Élite es una minoría selecta, es
grupo que se destaca y el término es utilizado en campos como el social, el
deportivo y otros. Es un grupo que es lo mejor de lo mejor.
Lo que Dios nos va a ministrar
hoy es quienes pertenecen o pertenecemos a su élite.
Jeremías 31: 11 – 14
“11 Porque Jehová redimió a Jacob, lo redimió de mano del más fuerte
que él. 12 Y vendrán con gritos de gozo en lo alto de Sion, y correrán al bien
de Jehová, al pan, al vino, al aceite, y al ganado de las ovejas y de las
vacas; y su alma será como huerto de riego, y nunca más tendrán dolor. 13
Entonces la virgen se alegrará en la danza, los jóvenes y los viejos
juntamente; y cambiaré su lloro en gozo, y los consolaré, y los alegraré de su
dolor. 14 Y el alma del sacerdote satisfaré con abundancia, y mi pueblo será
saciado de mi bien, dice Jehová”.
Ponga su nombre donde dice Jacob.
Porque Yahvé redimió a Héctor, a Fanny a Carlos, a cada uno de nosotros.
Redimir significa pagar un precio. En este caso Jesucristo pagó un precio para
sacarnos de las fauces del infierno, de la condenación eterna.
Nosotros estábamos sometidos a
muchas cosas que por momentos son más fuertes que nosotros y Cristo empezó a
mostrarnos que hay victoria, que podemos ser “más que vencedores”, que podemos
ser la élite con él, en toda circunstancia. Podemos ser lo mejor de lo mejor y
todas las situaciones y circunstancias se tienen que rendir bajo nuestros pies.
En el versículo 13 nos dice que
por esa redención, por esa libertad que tenemos en Jesucristo, por él haber
pagado ese precio, nosotros tendremos diligencia: “correrán” hacia la bendición
y hacia la plenitud que el reino de Dios trae.
Vamos hacer mucho énfasis en “al
pan, al vino y al aceite”. Ya sabemos quién es el pan de vida.
En el versículo 13 significa que
por la redención, por estar Cristo en nuestro corazón nos dice que viene una
alegría, que viene un gozo, que no habrá más tristeza.
Muchas veces por las
circunstancias a nosotros se nos descompone el rostro y pasamos un tiempo ahí
aletargados y el diablo riéndose de nosotros en nuestras propias narices, y nos
dejamos hacer esto sabiendo nosotros que Jesucristo ya pagó un precio, pero a
nosotros nos toca “correr al pan, al vino y al aceite” y a veces no lo hacemos.
De esa manera recibiremos, todos,
una alegría, jóvenes, viejos, hombres mujeres, todos estaremos en gozo porque el Espíritu Santo está en
nosotros.
En el versículo 14: Pueblo, esta
palabra es profética serás saciado del bien de Yahvé Dios. Esta palabra es para
nuestras almas. Son tiempos finales, es tiempo de disfrutar en plenitud el
reino de Dios, ya no hay disculpa. Dios está listo para darnos lo mejor de lo
mejor de su reino, pero nosotros tenemos que correr, la élite de Dios tiene que
“correr al pan, al vino y al aceite”.
Si usted abre su corazón, con
esta palabra no volverá a andar en ninguna derrota.
1.
Qué
es el pan
Juan 6: 31 – 36
“31 Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito:
Pan del cielo les dio a comer. 32 Y Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo:
No os dio Moisés el pan del cielo, mas mi Padre os da el verdadero pan del
cielo. 33 Porque el pan de Dios es aquel que descendió del cielo y da vida al
mundo.
34 Le dijeron: Señor, danos siempre este pan.
35 Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca
tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás”.
En el 32 nosotros, con el Verbo
de Dios tenemos la victoria, pero tenemos que correr al pan, tenemos que correr
a Jesucristo.
Estamos parados en el reino de
Dios, no en cualquier cosa. El diablo te está haciendo desdibujar por
circunstancias, no le creas. Créele a Dios que te puede sacar de la olla más
extrema. A cuantos ha sacado del vicio, de enfermedades y de tantas cosas.
Corramos al pan bajado del cielo.
Los discípulos entendieron y le
pidieron que les diera siempre de ese pan.
El pueblo, la élite de Dios
correrá al pan, a la palabra de Dios, al Verbo de Dios, a las promesas de Dios,
a las demandas de Dios y vivirán en libertad.
