
palabra de Dios dice que el Reino de Dios no consiste en comida ni bebida, sino
en justicia, paz, gozo en el Espíritu Santo.
El salmo 23 lo dice también: “Aderezas mesa
delante de mí en medio de mis angustiadores, mi copa reboza”
Dios nos está aderezando mesa en medio de la
angustia por medio de su palabra, ahí está Dios dándonos ánimo.
Aderezar es adornar, preparar, condimentar.
El aderezo es lo que se echa a la comida para darle sabor.
El aderezo es un gusto que el Espíritu Santo
le da a su palabra. Si nosotros oímos esta palabra y no la recibimos en nuestro
corazón simplemente es palabra muerta.
Cuando esa palabra entra en tu corazón y
cobra vida en ti y halla cabida en tu corazón te das cuenta de que Dios está al
tanto.
Era el pueblo de Dios, le dijo deja ir a mi
pueblo. Faraón se estaba enseñoreando del pueblo. Dios hizo la naturaleza para que el hombre se
enseñoreara de ella. Pero es la naturaleza la que se enseñorea del hombre y el
hombre del mismo hombre, dañando la bendición que Dios nos ha dado.
Cada vez que nos reunimos no venimos a un
velorio, venimos a una fiesta, no venimos a un Dios derrotado, venimos a un
Dios que hace maravillas. Debemos tener esa actitud en medio de nuestros
quebrantos venimos a adorar a Dios. Yo le alabo en medio de mi quebranto, en
medio de la enfermedad, en medio de la escasez.
Tenemos que cantar sabiendo al Dios que
estamos adorando que si hizo un milagro ayer lo hará hoy y siempre.
Las lágrimas que hemos derramado en oración
son sinceras delante de Dios. En la calamidad es donde se ve si lo que estamos
predicando es de corazón o solamente es de labios para afuera. Porque cuando
estamos en angustia, Dios nos recuerda la palabra, tú dijiste, tú predicaste
tal cosa. Dios nos ayuda a estar firmes si se lo pedimos.
Vamos a leer por qué Dios nos lleva al
desierto en
Oseas: 2: 14
“Pero
he aquí que yo la atraeré y la llevaré al desierto, y hablaré a su corazón”.
En los momentos de desierto y en los momentos
de angustia es cuando Dios más habla a nuestro corazón. Cuando estamos ahí
dependemos de él más, aprendemos a confiar, que todo depende de Él, que solo de
Él depende mi restauración, mi sanidad.
A Dios le interesa de nosotros nuestro
corazón.
Deuteronomio 8: 1 – 20
Abre tu corazón y a través de cada palabra,
el Espíritu Santo te va a revelar las cosas.
Deuteronomio 8: 1-2
“Cuidaréis
de poner por obra todo mandamiento que yo os ordeno hoy, para que viváis, y
seáis multiplicados, y entréis y poseáis la tierra que Jehová prometió con
juramento a vuestros padres. Y te
acordarás de todo el camino por donde te ha traído Jehová tu Dios estos
cuarenta años en el desierto, para afligirte, para probarte, para saber lo que
había en tu corazón, si habías de guardar o no sus mandamientos”.
Mira que dice 40 años en el desierto. Cuando
moisés llegó donde Faraón le dijo que para que le hiciera fiesta en el desierto
y le dijo que irían camino de 3 días.
Yo conozco personas en Cristo que desde que
las conozco están en el desierto. Esa no es la voluntad de Dios. Dios ha
prometido sustentarnos, levantarnos.
El pueblo divagó porque murmuraban porque se
quejaban. Entre más nos quejemos, menos cambiará nuestra situación, pero si en
medio del desierto lo alabamos y nos regocijamos en Él, si nos acordamos de sus
maravillas, nuestra situación seguro cambia.
Cuando robaron al pueblo y el pueblo quería
apedrear a David, éste se acordó de que Dios había derrotado gigantes, había cerrado
la boca de osos.
Yo le puedo decir: entro al lugar santísimo,
tú eres mi roca, tu eres mi castillo, Él prepara fiesta en el desierto.
En la palabra de Dios nos dice mis pequeños
yo llevo sus cargas. Viene una promesa de Dios.
