lunes, 4 de abril de 2022

Sal de la cueva

 

1 Reyes 19: 1 – 3

De la cueva que se metió, porque Dios no lo mete a uno. Diosa no quiere vernos destruidosa, quiere que su pueblo se levante en gloria (*)

19:1 Acab dio a Jezabel la nueva de todo lo que Elías había hecho, y de cómo había matado a espada a todos los profetas.

Jezabel era la esposa de Acab rey de Israel

Mato a los profetas que adoraban a Baal.

19:2 Entonces envió Jezabel a Elías un mensajero, diciendo: Así me hagan los dioses, y aun me añadan, si mañana a estas horas yo no he puesto tu persona como la de uno de ellos.

Le creemos más a las situaciones.

19:3 Viendo, pues, el peligro, se levantó y se fue para salvar su vida, y vino a Beerseba, que está en Judá, y dejó allí a su criado.

No nos envía Dios a que le saquemos el cuerpo a los problemas

19:4 Y él se fue por el desierto un día de camino, y vino y se sentó debajo de un enebro; y deseando morirse, dijo: Basta ya, oh Jehová, quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres.

Cuántas veces no le encontramos solución a la vida y por cualquier problema nos echamos a morir

¿No tenemos un Dios que puede cambiar lo que sea?

19:5 Y echándose debajo del enebro, se quedó dormido; y he aquí luego un ángel le tocó, y le dijo: Levántate, come.

Cuántas veces nos echamos a dormís ante la situación en lugar de ir a la oración

No se ponga a quejarse con todo el mundo, vaya al jardín de la oración.

Tenemos que clamar.

El ángel no le dijo siga durmiendo.

Dios quiere que nos levantemos de la actitud de derrota, nos han diseñado para la victoria.

Levántese y coma lo que Dios le está dando a través de su palabra.

19:6 Entonces él miró, y he aquí a su cabecera una torta cocida sobre las ascuas, y una vasija de agua; y comió y bebió, y volvió a dormirse.

Ve la presencia de Dios y sigue durmiendo.

Cuantas veces Dios nos da nada.

 

19:7 Y volviendo el ángel de Jehová la segunda vez, lo tocó, diciendo: Levántate y come, porque largo camino te resta.

No sigamos en la misma actitud.

Elías se vio muerto, pero le dijeron que largo camino nos resta.

A nosotros nos esperan cosas gloriosas, grandes bendiciones.

Hay que descongelar la fe y entrar a poseer.

19:8 Se levantó, pues, y comió y bebió; y fortalecido con aquella comida caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta Horeb, el monte de Dios.

Si descongela su fe esta palabra es de fortaleza y es una bendición donde usted la aplique.

19:9 Y allí se metió en una cueva, donde pasó la noche. Y vino a él palabra de Jehová, el cual le dijo: ¿Qué haces aquí, Elías?

Dios no le dijo que se escondiera en una cueva.

No es escondernos del problema.

Si nos escondemos del problema es porque hay miedo. Dios nos dio un Espíritu de poder.

Dios no aplaude esa actitud. Dios no quiere que el diablo le quite las bendiciones.

Dios nos está diciendo que nos levantemos y vamos al campo de batalla.

Dios no nos dejará en vergüenza.

Cuando dejemos de poner la mirada en el hombre Dios se derrama en bendiciones.

19:10 El respondió: He sentido un vivo celo por Jehová Dios de los ejércitos; porque los hijos de Israel han dejado tu pacto, han derribado tus altares, y han matado a espada a tus profetas; y sólo yo he quedado, y me buscan para quitarme la vida.

Elía se creía el único.

19:11 Él le dijo: Sal fuera, y ponte en el monte delante de Jehová. Y he aquí Jehová que pasaba, y un grande y poderoso viento que rompía los montes, y quebraba las peñas delante de Jehová; pero Jehová no estaba en el viento. Y tras el viento un terremoto; pero Jehová no estaba en el terremoto.

Dios no nos quiere contemplando las situaciones.

Estaba viendo cosas sobrenaturales.

19:12 Y tras el terremoto un fuego; pero Jehová no estaba en el fuego. Y tras el fuego un silbo apacible y delicado.

Dios se tuvo que mostrar en un silbo apacible, porque Elías tenía miedo.

Cuántas veces nos tiene que hablar el Señor asís suave, porque tenemos miedo.

19:13 Y cuando lo oyó Elías, cubrió su rostro con su manto, y salió, y se puso a la puerta de la cueva. Y he aquí vino a él una voz, diciendo: ¿Qué haces aquí, Elías?

Cuando se le quito el miedo salió de la cueva.

La posición de los hijos de Dios es de valentía.

Si le dijeres a esa dificultada: quítate y no lo duda en nombre de Jesucristo, eso se va.

1 Samuel: 2 -9

2:2 No hay santo como Jehová; porque no hay ninguno fuera de ti, y no hay refugio como el Dios nuestro.

No hay Dios tan limpio como Yahvé. No hay ninguno como él.

¿Se va a refugiar en las pastillas, en droga para la depresión?

2:3 No multipliquéis palabras de grandeza y altanería; cesen las palabras arrogantes de vuestra boca; porque el Dios de todo saber es Jehová, y a él toca el pesar las acciones.

Cambiemos la actitud aun para hablar.

2:4 Los arcos de los fuertes fueron quebrados, y los débiles se ciñeron de poder.

Nadie puede ser fuerte por su propia fuerza.

Los débiles éramos nosotros y Cristo nos ciñó de poder.

