¿Cuántos acá están esperando en
Dios?, ¿cuántos se han desanimado por el esperar?, ¿cuántos se han
entristecido?, ¿cuántos no han querido seguir? Y ¿cuántos dejaron de clamar?
El esperar en Dios no es fácil,
el esperar en Dios es prueba porque es donde el Señor forma nuestra fe, nuestra
paciencia, nuestra fidelidad.
Muchos decaen cuando no ven
milagros, Dios no quiere que seamos así, sino que esperemos en todo momento.
Cuando vino el diluvio nadie estaba esperando al Señor, solo Noé.
Muchos se van al mundo porque
esperar en el Señor les parece muy difícil, creen que el Señor no puede dar una
respuesta.
Éxodo 2: 1 -3
“Un
varón de la familia de Leví fue y tomó por mujer a una hija de Leví, la
que concibió, y dio a luz un hijo; y viéndole que era hermoso, le tuvo
escondido tres meses. Pero no pudiendo ocultarle más tiempo, tomó una
arquilla de juncos y la calafateó con asfalto y brea, y colocó en ella al niño
y lo puso en un carrizal a la orilla del río”.
Acá nos está hablando del nacimiento
de Moisés. Los padres de Moisés no sabían los planes que Dios tenía para él.
Todos los bebés fueron muertos por orden de Faraón. Dios en su misericordia,
dio sabiduría a la madre de Moisés para que lo metiera en una canastilla y lo
echara al río.
El pueblo de Israel estaba en esclavitud
y había perdido la esperanza. Ella tenía la esperanza de que Dios guardaría a su hijo, Dios hizo un milagro y
permitió que la hija de Faraón tomara ese niño y lo criara. Moisés era un intelectual
y se empapó de toda ley de Egipto porque él era muy cercano a Faraón. Sin
embargo Moisés conoció también todo lo referente a su pueblo Israel. (Leer
hasta el 25)
Transcurrieron 40 años para que
Moisés se preparara y permitió Dios que aconteciera una pelea con un egipcio y
Moisés tuvo que huir al desierto y estando allí, Dios lo llamó. Dios se nos
revela y nos llama en el desierto.
Éxodo 3:6 – 7
“Y dijo: Yo soy el Dios de tu padre, Dios de Abraham, Dios de Isaac, y
Dios de Jacob. Entonces Moisés cubrió su rostro, porque tuvo miedo de mirar a
Dios. Dijo luego Jehová: Bien he visto la aflicción de mi pueblo que está
en Egipto, y he oído su clamor a causa de sus exactores; pues he conocido sus
angustias,
y he descendido para librarlos de
mano de los egipcios, y sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y ancha,
a tierra que fluye leche y miel, a los lugares del cananeo, del heteo, del
amorreo, del ferezeo, del heveo y del jebuseo. El clamor, pues, de los
hijos de Israel ha venido delante de mí, y también he visto la opresión con que
los egipcios los oprimen”.
El pueblo de Israel llevaba
muchos años clamando porque estaban esperando un libertador, y el libertador
estaba ahí. ¿Cuántas veces nosotros estamos esperando un milagro y ese milagro
está ahí a la puerta? ¿Cuántas veces el señor nos dice que el milagro está ahí
y no creemos? Por nuestra incredulidad y a veces por nuestro pecado hacemos
retardar ese milagro.
Como le dijo a Abacú aunque la
visión tardara un poco espérala porque de cierto vendrá. Lo que Dios nos ha prometido esperémoslo porque de cierto vendrá.
Vamos a clamarle al Señor que nos
ayude a esperar en él, que no nos desalentemos, que nos ayude a batallar
conforme a la palabra que él nos da.
Nosotros en el “egipto” del mundo
vemos las puertas cerradas pero él ha visto nuestra aflicción: “bien he visto
la aflicción de mi pueblo”.
Como dice este pasaje, Dios
conoce nuestras angustias.
Ha descendido para ayudarnos, no
nos sintamos solos ni desamparados. La
esperanza viva del Espíritu Santo está con nosotros.
El enemigo nos hace sentir
que estamos desamparados, que estamos solos, que envejecemos, que hay crisis económica,
que no hay solución. Si Dios es el dueño de todo y tiene un momento para cada
ser humano.
Dios nos sacará a una gran
bendición. Él es el dueño de los tiempos.
A una tierra y ancha, Dios
nos da algo bueno para sus hijos. Dificultades va a haber, pero Dios nos da
pautas para enfrentarnos a las dificultades y al enemigo.
Dios no quiere que
recibamos la bendición y que con ella nos relajemos.
Dios da una promesa y no
se echa atrás, él mira nuestra actitud ante la promesa. Si nos desanimamos o la
rechazamos o que hacemos. ¿Cuántos hemos rechazados promesas y bendiciones de
Dios porque nos parecen grandes y difíciles? Hemos dejado pasar el momento y después
hemos tenido que llorar, a muchos les ha pasado. Dios no quiere que su pueblo
deje pasar la bendición, Dios quiere que su pueblo sea atrevido, un pueblo
esforzado, que Dios dio la bendición y usted la tomó y batalló por esa
bendición.
Que no ve nada, siga
esperando y siga peleando por su bendición. Él no llega tarde, llega en el
momento preciso, nuestros tiempos no son los de Dios.
El clamor llega ante el
Señor. Dios escucha nuestro clamor. Dios ve lo que nos aqueja y lo que nos
oprime.
Clamémosle al Señor para
que nos de discernimiento y nos diga cuándo es el enemigo el que está metiendo
la mano y podamos reprender.
Éxodo 1: 11
“Entonces pusieron sobre ellos comisarios de tributos que los
molestasen con sus cargas; y edificaron para Faraón las ciudades de almacenaje,
Pitón y Ramesés. Pero cuanto más los oprimían, tanto más se multiplicaban
y crecían, de manera que los egipcios temían a los hijos de Israel”.
El enemigo nos quieren quitar la
fe y la paz entonces está molestando. Hoy es el día de sacar lo que está
observando. Entre más opresión, más se tiene que multiplicar la fe.
Mayor es el que está en mí que el
que está en el mundo dice el Señor.
Génesis 15: 1 – 12
“Después de estas cosas vino la palabra de Jehová a Abram en visión,
diciendo: No temas, Abram; yo soy tu escudo, y tu galardón será sobremanera
grande. Y respondió Abram: Señor Jehová, ¿qué me darás, siendo así que
ando sin hijo, y el mayordomo de mi casa es ese damasceno Eliezer?”
Pon tu nombre ahí y entenderás
que el galardón que el señor tiene para ti es “sobremanera grande”.
Cuando clamamos Dios empieza a
despejar los caminos, Hay que quitar el temor de nuestras vidas hoy.
El Señor es nuestro escudo.
La bendición que hay sobre cada
uno de nosotros es grande, empiece a visualizarla.
Dios le dijo a Abraham no temas y
él ya tenía miedo porque no tenía hijos y el que le iba a heredar era un
esclavo.
Génesis 15: 9 – 12
“Y le dijo: Tráeme una becerra de tres años, y una cabra de tres años,
y un carnero de tres años, una tórtola también, y un palomino. Y tomó él
todo esto, y los partió por la mitad, y puso cada mitad una enfrente de la otra;
mas no partió las aves. Y descendían aves de rapiña sobre los cuerpos
muertos, y Abram las ahuyentaba. Mas a la caída del sol sobrecogió el sueño
a Abram, y he aquí que el temor de una grande oscuridad cayó sobre él”.
Abraham presentó sacrificio y ahuyentaba
los obstáculos que venían. No podemos contemplar los ataque del enemigo debemos
expulsarlos.
Cuando vemos las cosas oscuras,
vienen los ataques.
