Un padre de un hijo quiere
obediencia. Eso es lo que quiere Dios con nosotros.
Muchas veces Dios nos manda algo
y hacemos las cosas a medias y entramos en desobediencia porque o se hace todo
o no se hace nada.
¿Cuántas veces Dios dice que nos
congreguemos, que lleguemos temprano y no lo hacemos?
Dios nos dice en su palabra: “yo
les mando que anden en santidad”. Le añadimos pecado a pecado y no andamos en
la santidad que Dios quiere.
Su palabra nos dice que velemos y
oremos porque Satanás anda como león rugiente buscando a quien devorar. Velamos por momentos y nos cansamos y velamos
a medias, el hacer las cosas a medias es
desobediencia.
¿Cuántas cosas Dios nos ha pedido
a cada uno de nosotros en nuestro ministerio?, y nosotros por tantas cosas, no
hemos obedecido a la voz de Dios.
Somos muy inconstantes con las
cosas de Dios. Dios, a algunos, nos ha dado un ministerio, pero no soñamos con
ello ni lo ponemos como nuestro anhelo.
Es muy fácil empezar, pero
permanecer en las cosas de Dios es lo difícil.
A Dios no hay que entenderlo hay
que obedecerlo.
En el tiempo de Samuel los que
dirigían el pueblo de Dios eran jueces, porque así lo había determinado Dios.
Samuel era fiel profeta de Dios, era obediente a la palabra de Dios.
Samuel envejeció y sus hijos desviaron su corazón. El pueblo le
dijo no queremos que tus hijos gobiernen, ni que nos gobierne jueces sino que
queremos un rey como los otros pueblos, sabiendo que Dios era el rey de Israel.
Dios tenía a Israel como un
pueblo especial, pero ellos no quisieron ser pueblo especial sino que quisieron
ser como los otros.
¿Cuántas veces nosotros no
queremos ser apartados para Dios sino iguales a los del mundo?
I Samuel 8: 1 - 7
“Aconteció que habiendo Samuel envejecido, puso a sus hijos por jueces
sobre Israel. Y el nombre de su hijo
primogénito fue Joel, y el nombre del segundo, Abías; y eran jueces en
Beerseba. Pero no anduvieron los hijos
por los caminos de su padre, antes se volvieron tras la avaricia, dejándose
sobornar y pervirtiendo el derecho. Entonces todos los ancianos de Israel se
juntaron, y vinieron a Ramá para ver a Samuel, y le dijeron: He aquí tú has
envejecido, y tus hijos no andan en tus caminos; por tanto, constitúyenos ahora
un rey que nos juzgue, como tienen todas las naciones, Pero no agradó a Samuel
esta palabra que dijeron: Danos un rey que nos juzgue. Y Samuel oró a Jehová. Y
dijo Jehová a Samuel: Oye la voz del pueblo en todo lo que te digan; porque no
te han desechado a ti, sino a mí me han desechado, para que no reine sobre
ellos”.
El pueblo desechó la palabra, cuántas
veces desechamos la palabra, cambiamos la gloria de Dios por cualquier cosa.
Ser cristiano es algo más que
levantar las manos y cantar, que decir gloria a Dios. Ser cristiano es tener el
fruto del Espíritu Santo y la obediencia a Dios.
Isaías 2: 1 – 4
“Lo que vio Isaías hijo de Amoz acerca de Judá y de Jerusalén. Acontecerá en lo postrero de los tiempos, que
será confirmado el monte de la casa de Jehová como cabeza de los montes, y será
exaltado sobre los collados, y correrán a él todas las naciones. Y vendrán
muchos pueblos, y dirán: Venid, y subamos al monte de Jehová, a la casa del
Dios de Jacob; y nos enseñará sus caminos, y caminaremos por sus sendas. Porque
de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de Jehová. Y juzgará entre las naciones, y reprenderá a
muchos pueblos; y volverán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en
hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la
guerra”.
Estaba hablando del príncipe de
paz.
Cuando llegó a Jerusalén muchos
le adoraron, pero luego lo quisieron crucifica en un madero y dice la palabra
que ser colgado en un madero era una maldición para el pueblo de Israel.
