lunes, 20 de abril de 2015

La Élite de Dios



Élite es una minoría selecta, es grupo que se destaca y el término es utilizado en campos como el social, el deportivo y otros. Es un grupo que es lo mejor de lo mejor.

Lo que Dios nos va a ministrar hoy es quienes pertenecen o pertenecemos a su élite.

Jeremías 31: 11 – 14

“11 Porque Jehová redimió a Jacob, lo redimió de mano del más fuerte que él. 12 Y vendrán con gritos de gozo en lo alto de Sion, y correrán al bien de Jehová, al pan, al vino, al aceite, y al ganado de las ovejas y de las vacas; y su alma será como huerto de riego, y nunca más tendrán dolor. 13 Entonces la virgen se alegrará en la danza, los jóvenes y los viejos juntamente; y cambiaré su lloro en gozo, y los consolaré, y los alegraré de su dolor. 14 Y el alma del sacerdote satisfaré con abundancia, y mi pueblo será saciado de mi bien, dice Jehová”.

Ponga su nombre donde dice Jacob. Porque Yahvé redimió a Héctor, a Fanny a Carlos, a cada uno de nosotros. Redimir significa pagar un precio. En este caso Jesucristo pagó un precio para sacarnos de las fauces del infierno, de la condenación eterna. 

Nosotros estábamos sometidos a muchas cosas que por momentos son más fuertes que nosotros y Cristo empezó a mostrarnos que hay victoria, que podemos ser “más que vencedores”, que podemos ser la élite con él, en toda circunstancia. Podemos ser lo mejor de lo mejor y todas las situaciones y circunstancias se tienen que rendir bajo nuestros pies. 

En el versículo 13 nos dice que por esa redención, por esa libertad que tenemos en Jesucristo, por él haber pagado ese precio, nosotros tendremos diligencia: “correrán” hacia la bendición y hacia la plenitud que el reino de Dios trae. 

Vamos hacer mucho énfasis en “al pan, al vino y al aceite”. Ya sabemos quién es el pan de vida.

En el versículo 13 significa que por la redención, por estar Cristo en nuestro corazón nos dice que viene una alegría, que viene un gozo, que no habrá más tristeza. 

Muchas veces por las circunstancias a nosotros se nos descompone el rostro y pasamos un tiempo ahí aletargados y el diablo riéndose de nosotros en nuestras propias narices, y nos dejamos hacer esto sabiendo nosotros que Jesucristo ya pagó un precio, pero a nosotros nos toca “correr al pan, al vino y al aceite” y a veces no lo hacemos. 

De esa manera recibiremos, todos, una alegría, jóvenes, viejos, hombres mujeres, todos estaremos en  gozo porque el Espíritu Santo está en nosotros.

En el versículo 14: Pueblo, esta palabra es profética serás saciado del bien de Yahvé Dios. Esta palabra es para nuestras almas. Son tiempos finales, es tiempo de disfrutar en plenitud el reino de Dios, ya no hay disculpa. Dios está listo para darnos lo mejor de lo mejor de su reino, pero nosotros tenemos que correr, la élite de Dios tiene que “correr al pan, al vino y al aceite”. 

Si usted abre su corazón, con esta palabra no volverá a andar en ninguna derrota. 

1.       Qué es el pan

Juan 6: 31 – 36

31 Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: Pan del cielo les dio a comer. 32 Y Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: No os dio Moisés el pan del cielo, mas mi Padre os da el verdadero pan del cielo. 33 Porque el pan de Dios es aquel que descendió del cielo y da vida al mundo. 

34 Le dijeron: Señor, danos siempre este pan. 

35 Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás”.

En el 32 nosotros, con el Verbo de Dios tenemos la victoria, pero tenemos que correr al pan, tenemos que correr a Jesucristo.

Estamos parados en el reino de Dios, no en cualquier cosa. El diablo te está haciendo desdibujar por circunstancias, no le creas. Créele a Dios que te puede sacar de la olla más extrema. A cuantos ha sacado del vicio, de enfermedades y de tantas cosas. Corramos al pan bajado del cielo.

Los discípulos entendieron y le pidieron que les diera siempre de ese pan.

El pueblo, la élite de Dios correrá al pan, a la palabra de Dios, al Verbo de Dios, a las promesas de Dios, a las demandas de Dios y vivirán en libertad.

