lunes, 25 de mayo de 2015

Jesús, El pan de vida eterna



Que creemos que la gente por qué buscaba a Jesús, En Juan 6 dice que la gente buscaba a Jesús y que lo buscaban no solamente por las señales que hacía, no solamente porque los sanaba. El siempre estaba atento a las necesidades de las personas y de las necesidades que las personas  tenían, pero miremos que una palabra dice que no lo buscaban por las señales sino por el pan que les daba y que saciaban sus almas.

Nosotros venimos acá no solo por un milagro, muchos venimos porque Dios nos puede hacer libres, en Dios están esas  palabras de consuelo y de vida eterna que el mundo necesita.

En la cruz Jesús dijo unas palabras que entraron al corazón de muchas personas, dijo palabras de sabiduría, palabras de gracia.

Se decía y se dice que nunca un hombre había hablado así como Jesús. Cuando vinieron a juzgar a la mujer adultera y él dijo el que esté libre de pecado lance la primera piedra. ¿Cuándo un hombre había dicho esas cosas? Todos esperaban que él apedreara a esa mujer, pero  ellos acusados por sus conciencia, ¿quién podía decir que estaba libre de pecado?

Siempre las palabras de Jesucristo eran palabras que levantaban al caído, palabras de gracia, siempre tenía la palabra para cada situación y cada momento.

Dios quiere poner hoy en nuestro corazón: sus palabras, las palabras de Dios y sus promesas son las que nos van a ayudar a seguir hacia adelante. Las palabras de Dios dan vida al mundo, Dios nos encontró y nosotros no sabíamos que éramos especial tesoro para Dios, no sabíamos que Dios tenía un propósito para nuestras vidas, lo vinimos a entender cuando Jesús se reveló a nuestras vidas, por su gracia y misericordia.

El amor de Dios no se compara con  el amor de ningún ser humano, es tan grande que es incondicional. Nos ama como somos, pero quiere cambiar nuestros corazones, quiere hacer cosas grandes y maravillosas en nuestras vidas.

El salmo 139 dice: “mi embrión vieron tus ojos”, o sea que las primeras manos que nos tocaron fueron las de Dios. Cuando estábamos en el vientre de nuestras madres, Dios ya había pensado en nosotros y nos había creado con  un propósito y que sus manos fueron las primeras que nos toca.

La gente se pierde porque no quiere recibir el amor de Dios, porque no quieren obedecerle, porque no quieren creer a sus promesas, porque no quieren aceptar el sacrificio que Jesús hizo en la cruz, porque quieren seguir doctrinas y religiones, pero no quieren  tener comunión con el Hijo de Dios, la gente se pierde porque no quiere tener la verdad es su corazón, de que es el amor de Dios la que nos impulsa a seguir adelante.

Joel 1: 1 -20

“Palabra de Jehová que vino a Joel, hijo de Petuel. Oíd esto, ancianos, y escuchad, todos los moradores de la tierra. ¿Ha acontecido esto en vuestros días, o en los días de vuestros padres? De esto contaréis a vuestros hijos, y vuestros hijos a sus hijos, y sus hijos a la otra generación. Lo que quedó de la oruga comió el saltón, y lo que quedó del saltón comió el revoltón; y la langosta comió lo que del revoltón había quedado. 

Despertad, borrachos, y llorad; gemid, todos los que bebéis vino, a causa del mosto, porque os es quitado de vuestra boca. Porque pueblo fuerte e innumerable subió a mi tierra; sus dientes son dientes de león, y sus muelas, muelas de león. 

Asoló mi vid, y descortezó mi higuera; del todo la desnudó y derribó; sus ramas quedaron blancas. Llora tú como joven vestida de cilicio por el marido de su juventud.
Desapareció de la casa de Jehová la ofrenda y la libación; los sacerdotes ministros de Jehová están de duelo. El campo está asolado, se enlutó la tierra; porque el trigo fue destruido, se secó el mosto, se perdió el aceite. Confundíos, labradores; gemid, viñeros, por el trigo y la cebada, porque se perdió la mies del campo. 

