En oración pedimos la presencia de
Dios, pedimos esa presencia, pero no es sentirla por momentos, la presencia de
Dios hay que vivirla cada día en nuestras vidas. ¿Cuántos estamos faltos del
fruto del Espíritu Santo?
Cuando hay presencia de Dios en nuestras vidas hay descanso y refrigerio
para nuestras almas, hay gozo y hay paz.
¿Cuántas veces nos dejamos sacar
de ese gozo y esa paz y nos ofuscamos?
Nada nos puede quitar la paz.
¿Cuántas veces la gente obedece
por miedo al castigo? Dios quiere que le obedezcamos por amor a él, que todo lo
hagamos por amor a él. Ese es el temor de Dios en nuestras vidas, sabiendo que los
ojos de Dios están sobre nosotros en todo lo que hacemos. Dios quiere
sinceridad en nuestro corazón.
Yo le decía: “Señor, cuán difícil
es predicar tu palabra, porque tu palabra demanda santidad y obediencia”. El
vaso que se para aquí tiene que vivir la palabra, uno no se puede parar aquí
fingiendo cosas que no son.
Dice la palabra que seremos
transformados de gloria en gloria en la imagen de Jesucristo.
Debemos estar a cara abierta,
nada de hipocresías, ni de máscaras ante su presencia, porque Dios lo que
quiere para derramar su presencia es vasos limpios delante de él.
Nos dejamos robar la paz muy
fácilmente, en la vida diaria, en el hogar, en el trabajo, nos ofuscamos
fácilmente.
Dios quiere que demos ese fruto.
Muchas veces no pedimos perdón cuando nos equivocamos, no reconvenimos el camino,
ofendemos y somos ofendidos y no pedimos perdón. No pedimos perdón a nuestro
hermano, a veces venimos a la oración y estamos con resentimientos y con raíces
de amargura en nuestro corazón.
¿Qué le podemos ofrecer al Señor,
si todo lo que hay en la tierra, todo es de él? Dios quiere de nosotros un corazón
que se doblegue ante él, un corazón contrito y humillad.
Éxodo 33: 1 – 3
“Jehová dijo a Moisés: Anda, sube de aquí, tú y el pueblo que sacaste de
la tierra de Egipto, a la tierra de la cual juré a Abraham, Isaac y Jacob,
diciendo: A tu descendencia la daré; y yo enviaré delante de ti el ángel, y
echaré fuera al cananeo y al amorreo, al heteo, al ferezeo, al heveo y al
jebuseo (a la tierra que fluye leche y miel); pero yo no subiré en medio de ti,
porque eres pueblo de dura cerviz, no sea que te consuma en el camino”.
Dios estaba dolido con el pueblo
porque Moisés había subido por los mandamientos y se demoró cuarenta días y el
pueblo se desenfreno y se olvidó quién era el que lo había sacado de Egipto.
Dios se duele porque fácilmente se nos olvida de dónde nos sacó el Señor, se
nos olvida lo que Dios ha hecho en nuestras vidas.
Que no sea que cuando Jesucristo
venga estemos adorando un becerro, adorando otros dioses o dándonos la gloria
los unos a los otros. La palabra de Dios dice en Romanos 8: “¿quién nos
separará del amor de Dios que es en Cristo Jesús Señor nuestro?”.
Hemos visto en el camino de Dios
cuántas personas pierden la presencia de Dios. Adán y Eva por codiciar
perdieron la presencia de Dios en el Huerto. Saúl por querer la gloria del
pueblo perdió la presencia de Dios en su vida.
Cuántas veces cambiamos la
presencia de Dios por cualquier cosa, que la esposa, que los hijos. Cuántos,
muchas veces, quieren agradar a su familia, a su esposa antes que a Dios.
Cuántos vienen un día y no
vuelven. Cuántos vienen y dicen que están con Dios y vemos en el camino como se
van quedando.
Es por la misericordia de Dios
que nosotros podemos perseverar y llegar hasta el final. Hay que pedirle a Dios
que nos ayude a terminar la carrera.
Mucha s veces vamos hasta detrás de
nuestros anhelos queriendo agradarnos más a nosotros mismos que a Dios.