Este es el remanente de Dios que se niega a ser encasillado. Cristo le dio libertad a su pueblo que hacen entonces los líderes religiosos levándolo de acá para allá, cobrándole diezmos, aquí se enseña a ofrendarnos los unos a los otros como hacían los apóstoles en los primero tiempos. Nos ofrendamos los unos a los otros y eso es una gran bendición, pero hay que “correr al pan, al vino y al aceite”.

Usted puede decir: “papito Dios danos de ese pan siempre, nosotros corremos a ese pan”. Si tenemos esa actitud siempre, Dios mío dame ese pan siempre, si estamos metidos todos los días metidos en la palabra de Dios, comiendo en la palabra de Dios, usted es una persona en victoria.

Una de las características de Dios es correr al pan.

El versículo 35 dice que sus necesidades serán todas resueltas entonces que es lo  que hacemos tan agobiados tan entristecidos qué hacemos en esa maldita derrota del diablo, cuando Dios nos ha prometido la gran bendición. 

Él suplirá todo conforme a sus riquezas en gloria, las necesidades nos serán saciadas. 

Cristo nos redimió y como estamos libres podremos correr al pan, a comer la palabra de Dios.

Si nos metemos con Dios hay disciplina. De nosotros la disposición y la unción del Espíritu Santo fluye en poder.

El que viene al pan de vida nunca tendrá hambre y nunca tendrá sed. Que hacemos nosotros con esas angustias.

La elite se tiene que entrenar: congregarnos, reunirnos, los devocionales, vivir en santidad es parte de nuestro entrenamiento.

La gente está leyendo a Cristo, por doquier, es a través de nosotros.

I Samuel 21: 3 – 4

“3 Ahora, pues, ¿qué tienes a mano? Dame cinco panes, o lo que tengas. 4 El sacerdote respondió a David y dijo: No tengo pan común a la mano, solamente tengo pan sagrado; pero lo daré si los criados se han guardado a lo menos de mujeres”.

David estaba siendo perseguido por Saúl y llegó con su ejército hambrientos todos, y se encontró con el sacerdote Ahimelec.

Jesucristo es el sumo sacerdote de nosotros, es el pan vivo bajado del cielo, no es un pan común. El pan sagrado es la palabra de Dios. Es pan nos es dado si nos hemos guardado del pecado. A veces participamos de la mesa del Señor y lo hacemos indignamente, porque corremos a las promesas del Señor, pero  no estamos viviendo en santidad. No estamos viviendo para él.

Le recordamos a Dios las promesas pero él, por su Espíritu Santo, nos recuerda las demandas.

Hay que correr al pan, pero debidamente, Jesucristo es pan sagrado. Eso es lo que comemos aquí pan sagrado. Es mismo pan sagrado nos ayuda a santificarnos. Su palabra nos ayuda a apartarnos de toda maldad. Y pecado. 

Joel 2: 15- 19

“15 Tocad trompeta en Sion, proclamad ayuno, convocad asamblea.16 Reunid al pueblo, santificad la reunión, juntad a los ancianos, congregad a los niños y a los que maman, salga de su cámara el novio, y de su tálamo la novia. 17 Entre la entrada y el altar lloren los sacerdotes ministros de Jehová, y digan: Perdona, oh Jehová, a tu pueblo, y no entregues al oprobio tu heredad, para que las naciones se enseñoreen de ella. ¿Por qué han de decir entre los pueblos: Dónde está su Dios? 18 Y Jehová, solícito por su tierra, perdonará a su pueblo. 19 Responderá Jehová, y dirá a su pueblo: He aquí yo os envío pan, mosto y aceite, y seréis saciados de ellos; y nunca más os pondré en oprobio entre las naciones”.

Cuando usted no es la elite de Dios por no ser diligente ni correr al pan usted sufre oprobio, pues los problemas lo tienen tan contra del rincón que la gente le dice: “dónde está pues su Dios”. Se burlan de nosotros por no andar en recto camino con Dios.

Cada uno de nosotros que hemos recibido a Cristo somos sus sacerdotes. Hay que humillarse y decirle: “Dios mío yo quiero ser de su élite, yo quiero venir al pan papito Dios, al vino y al aceite. Yo quiero venir a comer de tu palabra, papito Dios ayúdame a salir de estas y estas áreas en la que todavía caigo. Cuando lo haces de todo corazón entonces ya no vienes ha ser el oprobio de las naciones, ni de tus vecinos que se ríen de ti.