Quien puede hacer brotar agua en el desierto:
solo Dios, dice la palabra que el convierte en sequedad los ríos y en agua la
sequedad.
Lo vil y menospreciado escoge Dios para
avergonzar aquellos que se dicen ser.
Como siervos de Dios y viene una prueba, Dios
ve si hay fidelidad en nuestro corazón. Si hay prueba tenemos que seguir
adelante poniendo la mirada en Dios, no en el problema.
Deuteronomio 8: 3
“Y te
afligió, y te hizo tener hambre, y te sustentó con maná, comida que no conocías
tú, ni tus padres la habían conocido, para hacerte saber que no sólo de pan
vivirá el hombre, mas de todo lo que sale de la boca de Jehová vivirá el hombre”.
Vea lo bonito de esta revelación: te hizo
tener hambre y te sustentó. Esto fue lo que pasó en el desierto con Jesucristo
y Cristo le cito este pasaje al Satanás.
Cristo estaba fortalecido.
Dios nos dio el Espíritu Santo para que no
digamos: es que me dejé llevar de la tentación.
Podemos tener muchas cosas, pero si no está
su presencia en nuestras vidas no hay nada.
Hay que cuidar la unción porque cuando la
dejamos perder, solo la misericordia de Dios nos puede volver a levantar.
En Habacuc dice que aunque las vides no
florezcan, aunque la higuera no de fruto, con todo eso me alegraré en Jehová. ¿Sera
que en la carestía si nos alegramos en Jehová?
Que todo falte menos su presencia. A veces
buscamos la bendición de Dios, pero no buscamos el Dios que hace maravillas.
Deuteronomio 8: 4
“Tu
vestido nunca se envejeció sobre ti, ni el pie se te ha hinchado en estos
cuarenta años”.
Tenían fuerzas para seguir caminando.
En II corintios 8 dice que había una iglesia
que estaba pasando tribulación y angustia, pero que abundaba en gozo. Se puede
tener gozo en gran tribulación y angustia solo cuando estamos llenos del
Espíritu Santo, cuando estamos pensando en lo espiritual, en lo que Dios nos ha
mandado hacer, cuando estamos pensando en sus promesas, confiados ahí.
Cuando la presencia de Dios llena el templo,
cuando estamos realmente en la presencia de Dios uno no quiere salir de ese
lugar. La presencia de Dios debe ser de continuo en nuestras vidas.
Deuteronomio 8: 5-7
“Reconoce asimismo
en tu corazón, que como castiga el hombre a su hijo, así Jehová tu Dios te
castiga. Guardarás, pues, los mandamientos de Jehová tu Dios, andando en sus
caminos, y temiéndole. Porque Jehová tu
Dios te introduce en la buena tierra, tierra de arroyos, de aguas, de fuentes y
de manantiales, que brotan en vegas y montes;”
Acuérdate del camino que recorriste para
valorar la bendición de Dios.
Deuteronomio 8: 8 -9
“…tierra de trigo
y cebada, de vides, higueras y granados; tierra de olivos, de aceite y de miel;
tierra en la cual no comerás el pan con escasez, ni te faltará nada en ella;
tierra cuyas piedras son hierro, y de cuyos montes sacarás cobre”.
No comerás el pan con escasez ni te faltará
nada.
En el desierto no le faltó nada al pueblo de
Israel, Dios les envió su provisión allí.
A veces somos desagradecidos y como no es lo
que nosotros queremos no valoramos lo que Dios nos da.
Dios sabe que es lo que nuestra alma necesita
y qué es lo mejor para nosotros.
Deuteronomio 8: 10-
“Y comerás y te
saciarás, y bendecirás a Jehová tu Dios por la buena tierra que te habrá dado. Cuídate de no olvidarte de Jehová tu Dios,
para cumplir sus mandamientos, sus decretos y sus estatutos que yo te ordeno
hoy; no suceda que comas y te sacies, y
edifiques buenas casas en que habites, y
tus vacas y tus ovejas se aumenten, y la plata y el oro se te multipliquen, y
todo lo que tuvieres se aumente; y se
enorgullezca tu corazón, y te olvides de Jehová tu Dios, que te sacó de tierra
de Egipto, de casa de servidumbre;…”
Dios está cuidando nuestro corazón. Sobre
toda cosa guardada guarda tu corazón dice en proverbios.
