Ruth 1: 1-13
“Aconteció
en los días que gobernaban los jueces, que hubo hambre en la tierra. Y un varón
de Belén de Judá fue a morar en los campos de Moab, él y su mujer, y dos hijos
suyos. El nombre de aquel varón era Elimelec, y el de su mujer, Noemí; y
los nombres de sus hijos eran Mahlón y Quelión, efrateos de Belén de Judá.
Llegaron, pues, a los campos de Moab, y se quedaron allí. Y murió
Elimelec, marido de Noemí, y quedó ella con sus dos hijos, los cuales
tomaron para sí mujeres moabitas; el nombre de una era Orfa, y el nombre de la
otra, Rut; y habitaron allí unos diez años. Y murieron también los dos,
Mahlón y Quelión, quedando así la mujer desamparada de sus dos hijos y de su marido.
Entonces se levantó con sus nueras, y regresó de los campos de Moab; porque oyó
en el campo de Moab que Jehová había visitado a su pueblo para darles
pan. Salió, pues, del lugar donde había estado, y con ella sus dos
nueras, y comenzaron a caminar para volverse a la tierra de Judá. Y Noemí
dijo a sus dos nueras: Andad, volveos cada una a la casa de su madre; Jehová
haga con vosotras misericordia, como la habéis hecho con los muertos y
conmigo. Os conceda Jehová que halléis descanso, cada una en casa de su
marido. Luego las besó, y ellas alzaron su voz y lloraron, y le dijeron:
Ciertamente nosotras iremos contigo a tu pueblo. Y Noemí respondió:
Volveos, hijas mías; ¿para qué habéis de ir conmigo? ¿Tengo yo más hijos en el
vientre, que puedan ser vuestros maridos? Volveos, hijas mías, e idos;
porque yo ya soy vieja para tener marido. Y aunque dijese: Esperanza tengo, y
esta noche estuviese con marido, y aun diese a luz hijos, ¿habíais
vosotras de esperarlos hasta que fuesen grandes? ¿Habíais de quedaros sin casar
por amor a ellos? No, hijas mías; que mayor amargura tengo yo que vosotras,
pues la mano de Jehová ha salido contra mí”.
El hambre y la sed de Dios es ese avivamiento. Oyó Nohemí que Dios había
visitado a su pueblo y había pan, y decidió ir hacia allí. Hoy Dios ha visitado
a su pueblo para darnos pan. Hoy es el día que Dios ha hecho para darle pan a
su pueblo, a ese pueblo que tiene hambre y sed de su presencia.
Tu viniste en esta mañana porque
sabías que Dios tenía pan para tu alma, que en Dios hay saciedad, que Dios
sacia nuestro corazón.
Nohemí no se quedó quieta, ella fue a
buscar a ese pueblo.
El versículo 14 dice
“Y
ellas alzaron otra vez su voz y lloraron; y Orfa besó a su suegra, mas Rut se
quedó con ella”.
Ruth se quedó en la bendición. Muchos
se quedan en sus casas pensando: “cuál pan, cuál palabra”.
Ruth se quedó con ella porque había
visto algo especial en Nohemí que era el Dios todo poderoso. Ruth sabía que
había un Dios Todopoderoso que aun en el desierto no deja mendigar a su pueblo.
Que aun en el desierto Dios sacia a su pueblo. Que Dios es un Dios de
misericordia. ¿Cuántas veces Dios nos ha guardado, ha guardado nuestras
familias, nuestros hijos? ¿Cuántas veces
Dios ha enviado su provisión a través de tantas personas?
Quizás estás hoy en quebranto, pero
tenemos un Dios misericordioso que nos ha concedido hoy la vida para que le
alabemos y le glorifiquemos.
Dice en el 15:
“Y
Noemí dijo: He aquí tu cuñada se ha vuelto a su pueblo y a sus dioses; vuélvete
tú tras ella”.
En medio de la prueba y la dificultad
somos probados, Orfa habiendo oído que en ese pueblo había pan, ella decidió
volver atrás, decidió volverse a otros dioses.
Dios no quiere que ante cualquier
dificultada nos volvamos atrás. Que nosotros no vivamos el fuego solo por un día, porque el
avivamiento no lo apagará nada, ni las pruebas, ni las luchas, ni la necesidad.
Ruth siguió firme a pesar de que Orfa
se devolvió y dijo: “yo voy a servir al Dios que tu sirves”
En el 16 dice:
“Respondió
Rut: No me ruegues que te deje, y me aparte de ti; porque a dondequiera que tú
fueres, iré yo, y dondequiera que vivieres, viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y
tu Dios mi Dios. Donde tú murieres, moriré yo, y allí seré sepultada; así
me haga Jehová, y aun me añada, que sólo la muerte hará separación entre
nosotras dos”.
