martes, 5 de mayo de 2015

El Espíritu Santo y su obra



El Espíritu Santo es el que hace la obra en nuestras vidas. Él es el que nos impulsa a orar, a alabar y a obedecer. Las religiones no salvan, la sangre de Jesucristo es la que nos da salvación y vida eterna. Todo lo que se hace en este lugar es por fe, el Espíritu Santo se recibe por fe.

Génesis 1: 1 – 2

En el principio creó Dios los cielos y la tierra.  Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas”.

Había un desorden y un caos, así estaban nuestras vidas antes de que Jesucristo llegara a cada uno de nosotros, estábamos con personas  que no debíamos estar, en lugares que no debíamos estar, haciendo lo que no debíamos hacer. 

Solo Jesucristo puede llenar los vacíos del corazón del hombre.

El Espíritu Santo viene a ordenar nuestras vidas, viene a organizar, a poner control, nos da un propósito y un lugar en su presencia. 

Cuando hicimos la oración de fe y recibimos a Cristo en nuestro corazón, le dijimos que habíamos cometido muchos errores. Cuando él llega a nuestras vidas viene a ordenar  todas las cosas. Ahora el Espíritu de Dios se mueve en mi corazón, si yo se lo permito, porque nos deja la libertad y porque no puede entrar en un corazón que está endurecido. 

Cuanto tiempo hace que recibimos a Cristo, pero es posible que hayamos endurecido nuestro corazón, es posible que hayamos contristado el Espíritu Santo. 

El Espíritu Santol se contrista con la incredulidad, con el pecado, con la soberbia y aún con los más pequeños detalles: nuestros gestos, nuestras actitudes.

Si nuestro corazón está lleno del Espíritu Santo de eso mismo vamos a poder dar.

Pero si nuestro corazón está lleno de malos pensamientos, de adulterio, de fornicaciones, de recuerdos del pasado, de amarguras, de soberbia, eso es lo que vamos a transmitir.

El Espíritu Santo viene a llenar nuestras vidas, viene a llenar nuestros corazones. Viene a sanar esos recuerdos que marcan nuestra juventud y nuestra niñez. Viene a hacer algo nuevo en nuestras vidas.

Dice la palabra que Jesús le dijo a Nicodemo que era necesario nacer de nuevo para entrar en el reino de los cielos, es necesario nacer del agua y del Espíritu. El aguan nos lava y nos purifica y el agua es su palabra.
El Espíritu Santo nos transforma, hace un cambio en nuestras vidas.

La vida era muy diferente cuando no teníamos a Cristo, pero cuando él llega hace cambios en cada uno de nosotros.

Job 32: 8

Ciertamente espíritu hay en el hombre, y el soplo del Omnipotente le hace que entienda”.

Dios nos hizo con un espíritu, con un alma, con una mente, cuando Dios sopla sobre nosotros es cuando nosotros podemos cobrar vida. Él sopla vida sobre los huesos secos, sobre nuestra tierra árida, sobre nuestro corazón lleno de tantas cosas y el soplo del Omnipotente nos levanta como las águilas. 

Adán hablaba con Dios y cuando pecó dice que se sentía desnudo, así nosotros cuando contristamos al Espíritu Santo, cuando añadimos pecado tras pecado, nos sentimos desnudos, salimos de su presencia avergonzados, estamos sin su gloria, sin su cobertura, si su presencia. La bendición de Dios solamente está con aquellos que están protegidos bajo sus alas. Con aquellos que ponen su mirada en cristo, aquellos que son guiados por el Espíritu Santo de Dios. 

Cuando llegamos a los pies de Cristo aprendimos que los hijos de Dios son los que son guiados por el Espíritu Santo.  Son aquellas vasijas que le dicen al alfarero: “moldéame como tú quieras”.
Dios no se va a derramar sobre una vasija sucia, que esté manchada, sobre una vasija rota porque el agua se derramaría. 

Dice la escritura que el buen vino se echa en odres nuevos. 

