El fuego purifica y Dios quiere
que nuestros corazones sean purificados, que sean lavados de tantas cosas que
tenemos, que se mueven, todavía, en nuestras vidas, de tanta mediocridad, de
tanto conformismo, de tanta religiosidad, de la idolatría, de la inmundicia, de
la soberbia. De todo eso que no se debiera ver ya en nuestros corazones.
Estamos pidiendo la llenura del
Espíritu Santo y él no se va a derramar en una vasija sucia.
Jeremías 23: 29
“¿No es mi palabra como fuego, dice Jehová, y como martillo que quebranta
la piedra?”
Ese fuego tiene que purificar
nuestros corazones, tiene que quemar todo aquello que esté estorbando, en
nuestras vidas, a su Santo Espíritu. Que ese fuego consuma en nuestras vidas
todo pecado.
No se entiende cómo nosotros
teniendo al Espíritu Santo consolador, y
nos estamos sintiendo tristes, sintiéndonos solos. No nos podemos sentir
desolados.
La palabra quebranta un corazón
duro, un corazón donde hay incredulidad.
Muchas veces no sucede nada en nuestras vidas porque nosotros no
permitimos que el Espíritu Santo llegue a lo más profundo de nuestros
corazones.
Permita que el Espíritu Santo
quebrante ese pecado que está estorbando su bendición, pídale al Señor: “señor
que este martillo, que es tu palabra, quebrante lo que está estorbando en mi
vida”.
Malaquías 3: 2 – 3
“2 ¿Y quién podrá soportar el tiempo de su venida? ¿o quién podrá estar
en pie cuando él se manifieste? Porque él es como fuego purificador, y como
jabón de lavadores. 3 Y se sentará para
afinar y limpiar la plata; porque limpiará a los hijos de Leví, los afinará
como a oro y como a plata, y traerán a Jehová ofrenda en justicia”.
El anuncia cuando llega, se
manifiesta en fruto, en lenguas, en sanidades, en poder y gloria.
Él no se va de la vida del
hombre, pero por nuestro pecado se contrista. Cuando hay pecado, él no fluye,
no se manifiesta. Y la culpa es nuestra por nuestra irresponsabilidad.
Si usted se siente lleno del
Espíritu Santo, pida más, los hijos de Dios no nos conformamos queremos cada
vez más de sus Santo Espíritu.
El que habla en lenguas habla
misterios con Dios.
Cuando el Señor llega es algo
indescriptible, uno no puede soportar ese fuego, uno tiene que postrarse delante de su presencia.
Es tan grande cuando viene, con los regalos que viene que usted no lo
puede creer.
El Espíritu Santo cuando llega,
llega a purificar.
Cuando él llega nosotros
presentamos sacrificios de gratitud.
Si usted ya sintió el Espíritu de
Dios y ahora no lo siente como esas veces, debe preguntarse ¿qué pasó?
Nosotros no debemos dejar apagar
el Espíritu Santo en nuestras vidas por nada, así se presenten dificultades y
tribulaciones. Que nada ni nadie nos quite esa paz que él da. Cuando se pierde
es porque nuestra relación con Dios no es buena.
Si estamos continuamente en la
presencia de Dios, él no nos deja perder esa presencia.
Hay muchos ejemplos: Pablo un
hombre perseguido, golpeado, en cárceles y nunca dejaba de alabar a Dios.
Jeremías 20: 9
“Y dije: No me acordaré más de él, ni hablaré más en su nombre; no
obstante, había en mi corazón como un fuego ardiente metido en mis huesos;
traté de sufrirlo, y no pude”.
Trató de no volver a hablar de
Dios, pero no podía porque el Espíritu de Dios era muy fuerte en su vida.
Dígale al Señor: yo quiero sentir
ese fuego.
Cuando la presencia de Dios llega
a la vida de un ser humano, el hombre tiene que doblegarse ante esa
presencia. Que ese fuego también sea
ardiente en nuestros huesos.
II Crónicas 7: 1
“Cuando Salomón acabó de orar, descendió fuego de los cielos, y consumió
el holocausto y las víctimas; y la gloria de Jehová llenó la casa”.
Salomón estaba orando. Cuánto
tiempo le dedicamos al Señor.
Cuando estamos orando se debe
sentir la presencia de Dios, la gloria de Dios fluyendo en nuestras vidas.
Dios quiere llenar su templo, su
casa que somos nosotros. Pero nosotros tenemos que venir con una actitud de
disposición.
