jueves, 29 de diciembre de 2016

La Necesidad

Hay que tener necesidad de saciarnos de la palabra de Dios en nuestros corazones. Cuando viene el sembrador a sembrar la palabra es necesario que esa palabra dé fruto.

Pero en muchas ocasiones nos estamos dejando arrastrar por las cosas del mundo, no nos hemos apropiado de la necesidad de tomar la palabra de Dios.

Malaquías 1: 6 – 9

El hijo honra al padre, y el siervo a su señor. Si, pues, soy yo padre, ¿dónde está mi honra? y si soy señor, ¿dónde está mi temor? dice Jehová de los ejércitos a vosotros, oh sacerdotes, que menospreciáis mi nombre. Y decís: ¿En qué hemos menospreciado tu nombre?  En que ofrecéis sobre mi altar pan inmundo. Y dijisteis: ¿En qué te hemos deshonrado? En que pensáis que la mesa de Jehová es despreciable.  Y cuando ofrecéis el animal ciego para el sacrificio, ¿no es malo? Asimismo cuando ofrecéis el cojo o el enfermo, ¿no es malo? Preséntalo, pues, a tu príncipe; ¿acaso se agradará de ti, o le serás acepto? dice Jehová de los ejércitos.  Ahora, pues, orad por el favor de Dios, para que tenga piedad de nosotros. Pero ¿cómo podéis agradarle, si hacéis estas cosas? dice Jehová de los ejércitos”.

Dónde está el agradecerle a Dios todo lo que nos ha dado.

Dios acá le está hablando a un pueblo que conoce las cosas de Dios. Les está hablando a sacerdotes que ministramos delante de Dios.

Dice que estamos menospreciando las cosas de Dios, el pan de vida porque no hay la necesidad sentida.

Jeremías 32: 27

“He aquí que yo soy Jehová, Dios de toda carne; ¿habrá algo que sea difícil para mí?”

¿Habrá algo difícil para que Dios te dé?

Mateo 6: 25 - 34

Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? ¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo? Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos. Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe? No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal.”

Estas cosas son necesarias y si no es la voluntad de Dios por más que nos esforcemos no hay nada.

Dios viste los lirios y da de comer a las aves. Y dice que valemos más que ellas. Tenemos un valor enorme para Dios.

Los que buscan esas cosas son los gentiles, los del mundo,  los que no conocen al Padre. Dios quiere que tengamos primero esa necesidad de buscar las cosas de Dios.

Filipenses 4: 6

Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias”.

Por nada estéis afanados.

Orad en todo momento.

Mateo 7: 7-11

Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá.Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan? ”.

Si nosotros con nuestros errores y carencias damos cosas buenas a nuestros hijos, ahora Dios no nos va dar lo mejor a nosotros si le pedimos.

El Espíritu Santo llegó en Pentecostés porque había esa necesidad.

Lucas 18: 1 - 8

“También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar, diciendo: Había en una ciudad un juez, que ni temía a Dios, ni respetaba a hombre.  Había también en aquella ciudad una viuda, la cual venía a él, diciendo: Hazme justicia de mi adversario. Y él no quiso por algún tiempo; pero después de esto dijo dentro de sí: Aunque ni temo a Dios, ni tengo respeto a hombre, sin embargo, porque esta viuda me es molesta, le haré justicia, no sea que viniendo de continuo, me agote la paciencia. Y dijo el Señor: Oíd lo que dijo el juez injusto. ¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se tardará en responderles? Os digo que pronto les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?”
La viuda insistió hasta que se le hizo justicia.

Dios es el dueño del oro y de la plata y nos cobija y nos protege. Nos hace justicia.

Números 13: 17 – 20

Los envió, pues, Moisés a reconocer la tierra de Canaán, diciéndoles: Subid de aquí al Neguev, y subid al monte, y observad la tierra cómo es, y el pueblo que la habita, si es fuerte o débil, si poco o numeroso; cómo es la tierra habitada, si es buena o mala; y cómo son las ciudades habitadas, si son campamentos o plazas fortificadas; y cómo es el terreno, si es fértil o estéril, si en él hay árboles o no; y esforzaos, y tomad del fruto del país. Y era el tiempo de las primeras uvas”.

Saltemos al versículo 25  - 29

Y volvieron de reconocer la tierra al fin de cuarenta días.  Y anduvieron y vinieron a Moisés y a Aarón, y a toda la congregación de los hijos de Israel, en el desierto de Parán, en Cades, y dieron la información a ellos y a toda la congregación, y les mostraron el fruto de la tierra. Y les contaron, diciendo: Nosotros llegamos a la tierra a la cual nos enviaste, la que ciertamente fluye leche y miel; y este es el fruto de ella. Mas el pueblo que habita aquella tierra es fuerte, y las ciudades muy grandes y fortificadas; y también vimos allí a los hijos de Anac. Amalec habita el Neguev, y el heteo, el jebuseo y el amorreo habitan en el monte, y el cananeo habita junto al mar, y a la ribera del Jordán”.

Era verdad, pero no iba a ser fácil, pero Dios dice que de la mano de él conquistaremos lo que sea.

Versículo 30

Entonces Caleb hizo callar al pueblo delante de Moisés, y dijo: Subamos luego, y tomemos posesión de ella; porque más podremos nosotros que ellos”.

Ese espíritu de Caleb atrevido y que le creía a Dios.

No miremos el gigante sino que vamos por la bendición pues estamos apoyados por Dios.

Versículo 31 a 33

Mas los varones que subieron con él, dijeron: No podremos subir contra aquel pueblo, porque es más fuerte que nosotros. Y hablaron mal entre los hijos de Israel, de la tierra que habían reconocido, diciendo: La tierra por donde pasamos para reconocerla, es tierra que traga a sus moradores; y todo el pueblo que vimos en medio de ella son hombres de grande estatura. También vimos allí gigantes, hijos de Anac, raza de los gigantes, y éramos nosotros, a nuestro parecer, como langostas; y así les parecíamos a ellos”.

Estos no quisieron ver la bendición de Dios sino que vieron el gigante.

Tomemos la posición, lo que somos en Cristo, somos reyes y sacerdotes.

Lamentaciones 3: 40 – 42

Escudriñemos nuestros caminos, y busquemos, y volvámonos a Jehová; Levantemos nuestros corazones y manos a Dios en los cielos; Nosotros nos hemos rebelado, y fuimos desleales; tú no perdonaste”.


Un corazón contrito y humillado Dios no rechaza.

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