Salmo 73: 12 – 17
73:1 He
aquí estos impíos, Sin ser turbados del mundo, alcanzaron riquezas.
Les va bien a los impíos. Dice el
salmista se queja de que le está yendo bien.
Usted no se le tiene que humillar
a nadie sino ante Dios.
73:13
Verdaderamente en vano he limpiado mi corazón, Y lavado mis manos en inocencia;
A nosotros la sangre de Jesucristo
nos limpió
73:14
Pues he sido azotado todo el día, Y castigado todas las mañanas.
73:15
Si dijera yo: Hablaré como ellos, He aquí, a la generación de tus hijos
engañaría.
Declara que le es imposible hablar
como los impíos.
73:16
Cuando pensé para saber esto, Fue duro trabajo para mí,
73:17
Hasta que entrando en el santuario de Dios, Comprendí el fin de ellos.
Cuando entramos en comunión con
Dios se entendió el fin de los impíos. Cuando entra allí puede comprender la
situación que sea.
Salmo 43: 23- 28
73:23
Con todo, yo siempre estuve contigo; Me tomaste de la mano derecha.
73:24
Me has guiado según tu consejo, Y después me recibirás en gloria.
El consejo es la palabra.
Jesucristo hizo un sacrificio muy
grande.
Déjese guiar en la palabra de Dios
y Jesucristo para que veamos la gloria de Dios. No solamente cuando muramos
sino desde aquí.
Sigamos su palabra para que en
todo veamos su gloria.
73:25
¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti nada deseo en la
tierra.
Empezó a reconocer. Que tenía al Dios de Israel, él es todo para
nosotros.
73:26
Mi carne y mi corazón desfallecen; Mas la roca de mi corazón y mi porción es
Dios para siempre.
A quien no le va dar duro una
situación bien tremenda de tantos problemas que pueden existir.
Desfallece el corazón, pero hay
una roca, Jesucristo y la salvación siempre está en él.
73:27
Porque he aquí, los que se alejan de ti perecerán; Tú destruirás a todo aquel
que de ti se aparta.
Los que se alejan perecerán, Dios
destruirá a todos los que se apartan.
73:28
Pero en cuanto a mí, el acercarme a Dios es el bien; He puesto en Jehová el
Señor mi esperanza, Para contar todas tus obras.
Ezequiel: 44: 28
Y habrá para ellos heredad; yo
seré su heredad, pero no les daréis posesión en Israel; yo soy su posesión.
Ano hay nada en el mundo
Isaías 6: 1 – 3
6:1 En el año que murió el rey
Uzías vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y sus faldas
llenaban el templo.
Si obedecemos, este santuario que soy yo se llena de su
gloria.
6:2 Por encima de él había
serafines; cada uno tenía seis alas; con dos cubrían sus rostros, con dos
cubrían sus pies, y con dos volaban. 6:3 Y el uno al otro daba voces, diciendo:
Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su
gloria.
Toda la tierra está llena de su gloria, solo en el santuario
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