A pesar de que llevamos muchos días en el Señor, él quiere que le digamos: “no sé nada, necesito cada día más de ti. Derrama de tu unción, derrama de tu presencia en mi vida”.

Cuántos hemos querido abandonar el camino y solo por su Espíritu Santo seguimos en él.

Juan 147: 15

Si me amáis, guardad mis mandamientos. Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros.

Nos sentimos solos, pero si hemos recibido a Cristo en nuestro corazón, recibimos al Espíritu Santo, no estamos solos. 

Otro consolador es el  Espíritu Santo. El espíritu Santo nos consuela, no estamos solos tenemos al Espíritu Santo, somos su templo, somos su morada. 

Él está siempre con nosotros. Su presencia es para siempre. 

Dice la escritura: “el Espíritu de Verdad”, y si dice eso es porque hay un espíritu de error. Y la palabra de Dios dice que cuando no teníamos a Cristo, estábamos sujetos al príncipe de la potestad del aire, príncipe de mentira y de error. Estábamos sujetos a la desobediencia. Ahora por ser hijos de Dios, el Espíritu Santo nos ha mostrado su verdad. Él nos enseña todas las cosas y cuando no equivocamos él nos muestra los errores, que los corrijamos o no, es asunto nuestro.

El espíritu Santo nos muestra por medio de sueños, por medio de personas, por medio de un hermano en Cristo, nos habla en todo momento y nos muestra en qué estamos fallando.

Dice la palabra que somos transformados de gloria en gloria a través de su Espíritu Santo.

“El Espíritu de verdad al cual el mundo no puede recibir”; el mundo no lo puede recibir porque Dios es Santo. Cuando alguien hace cosas que no son de Dios el Espíritu Santo no puede morar en un templo lleno de inmundicia, lleno de mentiras, engaños, lleno de contaminación.

La palabra de Dios dice que nosotros somos su pueblo y que Dios anda en medio de nosotros.

Dios es un Dios celoso, él no comparte su gloria con nadie, Él es luz y no puede estar con las tinieblas.

En nuestro corazón no puede haber dos señores. Nosotros debemos llenarnos de la palabra de Dios, pero a veces nos llenamos de tantas cosas del mundo.

¿Tú crees que Dios te va a llenar si estás viendo novelas, participando de conversaciones que no le agradan, poniendo música que no le agrada a Él?

Dice la palabra que en el Pentecostés estaban todos unánimes y perseveraban en ruegos y oraciones, ellos no estaban haciendo otras cosas, no se estaban contaminando con el mundo, no estaban alabando las cosas del mundo, ellos estaban esperando la promesa de Dios sobre sus vidas. Vino de repente como un viento recio sobre ellos.

Cornelio era un hombre que no era del pueblo de Israel y a lo mejor no era bien visto por el pueblo de Israel, pero Cornelio agradaba a Dios y dice la palabra que Dios se le reveló a Pedro y le dijo “no llames inmundo lo que yo lavé”, y llegaron unos hombres de parte de Cornelio y buscaron a Pedro y Pedro fue a casa de Cornelio.

Dice la escritura que Cornelio tenía hambre y sed de la presencia de Dios y que reunió a toda su familia. Pedro entendió que Dios no hace acepción de personas. 

Dios no viene por religiones, Dios viene por corazones dispuestos, por gente que dé el fruto del Espíritu Santo.

Juan 14: 18

No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros”.

¿Por qué nos sentimos solos?

Tú que te sientes solo en tu hogar, en tu casa, el Espíritu de Dios está contigo. ¿Qué más amigo que el Espíritu de Dios?

Juan 14: 19

Todavía un poco, y el mundo no me verá más; pero vosotros me veréis; porque yo vivo, vosotros también viviréis”.

Si Dios vive en nosotros, él nos ha dado vida y por eso podemos predicar su palabra, por eso podemos decirles a otros que hay esperanza en Jesucristo.

Juan 14: 20

En aquel día vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros”.
Porque “ya no vivo yo, mas Cristo vive en mí.”