Ruth vio que en Nohemí había un Dios
Todopoderoso, había visto las maravillas de Dios, no lo cuestionaba ni lo
culpaba por lo que ellas estaban viviendo. Solo sabía que Dios tenía cosas
grandes y que iba a mandar pan para su pueblo y ella quería ese pan.
Ruth se apropió del Dios que tenía
Nohemí. No como Saúl que decía a Samuel: “ven y levanta un altar a tu Dios”. No
se apropió del Dios tan grande y tan maravilloso, ¿Será que nosotros nos
apropiamos en esta mañana del Dios tan grande y tan maravilloso que nosotros
tenemos?
Que en medio de la prueba lo que
quiere Dios es adoradores que levanten su canto, que levanten su voz.
Miremos estas mujeres que estaban en
ruina y veamos todo lo que habían perdido y aun así seguían confiando en Dios.
Dios quiere que nosotros estemos
convencidos en todo momento, porque cuando Dios dijo que los iba a sacar de
Egipto Faraón no los dejó salir en ese instante. Satanás no se queda quieto,
pero nuestro Dios pelea por su pueblo. Dios no quiere que nosotros nos quedemos
quietos, quiere que sigamos adelante.
En el 18 dice;
“Y
viendo Noemí que estaba tan resuelta a ir con ella, no dijo más”.
Cuando un hijo de Dios está resuelto
las demás personas no dicen nada y los demonios tienen que callar.
Cuando Eliseo seguía a Elías estaba
resuelto a obtener esa unción, estaba resuelto a que la presencia de Dios
estuviese en su vida y dice la palabra que Eliseo no se apartó y que le pidió a
Dios que una doble porción fuera sobre él.
La unción es para ver que son más los
que están con nosotros, la unción es para predicar la Palabra de Dios, la
unción da arrepentimiento de corazón, la unción da hambre y sed de su
presencia. ¿Cuántos quieren pagar el
precio por esa unción?, la unción va más allá, la unción tiene comunión
con Dios.
Que nosotros podamos anhelara esa
presencia del Espíritu Santo, que cada día podamos cuidarla, porque dice la
palabra de Dios que lo busquemos mientras pueda ser hallado.
Cuántas veces creemos que estamos bien
con Dios y asistimos a la oración y otras cosas, pero realmente no estamos
dando frutos dignos de arrepentimiento y nuestra vida nuestras actitudes
muestran otra cosa diferente a lo que estamos diciendo con nuestros labios.
Dios quiere esa hambre y esa sed de su
presencia en nuestras vidas y por eso vinimos esta mañana.
Dice en los versículos 19-21 (de Ruth
1)
“Anduvieron, pues, ellas dos hasta que llegaron a Belén; y aconteció
que habiendo entrado en Belén, toda la ciudad se conmovió por causa de ellas, y
decían: ¿No es ésta Noemí? Y ella les respondía: No me llaméis Noemí,[a] sino llamadme
Mara;[b] porque en grande
amargura me ha puesto el Todopoderoso Yo me fui llena, pero Jehová me ha vuelto
con las manos vacías. ¿Por qué me llamaréis Noemí, ya que Jehová ha dado
testimonio contra mí, y el Todopoderoso me ha afligido?
Que amargura
tenía esta mujer y se sentía avergonzada.
Acá hemos visto
como Dios levanta a muchos que están en su presencia y cuántos se olvidan de
Dios y se van y cuando vuelven se sienten avergonzados, porque sin Dios
nosotros no somos nada.
Si estamos
buscando de Dios y estamos pasando pruebas, Dios quiere que en medio de esas
pruebas nosotros lo alabemos y lo glorifiquemos.
Ruth no pensó
que Dios le había frustrado los sueños sino que dijo: “Tu Dios será mi Dios”.
¿Tendremos
nosotros ese corazón? Que así mis hijos y mi esposa no quieran y mi familia se
oponga yo voy a seguir a Dios.
¿Sería que en
esas 120 que estaban en Pentecostés estaban pensando en sus problemas o en sus
sueños? Yo creo que no, pues dice la escritura que estaban todos unánimes en un
mismo sentir y en un mismo corazón. Dios sabía que ellos tenían hambre y que
necesitaban vestido, peo ellos estaban anhelando la presencia de Dios y el
avivamiento del Espíritu Santo sobre sus vida.
Por esa falta de
anhelar al Espíritu Santo hay tantas iglesias muertas, tantas iglesias donde se
ha apagado el Espíritu Santo y hay almas que anhelan una palabra fresca, una
palabra que llene sus almas, una palabra que no hable solo de prosperidad.
Dios sabe que
necesitamos y aun concede nuestros sueños, en su misericordia concede las
peticiones de nuestro corazón. Pero si
estamos clamando por ese avivamiento, Dios quiere que estemos todos pensando
una misma cosa.