2:5 Los saciados se alquilaron por pan, y los hambrientos dejaron de tener hambre; hasta la estéril ha dado a luz siete, y la que tenía muchos hijos languidece.

Jesucristo vino a saciar la necesidad no sólo física sino espiritual.

Todas las ataduras tienen que soltarlas.

Hoy es para que engendremos las promesas de Yahvé Dios.

2:6 Jehová mata, y él da vida; él hace descender al Seol, y hace subir.

2:7 Jehová empobrece, y él enriquece; Abate, y enaltece.

2:8 El levanta del polvo al pobre, y del muladar exalta al menesteroso, para hacerle sentarse con príncipes y heredar un sitio de honor. Porque de Jehová son las columnas de la tierra, y él afirmó sobre ellas el mundo.

Al necesitado lo exalta de lo más bajo.

Como Dios diga así se hace.

2:9 El guarda los pies de sus santos, mas los impíos perecen en tinieblas; porque nadie será fuerte por su propia fuerza.

Esos santos somos usted y yo.

1 Crónicas 20: 1 – 2

20:1 Aconteció a la vuelta del año, en el tiempo que suelen los reyes salir a la guerra, que Joab sacó las fuerzas del ejército, y destruyó la tierra de los hijos de Amón, y vino y sitió a Rabá. Mas David estaba en Jerusalén; y Joab batió a Rabá, y la destruyó.

Jesucristo nos da la orden que como soldados del Dios viviente vamos a derrotar al enemigo.

20:2 Y tomó David la corona de encima de la cabeza del rey de Rabá, y la halló de peso de un talento de oro, y había en ella piedras preciosas; y fue puesta sobre la cabeza de David. Además de esto sacó de la ciudad muy grande botín.

Que nos enfrentemos a la situación y poseamos y disfrutemos.

Isaías 52: 1 – 6

52:1 Despierta, despierta, vístete de poder, oh Sion; vístete tu ropa hermosa, oh Jerusalén, ciudad santa; porque nunca más vendrá a ti incircunciso ni inmundo.

Estamos dormidos y el Señor nos está diciendo que despertemos y que nos revistamos del poder que viene de Cristo y lo obtenemos entrando en oración y viviendo para Jesucristo.

Cristo nos cambió las vestiduras.

Para que nunca más suceda tenemos que despertar y vestirnos de poder.

52:2 Sacúdete del polvo; levántate y siéntate, Jerusalén; suelta las ataduras de tu cuello, cautiva hija de Sion.

A nosotros nos toca sacudirnos y soltar las ataduras.

Hoy es el día, no cierre su corazón.

Cristo viene con su exaltación.

52:3 Porque así dice Jehová: De balde fuisteis vendidos; por tanto, sin dinero seréis rescatados.

Rescatados del lodo cenagoso.

52:4 Porque así dijo Jehová el Señor: Mi pueblo descendió a Egipto en tiempo pasado, para morar allá, y el asirio lo cautivó sin razón.

Éramos esclavos sin razón

52:5 Y ahora ¿qué hago aquí, dice Jehová, ya que mi pueblo es llevado injustamente? Y los que en él se enseñorean, lo hacen aullar, dice Jehová, y continuamente es blasfemado mi nombre todo el día.

Por el quejido nuestro, los demás dicen que nuestro Dios no hace nada por nosotros.

52:6 Por tanto, mi pueblo sabrá mi nombre por esta causa en aquel día; porque yo mismo que hablo, he aquí estaré presente.

El día es hoy.

El estará presente en lo que nos enseña y en que si abrimos el corazón veremos la gloria de Dios

Juan 11: 38- 44

11:38 Jesús, profundamente conmovido otra vez, vino al sepulcro. Era una cueva, y tenía una piedra puesta encima.

Conmovido por la incredulidad.

11:39 Dijo Jesús: Quitad la piedra. Marta, la hermana del que había muerto, le dijo: Señor, hiede ya, porque es de cuatro días.

Dio la orden.

11:40 Jesús le dijo: ¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?

11:41 Entonces quitaron la piedra de donde había sido puesto el muerto. Y Jesús, alzando los ojos a lo alto, dijo: Padre, gracias te doy por haberme oído.

Jesús le dio gracias al Padre y todavía no se había hecho el milagro.

Quite la piedra, la dureza de su corazón, la incredulidad.

11:42 Yo sabía que siempre me oyes; pero lo dije por causa de la multitud que está alrededor, para que crean que tú me has enviado.

¿Nosotros creemos realmente que siempre nos oye?

11:43 Y habiendo dicho esto, clamó a gran voz: ¡Lázaro, ven fuera!

Iglesia sal fuera suelta tus ataduras.

11:44 Y el que había muerto salió, atadas las manos y los pies con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: Desatadle, y dejadle ir.

Pr su palabra el Espíritu Santo nos desenreda.

Lázaro salió recibió la orden y salió

El Cristo de la gloria nos está dando la orden que salgamos.

Cantares 2: 10

2:10 Mi amado habló, y me dijo: levántate, oh amiga mía, hermosa mía, y ven.

2:11 Porque he aquí ha pasado el invierno, se ha mudado, la lluvia se fue;

2:12 Se han mostrado las flores en la tierra, el tiempo de la canción ha venido, y en nuestro país se ha oído la voz de la tórtola.

La canción es la victoria, la acción de gracias por el triunfo.

Ha venido: hoy es el día.

2:13 La higuera ha echado sus higos, y las vides en cierne dieron olor; levántate, oh amiga mía, hermosa mía, y ven.

A deleitarnos en su presencia.

El hijo de Dios no produce lástima, sino que produce bendición

Alegría contentamiento bendición.

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