lunes, 27 de julio de 2015

Que no te engañe tu corazón



Abramos bien nuestros oídos espirituales y nuestro corazón porque Dios dice: “sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón porque de él mana la vida”. Muchos siervos de Dios, a pesar de ser usados por Dios, su corazón los engañó, porque se dejaron llevar por un sentimiento, por una emoción y no hicieron caso de Dios. Salomón después de que Dios le hizo promesas, se fue detrás de mujeres que no eran del pueblo da Dios y terminó adorando dioses ajenos. David, Sansón también se alejaron, en ocasiones y se dejaron engañar de sus corazones

Jeremías 4: 14

Lava tu corazón de maldad, oh Jerusalén, para que seas salva. ¿Hasta cuándo permitirás en medio de ti los pensamientos de iniquidad?”

En lugar de Jerusalén ponga su nombre.

El corazón se purifica con la palabra de Dios.

Nuestro corazón es engañoso, y el corazón bíblico está en la cabeza, en la mente. 

Lava tu corazón de maldad, qué maldad hay que no permite que el Espíritu Santo obre y nos lave y nos purifique con su fuego.

El enemigo nos pone muchas cosas. Engañó a Pedro y lo utilizo para decirle a Cristo: “señor Jesús no permitas que te crucifiquen”. Cuando ese era el plan de Dios.  Él pensó que decirle eso al Señor eso era muy bueno, pero en realidad estaba siendo estorbo para Dios. 

A nosotros nos pasa igual, muchas veces nuestras propias emociones están estorbando lo que Dios quiere, los designios que él quiere para nuestras vidas. Ese es el mayor peligro: que seamos nosotros mismo quienes estorbemos. 

Al purificarnos con su palabra seremos salvos. Al permitir que Cristo nos limpie con su sangre adquirimos la salvación. Además adquirimos la ayuda de Dios.

¿Hasta cuándo permitiremos que la maldad de nuestro corazón no nos deje estar del todo con Dios? ¿Hasta cuándo vamos a seguir con el corazón lleno de amargura, de odios de resentimientos, de recuerdos del pasado?

El Espíritu de Dios queriendo hacer una obra en nosotros, queriendo llenarnos, queriendo utilizarnos y nosotros no se lo permitimos. Si no disponemos nuestro corazón el no continúa su obra.

Hoy tenemos despojarnos de esas ataduras. 

Jeremías 17: 9 – 10

Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá? Yo Jehová, que escudriño la mente, que pruebo el corazón, para dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus obras”.

Dios pone de presente lo peligroso que es el corazón del hombre.

Dios dice que es perverso. 

Dios escudriña la mente o sea el corazón.

Dios nos da la oportunidad esta mañana de que nos despojemos de eso que nos está asediando.

A veces llegamos con el corazón perverso y somos esperando una bendición de Dios. 

Dios nos dice que lavemos nuestro corazón de maldad para poder recibir la retribución. 

Dios nos prueba de muchas maneras. 

Por el fruto nos conocerán. No por los milagros, ni por el conocimiento de la palabra, por el fruto seremos conocidos.

Dios nos muestra que somos una naturaleza caída y que lo necesitamos a él, que sin Cristo no somos nada, que no somos buenos, que el bueno es Él.

Necesitamos la guía de Dios, no demos ningún paso sin la confirmación.

Exudo 32: 1 – 8

Viendo el pueblo que Moisés tardaba en descender del monte, se acercaron entonces a Aarón, y le dijeron: Levántate, haznos dioses que vayan delante de nosotros; porque a este Moisés, el varón que nos sacó de la tierra de Egipto, no sabemos qué le haya acontecido.  Y Aarón les dijo: Apartad los zarcillos de oro que están en las orejas de vuestras mujeres, de vuestros hijos y de vuestras hijas, y traédmelos. Entonces todo el pueblo apartó los zarcillos de oro que tenían en sus orejas, y los trajeron a Aarón; y él los tomó de las manos de ellos, y le dio forma con buril, e hizo de ello un becerro de fundición. Entonces dijeron: Israel, estos son tus dioses, que te sacaron de la tierra de Egipto. Y viendo esto Aarón, edificó un altar delante del becerro; y pregonó Aarón, y dijo: Mañana será fiesta para Jehová. Y al día siguiente madrugaron, y ofrecieron holocaustos, y presentaron ofrendas de paz; y se sentó el pueblo a comer y a beber, y se levantó a regocijarse.  Entonces Jehová dijo a Moisés: Anda, desciende, porque tu pueblo que sacaste de la tierra de Egipto se ha corrompido. Pronto se han apartado del camino que yo les mandé; se han hecho un becerro de fundición, y lo han adorado, y le han ofrecido sacrificios, y han dicho: Israel, estos son tus dioses, que te sacaron de la tierra de Egipto”.

