domingo, 6 de septiembre de 2015

Tan convencidos



¿Si estamos tan convencidos de que tenemos un Dios tan poderoso? ¿Cuántos hemos clamado a dios por las promesas que Dios nos ha dado? ¿Estamos convencidos de esas promesas, de esos milagros, de esos ministerios que Dios nos ha dado? ¿Dónde están esos ministerios?

Hay que estar convencidos de lo que Dios nos da, en todo momento en este lugar. 

¿Cuántos están convencidos de que iremos a esas bodas del Cordero? ¿Cuántos están convencidos de que nos estamos preparándonos nosotros mismos, pidiéndole a Dios que nos limpie, que nos purifique para ir a esos lugares celestiales? 

Esa mujer que tocó el manto de Jesús, tenía tanta convicción que decía: si tan solo tocara el borde de su manto seré salva. Y fue atrevida, se abrió paso entre la multitud. 

El centurión dijo: di la palabra y mi criado sanará. A nosotros Dios nos ha dado palabra y nos ha hecho muchas promesas. Dios nos dijo hace días: “he descendido para tomar sus cargas”. ¿Cuántos creyeron que era el mismo Espíritu Santo que estaba hablando, que no era el hombre?

Muchos creen por un rato y luego se olvidan. Por un momento estamos convencidos.

Salmos 2: 8

Pídeme, y te daré por herencia las naciones, y como posesión tuya los confines de la tierra”.

Dios nos está diciendo que le pidamos. Para poder pedir hay que estar convencidos. 

II Reyes 13: 15 –19

Se está hablando de la muerte de Eliseo y Joás vino ante el profeta.

Y le dijo Eliseo: Toma un arco y unas saetas. Tomó él entonces un arco y unas saetas.  Luego dijo Eliseo al rey de Israel: Pon tu mano sobre el arco. Y puso él su mano sobre el arco. Entonces puso Eliseo sus manos sobre las manos del rey,  y dijo: Abre la ventana que da al oriente. Y cuando él la abrió, dijo Eliseo: Tira. Y tirando él, dijo Eliseo: Saeta de salvación de Jehová, y saeta de salvación contra Siria; porque herirás a los sirios en Afec hasta consumirlos. Y le volvió a decir: Toma las saetas. Y luego que el rey de Israel las hubo tomado, le dijo: Golpea la tierra. Y él la golpeó tres veces, y se detuvo.  Entonces el varón de Dios, enojado contra él, le dijo: Al dar cinco o seis golpes, hubieras derrotado a Siria hasta no quedar ninguno; pero ahora sólo tres veces derrotarás a Siria”. 

Golpeó solo tres veces. A veces somos así, no insistimos. Nos cansamos de golpear, de arrebatar las bendiciones. Nos perdemos muchas bendiciones por no insistir.

Venimos a la oración de guerra y no obtenemos las bendiciones, ¿por qué será? ¿Cuántos han perseverado en pedir por el avivamiento que Dios prometió en este lugar?

Como la mujer ante el juez injusto que por su insistencia fue atendida. 

Nos cansamos del golpear, de arrebatar las bendiciones. No perdamos esa capacidad de asombrarnos.

Salmos 34: 19

Muchas son las aflicciones del justo, pero de todas ellas le librará Jehová”.

Nosotros somos esos justos y Dios nos librará de todas las aflicciones.

Lee uno o dos versículos en el día y aprópiate de ellos. 

Tu palabra dice Señor: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”. 

Le creemos más al enemigo, a un derrotado que a Jesucristo que fue quien lo derrotó.

La palabra dice que nosotros somos más que vencedores en Cristo Jesús. Dice que somos reyes y sacerdotes.

Dios dijo que venían cosas grandes para este lugar. Estoy convencida de que Dios me trajo a este lugar para hacer cosas grandes para otras personas y para recibir de ustedes cosas grandes. Si esa promesa fue para mí para ustedes también. Para todo aquel que cree. 

Tantos ministerios que hay, tantos evangelistas, profetas, pastores, maestros. Es muy lindo cuando Dios utiliza todos estos ministerios, pero hay que estar convencido de lo que Dios nos dio. 