La vid está seca, y pereció la higuera; el granado también, la palmera y el manzano; todos los árboles del campo se secaron, por lo cual se extinguió el gozo de los hijos de los hombres. Ceñíos y lamentad, sacerdotes; gemid, ministros del altar; venid, dormid en cilicio, ministros de mi Dios; porque quitada es de la casa de vuestro Dios la ofrenda y la libación. Proclamad ayuno, convocad a asamblea; congregad a los ancianos y a todos los moradores de la tierra en la casa de Jehová vuestro Dios, y clamad a Jehová. ¡Ay del día! porque cercano está el día de Jehová, y vendrá como destrucción por el Todopoderoso. ¿No fue arrebatado el alimento de delante de nuestros ojos, la alegría y el placer de la casa de nuestro Dios? 

El grano se pudrió debajo de los terrones, los graneros fueron asolados, los alfolíes destruidos; porque se secó el trigo. ¡Cómo gimieron las bestias! ¡cuán turbados anduvieron los hatos de los bueyes, porque no tuvieron pastos! También fueron asolados los rebaños de las ovejas. A ti, oh Jehová, clamaré; porque fuego consumió los pastos del desierto, y llama abrasó todos los árboles del campo. Las bestias del campo bramarán también a ti, porque se secaron los arroyos de las aguas, y fuego consumió las praderas del desierto”.

Vemos una situación muy horrible que estaba viviendo este pueblo. En este tiempo también se está viviendo una situación muy horrible, de mucha maldad.

El mosto y el vino es el gozo de la presencia de Dios. El gozo del Espíritu Santo. El aceite la presencia de Dios en nuestras vidas.

Dice que los árboles del campo se ha secado y la palabra de Dios dice que nosotros somos árboles justicia de Dios. Árboles de justicia plantío de Dios, para justicia de él. Dios dice que nosotros somos esos árboles que Dios quiere que demos fruto. Y dice en este pasaje que eso árboles se han secado.

Dice que ¿No fue arrebatado el alimento de delante de nuestros ojos, la alegría y el placer de la casa de nuestro Dios? 

Hay veces que venimos por venir solamente o cuántas veces estamos tan desanimados que decimos vamos a la oración, pero no pasa nada en la oración. O no venimos con gozo con alegría de corazón, pensando en sus promesas, hemos perdido ese gozo y esa presencia de Dios.

En el 10 dice: “El campo está asolado, se enlutó la tierra; porque el trigo fue destruido, se secó el mosto, se perdió el aceite”. Está el trigo y la cizaña, pero a veces parecemos más cizaña que trigo. Dios quiere que ese trigo se vea sobre la cizaña, que esa luz que hay en nuestros corazones que recibimos como hijos de Dios que se deje ver en nuestras vidas.

La única manera de que esta tierra pudiera tener la misericordia de Dios era que convirtieran su corazón a Dios. La tierra estaba desierta, ¿cómo está su corazón en este día? ¿Será que tiene ese vino? ¿Será que tiene ese aceite?

Necesitas ese aceite de Dios, necesitas ese pan que sacie tu alma. De la única manera que Dios manda ese pan sobre su pueblo es cuando hay una conversión genuina de parte de nosotros Veamos lo que dice en:

Joel 2:12 – 17

“Por eso pues, ahora, dice Jehová, convertíos a mí con todo vuestro corazón, con ayuno y lloro y lamento.  Rasgad vuestro corazón, y no vuestros vestidos, y convertíos a Jehová vuestro Dios; porque misericordioso es y clemente, tardo para la ira y grande en misericordia, y que se duele del castigo. ¿Quién sabe si volverá y se arrepentirá y dejará bendición tras de él, esto es, ofrenda y libación para Jehová vuestro Dios? 

Tocad trompeta en Sion, proclamad ayuno, convocad asamblea. Reunid al pueblo, santificad la reunión, juntad a los ancianos, congregad a los niños y a los que maman, salga de su cámara el novio, y de su tálamo la novia. Entre la entrada y el altar lloren los sacerdotes ministros de Jehová, y digan: Perdona, oh Jehová, a tu pueblo, y no entregues al oprobio tu heredad, para que las naciones se enseñoreen de ella. ¿Por qué han de decir entre los pueblos: Dónde está su Dios?” 

Y es lo que nos dice el enemigo y lo que dicen muchas personas: “¿dónde está su Dios?”, pero nosotros pisoteamos el nombre del Señor.

La condición del hombre no es porque Dios quiera sino por nuestra desobediencia y por nuestra mediocridad.