Deuteronomio 21: 22 – 23
“Si alguno hubiere cometido algún crimen digno de muerte, y lo hiciereis
morir, y lo colgareis en un madero, no dejaréis que su cuerpo pase la noche
sobre el madero; sin falta lo enterrarás el mismo día, porque maldito por Dios
es el colgado; y no contaminarás tu tierra que Jehová tu Dios te da por heredad”.
Jesucristo no cometió ningún
crimen, solo hizo el bien.
La cruz, mucha gente la lleva
como un amuleto, pero la cruz es más que eso. Cristo se hizo maldición para
darnos a nosotros bendición. No es la cruz en sí lo importante, es la muerte de
Jesucristo en esa cruz para salvarnos a nosotros.
Dice en gálatas que la palabra de
la cruz es locura para los que se pierden, pero es poder de Dios para los que
se salvan.
Gálatas 6: 14
“Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor
Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo”.
A veces no entendemos que es la
cruz de Cristo ni lo que él ha hecho por cada uno de nosotros.
En el sacrificio que Jesucristo
hizo por eso puedo estimar por basura las cosas que el mundo nos ofrece.
Cristo es una gran bendición para
nuestras vidas. En la cruz el llevó nuestra enfermedad, nuestra dolencia,
nuestra ruina, nuestra miseria, la burla, el vituperio.
Sin Dios estamos en maldición.
Filipenses 2: 6 – 11
“el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como
cosa a que aferrarse, sino que se
despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se
humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo
sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de
Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y
debajo de la tierra; y toda lengua
confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre”.
No cuestionemos las cosas de Dios
porque tiene grandes galardones, obedecer a Dios. Jesucristo en ningún momento
contendió ni cuestionó y tuvo grande galardón porque dice que Dios le dio un
nombre que es sobre todo nombre, para que se doble ante él toda rodilla.
Dios le dijo a Samuel que si les
iba a dar un rey, pero que ese rey los iba a pisotear y se iba a enseñorear de
ellos.
I Samuel 9: 1 – 2
“Había un varón de Benjamín, hombre valeroso, el cual se llamaba Cis,
hijo de Abiel, hijo de Zeror, hijo de Becorat, hijo de Afía, hijo de un
benjamita. Y tenía él un hijo que se
llamaba Saúl, joven y hermoso. Entre los hijos de Israel no había otro más
hermoso que él; de hombros arriba sobrepasaba a cualquiera del pueblo”.
Dios escogió a Saúl que fue
ungido y transformado y Dios le dio grandes victorias, por eso Samuel lloró
tanto cuando Saúl fue desechado.
Uno se duele mucho como ministro
de Dios cuando las personas empiezan y por cualquier cosa se dejan desfallecer,
cuando muchos ministerios empiezan y al final quedan en la carne sabiendo que
empezaron en el espíritu.
Samuel lloró amargamente porque
era un fiel profeta y sabía que un siervo de Dios debía obedecer las cosas de
Dios.
Dios le dijo: “por qué lloras, me
he provisto de otro hombre conforme a mi corazón”, ese hombre haría todo lo que
Dios le dijera.
Samuel 10: 7 – 8
“Y cuando te hayan sucedido estas señales, haz lo que te viniere a la mano,
porque Dios está contigo. Luego bajarás delante de mí a Gilgal; entonces
descenderé yo a ti para ofrecer holocaustos y sacrificar ofrendas de paz.
Espera siete días, hasta que yo venga a ti y te enseñe lo que has de hacer”.
Dios estaba con Saúl, el Espíritu
Santo estaba dondequiera que fuere.
Saúl debería esperar a Samuel.
