sábado, 1 de abril de 2017

Increíble

I Juan: 5 – 4

Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe”.

Todo aquel que recibe a Cristo en su corazón, nace de nuevo, nace de la palabra de Dios, nace del Espíritu de Dios, cuando nacemos de nuevo nos convertimos en hijos Dios, merecedores de sus promesas y Dios nos da la capacidad para vencer el mundo de pecado.

Es increíble que con el conocimiento que tenemos de la palabra de Dios el enemigo se esté enseñoreando de nuestras vidas y venga a bajarnos nuestra autoestima, no es posible porque Dios nos ha dicho que nos ha hecho reyes y sacerdotes, que nos ha constituido hijos suyos, herederos de sus promesas.

Es increíble que con las enormes promesas que tenemos nos dejemos aplastar por el diablo por cualquier situación.

La fe viene por el oír y el oír de la palabra de Dios y sin fe es imposible agradar a Dios.

La victoria que ha vencido las dificultades.

Nuestra mirad debe estar en Jesucristo.

Veamos algunas situaciones:

Con las promesas aquí y muriéndonos de hambre, hasta donde nos ha llevado el enemigo.

-          Adán y Eva

Génesis 1: 27

Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó”.

Los creo a su imagen, era una imagen perfecta, no era deteriorada. Hasta dónde nos ha llevado el enemigo por muchas situaciones, que la imagen de Dios no se ve en nuestras vidas, que, en muchas ocasiones, no nos sentimos amados por Dios y no nos sentimos sus hijos.

La imagen de Dios, que somos nosotros, debe ser una imagen llena de la gloria del Dios todo poderoso, Dios nos quiere ver llenos de su gloria, no llenos de derrota.

Génesis 3: 1 -9

Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto? Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis. Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal. Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella.  Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales. Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto. Mas Jehová Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú?”

Santanas acá vino a cuestionar. Con nosotros también hace la misma viene a cuestionar lo que Dios ha nos dicho  y nos hace dudar del propósito que Dios tiene para nuestras vidas: “¿Con que Dios dijo que con orar se sanaba?…”

En estos momentos Dios nos llama a cada uno: ¿Dónde estás tú?

La mujer permitió dialogo con el enemigo, nosotros a veces permitimos ese diálogo.

Por permitir el diálogo con el enemigo salieron de la presencia de Dios. Ellos por querer probar cosas nuevas salieron de la presencia de Dios, cuantas veces por  nosotros querer agradar al mundo, a una persona, nos salimos de la presencia de Dios, es increíble.

Ellos todo lo tenían, todo, pero prefirieron salir, así somos nosotros teniéndolo todo en Dios y muchas veces preferimos salirnos de su presencia. Nos buscamos males que Dios no ha querido para nosotros.

Por seguir una persona perdemos todos los beneficios de la bendición de Dios.

Cuántas veces queremos escondernos de Dios. Cuantas veces nos escondemos, escondemos el pecado.

-          Jesucristo

Mateo 4: 1 – 11

Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo. Y después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre. Y vino a él el tentador, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan. Él respondió y dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. Entonces el diablo le llevó a la santa ciudad, y le puso sobre el pináculo del templo, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate abajo; porque escrito está: A sus ángeles mandará acerca de ti, y, En sus manos te sostendrán, Para que no tropieces con tu pie en piedra. Jesús le dijo: Escrito está también: No tentarás al Señor tu Dios. Otra vez le llevó el diablo a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, y le dijo: Todo esto te daré, si postrado me adorares. Entonces Jesús le dijo: Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás. El diablo entonces le dejó; y he aquí vinieron ángeles y le servían”.

Cuántas luchas y cuántas tentaciones hemos tenido hoy para no venir a este lugar.

El tentador viene cuando hay una necesidad.

Satanás vino a cuestionar a Jesucristo: “Si eres hijo de Dios”, vino a moverlo, también a nosotros viene a movernos de la posición que tenemos en Jesucristo, Satanás sabe que tenemos poder en Dios, pero si nos mueve de ahí perdemos el poder delegado, él lo sabe.

A adán y Eva los movió, a Jesucristo no lo movió.