Joel 2: 18 – 19

“Y Jehová, solícito por su tierra, perdonará a su pueblo. Responderá Jehová, y dirá a su pueblo: He aquí yo os envío pan, mosto y aceite, y seréis saciados de ellos; y nunca más os pondré en oprobio entre las naciones”.

Cómo es posible que vengamos a la oración y todo salga igual y no hayamos arreglado las cuentas con nuestros hijos, con nuestros cónyuges, y siga lo mismo y Dios dando la palabra y nosotros lo mismo.

Dios lo que mira es nuestro corazón, cuando dejas que el Espíritu Santo te redarguya y te arreglas con tu hermano y pides perdón hay temor en tu corazón, pero cuando perdemos ese temor de Dios ahí no hay nada. Porque hemos contristado al Espíritu Santo y nosotros sin la guía del Espíritu Santo, sin su dirección en nuestras vidas, no somos nada.

La historia del rey David no permitió la guía del Espíritu Santo y su pecado tuvo consecuencias. Nosotros muchas veces recibimos la palabra de Dios y vemos que es muy bonita, pero no dejamos que penetre hasta lo más profundo de nuestro corazón. Todo lo que paso con David dice la palabra que fue desagradable ante los ojos de Dios y Dios mandó su profeta a David  y él mismo juzgó por un ejemplo su propia condición. 

Nosotros a veces juzgamos la paja en el ojo ajeno sin ver la viga en el nuestro.

Lo que siente David cuando fue desenmascarado es lo que sentimos nosotros cuando somos puestos en evidencia.

David conocía a Dios y calló su pecado y la presencia de Dios no estaba fluyendo en su vida Dice David en un salmo: Mientras calle envejecieron mis huesos. No enmendó sus pecados hasta que no llegó el profeta y se lo dijo. Así somos nosotros por qué no enmendamos nuestros errores delante de Dios. Tenemos que esperar que Dios ponga a alguien a que nos diga lo  que tenemos que hacer,  cuando Dios nos habla a través de su palabra diciéndonos: Guarda tu corazón. Dios nos da la capacidad para pedir perdón y para perdonar. 

Si no hay cambio ni arrepentimiento genuino en nuestras vidas no pasa nada y no viene el gozo que Dios da a los que le buscan. En los momentos difíciles muchos buscan a sus dioses o a otras personas, pierden la fe. En momentos de hambre nos llenamos de desanimo, se pierde la fe, tomamos decisiones, insensatas que traerán consecuencias.

La única manera de que Dios tenga misericordia de nosotros es que nosotros nos volvamos a él.
 
Ruth 1: 1:22 Había en ese pasaje un momento de hambre. Nohemí no tenía la fe de que Dios podía darles pan a ellas. Orfa se volvió a su casa y a sus dioses, volvió a las cosas de antes, Ruth creyó a las promesas de Dios , creyó en el dios que podía sanarla, que podía proveerla y no quería volver atrás por nada.

Cuantas veces tenemos todo bien y todo se derrumba, pero si no nos refugiamos en Dios, ¿en quien lo vamos a hacer?, Ruth si creyó en el  Dios de Nohemí. Mas adelante en Ruth 2 dice que empieza Ruth a trabajar en unos campos de un familiar de Nohemí, que era rico y dice que halló gracia ante los ojos de este hombre y que fue reconocida por todo lo que había hecho por su suegra, así nosotros somos reconocidos en nuestra fe cuando hemos decidido de todo corazón creerle al Señor. 

Dios empezó a levantar a Ruth y a traer bendición a su casa y Nohemí empezó a ver que Dios podía restaurar su alma y así lo hizo Dios empezó a restaurar el alma y el corazón de Nohemí y empezó a hacer una obra en el corazón de Ruth.

Jehova recompense tu obra. No es en vano buscar a Dios, él ha sido nuestro refugio. El salmo 91 tiene muchas promesas. El nos librara de todo. Dios destruirá a todos nuestros enemigos, a todos los que se levanten contra nuestras vidas, Si nosotros caminamos con nuestro Dios, fieles a él Dios avergüenza nuestros enemigos.

Así como restauró el alma de Nohemí, Dios quiere restaurar el alma de nosotros hoy, Dios quiere darnos sus promesas y quiere sanar nuestros corazones,

Salmo 90: 1 – 2

“Señor, tú nos has sido refugio de generación en generación. Antes que naciesen los montes y formases la tierra y el mundo,  desde el siglo y hasta el siglo, tú eres Dios”.

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