¿Tú conociendo de la palabra has seguido haciendo tu voluntad?

Esta mañana dile al Espíritu Santo: guía mi vida, ayúdame a tomar las decisiones correctas, guía mi hogar, ayúdame a ser un mejor siervo, ayúdame a guiar en mi hogar, Señor, rompe las cadenas en mi vida.

Juan 14: 21

El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él”.

El que ama a Jesús guarda sus mandamientos y será amado por el Padre.

Juan 14: 22 - 25

Le dijo Judas (no el Iscariote): Señor, ¿cómo es que te manifestarás a nosotros, y no al mundo? Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él. El que no me ama, no guarda mis palabras; y la palabra que habéis oído no es mía, sino del Padre que me envió. Os he dicho estas cosas estando con vosotros.  Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho”.

Dice que él hará morada en nuestras vidas.

Cuando estamos en tribulación dice un salmo “en tu palabra he esperado”.

Cuando llega la tribulación a nuestras vidas el Espíritu Santo nos consuela, él es nuestro consolador. 

Juan 16: 4

Mas os he dicho estas cosas, para que cuando llegue la hora, os acordéis de que ya os lo había dicho. Esto no os lo dije al principio, porque yo estaba con vosotros”.

La palabra es fiel y verdadera el Espíritu Santo recordando las cosas. 

¿Cuántas veces Dios nos dice algo y no nos acordamos sino cuando las cosas pasan? 

Juan 16: 5 - 6

Pero ahora voy al que me envió; y ninguno de vosotros me pregunta: ¿A dónde vas?  Antes, porque os he dicho estas cosas, tristeza ha llenado vuestro corazón. Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré. Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio. De pecado, por cuanto no creen en mí; de justicia, por cuanto voy al Padre, y no me veréis más;  y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado.  Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis sobrellevar.  Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir.  El me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber.  Todo lo que tiene el Padre es mío; por eso dije que tomará de lo mío, y os lo hará saber”.

Jesús les dijo que siempre estaría con ellos y que enviaría al Consolador. Era motivo de alegría pues nunca los dejaría huérfanos, pero dice la palabra que ellos muchas veces se entristecían.

Dice la palabra que Él convencerá al mundo. El hombre no te puede convencer de pecado. Solo el Espíritu Santo de Dios que trae convicción a las vidas. Solo por el Espíritu Santo podemos saber que hay victoria en la sangre de Jesús. Ahora cantábamos  que el enemigo no podrá hacernos frente porque hay victoria en la sangres de Jesús. 

Es por fe que creemos. Es por fe que el Espíritu Santo reparte dones a su pueblo.

Muchas veces en nuestras fuerzas queremos cambiar nuestras esposas, nuestras familias, dice la palabra que es con su Santo Espíritu. Así como nos ha cambiado y nos ha transformado a nosotros. El Espíritu Santo es intercesor, el intercede  por nosotros ante el Padre con gemidos indecibles.

El Espíritu Santo ora por nosotros porque él sí sabe y sabe qué es lo que nuestras almas necesitan. 

El Espíritu Santo trae convicción de la palabra para el mundo, trae convicción de que la palabra es locura para el mundo, pero poder de Dios para los que creen.

Por el Espíritu la palabra es revelada a nuestras vida.

Dice la palabra que por el Espíritu Santo nosotros podemos conocer los misterios de Dios. Dice que en los postreros días Dios derramaría de su espíritu y que los jóvenes soñaran sueños y que los ancianos verán visiones y ¿para quién es esto? Para los que creen como niños.

La familia de Cornelio estaba tan dispuesta que mientras se predicaba la palabra de Dios sus corazones fueron llenos, cada vez más, de su presencia.

II Corintios: 3: 17 – 18

Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad. Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor”.

Dice en el 18 que cada uno de nosotros somos transformados. 

En el pentecostés ellos hablaron nuevas lenguas y amen por todo esto porque eso es para los hijos de Dios. Después de hablar en lenguas fueron llenos del conocimiento y la sabiduría de Dios. Allí Pedro se levantó por el poder del Espíritu Santo y empezó a hablar y a predicar la palabra de Dios. 

