I Juan: 5 – 4
“Porque
todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha
vencido al mundo, nuestra fe”.
Todo aquel que recibe a Cristo en su corazón,
nace de nuevo, nace de la palabra de Dios, nace del Espíritu de Dios, cuando
nacemos de nuevo nos convertimos en hijos Dios, merecedores de sus promesas y Dios
nos da la capacidad para vencer el mundo de pecado.
Es increíble que con el conocimiento que
tenemos de la palabra de Dios el enemigo se esté enseñoreando de nuestras vidas
y venga a bajarnos nuestra autoestima, no es posible porque Dios nos ha dicho
que nos ha hecho reyes y sacerdotes, que nos ha constituido hijos suyos,
herederos de sus promesas.
Es increíble que con las enormes promesas que
tenemos nos dejemos aplastar por el diablo por cualquier situación.
La fe viene por el oír y el oír de la palabra
de Dios y sin fe es imposible agradar a Dios.
La victoria que ha vencido las dificultades.
Nuestra mirad debe estar en Jesucristo.
Veamos algunas situaciones:
Con las promesas aquí y muriéndonos de
hambre, hasta donde nos ha llevado el enemigo.
-
Adán y Eva
Génesis 1: 27
“Y creó
Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó”.
Los creo a su imagen, era una imagen
perfecta, no era deteriorada. Hasta dónde nos ha llevado el enemigo por muchas
situaciones, que la imagen de Dios no se ve en nuestras vidas, que, en muchas
ocasiones, no nos sentimos amados por Dios y no nos sentimos sus hijos.
La imagen de Dios, que somos nosotros, debe
ser una imagen llena de la gloria del Dios todo poderoso, Dios nos quiere ver
llenos de su gloria, no llenos de derrota.
Génesis 3: 1 -9
“Pero
la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios
había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de
todo árbol del huerto? Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los
árboles del huerto podemos comer; pero del fruto del árbol que está en medio
del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis.
Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; sino que sabe Dios que el
día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios,
sabiendo el bien y el mal. Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y
que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y
tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como
ella. Entonces fueron abiertos los ojos
de ambos, y conocieron que estaban desnudos; entonces cosieron hojas de
higuera, y se hicieron delantales. Y oyeron la voz de Jehová Dios que se
paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de
la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto. Mas Jehová Dios llamó
al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú?”
Santanas acá vino a cuestionar. Con nosotros
también hace la misma viene a cuestionar lo que Dios ha nos dicho y nos hace dudar del propósito que Dios tiene
para nuestras vidas: “¿Con que Dios dijo que con orar se sanaba?…”
En estos momentos Dios nos llama a cada uno:
¿Dónde estás tú?
La mujer permitió dialogo con el enemigo,
nosotros a veces permitimos ese diálogo.
Por permitir el diálogo con el enemigo
salieron de la presencia de Dios. Ellos por querer probar cosas nuevas salieron
de la presencia de Dios, cuantas veces por
nosotros querer agradar al mundo, a una persona, nos salimos de la
presencia de Dios, es increíble.
Ellos todo lo tenían, todo, pero prefirieron
salir, así somos nosotros teniéndolo todo en Dios y muchas veces preferimos
salirnos de su presencia. Nos buscamos males que Dios no ha querido para
nosotros.
Por seguir una persona perdemos todos los
beneficios de la bendición de Dios.
Cuántas veces queremos escondernos de Dios.
Cuantas veces nos escondemos, escondemos el pecado.
-
Jesucristo
Mateo 4: 1 – 11
“Entonces
Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo.
Y después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre. Y vino
a él el tentador, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se
conviertan en pan. Él respondió y dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el
hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. Entonces el diablo le
llevó a la santa ciudad, y le puso sobre el pináculo del templo, y le dijo: Si
eres Hijo de Dios, échate abajo; porque escrito está: A sus ángeles mandará
acerca de ti, y, En sus manos te sostendrán, Para que no tropieces con tu pie
en piedra. Jesús le dijo: Escrito está también: No tentarás al Señor tu Dios.
Otra vez le llevó el diablo a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos
del mundo y la gloria de ellos, y le dijo: Todo esto te daré, si postrado me
adorares. Entonces Jesús le dijo: Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor
tu Dios adorarás, y a él sólo servirás. El diablo entonces le dejó; y he aquí
vinieron ángeles y le servían”.
Cuántas luchas y cuántas tentaciones hemos
tenido hoy para no venir a este lugar.