Que cuando lleguemos a esa meta
podamos decir, Señor aquí estoy y mi galardón está en ti, Señor.
Dios nos pregunta en esta mañana ¿cuán
importante es la presencia de Dios en tu vida?
Si la presencia de Dios fuera tan
importante en nuestras vidas, nosotros le permitiríamos a Dios que moldeara
nuestros corazones, que nos transformara porque la presencia de Dios no se
puede derramar en un corazón endurecido, no se puede derramar en un corazón ansioso,
en un corazón soberbio, en un corazón con ira, en un corazón con
resentimientos.
¿Contamos nosotros con Dios en
nuestros sueños y en nuestros anhelos?, ¿las decisiones que hemos tomado van de
la mano y de la guía de Dios?
Éxodo 33: 4 - 11
“Y oyendo el pueblo esta mala noticia, vistieron luto, y ninguno se
puso sus atavíos. Porque Jehová había dicho a Moisés: Di a los hijos de Israel:
Vosotros sois pueblo de dura cerviz; en un momento subiré en medio de ti, y te
consumiré. Quítate, pues, ahora tus atavíos, para que yo sepa lo que te he de
hacer. Entonces los hijos de Israel se despojaron de sus atavíos desde el monte
Horeb. Y Moisés tomó el tabernáculo, y lo levantó lejos, fuera del campamento,
y lo llamó el Tabernáculo de Reunión. Y cualquiera que buscaba a Jehová, salía
al tabernáculo de reunión que estaba fuera del campamento. Y sucedía que cuando
salía Moisés al tabernáculo, todo el pueblo se levantaba, y cada cual estaba en
pie a la puerta de su tienda, y miraban en pos de Moisés, hasta que él entraba
en el tabernáculo. Cuando Moisés entraba en el tabernáculo, la columna de nube
descendía y se ponía a la puerta del tabernáculo, y Jehová hablaba con Moisés.
Y viendo todo el pueblo la columna de nube que estaba a la puerta del
tabernáculo, se levantaba cada uno a la puerta de su tienda y adoraba. Y
hablaba Jehová a Moisés cara a cara, como habla cualquiera a su compañero. Y él
volvía al campamento; pero el joven Josué hijo de Nun, su servidor, nunca se
apartaba de en medio del tabernáculo”.
Sólo Moisés entraba en comunión
con Dios. Sólo Moisés amaba la presencia de Dios.
El pueblo adoraba a Dios, pero no
hablaba cara a cara con Dios.
Cuántos viven de religiosidad,
cuántos viven de decir soy cristiano, pero cuantos pueden sentir la presencia
de Dios.
Sin embargo en Josué había hambre
y necesidad de Dios. Dios no consumía a Josué porque había un corazón dispuesto
en él.
El sucesor de Moisés fue Josué,
no fue Aarón porque este permitió que el pueblo se prostituyera, tras ese
becerro de oro. El pueblo entregó sus alhajas y él, con sus manos, le dio forma.
Cuántos anhelamos la presencia de
Dios en este lugar y para el que obedece hay una gran bendición. El
congregarnos es una gran bendición.
Dios dice que cuando andamos en
obediencia él nos pone por cabeza y no por cola; y ninguna de las maldiciones
de la desobediencia nos tocará.
Dios pide que seamos obedientes
para que su sanidad, su provisión esté sobre nuestras vidas.
Éxodo 33: 12 - 13
“Y dijo Moisés a Jehová: Mira, tú me dices a mí: Saca este pueblo; y tú
no me has declarado a quién enviarás conmigo. Sin embargo, tú dices: Yo te he
conocido por tu nombre, y has hallado también gracia en mis ojos. Ahora, pues,
si he hallado gracia en tus ojos, te ruego que me muestres ahora tu camino,
para que te conozca, y halle gracia en tus ojos; y mira que esta gente es
pueblo tuyo”.
Moisés sabía que él, sin Dios,
nada podía hacer. Muchas veces nosotros queremos cambiar nuestras familias,
pero es Dios quien lo hace cuando nosotros ponemos los ojos en él.