Este es el remanente de Dios que
se niega a ser encasillado. Cristo le dio libertad a su pueblo que hacen
entonces los líderes religiosos levándolo de acá para allá, cobrándole diezmos,
aquí se enseña a ofrendarnos los unos a los otros como hacían los apóstoles en
los primero tiempos. Nos ofrendamos los unos a los otros y eso es una gran
bendición, pero hay que “correr al pan, al vino y al aceite”.
Usted puede decir: “papito Dios
danos de ese pan siempre, nosotros corremos a ese pan”. Si tenemos esa actitud
siempre, Dios mío dame ese pan siempre, si estamos metidos todos los días
metidos en la palabra de Dios, comiendo en la palabra de Dios, usted es una
persona en victoria.
Una de las características de
Dios es correr al pan.
El versículo 35 dice que sus
necesidades serán todas resueltas entonces que es lo que hacemos tan agobiados tan entristecidos
qué hacemos en esa maldita derrota del diablo, cuando Dios nos ha prometido la
gran bendición.
Él suplirá todo conforme a sus
riquezas en gloria, las necesidades nos serán saciadas.
Cristo nos redimió y como estamos
libres podremos correr al pan, a comer la palabra de Dios.
Si nos metemos con Dios hay
disciplina. De nosotros la disposición y la unción del Espíritu Santo fluye en
poder.
El que viene al pan de vida nunca
tendrá hambre y nunca tendrá sed. Que hacemos nosotros con esas angustias.
La elite se tiene que entrenar:
congregarnos, reunirnos, los devocionales, vivir en santidad es parte de
nuestro entrenamiento.
La gente está leyendo a Cristo,
por doquier, es a través de nosotros.
I Samuel 21: 3 – 4
“3 Ahora, pues, ¿qué tienes a mano? Dame cinco panes, o lo que tengas.
4 El sacerdote respondió a David y dijo: No tengo pan común a la mano,
solamente tengo pan sagrado; pero lo daré si los criados se han guardado a lo
menos de mujeres”.
David estaba siendo perseguido
por Saúl y llegó con su ejército hambrientos todos, y se encontró con el
sacerdote Ahimelec.
Jesucristo es el sumo sacerdote
de nosotros, es el pan vivo bajado del cielo, no es un pan común. El pan
sagrado es la palabra de Dios. Es pan nos es dado si nos hemos guardado del
pecado. A veces participamos de la mesa del Señor y lo hacemos indignamente,
porque corremos a las promesas del Señor, pero
no estamos viviendo en santidad. No estamos viviendo para él.
Le recordamos a Dios las promesas
pero él, por su Espíritu Santo, nos recuerda las demandas.
Hay que correr al pan, pero
debidamente, Jesucristo es pan sagrado. Eso es lo que comemos aquí pan sagrado.
Es mismo pan sagrado nos ayuda a santificarnos. Su palabra nos ayuda a apartarnos
de toda maldad. Y pecado.
Joel 2: 15- 19
“15 Tocad trompeta en Sion, proclamad ayuno, convocad asamblea.16
Reunid al pueblo, santificad la reunión, juntad a los ancianos, congregad a los
niños y a los que maman, salga de su cámara el novio, y de su tálamo la novia. 17
Entre la entrada y el altar lloren los sacerdotes ministros de Jehová, y digan:
Perdona, oh Jehová, a tu pueblo, y no entregues al oprobio tu heredad, para que
las naciones se enseñoreen de ella. ¿Por qué han de decir entre los pueblos: Dónde
está su Dios? 18 Y Jehová, solícito por su tierra, perdonará a su pueblo. 19
Responderá Jehová, y dirá a su pueblo: He aquí yo os envío pan, mosto y aceite,
y seréis saciados de ellos; y nunca más os pondré en oprobio entre las naciones”.
Cuando usted no es la elite de
Dios por no ser diligente ni correr al pan usted sufre oprobio, pues los
problemas lo tienen tan contra del rincón que la gente le dice: “dónde está
pues su Dios”. Se burlan de nosotros por no andar en recto camino con Dios.
Cada uno de nosotros que hemos
recibido a Cristo somos sus sacerdotes. Hay que humillarse y decirle: “Dios mío
yo quiero ser de su élite, yo quiero venir al pan papito Dios, al vino y al
aceite. Yo quiero venir a comer de tu palabra, papito Dios ayúdame a salir de
estas y estas áreas en la que todavía caigo. Cuando lo haces de todo corazón
entonces ya no vienes ha ser el oprobio de las naciones, ni de tus vecinos que
se ríen de ti.
