1 Reyes 19: 1 –
3
De la cueva que
se metió, porque Dios no lo mete a uno. Diosa no quiere vernos destruidosa,
quiere que su pueblo se levante en gloria (*)
19:1 Acab dio
a Jezabel la nueva de todo lo que Elías había hecho, y de cómo había matado a
espada a todos los profetas.
Jezabel era la
esposa de Acab rey de Israel
Mato a los
profetas que adoraban a Baal.
19:2 Entonces
envió Jezabel a Elías un mensajero, diciendo: Así me hagan los dioses, y aun me
añadan, si mañana a estas horas yo no he puesto tu persona como la de uno de
ellos.
Le creemos más a
las situaciones.
19:3 Viendo,
pues, el peligro, se levantó y se fue para salvar su vida, y vino a Beerseba,
que está en Judá, y dejó allí a su criado.
No nos envía
Dios a que le saquemos el cuerpo a los problemas
19:4 Y él se
fue por el desierto un día de camino, y vino y se sentó debajo de un enebro; y
deseando morirse, dijo: Basta ya, oh Jehová, quítame la vida, pues no soy yo
mejor que mis padres.
Cuántas veces no
le encontramos solución a la vida y por cualquier problema nos echamos a morir
¿No tenemos un Dios
que puede cambiar lo que sea?
19:5 Y
echándose debajo del enebro, se quedó dormido; y he aquí luego un ángel le
tocó, y le dijo: Levántate, come.
Cuántas veces
nos echamos a dormís ante la situación en lugar de ir a la oración
No se ponga a
quejarse con todo el mundo, vaya al jardín de la oración.
Tenemos que
clamar.
El ángel no le
dijo siga durmiendo.
Dios quiere que
nos levantemos de la actitud de derrota, nos han diseñado para la victoria.
Levántese y coma
lo que Dios le está dando a través de su palabra.
19:6 Entonces él
miró, y he aquí a su cabecera una torta cocida sobre las ascuas, y una vasija
de agua; y comió y bebió, y volvió a dormirse.
Ve la presencia
de Dios y sigue durmiendo.
Cuantas veces
Dios nos da nada.
19:7 Y
volviendo el ángel de Jehová la segunda vez, lo tocó, diciendo: Levántate y
come, porque largo camino te resta.
No sigamos en la
misma actitud.
Elías se vio
muerto, pero le dijeron que largo camino nos resta.
A nosotros nos
esperan cosas gloriosas, grandes bendiciones.
Hay que
descongelar la fe y entrar a poseer.
19:8 Se
levantó, pues, y comió y bebió; y fortalecido con aquella comida caminó
cuarenta días y cuarenta noches hasta Horeb, el monte de Dios.
Si descongela su
fe esta palabra es de fortaleza y es una bendición donde usted la aplique.
19:9 Y allí se
metió en una cueva, donde pasó la noche. Y vino a él palabra de Jehová, el cual
le dijo: ¿Qué haces aquí, Elías?
Dios no le dijo
que se escondiera en una cueva.
No es
escondernos del problema.
Si nos
escondemos del problema es porque hay miedo. Dios nos dio un Espíritu de poder.
Dios no aplaude
esa actitud. Dios no quiere que el diablo le quite las bendiciones.
Dios nos está
diciendo que nos levantemos y vamos al campo de batalla.
Dios no nos
dejará en vergüenza.
Cuando dejemos
de poner la mirada en el hombre Dios se derrama en bendiciones.
19:10 El
respondió: He sentido un vivo celo por Jehová Dios de los ejércitos; porque los
hijos de Israel han dejado tu pacto, han derribado tus altares, y han matado a
espada a tus profetas; y sólo yo he quedado, y me buscan para quitarme la vida.
Elía se creía el
único.