Zacarías era sacerdote y ministraba las cosas de Dios y Elizabeth su mujer era estéril y de edad avanzada y no podía tener hijos. Cuando Zacarías estaba echando incienso un ángel del Señor se le apareció y le dijo que iba a tener un hijo y que le pusiera por nombre Juan y que este sería grande delante de los hombres y que prepararía el camino para el Señor, que prepararía los corazones para el Señor. Dice la palabra que Zacarías no creyó en su corazón. Entonces el ángel le dijo que quedaría mudo hasta que se cumpliese la palabra.

Lucas 1: 13 – 20

Pero el ángel le dijo: Zacarías, no temas; porque tu oración ha sido oída, y tu mujer Elisabet te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Juan.  Y tendrás gozo y alegría, y muchos se regocijarán de su nacimiento; porque será grande delante de Dios. No beberá vino ni sidra, y será lleno del Espíritu Santo, aun desde el vientre de su madre. Y hará que muchos de los hijos de Israel se conviertan al Señor Dios de ellos.  E irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y de los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto.  Dijo Zacarías al ángel: ¿En qué conoceré esto? Porque yo soy viejo, y mi mujer es de edad avanzada.  Respondiendo el ángel, le dijo: Yo soy Gabriel, que estoy delante de Dios; y he sido enviado a hablarte, y darte estas buenas nuevas. Y ahora quedarás mudo y no podrás hablar, hasta el día en que esto se haga, por cuanto no creíste mis palabras, las cuales se cumplirán a su tiempo”.

Dios tiene un propósito con cada uno de nosotros y Juan fue lleno del Espíritu Santo desde el vientre de su madre. 

El Espíritu profético que había en Elías también iba a estar en Juan.

El pueblo tenía que ser bien dispuesto porque lo que se iba a derramar sobre ellos era grande y maravilloso, cuántos profetas y siervos de Dios anhelaron ver ese momento y no lo vieron y el pueblo de Israel lo pudo tener con ellos y en lugar de decirle Jesucristo es el Señor, dijeron: Crucifícale.

Dice la palabra que él vino a los suyos pero los suyos no lo recibieron y por eso y su misericordia nosotros estamos aquí, hoy recibiendo de Él, recibiendo de su gracia.

Muchas veces pensamos que lo que él hizo por nosotros es porque somos muy buenos, pero la palabra dice que es un regalo de Dios, no nos lo merecíamos. El Espíritu Santo de Dios es un regalo que nos da a cada uno de nosotros.

Qué bendición Dios envió un ángel y aun así no creyó. 

Las promesas que Dios nos ha dado pos su Espíritu Santo se cumplirán a su tiempo. Es por el Espíritu Santo que tenemos los dones que poseemos. 

Dice la palabra que la iglesia necesitaba hombres que sirvieran a la mesa y dice que tenían que ser hombres de buen testimonio y llenos del Espíritu Santo. Pensamos que el que abre y cierra la puerta es cualquiera, pero no, tiene que estar llenos del Espíritu Santo. 

El más grande en el reino de los cielos es el que sirve. 

Lucas 1: 35 

Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti (María), y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios”.

Y nosotros por la sangre de Jesucristo somos hijos de Dios, por su misericordia nos reconcilió con el Padre y somos llamados hijos de Dios, porque el Espíritu Santo de Dios está en nosotros, está en nuestro corazón y guía nuestras vidas.

Lucas 1: 39

En aquellos días, levantándose María, fue de prisa a la montaña, a una ciudad de Judá;  y entró en casa de Zacarías, y saludó a Elisabet. Y aconteció que cuando oyó Elisabet la salutación de María, la criatura saltó en su vientre; y Elisabet fue llena del Espíritu Santo”,

No solo Juan fue lleno del Espíritu Santo sino que su madre también lo fue y después de que fue llena del Espíritu Santo dice;

Lucas 1: 42 – 44

y exclamó a gran voz, y dijo: Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre. ¿Por qué se me concede esto a mí, que la madre de mi Señor venga a mí?  Porque tan pronto como llegó la voz de tu salutación a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre”.

