Leer I de Corintios 13: 1 – 10 y
el 13.
Gálatas 5: 22 - 26
Muestra la importancia del amor,
el amor es muy importante por eso la palabra de hoy se llama ¿me amas?
Eso fue lo que le preguntó Jesús
a Pedro. Le dijo: “Simón, hijo de Jonás, ¿Me amas? Pon tu nombre ahí.
El Espíritu Santo de Dios te
pregunta hoy: ¿me amas? ¿En verdad amamos a Dios? ¿Hemos trabajado por ese
fruto, por ese amor? No dejemos que el amor se enfríe en nuestros corazones.
El amor es renuncia, es
fidelidad, no busca nuestro propio favor, sino que el otro se sienta bien.
Cuando amamos a alguien buscamos
que ese alguien se sienta bien.
Juan 3: 16
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo
unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida
eterna”.
De tal manera nos amó a cada uno
de nosotros que nos dio a su único hijo. ¿Si hemos valorado ese sacrificio tan
grande?
¿Cuántos de nosotros
sacrificaríamos algo que Dios nos pidiera por amor? ¿Sacrificaríamos nuestros
hijos, por amor a otra persona?
Que amor tan grande el del Padre
por nosotros, que Jesucristo siendo Dios se hizo en forma de hombre, vino
padeció, sufrió, fue perseguido, maltratado, por amor ar nosotros.
Todo lo que hizo Dios para darnos
una salvación tan grande y que muchas veces no valoramos.
Cristo dice que viene pronto y
¿Cuántos están velando? ¿Cuántos están con ese corazón encendido para Dios?
Jesucristo viene por segunda vez,
está a las puertas, que no nos sorprenda, que no digamos: ¿qué pasó acá?
I Juan 2: 15
“No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al
mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos
de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene
del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la
voluntad de Dios permanece para siempre”.
LO que hay en el mundo es
pasajero. Ayer se celebra en el mundo el día de amor y amistad, ¿cuál amor,
cuál amistad?, pura hipocresía.
Las cosas del mundo aparentan ser
bonitas, pero mentira, son cosas que traen tristeza. El enemigo te da pero en
un momento te quita. En cambio lo que Dios te da permanece.
Hay que pedirle a Dios que cierre
nuestros ojos carnales y abra nuestros ojos espirituales para que nuestros ojos
no se desvíen. Por un momento de placer suceden tantas cosas y tantos van al
infierno.
Hay que amarnos y amar a Dios con
todo nuestro corazón.
Pedro le dijo lo hemos dejado
todo por ti y Jesús le dijo: no perderás tu recompensa.
Cuando renunciamos al mundo
tendremos nuestra recompensa. Tomemos nuestra cruz y sigamos en pos del Señor
como él nos dice en la escritura.
La cruz es renunciar cada día al
viejo hombre. Señor, yo renuncio a esta soberbia, a esta pereza, a la
hipocresía.
Dios quiere corazones limpios,
que en verdad lo amemos.
Cantares 8: 7
“Las muchas aguas no podrán apagar el amor, ni lo ahogarán los
ríos. Si diese el hombre todos los bienes
de su casa por este amor, de cierto lo menospreciarían”.
Las dificultades no puede apagar
ese amor. Hay que permanecer firme en el amor creyéndole a ese Padre, diciéndole
gracias. Dios quiere de nosotros gratitud.
Cuántos hemos dado todo por Dios
y no han menospreciado. Hemos sufrido vituperio. Decirle al pecado: no, no
quiero eso. Lo que Dios me ha dado es más valioso que lo que me ofrece
cualquiera.
Cuántos renunciaron al ver al
Mesías porque sabía que en él había algo maravilloso.
Pero muchos vienen solo por el
milagro de Dios y no por el Dios de los milagros. El milagro no te va a salvar.
Nos falta más renuncia, todavía somos con Dios y con el mundo, todavía nos
dejamos ganar de la cosas del mundo.
Somos creación nueva para Dios,
Dios quiere que lo alabemos con todo corazón. Así no tengamos bonitas voces, si
lo alabamos con el corazón Dios se agrada de eso.
Daniel 3: 13 - 19
“Entonces Nabucodonosor dijo con ira y con enojo que trajesen a Sadrac,
Mesac y Abed-nego. Al instante fueron traídos estos varones delante del rey. Habló Nabucodonosor y les dijo: ¿Es verdad,
Sadrac, Mesac y Abed-nego, que vosotros no honráis a mi dios, ni adoráis la estatua
de oro que he levantado? Ahora, pues,
¿estáis dispuestos para que al oír el son de la bocina, de la flauta, del tamboril,
del arpa, del salterio, de la zampoña y de todo instrumento de música, os
postréis y adoréis la estatua que he hecho? Porque si no la adorareis, en la
misma hora seréis echados en medio de un horno de fuego ardiendo; ¿y qué dios
será aquel que os libre de mis manos? Sadrac, Mesac y Abed-nego respondieron al rey
Nabucodonosor, diciendo: No es necesario que te respondamos sobre este asunto. He aquí nuestro Dios a quien servimos puede
librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará. Y si
no, sepas, oh rey, que no serviremos a tus dioses, ni tampoco adoraremos la
estatua que has levantado. Entonces Nabucodonosor se llenó de ira, y se demudó
el aspecto de su rostro contra Sadrac, Mesac y Abed-nego, y ordenó que el horno
se calentase siete veces más de lo acostumbrado”.