Jueces 6: 1 – 10

“Los hijos de Israel hicieron lo malo ante los ojos de Jehová; y Jehová los entregó en mano de Madián por siete años. Y la mano de Madián prevaleció contra Israel. Y los hijos de Israel, por causa de los madianitas, se hicieron cuevas en los montes, y cavernas, y lugares fortificados. Pues sucedía que cuando Israel había sembrado, subían los madianitas y amalecitas y los hijos del oriente contra ellos; subían y los atacaban. Y acampando contra ellos destruían los frutos de la tierra, hasta llegar a Gaza; y no dejaban qué comer en Israel, ni ovejas, ni bueyes, ni asnos.  Porque subían ellos y sus ganados, y venían con sus tiendas en grande multitud como langostas; ellos y sus camellos eran innumerables; así venían a la tierra para devastarla. De este modo empobrecía Israel en gran manera por causa de Madián; y los hijos de Israel clamaron a Jehová. Y cuando los hijos de Israel clamaron a Jehová, a causa de los madianitas, Jehová envió a los hijos de Israel un varón profeta, el cual les dijo: Así ha dicho Jehová Dios de Israel: Yo os hice salir de Egipto, y os saqué de la casa de servidumbre.  Os libré de mano de los egipcios, y de mano de todos los que os afligieron, a los cuales eché de delante de vosotros, y os di su tierra;  y os dije: Yo soy Jehová vuestro Dios; no temáis a los dioses de los amorreos, en cuya tierra habitáis; pero no habéis obedecido a mi voz”. 

El enemigo viene como langosta y te quita todo lo que Dios te ha dado, las bendiciones porque no clamamos  a Dios y porque  nos escondemos. Nos estamos dejando quitar el fruto por no estar convencidos. 

Jueces 6: 11 - 12

“Y vino el ángel de Jehová, y se sentó debajo de la encina que está en Ofra, la cual era de Joás abiezerita; y su hijo Gedeón estaba sacudiendo el trigo en el lagar, para esconderlo de los madianitas.  Y el ángel de Jehová se le apareció, y le dijo: Jehová está contigo, varón esforzado y valiente”. 

Cuántas veces Dios nos ha dicho que él está con nosotros. 

Jueces 6: 13 - 15

Y Gedeón le respondió: Ah, señor mío, si Jehová está con nosotros, ¿por qué nos ha sobrevenido todo esto? ¿Y dónde están todas sus maravillas, que nuestros padres nos han contado, diciendo: ¿No nos sacó Jehová de Egipto? Y ahora Jehová nos ha desamparado, y nos ha entregado en mano de los madianitas.  Y mirándole Jehová, le dijo: Ve con esta tu fuerza, y salvarás a Israel de la mano de los madianitas. ¿No te envío yo?”
 
Dios nos dice que vamos con nuestra fuerza que él nos envía. Dios te envía y Dios te va a respaldar. Gedeón se sentía poca cosa.

No dudemos que el que nos envía es Dios.

Cuando Dios mandó a Moisés a rescatar el pueblo de la esclavitud de los egipcios, Moisés dudo porque era tartamudo. Dios le dijo: “¿no fui yo quien hizo la boca, no puedo yo sanarte”? Pero Moisés no quiso, dudó.
Cuando Dios a través de una sierva llevó esa Palabra de Moisés a San Antonio de Prado, yo dije Dios mío yo quiero ser libre, porque yo era una mujer muy tímida y no era capaz de hablar, y le dije a Dios: “abre mi boca” y la sierva que estaba predicando sin saber lo que yo estaba pidiendo, pero como el Espíritu Santo si sabía a través de ella me dijo: “Te he hecho libre”. Yo sentí y ella vio que salió como una bola de pelos de mi boca.

Esto porque le creí, porque me apropié de esa palabra. 

Si Dios lo hizo conmigo, ¿no lo va a hacer con ustedes si la palabra es para todos? Hay que estar convencidos siempre no por momentos.

Jueces 6: 15

Entonces le respondió: Ah, señor mío, ¿con qué salvaré yo a Israel? He aquí que mi familia es pobre en Manasés, y yo el menor en la casa de mi padre.  Jehová le dijo: Ciertamente yo estaré contigo, y derrotarás a los madianitas como a un solo hombre”

Dios les iba a dar la victoria

Jueces 7: 9 – 15

“Aconteció que aquella noche Jehová le dijo: Levántate, y desciende al campamento; porque yo lo he entregado en tus manos.  Y si tienes temor de descender, baja tú con Fura tu criado al campamento, y oirás lo que hablan; y entonces tus manos se esforzarán, y descenderás al campamento. Y él descendió con Fura su criado hasta los puestos avanzados de la gente armada que estaba en el campamento. Y los madianitas, los amalecitas y los hijos del oriente estaban tendidos en el valle como langostas en multitud, y sus camellos eran innumerables como la arena que está a la ribera del mar en multitud. Cuando llegó Gedeón, he aquí que un hombre estaba contando a su compañero un sueño, diciendo: He aquí yo soñé un sueño: Veía un pan de cebada que rodaba hasta el campamento de Madián, y llegó a la tienda, y la golpeó de tal manera que cayó, y la trastornó de arriba abajo, y la tienda cayó. Y su compañero respondió y dijo: Esto no es otra cosa sino la espada de Gedeón hijo de Joás, varón de Israel. Dios ha entregado en sus manos a los madianitas con todo el campamento. Cuando Gedeón oyó el relato del sueño y su interpretación, adoró; y vuelto al campamento de Israel, dijo: Levantaos, porque Jehová ha entregado el campamento de Madián en vuestras manos”.