En el versículo 18. Yahvé redimió y corremos hacia el pan y Dios solicito y diligente por su pueblo lo saciará.
Hay que humillarse delante de Dios. “Dios yo reconozco esto y aquello que está frenando estas bendiciones”. Gay que ser sinceros  con Dios para saber qué es lo que está parando las bendiciones.

Quiero correr a las promesas, pero primero a las demandas, quiero vivir en obediencia, quiero vivir en santidad. Y ahí sí que venga la lluvia de bendiciones sobre mi vida. Cuando así lo hacemos papito Dios solícito por nosotros, solícito por nuestros hogares o por el templo que somos cada uno de nosotros, lo levanta lo liberta, viene la bendición integral. Pero “si se humillare mi pueblos, sobre el cual mi nombre es invocado”.

En cantares 1: 3 dice: “y tu nombre oh Yahvé (o tu nombre oh Jesucristo) es como un ungüento fino sobre nuestra vida”.

Tenemos que sacudirnos de la mediocridad y correr al pan, a las demandas y a las promesas de Dios.
Se llegó la hora porque sin santidad nadie volará en el rapto.

2.       Correr al vino

La palabra en nuestras vidas produce mucha fe, santidad, nos hace apartar de muchas cosas, de muchos errores. 

Juan 2: 1 11

“1 Al tercer día se hicieron unas bodas en Caná de Galilea; y estaba allí la madre de Jesús. 2 Y fueron también invitados a las bodas Jesús y sus discípulos. 3 Y faltando el vino, la madre de Jesús le dijo: No tienen vino. 4 Jesús le dijo: ¿Qué tienes conmigo, mujer? Aún no ha venido mi hora.
5 Su madre dijo a los que servían: Haced todo lo que os dijere. 6 Y estaban allí seis tinajas de piedra para agua, conforme al rito de la purificación de los judíos, en cada una de las cuales cabían dos o tres cántaros.
7 Jesús les dijo: Llenad estas tinajas de agua. Y las llenaron hasta arriba.
8 Entonces les dijo: Sacad ahora, y llevadlo al maestresala. Y se lo llevaron. 9 Cuando el maestresala probó el agua hecha vino, sin saber él de dónde era, aunque lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua, llamó al esposo, 10 y le dijo: Todo hombre sirve primero el buen vino, y cuando ya han bebido mucho, entonces el inferior; mas tú has reservado el buen vino hasta ahora.
11 Este principio de señales hizo Jesús en Caná de Galilea, y manifestó su gloria; y sus discípulos creyeron en él”.

En el 6 se ve la fe de María sabía a quién le estaba pidiendo. Oro y luego actuó en fe.

Nosotros a veces oramos y cuando salimos de la oración decimos: “ah no aquí no pasó nada”

Tenemos que ser la élite de Dios no nos queda otro camino hay que correr. 

En el 6 Jesús mandó a llenar las tinajas de agua. Recipientes que somos nosotros y el agua también tipifica la palabra de Dios.

Usted es recipiente, es templo del Espíritu Santo. Cuando recibió a Jesucristo, llegó el Espíritu Santo y lo hizo su templo y dice la palabra: “y todo su templo respira su gloria”. 

Somos templos del Espíritu Santo, ¿Por qué seguimos viviendo e esa maldita derrota?, es tiempo, iglesia, de despertar y es con todo que nos tenemos que meter con Dios.

Somos recipientes de barro sí, pero donde mora la excelencia del conocimiento de Dios.

Hay más de mil religiones en el mundo, pero usted acá no se matriculó en ninguna religión, usted está en una parte del cuerpo universal de nuestro Señor Jesucristo, tenemos muchos hermanos en muchas partes. Pero ¿cómo se distingue la verdadera Iglesia de nuestro Señor Jesucristo? Se conoce por el fruto del Espíritu Santo, no por un letrero en la puerta, la Iglesia de nuestro Señor Jesucristo es gente llena, rebosantes del Espíritu de Dios, por eso se distingue: “por los frutos los conoceréis”, no por la religión que se practique o por el grupo de oración al que se asiste. 

Porque estando en este grupo también se puede ser religioso. Un religioso viene, ora, canta alabanzas y no pasa nada. No abre su corazón, no hay cambios, no hay transformación en su vida.