Moisés imploraba la misericordia
de Dios sobre su pueblo. Un día Dios le dijo a Moisés: “raeré este pueblo y yo
te daré otro pueblo”, pero Moisés seguía rogando por ese pueblo rebelde. ¿Nosotros
si rogamos por nuestras familias?, ¿nosotros intercedemos por las promesas que
Dios nos ha dado?
Éxodo 33: 14
“Y él dijo: Mi presencia irá contigo, y te daré descanso”.
La presencia de Dios en nuestras
vidas nos lleva a pastos verdes. El Salmo 23 dice que en pastos delicados me hará
descansar.
Yo creo en mi corazón que lo que Dios
ha prometido él lo cumplirá, pero tenemos que marcar el paso.
Josué no se apartaba del tabernáculo
y anhelaba la presencia de Dios en su vida.
Éxodo 33: 15
“Y Moisés respondió: Si tu presencia no ha de ir conmigo, no nos saques
de aquí”.
¿Tú le dices así a Dios?: Señor
tengo este sueño y este anhelo, pero si no es tuyo no me permitas hacerlo.
Si tu presencia no ha de estar
conmigo en este proyecto no me permitas hacerlo.
Yo sin el Espíritu Santo no soy
nada y aquí ninguno de nosotros somos nada sin el poder del Espíritu Santo, por
eso el que se gloríe, gloríese en el Señor, porque los dones le pertenecen a
él. Gracias a Dios porque utiliza vasos de barro y en ellos deposita su excelencia.
Éxodo 33: 16 - 20
“¿Y en qué se conocerá aquí que he hallado gracia en tus ojos, yo y tu
pueblo, sino en que tú andes con nosotros, y que yo y tu pueblo seamos
apartados de todos los pueblos que están sobre la faz de la tierra? Y Jehová
dijo a Moisés: También haré esto que has dicho, por cuanto has hallado gracia
en mis ojos, y te he conocido por tu nombre. El entonces dijo: Te ruego que me
muestres tu gloria. Y le respondió: Yo haré pasar todo mi bien delante de tu
rostro, y proclamaré el nombre de Jehová delante de ti; y tendré misericordia
del que tendré misericordia, y seré clemente para con el que seré clemente.
Dijo más: No podrás ver mi rostro; porque no me verá hombre, y vivirá”.
Moisés halló gracia en los ojos
de Dios.
La gracia de Dios está en
nosotros cuando hay un corazón que se doblega delante de él. Dios lo que quiere
de nosotros es nuestro corazón, quiere que nuestro corazón sea morada para él.
Romanos 8: 28
“Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien,
esto es, a los que conforme a su propósito son llamados”.
Los buenos momentos, los malos
momentos, las circunstancias que estemos pasando, para los que amamos a Dios
nos ayudan a bien.
¿Crees que Dios te sacó del mundo
para dejarte triste y arruinado?, ¿crees que Dios te sacó del mundo para
dejarte tirado? Dios te sacó de allí, te llamó, te santificó para mostrar su
gloria en cada uno de nosotros.
Romanos 8: 29
“Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen
hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre
muchos hermanos”.
Dios cuando empieza una obra la
termina, no fue por casualidad que un día alguien te hablo de Dios, ya estábamos
en los planes, en los pensamientos, en los propósitos de Dios.
¿Cuánto se demoró para que José
fuera gobernador de Egipto? David fue ungido para llegar al trono, pero pasó
mucho tiempo para que llegara. En ese tiempo Dios moldee el orgullo y la soberbia.
Dejemos que el moldee nuestro corazón.
Nosotros no podemos cambiar ni
transformar nuestra familia en nuestras fuerzas, pero si buscamos la presencia
de Dios y permitimos que moldee nuestro corazón entonces él trabaja con
nuestras familias.
Nosotros somos el fruto de la
obediencia de Jesucristo. Cristo no dijo que iba a hacer otra cosa sino que fue
a la cruz del calvario como era la voluntad del Padre.
Dice la Escritura que fue tanta la
angustia de Jesucristo que vino un ángel del cielo para fortalecerle. Dios se
valdrá de cualquier cosa para fortalecer nuestras vidas.
Romanos 8: 30 - 32
“Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a
éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó.
¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino
que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las
cosas?”
