miércoles, 21 de enero de 2015

Hambre y sed de su presencia



Ruth 1: 1-13

“Aconteció en los días que gobernaban los jueces, que hubo hambre en la tierra. Y un varón de Belén de Judá fue a morar en los campos de Moab, él y su mujer, y dos hijos suyos.  El nombre de aquel varón era Elimelec, y el de su mujer, Noemí; y los nombres de sus hijos eran Mahlón y Quelión, efrateos de Belén de Judá. Llegaron, pues, a los campos de Moab, y se quedaron allí.  Y murió Elimelec, marido de Noemí, y quedó ella con sus dos hijos,  los cuales tomaron para sí mujeres moabitas; el nombre de una era Orfa, y el nombre de la otra, Rut; y habitaron allí unos diez años.  Y murieron también los dos, Mahlón y Quelión, quedando así la mujer desamparada de sus dos hijos y de su marido.  Entonces se levantó con sus nueras, y regresó de los campos de Moab; porque oyó en el campo de Moab que Jehová había visitado a su pueblo para darles pan.  Salió, pues, del lugar donde había estado, y con ella sus dos nueras, y comenzaron a caminar para volverse a la tierra de Judá.  Y Noemí dijo a sus dos nueras: Andad, volveos cada una a la casa de su madre; Jehová haga con vosotras misericordia, como la habéis hecho con los muertos y conmigo.  Os conceda Jehová que halléis descanso, cada una en casa de su marido. Luego las besó, y ellas alzaron su voz y lloraron,  y le dijeron: Ciertamente nosotras iremos contigo a tu pueblo.  Y Noemí respondió: Volveos, hijas mías; ¿para qué habéis de ir conmigo? ¿Tengo yo más hijos en el vientre, que puedan ser vuestros maridos?  Volveos, hijas mías, e idos; porque yo ya soy vieja para tener marido. Y aunque dijese: Esperanza tengo, y esta noche estuviese con marido, y aun diese a luz hijos,  ¿habíais vosotras de esperarlos hasta que fuesen grandes? ¿Habíais de quedaros sin casar por amor a ellos? No, hijas mías; que mayor amargura tengo yo que vosotras, pues la mano de Jehová ha salido contra mí”. 

El hambre y la sed de Dios  es ese avivamiento. Oyó Nohemí que Dios había visitado a su pueblo y había pan, y decidió ir hacia allí. Hoy Dios ha visitado a su pueblo para darnos pan. Hoy es el día que Dios ha hecho para darle pan a su pueblo, a ese pueblo que tiene hambre y sed de su presencia.

Tu viniste en esta mañana porque sabías que Dios tenía pan para tu alma, que en Dios hay saciedad, que Dios sacia nuestro corazón.

Nohemí no se quedó quieta, ella fue a buscar a ese pueblo. 

El versículo 14 dice 

“Y ellas alzaron otra vez su voz y lloraron; y Orfa besó a su suegra, mas Rut se quedó con ella”. 

Ruth se quedó en la bendición. Muchos se quedan en sus casas pensando: “cuál pan, cuál palabra”.

Ruth se quedó con ella porque había visto algo especial en Nohemí que era el Dios todo poderoso. Ruth sabía que había un Dios Todopoderoso que aun en el desierto no deja mendigar a su pueblo. Que aun en el desierto Dios sacia a su pueblo. Que Dios es un Dios de misericordia. ¿Cuántas veces Dios nos ha guardado, ha guardado nuestras familias, nuestros hijos?  ¿Cuántas veces Dios ha enviado su provisión a través de tantas personas?

Quizás estás hoy en quebranto, pero tenemos un Dios misericordioso que nos ha concedido hoy la vida para que le alabemos y le glorifiquemos. 

Dice en el 15:

“Y Noemí dijo: He aquí tu cuñada se ha vuelto a su pueblo y a sus dioses; vuélvete tú tras ella”. 

En medio de la prueba y la dificultad somos probados, Orfa habiendo oído que en ese pueblo había pan, ella decidió volver atrás, decidió volverse a otros dioses.

Dios no quiere que ante cualquier dificultada nos volvamos atrás. Que nosotros no  vivamos el fuego solo por un día, porque el avivamiento no lo apagará nada, ni las pruebas, ni las luchas, ni la necesidad.

Ruth siguió firme a pesar de que Orfa se devolvió y dijo: “yo voy a servir al Dios que tu sirves”

En el 16 dice:

“Respondió Rut: No me ruegues que te deje, y me aparte de ti; porque a dondequiera que tú fueres, iré yo, y dondequiera que vivieres, viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios. Donde tú murieres, moriré yo, y allí seré sepultada; así me haga Jehová, y aun me añada, que sólo la muerte hará separación entre nosotras dos”.

