Es muy difícil avanzar cuando se
está en el fracaso, por el contrario muchas veces cualquier cosa que hagamos
nos hunde más.
Cuando un bebé necesita algo la
mamá se lo hace. Nuestros problemas no nos dejan avanzar, no nos dejan caminar,
pero si entregamos esos problemas a Dios él nos los resuelve. Permitámosle a
Dios que quite nuestros problemas.
Así vea el panorama oscuro persevere,
avance. No mire atrás. Si nos detenemos a mirar el gigante, si nos detenemos a
mirar eso obstáculos ya estamos derrotados.
Tenemos la cobertura de Cristo el
Señor, tenemos su autoridad para avanzar no para detenernos. Avancemos en medio
del fracaso.
Lucas 24: 13 – 32
“Y he aquí, dos de ellos iban el mismo día a una aldea llamada Emaús,
que estaba a sesenta estadios de
Jerusalén. E iban hablando entre sí de todas aquellas cosas que habían
acontecido. Sucedió que mientras
hablaban y discutían entre sí, Jesús mismo se acercó, y caminaba con ellos. Mas los ojos de ellos estaban velados, para
que no le conociesen. Y les dijo: ¿Qué pláticas son estas que tenéis entre
vosotros mientras camináis, y por qué estáis tristes? Respondiendo uno de
ellos, que se llamaba Cleofas, le dijo: ¿Eres tú el único forastero en
Jerusalén que no has sabido las cosas que en ella han acontecido en estos días?
Entonces él les dijo: ¿Qué cosas? Y ellos le dijeron: De Jesús nazareno, que
fue varón profeta, poderoso en obra y en palabra delante de Dios y de todo el
pueblo; y cómo le entregaron los principales sacerdotes y nuestros gobernantes
a sentencia de muerte, y le crucificaron. Pero nosotros esperábamos que él era
el que había de redimir a Israel; y ahora, además de todo esto, hoy es ya el
tercer día que esto ha acontecido. Aunque también nos han asombrado unas mujeres
de entre nosotros, las que antes del día fueron al sepulcro; y como no hallaron
su cuerpo, vinieron diciendo que también habían visto visión de ángeles,
quienes dijeron que él vive. Y fueron algunos de los nuestros al sepulcro, y
hallaron así como las mujeres habían dicho, pero a él no le vieron. Entonces él
les dijo: ¡Oh insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que los
profetas han dicho! ¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y
que entrara en su gloria? Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los
profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían. Llegaron a
la aldea adonde iban, y él hizo como que iba más lejos. Mas ellos le obligaron
a quedarse, diciendo: Quédate con nosotros, porque se hace tarde, y el día ya ha
declinado. Entró, pues, a quedarse con ellos. Y aconteció que estando sentado
con ellos a la mesa, tomó el pan y lo bendijo, lo partió, y les dio. Entonces
les fueron abiertos los ojos, y le reconocieron; mas él se desapareció de su
vista. Y se decían el uno al otro: ¿No ardía nuestro corazón en nosotros,
mientras nos hablaba en el camino, y cuando nos abría las Escrituras?”
Ellos venían discutiendo, en
medio del fracaso, en lugar de alabar a Dios, empezamos a renegar. Ya se
sentían fracasados. Se les había olvidado que Cristo les había dicho que el
Cristo tenía que sufrir todo eso.
Jesús caminaba con ellos y ellos
no sabían que era Jesús. Nosotros tenemos a Cristo en nuestro corazón y muchas
veces lo ignoramos creyendo que no está ahí, sabiendo que lo habíamos recibido
en nuestro corazón.
Lo tuvieron ahí y no sabía que era
él. Muchas veces en el problema no podemos ver a Dios. El enemigo nos cierra
los ojos espirituales para que no veamos al Dios que hace maravillas y que
puede actuar en ese problema.
Muchas veces nuestros ojos están
velados porque nuestros niveles de oración están muy bajos y porque nos
quedamos viendo el problema.
Estamos tristes por respuestas
que no se nos han dado, Él nos ha dicho que nos gocemos en su presencia,
entreguémosle los problemas al Señor.
Estos discípulos lo tuvieron por
extranjero, seguían sin distinguir su presencia. Cuantas veces no sentimos su
presencia, lo ignoramos sabiendo que él es nuestro redentor que nos puede
auxiliar. Lo tratamos como un forastero,
como a un extraño. Cristo no es forastero para nosotros, es nuestro Dios y es
nuestro ayudador.
Ellos recordaban lo que Jesús
había hecho, pero no aplicaban la palabra a la situación que estaban viviendo.
Nosotros recordamos y decimos: “Dios es maravilloso y ha hecho milagros en mi
vida”, pero no aplicamos la palabra a la situación que estamos viviendo.
Declárele al enemigo la palabra.
