lunes, 27 de marzo de 2017

Paralíticos Espirituales




Juan 5: 1 – 16

Después de estas cosas había una fiesta de los judíos, y subió Jesús a Jerusalén. Y hay en Jerusalén, cerca de la puerta de las ovejas, un estanque, llamado en hebreo Betesda, el cual tiene cinco pórticos.  En éstos yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos, que esperaban el movimiento del agua. Porque un ángel descendía de tiempo en tiempo al estanque, y agitaba el agua; y el que primero descendía al estanque después del movimiento del agua, quedaba sano de cualquier enfermedad que tuviese. Y había allí un hombre que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo. Cuando Jesús lo vio acostado, y supo que llevaba ya mucho tiempo así, le dijo: ¿Quieres ser sano? Señor, le respondió el enfermo, no tengo quien me meta en el estanque cuando se agita el agua; y entre tanto que yo voy, otro desciende antes que yo. Jesús le dijo: Levántate, toma tu lecho, y anda. Y al instante aquel hombre fue sanado, y tomó su lecho, y anduvo. Y era día de reposo aquel día. Entonces los judíos dijeron a aquel que había sido sanado: Es día de reposo; no te es lícito llevar tu lecho. Él les respondió: El que me sanó, él mismo me dijo: Toma tu lecho y anda. Entonces le preguntaron: ¿Quién es el que te dijo: Toma tu lecho y anda? Y el que había sido sanado no sabía quién fuese, porque Jesús se había apartado de la gente que estaba en aquel lugar. Después le halló Jesús en el templo, y le dijo: Mira, has sido sanado; no peques más, para que no te venga alguna cosa peor. El hombre se fue, y dio aviso a los judíos, que Jesús era el que le había sanado. Y por esta causa los judíos perseguían a Jesús, y procuraban matarle, porque hacía estas cosas en el día de reposo”.

Lo primero que había allí era un estanque que contiene agua quieta, es muy importante tener esto presente, porque si fuera una fuente estaba constantemente en movimiento. Nosotros a veces simulamos aquello, somos como estanques recibimos y ahí se queda quieto, no testificamos.

Cuando el Espíritu Santo pone en nuestro corazón la necesidad de testificar y de compartir su palabra lo tenemos que hacer.

Un estanque con agua estancada, no testificamos, nos da temor dar testimonio. El agua ni siquiera se renueva.

El agua estacada se daña, tenemos que ir a la fuente y darles a los demás.

Jeremías 2: 13 – 15

Porque dos males ha hecho mi pueblo: me dejaron a mí, fuente de agua viva, y cavaron para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen agua. ¿Es Israel siervo? ¿Es esclavo? ¿Por qué ha venido a ser presa? Los cachorros del león rugieron contra él, alzaron su voz, y asolaron su tierra; quemadas están sus ciudades, sin morador”.

Dios es fuente de agua viva.

Recibimos palabras cantidad de veces, sin embargo no la retenemos, la olvidamos con frecuencia. De momento salimos maravillados, pero luego nos olvidamos.

Le damos la espalda a Dios con todo lo que Él nos ha dado. Sobre todo nuestra salvación. Jesucristo pagó por nosotros para darnos esa salvación.

¿Somos siervos o somos esclavos?

¿Soy siervo de Dios o del pecado?

Por qué ha venido a ser presa de la angustia, de la enfermedad, de lo que el enemigo nos pone.  ¿Por qué somos presa de eso?

Saquemos de nuestra vida esas cisternas rotas que hemos fabricado pues estorban en nuestras vidas.

En ese estanque había multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos, con enfermedades físicas y espirituales.

Hay un desequilibrio cuando se está cojo. En nuestra parte espiritual hay mucho desequilibrio. Si tenemos equilibrio espiritual estamos bien delante de Dios. El desequilibrio viene por falta de oración y por las puertas que abrimos al pecado. Tenemos que pedirle a Dios que con el poder de su Espíritu Santo nos equilibre.

Todos tenemos ese desequilibro espiritual.

Daniel 5: 27

Pesado has sido en balanza, y fuiste hallado falto”.

Todos hemos sido faltos porque en nosotros hay mucha desobediencia.

Debemos buscar a Dios por lo que Él es, no por lo que nos dé o no nos dé.

Un paralítico en su cuerpo tiene una limitación sus músculos no tienen vida, no tienen movimiento.

En nuestra vida espiritual pasa lo mismo el pecado atrofia nuestra vida espiritual, hay una parálisis en nuestro espíritu.

Un ángel movía el agua y la primera persona que entraba al agua se sanaba, vivía bajo la ley. Ponía sus ojos en una cosa diferente al poder de Dios, en el movimiento del agua.

Nos pasa algo parecido venimos acá con expectativa y nos vamos con el milagro pero no con el dador de los milagros.

Nosotros tenemos que tener los ojos puestos en Jesucristo, no en un pastor ni en un profeta, ni el que hace milagros.

Lo que el Señor me puede decir por medio de unos siervos, también me lo puede decir directamente a mí.

Debemos buscar a Dios, me dé o no me dé.

Nuestra relación con Dios va mucho más allá de todo lo que se puede ver y palpar. El verdadero modelo del Espíritu es una vida de santidad permanente, no de ocho días. Una búsqueda continua de nuestro Señor Jesucristo.

