domingo, 28 de agosto de 2016

Ríos de agua viva



Juan 7: 37 – 39

En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva. Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado”.

Todos tenemos necesidades, pero si tenemos a Cristo él nos fortalece. 

Hay que volver al primer amor, al amor que sentíamos cuando empezamos el camino del Señor.

Venga Jesucristo y beba. 

Como dice la Escritura, no es como yo pienso, sino como dice la Palabra de Dios. 

De nuestro interior correrán ríos de agua viva. Sin embargo a veces esos ríos no se ven en nuestra vida.

Es fácil predicar la palabra desde un púlpito, pero es afuera en la calles, en el trabajo, con nuestro ejemplo que debemos predicar la palabra.

Cuando la palabra de Dios baja de los cielos nuestra vida no puede ser la misma.

No había venido aun el Espíritu Santo y nosotros en nuestro corazón tenemos al Espíritu Santo entonces deben correr dentro de nosotros esos ríos de agua viva.

Muchas veces nos decimos estar firmes, pero estamos firmes cuando velamos y oramos en todo momento.

Cuando Jesucristo fue a Getsemaní, los discípulos se durmieron por la tristeza. La tristeza no nos deja avanzar, la amargura no nos deja avanzar, los recuerdos del pasado no nos dejan avanzar. Jesucristo les dijo: velad y orad para que no entréis en tentación: no podemos dejar de orar, dice la palabra que Cornelio oraba a Dios siempre. En medio de la dificultad oraba a Dios tres veces.

El hijo de Dios debe vivir orando en todo momento, para que Satanás no gane ventaja sobre nosotros porque no desconocemos sus maquinaciones.

Hoy hicimos la guerra espiritual. Estamos en guerra en cada momento en cada segundo porque el enemigo no se queda quieto. 

Cada día tenemos que pedir ser vigilantes en nuestra alma.

Ezequiel 47: 1- 5

Me hizo volver luego a la entrada de la casa; y he aquí aguas que salían de debajo del umbral de la casa hacia el oriente; porque la fachada de la casa estaba al oriente, y las aguas descendían de debajo, hacia el lado derecho de la casa, al sur del altar. Y me sacó por el camino de la puerta del norte, y me hizo dar la vuelta por el camino exterior, fuera de la puerta, al camino de la que mira al oriente; y vi que las aguas salían del lado derecho. Y salió el varón hacia el oriente, llevando un cordel en su mano; y midió mil codos, y me hizo pasar por las aguas hasta los tobillos.  Midió otros mil, y me hizo pasar por las aguas hasta las rodillas. Midió luego otros mil, y me hizo pasar por las aguas hasta los lomos. Midió otros mil, y era ya un río que yo no podía pasar, porque las aguas habían crecido de manera que el río no se podía pasar sino a nado”.

El río no se podía pasar sino a nado, o sea sumergido en el Río de Dios.

Ezequiel 47: 6 – 8

Y me dijo: ¿Has visto, hijo de hombre? Después me llevó, y me hizo volver por la ribera del río. Y volviendo yo, vi que en la ribera del río había muchísimos árboles a uno y otro lado. Y me dijo: Estas aguas salen a la región del oriente, y descenderán al Arabá, y entrarán en el mar; y entradas en el mar, recibirán sanidad las aguas”.

Cuando nos sumergimos en el río de Dios, en su Espíritu Santo nuestras vidas entran en sanidad. 

Si buscamos a Dios y le pedimos a su Espíritu Santo que entre en nuestras vidas él trae sanidad a nuestras vidas, trae bendición a nuestras vidas.

Ezequiel 47: 9

Y toda alma viviente que nadare por dondequiera que entraren estos dos ríos, vivirá; y habrá muchísimos peces por haber entrado allá estas aguas, y recibirán sanidad; y vivirá todo lo que entrare en este río”.

No dice que la que pasare con el agua hasta los tobillos, dice que nadare por dondequiera que entrare en estos dos ríos vivirá. 

Ezequiel 47: 10- 12

Y junto a él estarán los pescadores, y desde En-gadi hasta En-eglaim será su tendedero de redes; y por sus especies serán los peces tan numerosos como los peces del Mar Grande. Sus pantanos y sus lagunas no se sanearán; quedarán para salinas. Y junto al río, en la ribera, a uno y otro lado, crecerá toda clase de árboles frutales; sus hojas nunca caerán, ni faltará su fruto. A su tiempo madurará, porque sus aguas salen del santuario; y su fruto será para comer, y su hoja para medicina”.

Dice que no faltarás su fruto y dice el Señor que pos sus frutos los conoceréis.

Damos fruto en abundancia cuando estamos en comunión con el Espíritu Santo. 

No es en el tiempo nuestro, es a su tiempo. Cuando no veo la situación favorable debo seguir creyendo en la promesa que Dios me dio.

Si Dios lo hizo con Abraham, si lo hizo con Isaac, si lo hizo con su pueblo, lo hará con nosotros. Dios no los dejó avergonzados. Dice la Palabra que los que confiamos en Yahvé no seremos avergonzados.

Si declaras: Soy libre en Jesucristo, lo veremos para la gloria del Señor. 

Declaro sobre mi vida, que soy libre, que mi vida es libre, que mi ministerio es libre, para la gloria de Dios, yo declaro todas las promesas de Dios. No son mis pensamientos, no fue que alguien me lo dijo, fue que Dios a mí me lo dijo. El Dios que hizo los milagros ayer los hace hoy. 

Hoy es el día de salvación, si oyereis hoy su voz no endurezcáis vuestros corazones. Delante de su presencia estamos, él conoce nuestros más íntimos pensamientos.

A su tiempo veré las respuestas, las aguas salen de la presencia de Dios.

Los árboles tienen fruto que nos sacia. Jesucristo es el que da agua de vida y sacia nuestra sed. Nunca tendremos sed porque sacia para siempre. 

Nada podrá separarnos del amor de Dios, ni tribulaciones, ni lo que esté pasando con mi familia, ni los vituperios de los que no creen, ni las finanzas nos apartarán del amor de Dios, porque él es mi proveedor. Dice la palabra que muchos se desviaron por amor al dinero, por amor a las finanzas.

Es ahí donde Dios prueba nuestras vidas, que las cosas no nos separen del amor de Dios que es en Cristo Jesús. 

Mateo 10: 19-20

Mas cuando os entreguen, no os preocupéis por cómo o qué hablaréis; porque en aquella hora os será dado lo que habéis de hablar. Porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu de vuestro Padre que habla en vosotros”.

Si estamos llenos del Espíritu Santo él hablará por nosotros: de la abundancia del corazón habla la boca. Si nos llenamos de su palabra, sin nos llenamos de su presencia, va a salir de nuestra boca palabras de unción, de poder, palabra de Dios. 

Lo que Dios me dio el mundo no me lo puede quitar. Me paro sobre el ministerio que Dios me dio pues nadie me lo puede quitar. 

Marcos 16: 15 -18

Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.  Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán. Y el Señor, después que les habló, fue recibido arriba en el cielo, y se sentó a la diestra de Dios. Y ellos, saliendo, predicaron en todas partes, ayudándoles el Señor y confirmando la palabra con las señales que la seguían. Amén”.

1 comentario:

  1. Gracias por tan hermosa palabra de Vida que ministra nuestra alma y espíritu, Dios los prospere más día a día, un abrazo, bendiciones

    ResponderEliminar