Cuántos hombres y mujeres son valientes y se levantan. Gedeón no tiene miedo de pasar por el lado del enemigo para ir a escuchar lo que Dios le iba a decir.

Nosotros a veces preferimos quedarnos en casa por diferentes motivos que venir a escuchar lo que Dios nos quiere decir en este lugar. 

Gedeón fue esforzado, creyó y obedeció.

Nosotros por medio de la palabra le declaramos al enemigo que somos más que vencedores en Cristo Jesús, esa es nuestra palabra, es pan de vida. Todo lo podemos en Cristo que nos fortalece y le decimos al enemigo que Dios es nuestro pastor y nada nos faltará. Gedeón creyó en esa palabra, en esa victoria.

Jueces 7: 21

Y se estuvieron firmes cada uno en su puesto en derredor del campamento; entonces todo el ejército echó a correr dando gritos y huyendo”.

El enemigo huyo porque estuvieron firmes. Obtuvieron la victoria por la espada de Jehová y por la espada de Gedeón. Nosotros tenemos en nuestras manos la espada del Espíritu que es la palabra de Dios. 

A David no le importó el gigante porque él iba en nombre del Dios viviente.

Dios tiene grandes promesas para ti, pero debes andar convencido de lo que Dios te ha dado.

Dios se duele cuando no le creemos, cuando despreciamos la mesa del Señor. 

Nosotros tenemos un Dios vivo., un Dios de promesas, un Dios que nos tiene para cosas grandes. No podemos vivir como esas personas que no tienen a Cristo en su corazón, derrotados, sin esperanzas. Nosotros tenemos una esperanza viva y grande. 

No le digamos a Dios que no, cuando nos ponga a hacer la oración, la alabanza o a predicar. Es Dios quien nos pone, no el hombre, es Dios el que nos da el encargo.

Nahúm 1: 7

Jehová es bueno, fortaleza en el día de la angustia; y conoce a los que en él confían”.

Es nuestra fortaleza y Dios conoce nuestros corazones.

Hechos 22: 24 - 29

“mandó el tribuno que le metiesen en la fortaleza, y ordenó que fuese examinado con azotes, para saber por qué causa clamaban así contra él. Pero cuando le ataron con correas, Pablo dijo al centurión que estaba presente: ¿Os es lícito azotar a un ciudadano romano sin haber sido condenado?  Cuando el centurión oyó esto, fue y dio aviso al tribuno, diciendo: ¿Qué vas a hacer? Porque este hombre es ciudadano romano. Vino el tribuno y le dijo: Dime, ¿eres tú ciudadano romano? Él dijo: Sí.  Respondió el tribuno: Yo con una gran suma adquirí esta ciudadanía. Entonces Pablo dijo: Pero yo lo soy de nacimiento. Así que, luego se apartaron de él los que le iban a dar tormento; y aun el tribuno, al saber que era ciudadano romano, también tuvo temor por haberle atado”.

Esto fue cuando iban a juzgar a Pablo.

Tu ciudadanía es celestial. 

Pablo, después de que Dios lo tumbó del caballo, no dudó en servirle al Señor.

Pablo no se dejó azotar. 

Nosotros nos dejamos atar y azotar del enemigo.

Pablo le declaró al tribuno quien era. Nosotros le tenemos que declarar al enemigo quienes somos: unos hijos de Dios, reyes y sacerdotes y que nuestra ciudadanía es celestial.

Nosotros adquirimos la ciudadanía porque ya nos pagaron el precio hace más de dos mil años.  Nosotros hemos nacido de nuevo en Cristo Jesús. Hay que estar tan convencidos de esto que hay que declararlo.

Cuando le declaras al enemigo quien eres el enemigo tiene que huir. 

En el plano de espiritual yo soy hija de Dios mi ciudadanía es celestial. Somos más que vencedores, soldados de Jesucristo.

Mi casa, mis hijos, mi hogar me pertenecen porque Dios me lo ha dado todo.

I Juan 5: 14 – 15

Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye.  Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho”.

Que salgamos convencidos de quienes somos, que no vengamos como un pueblo derrotado, sino victorioso somos más que vencedores en Cristo Jesús.

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