Veamos en el 13 lo que pasa
I Samuel 13: 1 – 7
“Había ya reinado Saúl un año; y cuando hubo reinado dos años sobre
Israel, escogió luego a tres mil hombres de Israel, de los cuales estaban con
Saúl dos mil en Micmas y en el monte de Bet-el, y mil estaban con Jonatán en
Gabaa de Benjamín; y envió al resto del pueblo cada uno a sus tiendas. Y
Jonatán atacó a la guarnición de los filisteos que había en el collado, y lo
oyeron los filisteos. E hizo Saúl tocar trompeta por todo el país, diciendo:
Oigan los hebreos. Y todo Israel oyó que se decía: Saúl ha atacado a la
guarnición de los filisteos; y también que Israel se había hecho abominable a
los filisteos. Y se juntó el pueblo en pos de Saúl en Gilgal. Entonces los
filisteos se juntaron para pelear contra Israel, treinta mil carros, seis mil
hombres de a caballo, y pueblo numeroso como la arena que está a la orilla del
mar; y subieron y acamparon en Micmas, al oriente de Bet-avén. Cuando los
hombres de Israel vieron que estaban en estrecho (porque el pueblo estaba en
aprieto), se escondieron en cuevas, en fosos, en peñascos, en rocas y en
cisternas. Y algunos de los hebreos pasaron el Jordán a la tierra de Gad y de
Galaad; pero Saúl permanecía aún en Gilgal, y todo el pueblo iba tras él
temblando”.
Hasta aquí Saúl estaba
obedeciendo, estaba permaneciendo en medio de un pueblo que estaba mirando al gigante
y no al Dios de Israel.
I Samuel 13: 8
“Y él esperó siete días, conforme al plazo que Samuel había dicho; pero
Samuel no venía a Gilgal, y el pueblo se le desertaba”.
El pueblo se desesperaba, pero
cuando un líder está firme, así sea con dos o tres, creyéndole a Dios ve la
gloria de Dios.
No nos podemos dejar por lo que
digan los hombres, por lo que digan nuestras familias.
Saúl debió de esperar a Samuel
porque sabía que Dios hablaba a través de Samuel.
I Samuel 13: 9 – 10
“Entonces dijo Saúl: Traedme holocausto y ofrendas de paz. Y ofreció el
holocausto. Y cuando él acababa de
ofrecer el holocausto, he aquí Samuel que venía; y Saúl salió a recibirle, para
saludarle”.
Así creas o no creas Dios cumple
sus promesas.
Que cuando venga Jesucristo nos
halle orando, velando, perseverando, alabando y glorificándolo a él.
Es difícil, pero esperar en Dios
trae grandes recompensas.
En el salmo 37 dice: espera en
él, confía en él y él hará.
Muchos hombres esperaron en las
promesas de Dios y vieron su gloria y su poder actuando en sus vidas.
I Samuel 13: 11 – 12
“Entonces Samuel dijo: ¿Qué has hecho? Y Saúl respondió: Porque vi que
el pueblo se me desertaba, y que tú no venías dentro del plazo señalado, y que
los filisteos estaban reunidos en Micmas, me dije: Ahora descenderán los
filisteos contra mí a Gilgal, y yo no he implorado el favor de Jehová. Me
esforcé, pues, y ofrecí holocausto”.
Cuántas veces hacemos cosas y
pensamos que no es pecado o decimos: me parece mejor hacerlo de esta manera.
Si Dios nos da unas
instrucciones, debe ser como él dice. Dios dijo que viniéramos 3 veces en la
semana y alguno dice: yo puedo orar en mi casa. Pero si difícilmente, cuando
estamos reunidos, hacemos una oración concentrados, cuán difícil es cuando
estamos solos.
Dios dice que envía bendición
cuando hay armonía entre hermanos, cuando el pueblo alaba a Dios suceden cosas
maravillosas.
Cuando obedecemos vemos la
bendición de Dios, lo que Dios dijo así lo hará.
I Samuel 13: 13 – 14
“Entonces Samuel dijo a Saúl: Locamente has hecho; no guardaste el
mandamiento de Jehová tu Dios que él te había ordenado; pues ahora Jehová
hubiera confirmado tu reino sobre Israel para siempre. Mas ahora tu reino no
será duradero. Jehová se ha buscado un varón conforme a su corazón, al cual
Jehová ha designado para que sea príncipe sobre su pueblo, por cuanto tú no has
guardado lo que Jehová te mandó”.
Piensa si hemos guardado lo que
Dios nos ha dicho. Si hemos cuidado lo que Dios nos ha dado.