En el versículo 18. Yahvé redimió
y corremos hacia el pan y Dios solicito y diligente por su pueblo lo saciará.
Hay que humillarse delante de
Dios. “Dios yo reconozco esto y aquello que está frenando estas bendiciones”. Gay
que ser sinceros con Dios para saber qué
es lo que está parando las bendiciones.
Quiero correr a las promesas,
pero primero a las demandas, quiero vivir en obediencia, quiero vivir en
santidad. Y ahí sí que venga la lluvia de bendiciones sobre mi vida. Cuando así
lo hacemos papito Dios solícito por nosotros, solícito por nuestros hogares o
por el templo que somos cada uno de nosotros, lo levanta lo liberta, viene la
bendición integral. Pero “si se humillare mi pueblos, sobre el cual mi nombre
es invocado”.
En cantares 1: 3 dice: “y tu
nombre oh Yahvé (o tu nombre oh Jesucristo) es como un ungüento fino sobre
nuestra vida”.
Tenemos que sacudirnos de la
mediocridad y correr al pan, a las demandas y a las promesas de Dios.
Se llegó la hora porque sin
santidad nadie volará en el rapto.
2.
Correr
al vino
La palabra en nuestras vidas
produce mucha fe, santidad, nos hace apartar de muchas cosas, de muchos
errores.
Juan 2: 1 11
“1 Al tercer día se hicieron unas bodas en Caná de Galilea; y estaba
allí la madre de Jesús. 2 Y fueron también invitados a las bodas Jesús y sus
discípulos. 3 Y faltando el vino, la madre de Jesús le dijo: No tienen vino. 4
Jesús le dijo: ¿Qué tienes conmigo, mujer? Aún no ha venido mi hora.
5 Su madre dijo a los que servían: Haced todo lo que os dijere. 6 Y
estaban allí seis tinajas de piedra para agua, conforme al rito de la
purificación de los judíos, en cada una de las cuales cabían dos o tres
cántaros.
7 Jesús les dijo: Llenad estas tinajas de agua. Y las llenaron hasta
arriba.
8 Entonces les dijo: Sacad ahora, y llevadlo al maestresala. Y se lo
llevaron. 9 Cuando el maestresala probó el agua hecha vino, sin saber él de
dónde era, aunque lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua, llamó al
esposo, 10 y le dijo: Todo hombre sirve primero el buen vino, y cuando ya han
bebido mucho, entonces el inferior; mas tú has reservado el buen vino hasta
ahora.
11 Este principio de señales hizo Jesús en Caná de Galilea, y manifestó
su gloria; y sus discípulos creyeron en él”.
En el 6 se ve la fe de María
sabía a quién le estaba pidiendo. Oro y luego actuó en fe.
Nosotros a veces oramos y cuando
salimos de la oración decimos: “ah no aquí no pasó nada”
Tenemos que ser la élite de Dios
no nos queda otro camino hay que correr.
En el 6 Jesús mandó a llenar las
tinajas de agua. Recipientes que somos nosotros y el agua también tipifica la
palabra de Dios.
Usted es recipiente, es templo
del Espíritu Santo. Cuando recibió a Jesucristo, llegó el Espíritu Santo y lo
hizo su templo y dice la palabra: “y todo su templo respira su gloria”.
Somos templos del Espíritu Santo,
¿Por qué seguimos viviendo e esa maldita derrota?, es tiempo, iglesia, de
despertar y es con todo que nos tenemos que meter con Dios.
Somos recipientes de barro sí,
pero donde mora la excelencia del conocimiento de Dios.
Hay más de mil religiones en el
mundo, pero usted acá no se matriculó en ninguna religión, usted está en una
parte del cuerpo universal de nuestro Señor Jesucristo, tenemos muchos hermanos
en muchas partes. Pero ¿cómo se distingue la verdadera Iglesia de nuestro Señor
Jesucristo? Se conoce por el fruto del Espíritu Santo, no por un letrero en la
puerta, la Iglesia de nuestro Señor Jesucristo es gente llena, rebosantes del
Espíritu de Dios, por eso se distingue: “por los frutos los conoceréis”, no por
la religión que se practique o por el grupo de oración al que se asiste.
Porque estando en este grupo
también se puede ser religioso. Un religioso viene, ora, canta alabanzas y no
pasa nada. No abre su corazón, no hay cambios, no hay transformación en su
vida.
