domingo, 27 de diciembre de 2015

En el desierto te conocí



Sabemos que en el desierto no hay nada, en el desierto hay sequedad, hay soledad, animales y gente muere allí por falta de agua, los árboles se secan, todo allí es seco, No hay nada en ese lugar. Dios dice que en el desierto nos ha conocido. 

Oseas 13: 4- 5

Mas yo soy Jehová tu Dios desde la tierra de Egipto; no conocerás, pues, otro dios fuera de mí, ni otro salvador sino a mí. Yo te conocí en el desierto, en tierra seca”. 

Muchas veces decimos que amamos a alguien, pero cuando llegan esos momentos de calamidad, ahí se nota si verdaderamente amamos a esa persona. ¿Cuántos matrimonios se separan cuando llegan los problemas financieros o una enfermedad? No había amor porque el amor todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
Ahí nos damos cuenta si realmente amamos a esa persona, nos damos cuenta si el pacto que hicimos fue frente a Dios y vamos a caminar en fidelidad.

Dios le pregunta a su pueblo en Isaías: “he sido yo un desierto para ustedes”. ¿Ha sido, Dios, como nada para nosotros? Dios no es desierto, por el contrario Dios suple en medio del desierto. En medio de la dificultad, Dios es la fuente de agua viva. 

Dios dijo a Faraón: deja ir a mi pueblo para que me haga fiesta en el desierto.

Éxodo 5: 1-3

Después Moisés y Aarón entraron a la presencia de Faraón y le dijeron: Jehová el Dios de Israel dice así: Deja ir a mi pueblo a celebrarme fiesta en el desierto. Y Faraón respondió: ¿Quién es Jehová, para que yo oiga su voz y deje ir a Israel? Yo no conozco a Jehová, ni tampoco dejaré ir a Israel”.

Quién puede hacer fiesta en un desierto. La palabra de Dios dice que el Reino de Dios no consiste en comida ni bebida, sino en justicia, paz, gozo en el Espíritu Santo.

El salmo 23 lo dice también: “Aderezas mesa delante de mí en medio de mis angustiadores, mi copa reboza”
Dios nos está aderezando mesa en medio de la angustia por medio de su palabra, ahí está Dios dándonos ánimo.

Aderezar es adornar, preparar, condimentar. El aderezo es lo que se echa a la comida para darle sabor.
El aderezo es un gusto que el Espíritu Santo le da a su palabra. Si nosotros oímos esta palabra y no la recibimos en nuestro corazón simplemente es palabra muerta.

Cuando esa palabra entra en tu corazón y cobra vida en ti y halla cabida en tu corazón te das cuenta de que Dios está al tanto.

Era el pueblo de Dios, le dijo deja ir a mi pueblo. Faraón se estaba enseñoreando del pueblo. Dios  hizo la naturaleza para que el hombre se enseñoreara de ella. Pero es la naturaleza la que se enseñorea del hombre y el hombre del mismo hombre, dañando la bendición que Dios nos ha dado. 

Cada vez que nos reunimos no venimos a un velorio, venimos a una fiesta, no venimos a un Dios derrotado, venimos a un Dios que hace maravillas. Debemos tener esa actitud en medio de nuestros quebrantos venimos a adorar a Dios. Yo le alabo en medio de mi quebranto, en medio de la enfermedad, en medio de la escasez.

Tenemos que cantar sabiendo al Dios que estamos adorando que si hizo un milagro ayer lo hará hoy y siempre.

Las lágrimas que hemos derramado en oración son sinceras delante de Dios. En la calamidad es donde se ve si lo que estamos predicando es de corazón o solamente es de labios para afuera. Porque cuando estamos en angustia, Dios nos recuerda la palabra, tú dijiste, tú predicaste tal cosa. Dios nos ayuda a estar firmes si se lo pedimos. 

Vamos a leer por qué Dios nos lleva al desierto en

Oseas: 2: 14

Pero he aquí que yo la atraeré y la llevaré al desierto, y hablaré a su corazón”.

En los momentos de desierto y en los momentos de angustia es cuando Dios más habla a nuestro corazón. Cuando estamos ahí dependemos de él más, aprendemos a confiar, que todo depende de Él, que solo de Él depende mi restauración, mi sanidad. 

A Dios le interesa de nosotros nuestro corazón. 

Deuteronomio 8: 1 – 20

Abre tu corazón y a través de cada palabra, el Espíritu Santo te va a revelar las cosas.