El tentador viene cuando hay una necesidad.
Satanás vino a cuestionar a Jesucristo: “Si
eres hijo de Dios”, vino a moverlo, también a nosotros viene a movernos de la
posición que tenemos en Jesucristo, Satanás sabe que tenemos poder en Dios,
pero si nos mueve de ahí perdemos el poder delegado, él lo sabe.
A adán y Eva los movió, a Jesucristo no lo
movió.
Satanás sabe que él tiene poder cuando nos
movemos de la palabra de Dios.
Cuando nos paramos firmes en la palabra, el
poder es nuestro.
Satanás se roba la palabra porque no nos
paramos firmes en ella.
Jesucristo se defendió con la palabra.
Nosotros tenemos en nuestros corazones, la palabra, no nos podemos dejar
vencer, soy hijo de un gran Rey y debo pararme en esa palabra.
Tenemos que posesionarnos de lo que tenemos.
Si a nosotros nos tocan nuestros hijos, nos
levantamos a defenderlos. Debemos hacer valer los derechos que tenemos como
hijos de Dios, por eso Satanás trata de movernos de la palabra para vulnerar
esos derechos.
La palabra tiene poder, tiene autoridad.
Levantémonos y echemos a andar.
Si satanás ataca a Jesús que es el Rey de
reyes como no nos va a atacar a nosotros.
Estamos jugando con la misericordia de Dios y
permitiendo que el enemigo haga lo que le da la gana con nosotros.
El diablo es recurrente no se cansa y
nosotros a veces si nos cansamos.
Nos tenemos que rendir a los pies de Jesús.
Satanás ñe atacó el ego a Jesucristo y con
nosotros hace lo mismo.
El enemigo le ofrece cosas muy buenas de este
mundo a cambio de su alma.
-
Moisés
Éxodo 4: 1 -4
“Entonces
Moisés respondió diciendo: He aquí que ellos no me creerán, ni oirán mi voz;
porque dirán: No te ha aparecido Jehová. Y Jehová dijo: ¿Qué es eso que tienes
en tu mano? Y él respondió: Una vara. Él le dijo: Echala en tierra. Y él la
echó en tierra, y se hizo una culebra; y Moisés huía de ella. Entonces dijo
Jehová a Moisés: Extiende tu mano, y tómala por la cola. Y él extendió su mano,
y la tomó, y se volvió vara en su mano”.
La vara es señal de autoridad eso significa
autoridad.
Moisés sintió miedo de la autoridad que Dios
le dio. Cuantas veces sentimos miedo de la autoridad que Dios nos dio, porque
nos creemos menos, porque creemos que Dios no nos respalda, porque creemos que Dios no puede hacer cosas grandes por
nosotros, nos da miedo de orar por un enfermo, de orar por una situación, miedo
de orar por un endemoniado, porque creemos que no tenemos esa autoridad, porque
creemos que esa autoridad solo s para algunos.
Esa autoridad es para todo el que cree.
Marcos 16: 17 dice “Y estas señales
seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas
lenguas;…”
A los que creen, no es sino creer.
Dios mandó a tomar la culebra por la cola, no
por la cabeza como se toman las serpientes. Dios hace como él quiere.
Éxodo 4: 5 – 6
“Por
esto creerán que se te ha aparecido Jehová, el Dios de tus padres, el Dios de
Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob.
Le dijo además Jehová: Mete ahora tu mano en tu seno. Y él metió la mano
en su seno; y cuando la sacó, he aquí que su mano estaba leprosa como la nieve”.
El Señor le dijo ejerza lo que le doy
Éxodo 4: 8 – 11
“Si
aconteciere que no te creyeren ni obedecieren a la voz de la primera señal,
creerán a la voz de la postrera. Y si aún no creyeren a estas dos señales, ni
oyeren tu voz, tomarás de las aguas del río y las derramarás en tierra; y se
cambiarán aquellas aguas que tomarás del río y se harán sangre en la tierra.
Entonces dijo Moisés a Jehová: ¡Ay, Señor! nunca he sido hombre de fácil
palabra, ni antes, ni desde que tú hablas a tu siervo; porque soy tardo en el
habla y torpe de lengua. Y Jehová le respondió: ¿Quién dio la boca al hombre?
¿o quién hizo al mudo y al sordo, al que ve y al ciego? ¿No soy yo Jehová?”
Moisés se estaba apoyando en lo humano. Los
discípulos eran humildes y con la palabra que Dios le dio hicieron maravillas.