Cuando el Espíritu santo llegó en
pentecostés como fuego, dice la Escritura que “estaban todos unánimes juntos” y estaban orando. Todos tenían un mismo sentir, estaban orando
por un mismo propósito. Todos fueron
llenos del Espíritu Santo porque todos estaban dispuestos.
Muchos estamos tomando una
actitud religiosa y la maldita religión es la que ha mandado muchas almas al
infierno. Pidamos a Dios que cambie es actitud por una actitud espiritual y de
disposición hacia él.
No vengamos acá con la actitud de
“vamos a ver qué pasa”. No haga eso, sino que diga: yo voy porque Dios me va a hablar,
porque Dios está conmigo.
I Reyes 18: 24
“Invocad luego vosotros el nombre de vuestros dioses, y yo invocaré el
nombre de Jehová; y el Dios que respondiere por medio de fuego, ése sea Dios. Y
todo el pueblo respondió, diciendo: Bien dicho”.
Pasemos al versículo 36 al 39
“36 Cuando llegó la hora de ofrecerse el holocausto, se acercó el
profeta Elías y dijo: Jehová Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, sea hoy
manifiesto que tú eres Dios en Israel, y que yo soy tu siervo, y que por
mandato tuyo he hecho todas estas cosas. 37 Respóndeme, Jehová, respóndeme,
para que conozca este pueblo que tú, oh Jehová, eres el Dios, y que tú vuelves
a ti el corazón de ellos. 38 Entonces cayó fuego de Jehová, y consumió el
holocausto, la leña, las piedras y el polvo, y aun lamió el agua que estaba en
la zanja. 39 Viéndolo todo el pueblo, se postraron y dijeron: ¡Jehová es el
Dios, Jehová es el Dios!”
Elías era un hombre, un ser
humano y nosotros lo somos. Si nosotros oramos con fe Dios responde. En nosotros
no sucede nada porque no clamamos con fe.
Juan 7: 37 – 38
“En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la
voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de
su interior correrán ríos de agua viva”.
Cada vez que nos reunimos es una
fiesta y en una fiesta hay gozo. Vengamos a este lugar en gozo, vengamos avivados.
Si alguno tiene necesidad, busca
al Señor. Es también para necesidades espirituales. Los ríos sale del interior,
de lo más profundo, pero cuando expresamos la necesidad: “quiero más de ti”.
No debe haber desesperanza, debe
haber vida.
Nos tienen que acompañar los
prodigios y los milagros porque hay vida.
Levítico 6: 13
“El fuego arderá continuamente en el altar; no se apagará”.
No se apagará, preguntémonos, ¿por
qué se está apagando?
El fuego arde cuando le echamos
leña, combustible. Debemos pues alabar y orar esos son el combustible.
Si oramos con fe, con autoridad y
eso tiene que dar fuego.
Isaías 58: 13 – 14
“Si retrajeres del día de reposo tu pie, de hacer tu voluntad en mi día
santo, y lo llamares delicia, santo, glorioso de Jehová; y lo venerares, no
andando en tus propios caminos, ni buscando tu voluntad, ni hablando tus
propias palabras, entonces te deleitarás en Jehová; y yo te haré subir sobre
las alturas de la tierra, y te daré a comer la heredad de Jacob tu padre;
porque la boca de Jehová lo ha hablado”.
En nosotros tiene que haber la
necesidad, actitud de volver al primer amor. Nuestro reposo es Jesucristo.
Ya no es lo que queremos hacer nosotros, es lo
que Dios quiera.
Muchas veces cambiamos a Dios por
muchas situaciones.
Todos los días son santos para
Dios.
Digámosle a Dios que ya no
queremos hacer nuestra voluntad, sino que tenemos un dueño que se llama
Jesucristo.
La reunión de nosotros debe ser
una delicia. Acá venimos a gozarnos en su presencia. Venimos a ver qué promesas
y qué demandas tiene Dios para nosotros.
Por eso pedimos que Dios ponga
sus palabras en nuestros labios.
Buscar la propia voluntad es
creer que Dios tiene que responderme de acuerdo con lo que nosotros queremos.
Cuando nos rendimos a él y le
damos lo mejor a él, nos deleitaremos en él. Él nos hará vivir en el fuego en
todo momento.
Tenemos que expresar la necesidad
y tenerlo a él en el primer lugar.
La palabra es clara : "Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva”.
ResponderEliminarAmen Así es Gloria a Jesucristo
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