Dios es poderoso en la palabra
que hoy nos está expresando. La palabra es de tanto poder que por ella Dios
hizo la tierra y el universo entero. El enemigo ante la palabra de Dios tiene
que huir porque es la boca de Dios la que se abre para pronunciarla.
Declárele al enemigo que tiene
que soltar su vida, que tiene que soltar su familia.
Esos discípulos tenían su mirada
puesta en lo terrenal, no en lo espiritual. ¿Dónde está tu mirada hoy? ¿Está
centrando su mirada en el problema o en el que soluciona el problema?
Jesucristo vino a libertad
nuestras vidas, vino a libertar a los cautivos. Estos discípulos que iban a Emaús
estaban ya desesperanzados.
Nosotros a veces decimos: “he
orado y he orado y no ha pasado nada”.
Dios dice que trae respuesta. No
ha pasado porque somos ambivalentes hoy creemos y mañana no creemos. Tenemos
que permanecer creyendo.
Las mujeres fueron al sepulcro
donde se supone que hay muerte y encontraron ausencia. Dios quiere que en medio
de esa ausencia que usted está sintiendo acuda a Él, que es la fuente de todo
poder. No acuda al problema a llorar y a entristecerse.
Cuántas veces Dios nos dice que
él vive. Declárele al problema: “Cristo vive, yo voy a salir de esta”.
Muchas veces decimos que si pero
no lo creemos en nuestro corazón.
La incredulidad es tan dura que
como no lo vieron no creyeron.
Cuando Dios muestra y nos dice
algo, nos tenemos que parar en esa palabra, batallar en esa palabra, no cederle
al enemigo porque si ya Dios lo dijo es como él dijo.
El reino de Dios es para valientes
y esforzados.
Dios honra la disposición de
nuestros corazones. Honra cuando le buscamos. No dejó avergonzadas a las
mujeres sino que los que fueron a comprobar también vieron a los ángeles.
Si somos atrevidos y le creemos
al Señor, Dios nos va a honrar, en medio de aquellos que se han burlado y que
nos han menospreciado, en medio de los que te han dejado solo, Dios te va a honrar
si le crees a su palabra.
Somos insensatos como ellos y
tardos de corazón pues cuánta palabra hemos escuchado y como nos hemos tardado
para creer en lo que él nos ha dicho.
Más fácil le creemos a la mentira
del diablo, viene alguien con una mentira y más fácil le creemos al mensajero
del diablo que a Dios.
Dios permite la prueba en
nuestras vidas para que veamos su gloria, para que veamos que él vive y está para
nosotros.
Cristo les recordó la palabra
desde Moisés y los profetas porque se les había olvidado. Así tiene que hacer
con nosotros nos recuerda la palabra porque se nos olvida. En medio del fracaso
se nos olvidan las promesas de Dios.
En medio del problema no vemos a
Cristo, pero Dios nos dice: “avanza”.
Dios quiere que persistamos. Tal
vez ya declinamos, ya no tenemos fuerza para seguir, pero Dios nos dice: “Persiste”.
Cristo está con nosotros y dice: “permíteme
que yo actúe en tu vida para que veas mi gloria”.
Hoy Dios está partiendo su pan,
su palabra, tómelo.
Lo reconocieron cuando partió el
pan. Nosotros lo conocimos cuando alguien nos compartió la palabra, nuestros ojos
se abrieron, las cadenas cayeron, ahora que tenemos un conocimiento más amplio esas
cadenas tienen que caer. Conocemos a Cristo cuando abrimos nuestro corazón y
atesoramos su palabra.
Si está escuchando esta palabra
su corazón tiene que arder porque el que está hablando es Dios.
Éxodo 3: 13
“Dijo Moisés a Dios: He aquí que llego yo a los hijos de Israel, y les
digo: El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros. Si ellos me
preguntaren: ¿Cuál es su nombre?, ¿qué les responderé?”
Para Moisés era un Dios desconocido.
No sabía su nombre a pesar de que Dios le había hablado. Dios nos habla y
seguimos sin conocerle.
Éxodo 3: 14
“Y respondió Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás a los
hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros”.
El eterno presente, él te hace hoy
el milagro y mañana también.
Éxodo 3: 15
“Además dijo Dios a Moisés: Así dirás a los hijos de Israel: Jehová, el
Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob, me
ha enviado a vosotros. Este es mi nombre para siempre; con él se me recordará
por todos los siglos”.
Estamos alabando a un Dios que
conocemos, que lo vemos en el accionar día a día. Recuérdele a Satanás: “Jehová
mi Dios, Cristo mi salvador me saca de cualquier problema”. Declárele además al
enemigo que él es un derrotado.
Los demonios no resisten el
nombre de nuestro Señor Jesucristo.