Dios es el que nos está dando la palabra.
Levantemos nuestras manos y se abren sendas
para el pueblo de Dios, hablemos con Poder y con convicción.
Éxodo 4: 18 – 20
“Así se
fue Moisés, y volviendo a su suegro Jetro, le dijo: Iré ahora, y volveré a mis
hermanos que están en Egipto, para ver si aún viven. Y Jetro dijo a Moisés: Ve
en paz. Dijo también Jehová a Moisés en Madián: Ve y vuélvete a Egipto, porque
han muerto todos los que procuraban tu muerte. Entonces Moisés tomó su mujer y
sus hijos, y los puso sobre un asno, y volvió a tierra de Egipto. Tomó también
Moisés la vara de Dios en su mano”.
Dios te está dando la orden que te muevas y
salgas de esa cueva de la incredulidad, de esa cueva del conformismo, sal de
ahí porque no es la posición para un hijo de Dios. Dios quiere
utilizarnos, Dios quiere manifestar su
gloria en nosotros.
Moisés salió con su familia y Dios le dijo
que llevara la vara, la autoridad de Dios que no es solo para unas cosas es
para todo, para que usted la ejerza con su familia, para que usted la ejerza en
su empleo, para que la ejerza con sus enemigos, para que la ejerza aun cuando
esté enfermo, cuando no tenga esperanza, cuando no tenga sentido de vivir, para
eso es la palabra para que usted la lleve dondequiera que vaya y la ejerza. Esa
autoridad cubre toda su familia porque usted se paró en Cristo.
No puede el diablo decirle que usted no es
nada, que nadie lo quiere, que usted no vale nada mentiras del diablo: “usted vale mucho”.
Valemos para Dios nos tenemos que levantar. Somos valiosos para Dios, a Dios le
importamos.
Al hombre no le importamos, el hombre no está
sino por conveniencia y cuando usted no le sirve le da una patada y lo bota.
Dios está ahí siempre esperándonos con los
brazos abiertos.
Muchas veces nos quieren por lo físico, Dios
no, Dios lo que quiere es tu corazón, a Dios no le importa si eres bonito o
feo.
En Jesucristo hay poder, si sucumbimos es
porque nos alejamos de la presencia de Dios, de su cobertura.
Dios nos llamó con un propósito.
Apocalipsis 12: 5
“Y ella
dio a luz un hijo varón, que regirá con vara de hierro a todas las naciones; y
su hijo fue arrebatado para Dios y para su trono”.
Jesucristo está sentado a la Diestra de Dios
Padre, regirá a las naciones con la palabra. Con la palabra Jesucristo
expulsaba los demonios y tenían que obedecer.
Así quiere Dios que la palabra que usted y yo
tenemos no nos la quite nadie, que esa palabra sea firme, que sea firme ante
todo, ante la tentación, que sea firme porque Dios está ahí obrando y Dios te
va a respaldar.
Es tan grande esa autoridad que hay en la
palabra que hasta los satánicos saben y la atacan.
Es increíble, todo el mundo tiene una Biblia
abierta en el salmo 91 con la página negra, la tienen como un amuleto, pero
saben que ahí hay algo especial. La Biblia es para leerla.
Génesis 25: 27 - 37
“Y
crecieron los niños, y Esaú fue diestro en la caza, hombre del campo; pero
Jacob era varón quieto, que habitaba en tiendas. Y amó Isaac a Esaú, porque comía de su caza;
mas Rebeca amaba a Jacob. Y guisó Jacob un potaje; y volviendo Esaú del campo,
cansado, dijo a Jacob: Te ruego que me des a comer de ese guiso rojo, pues
estoy muy cansado. Por tanto fue llamado su nombre Edom. Y Jacob respondió:
Véndeme en este día tu primogenitura. Entonces dijo Esaú: He aquí yo me voy a
morir; ¿para qué, pues, me servirá la primogenitura? Y dijo Jacob: Júramelo en
este día. Y él le juró, y vendió a Jacob su primogenitura. Entonces Jacob dio a
Esaú pan y del guisado de las lentejas; y él comió y bebió, y se levantó y se
fue. Así menospreció Esaú la primogenitura”.
Esaú despreció la bendición.
Cuántas veces despreciamos la palabra del
Señor, porque me parece que es muy exagerada, nos parece, despreciamos la
bendición.
Cuando nos sentimos cansados de caminar en
Cristo y no venimos a nutrirnos de la palabra de Dios es cuando el enemigo
viene y nos hace daño.