Habacuc 3: 17 – 19

Aunque la higuera no florezca, ni en las vides haya frutos, aunque falte el producto del olivo y los labrados no den mantenimiento, y las ovejas sean quitadas de la majada, Y no haya vacas en los corrales; con todo, yo me alegraré en Jehová, y me gozaré en el Dios de mi salvación.  Jehová el Señor es mi fortaleza, el cual hace mis pies como de ciervas, y en mis alturas me hace andar. Al jefe de los cantores, sobre mis instrumentos de cuerdas”.
Aquí me está diciendo que pase lo que pase, aunque yo le esté clamando a Dios por algo y no llegue yo me tengo que gozar en él. Aunque la respuesta de Dios sea negativa, con todo yo le alabaré, con todo yo le glorificaré.

Entonces Job se levantó, y rasgó su manto, y rasuró su cabeza, y se postró en tierra y adoró, y dijo: Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá. Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito. En todo esto no pecó Job, ni atribuyó a Dios despropósito alguno”.
Job no renegó por todo lo que le pasó sino que adoró.

Démosle gloria a Dios por todo lo que Él nos ha dado. Así nos convertiremos en hombres espirituales que es lo que Dios pretende que seamos.

Romanos 8: 1 – 3

“Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte. Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne;”
Pasamos al versículo 6
“Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz”
El ocuparnos de la carne nos va a dar muerte porque el pecado trae sus consecuencias.

Jesucristo es Santo y la vida que nos da es santidad. Tenemos que vivir conforme al Espíritu.
En la ley una sola persona era sana, con Jesucristo muchos pueden ser sanos, todo el que quiera venir arrepentido a los pies de Jesucristo.

Marcos 5: 33 – 34

Entonces la mujer, temiendo y temblando, sabiendo lo que en ella había sido hecho, vino y se postró delante de él, y le dijo toda la verdad. Y él le dijo: Hija, tu fe te ha hecho salva; vé en paz, y queda sana de tu azote”.

Vemos otra persona que se postra delante de Jesús,  una vez vio la sanidad. Jesús primero la salvó y después la sano. Para Dios es más importante la salvación de su alma que la sanidad de su cuerpo.

Juan 10: 10

“El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”.

 A veces no alcanzamos las cosas porque pensamos que el poder de Dios es pequeño.

Para Jesús no importa el tiempo que llevemos de esclavos de pecado, para él lo importante es nuestra disposición para arrepentirnos.

I Samuel 4: 3

Habló Samuel a toda la casa de Israel, diciendo: Si de todo vuestro corazón os volvéis a Jehová, quitad los dioses ajenos y a Astarot de entre vosotros, y preparad vuestro corazón a Jehová, y sólo a él servid, y os librará de la mano de los filisteos”.

Tenemos que sacar de nosotros todo apego, todo ídolo, todo lo que nos separa de Dios.

Isaías 44: 21 – 22

Acuérdate de estas cosas, oh Jacob, e Israel, porque mi siervo eres. Yo te formé, siervo mío eres tú; Israel, no me olvides. Yo deshice como una nube tus rebeliones, y como niebla tus pecados; vuélvete a mí, porque yo te redimí”.

Vuélvete a mí, si nos volvemos a él de todo nuestro corazón vamos a tener la bendición de Dios en todo momento.

“Mis ojos pondré en los fieles de la tierra para que estén conmigo”. Dice el Señor.

Así como al paralítico a nosotros nos pregunta ¿quieres ser sano?

El enfermo responde no tengo quien me ayude.

Responde prácticamente que para él es imposible. ¿Será que así somos nosotros?

 Para nosotros si es posible. Muchas veces aunque con nuestros labios decimos que para Dios todo es posible con nuestra actitud estamos diciendo lo contrario

Juan 15: 5

Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer”.

Nada es nada. Separados de Jesús nada podemos hacer. Estamos conectados a Jesucristo. Si estamos conectados estamos en el lugar atrio, si estamos arraigados, estamos en el lugar santo, si estamos enraizados hemos echado raíces profundas en él y estamos en el lugar santísimo.

Isaías 55: 8

Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová”.

Dios hace como quiera, en el tiempo que quiera.
Lucas 18: 27 

“Él les dijo: Lo que es imposible para los hombres, es posible para Dios”.

Jesús no necesitó del estanque para sana al paralítico. Jesús nos ordena levantarnos de nuestra postración cualquiera que sea y andar en pos de Él.

Hebreos 12: 2

puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios”.

Nuestros ojos no se ponen en un líder ni en ningún ser humano sino en Jesús.

Nuestra meta tiene que ser el fruto del Espíritu Santo.

Éxodo 14: 15

“Entonces Jehová dijo a Moisés: ¿Por qué clamas a mí? Di a los hijos de Israel que marchen”.

Dejemos de quejarnos y marchemos, levantémonos y marchemos. 

El paralitico vio a Jesús, fue sanado y no lo conoció. Así somos nosotros a veces con nuestro testimonio, parece que no conociéramos a Jesús o lo negamos.

Jesús encontró al paralítico en el templo y le dijo: has sido sanado no peques más para que no te venga algo peor.

La postración es producto del pecado.

A la mujer del flujo de sangre le dijo Hija, vete en paz, en cambio al paralítico le dice: vete y no peques más para que no te venga algo peor, le hace una advertencia.

El paralítico le pagó a Jesús denunciándolo ante los judíos.

Levantémonos de nuestra postración y démosle la gloria a Dios.

El paralítico no tenía intención de denunciarlo sino que ante la rigidez de la ley obró. Era la transición de la ley a la gracia.

2 comentarios:

  1. Excelente muchas gracias por compartir realmente me edifico miles de bebdiciines

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  2. A través de ésta enseñanza el Señor dio respuesta a mis inquietudes! 😘

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