domingo, 18 de enero de 2015

Llamados y escogidos



Esos somos nosotros, ¿lo podemos creer de todo corazón? No estamos en este lugar de casualidad, Dios nos llamó para mostrar su grandeza y su poder. Pudo haber escogidos a otros, pero nos llamó a nosotros.

Hechos 7: 49 – 51 

"El cielo es mi trono, y la tierra el estrado de mis pies. ¿Qué casa me edificaréis? dice el Señor; ¿o cuál es el lugar de mi reposo?    ¿No hizo mi mano todas estas cosas? ¡Duros de cerviz, e incircuncisos de corazón y de oídos! Vosotros resistís siempre al Espíritu Santo; como vuestros padres, así también vosotros".

Dios está diciendo que el cielo es el trono y la tierra es el estrado de sus pies, está hablando de su grandeza y de sus maravillas. ¿Cómo está ese templo que le estás edificando a Dios? En el antiguo le edificaban lo mejor a Dios. El Espíritu Santo moraba en tiendas, en tabernáculos, hoy el Espíritu Santo mora en nuestro corazón, nosotros somos ese templo y Dios nos pregunta que cómo está.

No permitimos que el Espíritu Santo more en nosotros como debe ser: en una morada sin mancha. Somos incircuncisos porque cuántas veces nos dice el Espíritu Santo que cambiemos. Por eso dice que somos incircuncisos y dice que resistimos al Espíritu Santo.

Malaquías 1: 6-8

“El hijo honra al padre, y el siervo a su señor. Si, pues, soy yo padre, ¿dónde está mi honra? y si soy señor, ¿dónde está mi temor? dice Jehová de los ejércitos a vosotros, oh sacerdotes, que menospreciáis mi nombre. Y decís: ¿En qué hemos menospreciado tu nombre?  En que ofrecéis sobre mi altar pan inmundo. Y dijisteis: ¿En qué te hemos deshonrado? En que pensáis que la mesa de Jehová es despreciable.  Y cuando ofrecéis el animal ciego para el sacrificio, ¿no es malo? Asimismo cuando ofrecéis el cojo o el enfermo, ¿no es malo? Preséntalo, pues, a tu príncipe; ¿acaso se agradará de ti, o le serás acepto? dice Jehová de los ejércitos”. 

Si nosotros somos esos hijos de Dios y él es nuestro Padre dónde está la honra para el Señor. Nosotros somos esos sacerdotes para ministrar esas cosas del Señor.

Cuando no nos gusta el vaso que el Señor está usando para traernos la palabra estamos despreciando la mesa del Señor.

Dios quiere algo puro, algo limpio, un corazón limpio delante del Señor. 

Dios dijo que en este lugar haría cosas grandes y maravillosas, pero ¿dónde están los que claman? 

Lucas 7: 36-40

“Uno de los fariseos rogó a Jesús que comiese con él. Y habiendo entrado en casa del fariseo, se sentó a la mesa. Entonces una mujer de la ciudad, que era pecadora, al saber que Jesús estaba a la mesa en casa del fariseo, trajo un frasco de alabastro con perfume;  y estando detrás de él a sus pies, llorando, comenzó a regar con lágrimas sus pies, y los enjugaba con sus cabellos; y besaba sus pies, y los ungía con el perfume. Cuando vio esto el fariseo que le había convidado, dijo para sí: Este, si fuera profeta, conocería quién y qué clase de mujer es la que le toca, que es pecadora.  Entonces respondiendo Jesús, le dijo: Simón, una cosa tengo que decirte. Y él le dijo: Di, Maestro”. 

Saltemos al 44:

Y vuelto a la mujer, dijo a Simón: ¿Ves esta mujer? Entré en tu casa, y no me diste agua para mis pies; mas ésta ha regado mis pies con lágrimas, y los ha enjugado con sus cabellos.  No me diste beso; mas ésta, desde que entré, no ha cesado de besar mis pies.  No ungiste mi cabeza con aceite; mas ésta ha ungido con perfume mis pies.  Por lo cual te digo que sus muchos pecados le son perdonados, porque amó mucho; mas aquel a quien se le perdona poco, poco ama.  Y a ella le dijo: Tus pecados te son perdonados.  Y los que estaban juntamente sentados a la mesa, comenzaron a decir entre sí: ¿Quién es éste, que también perdona pecados? Pero él dijo a la mujer: Tu fe te ha salvado, ve en paz”.

Nosotros estamos hoy sentados ante la mesa como el Señor y ¿Qué perfume hemos traído para él?

No tenemos palabras para el Señor. No tenemos palabras para agradecerle. 

No sé cansó esta mujer.

Queremos venir a la mesa y no darle nada al Señor, solo esperamos que él nos sacie. 

“Qué le has traído al Señor?: ¿has orado toda la semana?

Hay que orar más, hay que ayunar más, nadie nos lo tiene que decir.

Cuando vamos más allá de lo que nos toca hacer recibimos la recompensa.

Esa mujer fue diligente y recibió su recompensa, recibió la salvación, fue perdonada por sus pecados.

Lucas 13: 6-9

“Dijo también esta parábola: Tenía un hombre una higuera plantada en su viña, y vino a buscar fruto en ella, y no lo halló.  Y dijo al viñador: He aquí, hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no lo hallo; córtala; ¿para qué inutiliza también la tierra?  El entonces, respondiendo, le dijo: Señor, déjala todavía este año, hasta que yo cave alrededor de ella, y la abone.  Y si diere fruto, bien; y si no, la cortarás después”.