Se habla acá cuando Moisés fue por los 10 mandamientos. 

El pueblo tenía la mirada puesta en un hombre. En lugar de poner la mirada en las promesas nos bajamos a la carne y ponemos la mirada en las circunstancias.

Vieron milagros, cuántos milagros hemos visto nosotros, y a veces como el pueblo de Israel nos dejamos llevar de las circunstancias.

Por poner la mirada en un ser humano o en las circunstancias ya no nos acordamos de lo que Dios nos prometió.  Y si se acuerda, ya no ora ni batalla de acuerdo con lo que Dios le prometió porque ya se desentendió de esas promesas.

Aarón clase sacerdotal, la mano derecha de Moisés y se desvió haciendo adulterar al pueblo espiritualmente.

En lugar de refrenar al pueblo, le abrió la puerta al pecado porque quería estar bien con el mundo. 

El pueblo obediente con el pecado trajo los adornos de oro. Así somos a veces.

Cuántas veces cuestionamos al Señor y en cambio al enemigo no lo cuestionamos sino que nos vamos con él. 

Rapidito olvidaron a Dios. ¿Cuántas veces le hemos dado la espalda a Dios?

No nos confiemos porque Dios ya nos sanó de varios pecados entonces decimos “yo no caigo ahí”. No nos confiemos. 

Baje los niveles de oración y verá dónde lo lleva el enemigo.

Dijo Aarón mañana será fiesta para Jehová. Cuando a Dios se le hace fiesta es como él manda no como se nos ocurre a nosotros.

Decimos vamos al grupo para que Dios me hable y si nos exhorta nos enojamos.

Dios nos invitó hoy a una gran fiesta, ¿qué espera Dios de nosotros en esta fiesta? Que disfrutemos, que nos comamos el manjar que se preparó para nosotros que es su palabra y que permitamos que el Espíritu de Dios nos limpie con esa palabra porque nos está declarando donde está el error.

Cuantas veces madrugamos y con el corazón malo. Vengamos mejor con el corazón contrito y humillado esperando ser renovados y transformados.

Tremendo pecado que cometió el pueblo y se sentaron tranquilos se regocijaron. Cuántas veces nos puede pasar lo mismo a nosotros. Eso es conformismo.

En el versículo 7 nos dice: “Entonces Jehová dijo a Moisés: Anda, desciende, porque tu pueblo que sacaste de la tierra de Egipto se ha corrompido”.

Cuando cometemos el pecado Dios no nos reconoce. No le dijo a Moisés: “mi pueblo”, le dijo tu pueblo. Cuando caemos en pecado Dios nos desconoce. 

Dice en I Timoteo 2: 19: “Pero el fundamento de Dios está firme, teniendo este sello: Conoce el Señor a los que son suyos; y: Apártese de iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Cristo”.

El sello es el de la Santidad, el de su Espíritu Santo que el que tiene ese sello, el enemigo no puede tocarlo, cuando tenemos ese sello el enemigo no tiene derecho legal sobre nosotros.

Cuando abrimos puertas al pecado, el enemigo tiene derecho legal sobre nosotros porque nosotros se lo otorgamos. 

A veces no hallamos respaldo de Dios porque nuestro corazón nos engaña.

“Pronto se apartaron del camino que yo les mandé”. Cuántas promesas le dio Dios. Ya se olvidaron o se ve como muy grandes.

El único Dios que hace maravillas es el Dios de Israel y el pueblo dándole el crédito a las imágenes, al becerro, a la idolatría. Cuántos milagros, cuantas hambres nos ha calmado Dios y nosotros en ocasiones le damos la gloria al hombre.

Dios quiere que seamos sensibles a su voz y que seamos humildes para recibir su consejo.

Vamos para el 21 de ese mismo capítulo 32.

Y dijo Moisés a Aarón: ¿Qué te ha hecho este pueblo, que has traído sobre él tan gran pecado?”
Estamos viendo dos ministerios Moisés profeta y Aarón sacerdote, el uno en el monte en la presencia de Dios y el otro rindiéndose ante el pueblo, a lo que el pueblo quisiera. ¿Nos rendimos ante lo que el mundo quiere?