Satanás sabe que él tiene poder cuando nos movemos de la palabra de Dios.

Cuando nos paramos firmes en la palabra, el poder es nuestro.

Satanás se roba la palabra porque no nos paramos firmes en ella.

Jesucristo se defendió con la palabra. Nosotros tenemos en nuestros corazones, la palabra, no nos podemos dejar vencer, soy hijo de un gran Rey y debo pararme en esa palabra.

Tenemos que posesionarnos de lo que tenemos.

Si a nosotros nos tocan nuestros hijos, nos levantamos a defenderlos. Debemos hacer valer los derechos que tenemos como hijos de Dios, por eso Satanás trata de movernos de la palabra para vulnerar esos derechos.

La palabra tiene poder, tiene autoridad.

Levantémonos y echemos a andar.

Si satanás ataca a Jesús que es el Rey de reyes como no nos va a atacar a nosotros.

Estamos jugando con la misericordia de Dios y permitiendo que el enemigo haga lo que le da la gana con nosotros.

El diablo es recurrente no se cansa y nosotros a veces si nos cansamos.

Nos tenemos que rendir a los pies de Jesús.

Satanás ñe atacó el ego a Jesucristo y con nosotros hace lo mismo.

El enemigo le ofrece cosas muy buenas de este mundo a cambio de su alma.

-          Moisés

Éxodo 4: 1 -4

Entonces Moisés respondió diciendo: He aquí que ellos no me creerán, ni oirán mi voz; porque dirán: No te ha aparecido Jehová. Y Jehová dijo: ¿Qué es eso que tienes en tu mano? Y él respondió: Una vara. Él le dijo: Echala en tierra. Y él la echó en tierra, y se hizo una culebra; y Moisés huía de ella. Entonces dijo Jehová a Moisés: Extiende tu mano, y tómala por la cola. Y él extendió su mano, y la tomó, y se volvió vara en su mano”.

La vara es señal de autoridad eso significa autoridad.

Moisés sintió miedo de la autoridad que Dios le dio. Cuantas veces sentimos miedo de la autoridad que Dios nos dio, porque nos creemos menos, porque creemos que Dios no nos respalda, porque creemos  que Dios no puede hacer cosas grandes por nosotros, nos da miedo de orar por un enfermo, de orar por una situación, miedo de orar por un endemoniado, porque creemos que no tenemos esa autoridad, porque creemos que esa autoridad solo s para algunos.
Esa autoridad es para todo el que cree. Marcos  16: 17 dice “Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas;…”

A los que creen, no es sino creer.

Dios mandó a tomar la culebra por la cola, no por la cabeza como se toman las serpientes. Dios hace como él quiere.

Éxodo 4: 5 – 6

Por esto creerán que se te ha aparecido Jehová, el Dios de tus padres, el Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob.  Le dijo además Jehová: Mete ahora tu mano en tu seno. Y él metió la mano en su seno; y cuando la sacó, he aquí que su mano estaba leprosa como la nieve”.

El Señor le dijo ejerza lo que le doy

Éxodo 4: 8 – 11

Si aconteciere que no te creyeren ni obedecieren a la voz de la primera señal, creerán a la voz de la postrera. Y si aún no creyeren a estas dos señales, ni oyeren tu voz, tomarás de las aguas del río y las derramarás en tierra; y se cambiarán aquellas aguas que tomarás del río y se harán sangre en la tierra. Entonces dijo Moisés a Jehová: ¡Ay, Señor! nunca he sido hombre de fácil palabra, ni antes, ni desde que tú hablas a tu siervo; porque soy tardo en el habla y torpe de lengua. Y Jehová le respondió: ¿Quién dio la boca al hombre? ¿o quién hizo al mudo y al sordo, al que ve y al ciego? ¿No soy yo Jehová?”

Moisés se estaba apoyando en lo humano. Los discípulos eran humildes y con la palabra que Dios le dio hicieron maravillas.

Dios es el que nos está dando la palabra.

Levantemos nuestras manos y se abren sendas para el pueblo de Dios, hablemos con Poder y con convicción.