Dónde está el fruto, dónde está lo que Dios le ha dado. ¿Cuántos se acuerda cuando Dios les dio su ministerio?

Los escogidos son los que perseveran.

Cuántos como Jeremías que no quieren que Dios los utilice porque tienen miedo de algo.

Jeremías 1: 4 – 7

“Vino, pues, palabra de Jehová a mí, diciendo: Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones.  Y yo dije: ¡Ah! ¡ah, Señor Jehová! He aquí, no sé hablar, porque soy niño.  Y me dijo Jehová: No digas: Soy un niño; porque a todo lo que te envíe irás tú, y dirás todo lo que te mande”. 

Antes de que naciéramos Dios nos conocía, y nos bendijo en el vientre de nuestra madre. No hay excusa, Dios te llamó para servirle y no hay excusas para no hacerlo.

Si Dios nos dio ministerio y si nos manda a hacer algo es porque sabe que somos capaces de obedecer.

No estás acá por casualidad, estás para cosas grandes, pero dudas en tu corazón y por eso es que no suceden las cosas.

Dios nos trajo acá con un propósito, pero está en nosotros dejar que Dios nos utilice.

Haremos todo lo que Dios nos mande. Por amor al Señor debemos hacer lo que él nos manda, para que afuera conozcan que al Dios que  servimos es un Dios real , es un Dios vivo, un Dios que todo lo hace, un Dios que hace maravillas, no le servimos a un Dios muerto.

¿Dónde está la unción que nos ha dado? Dios dijo que acá iba a haber un avivamiento, Dios no se tarda, somos nosotros los que tardamos las promesas del Señor. Él ya lo dijo, pero somos nosotros los que no nos disponemos. Serán pocos porque el día de la visitación pasará y algunos no se darán cuenta.

Hay que ser como las vírgenes sensatas y estar siempre preparados.

Cuántos han creído al llamado de Dios, cuántos son como Samuel que ante el llamamiento de Dios respondieron: heme aquí.

En el tiempo de Samuel la profecía escaseaba como en estos últimos tiempos, hay que meternos en oración para que haya profecía. 

Cuántos han clamado por el ministerio. Algunos solo quieren que Dios los bendiga. Dios dice que irrevocable es el llamamiento. 

Somos preciosos tesoros en las manos del Señor. Nuestras angustias no pueden apagar lo que Dios nos ha dado.

Faraón dijo pongámosle carga a este pueblo para que no pueda crecer, pero el pueblo crecía y se fortalecía en número, así debemos ser nosotros no desmayar ante las angustias que nos trae el mundo sino que nos fortalezcamos.

En las angustias Dios es nuestra fortaleza, nuestro amparo, nuestro pronto auxilio.

Humillémonos ante el Señor y ante los hombres con nuestra frente erguida porque Dios todo lo puede hacer. Digámosle al enemigo: tengo un Dios poderoso.

A ti te dice el Señor levántate y resplandece. Levántate en el nombre de Jesús porque ha venido tu luz, la salvación de Jehová ha venido hoy sobre nosotros.

Es hora de resplandecer y predicar a las naciones y creer que Dios hará grandes cosas y maravillosas.

Que sea el Espíritu Santo de Dios levantado a tu pueblo Señor. Levanta los ministerios que hay en este lugar como tú lo has dicho Señor.

Isaías 60: 1-2

“Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti. Porque he aquí que tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad las naciones; mas sobre ti amanecerá Jehová, y sobre ti será vista su gloria”. 

Isaías 61: 1-3

“El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel;  a proclamar el año de la buena voluntad de Jehová, y el día de venganza del Dios nuestro; a consolar a todos los enlutados; a ordenar que a los afligidos de Sion se les dé gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado; y serán llamados árboles de justicia, plantío de Jehová, para gloria suya”. 

Aprópiate de esta palabra el Espíritu de Jehová te ha ungido para hacer maravillas en ti.

Deuteronomio 30: 11 – 20

“Porque este mandamiento que yo te ordeno hoy no es demasiado difícil para ti, ni está lejos.  No está en el cielo, para que digas: ¿Quién subirá por nosotros al cielo, y nos lo traerá y nos lo hará oír para que lo cumplamos?  Ni está al otro lado del mar, para que digas: ¿Quién pasará por nosotros el mar, para que nos lo traiga y nos lo haga oír, a fin de que lo cumplamos? Porque muy cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón, para que la cumplas. Mira, yo he puesto delante de ti hoy la vida y el bien, la muerte y el mal;  porque yo te mando hoy que ames a Jehová tu Dios, que andes en sus caminos, y guardes sus mandamientos, sus estatutos y sus decretos, para que vivas y seas multiplicado, y Jehová tu Dios te bendiga en la tierra a la cual entras para tomar posesión de ella.  Mas si tu corazón se apartare y no oyeres, y te dejares extraviar, y te inclinares a dioses ajenos y les sirvieres,  yo os protesto hoy que de cierto pereceréis; no prolongaréis vuestros días sobre la tierra adonde vais, pasando el Jordán, para entrar en posesión de ella.  A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia;  amando a Jehová tu Dios, atendiendo a su voz, y siguiéndole a él; porque él es vida para ti, y prolongación de tus días; a fin de que habites sobre la tierra que juró Jehová a tus padres, Abraham, Isaac y Jacob, que les había de dar”.

No hay excusa para no hacer lo que el Señor ordene.

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