Cuando estamos parados sobre la
roca con ese amor esa renuncia que estamos dispuestos a dar la vida por el
Señor el enemigo se pone furioso.
Ellos no pensaron siquiera por un
minuto en la posibilidad de postrarse ante la estatua. Porque solo debemos postrarnos
ante nuestro creador. Sin embargo muchas
veces nosotros nos postramos ante la situación.
Dios nos puede librar de muchas
aflicciones y de muchas cosas, pero cuando en verdad lo amamos y estamos
convencidos, parados sobre esa roca.
Estos hombres tenían carácter.
Cuando se para firme, más la
dificultad se levanta y vienen las pruebas, mas vemos las cosas cerradas.
Daniel 3: 20
“Y mandó a hombres muy vigorosos que tenía en su ejército, que atasen a
Sadrac, Mesac y Abed-nego, para echarlos en el horno de fuego ardiendo”.
Cuando estamos firmes el enemigo manda
al hombre fuerte contra nosotros. El enemigo se levanta y al árbol que más le
tira piedra es al que tiene fruto.
Como será el poder que hay en
nosotros cuando estamos en obediencia que el enemigo manda los más fuertes.
El enemigo tiene su ejército y
nosotros somos soldados de Jesucristo.
Daniel 3: 21
“Entonces estos varones fueron atados con sus mantos, sus calzas, sus
turbantes y sus vestidos, y fueron echados dentro del horno de fuego ardiendo”.
Los echaron al horno, pero esos
hombres estaban firmes y convencidos de que ese Dios a quien servían los iba a
librar.
Daniel 3: 22
“Y como la orden del rey era apremiante, y lo habían calentado mucho, la
llama del fuego mató a aquellos que habían alzado a Sadrac, Mesac y Abed-nego”.
Como sería lo duro que los
hombres que los apresaron se quemaron.
Daniel 3: 23 - 25
“Y estos tres varones, Sadrac, Mesac y Abed-nego, cayeron atados dentro
del horno de fuego ardiendo. Entonces el rey Nabucodonosor se espantó, y se
levantó apresuradamente y dijo a los de su consejo: ¿No echaron a tres varones
atados dentro del fuego? Ellos respondieron al rey: Es verdad, oh rey. Y él dijo: He aquí yo veo cuatro varones
sueltos, que se pasean en medio del fuego sin sufrir ningún daño; y el aspecto
del cuarto es semejante a hijo de los dioses”.
El enemigo no veía 3 sino 4. El
enemigo ve que no estamos solos, estamos acompañados. El enemigo, cuando le
creemos a Dios, no nos ve solos, ve otro más grande que nosotros y que él: ve a
Jehová de los ejércitos.
Esos hombres estaban atados pero
sus espíritus estabas sueltos por su confianza en Dios.
Muestro Redentor vive y es grande
y poderos.
Daniel 3: 26
“Entonces Nabucodonosor se acercó a la puerta del horno de fuego
ardiendo, y dijo: Sadrac, Mesac y Abed-nego, siervos del Dios Altísimo, salid y venid. Entonces Sadrac, Mesac y
Abed-nego salieron de en medio del fuego”.
El enemigo sabe que somos siervos
del Dios Altísimo.
El enemigo sabe quién es siervo
de Dios, sabe quién está firme y lo conoce de inmediato.
Daniel 3: 27
“Y se juntaron los sátrapas, los gobernadores, los capitanes y los
consejeros del rey, para mirar a estos varones, cómo el fuego no había tenido
poder alguno sobre sus cuerpos, ni aun el cabello de sus cabezas se había
quemado; sus ropas estaban intactas, y ni siquiera olor de fuego tenían”.
El enemigo no puede tocar a los
hijos de Dios porque estamos cubiertos por la sangre de Jesucristo.
Nuestros cabellos están contados.
Estos hombres salieron intactos. No tenía olor a derrota.
Daniel 3: 28
“Entonces Nabucodonosor dijo: Bendito sea el Dios de ellos, de Sadrac,
Mesac y Abed-nego, que envió su ángel y libró a sus siervos que confiaron en
él, y que no cumplieron el edicto del rey, y entregaron sus cuerpos antes que
servir y adorar a otro dios que su Dios”.