Dice la palabra que Dios le dio
otra oportunidad a Saúl.
I Samuel 15: 1 - 8
“Después Samuel dijo a Saúl: Jehová me envió a que te ungiese por rey
sobre su pueblo Israel; ahora, pues, está atento a las palabras de Jehová. Así
ha dicho Jehová de los ejércitos: Yo castigaré lo que hizo Amalec a Israel al
oponérsele en el camino cuando subía de Egipto. Ve, pues, y hiere a Amalec, y
destruye todo lo que tiene, y no te apiades de él; mata a hombres, mujeres,
niños, y aun los de pecho, vacas, ovejas, camellos y asnos. Saúl, pues, convocó
al pueblo y les pasó revista en Telaim, doscientos mil de a pie, y diez mil
hombres de Judá. Y viniendo Saúl a la ciudad de Amalec, puso emboscada en el
valle. Y dijo Saúl a los ceneos: Idos, apartaos y salid de entre los de Amalec,
para que no os destruya juntamente con ellos; porque vosotros mostrasteis
misericordia a todos los hijos de Israel, cuando subían de Egipto. Y se
apartaron los ceneos de entre los hijos de Amalec. Y Saúl derrotó a los amalecitas desde Havila
hasta llegar a Shur, que está al oriente de Egipto. Y tomó vivo a Agag rey de
Amalec, pero a todo el pueblo mató a filo de espada”.
Saúl tomo vivo a Agag y mató a
los otros, dijo: voy a hacer una parte que pesar matar a Agag y se quedó con
parte del ganado.
I Samuel 15: 9
“Y Saúl y el pueblo perdonaron a Agag, y a lo mejor de las ovejas y del
ganado mayor, de los animales engordados, de los carneros y de todo lo bueno, y
no lo quisieron destruir; mas todo lo que era vil y despreciable destruyeron”.
Dios le dijo que un tuviera
piedad.
Cuantas veces metemos nosotros la
mano cuando Dios está trabajando en nuestras familias.
Dios le dijo que no tomara nada.
Si no hay obediencia en nuestras
vidas en vano ayunamos y en vano hacemos oración.
La palabra dice: “hay de aquellos
que a lo bueno le decimos malo”. Hay cosas que Dios aborrece, cuántas veces
decimos: “no eso no es pecado, una mentirita, una miradita a otra mujer que no
es tu esposa”. A las cosas que Dios aborrece decimos que no son pecado.
I Samuel 15: 10 – 11
“Y vino palabra de Jehová a Samuel, diciendo: Me pesa haber puesto por rey a Saúl, porque se
ha vuelto de en pos de mí, y no ha cumplido mis palabras. Y se apesadumbró
Samuel, y clamó a Jehová toda aquella noche”.
Qué triste que Dios diga: “me
pesa haberle dado a tal persona esto o aquello”.
La salvación es individual cada
uno de nosotros tenemos que luchar por lo que Dios nos ha dado.
Esperemos en obediencia que Dios
diga; “he aquí mi hijo amado en que tengo complacencia”.
Que Dios se pueda sentir
orgulloso de nuestras vida.
I Samuel 15: 12 – 13
“Madrugó luego Samuel para ir a encontrar a Saúl por la mañana; y fue
dado aviso a Samuel, diciendo: Saúl ha venido a Carmel, y he aquí se levantó un
monumento, y dio la vuelta, y pasó adelante y descendió a Gilgal. Vino, pues, Samuel a Saúl, y Saúl le dijo:
Bendito seas tú de Jehová; yo he cumplido la palabra de Jehová”.
Es como cuando dios nos habla acá
por medio de uno de sus siervos y todos decimos: Amén y salimos y se nos
olvida.
I Samuel 15: 14 – 15
“Samuel entonces dijo: ¿Pues qué balido de ovejas y bramido de vacas es
este que yo oigo con mis oídos? Y Saúl respondió: De Amalec los han traído;
porque el pueblo perdonó lo mejor de las ovejas y de las vacas, para
sacrificarlas a Jehová tu Dios, pero lo demás lo destruimos”.