Éxodo 4: 18 – 20

Así se fue Moisés, y volviendo a su suegro Jetro, le dijo: Iré ahora, y volveré a mis hermanos que están en Egipto, para ver si aún viven. Y Jetro dijo a Moisés: Ve en paz. Dijo también Jehová a Moisés en Madián: Ve y vuélvete a Egipto, porque han muerto todos los que procuraban tu muerte. Entonces Moisés tomó su mujer y sus hijos, y los puso sobre un asno, y volvió a tierra de Egipto. Tomó también Moisés la vara de Dios en su mano.

Dios te está dando la orden que te muevas y salgas de esa cueva de la incredulidad, de esa cueva del conformismo, sal de ahí porque no es la posición para un hijo de Dios. Dios quiere utilizarnos,   Dios quiere manifestar su gloria en nosotros.

Moisés salió con su familia y Dios le dijo que llevara la vara, la autoridad de Dios que no es solo para unas cosas es para todo, para que usted la ejerza con su familia, para que usted la ejerza en su empleo, para que la ejerza con sus enemigos, para que la ejerza aun cuando esté enfermo, cuando no tenga esperanza, cuando no tenga sentido de vivir, para eso es la palabra para que usted la lleve dondequiera que vaya y la ejerza. Esa autoridad cubre toda su familia porque usted se paró en Cristo.

No puede el diablo decirle que usted no es nada, que nadie lo quiere, que usted no vale nada  mentiras del diablo: “usted vale mucho”. Valemos para Dios nos tenemos que levantar. Somos valiosos para Dios, a Dios le importamos.

Al hombre no le importamos, el hombre no está sino por conveniencia y cuando usted no le sirve le da una patada y lo bota.

Dios está ahí siempre esperándonos con los brazos abiertos.

Muchas veces nos quieren por lo físico, Dios no, Dios lo que quiere es tu corazón, a Dios no le importa si eres bonito o feo.

En Jesucristo hay poder, si sucumbimos es porque nos alejamos de la presencia de Dios, de su cobertura.

Dios nos llamó con un propósito.

Apocalipsis 12: 5

Y ella dio a luz un hijo varón, que regirá con vara de hierro a todas las naciones; y su hijo fue arrebatado para Dios y para su trono”.

Jesucristo está sentado a la Diestra de Dios Padre, regirá a las naciones con la palabra. Con la palabra Jesucristo expulsaba los demonios y tenían que obedecer.

Así quiere Dios que la palabra que usted y yo tenemos no nos la quite nadie, que esa palabra sea firme, que sea firme ante todo, ante la tentación, que sea firme porque Dios está ahí obrando y Dios te va a respaldar.

Es tan grande esa autoridad que hay en la palabra que hasta los satánicos saben y la atacan.

Es increíble, todo el mundo tiene una Biblia abierta en el salmo 91 con la página negra, la tienen como un amuleto, pero saben que ahí hay algo especial. La Biblia es para leerla.

Génesis 25: 27 - 37

Y crecieron los niños, y Esaú fue diestro en la caza, hombre del campo; pero Jacob era varón quieto, que habitaba en tiendas.  Y amó Isaac a Esaú, porque comía de su caza; mas Rebeca amaba a Jacob. Y guisó Jacob un potaje; y volviendo Esaú del campo, cansado, dijo a Jacob: Te ruego que me des a comer de ese guiso rojo, pues estoy muy cansado. Por tanto fue llamado su nombre Edom. Y Jacob respondió: Véndeme en este día tu primogenitura. Entonces dijo Esaú: He aquí yo me voy a morir; ¿para qué, pues, me servirá la primogenitura? Y dijo Jacob: Júramelo en este día. Y él le juró, y vendió a Jacob su primogenitura. Entonces Jacob dio a Esaú pan y del guisado de las lentejas; y él comió y bebió, y se levantó y se fue. Así menospreció Esaú la primogenitura”.

Esaú despreció la bendición.

Cuántas veces despreciamos la palabra del Señor, porque me parece que es muy exagerada, nos parece, despreciamos la bendición.

Cuando nos sentimos cansados de caminar en Cristo y no venimos a nutrirnos de la palabra de Dios es cuando el enemigo viene y nos hace daño.