¿Cómo se transforma el agua en vino y qué significa el vino? Más bien, ¿Quién la convierte en vino? Cuando obedecemos y corremos al pan y llenamos nuestra vida, nuestro corazón pensamiento, emociones y voluntad de la bendita palabra de Dios, inexorablemente está la profecía de Dios y esa llenura de Palabra se tiene que convertir en vino. Porque el reino de Dios no solamente es justicia sino paz y gozo.

El vino habla del gozo, tengo gozo a pesar de las dificultades. Yo le puse los problemas a Dios y yo sé que él los resuelve, aleluya, gloria a Dios: Hago lo que tenga que hacer porque Dios está al frente de todas mis cosas. 

El agua, el pan, que tipifican, la palabra de Dios, se convierte en vino y nos da gozo y alegría.
Tenemos que estar en el reino de Dios, llenos de gozo, porque si estamos en la carne y vamos a hacer una liberación no pasa nada. 

El mundo espera una élite de Dios, esa que corra al pan, al vino y al aceite.

Para que la gente crea y venga arrodillada a los pies de nuestro Señor Jesucristo, a nosotros, inexorablemente, nos tienen que seguir las señales y los prodigios: sanidades, milagros de toda índole, liberaciones por dónde sea por el Espíritu Santo, a medida que vamos permitiendo que el agua se transforme en vino.
Las personas que están afuera están esperando a esta gente que esté llena del Espíritu Santo de Dios: miremos que dice “manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en él”.

Si queremos que nuestras familias y los que nos rodean crean en nuestro Señor Jesucristo, tenemos que correr al pan y ahora al vino y tener gozo y alegría.

Si usted está en derrota, usted no pertenece a la élite de Dios.

Después de haber recibido a Cristo y haber nacido de nuevo tenemos que mantenernos en ese nuevo nacimiento. Si usted está en derrota, esta palabra no es para condenarlo sino para que salgamos de ahí, para levantarnos y decirnos: sí se puede.

Marcos 2: 22

“Y nadie echa vino nuevo en odres viejos; de otra manera, el vino nuevo rompe los odres, y el vino se derrama, y los odres se pierden; pero el vino nuevo en odres nuevos se ha de echar”.

Tenemos que nacer de nuevo para que haya fruto. Tenemos que estar orgullosos de ser cristianos y ser hijos de Dios. Hoy salimos nuevos de acá, no podemos seguir igual. 

3.       Correr al aceite

Ya vimos cómo se transforma el agua en vino, ahora vamos a ver cómo se transforma el vino en aceite.

II Reyes 4: 1 – 6

“1 Una mujer, de las mujeres de los hijos de los profetas, clamó a Eliseo, diciendo: Tu siervo mi marido ha muerto; y tú sabes que tu siervo era temeroso de Jehová; y ha venido el acreedor para tomarse dos hijos míos por siervos. 2 Y Eliseo le dijo: ¿Qué te haré yo? Declárame qué tienes en casa. Y ella dijo: Tu sierva ninguna cosa tiene en casa, sino una vasija de aceite. 3 Él le dijo: Ve y pide para ti vasijas prestadas de todos tus vecinos, vasijas vacías, no pocas. 4 Entra luego, y enciérrate tú y tus hijos; y echa en todas las vasijas, y cuando una esté llena, ponla aparte. 5 Y se fue la mujer, y cerró la puerta encerrándose ella y sus hijos; y ellos le traían las vasijas, y ella echaba del aceite. 6 Cuando las vasijas estuvieron llenas, dijo a un hijo suyo: Tráeme aún otras vasijas. Y él dijo: No hay más vasijas. Entonces cesó el aceite”.

En el versículo 1 esa mujer, viuda le está hablando al profeta, al hombre de Dios, ella para poder pedir le dice primero que su esposo andaba en justicia, era temeroso de Dios, andaba en los preceptos, en las ordenanzas de Dios. Por eso nosotros tenemos que andar en obediencia. Nos estamos perdiendo unas manifestaciones muy grandes en nuestras vidas, que ya dijo Dios que se iban a dar, pero nosotros a veces sí y a veces no. Esta es la hora de prendernos del todo.