Tuvo que reconocer porque Dios
dice que ante su presencia toda rodilla se dobla y que toda boca confiesa que
Jesucristo es el Señor.
Lo dieron todo por amor a Dios y
Dios los libró de la muerte.
Daniel 3: 29 – 30
“Por lo tanto, decreto que todo pueblo, nación o lengua que dijere
blasfemia contra el Dios de Sadrac, Mesac y Abed-nego, sea descuartizado, y su
casa convertida en muladar; por cuanto no hay dios que pueda librar como éste. Entonces
el rey engrandeció a Sadrac, Mesac y Abed-nego en la provincia de Babilonia”.
No hay dios que pueda librar como
nuestro Dios.
Dios nos engrandece en medio de
la maldad.
El hombre hoy te dice te amo y
mañana dice ya no te amo no me interesas. Dios dice que nos ama siempre.
Salmo 119: 97
“¡Oh, cuánto amo yo tu ley! Todo
el día es ella mi meditación”.
Cuántos podemos decir con asombro
que meditamos todo el día en la palabra de Dios y que la amamos. La palabra de
Dios es un refrigerio para nosotros.
Número 11: 4 - 8
Cuando Dios enviaba maná y
codornices:
“Y la gente extranjera que se mezcló con ellos tuvo un vivo deseo, y
los hijos de Israel también volvieron a llorar y dijeron: ¡Quién nos diera a
comer carne! Nos acordamos del pescado
que comíamos en Egipto de balde, de los pepinos, los melones, los puerros, las
cebollas y los ajos; y ahora nuestra alma se seca; pues nada sino este maná ven
nuestros ojos. Y era el maná como semilla de culantro, y su color como color de
bedelio. El pueblo se esparcía y lo
recogía, y lo molía en molinos o lo majaba en morteros, y lo cocía en caldera o
hacía de él tortas; su sabor era como sabor de aceite nuevo”.
Muchas veces le abrimos la puerta
al enemigo para que entre, recibieron extranjeros para que dañaran su corazón.
Las cosas del enemigo de balde se
consiguen y por las cosas de Dios hay que pagar un precio.
Dios permite que luchemos por las
cosas para que nos fortalezcamos.
Cuántas veces menos preciamos la
palabra y decimos se seca nuestra alma, no me gusta ir a ese lugar, no me gusta
es persona que predica y se va secando nuestra alma.
Ellos no valoraron el maná, así
nosotros muchas veces no valoramos lo que Dios nos da. Su palabra es maná caído
del cielo.
La palabra de Dios siempre es
como aceite nuevo, la unción ayer ya no sirve necesito la de hoy.
Menos preciamos la palabra que
Dios nos da. No hemos hecho de esa palabra un aceite nuevo.
Lucas 9: 57 – 62
“Yendo ellos, uno le dijo en el camino: Señor, te seguiré adondequiera
que vayas. Y le dijo Jesús: Las zorras tienen guaridas, y las aves de los
cielos nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza. Y dijo
a otro: Sígueme. El le dijo: Señor, déjame que primero vaya y entierre a mi
padre. Jesús le dijo: Deja que los muertos entierren a sus muertos; y tú ve, y
anuncia el reino de Dios. Entonces también dijo otro: Te seguiré, Señor; pero
déjame que me despida primero de los que están en mi casa. Y Jesús le dijo:
Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el
reino de Dios”.
Para seguir a Dios hay que
renunciar.
Jesús no tiene donde recostar su
cabeza porque nosotros no nos hemos dispuesto para que la lluvia de Dios se
manifieste en nuestra vidas.
Cada uno le sacaba una excusa
como a veces hacemos nosotros.
¿Qué impide el caminar con Dios,
tu familia cuando Dios está al tanto de tu familia? Dios está al tanto de todo.
Dios nos da una demanda:
Deuteronomio 5: 1 –3
“Llamó Moisés a todo Israel y les dijo: Oye, Israel, los estatutos y
decretos que yo pronuncio hoy en vuestros oídos; aprendedlos, y guardadlos,
para ponerlos por obra. Jehová nuestro Dios hizo pacto con nosotros en Horeb.
No con nuestros padres hizo Jehová este pacto, sino con nosotros todos los que
estamos aquí hoy vivos”.
Cambiemos Moisés por Jehová e
Israel por pueblo.
Dios nos hizo pacto hoy con nosotros
en este lugar, con nosotros que estamos vivos.
Deuteronomio 6: 4-6
“Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tu
Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas. Y estas
palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón;”
Cambie Israel por su nombre, Dios
quiere que le amemos con todas nuestras fuerzas y que esta palabra que trajo
hoy se implante en nuestros corazones.
No nos dejemos robar esta
palabra. Amemos a Dios con todo nuestro corazón.
Romanos 13: 10
“El amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimiento de la ley es
el amor”.
Si amamos a Dios vamos a aprender
a amar a nuestro prójimo.
Que reine el amor en nuestros
corazones.
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