Deuteronomio 8: 15
“… que
te hizo caminar por un desierto grande y espantoso, lleno de serpientes ardientes,
y de escorpiones, y de sed, donde no había agua, y él te sacó agua de la roca
del pedernal; que te sustentó con maná
en el desierto, comida que tus padres no habían conocido, afligiéndote y
probándote, para a la postre hacerte bien; “
Que no se te olvide esto.
En romanos 8: dice que para los que aman a
Dios todas las cosas ayudan a bien.
En estos lugares desierto Dios ama nuestro
corazón y nos enseña nos guía en lo que debemos hacer. Dice Deuteronomio 32: 10
que Él guardó el pueblo de Israel como a la niña de sus ojos. Él peleo contra
sus enemigos. El avergüenza a los enemigos.
El salmo 121 dice que tu guardador no duerme
ni se fatiga.
En este momento no sé qué desierto estás
pasando en tu vida, pero Dios nos está guardando
Isaías 43: 15 – 21
“Yo
Jehová, Santo vuestro, Creador de Israel, vuestro Rey. Así dice Jehová, el que abre camino en el mar,
y senda en las aguas impetuosas; el que saca carro y caballo, ejército y
fuerza; caen juntamente para no levantarse; fenecen, como pábilo quedan apagados.
No os acordéis de las cosas pasadas, ni traigáis a memoria las cosas antiguas.
He aquí que yo hago cosa nueva; pronto saldrá a luz; ¿no la conoceréis? Otra
vez abriré camino en el desierto, y ríos en la soledad. Las fieras del campo me
honrarán, los chacales y los pollos del avestruz; porque daré aguas en el
desierto, ríos en la soledad, para que beba mi pueblo, mi escogido. Este pueblo
he creado para mí; mis alabanzas publicará”.
No traigas a memoria lo pasado. Dios dice yo
hago cosas nuevas, yo abro caminos en medio del desierto. El Señor está
diciendo: “lo que hice ayer con el pueblo de Israel lo hago hoy en tu vida” no
importa el desierto por el que estés pasando.
Dice otra vez, o sea que no solamente pasó
una vez. Muchas veces ha pasado en nuestras vidas que hemos visto como sea abre
el mar cuando faraón está detrás y el mar adelante y no vemos salida para
ningún lado.
Salmos 71: 6
“En ti
he sido sustentado desde el vientre; de las entrañas de mi madre tú fuiste el
que me sacó; de ti será siempre mi alabanza”.
El cordón umbilical sustenta al bebé y eso lo
hizo Dios y Dios sustenta a la madre. Dios piensa en cada detalle.
Si nos sustentó desde siempre ¿no nos va
sustentar ahora?
Dice cómo no alabarte, Señor.
Dios permitió que estuviéramos hoy aquí
escuchando su palabra con un propósito eterno.
Se dan cuenta como cuando se lee la palabra
la fe se activa.
Salmos 23: 4 – 5
“Aunque ande en
valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; u
vara y tu cayado me infundirán aliento. Aderezas mesa delante de mí en presencia
de mis angustiadores; unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando. Ciertamente
el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, y en la casa
de Jehová moraré por largos días”.
Nos infunde aliento su palabra.
No nos debemos dejar afligir por lo que pasa
porque si estamos en la presencia del Señor las cosas del mundo no nos deben
dejar afligir.
Isaías 44: 2 – 3
“Así dice Jehová, Hacedor tuyo, y el que te
formó desde el vientre, el cual te ayudará: No temas, siervo mío Jacob, y tú,
Jesurún, a quien yo escogí. Porque yo
derramaré aguas sobre el sequedal, y ríos sobre la tierra árida; mi Espíritu
derramaré sobre tu generación, y mi bendición sobre tus renuevos;”
Abrógate esta promesa que Dios nos da hoy. Pues
no solamente serás bendecido tu sino toda tu casa.