El versículo 22:

Y respondió Aarón: No se enoje mi señor; tú conoces al pueblo, que es inclinado a mal”.

Cuántas veces nos dejamos cambiar las promesas por lo que dice el hombre porque le tenemos miedo al qué dirán. No queremos sufrir oprobios. No queremos aguantar la prueba, sabiendo que en el momento que viene la prueba viene también la bendición y la provisión.

Aarón se justificó. No nos podemos dejar mover por nada. Dinero, una mujer. 

En el 32: 23

Porque me dijeron: Haznos dioses que vayan delante de nosotros; porque a este Moisés, el varón que nos sacó de la tierra de Egipto, no sabemos qué le haya acontecido”.

Se dejó cambiar la orden de Dios.  Tantas promesas que Dios nos da en su palabra y a veces le creemos más al hombre que a Dios. 

En el 32: 24

“Y yo les respondí: ¿Quién tiene oro? Apartadlo. Y me lo dieron, y lo eché en el fuego, y salió este becerro”.

El becerro salió solo. Minimizó el error, minimizó el pecado. Además piensa que lo pequeñito no tiene importancia cuando el enemigo viene inicialmente con lo pequeñito, con lo que nosotros no vemos, con esas pequeñas zorrillas. Eso lo hace para poder sacarte del camino.

Si no corregimos los errores nuestra vida espiritual será un desastre. 

En el 25- Éxodo 32: 25

“Y viendo Moisés que el pueblo estaba desenfrenado, porque Aarón lo había permitido, para vergüenza entre sus enemigos,”

Ya no era victoria, ni bendición si no vergüenza. Cuando estamos en pecado ya no somos de bendición sino de vergüenza. 

El 26:

se puso Moisés a la puerta del campamento, y dijo: ¿Quién está por Jehová? Júntese conmigo. Y se juntaron con él todos los hijos de Leví”.

¿Quiénes están acá por Jehová?

Se juntó con Moisés la clase sacerdotal. Hoy nosotros somos esa clase sacerdotal y no tenemos a Moisés sino a Cristo, Dios quiere que nos unamos a Cristo. Que no nos salgamos de esa cobertura.

Éxodo 32: 27 - 28

Y él les dijo: Así ha dicho Jehová, el Dios de Israel: Poned cada uno su espada sobre su muslo; pasad y volved de puerta a puerta por el campamento, y matad cada uno a su hermano, y a su amigo, y a su pariente. Y los hijos de Leví lo hicieron conforme al dicho de Moisés; y cayeron del pueblo en aquel día como tres mil hombres”.

Esto lo hizo la clase sacerdotal. 

Si nosotros hoy somos la clase sacerdotal tenemos que sacar el pecado de nuestras vidas. Hoy es el día que hay que sacar el pecado. Eso es lo único que debe importar, no le debe importar el qué dirán, debe importarle entrar en comunión con Dios.

Si no le está gustando esta palabra no importa, saque el pecado. Si no le está gustando esta palabra es porque el enemigo quiere incomodar la carne, para que usted no saque su pecado y él sí, sacarlo de la bendición.

Éxodo 32: 29

Entonces Moisés dijo: Hoy os habéis consagrado a Jehová, pues cada uno se ha consagrado en su hijo y en su hermano, para que él dé bendición hoy sobre vosotros”.

Hay que consagrarse, hoy. Hoy es el día, no  lo deje pasar, no deje pasar esta oportunidad. Hay puertas que tenemos cerradas. Nosotros oyendo esta palabra nos estamos consagrando hoy a Dios, si le estamos permitiendo a Dios que limpie nuestro corazón. 

¿Queremos bendición, queremos ver la gloria de Dios?: Consagrémonos. 

Aunque esta palabra sea dura es el Espíritu de Dios que nos ama a nosotros y quiere que nos consagremos.
Acá se preparan almas para el reino de Dios, por eso es que Dios nos habla tan fuerte. No podemos seguir así mediocres, me levanto o me levanto no hay otra opción.

Génesis 15: 1 – 4

Después de estas cosas vino la palabra de Jehová a Abram en visión, diciendo: No temas, Abram; yo soy tu escudo, y tu galardón será sobremanera grande. Y respondió Abram: Señor Jehová, ¿qué me darás, siendo así que ando sin hijo, y el mayordomo de mi casa es ese damasceno Eliezer?  Dijo también Abram: Mira que no me has dado prole, y he aquí que será mi heredero un esclavo nacido en mi casa. Luego vino a él palabra de Jehová, diciendo: No te heredará éste, sino un hijo tuyo será el que te heredará”.