Con que soltura estaba
defendiendo su posición cuando Dios nos dice que no seamos sabios en nuestra
propia opinión. A veces pensamos que estamos obrando bien cuando no es así,
cuando no estamos cumpliendo lo que Dios nos dijo.
Obedecer es cumplir las cosas al
pie de la letra.
I Samuel 15: 16 – 17
“Entonces dijo Samuel a Saúl: Déjame declararte lo que Jehová me ha
dicho esta noche. Y él le respondió: Di. Y dijo Samuel: Aunque eras pequeño en
tus propios ojos, ¿no has sido hecho jefe de las tribus de Israel, y Jehová te
ha ungido por rey sobre Israel?”
Saúl se sentía poca cosa y Dios
lo encumbró ungiéndolo como rey.
Dios nos ha puesto en lugares
altos y se nos olvida lo que Dios ha hecho por nosotros. Se nos olvida que
servimos al Rey de reyes.
I Samuel 15: 18 –20
“Y Jehová te envió en misión y dijo: Ve, destruye a los pecadores de
Amalec, y hazles guerra hasta que los acabes. ¿Por qué, pues, no has oído la voz de Jehová,
sino que vuelto al botín has hecho lo malo ante los ojos de Jehová? Y Saúl
respondió a Samuel: Antes bien he obedecido la voz de Jehová, y fui a la misión
que Jehová me envió, y he traído a Agag rey de Amalec, y he destruido a los
amalecitas”.
Que cosa tan tremenda es un
corazón endurecido, Saúl insistía en que había obrado bien haciendo su propia
opinión y no lo que Dios le había mandado.
I Samuel 15: 21 – 23
“Mas el pueblo tomó del botín ovejas y vacas, las primicias del anatema,
para ofrecer sacrificios a Jehová tu Dios en Gilgal. Y Samuel dijo: ¿Se complace Jehová tanto en
los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová?
Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que
la grosura de los carneros. Porque como pecado de adivinación es la rebelión, y
como ídolos e idolatría la obstinación. Por cuanto tú desechaste la palabra de
Jehová, él también te ha desechado para que no seas rey”.
La soberbia de nuestro corazón es
la obstinación y creemos que tenemos la razón y hacemos las cosas como nos
parece a nosotros. Se endurece de tal manera nuestro corazón que pensamos darle
consejos a Dios
I Samuel 15: 24 – 31
“Entonces Saúl dijo a Samuel: Yo he pecado; pues he quebrantado el
mandamiento de Jehová y tus palabras, porque temí al pueblo y consentí a la voz
de ellos. Perdona, pues, ahora mi pecado, y vuelve conmigo para que adore a
Jehová. Y Samuel respondió a Saúl: No volveré contigo; porque desechaste la
palabra de Jehová, y Jehová te ha desechado para que no seas rey sobre Israel.
Y volviéndose Samuel para irse, él se asió de la punta de su manto, y éste se
rasgó. Entonces Samuel le dijo: Jehová ha rasgado hoy de ti el reino de Israel,
y lo ha dado a un prójimo tuyo mejor que tú. Además, el que es la Gloria de Israel no
mentirá, ni se arrepentirá, porque no es hombre para que se arrepienta. Y él dijo: Yo he pecado; pero te ruego que me
honres delante de los ancianos de mi pueblo y delante de Israel, y vuelvas
conmigo para que adore a Jehová tu Dios. Y volvió Samuel tras Saúl, y adoró
Saúl a Jehová”.
Seguía mal Saúl buscando la honra
del pueblo y no la de Dios. ¿Esa adoración si subiría delante de Dios?
Dios le dijo te he desechado y
Saúl por aparentar hizo el holocausto.
Muy triste lo que le pasó a Saúl
después de que había sido ungido por Dios.
Que no seamos como Saúl que un
día fuimos ungidos y luego desechados, sino que podamos ser como David, como Pedro,
como Pablo que siguieron has el final.
Nosotros somos más que vencedores
de la mano de Dios y Dios quiere que nos fortalezcamos cada vez más.
No despreciemos la mesa del
Señor. Dios quiere de nuestro corazón la obediencia.
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