Deuteronomio 8: 1-2

Cuidaréis de poner por obra todo mandamiento que yo os ordeno hoy, para que viváis, y seáis multiplicados, y entréis y poseáis la tierra que Jehová prometió con juramento a vuestros padres.  Y te acordarás de todo el camino por donde te ha traído Jehová tu Dios estos cuarenta años en el desierto, para afligirte, para probarte, para saber lo que había en tu corazón, si habías de guardar o no sus mandamientos”. 

Mira que dice 40 años en el desierto. Cuando moisés llegó donde Faraón le dijo que para que le hiciera fiesta en el desierto y le dijo que irían camino de 3 días. 

Yo conozco personas en Cristo que desde que las conozco están en el desierto. Esa no es la voluntad de Dios. Dios ha prometido sustentarnos, levantarnos.

El pueblo divagó porque murmuraban porque se quejaban. Entre más nos quejemos, menos cambiará nuestra situación, pero si en medio del desierto lo alabamos y nos regocijamos en Él, si nos acordamos de sus maravillas, nuestra situación seguro cambia. 

Cuando robaron al pueblo y el pueblo quería apedrear a David, éste se acordó de que Dios había derrotado gigantes, había cerrado la boca de osos.

Yo le puedo decir: entro al lugar santísimo, tú eres mi roca, tu eres mi castillo, Él prepara fiesta en el desierto.
En la palabra de Dios nos dice mis pequeños yo llevo sus cargas. Viene una promesa de Dios.

Quien puede hacer brotar agua en el desierto: solo Dios, dice la palabra que el convierte en sequedad los ríos y en agua la sequedad. 

Lo vil y menospreciado escoge Dios para avergonzar aquellos que se dicen ser. 

Como siervos de Dios y viene una prueba, Dios ve si hay fidelidad en nuestro corazón. Si hay prueba tenemos que seguir adelante poniendo la mirada en Dios, no en el problema.

Deuteronomio 8: 3

Y te afligió, y te hizo tener hambre, y te sustentó con maná, comida que no conocías tú, ni tus padres la habían conocido, para hacerte saber que no sólo de pan vivirá el hombre, mas de todo lo que sale de la boca de Jehová vivirá el hombre”. 

Vea lo bonito de esta revelación: te hizo tener hambre y te sustentó. Esto fue lo que pasó en el desierto con Jesucristo y Cristo le cito este pasaje al Satanás.

Cristo estaba fortalecido.

Dios nos dio el Espíritu Santo para que no digamos: es que me dejé llevar de la tentación.

Podemos tener muchas cosas, pero si no está su presencia en nuestras vidas no hay nada. 

Hay que cuidar la unción porque cuando la dejamos perder, solo la misericordia de Dios nos puede volver a levantar. 

En Habacuc dice que aunque las vides no florezcan, aunque la higuera no de fruto, con todo eso me alegraré en Jehová. ¿Sera que en la carestía si nos alegramos en Jehová?

Que todo falte menos su presencia. A veces buscamos la bendición de Dios, pero no buscamos el Dios que hace maravillas.

Deuteronomio 8: 4

Tu vestido nunca se envejeció sobre ti, ni el pie se te ha hinchado en estos cuarenta años”.
 
Tenían fuerzas para seguir caminando.

En II corintios 8 dice que había una iglesia que estaba pasando tribulación y angustia, pero que abundaba en gozo. Se puede tener gozo en gran tribulación y angustia solo cuando estamos llenos del Espíritu Santo, cuando estamos pensando en lo espiritual, en lo que Dios nos ha mandado hacer, cuando estamos pensando en sus promesas, confiados ahí.

Cuando la presencia de Dios llena el templo, cuando estamos realmente en la presencia de Dios uno no quiere salir de ese lugar. La presencia de Dios debe ser de continuo en nuestras vidas. 

Deuteronomio 8: 5-7

“Reconoce asimismo en tu corazón, que como castiga el hombre a su hijo, así Jehová tu Dios te castiga. Guardarás, pues, los mandamientos de Jehová tu Dios, andando en sus caminos, y temiéndole.  Porque Jehová tu Dios te introduce en la buena tierra, tierra de arroyos, de aguas, de fuentes y de manantiales, que brotan en vegas y montes;”

Acuérdate del camino que recorriste para valorar la bendición de Dios.

Deuteronomio 8: 8 -9

“…tierra de trigo y cebada, de vides, higueras y granados; tierra de olivos, de aceite y de miel; tierra en la cual no comerás el pan con escasez, ni te faltará nada en ella; tierra cuyas piedras son hierro, y de cuyos montes sacarás cobre”. 

No comerás el pan con escasez ni te faltará nada. 

En el desierto no le faltó nada al pueblo de Israel, Dios les envió su provisión allí.

