domingo, 20 de marzo de 2016

Restauración total



Si usted se dispone ante esta palabra va a ver una restauración total en su vida, en su hogar, en su empleo. Si crees esta palabra va a ver una restauración total en su vida. 

Jeremías 15: 19 – 21

Por tanto, así dijo Jehová: Si te convirtieres, yo te restauraré, y delante de mí estarás; y si entresacares lo precioso de lo vil, serás como mi boca. Conviértanse ellos a ti, y tú no te conviertas a ellos. Y te pondré en este pueblo por muro fortificado de bronce, y pelearán contra ti, pero no te vencerán; porque yo estoy contigo para guardarte y para defenderte, dice Jehová. Y te libraré de la mano de los malos, y te redimiré de la mano de los fuertes”.

Este versículo, el Señor, lo ha traído por medio de muchos vasos. Si lo vuelve a traer es porque Dios quiere que lo recordemos siempre. 

Estos caminos del Señor no son fáciles, son duros, si fueran fáciles esto estaría lleno a reventar. Al mundo le cuesta renunciar a todas las atadura. Al que venciere Dios le dará la corona.

Si te convirtieres yo te restauraré. Que donde vayas seas bendición y lo que toquen tus manos sea de bendición.

1.       Arrepentimiento genuino

Para que haya una restauración total tiene que haber un verdadero arrepentimiento. Sin arrepentimiento no hay restauración total.

Salmo 51: 1- 12

Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia; conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones. Lávame más y más de mi maldad, y límpiame de mi pecado. Porque yo reconozco mis rebeliones, y mi pecado está siempre delante de mí. Contra ti, contra ti solo he pecado, y he hecho lo malo delante de tus ojos; para que seas reconocido justo en tu palabra, y tenido por puro en tu juicio. He aquí, en maldad he sido formado, y en pecado me concibió mi madre. He aquí, tú amas la verdad en lo íntimo, y en lo secreto me has hecho comprender sabiduría. Purifícame con hisopo, y seré limpio; lávame, y seré más blanco que la nieve. Hazme oír gozo y alegría,  se recrearán los huesos que has abatido. Esconde tu rostro de mis pecados, y borra todas mis maldades. Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí.  No me eches de delante de ti, y no quites de mí tu santo Espíritu. Vuélveme el gozo de tu salvación, y espíritu noble me sustente”.

Que el Señor borre todos lo malo que hay en nuestros corazones para que podamos recibir esta restauración total.

Con este salmo puedes pedir perdón a Dios y si lo haces de recto corazón, él te perdonará.

Apocalipsis 3: 15 – 18

Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente! Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca. Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo. Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas. Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete. He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo”.

Si eres tibio pídele perdón a Dios. 

En una religión entras y sales. Y de pronto haces lo mismo en un grupo de oración como éste. Y eso no es o no debe ser así.

Uno puede no tener una moneda, pero espiritualmente lo tenemos todo.

Al que dice tener y no tiene a Cristo la escritura le dice miserable y pobre y desventurado.

Las riqueza no les están negadas a los hijos de Dios, por el contrario él nos sobreabunda (Deuteronomio 8:18), pero no debemos poner la mirada en las riquezas, en el dinero, si lo tenemos. Debemos poner los ojos en Dios.

Dios nos castiga puesto que nos ama. Con esto se rebate un argumento de la nueva era y de algunas denominaciones que dicen que Dios no castiga. 

Cuando Dios nos castiga es por nuestra culpa, por nuestra responsabilidad.

El que es de Dios, es de Dios y él lo trae a sus pies como sea.

2.       Humillación

I Pedro 5: 6 – 7

Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo; echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros”.

No es en el tiempo mío sino en el de Dios.

Nos humillamos delante los impíos, nos humillamos delante de Dios.

Él tiene cuidado de todos nosotros. Él sabe cuáles son nuestras necesidades.

Deuteronomio 26: 16 – 19

Jehová tu Dios te manda hoy que cumplas estos estatutos y decretos; cuida, pues, de ponerlos por obra con todo tu corazón y con toda tu alma. Has declarado solemnemente hoy que Jehová es tu Dios, y que andarás en sus caminos, y guardarás sus estatutos, sus mandamientos y sus decretos, y que escucharás su voz. Y Jehová ha declarado hoy que tú eres pueblo suyo, de su exclusiva posesión, como te lo ha prometido, para que guardes todos sus mandamientos;  a fin de exaltarte sobre todas las naciones que hizo, para loor y fama y gloria, y para que seas un pueblo santo a Jehová tu Dios, como él ha dicho”.

En una palabra esto es obediencia.