Dios nos dio a su propio hijo.
Dice “¿cómo no nos dará también
con él todas las cosas?” Todas las cosas.
Romanos 8: 33
“¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica.
¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aún, el que también
resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por
nosotros. ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o
persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito: Por causa de ti somos
muertos todo el tiempo; somos contados como ovejas de matadero. Antes, en todas
estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo
cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados,
ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra
cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor
nuestro”.
¿Cuántos están convencidos en
esta mañana, que ni el amor de ningún ser humano, ni el apego hacia nuestros
hijos, ni el amor ni el apego hacia nuestras esposas y esposos, nada podrá
separarnos del amor de Dios que es en Cristo Jesús.
El hombre falla y es inconstante, hoy te dice sí y mañana no, pero
el amor de Dios permanece para siempre y nada nos separará de él.
El diablo te dice: es imposible
que esa situación cambie, pero Jesucristo dice que sí.
Yo creo como dijo Job que mi
redentor vive. Job lo creyó en medio de esa enfermedad, de la pérdida de su
familia, en medio de la pérdida de sus finanzas, en medio de que estaba todo
destruido, en medio de todo esto Job pudo decir: yo creo, yo confío que mi
redentor vive.
La palabra de Dios dice levántate
y resplandece porque ha venido tu luz y la gloria de Dios ha nacido sobre ti.
Cuando Moisés subió al monte se
veía cara a cara con Dios y dice que su rostro se iluminaba y dice que tenía
que cubrirlo con un velo para que el pueblo no temiera. En Jesucristo fue
quitado ese velo.
En Jesucristo nosotros podemos
heredar las grandes promesas de Dios. Nos ha dado poder y autoridad sobre toda
fuerza del enemigo y nada nos dañará.
Cristo es la luz verdadera que
resplandece en medio de las tinieblas, él es la luz de nuestras vidas.
Cuando Pablo vio una luz en el
camino, era Jesús que le decía dura cosa es dar coces contra el aguijón, por
qué me persigues Pablo y lo tumbón del caballo. Dios tenía un propósito con
Pablo y este estuvo ciego por mucho tiempo.
A veces el enemigo quiere poner
veneno en nuestros corazones haciéndonos creer que nos somos nada, que no somos
dignos de que el Señor nos use, de que el Señor haga maravillas en nuestras
vidas, que para Dios es imposible, pero ese velo es quitado en Jesucristo y por la sangre de ese Cordero, por lo que
hizo en la cruz, tenemos hoy nuestra bendición y nos paramos firmes en ella.
Dice en Filipenses 2: 15: “para que seáis irreprensibles y sencillos,
hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en
medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo;” Sí se puede con
la ayuda del Espíritu Santo.
Cuando eres humilde, Dios quita
la mancha de tu corazón y te hace brillar en medio de una generación maligna y perversa.
No dice que todo va a ser bueno, ni que va a ser fácil, dice: “en medio de una generación
maligna y perversa”.
¿Viniste hoy para seguir en la
misma condición y que las obras de la carne se manifiesten en tu vida?, sabiendo
que tienes la presencia de Dios en tu corazón, el Espíritu Santo en tu vida.
Dice la palabra en Isaías 60 1 –
3
“Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová
ha nacido sobre ti. Porque he aquí que tinieblas cubrirán la tierra, y
oscuridad las naciones; mas sobre ti amanecerá Jehová, y sobre ti será vista su
gloria. Y andarán las naciones a tu luz, y los reyes al resplandor de tu
nacimiento”.
Esa luz en nuestras vidas es
Cristo.
En Isaías 60: 15 dice
“En vez de estar abandonada y aborrecida, tanto que nadie pasaba por ti,
haré que seas una gloria eterna, el gozo de todos los siglos”
En Isaías 19 dice:
“El sol nunca más te servirá de luz para el día, ni el resplandor de la
luna te alumbrará, sino que Jehová te será por luz perpetua, y el Dios tuyo por
tu gloria”.
Dios puso su gloria en nuestras
vidas. Dile Aquí está mi corazón saca el engaño, la mentira, la ira de mi
corazón. Dile Señor cámbiame.