¿Cómo se transforma el agua en
vino y qué significa el vino? Más bien, ¿Quién la convierte en vino? Cuando
obedecemos y corremos al pan y llenamos nuestra vida, nuestro corazón
pensamiento, emociones y voluntad de la bendita palabra de Dios,
inexorablemente está la profecía de Dios y esa llenura de Palabra se tiene que
convertir en vino. Porque el reino de Dios no solamente es justicia sino paz y
gozo.
El vino habla del gozo, tengo
gozo a pesar de las dificultades. Yo le puse los problemas a Dios y yo sé que
él los resuelve, aleluya, gloria a Dios: Hago lo que tenga que hacer porque
Dios está al frente de todas mis cosas.
El agua, el pan, que tipifican,
la palabra de Dios, se convierte en vino y nos da gozo y alegría.
Tenemos que estar en el reino de
Dios, llenos de gozo, porque si estamos en la carne y vamos a hacer una
liberación no pasa nada.
El mundo espera una élite de
Dios, esa que corra al pan, al vino y al aceite.
Para que la gente crea y venga
arrodillada a los pies de nuestro Señor Jesucristo, a nosotros, inexorablemente,
nos tienen que seguir las señales y los prodigios: sanidades, milagros de toda
índole, liberaciones por dónde sea por el Espíritu Santo, a medida que vamos
permitiendo que el agua se transforme en vino.
Las personas que están afuera
están esperando a esta gente que esté llena del Espíritu Santo de Dios: miremos
que dice “manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en él”.
Si queremos que nuestras familias
y los que nos rodean crean en nuestro Señor Jesucristo, tenemos que correr al
pan y ahora al vino y tener gozo y alegría.
Si usted está en derrota, usted
no pertenece a la élite de Dios.
Después de haber recibido a
Cristo y haber nacido de nuevo tenemos que mantenernos en ese nuevo nacimiento.
Si usted está en derrota, esta palabra no es para condenarlo sino para que
salgamos de ahí, para levantarnos y decirnos: sí se puede.
Marcos 2: 22
“Y nadie echa vino nuevo en odres viejos; de otra manera, el vino nuevo
rompe los odres, y el vino se derrama, y los odres se pierden; pero el vino
nuevo en odres nuevos se ha de echar”.
Tenemos que nacer de nuevo para
que haya fruto. Tenemos que estar orgullosos de ser cristianos y ser hijos de
Dios. Hoy salimos nuevos de acá, no podemos seguir igual.
3.
Correr
al aceite
Ya vimos cómo se transforma el
agua en vino, ahora vamos a ver cómo se transforma el vino en aceite.
II Reyes 4: 1 – 6
“1 Una mujer, de las mujeres de los hijos de los profetas, clamó a
Eliseo, diciendo: Tu siervo mi marido ha muerto; y tú sabes que tu siervo era
temeroso de Jehová; y ha venido el acreedor para tomarse dos hijos míos por
siervos. 2 Y Eliseo le dijo: ¿Qué te haré yo? Declárame qué tienes en casa. Y
ella dijo: Tu sierva ninguna cosa tiene en casa, sino una vasija de aceite. 3 Él
le dijo: Ve y pide para ti vasijas prestadas de todos tus vecinos, vasijas
vacías, no pocas. 4 Entra luego, y enciérrate tú y tus hijos; y echa en todas
las vasijas, y cuando una esté llena, ponla aparte. 5 Y se fue la mujer, y
cerró la puerta encerrándose ella y sus hijos; y ellos le traían las vasijas, y
ella echaba del aceite. 6 Cuando las vasijas estuvieron llenas, dijo a un hijo
suyo: Tráeme aún otras vasijas. Y él dijo: No hay más vasijas. Entonces cesó el
aceite”.
En el versículo 1 esa mujer,
viuda le está hablando al profeta, al hombre de Dios, ella para poder pedir le
dice primero que su esposo andaba en justicia, era temeroso de Dios, andaba en
los preceptos, en las ordenanzas de Dios. Por eso nosotros tenemos que andar en
obediencia. Nos estamos perdiendo unas manifestaciones muy grandes en nuestras
vidas, que ya dijo Dios que se iban a dar, pero nosotros a veces sí y a veces
no. Esta es la hora de prendernos del todo.
En el versículo 2 el profeta le dijo
qué tienes, algo hay que tener por poco que sea. ¿Qué tenemos nosotros para
ofrecerle a Dios, para que el haga los milagros? Él quiere todo nuestro
corazón, nuestra bendita disposición.