Satanás vino a Jesucristo cuando había una necesidad, tenía hambre, vino a Esaú cuando tenía una necesidad, tenía hambre. También viene a nosotros en esa circunstancia.

Cuando caemos en pecado cambiamos nuestra condición de hijos a mendigos y pordioseros.

Lucas 15: 28 – 32

Entonces se enojó, y no quería entrar. Salió por tanto su padre, y le rogaba que entrase.  Mas él, respondiendo, dijo al padre: He aquí, tantos años te sirvo, no habiéndote desobedecido jamás, y nunca me has dado ni un cabrito para gozarme con mis amigos. Pero cuando vino este tu hijo, que ha consumido tus bienes con rameras, has hecho matar para él el becerro gordo. El entonces le dijo: Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas. Mas era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este tu hermano era muerto, y ha revivido; se había perdido, y es hallado”.

Usted no ha hecho uso de lo que Dios ya le dio, tal vez porque se cree menos y no es así.

Si nosotros siempre estamos con Dios todas las cosas son nuestras. Entonces ¿por qué no recibimos la bendición? Porque no nos la apropiamos.

Por qué el padre le devolvió todo a ese hijo prodigo, porque volvió. “El que viene a mí no sale con las manos vacías” dice el Señor, “el que viene a mí le sano las heridas, le pongo vendajes y lo cuido”.

Cuando venimos a Dios, Dios no nos da la espalada, Dios nos acoge, nos consuela, no restaura y nos abraza. Hay que venir a él. No es a una religión es a un Dios vivo, a Jesucristo el Señor.

El único que puede llenar el vacío del corazón es Jesucristo.

Tenemos un pacto Dios nos cuida, pero usted, cuide ese pacto.

Hechos 3

3: 1 – 10

“Pedro y Juan subían juntos al templo a la hora novena, la de la oración. Y era traído un hombre cojo de nacimiento, a quien ponían cada día a la puerta del templo que se llama la Hermosa, para que pidiese limosna de los que entraban en el templo. Este, cuando vio a Pedro y a Juan que iban a entrar en el templo, les rogaba que le diesen limosna. Pedro, con Juan, fijando en él los ojos, le dijo: Míranos. Entonces él les estuvo atento, esperando recibir de ellos algo. Mas Pedro dijo: No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda. Y tomándole por la mano derecha le levantó; y al momento se le afirmaron los pies y tobillos; y saltando, se puso en pie y anduvo; y entró con ellos en el templo, andando, y saltando, y alabando a Dios. Y todo el pueblo le vio andar y alabar a Dios. Y le reconocían que era el que se sentaba a pedir limosna a la puerta del templo, la Hermosa; y se llenaron de asombro y espanto por lo que le había sucedido”.

Hay que salir de la mendicidad porque tenemos el poder.

Pedro y Juan entraron, el mendigo no.

Nosotros entramos a la presencia de Dios cuando recibimos a Jesucristo.

El mendigo esperaba una limosna, algo material.

Pedro no tenía su mirada en lo terrenal, Pero tenía algo mejor, al Rey de reyes y Señor de señores.

En el nombre de Jesucristo levantémonos de ese estado, de esa mediocridad y posesionémonos de lo que somos, reyes y sacerdotes y con todo el poder para vencer al enemigo y para que las cadenas caigan.

Sucedió eso porque Pedro tomó la palabra en sus manos y uso ese arma con autoridad.

Muchas veces Dios con la bendición y nosotros retrocediendo, no nos quedemos ahí avancemos. Por la palabra levántese de ese estado y no es mañana es hoy.

Jesucristo nos toma de la mano y no nos suelta. Dios quiere que andemos con él.

Cuando recibimos a Jesucristo tenemos que cambiar de posición, tenemos que avanzar.

El paralitico ahí mismo ejerció lo que le dieron.

Cuando estamos fuera de la cobertura de Dios no podemos entrar a su presencia, tenemos que buscar su cobertura.

Si entramos a su presencia es para adorar.

Antes estaba mendigando y ahora alabando, fue testimonio para otros.

Eso quiere de Dios que los de afuera se asombren de lo que tenemos.


Jesucristo quiere lo mejor en nuestras vidas, dejemos que él obre. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario