sábado, 24 de enero de 2015

El Esperar en Dios


¿Cuántos acá están esperando en Dios?, ¿cuántos se han desanimado por el esperar?, ¿cuántos se han entristecido?, ¿cuántos no han querido seguir? Y ¿cuántos dejaron de clamar?

El esperar en Dios no es fácil, el esperar en Dios es prueba porque es donde el Señor forma nuestra fe, nuestra paciencia, nuestra fidelidad. 

Muchos decaen cuando no ven milagros, Dios no quiere que seamos así, sino que esperemos en todo momento. Cuando vino el diluvio nadie estaba esperando al Señor, solo Noé.

Muchos se van al mundo porque esperar en el Señor les parece muy difícil, creen que el Señor no puede dar una respuesta.

Éxodo 2: 1 -3 

“Un varón de la familia de Leví fue y tomó por mujer a una hija de Leví, la que concibió, y dio a luz un hijo; y viéndole que era hermoso, le tuvo escondido tres meses. Pero no pudiendo ocultarle más tiempo, tomó una arquilla de juncos y la calafateó con asfalto y brea, y colocó en ella al niño y lo puso en un carrizal a la orilla del río”.  

Acá nos está hablando del nacimiento de Moisés. Los padres de Moisés no sabían los planes que Dios tenía para él. Todos los bebés fueron muertos por orden de Faraón. Dios en su misericordia, dio sabiduría a la madre de Moisés para que lo metiera en una canastilla y lo echara al río.

El pueblo de Israel estaba en esclavitud y había perdido la esperanza. Ella tenía la esperanza de que Dios  guardaría a su hijo, Dios hizo un milagro y permitió que la hija de Faraón tomara ese niño y lo criara. Moisés era un intelectual y se empapó de toda ley de Egipto porque él era muy cercano a Faraón. Sin embargo Moisés conoció también todo lo referente a su pueblo Israel. (Leer hasta el 25)

Transcurrieron 40 años para que Moisés se preparara y permitió Dios que aconteciera una pelea con un egipcio y Moisés tuvo que huir al desierto y estando allí, Dios lo llamó. Dios se nos revela y nos llama en el desierto.

Éxodo 3:6 – 7

“Y dijo: Yo soy el Dios de tu padre, Dios de Abraham, Dios de Isaac, y Dios de Jacob. Entonces Moisés cubrió su rostro, porque tuvo miedo de mirar a Dios.  Dijo luego Jehová: Bien he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su clamor a causa de sus exactores; pues he conocido sus angustias, y he descendido para librarlos de mano de los egipcios, y sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y ancha, a tierra que fluye leche y miel, a los lugares del cananeo, del heteo, del amorreo, del ferezeo, del heveo y del jebuseo.  El clamor, pues, de los hijos de Israel ha venido delante de mí, y también he visto la opresión con que los egipcios los oprimen”. 

El pueblo de Israel llevaba muchos años clamando porque estaban esperando un libertador, y el libertador estaba ahí. ¿Cuántas veces nosotros estamos esperando un milagro y ese milagro está ahí a la puerta? ¿Cuántas veces el señor nos dice que el milagro está ahí y no creemos? Por nuestra incredulidad y a veces por nuestro pecado hacemos retardar ese milagro.

Como le dijo a Abacú aunque la visión tardara un poco espérala porque de cierto vendrá. Lo que Dios nos ha prometido esperémoslo porque de cierto vendrá.

Vamos a clamarle al Señor que nos ayude a esperar en él, que no nos desalentemos, que nos ayude a batallar conforme a la palabra que él nos da. 

Nosotros en el “egipto” del mundo vemos las puertas cerradas pero él ha visto nuestra aflicción: “bien he visto la aflicción de mi pueblo”.

Como dice este pasaje, Dios conoce nuestras angustias.

Ha descendido para ayudarnos, no nos sintamos solos ni desamparados.  La esperanza viva del Espíritu Santo está con nosotros.

El enemigo nos hace sentir que estamos desamparados, que estamos solos, que envejecemos, que hay crisis económica, que no hay solución. Si Dios es el dueño de todo y tiene un momento para cada ser humano.

Dios nos sacará a una gran bendición. Él es el dueño de los tiempos.

A una tierra y ancha, Dios nos da algo bueno para sus hijos. Dificultades va a haber, pero Dios nos da pautas para enfrentarnos a las dificultades y al enemigo.

Dios no quiere que recibamos la bendición y que con ella nos relajemos.

Dios da una promesa y no se echa atrás, él mira nuestra actitud ante la promesa. Si nos desanimamos o la rechazamos o que hacemos. ¿Cuántos hemos rechazados promesas y bendiciones de Dios porque nos parecen grandes y difíciles? Hemos dejado pasar el momento y después hemos tenido que llorar, a muchos les ha pasado. Dios no quiere que su pueblo deje pasar la bendición, Dios quiere que su pueblo sea atrevido, un pueblo esforzado, que Dios dio la bendición y usted la tomó y batalló por esa bendición.

Que no ve nada, siga esperando y siga peleando por su bendición. Él no llega tarde, llega en el momento preciso, nuestros tiempos no son los de Dios. 

El clamor llega ante el Señor. Dios escucha nuestro clamor. Dios ve lo que nos aqueja y lo que nos oprime.

Clamémosle al Señor para que nos de discernimiento y nos diga cuándo es el enemigo el que está metiendo la mano y podamos reprender.

Éxodo 1: 11

“Entonces pusieron sobre ellos comisarios de tributos que los molestasen con sus cargas; y edificaron para Faraón las ciudades de almacenaje, Pitón y Ramesés.  Pero cuanto más los oprimían, tanto más se multiplicaban y crecían, de manera que los egipcios temían a los hijos de Israel”. 

El enemigo nos quieren quitar la fe y la paz entonces está molestando. Hoy es el día de sacar lo que está observando. Entre más opresión, más se tiene que multiplicar la fe.

Mayor es el que está en mí que el que está en el mundo dice el Señor.

Génesis 15: 1 – 12

“Después de estas cosas vino la palabra de Jehová a Abram en visión, diciendo: No temas, Abram; yo soy tu escudo, y tu galardón será sobremanera grande.  Y respondió Abram: Señor Jehová, ¿qué me darás, siendo así que ando sin hijo, y el mayordomo de mi casa es ese damasceno Eliezer?” 

Pon tu nombre ahí y entenderás que el galardón que el señor tiene para ti es “sobremanera grande”.

Cuando clamamos Dios empieza a despejar los caminos, Hay que quitar el temor de nuestras vidas hoy.
El Señor es nuestro escudo. 

La bendición que hay sobre cada uno de nosotros es grande, empiece a visualizarla. 

Dios le dijo a Abraham no temas y él ya tenía miedo porque no tenía hijos y el que le iba a heredar era un esclavo.

Génesis 15: 9 – 12

“Y le dijo: Tráeme una becerra de tres años, y una cabra de tres años, y un carnero de tres años, una tórtola también, y un palomino.  Y tomó él todo esto, y los partió por la mitad, y puso cada mitad una enfrente de la otra; mas no partió las aves. Y descendían aves de rapiña sobre los cuerpos muertos, y Abram las ahuyentaba.  Mas a la caída del sol sobrecogió el sueño a Abram, y he aquí que el temor de una grande oscuridad cayó sobre él”. 

Abraham presentó sacrificio y ahuyentaba los obstáculos que venían. No podemos contemplar los ataque del enemigo debemos expulsarlos.

Cuando vemos las cosas oscuras, vienen los ataques.

Génesis 15 13 -14

“Entonces Jehová dijo a Abram: Ten por cierto que tu descendencia morará en tierra ajena, y será esclava allí, y será oprimida cuatrocientos años.  Mas también a la nación a la cual servirán, juzgaré yo; y después de esto saldrán con gran riqueza”. 

La bendición de Dios enriquece y no trae con ella tristeza.

Génesis 15: 15

“Y tú vendrás a tus padres en paz, y serás sepultado en buena vejez”. 

Dios muestra la bendición sobre el pueblo y sobre cada uno. Y la muestra para que esperemos y clamemos por esa bendición.

Génesis 18: 1 - 2

“Después le apareció Jehová en el encinar de Mamre, estando él sentado a la puerta de su tienda en el calor del día.  Y alzó sus ojos y miró, y he aquí tres varones que estaban junto a él; y cuando los vio, salió corriendo de la puerta de su tienda a recibirlos, y se postró en tierra”,

Se le aparecieron dos ángeles y le dijeron en el versículo 9:

Y le dijeron: ¿Dónde está Sara tu mujer? Y él respondió: Aquí en la tienda.  Entonces dijo: De cierto volveré a ti; y según el tiempo de la vida, he aquí que Sara tu mujer tendrá un hijo. Y Sara escuchaba a la puerta de la tienda, que estaba detrás de él.  Y Abraham y Sara eran viejos, de edad avanzada; y a Sara le había cesado ya la costumbre de las mujeres.  Se rió, pues, Sara entre sí, diciendo: ¿Después que he envejecido tendré deleite, siendo también mi señor ya viejo?  Entonces Jehová dijo a Abraham: ¿Por qué se ha reído Sara diciendo: ¿Será cierto que he de dar a luz siendo ya vieja?  ¿Hay para Dios alguna cosa difícil? Al tiempo señalado volveré a ti, y según el tiempo de la vida, Sara tendrá un hijo”. 

Cuando nos desesperamos queremos a “ayudarle” a Dios y ahí es donde nos equivocamos, así le pasó a Abraham y fue cuando Sara le dio a la esclava y tuvo a Ismael.

Como se adelantaron Dios nos retiró la promesa, pero esa duda y ese obrar sin la guía de Dios retardó la promesa.

Segú el 1 Abraham estaba reposado, no podemos estar reposados en el lugar atrio sino en el lugar santísimo.

Dios quiere que seamos diligentes a salir a recibir lo que nos entregó. 

Cuántas veces hemos dudado de un milagro porque lo vemos difícil o imposible para nosotros. Recordemos que para Dios no hay nada imposible.

Nosotros estamos en el lenguaje de Dios no en el lenguaje del mundo.

¿Si creemos nosotros que Dios puede levantar nuestros ministerios, y darnos una casa, o un buen empleos siendo ya viejos? Pues si no lo creemos empecemos a creerlo porque Dios todo lo puede. 

Dios dio la promesa y no se va, él se acuerda. Los que no nos acordamos somos nosotros.

Dios volverá y volverá con la respuesta.

Isaías 30: 15

“Porque así dijo Jehová el Señor, el Santo de Israel: En descanso y en reposo seréis salvos; en quietud y en confianza será vuestra fortaleza. Y no quisisteis”,

Cuantas veces somos llenos de angustia porque no queremos descansar en el Señor.
Confiados en que él está oyendo nuestra oración. 

Salmos 46: 10

Estad quietos, y conoced que yo soy Dios; seré exaltado entre las naciones; enaltecido seré en la tierra”.

Job 36: 7

“No apartará de los justos sus ojos; antes bien con los reyes los pondrá en trono para siempre, y serán exaltados”. 

Usted es un bendecido de Dios. Somos lo máximo para Él.

Aprópiense de esta palabra, esta palabra es para nosotros.

miércoles, 21 de enero de 2015

Hambre y sed de su presencia



Ruth 1: 1-13

“Aconteció en los días que gobernaban los jueces, que hubo hambre en la tierra. Y un varón de Belén de Judá fue a morar en los campos de Moab, él y su mujer, y dos hijos suyos.  El nombre de aquel varón era Elimelec, y el de su mujer, Noemí; y los nombres de sus hijos eran Mahlón y Quelión, efrateos de Belén de Judá. Llegaron, pues, a los campos de Moab, y se quedaron allí.  Y murió Elimelec, marido de Noemí, y quedó ella con sus dos hijos,  los cuales tomaron para sí mujeres moabitas; el nombre de una era Orfa, y el nombre de la otra, Rut; y habitaron allí unos diez años.  Y murieron también los dos, Mahlón y Quelión, quedando así la mujer desamparada de sus dos hijos y de su marido.  Entonces se levantó con sus nueras, y regresó de los campos de Moab; porque oyó en el campo de Moab que Jehová había visitado a su pueblo para darles pan.  Salió, pues, del lugar donde había estado, y con ella sus dos nueras, y comenzaron a caminar para volverse a la tierra de Judá.  Y Noemí dijo a sus dos nueras: Andad, volveos cada una a la casa de su madre; Jehová haga con vosotras misericordia, como la habéis hecho con los muertos y conmigo.  Os conceda Jehová que halléis descanso, cada una en casa de su marido. Luego las besó, y ellas alzaron su voz y lloraron,  y le dijeron: Ciertamente nosotras iremos contigo a tu pueblo.  Y Noemí respondió: Volveos, hijas mías; ¿para qué habéis de ir conmigo? ¿Tengo yo más hijos en el vientre, que puedan ser vuestros maridos?  Volveos, hijas mías, e idos; porque yo ya soy vieja para tener marido. Y aunque dijese: Esperanza tengo, y esta noche estuviese con marido, y aun diese a luz hijos,  ¿habíais vosotras de esperarlos hasta que fuesen grandes? ¿Habíais de quedaros sin casar por amor a ellos? No, hijas mías; que mayor amargura tengo yo que vosotras, pues la mano de Jehová ha salido contra mí”. 

El hambre y la sed de Dios  es ese avivamiento. Oyó Nohemí que Dios había visitado a su pueblo y había pan, y decidió ir hacia allí. Hoy Dios ha visitado a su pueblo para darnos pan. Hoy es el día que Dios ha hecho para darle pan a su pueblo, a ese pueblo que tiene hambre y sed de su presencia.

Tu viniste en esta mañana porque sabías que Dios tenía pan para tu alma, que en Dios hay saciedad, que Dios sacia nuestro corazón.

Nohemí no se quedó quieta, ella fue a buscar a ese pueblo. 

El versículo 14 dice 

“Y ellas alzaron otra vez su voz y lloraron; y Orfa besó a su suegra, mas Rut se quedó con ella”. 

Ruth se quedó en la bendición. Muchos se quedan en sus casas pensando: “cuál pan, cuál palabra”.

Ruth se quedó con ella porque había visto algo especial en Nohemí que era el Dios todo poderoso. Ruth sabía que había un Dios Todopoderoso que aun en el desierto no deja mendigar a su pueblo. Que aun en el desierto Dios sacia a su pueblo. Que Dios es un Dios de misericordia. ¿Cuántas veces Dios nos ha guardado, ha guardado nuestras familias, nuestros hijos?  ¿Cuántas veces Dios ha enviado su provisión a través de tantas personas?

Quizás estás hoy en quebranto, pero tenemos un Dios misericordioso que nos ha concedido hoy la vida para que le alabemos y le glorifiquemos. 

Dice en el 15:

“Y Noemí dijo: He aquí tu cuñada se ha vuelto a su pueblo y a sus dioses; vuélvete tú tras ella”. 

En medio de la prueba y la dificultad somos probados, Orfa habiendo oído que en ese pueblo había pan, ella decidió volver atrás, decidió volverse a otros dioses.

Dios no quiere que ante cualquier dificultada nos volvamos atrás. Que nosotros no  vivamos el fuego solo por un día, porque el avivamiento no lo apagará nada, ni las pruebas, ni las luchas, ni la necesidad.

Ruth siguió firme a pesar de que Orfa se devolvió y dijo: “yo voy a servir al Dios que tu sirves”

En el 16 dice:

“Respondió Rut: No me ruegues que te deje, y me aparte de ti; porque a dondequiera que tú fueres, iré yo, y dondequiera que vivieres, viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios. Donde tú murieres, moriré yo, y allí seré sepultada; así me haga Jehová, y aun me añada, que sólo la muerte hará separación entre nosotras dos”.

Ruth vio que en Nohemí había un Dios Todopoderoso, había visto las maravillas de Dios, no lo cuestionaba ni lo culpaba por lo que ellas estaban viviendo. Solo sabía que Dios tenía cosas grandes y que iba a mandar pan para su pueblo y ella quería ese pan.

Ruth se apropió del Dios que tenía Nohemí. No como Saúl que decía a Samuel: “ven y levanta un altar a tu Dios”. No se apropió del Dios tan grande y tan maravilloso, ¿Será que nosotros nos apropiamos en esta mañana del Dios tan grande y tan maravilloso que nosotros tenemos?

Que en medio de la prueba lo que quiere Dios es adoradores que levanten su canto, que levanten su voz.
Miremos estas mujeres que estaban en ruina y veamos todo lo que habían perdido y aun así seguían confiando en Dios.
Dios quiere que nosotros estemos convencidos en todo momento, porque cuando Dios dijo que los iba a sacar de Egipto Faraón no los dejó salir en ese instante. Satanás no se queda quieto, pero nuestro Dios pelea por su pueblo. Dios no quiere que nosotros nos quedemos quietos, quiere que sigamos adelante.
En el 18 dice;
“Y viendo Noemí que estaba tan resuelta a ir con ella, no dijo más”. 
Cuando un hijo de Dios está resuelto las demás personas no dicen nada y los demonios tienen que callar. 

Cuando Eliseo seguía a Elías estaba resuelto a obtener esa unción, estaba resuelto a que la presencia de Dios estuviese en su vida y dice la palabra que Eliseo no se apartó y que le pidió a Dios que una doble porción fuera sobre él.

La unción es para ver que son más los que están con nosotros, la unción es para predicar la Palabra de Dios, la unción da arrepentimiento de corazón, la unción da hambre y sed de su presencia. ¿Cuántos quieren pagar el  precio por esa unción?, la unción va más allá, la unción tiene comunión con Dios.

Que nosotros podamos anhelara esa presencia del Espíritu Santo, que cada día podamos cuidarla, porque dice la palabra de Dios que lo busquemos mientras pueda ser hallado.

Cuántas veces creemos que estamos bien con Dios y asistimos a la oración y otras cosas, pero realmente no estamos dando frutos dignos de arrepentimiento y nuestra vida nuestras actitudes muestran otra cosa diferente a lo que estamos diciendo con nuestros labios.

Dios quiere esa hambre y esa sed de su presencia en nuestras vidas y por eso vinimos esta mañana.

Dice en los versículos 19-21 (de Ruth 1)

Anduvieron, pues, ellas dos hasta que llegaron a Belén; y aconteció que habiendo entrado en Belén, toda la ciudad se conmovió por causa de ellas, y decían: ¿No es ésta Noemí? Y ella les respondía: No me llaméis Noemí,[a] sino llamadme Mara;[b] porque en grande amargura me ha puesto el Todopoderoso Yo me fui llena, pero Jehová me ha vuelto con las manos vacías. ¿Por qué me llamaréis Noemí, ya que Jehová ha dado testimonio contra mí, y el Todopoderoso me ha afligido?  

Que amargura tenía esta mujer y se sentía avergonzada.

Acá hemos visto como Dios levanta a muchos que están en su presencia y cuántos se olvidan de Dios y se van y cuando vuelven se sienten avergonzados, porque sin Dios nosotros no somos nada.

Si estamos buscando de Dios y estamos pasando pruebas, Dios quiere que en medio de esas pruebas nosotros lo alabemos y lo glorifiquemos. 

Ruth no pensó que Dios le había frustrado los sueños sino que dijo: “Tu Dios será mi Dios”.

¿Tendremos nosotros ese corazón? Que así mis hijos y mi esposa no quieran y mi familia se oponga yo voy a seguir a Dios.

¿Sería que en esas 120 que estaban en Pentecostés estaban pensando en sus problemas o en sus sueños? Yo creo que no, pues dice la escritura que estaban todos unánimes en un mismo sentir y en un mismo corazón. Dios sabía que ellos tenían hambre y que necesitaban vestido, peo ellos estaban anhelando la presencia de Dios y el avivamiento del Espíritu Santo sobre sus vida.

Por esa falta de anhelar al Espíritu Santo hay tantas iglesias muertas, tantas iglesias donde se ha apagado el Espíritu Santo y hay almas que anhelan una palabra fresca, una palabra que llene sus almas, una palabra que no hable solo de prosperidad.

Dios sabe que necesitamos y aun concede nuestros sueños, en su misericordia concede las peticiones de nuestro corazón.  Pero si estamos clamando por ese avivamiento, Dios quiere que estemos todos pensando una misma cosa.

Cuando salimos de aquí nos encontramos con muchas personas a las que podemos contar lo que ha hecho Dios en nuestras vidas, Dios quiere concedernos el denuedo para predicar, que no nos quedemos en predicar una palabra en un atril que es más fácil que salir a las calles donde están los verdaderos necesitados.

Muchas veces en el  pueblo de Dios estamos también necesitados de la palabra de Dios, hemos manchado nuestras vestiduras, pero Dios a través de su palabra quiere limpiarnos como quiere limpiar a los que están allí afuera.

Tenemos que quitarnos esa mentalidad que solo en el altar se predica la palabra. Dios nos quiere utiliza allá afuera.

Dios nos quiere enseñar para que vayamos y les demos a los de afuera.

Sabemos que después de la fidelidad de Ruth Dios la bendijo mucho. Así es Dios: galardonador de los que le buscan

Hechos de los apóstoles 1:1

“En el primer tratado, oh Teófilo, hablé acerca de todas las cosas que Jesús comenzó a hacer y a enseñar”,

Jesús no solo predicaba sino que hacía lo que predicaba.

Dios no quiere que te sepas toda la Biblia pero que no hagas nada, él quiere que te sepas uno o dos versículos pero que los pongas en práctica.

Jesús era hacedor de lo que predicaba 

En Hechos 1:2

“hasta el día en que fue recibido arriba, después de haber dado mandamientos por el Espíritu Santo a los apóstoles que había escogido”; 

No era por un día era siempre. Todos los días Jesucristo dio testimonio en la tierra: Nos enseñó el camino por el Espíritu Santo  y nos dijo: si se puede. Como dice la palabra somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. 

En Hechos 1: 3 dice 

“a quienes también, después de haber padecido, se presentó vivo con muchas pruebas indubitables, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles acerca del reino de Dios”. 

Jesucristo no les hablo de la tierra sino del reino de Dios.  El reino de Dios que no consiste en comida ni en bebida sino en justicia, paz y gozo en su Espíritu Santo. La paz que muchos ricos, materialmente hablando, no tienen. La paz y el amor de Dios que muchas personas, que piensan tenerlo todo materialmente, no tienen. Cuántos anhela esta paz y este gozo. 

El gozo que Dios nos dio el mundo no nos lo dio y el mundo no nos lo puede quitar y ese es el reino de Dios en nuestras vidas, que pensemos lo que él piensa y hablemos lo que él quiere que hablemos 

Hechos 1: 4

“Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí. Porque Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días”. 

Muchos empezaron y solo quedaron 120

Cuánto hace que se está diciendo que Dios enviaría un avivamiento a este lugar, cuánto hace que Dios nos está dando grandes promesas de nuestros ministerios y de nuestras cosas. 

Somos nosotros los que retardamos.

Por el hecho de que no creamos o retrocedamos o no sigamos adelante, Dios no retarda sus promesas. 

Dios les dijo esperen la promesa y Dios nos dice en esta mañana que esperemos. “Dentro de no muchos días”. Muchos no creyeron y se lo perdieron en Pentecostés, pero hubo otros que le creyeron a Dios, confiaron a pesar de las dificultades, los obstáculos y las pruebas que nos presenta el enemigo. ¿Tú crees que el enemigo con una promesa tan grande se va a quedar quieto? ¿Crees que el enemigo no va a querer robarte  la fe que Dios te ha dado, el gozo que Dios te ha dado? Tenemos que ser perseverantes. 

Hechos 2: 1-4

“Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos.  Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen”. 

Dice de repente. Nosotros estamos acá sentados, pero según la disposición de nuestro corazón no sabemos un “de repente” de Dios que venga sobre nuestras vidas. El no dijo cuándo vendría a la tierra, dijo que estuviéramos preparados para cuando él viniera.

Un día de repente los cielos se abrirán y aparecerá el Hijo de Dios vestido de ternura, coronado de gloria; un día de repente los hijos de Dios, la iglesia de Dios será arrebatada en los cielos, ¿estamos preparados? Un día de repente puede ser este momento. Si no ha venido es por su infinita misericordia, pero un día de repente, hoy puede ser el día. 

Hoy Dios nos da la oportunidad de volvernos a él. Dios dice que el que reconoce su pecado y se aparta alcanza misericordia. Un día de repente los cielos se abrirán y alguien dice “me voy a separar”, ya no es tiempo de eso. 

Estemos preparados en todo momento de tal manera que pueda decir: si Cristo viene yo no me voy a quedar. Este es el momento que Dios nos ha dado para volver nuestros corazones a él, para reconocerle.

domingo, 18 de enero de 2015

Llamados y escogidos



Esos somos nosotros, ¿lo podemos creer de todo corazón? No estamos en este lugar de casualidad, Dios nos llamó para mostrar su grandeza y su poder. Pudo haber escogidos a otros, pero nos llamó a nosotros.

Hechos 7: 49 – 51 

"El cielo es mi trono, y la tierra el estrado de mis pies. ¿Qué casa me edificaréis? dice el Señor; ¿o cuál es el lugar de mi reposo?    ¿No hizo mi mano todas estas cosas? ¡Duros de cerviz, e incircuncisos de corazón y de oídos! Vosotros resistís siempre al Espíritu Santo; como vuestros padres, así también vosotros".

Dios está diciendo que el cielo es el trono y la tierra es el estrado de sus pies, está hablando de su grandeza y de sus maravillas. ¿Cómo está ese templo que le estás edificando a Dios? En el antiguo le edificaban lo mejor a Dios. El Espíritu Santo moraba en tiendas, en tabernáculos, hoy el Espíritu Santo mora en nuestro corazón, nosotros somos ese templo y Dios nos pregunta que cómo está.

No permitimos que el Espíritu Santo more en nosotros como debe ser: en una morada sin mancha. Somos incircuncisos porque cuántas veces nos dice el Espíritu Santo que cambiemos. Por eso dice que somos incircuncisos y dice que resistimos al Espíritu Santo.

Malaquías 1: 6-8

“El hijo honra al padre, y el siervo a su señor. Si, pues, soy yo padre, ¿dónde está mi honra? y si soy señor, ¿dónde está mi temor? dice Jehová de los ejércitos a vosotros, oh sacerdotes, que menospreciáis mi nombre. Y decís: ¿En qué hemos menospreciado tu nombre?  En que ofrecéis sobre mi altar pan inmundo. Y dijisteis: ¿En qué te hemos deshonrado? En que pensáis que la mesa de Jehová es despreciable.  Y cuando ofrecéis el animal ciego para el sacrificio, ¿no es malo? Asimismo cuando ofrecéis el cojo o el enfermo, ¿no es malo? Preséntalo, pues, a tu príncipe; ¿acaso se agradará de ti, o le serás acepto? dice Jehová de los ejércitos”. 

Si nosotros somos esos hijos de Dios y él es nuestro Padre dónde está la honra para el Señor. Nosotros somos esos sacerdotes para ministrar esas cosas del Señor.

Cuando no nos gusta el vaso que el Señor está usando para traernos la palabra estamos despreciando la mesa del Señor.

Dios quiere algo puro, algo limpio, un corazón limpio delante del Señor. 

Dios dijo que en este lugar haría cosas grandes y maravillosas, pero ¿dónde están los que claman? 

Lucas 7: 36-40

“Uno de los fariseos rogó a Jesús que comiese con él. Y habiendo entrado en casa del fariseo, se sentó a la mesa. Entonces una mujer de la ciudad, que era pecadora, al saber que Jesús estaba a la mesa en casa del fariseo, trajo un frasco de alabastro con perfume;  y estando detrás de él a sus pies, llorando, comenzó a regar con lágrimas sus pies, y los enjugaba con sus cabellos; y besaba sus pies, y los ungía con el perfume. Cuando vio esto el fariseo que le había convidado, dijo para sí: Este, si fuera profeta, conocería quién y qué clase de mujer es la que le toca, que es pecadora.  Entonces respondiendo Jesús, le dijo: Simón, una cosa tengo que decirte. Y él le dijo: Di, Maestro”. 

Saltemos al 44:

Y vuelto a la mujer, dijo a Simón: ¿Ves esta mujer? Entré en tu casa, y no me diste agua para mis pies; mas ésta ha regado mis pies con lágrimas, y los ha enjugado con sus cabellos.  No me diste beso; mas ésta, desde que entré, no ha cesado de besar mis pies.  No ungiste mi cabeza con aceite; mas ésta ha ungido con perfume mis pies.  Por lo cual te digo que sus muchos pecados le son perdonados, porque amó mucho; mas aquel a quien se le perdona poco, poco ama.  Y a ella le dijo: Tus pecados te son perdonados.  Y los que estaban juntamente sentados a la mesa, comenzaron a decir entre sí: ¿Quién es éste, que también perdona pecados? Pero él dijo a la mujer: Tu fe te ha salvado, ve en paz”.

Nosotros estamos hoy sentados ante la mesa como el Señor y ¿Qué perfume hemos traído para él?

No tenemos palabras para el Señor. No tenemos palabras para agradecerle. 

No sé cansó esta mujer.

Queremos venir a la mesa y no darle nada al Señor, solo esperamos que él nos sacie. 

“Qué le has traído al Señor?: ¿has orado toda la semana?

Hay que orar más, hay que ayunar más, nadie nos lo tiene que decir.

Cuando vamos más allá de lo que nos toca hacer recibimos la recompensa.

Esa mujer fue diligente y recibió su recompensa, recibió la salvación, fue perdonada por sus pecados.

Lucas 13: 6-9

“Dijo también esta parábola: Tenía un hombre una higuera plantada en su viña, y vino a buscar fruto en ella, y no lo halló.  Y dijo al viñador: He aquí, hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no lo hallo; córtala; ¿para qué inutiliza también la tierra?  El entonces, respondiendo, le dijo: Señor, déjala todavía este año, hasta que yo cave alrededor de ella, y la abone.  Y si diere fruto, bien; y si no, la cortarás después”.

Dónde está el fruto, dónde está lo que Dios le ha dado. ¿Cuántos se acuerda cuando Dios les dio su ministerio?

Los escogidos son los que perseveran.

Cuántos como Jeremías que no quieren que Dios los utilice porque tienen miedo de algo.

Jeremías 1: 4 – 7

“Vino, pues, palabra de Jehová a mí, diciendo: Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones.  Y yo dije: ¡Ah! ¡ah, Señor Jehová! He aquí, no sé hablar, porque soy niño.  Y me dijo Jehová: No digas: Soy un niño; porque a todo lo que te envíe irás tú, y dirás todo lo que te mande”. 

Antes de que naciéramos Dios nos conocía, y nos bendijo en el vientre de nuestra madre. No hay excusa, Dios te llamó para servirle y no hay excusas para no hacerlo.