A veces somos desagradecidos y como no es lo que nosotros queremos no valoramos lo que Dios nos da.
Dios sabe que es lo que nuestra alma necesita y qué es lo mejor para nosotros.

Deuteronomio 8: 10- 

“Y comerás y te saciarás, y bendecirás a Jehová tu Dios por la buena tierra que te habrá dado.  Cuídate de no olvidarte de Jehová tu Dios, para cumplir sus mandamientos, sus decretos y sus estatutos que yo te ordeno hoy;  no suceda que comas y te sacies, y edifiques buenas casas en que habites,  y tus vacas y tus ovejas se aumenten, y la plata y el oro se te multipliquen, y todo lo que tuvieres se aumente;  y se enorgullezca tu corazón, y te olvides de Jehová tu Dios, que te sacó de tierra de Egipto, de casa de servidumbre;…” 

Dios está cuidando nuestro corazón. Sobre toda cosa guardada guarda tu corazón dice en proverbios.

Deuteronomio 8: 15

“… que te hizo caminar por un desierto grande y espantoso, lleno de serpientes ardientes, y de escorpiones, y de sed, donde no había agua, y él te sacó agua de la roca del pedernal;  que te sustentó con maná en el desierto, comida que tus padres no habían conocido, afligiéndote y probándote, para a la postre hacerte bien; “

Que no se te olvide esto.

En romanos 8: dice que para los que aman a Dios todas las cosas ayudan a bien.

En estos lugares desierto Dios ama nuestro corazón y nos enseña nos guía en lo que debemos hacer. Dice Deuteronomio 32: 10 que Él guardó el pueblo de Israel como a la niña de sus ojos. Él peleo contra sus enemigos. El avergüenza a los enemigos.

El salmo 121 dice que tu guardador no duerme ni se fatiga.

En este momento no sé qué desierto estás pasando en tu vida, pero Dios nos está guardando 

Isaías 43: 15 – 21

Yo Jehová, Santo vuestro, Creador de Israel, vuestro Rey.  Así dice Jehová, el que abre camino en el mar, y senda en las aguas impetuosas; el que saca carro y caballo, ejército y fuerza; caen juntamente para no levantarse; fenecen, como pábilo quedan apagados. No os acordéis de las cosas pasadas, ni traigáis a memoria las cosas antiguas. He aquí que yo hago cosa nueva; pronto saldrá a luz; ¿no la conoceréis? Otra vez abriré camino en el desierto, y ríos en la soledad. Las fieras del campo me honrarán, los chacales y los pollos del avestruz; porque daré aguas en el desierto, ríos en la soledad, para que beba mi pueblo, mi escogido. Este pueblo he creado para mí; mis alabanzas publicará”.

No traigas a memoria lo pasado. Dios dice yo hago cosas nuevas, yo abro caminos en medio del desierto. El Señor está diciendo: “lo que hice ayer con el pueblo de Israel lo hago hoy en tu vida” no importa el desierto por el que estés pasando.

Dice otra vez, o sea que no solamente pasó una vez. Muchas veces ha pasado en nuestras vidas que hemos visto como sea abre el mar cuando faraón está detrás y el mar adelante y no vemos salida para ningún lado.

Salmos 71: 6

En ti he sido sustentado desde el vientre; de las entrañas de mi madre tú fuiste el que me sacó; de ti será siempre mi alabanza”.

El cordón umbilical sustenta al bebé y eso lo hizo Dios y Dios sustenta a la madre. Dios piensa en cada detalle.

Si nos sustentó desde siempre ¿no nos va sustentar ahora?

Dice cómo no alabarte, Señor. 

Dios permitió que estuviéramos hoy aquí escuchando su palabra con un propósito eterno. 

Se dan cuenta como cuando se lee la palabra la fe se activa.

Salmos 23: 4 – 5

“Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; u vara y tu cayado me infundirán aliento. Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores; unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando. Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, y en la casa de Jehová moraré por largos días”.

Nos infunde aliento su palabra.

No nos debemos dejar afligir por lo que pasa porque si estamos en la presencia del Señor las cosas del mundo no nos deben dejar afligir. 

Isaías 44: 2 – 3

“Así dice Jehová, Hacedor tuyo, y el que te formó desde el vientre, el cual te ayudará: No temas, siervo mío Jacob, y tú, Jesurún, a quien yo escogí.  Porque yo derramaré aguas sobre el sequedal, y ríos sobre la tierra árida; mi Espíritu derramaré sobre tu generación, y mi bendición sobre tus renuevos;”

Abrógate esta promesa que Dios nos da hoy. Pues no solamente serás bendecido tu sino toda tu casa.

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