19:11 Él le
dijo: Sal fuera, y ponte en el monte delante de Jehová. Y he aquí Jehová que
pasaba, y un grande y poderoso viento que rompía los montes, y quebraba las
peñas delante de Jehová; pero Jehová no estaba en el viento. Y tras el viento
un terremoto; pero Jehová no estaba en el terremoto.
Dios no nos
quiere contemplando las situaciones.
Estaba viendo
cosas sobrenaturales.
19:12 Y tras
el terremoto un fuego; pero Jehová no estaba en el fuego. Y tras el fuego un
silbo apacible y delicado.
Dios se tuvo que
mostrar en un silbo apacible, porque Elías tenía miedo.
Cuántas veces
nos tiene que hablar el Señor asís suave, porque tenemos miedo.
19:13 Y
cuando lo oyó Elías, cubrió su rostro con su manto, y salió, y se puso a la
puerta de la cueva. Y he aquí vino a él una voz, diciendo: ¿Qué haces aquí,
Elías?
Cuando se le
quito el miedo salió de la cueva.
La posición de
los hijos de Dios es de valentía.
Si le dijeres a
esa dificultada: quítate y no lo duda en nombre de Jesucristo, eso se va.
1 Samuel: 2 -9
2:2 No hay
santo como Jehová; porque no hay ninguno fuera de ti, y no hay refugio como el
Dios nuestro.
No hay Dios tan
limpio como Yahvé. No hay ninguno como él.
¿Se va a
refugiar en las pastillas, en droga para la depresión?
2:3 No
multipliquéis palabras de grandeza y altanería; cesen las palabras arrogantes
de vuestra boca; porque el Dios de todo saber es Jehová, y a él toca el pesar
las acciones.
Cambiemos la
actitud aun para hablar.
2:4 Los arcos
de los fuertes fueron quebrados, y los débiles se ciñeron de poder.
Nadie puede ser
fuerte por su propia fuerza.
Los débiles
éramos nosotros y Cristo nos ciñó de poder.
2:5 Los
saciados se alquilaron por pan, y los hambrientos dejaron de tener hambre;
hasta la estéril ha dado a luz siete, y la que tenía muchos hijos languidece.
Jesucristo vino
a saciar la necesidad no sólo física sino espiritual.
Todas las
ataduras tienen que soltarlas.
Hoy es para que
engendremos las promesas de Yahvé Dios.
2:6 Jehová
mata, y él da vida; él hace descender al Seol, y hace subir.
2:7 Jehová
empobrece, y él enriquece; Abate, y enaltece.
2:8 El
levanta del polvo al pobre, y del muladar exalta al menesteroso, para hacerle
sentarse con príncipes y heredar un sitio de honor. Porque de Jehová son las
columnas de la tierra, y él afirmó sobre ellas
el mundo.
Al necesitado lo
exalta de lo más bajo.
Como Dios diga
así se hace.
2:9 El guarda
los pies de sus santos, mas los impíos perecen en tinieblas; porque nadie será
fuerte por su propia fuerza.
Esos santos
somos usted y yo.
1 Crónicas 20: 1
– 2
20:1
Aconteció a la vuelta del año, en el tiempo que suelen los reyes salir a la
guerra, que Joab sacó las fuerzas del ejército, y destruyó la tierra de los
hijos de Amón, y vino y sitió a Rabá. Mas David estaba en Jerusalén; y Joab
batió a Rabá, y la destruyó.
Jesucristo nos
da la orden que como soldados del Dios viviente vamos a derrotar al enemigo.
20:2 Y tomó
David la corona de encima de la cabeza del rey de Rabá, y la halló de peso de
un talento de oro, y había en ella piedras preciosas; y fue puesta sobre la
cabeza de David. Además de esto sacó de la ciudad muy grande botín.
Que nos
enfrentemos a la situación y poseamos y disfrutemos.
Isaías 52: 1 – 6
52:1
Despierta, despierta, vístete de poder, oh Sion; vístete tu ropa hermosa, oh
Jerusalén, ciudad santa; porque nunca más vendrá a ti incircunciso ni inmundo.