Ruth vio que en Nohemí había un Dios Todopoderoso, había visto las maravillas de Dios, no lo cuestionaba ni lo culpaba por lo que ellas estaban viviendo. Solo sabía que Dios tenía cosas grandes y que iba a mandar pan para su pueblo y ella quería ese pan.

Ruth se apropió del Dios que tenía Nohemí. No como Saúl que decía a Samuel: “ven y levanta un altar a tu Dios”. No se apropió del Dios tan grande y tan maravilloso, ¿Será que nosotros nos apropiamos en esta mañana del Dios tan grande y tan maravilloso que nosotros tenemos?

Que en medio de la prueba lo que quiere Dios es adoradores que levanten su canto, que levanten su voz.
Miremos estas mujeres que estaban en ruina y veamos todo lo que habían perdido y aun así seguían confiando en Dios.
Dios quiere que nosotros estemos convencidos en todo momento, porque cuando Dios dijo que los iba a sacar de Egipto Faraón no los dejó salir en ese instante. Satanás no se queda quieto, pero nuestro Dios pelea por su pueblo. Dios no quiere que nosotros nos quedemos quietos, quiere que sigamos adelante.
En el 18 dice;
“Y viendo Noemí que estaba tan resuelta a ir con ella, no dijo más”. 
Cuando un hijo de Dios está resuelto las demás personas no dicen nada y los demonios tienen que callar. 

Cuando Eliseo seguía a Elías estaba resuelto a obtener esa unción, estaba resuelto a que la presencia de Dios estuviese en su vida y dice la palabra que Eliseo no se apartó y que le pidió a Dios que una doble porción fuera sobre él.

La unción es para ver que son más los que están con nosotros, la unción es para predicar la Palabra de Dios, la unción da arrepentimiento de corazón, la unción da hambre y sed de su presencia. ¿Cuántos quieren pagar el  precio por esa unción?, la unción va más allá, la unción tiene comunión con Dios.

Que nosotros podamos anhelara esa presencia del Espíritu Santo, que cada día podamos cuidarla, porque dice la palabra de Dios que lo busquemos mientras pueda ser hallado.

Cuántas veces creemos que estamos bien con Dios y asistimos a la oración y otras cosas, pero realmente no estamos dando frutos dignos de arrepentimiento y nuestra vida nuestras actitudes muestran otra cosa diferente a lo que estamos diciendo con nuestros labios.

Dios quiere esa hambre y esa sed de su presencia en nuestras vidas y por eso vinimos esta mañana.

Dice en los versículos 19-21 (de Ruth 1)

Anduvieron, pues, ellas dos hasta que llegaron a Belén; y aconteció que habiendo entrado en Belén, toda la ciudad se conmovió por causa de ellas, y decían: ¿No es ésta Noemí? Y ella les respondía: No me llaméis Noemí,[a] sino llamadme Mara;[b] porque en grande amargura me ha puesto el Todopoderoso Yo me fui llena, pero Jehová me ha vuelto con las manos vacías. ¿Por qué me llamaréis Noemí, ya que Jehová ha dado testimonio contra mí, y el Todopoderoso me ha afligido?  

Que amargura tenía esta mujer y se sentía avergonzada.

Acá hemos visto como Dios levanta a muchos que están en su presencia y cuántos se olvidan de Dios y se van y cuando vuelven se sienten avergonzados, porque sin Dios nosotros no somos nada.

Si estamos buscando de Dios y estamos pasando pruebas, Dios quiere que en medio de esas pruebas nosotros lo alabemos y lo glorifiquemos. 

Ruth no pensó que Dios le había frustrado los sueños sino que dijo: “Tu Dios será mi Dios”.

¿Tendremos nosotros ese corazón? Que así mis hijos y mi esposa no quieran y mi familia se oponga yo voy a seguir a Dios.

¿Sería que en esas 120 que estaban en Pentecostés estaban pensando en sus problemas o en sus sueños? Yo creo que no, pues dice la escritura que estaban todos unánimes en un mismo sentir y en un mismo corazón. Dios sabía que ellos tenían hambre y que necesitaban vestido, peo ellos estaban anhelando la presencia de Dios y el avivamiento del Espíritu Santo sobre sus vida.

Por esa falta de anhelar al Espíritu Santo hay tantas iglesias muertas, tantas iglesias donde se ha apagado el Espíritu Santo y hay almas que anhelan una palabra fresca, una palabra que llene sus almas, una palabra que no hable solo de prosperidad.

Dios sabe que necesitamos y aun concede nuestros sueños, en su misericordia concede las peticiones de nuestro corazón.  Pero si estamos clamando por ese avivamiento, Dios quiere que estemos todos pensando una misma cosa.