Satanás vino a Jesucristo cuando había una
necesidad, tenía hambre, vino a Esaú cuando tenía una necesidad, tenía hambre.
También viene a nosotros en esa circunstancia.
Cuando caemos en pecado cambiamos nuestra
condición de hijos a mendigos y pordioseros.
Lucas 15: 28 – 32
“Entonces
se enojó, y no quería entrar. Salió por tanto su padre, y le rogaba que
entrase. Mas él, respondiendo, dijo al
padre: He aquí, tantos años te sirvo, no habiéndote desobedecido jamás, y nunca
me has dado ni un cabrito para gozarme con mis amigos. Pero cuando vino este tu
hijo, que ha consumido tus bienes con rameras, has hecho matar para él el
becerro gordo. El entonces le dijo: Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis
cosas son tuyas. Mas era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este tu
hermano era muerto, y ha revivido; se había perdido, y es hallado”.
Usted no ha hecho uso de lo que Dios ya le
dio, tal vez porque se cree menos y no es así.
Si nosotros siempre estamos con Dios todas
las cosas son nuestras. Entonces ¿por qué no recibimos la bendición? Porque no
nos la apropiamos.
Por qué el padre le devolvió todo a ese hijo
prodigo, porque volvió. “El que viene a mí no sale con las manos vacías” dice
el Señor, “el que viene a mí le sano las heridas, le pongo vendajes y lo cuido”.
Cuando venimos a Dios, Dios no nos da la
espalada, Dios nos acoge, nos consuela, no restaura y nos abraza. Hay que venir
a él. No es a una religión es a un Dios vivo, a Jesucristo el Señor.
El único que puede llenar el vacío del
corazón es Jesucristo.
Tenemos un pacto Dios nos cuida, pero usted,
cuide ese pacto.
Hechos 3
3: 1 – 10
“Pedro y Juan
subían juntos al templo a la hora novena, la de la oración. Y era traído un
hombre cojo de nacimiento, a quien ponían cada día a la puerta del templo que
se llama la Hermosa, para que pidiese limosna de los que entraban en el templo.
Este, cuando vio a Pedro y a Juan que iban a entrar en el templo, les rogaba
que le diesen limosna. Pedro, con Juan, fijando en él los ojos, le dijo:
Míranos. Entonces él les estuvo atento, esperando recibir de ellos algo. Mas
Pedro dijo: No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de
Jesucristo de Nazaret, levántate y anda. Y tomándole por la mano derecha le
levantó; y al momento se le afirmaron los pies y tobillos; y saltando, se puso
en pie y anduvo; y entró con ellos en el templo, andando, y saltando, y
alabando a Dios. Y todo el pueblo le vio andar y alabar a Dios. Y le reconocían
que era el que se sentaba a pedir limosna a la puerta del templo, la Hermosa; y
se llenaron de asombro y espanto por lo que le había sucedido”.
Hay que salir de la mendicidad porque tenemos
el poder.
Pedro y Juan entraron, el mendigo no.
Nosotros entramos a la presencia de Dios
cuando recibimos a Jesucristo.
El mendigo esperaba una limosna, algo
material.
Pedro no tenía su mirada en lo terrenal, Pero
tenía algo mejor, al Rey de reyes y Señor de señores.
En el nombre de Jesucristo levantémonos de
ese estado, de esa mediocridad y posesionémonos de lo que somos, reyes y sacerdotes
y con todo el poder para vencer al enemigo y para que las cadenas caigan.
Sucedió eso porque Pedro tomó la palabra en
sus manos y uso ese arma con autoridad.
Muchas veces Dios con la bendición y nosotros
retrocediendo, no nos quedemos ahí avancemos. Por la palabra levántese de ese
estado y no es mañana es hoy.
Jesucristo nos toma de la mano y no nos
suelta. Dios quiere que andemos con él.
Cuando recibimos a Jesucristo tenemos que
cambiar de posición, tenemos que avanzar.
El paralitico ahí mismo ejerció lo que le
dieron.
Cuando estamos fuera de la cobertura de Dios
no podemos entrar a su presencia, tenemos que buscar su cobertura.
Si entramos a su presencia es para adorar.
Antes estaba mendigando y ahora alabando, fue
testimonio para otros.
Eso quiere de Dios que los de afuera se
asombren de lo que tenemos.
Jesucristo quiere lo mejor en nuestras vidas,
dejemos que él obre.
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