Si Dios nos dio ministerio y si nos manda a hacer algo es porque sabe que somos capaces de obedecer.

No estás acá por casualidad, estás para cosas grandes, pero dudas en tu corazón y por eso es que no suceden las cosas.

Dios nos trajo acá con un propósito, pero está en nosotros dejar que Dios nos utilice.

Haremos todo lo que Dios nos mande. Por amor al Señor debemos hacer lo que él nos manda, para que afuera conozcan que al Dios que  servimos es un Dios real , es un Dios vivo, un Dios que todo lo hace, un Dios que hace maravillas, no le servimos a un Dios muerto.

¿Dónde está la unción que nos ha dado? Dios dijo que acá iba a haber un avivamiento, Dios no se tarda, somos nosotros los que tardamos las promesas del Señor. Él ya lo dijo, pero somos nosotros los que no nos disponemos. Serán pocos porque el día de la visitación pasará y algunos no se darán cuenta.

Hay que ser como las vírgenes sensatas y estar siempre preparados.

Cuántos han creído al llamado de Dios, cuántos son como Samuel que ante el llamamiento de Dios respondieron: heme aquí.

En el tiempo de Samuel la profecía escaseaba como en estos últimos tiempos, hay que meternos en oración para que haya profecía. 

Cuántos han clamado por el ministerio. Algunos solo quieren que Dios los bendiga. Dios dice que irrevocable es el llamamiento. 

Somos preciosos tesoros en las manos del Señor. Nuestras angustias no pueden apagar lo que Dios nos ha dado.

Faraón dijo pongámosle carga a este pueblo para que no pueda crecer, pero el pueblo crecía y se fortalecía en número, así debemos ser nosotros no desmayar ante las angustias que nos trae el mundo sino que nos fortalezcamos.

En las angustias Dios es nuestra fortaleza, nuestro amparo, nuestro pronto auxilio.

Humillémonos ante el Señor y ante los hombres con nuestra frente erguida porque Dios todo lo puede hacer. Digámosle al enemigo: tengo un Dios poderoso.

A ti te dice el Señor levántate y resplandece. Levántate en el nombre de Jesús porque ha venido tu luz, la salvación de Jehová ha venido hoy sobre nosotros.

Es hora de resplandecer y predicar a las naciones y creer que Dios hará grandes cosas y maravillosas.

Que sea el Espíritu Santo de Dios levantado a tu pueblo Señor. Levanta los ministerios que hay en este lugar como tú lo has dicho Señor.

Isaías 60: 1-2

“Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti. Porque he aquí que tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad las naciones; mas sobre ti amanecerá Jehová, y sobre ti será vista su gloria”. 

Isaías 61: 1-3

“El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel;  a proclamar el año de la buena voluntad de Jehová, y el día de venganza del Dios nuestro; a consolar a todos los enlutados; a ordenar que a los afligidos de Sion se les dé gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado; y serán llamados árboles de justicia, plantío de Jehová, para gloria suya”. 

Aprópiate de esta palabra el Espíritu de Jehová te ha ungido para hacer maravillas en ti.

Deuteronomio 30: 11 – 20

“Porque este mandamiento que yo te ordeno hoy no es demasiado difícil para ti, ni está lejos.  No está en el cielo, para que digas: ¿Quién subirá por nosotros al cielo, y nos lo traerá y nos lo hará oír para que lo cumplamos?  Ni está al otro lado del mar, para que digas: ¿Quién pasará por nosotros el mar, para que nos lo traiga y nos lo haga oír, a fin de que lo cumplamos? Porque muy cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón, para que la cumplas. Mira, yo he puesto delante de ti hoy la vida y el bien, la muerte y el mal;  porque yo te mando hoy que ames a Jehová tu Dios, que andes en sus caminos, y guardes sus mandamientos, sus estatutos y sus decretos, para que vivas y seas multiplicado, y Jehová tu Dios te bendiga en la tierra a la cual entras para tomar posesión de ella.  Mas si tu corazón se apartare y no oyeres, y te dejares extraviar, y te inclinares a dioses ajenos y les sirvieres,  yo os protesto hoy que de cierto pereceréis; no prolongaréis vuestros días sobre la tierra adonde vais, pasando el Jordán, para entrar en posesión de ella.  A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia;  amando a Jehová tu Dios, atendiendo a su voz, y siguiéndole a él; porque él es vida para ti, y prolongación de tus días; a fin de que habites sobre la tierra que juró Jehová a tus padres, Abraham, Isaac y Jacob, que les había de dar”.

No hay excusa para no hacer lo que el Señor ordene.