Génesis 15 13 -14
“Entonces Jehová dijo a Abram: Ten por cierto que tu descendencia
morará en tierra ajena, y será esclava allí, y será oprimida cuatrocientos
años. Mas también a la nación a la cual servirán, juzgaré yo; y después
de esto saldrán con gran riqueza”.
La bendición de Dios enriquece y
no trae con ella tristeza.
Génesis 15: 15
“Y tú vendrás a tus padres en paz, y serás sepultado en buena vejez”.
Dios muestra la bendición sobre
el pueblo y sobre cada uno. Y la muestra para que esperemos y clamemos por esa
bendición.
Génesis 18: 1 - 2
“Después le apareció Jehová en el encinar de Mamre, estando él sentado
a la puerta de su tienda en el calor del día. Y alzó sus ojos y miró, y
he aquí tres varones que estaban junto a él; y cuando los vio, salió corriendo
de la puerta de su tienda a recibirlos, y se postró en tierra”,
Se le aparecieron dos ángeles y
le dijeron en el versículo 9:
“Y le dijeron: ¿Dónde está Sara tu mujer? Y él respondió: Aquí en la
tienda. Entonces dijo: De cierto volveré
a ti; y según el tiempo de la vida, he aquí que Sara tu mujer tendrá un hijo. Y
Sara escuchaba a la puerta de la tienda, que estaba detrás de él.
Y Abraham y Sara eran viejos, de edad avanzada; y a Sara le había cesado ya la costumbre
de las mujeres. Se rió, pues, Sara entre sí, diciendo: ¿Después que he
envejecido tendré deleite, siendo también mi señor ya viejo? Entonces
Jehová dijo a Abraham: ¿Por qué se ha reído Sara diciendo: ¿Será cierto que he
de dar a luz siendo ya vieja? ¿Hay para Dios alguna cosa difícil? Al
tiempo señalado volveré a ti, y según el tiempo de la vida, Sara tendrá un hijo”.
Cuando nos desesperamos queremos
a “ayudarle” a Dios y ahí es donde nos equivocamos, así le pasó a Abraham y fue
cuando Sara le dio a la esclava y tuvo a Ismael.
Como se adelantaron Dios nos
retiró la promesa, pero esa duda y ese obrar sin la guía de Dios retardó la
promesa.
Segú el 1 Abraham estaba reposado,
no podemos estar reposados en el lugar atrio sino en el lugar santísimo.
Dios quiere que seamos diligentes
a salir a recibir lo que nos entregó.
Cuántas veces hemos dudado de un
milagro porque lo vemos difícil o imposible para nosotros. Recordemos que para
Dios no hay nada imposible.
Nosotros estamos en el lenguaje
de Dios no en el lenguaje del mundo.
¿Si creemos nosotros que Dios
puede levantar nuestros ministerios, y darnos una casa, o un buen empleos siendo
ya viejos? Pues si no lo creemos empecemos a creerlo porque Dios todo lo puede.
Dios dio la promesa y no se va, él
se acuerda. Los que no nos acordamos somos nosotros.
Dios volverá y volverá con la
respuesta.
Isaías 30: 15
“Porque así dijo Jehová el Señor,
el Santo de Israel: En descanso y en reposo seréis salvos; en quietud y en
confianza será vuestra fortaleza. Y no quisisteis”,
Cuantas veces somos llenos de
angustia porque no queremos descansar en el Señor.
Confiados en que él está oyendo
nuestra oración.
Salmos 46: 10
“Estad quietos, y conoced
que yo soy Dios; seré exaltado entre las naciones; enaltecido seré en la tierra”.
Job 36: 7
“No apartará de los justos sus ojos; antes bien con los reyes los
pondrá en trono para siempre, y serán exaltados”.
Usted es un bendecido de Dios. Somos
lo máximo para Él.
Aprópiense de esta palabra, esta
palabra es para nosotros.