Éxodo 3: 16
“Ve, y reúne a los ancianos de Israel, y diles: Jehová, el Dios de
vuestros padres, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, me apareció diciendo:
En verdad os he visitado, y he visto lo que se os hace en Egipto;”
Dios ve nuestros problemas, es un
Dios sensible a nuestros problemas.
Éxodo 3: 17
“y he dicho: Yo os sacaré de la aflicción de Egipto a la tierra del
cananeo, del heteo, del amorreo, del ferezeo, del heveo y del jebuseo, a una
tierra que fluye leche y miel”.
Yo os sacaré dice el Señor. Dele
las gracias a Dios acá estás diciendo que me sacas. La palabra cobra vida cada
vez que la leemos. Hoy declaro que la aflicción se va de mi vida. Nos saca para
las grandes bendiciones.
No hemos visto las grandes
bendiciones, porque no hemos permitido que Dios actúe, hemos metido nuestras
manos.
Éxodo 3: 18
“Y oirán tu voz; e irás tú, y los ancianos de Israel, al rey de Egipto,
y le diréis: Jehová el Dios de los hebreos nos ha encontrado; por tanto,
nosotros iremos ahora camino de tres días por el desierto, para que ofrezcamos
sacrificios a Jehová nuestro Dios”.
Dios nos encontró a nosotros, y
¿nos encontró para dejarnos tirados?, no, él nos encontró para darnos libertad.
La iniciativa es de Dios. No fue
nuestra fue del Dios Todopoderoso, que a pesar de nuestro pecado e infidelidad
dio por nosotros precio de sangre y nos redimió.
Éxodo 3: 19
“Mas yo sé que el rey de Egipto no os dejará ir sino por mano fuerte”.
Moisés estaba desanimado e incrédulo,
quizás estamos como Moisés. Dios dice que nos sacará con mano fuerte, porque el
Dios que tenemos es un Dios de poder.
Éxodo 3: 20
“Pero yo extenderé mi mano, y heriré a Egipto con todas mis maravillas
que haré en él, y entonces os dejará ir”.
¿Usted Cree que Dios extiende sus
manos con todas sus maravillas a favor de sus benditos? Cosas que ojo no vio ni
oído oyó son las que Dios tiene preparadas para los que le aman.
Éxodo 3: 21
“Y yo daré a este pueblo gracia en los ojos de los egipcios, para que
cuando salgáis, no vayáis con las manos vacías;”
Dios pone gracia y si usted no la
tiene pídale a Dios y no saldrá con las manos vacías. En el desierto nada nos
faltará. Hoy sale de acá con las manos
llenas porque la boca de Dios lo dice.
Cuando Dios saca a su pueblo de
la esclavitud a libertad no lo saca con las manos vacías, lo saca con las manos
llenas porque estamos diseñados para triunfar.
Éxodo 3: 22
“sino que pedirá cada mujer a su vecina y a su huéspeda alhajas de
plata, alhajas de oro, y vestidos, los cuales pondréis sobre vuestros hijos y
vuestras hijas; y despojaréis a Egipto”.
Dios nos ha llamado a que
despojemos al enemigo de lo que nos ha quitado, de lo que nuestro es. Declaremos que despojamos a enemigo de los
tesoros que son nuestros y que él nos ha quitado.
Dios dice: “Te he dado las llaves
para abrir las puertas de los cielos y todo lo que ates será atado y lo que
desates será desatado. Te he dado el poder, te he dado la autoridad”. La llave
no se la dan a los extraños, se le dan a los hijos, a los dueños.
Éxodo 4: 1 - 2
“Entonces Moisés respondió diciendo: He aquí que ellos no me creerán, ni
oirán mi voz; porque dirán: No te ha aparecido Jehová. Y Jehová dijo: ¿Qué es
eso que tienes en tu mano? Y él respondió: Una vara”.
Todo lo que vio Moisés y sin
embargó duda. ¿Qué tienes en tu mano?
Salimos de acá con la palabra y
nos dice el enemigo: “¿eso es así de fácil, eso sí irá a pasar?”
Declárele: “Dios me dijo que si
se puede”.
En la mano tenemos la palabra de
Dios, la vara es símbolo de autoridad.
El poder está en la palabra y el
pueblo tiene que sacarla a flote.
II Corintios 5: 6 – 7
“Así que vivimos confiados siempre, y sabiendo que entre tanto que
estamos en el cuerpo, estamos ausentes del Señor (porque por fe andamos, no por vista);”
Confiados siempre, no por
momentos, no dejar entrar la duda. No estamos viendo al Señor, pero lo sentimos.
No mires lo que ven tus ojos mira al Dios de poder que tienes al frente.
Isaías 28: 26
“Porque su Dios le instruye, y le enseña lo recto;”
En medio de la prueba o del
fracaso Dios nos enseña el camino, nos enseña los pasos que hay que dar. Hoy
nos instruyó Dios a través de su palabra, nos inyecto fe y ánimo.