¿Dios que le ha prometido a usted?

 “No temas (ponga su nombre), yo soy tu escudo, y tu galardón será sobremanera grande”.

Somos tan exaltados por Dios que estamos aquí, estamos aquí porque el Espíritu de Dios nos ha traído.
Abraham, con lo que acaba de decir Dios y le reclama y Dios vuelve y le recuerda la promesa. Nos habla el Señor y creemos que le entendimos. Recibimos la promesa de Dios y no nos apropiamos de ella.

Cuántas veces nos recuerda Dios las promesas después de que dejamos que el enemigo nos la diluya.
Hoy Dios nos recuerda las promesas, arrebatémoslas y clamemos por ellas.

El hijo de Dios camina por fe, mas no por vista.

Él lo prometió y no nos deja tirados.

Génesis 16: 1 – 4

Sarai mujer de Abram no le daba hijos; y ella tenía una sierva egipcia, que se llamaba Agar. Dijo entonces Sarai a Abram: Ya ves que Jehová me ha hecho estéril; te ruego, pues, que te llegues a mi sierva; quizá tendré hijos de ella. Y atendió Abram al ruego de Sarai. Y Sarai mujer de Abram tomó a Agar su sierva egipcia, al cabo de diez años que había habitado Abram en la tierra de Canaán, y la dio por mujer a Abram su marido. Y él se llegó a Agar, la cual concibió; y cuando vio que había concebido, miraba con desprecio a su señora”.

Abraham a Dios le refutó dos veces en cambio a la mujer ni una y ahí mismo hizo caso. Cuántas veces nos dejamos llevar por las emociones y no por la voluntad de Dios.

Dejémonos llevar por la guía del Espíritu Santo así no entendamos.

Miraba con desprecio a su señora, llegó el problema, Saray no espero en el Señor y  con Abraham se metieron y metieron al mundo en un problema porque hasta hoy hay lucha entre unos y otros. La esclava se sintió con derechos y le quería quitar el marido a la señora. 

Ester 6: 4 – 10

Entonces dijo el rey: ¿Quién está en el patio? Y Amán había venido al patio exterior de la casa real, para hablarle al rey para que hiciese colgar a Mardoqueo en la horca que él le tenía preparada. Y los servidores del rey le respondieron: He aquí Amán está en el patio. Y el rey dijo: Que entre.  Entró, pues, Amán, y el rey le dijo: ¿Qué se hará al hombre cuya honra desea el rey? Y dijo Amán en su corazón: ¿A quién deseará el rey honrar más que a mí? Y respondió Amán al rey: Para el varón cuya honra desea el rey, traigan el vestido real de que el rey se viste, y el caballo en que el rey cabalga, y la corona real que está puesta en su cabeza; y den el vestido y el caballo en mano de alguno de los príncipes más nobles del rey, y vistan a aquel varón cuya honra desea el rey, y llévenlo en el caballo por la plaza de la ciudad, y pregonen delante de él: Así se hará al varón cuya honra desea el rey. Entonces el rey dijo a Amán: Date prisa, toma el vestido y el caballo, como tú has dicho, y hazlo así con el judío Mardoqueo, que se sienta a la puerta real; no omitas nada de todo lo que has dicho”.

Previamente había sucedido que unos hombres perversos querían matar al rey Asuero y Mardoqueo escuchó la conversación y se lo hizo saber al Rey y éste todo lo escribía. 

Amat no quería a los judíos. Y vemos lo que dice el pasaje. 

Amant pensaba que era para él y su corazón lo engaño. Dios a sus hijos les exalta incluso por medio del enemigo del hijo. En su momento Dios los exalta. Descansemos en el Señor y todo en su momento se va dando.

A muchos de nosotros Dios nos pondrá en sitios altos. Dios dice que estamos sentados en tronos celestiales con Cristo Jesús.

Bendito los que te bendijere y malditos los que te maldijeren dice el Señor.

Cuando llegue a sitios altos acuérdese de dónde lo sacó el Señor.

Que no se nos olvide porque a muchos se les olvida y dicen que llegaron por cuenta propia y empiezan a mirar por encima del hombro, con arrogancia, a los demás. Si se nos pone alto es para ayudar a otros.
Nuestros enemigos estarán por debajo de nosotros, Dios se encargará.

Tenemos un Dios muy grande a nuestro favor que no nos engañe nuestro corazón.

Que las bendiciones no vayan a servir de estorbo, con la bendición pidámosle a Dios humildad.

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