En el versículo 2 el profeta le dijo qué tienes, algo hay que tener por poco que sea. ¿Qué tenemos nosotros para ofrecerle a Dios, para que el haga los milagros? Él quiere todo nuestro corazón, nuestra bendita disposición. 

Dios dice: “sean diligentes en mis cosas que yo les voy a dar lo mejor de lo mejor”. Nosotros no nos hemos decidido de corazón y por eso no recibimos todo lo que Dios tiene para nosotros. 

En el versículo 3 le dice el profeta que pida vasijas y que no sean pocas. Nosotros a veces pedimos como limitando a Dios.  Dios es de abundancia y se puede pedir en cantidad, pero antes debemos correr al pan y al vino para que venga la manifestación del aceite. 

Vamos a ver como se cambia este vino en aceite, para que seamos llenos tenemos que estar dispuestos. Para llenar un vaso de agua hay que poner el vaso debajo de la canilla. Humillados delante de la presencia de Dios para que Él nos exalte delante de toda situación y llegue el aceite de Dios, el refrigerio de Dios, el bálsamo de Dios, lo sobrenatural de Dios.

Cuando dice no pocas es porque hay que renovar el aceite. Cada vez que nos reunamos o nuestro devocional digámosle: “quiero ser más lleno de ti, voy hacia algo distinto”.

En el versículo 5 ese entrar en su casa con sus hijos habla de intimidad. Entra usted en intimidad con Dios.
La mujer estaba dispuesta pidió más vasijas. El aceite se fue cuando no había vasijas. En nuestro caso es no dejar acabar las vasijas y que siempre le pidamos a Dios que nos siga renovando, porque si no, ya no habrá más aceite.

Cuando usted se cree muy lleno de Dios empieza a relajarse y no busca más a Dios. Debe ser al contrario mientras más llenos, más dispuestos a ser llenados debemos estar para que el aceite no se acabe nunca.
¿Cómo se convierte el vino en el aceite? El vino es tipo del gozo y la alegría, el aceite es la unción y le poder del Espíritu Santo de Dios, para hacer lo sobrenatural y llegar a las almas perdidas en puro poder, que los demonios nos vean y tengan que replegarse.

Los endemoniados reconocían a Jesucristo y sigue siendo así lo siguen reconociendo y reconocen a la élite de Dios. Nosotros pos su Espíritu Santo podemos ser elite, somos su cuerpo. ¿Qué pasa iglesia?
¿Por qué a unos pocos les está sucediendo los sobrenatural y a usted no? Porque usted no se está disponiendo.

Ese gozo se convierte en aceite. Cuando yo, mi vasija se humilla delante de Dios, ya paso de esa agua, la palabra,  y se convierte en vino, en gozo y alegría y ahora como estoy tan lleno de es gozo y esa alegría, tengo para dar y para compartir y eso es la unción. Veamos a través de la palabra:

Salmo 23: 5

Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores; unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando”.

Eso es lo que pasa cuando estoy tan lleno. Cuando un recipiente está rebozando hay derramamiento y cuando hay derramamiento, como pasó en Pentecostés hay cosecha de almas porque la siega ha llegado. Jesucristo nos necesita, somos sus manos, somos sus pies, somos su cuerpo. El Espíritu Santo quiere utilizar a cada uno de nosotros. Aquí no hay nadie más ungido que otros hemos bebido de la misma agua, hemos comido del mismo pan. No hay tiempo que perder somos la élite de Dios y hay que correr al pan, al vino y al aceite, para que nuestros enemigos sean avergonzados.

Mi copa está rebozando del bien, del poder y de la unción.

Que para el que quiera esta unción, amén que así se cumpla: llenos de poder, llenos del Espíritu Santo y que esas manos levantadas sirvan para sanar y liberar. Te damos gracias Jesucristo porque tu unción baje hacia su pueblo. 

Gracias porque el agua se convierte en vino y este en aceite. 

Conclusión

Eclesiastés 9: 7 – 8

“Anda, y come tu pan con gozo, y bebe tu vino con alegre corazón; porque tus obras ya son agradables a Dios. 8 En todo tiempo sean blancos tus vestidos, y nunca falte ungüento sobre tu cabeza”.

Podemos andar en santidad en todo momento porque somos la élite de Dios.

Juan 18: 6

Cuando venían por Jesucristo, preguntaron por él.

“Cuando les dijo: Yo soy, retrocedieron, y cayeron a tierra”.

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