Hay que
tener necesidad de saciarnos de la palabra de Dios en nuestros corazones.
Cuando viene el sembrador a sembrar la palabra es necesario que esa palabra dé
fruto.
Pero en
muchas ocasiones nos estamos dejando arrastrar por las cosas del mundo, no nos
hemos apropiado de la necesidad de tomar la palabra de Dios.
Malaquías 1:
6 – 9
“El hijo honra al padre, y el siervo a su
señor. Si, pues, soy yo padre, ¿dónde está mi honra? y si soy señor, ¿dónde
está mi temor? dice Jehová de los ejércitos a vosotros, oh sacerdotes, que
menospreciáis mi nombre. Y decís: ¿En qué hemos menospreciado tu nombre? En que ofrecéis sobre mi altar pan inmundo. Y
dijisteis: ¿En qué te hemos deshonrado? En que pensáis que la mesa de Jehová es
despreciable. Y cuando ofrecéis el
animal ciego para el sacrificio, ¿no es malo? Asimismo cuando ofrecéis el cojo
o el enfermo, ¿no es malo? Preséntalo, pues, a tu príncipe; ¿acaso se agradará
de ti, o le serás acepto? dice Jehová de los ejércitos. Ahora, pues, orad por el favor de Dios, para
que tenga piedad de nosotros. Pero ¿cómo podéis agradarle, si hacéis estas
cosas? dice Jehová de los ejércitos”.
Dónde está
el agradecerle a Dios todo lo que nos ha dado.
Dios acá le
está hablando a un pueblo que conoce las cosas de Dios. Les está hablando a
sacerdotes que ministramos delante de Dios.
Dice que
estamos menospreciando las cosas de Dios, el pan de vida porque no hay la
necesidad sentida.
Jeremías
32: 27
“He aquí que yo soy Jehová, Dios de toda carne; ¿habrá algo que sea
difícil para mí?”
¿Habrá algo
difícil para que Dios te dé?
Mateo 6: 25
- 34
“Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra
vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué
habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el
vestido? Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en
graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más
que ellas? ¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su
estatura un codo? Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios
del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; pero os digo, que ni aun Salomón
con toda su gloria se vistió así como uno de ellos. Y si la hierba del campo
que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más
a vosotros, hombres de poca fe? No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos,
o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas
cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas
cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas
cosas os serán añadidas. Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el
día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal.”
Estas cosas
son necesarias y si no es la voluntad de Dios por más que nos esforcemos no hay
nada.
Dios viste
los lirios y da de comer a las aves. Y dice que valemos más que ellas. Tenemos
un valor enorme para Dios.
Los que
buscan esas cosas son los gentiles, los del mundo, los que no conocen al Padre. Dios quiere que
tengamos primero esa necesidad de buscar las cosas de Dios.
Filipenses
4: 6
“Por nada estéis afanosos, sino sean
conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción
de gracias”.
Por nada
estéis afanados.
Orad en
todo momento.
Mateo 7: 7-11
“Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis;
llamad, y se os abrirá.Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca,
halla; y al que llama, se le abrirá. ¿Qué
hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si
le pide un pescado, le dará una serpiente? Pues si vosotros, siendo malos,
sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está
en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?
”.
Si nosotros
con nuestros errores y carencias damos cosas buenas a nuestros hijos, ahora
Dios no nos va dar lo mejor a nosotros si le pedimos.
El Espíritu
Santo llegó en Pentecostés porque había esa necesidad.
Lucas 18: 1
- 8
“También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar
siempre, y no desmayar, diciendo: Había en una ciudad un juez, que ni temía a
Dios, ni respetaba a hombre. Había
también en aquella ciudad una viuda, la cual venía a él, diciendo: Hazme
justicia de mi adversario. Y él no quiso por algún tiempo; pero después de esto
dijo dentro de sí: Aunque ni temo a Dios, ni tengo respeto a hombre, sin
embargo, porque esta viuda me es molesta, le haré justicia, no sea que viniendo
de continuo, me agote la paciencia. Y dijo el Señor: Oíd lo que dijo el juez
injusto. ¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y
noche? ¿Se tardará en responderles? Os digo que pronto les hará justicia. Pero
cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?”
La viuda insistió
hasta que se le hizo justicia.
Dios es el
dueño del oro y de la plata y nos cobija y nos protege. Nos hace justicia.
Números 13:
17 – 20
“Los envió, pues, Moisés a reconocer la
tierra de Canaán, diciéndoles: Subid de aquí al Neguev, y subid al monte, y
observad la tierra cómo es, y el pueblo que la habita, si es fuerte o débil, si
poco o numeroso; cómo es la tierra habitada, si es buena o mala; y cómo son las
ciudades habitadas, si son campamentos o plazas fortificadas; y cómo es el
terreno, si es fértil o estéril, si en él hay árboles o no; y esforzaos, y
tomad del fruto del país. Y era el tiempo de las primeras uvas”.
Saltemos al
versículo 25 - 29
“Y volvieron de reconocer la tierra al fin de
cuarenta días. Y anduvieron y vinieron a
Moisés y a Aarón, y a toda la congregación de los hijos de Israel, en el
desierto de Parán, en Cades, y dieron la información a ellos y a toda la
congregación, y les mostraron el fruto de la tierra. Y les contaron, diciendo:
Nosotros llegamos a la tierra a la cual nos enviaste, la que ciertamente fluye
leche y miel; y este es el fruto de ella. Mas el pueblo que habita aquella
tierra es fuerte, y las ciudades muy grandes y fortificadas; y también vimos
allí a los hijos de Anac. Amalec habita el Neguev, y el heteo, el jebuseo y el
amorreo habitan en el monte, y el cananeo habita junto al mar, y a la ribera
del Jordán”.
Era verdad,
pero no iba a ser fácil, pero Dios dice que de la mano de él conquistaremos lo
que sea.
Versículo
30
“Entonces Caleb hizo callar al pueblo delante
de Moisés, y dijo: Subamos luego, y tomemos posesión de ella; porque más
podremos nosotros que ellos”.
Ese espíritu
de Caleb atrevido y que le creía a Dios.
No miremos
el gigante sino que vamos por la bendición pues estamos apoyados por Dios.
Versículo
31 a 33
“Mas los varones que subieron con él,
dijeron: No podremos subir contra aquel pueblo, porque es más fuerte que
nosotros. Y hablaron mal entre los hijos de Israel, de la tierra que habían
reconocido, diciendo: La tierra por donde pasamos para reconocerla, es tierra
que traga a sus moradores; y todo el pueblo que vimos en medio de ella son
hombres de grande estatura. También vimos allí gigantes, hijos de Anac, raza de
los gigantes, y éramos nosotros, a nuestro parecer, como langostas; y así les
parecíamos a ellos”.
Estos no
quisieron ver la bendición de Dios sino que vieron el gigante.
Tomemos la
posición, lo que somos en Cristo, somos reyes y sacerdotes.
Lamentaciones
3: 40 – 42
“Escudriñemos nuestros caminos, y busquemos,
y volvámonos a Jehová; Levantemos nuestros corazones y manos a Dios en los
cielos; Nosotros nos hemos rebelado, y fuimos desleales; tú no perdonaste”.
Un corazón
contrito y humillado Dios no rechaza.
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