Para que haya una restauración total en nuestra vida Dios nos manda a que cumplamos sus estatutos y decretos.

Repite conmigo: “yo declaro solemnemente hoy, que Jehová es mi Dios y que andaré en sus caminos, que guardaré sus estatutos, sus mandamientos y decretos. Que escucharé su voz por toda la eternidad y que nunca más me apartaré de ti. Hago pacto hoy contigo de una restauración total y arrebato 77 veces siete todo lo que Satanás me ha quitado y declaro que todas mis bendiciones son para mí, para disfrutarlas con mi familia si tú lo permites, gracias, Señor”.

Lo que acabamos de hacer una cosa muy importante, porque al Señor no le podemos incumplir los pactos. Hubiera sido mejor no hacerlo.

3.       El pacto renovado

Hacemos un compromiso de restauración total.

Éxodo 34: 1 – 10

Jehová dijo a Moisés: Alísate dos tablas de piedra como las primeras, y escribiré sobre esas tablas las palabras que estaban en las tablas primeras que quebraste. Prepárate, pues, para mañana, y sube de mañana al monte de Sinaí, y preséntate ante mí sobre la cumbre del monte. Y no suba hombre contigo, ni parezca alguno en todo el monte; ni ovejas ni bueyes pazcan delante del monte. Y Moisés alisó dos tablas de piedra como las primeras; y se levantó de mañana y subió al monte Sinaí, como le mandó Jehová, y llevó en su mano las dos tablas de piedra. Y Jehová descendió en la nube, y estuvo allí con él, proclamando el nombre de Jehová. Y pasando Jehová por delante de él, proclamó: ¡Jehová! ¡Jehová! fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad; que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado, y que de ningún modo tendrá por inocente al malvado; que visita la iniquidad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos, hasta la tercera y cuarta generación.  Entonces Moisés, apresurándose, bajó la cabeza hacia el suelo y adoró. Y dijo: Si ahora, Señor, he hallado gracia en tus ojos, vaya ahora el Señor en medio de nosotros; porque es un pueblo de dura cerviz; y perdona nuestra iniquidad y nuestro pecado, y tómanos por tu heredad. Y él contestó: He aquí, yo hago pacto delante de todo tu pueblo; haré maravillas que no han sido hechas en toda la tierra, ni en nación alguna, y verá todo el pueblo en medio del cual estás tú, la obra de Jehová; porque será cosa tremenda la que yo haré contigo”.

El pacto es con cada uno de nosotros, el Señor lo está sellando en el versículo 10. Hará maravillas con cada uno de nosotros, si cumplimos. Gracias Señor por este pacto que hoy sellamos contigo, no permitas que volvamos atrás. Llénanos de ti. Que te pongamos siempre en el primer lugar. Que tú seas nuestra restauración total, Te amamos, Señor. Me la llevo hoy toda con esta palabra, restauración total, espiritual, financiera, familiar, lo que tú quieras hacer, Señor. Bendito seas, Señor, santo, santo, santo es tu nombre. Sé celoso con nosotros y disciplínanos si nos tienes que disciplinar. No permitas que nuestras almas se pierdan.

Levítico 26: 9

“Porque yo me volveré a vosotros, y os haré crecer, y os multiplicaré, y afirmaré mi pacto con vosotros”.

4.       Consignar

I Tesalonicenses 5: 6

Por tanto, no durmamos como los demás, sino velemos y seamos sobrios”.

Los demás son los que no buscan a Cristo.

En el trabajo o caminando por ahí podemos orar y repetir versículos de la Biblia.

I Tesalonicenses 5: 16 – 18

Estad siempre gozosos. Orad sin cesar.  Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús”.

Pase lo que pase  que el dolor no nos quite el gozo. Pidámosle a Dios que nos quite la angustia y la tristeza cuando nos pase algo.

Tenemos que consignar oración a la cuenta del Reino de los cielos.

5.       Vida Eterna

Un regalo, un tesoro, es una maravilla

Apocalipsis 2: 7

El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios”.

Queremos esto, una restauración total comiendo del árbol de la vida.

Apocalipsis 2: 17

El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, daré a comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe”.

Apocalipsis 2: 26

“Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones,”

Al que venciere. No al cobarde, no al que pierda. Al que se esfuerce, al atrevido, al que arrebate.

Apocalipsis 3:5

El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles”.

Queremos estar con esas vestiduras. 

Apocalipsis 3: 12

Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo”.

Apocalipsis 21: 7

Con este versículo sellamos esta palabra, vamos a leerlo todos en voz alta, al unísono.

“El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo”.

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