¿Hasta cuándo le vamos a permitir tantas
cosas al enemigo? ¿Hasta cuándo vamos a permitir la soberbia, la obstinación la
rebeldía, la mediocridad, el conformismo? Cuando Dios dice que somos la sal de
la tierra. ¿Hasta cuándo vamos a permitir
la enfermedad?, si somos templos del Espíritu Santo y Dios dice que por sus
llagas somos sanados.
Hasta cuándo le vamos a permitir al enemigo
que se enseñoree de nuestras vidas y que nos tenga afligidos.
Éxodo 6: 1 – 9
“Jehová
respondió a Moisés: Ahora verás lo que yo haré a Faraón; porque con mano fuerte
los dejará ir, y con mano fuerte los echará de su tierra. Habló todavía Dios a
Moisés, y le dijo: Yo soy JEHOVÁ. Y aparecí a Abraham, a Isaac y a Jacob como
Dios Omnipotente, mas en mi nombre JEHOVÁ no me di a conocer a ellos. También
establecí mi pacto con ellos, de darles la tierra de Canaán, la tierra en que
fueron forasteros, y en la cual habitaron. Asimismo yo he oído el gemido de los
hijos de Israel, a quienes hacen servir los egipcios, y me he acordado de mi
pacto. Por tanto, dirás a los hijos de Israel: Yo soy JEHOVÁ; y yo os sacaré de
debajo de las tareas pesadas de Egipto, y os libraré de su servidumbre, y os
redimiré con brazo extendido, y con juicios grandes; y os tomaré por mi pueblo
y seré vuestro Dios; y vosotros sabréis que yo soy Jehová vuestro Dios, que os
sacó de debajo de las tareas pesadas de Egipto. Y os meteré en la tierra por la
cual alcé mi mano jurando que la daría a Abraham, a Isaac y a Jacob; y yo os la
daré por heredad. Yo JEHOVÁ. De esta manera habló Moisés a los hijos de Israel;
pero ellos no escuchaban a Moisés a causa de la congoja de espíritu, y de la dura
servidumbre”.
Hasta cuando no vas a creer a Dios las
promesas que te dio. Dios hizo un pacto con nosotros. Hasta cuando le vamos a
servir al mundo, no podemos servir a dos señores.
Qué promesas te ha dado Dios que no has
podido poseer. Lo que Dios te ha prometido todavía lo tiene el enemigo porque
tú no se lo has arrebatado, porque no te has afirmado con Dios. No le has
creído a Dios.
Dios no habita donde está el pecado.
Cuántas veces gemimos en lugar de darle
gracias a Dios.
Dios nos sacó de Egipto, ¿por qué volvemos a
Egipto?
Nosotros somos el pueblo de Dios.
Cuando Dios promete algo, él lo cumple, pero
las cosas no se dan por nuestro pecado, porque no le permitimos a Dios que haga
en nosotros un cambio, porque no le creemos, por nuestra rebelión, por nuestra
desobediencia. El pecado más grande es la duda.
Es tomar le decisión y decir: yo hoy me
levanto, quiero cambiar y ser una persona distinta, quiero creerle a Dios,
quiero creer que Dios hará cosas grandes
y maravillosas en mí.
Seamos personas de carácter, personas
definidas digamos: yo declaro que la enfermedad no se va a enseñorear de mí.
Declare la bendición en todo momento.
Marcos 5: 21 – 28
“Pasando
otra vez Jesús en una barca a la otra orilla, se reunió alrededor de él una
gran multitud; y él estaba junto al mar. Y vino uno de los principales de la
sinagoga, llamado Jairo; y luego que le vio, se postró a sus pies, y le rogaba
mucho, diciendo: Mi hija está agonizando; ven y pon las manos sobre ella para
que sea salva, y vivirá. Fue, pues, con él; y le seguía una gran multitud, y le
apretaban. Pero una mujer que desde hacía doce años padecía de flujo de sangre,
y había sufrido mucho de muchos médicos, y gastado todo lo que tenía, y nada
había aprovechado, antes le iba peor, cuando oyó hablar de Jesús, vino por
detrás entre la multitud, y tocó su manto. Porque decía: Si tocare tan
solamente su manto, seré salva”.
La fe de esta mujer era grande, ella solo
escuchó hablar de él, se decía que solo tocando el manto sería salva.
¿Tú has tocado el corazón de Dios?
Hay que buscar la ciencia, pero primero
debemos ir a nuestro sanador que es el médico de médicos.
¿Hemos perdido el amor por Dios que no le
creemos y por eso no nos sanamos de nuestras enfermedades?
El enemigo va a poner obstáculos, a la mujer
le puso por obstáculo la multitud, pero ella la supero para tocar a Jesús.
Hasta cuando vas a entregar todo lo que Dios
te ha dado, al enemigo.