¿Cómo pudo reconocer, Elizabet que el que estaba en el vientre de María era el Rey de reyes y Señor de señores? Por la revelación del Espíritu Santo. Cuando nosotros somos llenos del Espíritu Santo, él nos enseña todas las cosas.

Cosas grandes son las que tiene Dios para sus hijos, para los que le buscan de corazón, para los que le temen. Dios nos ha dado cosas grandes a nuestras vidas.

Lucas 1: 57 

Cuando a Elisabet se le cumplió el tiempo de su alumbramiento, dio a luz un hijo”.

Dios cumplió su palabra.

Lucas 1: 58

Y cuando oyeron los vecinos y los parientes que Dios había engrandecido para con ella su misericordia, se regocijaron con ella”.

Eso fue lo que le dijo el ángel a Zacarías que muchos se alegrarían.  Y la palabra de Dios se estaba cumpliendo porque Dios es fiel y verdadero.

Lucas 1: 59 - 60

Aconteció que al octavo día vinieron para circuncidar al niño; y le llamaban con el nombre de su padre, Zacarías;  pero respondiendo su madre, dijo: No; se llamará Juan”.

Una mujer firme, una mujer guerrera  y lo llamo como había dicho Dios en su palabra. 

Lucas 1: 61

Le dijeron: ¿Por qué? No hay nadie en tu parentela que se llame con ese nombre”.

Las cosas de Dios para el hombre son imposibles, pero si Dios nos manda a hacer algo, por más loco que nos parezca, hay que hacerlo. Cuando somos llenos del Espíritu Santo no hay nada imposible para el que cree. Dice la palabra de Dios que para el que cree todo le es posible. “no os he dicho que si crees verás la gloria de Dios” porque las palabras que vienen de Dios son Espíritu y son vida. 

Lucas 1; 62 -63

Entonces preguntaron por señas a su padre, cómo le quería llamar. Y pidiendo una tablilla, escribió, diciendo: Juan es su nombre. Y todos se maravillaron”.

Como lo dijo el ángel.

Lucas 1: 64

Al momento fue abierta su boca y suelta su lengua, y habló bendiciendo a Dios”.

El ángel le había dicho quedarás mudo hasta que todo esto acontezca.

El creyó y hablo bendiciendo a Dios. Eso es lo que debemos hacer en todo momento: bendecir a Dios.

Lucas 1: 65

Y se llenaron de temor todos sus vecinos; y en todas las montañas de Judea se divulgaron todas estas cosas”.

Se supo que Dios es fiel y que cumple sus promesas.

Lucas 1: 66

Y todos los que las oían las guardaban en su corazón, diciendo: ¿Quién, pues, será este niño? Y la mano del Señor estaba con él”.

La mano del Señor está con cada uno de nosotros.

Lucas 1: 67 – 69

“Y Zacarías su padre fue lleno del Espíritu Santo, y profetizó, diciendo:   Bendito el Señor Dios de Israel, Que ha visitado y redimido a su pueblo,   Y nos levantó un poderoso Salvador En la casa de David su siervo,”

Lucas 1: 76 – 80

Y tú, niño, profeta del Altísimo serás llamado; Porque irás delante de la presencia del Señor, para preparar sus caminos;   Para dar conocimiento de salvación a su pueblo Para perdón de sus pecados,  Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, Con que nos visitó desde lo alto la aurora,   Para dar luz a los que habitan en tinieblas y en sombra de muerte; Para encaminar nuestros pies por camino de paz. Y el niño crecía, y se fortalecía en espíritu; y estuvo en lugares desiertos hasta el día de su manifestación a Israel”.

El niño se fortalecía en Espíritu para lo que Dios iba a hacer con él.

Dios busca a quien pueda creerle a él.

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