Cuando salimos
de aquí nos encontramos con muchas personas a las que podemos contar lo que ha
hecho Dios en nuestras vidas, Dios quiere concedernos el denuedo para predicar,
que no nos quedemos en predicar una palabra en un atril que es más fácil que
salir a las calles donde están los verdaderos necesitados.
Muchas veces en
el pueblo de Dios estamos también
necesitados de la palabra de Dios, hemos manchado nuestras vestiduras, pero
Dios a través de su palabra quiere limpiarnos como quiere limpiar a los que
están allí afuera.
Tenemos que
quitarnos esa mentalidad que solo en el altar se predica la palabra. Dios nos
quiere utiliza allá afuera.
Dios nos quiere
enseñar para que vayamos y les demos a los de afuera.
Sabemos que
después de la fidelidad de Ruth Dios la bendijo mucho. Así es Dios:
galardonador de los que le buscan
Hechos de los
apóstoles 1:1
“En el primer tratado, oh Teófilo, hablé
acerca de todas las cosas que Jesús comenzó a hacer y a enseñar”,
Jesús no solo
predicaba sino que hacía lo que predicaba.
Dios no quiere
que te sepas toda la Biblia pero que no hagas nada, él quiere que te sepas uno
o dos versículos pero que los pongas en práctica.
Jesús era
hacedor de lo que predicaba
En Hechos 1:2
“hasta el día en que fue recibido arriba,
después de haber dado mandamientos por el Espíritu Santo a los apóstoles que
había escogido”;
No era por un
día era siempre. Todos los días Jesucristo dio testimonio en la tierra: Nos enseñó
el camino por el Espíritu Santo y nos
dijo: si se puede. Como dice la palabra somos más que vencedores por medio de
aquel que nos amó.
En Hechos 1: 3
dice
“a quienes también, después de haber
padecido, se presentó vivo con muchas pruebas indubitables, apareciéndoseles
durante cuarenta días y hablándoles acerca del reino de Dios”.
Jesucristo no
les hablo de la tierra sino del reino de Dios. El reino de Dios que no consiste en comida ni
en bebida sino en justicia, paz y gozo en su Espíritu Santo. La paz que muchos
ricos, materialmente hablando, no tienen. La paz y el amor de Dios que muchas
personas, que piensan tenerlo todo materialmente, no tienen. Cuántos anhela
esta paz y este gozo.
El gozo que Dios
nos dio el mundo no nos lo dio y el mundo no nos lo puede quitar y ese es el
reino de Dios en nuestras vidas, que pensemos lo que él piensa y hablemos lo
que él quiere que hablemos
Hechos 1: 4
“Y estando juntos, les mandó que no se
fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, les
dijo, oísteis de mí. Porque Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros
seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días”.
Muchos empezaron
y solo quedaron 120
Cuánto hace que
se está diciendo que Dios enviaría un avivamiento a este lugar, cuánto hace que
Dios nos está dando grandes promesas de nuestros ministerios y de nuestras
cosas.
Somos nosotros
los que retardamos.
Por el hecho de
que no creamos o retrocedamos o no sigamos adelante, Dios no retarda sus
promesas.
Dios les dijo
esperen la promesa y Dios nos dice en esta mañana que esperemos. “Dentro de no
muchos días”. Muchos no creyeron y se lo perdieron en Pentecostés, pero hubo
otros que le creyeron a Dios, confiaron a pesar de las dificultades, los
obstáculos y las pruebas que nos presenta el enemigo. ¿Tú crees que el enemigo
con una promesa tan grande se va a quedar quieto? ¿Crees que el enemigo no va a
querer robarte la fe que Dios te ha dado,
el gozo que Dios te ha dado? Tenemos que ser perseverantes.
Hechos 2: 1-4
“Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban
todos unánimes juntos. Y de repente vino del cielo un estruendo como de un
viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban
sentados; y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego,
asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo,
y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen”.
Dice de repente.
Nosotros estamos acá sentados, pero según la disposición de nuestro corazón no sabemos
un “de repente” de Dios que venga sobre nuestras vidas. El no dijo cuándo
vendría a la tierra, dijo que estuviéramos preparados para cuando él viniera.
Un día de
repente los cielos se abrirán y aparecerá el Hijo de Dios vestido de ternura,
coronado de gloria; un día de repente los hijos de Dios, la iglesia de Dios
será arrebatada en los cielos, ¿estamos preparados? Un día de repente puede ser
este momento. Si no ha venido es por su infinita misericordia, pero un día de
repente, hoy puede ser el día.
Hoy Dios nos da la
oportunidad de volvernos a él. Dios dice que el que reconoce su pecado y se
aparta alcanza misericordia. Un día de repente los cielos se abrirán y alguien dice
“me voy a separar”, ya no es tiempo de eso.
Estemos preparados
en todo momento de tal manera que pueda decir: si Cristo viene yo no me voy a
quedar. Este es el momento que Dios nos ha dado para volver nuestros corazones
a él, para reconocerle.
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