domingo, 25 de octubre de 2015

El Pan de vida



Jehová Dios es el pan de vida que sacia nuestra alma en todo momento. Cristo es el pan de vida bajado del cielo. 

A través de su palabra Dios sacia nuestra alma.

Eclesiastés 9: 7 – 8

Anda, y come tu pan con gozo, y bebe tu vino con alegre corazón; porque tus obras ya son agradables a Dios. En todo tiempo sean blancos tus vestidos, y nunca falte ungüento sobre tu cabeza”.

Muchas veces comemos ese pan con tristeza porque no le hemos creído a Dios, no le hemos creído a la palabra.

Uno de los frutos del Espíritu Santo es el gozo. Ese gozo que el mundo no nos puede dar. 

¿Qué nos ha dado Dios a cada uno de nosotros? A todos nos ha dado.

Dios nos hace aceptos cuando le creemos.

Dios nos da esa oportunidad de presentarnos ante él en la mañana y pedirle perdón.

En todo tiempo sean blancos tus vestidos. Nuestra mente, espíritu, alma y cuerpo consagrados a Jesucristo.
Que no falte el aceite, la presencia del Espíritu Santo.

Hay que alabar a Dios en la prueba, hay que decirle gracias Señor por esta dificultad que estoy pasando porque sé que es con un propósito de Dios en nuestras vidas.

Si llega la prueba por qué no seguimos adelante, por qué nos quedamos estancados. No hagamos eso, hay que avanzar. 

Si tenemos alimento y techo tenemos mucho que agradecerle a Dios.

San Juan 10: 7 – 14
Volvió, pues, Jesús a decirles: De cierto, de cierto os digo: Yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que antes de mí vinieron, ladrones son y salteadores; pero no los oyeron las ovejas. Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos. El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia. Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas. Mas el asalariado, y que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas, ve venir al lobo y deja las ovejas y huye, y el lobo arrebata las ovejas y las dispersa. Así que el asalariado huye, porque es asalariado, y no le importan las ovejas. Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen, así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas”.

Volvió el Espíritu Santo a hablarnos a nosotros, Jesús nos dijo: yo soy el buen Pastor, yo soy el que sustento vuestras almas.

Cristo es la puerta. Antes de que conocieras a Dios quién hacía algo por ti, nadie.

El enemigo viene para destruirte. Para decir que no somos nada, cuando somos hijos de Dios.

Dios es un Dios de abundancia. Dios hace maravillas.

Poco clamamos por las promesas de Dios, nos rendimos fácilmente.

Cuando Dios nos da una orden seamos un pueblo obediente.

Al asalariado no le importan las ovejas. Tú le importas solo a Dios.

A veces en lugar de caminar de la mano con Dios le dices a la dificultad: “ven y camina conmigo, ven y caminemos juntos, yo te cargo en mi espalda”: y sentimos ese peso en lugar de caminar con el que todo lo puede, con el que nos quita las cargas. 

Lo mismo le decimos al pecado: “ven y caminemos juntos”. Al que no le importamos y al que nos debe de importar lo dejamos a un lado.

Tenemos que estar confiados de que Dios, ese pan de vida nos va  a hacer cosas grandes y maravillosas.
A veces queremos estar jugando al grupo de oración y no nos damos cuenta de que estamos en los últimos tiempos, de que Dios está a las puertas. 

El tiempo está cerca y cuantos estamos predicando, cuántos estamos ganando almas, cuantos estamos pagando el precio para ganar almas para Cristo.

Mateo 8: 5 – 13

“Entrando Jesús en Capernaum, vino a él un centurión, rogándole, y diciendo: Señor, mi criado está postrado en casa, paralítico, gravemente atormentado Y Jesús le dijo: Yo iré y le sanaré. Respondió el centurión y dijo: Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; solamente dí la palabra, y mi criado sanará. Porque también yo soy hombre bajo autoridad, y tengo bajo mis órdenes soldados; y digo a éste: Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace. Al oírlo Jesús, se maravilló, y dijo a los que le seguían: De cierto os digo, que ni aun en Israel he hallado tanta fe. Y os digo que vendrán muchos del oriente y del occidente, y se sentarán con Abraham e Isaac y Jacob en el reino de los cielos; mas los hijos del reino serán echados a las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de diente. Entonces Jesús dijo al centurión: Ve, y como creíste, te sea hecho. Y su criado fue sanado en aquella misma hora”.

Que fe la de este centurión, sabía quién era él, que cargo tenía, se apropió, pero también sabía quién era Jesús. 

A nosotros nos han dado poder y autoridad sobre toda fuerza del enemigo, pero no nos hemos apropiado porque no hemos creído.

Su situación puede ser grave, per Jesús, si crees te la puede solucionar, él todo lo puede, puede solucionar todo problema.

Es centurión con mucho poder en este problema no podía hacer nada, pero buscó al que si podía y le declaró problema. ¿Por qué no le declaras a Dios por lo que estás pasando?

Dile estoy pasando por este problema, pero yo te creo. 

No soy digno pero di la palabra. Es declararle la palabra al enemigo. Solamente di la palabra.
Señor solamente di la palabra. 

Es hombre tenía autoridad, pero no tenía la autoridad para sanar a su criado, pero sabía que Jesús tenía esa autoridad. 

El Señor nos dijo acá: “He descendido para llevar sus cargas” y no hemos creído a esa palabra. 

El criado fue sanado en aquella misma hora. Como creyó fue sanado ahí mismo. ¡Creámosle a Dios!

Isaías 51: 12 – 13

Yo, yo soy vuestro consolador. ¿Quién eres tú para que tengas temor del hombre, que es mortal, y del hijo de hombre, que es como heno?  Y ya te has olvidado de Jehová tu Hacedor, que extendió los cielos y fundó la tierra; y todo el día temiste continuamente del furor del que aflige, cuando se disponía para destruir. ¿Pero en dónde está el furor del que aflige?”

No somos nada para tener temor si tenemos al consolador. Somos hijos de Dios y no tenemos por qué temer.

Tienes miedo que te deje alguien sabiendo que tienes a Dios, vas a temer a un problema teniendo a Dios.
Vas a tener miedo de perder un amor que hoy es y mañana no es, cuando tienes el amor de Dios que siempre está ahí.

Hasta acá la palabra me dice el Espíritu Santo.

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