El que ora aparta la tentación. La tentación la tenemos siempre. Si Cristo fue tentado y venció nosotros también podemos vencer
I Corintios 10: 13
No os
ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no
os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también
juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar.
Lo primero: la tentación, cuando
viene, uno le hecha la culpa al diablo, y aunque él propicia situaciones, acá
nos esta diciendo que no hay ninguna tentación que no sea humana.
La naturaleza humana es caída desde Adán
y Eva. Ellos cedieron, desobedecieron y vino la debacle.
Estamos metidos en medio de la
debilidad.
Puede venir la tentación a la
debilidad human, pero fiel es Dios que nos dotó del Espíritu Santo que nos
ayuda a escapar de la tentación.
El enemigo grande que tenemos es
nuestra naturaleza caída, pero gracias a Jesucristo que nos dio el Espíritu
Santo para enfrentar ese enemigo.
No tenemos disculpas, no es
disculpa que durante mucho tiempo caemos en el mismo error y esgrimimos el
argumento de nuestra debilidad.
La palabra se guarda en el
corazón para esgrimirla ante cualquier situación, incluyendo la tentación.
La espada del Espíritu que es la
palabra y que sale por la boca, declarando.
Si nos dejamos moldear por el
Espíritu Santo, viene la tentación y Dios nos dejará tentar más de lo que
podamos resistir.
El ejemplo de José con la esposa
de Putifar es un ejemplo de la salida de tentación.
La tentación siempre viene de
nuestra humana debilidad, pero fiel es Dios.
Con la tentación viene juntamente
la salida.
II Timoteo 3: 5 – 7
Está hablado de las características
de los hombres de este siglo
que
tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita.
Porque de éstos son los que se meten en las casas y llevan cautivas a las
mujercillas cargadas de pecados, arrastradas por diversas concupiscencias.
Estas siempre están aprendiendo, y nunca pueden llegar al conocimiento de la
verdad.
Apariencia, la tentación viene
disfrazada.
Arrastradas por concupiscencias,
deseos desenfrenados de la carne
Romanos 6: 11 – 13
Así
también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo
Jesús, Señor nuestro. No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de
modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias; ni tampoco presentéis vuestros
miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros
mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como
instrumentos de justicia.
Muertos al pecado.
A Satanás se le abre un resquicio
y se mete por ahí. Pero si usted no abre ventanas o puertas no hay modo que se
meta.
Vivos para Dios en Cristo Jesús
Señor nuestro.
Los muertos al pecado podemos
adorar a Dios.
Tenemos que obedecer al Señor de
señores y Rey de reyes, y nos ayuda a obedecer, el Espíritu Santo.
Nos toca presentarnos a Dios como
vivos entre los muertos.
Para presentarme debo recibir a
Cristo en el corazón y hemos permitido que el Espíritu Santo nos transforme.
Estamos haciendo las mismas
actividades de muchos seres humanos, pero nosotros vivos.
Acá no se mencionó Satanás por ninguna
parte.
Nosotros somos libres por la
palabra de Dios.
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