Cuando salimos de aquí nos encontramos con muchas personas a las que podemos contar lo que ha hecho Dios en nuestras vidas, Dios quiere concedernos el denuedo para predicar, que no nos quedemos en predicar una palabra en un atril que es más fácil que salir a las calles donde están los verdaderos necesitados.

Muchas veces en el  pueblo de Dios estamos también necesitados de la palabra de Dios, hemos manchado nuestras vestiduras, pero Dios a través de su palabra quiere limpiarnos como quiere limpiar a los que están allí afuera.

Tenemos que quitarnos esa mentalidad que solo en el altar se predica la palabra. Dios nos quiere utiliza allá afuera.

Dios nos quiere enseñar para que vayamos y les demos a los de afuera.

Sabemos que después de la fidelidad de Ruth Dios la bendijo mucho. Así es Dios: galardonador de los que le buscan

Hechos de los apóstoles 1:1

“En el primer tratado, oh Teófilo, hablé acerca de todas las cosas que Jesús comenzó a hacer y a enseñar”,

Jesús no solo predicaba sino que hacía lo que predicaba.

Dios no quiere que te sepas toda la Biblia pero que no hagas nada, él quiere que te sepas uno o dos versículos pero que los pongas en práctica.

Jesús era hacedor de lo que predicaba 

En Hechos 1:2

“hasta el día en que fue recibido arriba, después de haber dado mandamientos por el Espíritu Santo a los apóstoles que había escogido”; 

No era por un día era siempre. Todos los días Jesucristo dio testimonio en la tierra: Nos enseñó el camino por el Espíritu Santo  y nos dijo: si se puede. Como dice la palabra somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. 

En Hechos 1: 3 dice 

“a quienes también, después de haber padecido, se presentó vivo con muchas pruebas indubitables, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles acerca del reino de Dios”. 

Jesucristo no les hablo de la tierra sino del reino de Dios.  El reino de Dios que no consiste en comida ni en bebida sino en justicia, paz y gozo en su Espíritu Santo. La paz que muchos ricos, materialmente hablando, no tienen. La paz y el amor de Dios que muchas personas, que piensan tenerlo todo materialmente, no tienen. Cuántos anhela esta paz y este gozo. 

El gozo que Dios nos dio el mundo no nos lo dio y el mundo no nos lo puede quitar y ese es el reino de Dios en nuestras vidas, que pensemos lo que él piensa y hablemos lo que él quiere que hablemos 

Hechos 1: 4

“Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí. Porque Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días”. 

Muchos empezaron y solo quedaron 120

Cuánto hace que se está diciendo que Dios enviaría un avivamiento a este lugar, cuánto hace que Dios nos está dando grandes promesas de nuestros ministerios y de nuestras cosas. 

Somos nosotros los que retardamos.

Por el hecho de que no creamos o retrocedamos o no sigamos adelante, Dios no retarda sus promesas. 

Dios les dijo esperen la promesa y Dios nos dice en esta mañana que esperemos. “Dentro de no muchos días”. Muchos no creyeron y se lo perdieron en Pentecostés, pero hubo otros que le creyeron a Dios, confiaron a pesar de las dificultades, los obstáculos y las pruebas que nos presenta el enemigo. ¿Tú crees que el enemigo con una promesa tan grande se va a quedar quieto? ¿Crees que el enemigo no va a querer robarte  la fe que Dios te ha dado, el gozo que Dios te ha dado? Tenemos que ser perseverantes. 

Hechos 2: 1-4

“Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos.  Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen”. 

Dice de repente. Nosotros estamos acá sentados, pero según la disposición de nuestro corazón no sabemos un “de repente” de Dios que venga sobre nuestras vidas. El no dijo cuándo vendría a la tierra, dijo que estuviéramos preparados para cuando él viniera.

Un día de repente los cielos se abrirán y aparecerá el Hijo de Dios vestido de ternura, coronado de gloria; un día de repente los hijos de Dios, la iglesia de Dios será arrebatada en los cielos, ¿estamos preparados? Un día de repente puede ser este momento. Si no ha venido es por su infinita misericordia, pero un día de repente, hoy puede ser el día. 

Hoy Dios nos da la oportunidad de volvernos a él. Dios dice que el que reconoce su pecado y se aparta alcanza misericordia. Un día de repente los cielos se abrirán y alguien dice “me voy a separar”, ya no es tiempo de eso. 

Estemos preparados en todo momento de tal manera que pueda decir: si Cristo viene yo no me voy a quedar. Este es el momento que Dios nos ha dado para volver nuestros corazones a él, para reconocerle.

No hay comentarios:

Publicar un comentario