Dios dice: “sean diligentes en
mis cosas que yo les voy a dar lo mejor de lo mejor”. Nosotros no nos hemos
decidido de corazón y por eso no recibimos todo lo que Dios tiene para
nosotros.
En el versículo 3 le dice el
profeta que pida vasijas y que no sean pocas. Nosotros a veces pedimos como
limitando a Dios. Dios es de abundancia
y se puede pedir en cantidad, pero antes debemos correr al pan y al vino para
que venga la manifestación del aceite.
Vamos a ver como se cambia este
vino en aceite, para que seamos llenos tenemos que estar dispuestos. Para
llenar un vaso de agua hay que poner el vaso debajo de la canilla. Humillados
delante de la presencia de Dios para que Él nos exalte delante de toda
situación y llegue el aceite de Dios, el refrigerio de Dios, el bálsamo de
Dios, lo sobrenatural de Dios.
Cuando dice no pocas es porque
hay que renovar el aceite. Cada vez que nos reunamos o nuestro devocional
digámosle: “quiero ser más lleno de ti, voy hacia algo distinto”.
En el versículo 5 ese entrar en
su casa con sus hijos habla de intimidad. Entra usted en intimidad con Dios.
La mujer estaba dispuesta pidió
más vasijas. El aceite se fue cuando no había vasijas. En nuestro caso es no
dejar acabar las vasijas y que siempre le pidamos a Dios que nos siga
renovando, porque si no, ya no habrá más aceite.
Cuando usted se cree muy lleno de
Dios empieza a relajarse y no busca más a Dios. Debe ser al contrario mientras más
llenos, más dispuestos a ser llenados debemos estar para que el aceite no se
acabe nunca.
¿Cómo se convierte el vino en el
aceite? El vino es tipo del gozo y la alegría, el aceite es la unción y le
poder del Espíritu Santo de Dios, para hacer lo sobrenatural y llegar a las
almas perdidas en puro poder, que los demonios nos vean y tengan que
replegarse.
Los endemoniados reconocían a Jesucristo
y sigue siendo así lo siguen reconociendo y reconocen a la élite de Dios.
Nosotros pos su Espíritu Santo podemos ser elite, somos su cuerpo. ¿Qué pasa
iglesia?
¿Por qué a unos pocos les está
sucediendo los sobrenatural y a usted no? Porque usted no se está disponiendo.
Ese gozo se convierte en aceite. Cuando
yo, mi vasija se humilla delante de Dios, ya paso de esa agua, la palabra, y se convierte en vino, en gozo y alegría y
ahora como estoy tan lleno de es gozo y esa alegría, tengo para dar y para
compartir y eso es la unción. Veamos a través de la palabra:
Salmo 23: 5
“Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores; unges mi
cabeza con aceite; mi copa está rebosando”.
Eso es lo que pasa cuando estoy
tan lleno. Cuando un recipiente está rebozando hay derramamiento y cuando hay
derramamiento, como pasó en Pentecostés hay cosecha de almas porque la siega ha
llegado. Jesucristo nos necesita, somos sus manos, somos sus pies, somos su
cuerpo. El Espíritu Santo quiere utilizar a cada uno de nosotros. Aquí no hay
nadie más ungido que otros hemos bebido de la misma agua, hemos comido del
mismo pan. No hay tiempo que perder somos la élite de Dios y hay que correr al
pan, al vino y al aceite, para que nuestros enemigos sean avergonzados.
Mi copa está rebozando del bien,
del poder y de la unción.
Que para el que quiera esta
unción, amén que así se cumpla: llenos de poder, llenos del Espíritu Santo y
que esas manos levantadas sirvan para sanar y liberar. Te damos gracias
Jesucristo porque tu unción baje hacia su pueblo.
Gracias porque el agua se
convierte en vino y este en aceite.
Conclusión
Eclesiastés 9: 7 – 8
“Anda, y come tu pan con gozo, y bebe tu vino con alegre corazón;
porque tus obras ya son agradables a Dios. 8 En todo tiempo sean blancos tus
vestidos, y nunca falte ungüento sobre tu cabeza”.
Podemos andar en santidad en todo
momento porque somos la élite de Dios.
Juan 18: 6
Cuando venían por Jesucristo,
preguntaron por él.
“Cuando les dijo: Yo soy, retrocedieron, y cayeron a tierra”.
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