Nehemías 5: 3-6
“Y había quienes decían: Hemos empeñado
nuestras tierras, nuestras viñas y nuestras casas, para comprar grano, a causa
del hambre. Y había quienes decían: Hemos tomado prestado dinero para el
tributo del rey, sobre nuestras tierras y viñas. Ahora bien, nuestra carne es
como la carne de nuestros hermanos, nuestros hijos como sus hijos; y he aquí
que nosotros dimos nuestros hijos y nuestras hijas a servidumbre, y algunas de
nuestras hijas lo están ya, y no tenemos posibilidad de rescatarlas, porque
nuestras tierras y nuestras viñas son de otros. Y me enojé en gran manera
cuando oí su clamor y estas palabras”.
Somos nosotros los que daremos prestado no
nosotros los que pedimos prestado.
No nos podemos comparar con el enemigo, somos
diferentes a las personas del mundo, somos diferentes a los que no creen en
Dios.
A veces entregamos la bendición.
Cuántas veces decimos lo mismo: no hay posibilidad
que mi esposo sea salvo de que mi hijo sea salvo.
Entregamos, a veces nuestro hogar al enemigo,
cuando tenemos la posibilidad de orar por ellos y rescatarlos de ahí.
Esos esposos, esas esposas inconversos, hay
que orar por ellos.
Digámosle al enemigo: hasta hoy te permití
obrar en mi vida.
Proverbios 6: 4 – 11
“No des
sueño a tus ojos, ni a tus párpados adormecimiento; escápate como gacela de la
mano del cazador, y como ave de la mano del que arma lazos. Ve a la hormiga, oh
perezoso, mira sus caminos, y sé sabio; la cual no teniendo capitán, ni
gobernador, ni señor, prepara en el verano su comida, y recoge en el tiempo de
la siega su mantenimiento. Perezoso, ¿hasta cuándo has de dormir? ¿Cuándo te
levantarás de tu sueño? Un poco de
sueño, un poco de dormitar, y cruzar por un poco las manos para reposo; así vendrá tu necesidad como caminante, y tu
pobreza como hombre armado”.
Nos compara con algo pequeño, pero que está
preparada, ¿nosotros estamos preparados?
Cuando llega el momento difícil tenemos que
estar preparados en la Palabra, en la oración para poder soportar y para estar
fortalecidos.
Hoy tienes y mañana no, porque a veces nos
confiamos.
Cuando tenemos lo económico nos creemos muy
bendecidos, pero en lo espiritual que es la que importa, tenemos tan poco.
Nos engañamos a nosotros mismos.
Jesucristo está a las puertas. Va a venir
cuando menos lo esperamos. Si no estamos preparados nos vamos a quedar acá.
La salvación es individual. Jesucristo está a
las puertas. Vendrá pronto como ladrón en la noche. Tenemos que estar
preparados. No nos dejemos enredar por las cosas del mundo.
Nos invitan a un banquete y nos da pereza
venir.
Orémosle a Dios para que Dios sea el primero
en nuestras vidas.
No nos dejemos enredar por las cosas del
mundo, pongamos a Dios primero que lo demás viene añadido.
Estamos a veces, más comprometidos con el
hombre que con Dios.
Si Dios se abre una puerta por más que el
enemigo haga fuerza esa puerta no se cerrará.
Seamos testimonio dondequiera que vayamos.
Isaías 41: 10
“No temas, porque
yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre
te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia. He aquí que
todos los que se enojan contra ti serán avergonzados y confundidos; serán como
nada y perecerán los que contienden contigo. Buscarás a los que tienen contienda
contigo, y no los hallarás; serán como nada, y como cosa que no es, aquellos
que te hacen la guerra. Porque yo Jehová soy tu Dios, quien te sostiene de tu
mano derecha, y te dice: No temas, yo te ayudo”.
Aprópiate de las promesas que Dios te da. ¿Puedes
creer a esas promesas, que no temas al que se levanta contra ti, que temas a
esa enfermedad, a ese problema? Dios dice yo estoy contigo como poderoso
gigante.
Esta la mesa servida es de nosotros coger.
Lucas 10: 19
“He
aquí os doy potestad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza
del enemigo, y nada os dañará”.
¿Puedes creer esto?
Dios nos ha puesto por cabeza y no por cola.
Nada nos dañara. Nada. El enemigo no te puede
tocar si le crees a Dios.
II Crónicas 32: 7 - 8
“Esforzaos
y animaos; no temáis, ni tengáis miedo del rey de Asiria, ni de toda la
multitud que con él viene; porque más hay con nosotros que con él. Con él es el
brazo de carne, mas con nosotros está Jehová nuestro Dios para ayudarnos, y
pelear nuestras batallas. Y el pueblo tuvo confianza en las palabras de
Ezequías rey de Judá”.
No tengas miedo del enemigo.
Hasta hoy, no más, no vamos a entregar más al
enemigo.
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