Estamos dormidos
y el Señor nos está diciendo que despertemos y que nos revistamos del poder que
viene de Cristo y lo obtenemos entrando en oración y viviendo para Jesucristo.
Cristo nos
cambió las vestiduras.
Para que nunca
más suceda tenemos que despertar y vestirnos de poder.
52:2 Sacúdete
del polvo; levántate y siéntate, Jerusalén; suelta las ataduras de tu cuello,
cautiva hija de Sion.
A nosotros nos
toca sacudirnos y soltar las ataduras.
Hoy es el día,
no cierre su corazón.
Cristo viene con
su exaltación.
52:3 Porque
así dice Jehová: De balde fuisteis vendidos; por tanto, sin dinero seréis
rescatados.
Rescatados del
lodo cenagoso.
52:4 Porque
así dijo Jehová el Señor: Mi pueblo descendió a Egipto en tiempo pasado, para
morar allá, y el asirio lo cautivó sin razón.
Éramos esclavos
sin razón
52:5 Y ahora
¿qué hago aquí, dice Jehová, ya que mi pueblo es llevado injustamente? Y los
que en él se enseñorean, lo hacen aullar, dice Jehová, y continuamente es
blasfemado mi nombre todo el día.
Por el quejido
nuestro, los demás dicen que nuestro Dios no hace nada por nosotros.
52:6 Por
tanto, mi pueblo sabrá mi nombre por esta causa en aquel día; porque yo mismo
que hablo, he aquí estaré presente.
El día es hoy.
El estará
presente en lo que nos enseña y en que si abrimos el corazón veremos la gloria de
Dios
Juan 11: 38- 44
11:38 Jesús,
profundamente conmovido otra vez, vino al sepulcro. Era una cueva, y tenía una
piedra puesta encima.
Conmovido por la
incredulidad.
11:39 Dijo
Jesús: Quitad la piedra. Marta, la hermana del que había muerto, le dijo:
Señor, hiede ya, porque es de cuatro días.
Dio la orden.
11:40 Jesús
le dijo: ¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?
11:41
Entonces quitaron la piedra de donde había sido puesto el muerto. Y Jesús,
alzando los ojos a lo alto, dijo: Padre, gracias te doy por haberme oído.
Jesús le dio
gracias al Padre y todavía no se había hecho el milagro.
Quite la piedra,
la dureza de su corazón, la incredulidad.
11:42 Yo
sabía que siempre me oyes; pero lo dije por causa de la multitud que está
alrededor, para que crean que tú me has enviado.
¿Nosotros
creemos realmente que siempre nos oye?
11:43 Y
habiendo dicho esto, clamó a gran voz: ¡Lázaro, ven fuera!
Iglesia sal
fuera suelta tus ataduras.
11:44 Y el
que había muerto salió, atadas las manos y los pies con vendas, y el rostro
envuelto en un sudario. Jesús les dijo: Desatadle, y dejadle ir.
Pr su palabra el
Espíritu Santo nos desenreda.
Lázaro salió
recibió la orden y salió
El Cristo de la
gloria nos está dando la orden que salgamos.
Cantares 2: 10
2:10 Mi amado
habló, y me dijo: levántate, oh amiga mía, hermosa mía, y ven.
2:11 Porque
he aquí ha pasado el invierno, se ha mudado, la lluvia se fue;
2:12 Se han
mostrado las flores en la tierra, el tiempo de la canción ha venido, y en
nuestro país se ha oído la voz de la tórtola.
La canción es la
victoria, la acción de gracias por el triunfo.
Ha venido: hoy
es el día.
2:13 La higuera
ha echado sus higos, y las vides en cierne dieron olor; levántate, oh amiga
mía, hermosa mía, y ven.
A deleitarnos en
su presencia.
El hijo de Dios
no produce lástima, sino que produce bendición
Alegría
contentamiento bendición.
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