En un sueño que tuve vi como una especie
de juego donde se nos dijo que transformáramos
un bosque, entonces todos se dispusieron a tumbar árboles con el propósito de
sembrar nuevos. Quien dirigía el juego en el Sueño era Jesús y lo que quería
era que se sembrara para que los nuevos árboles reemplazaran, por sí mismos, a
los existentes. No se trataba de tumbar el bosque sino de sembrar con amor.
Siembra con amor la palabra de
Dios. Por eso es que la palabra de hoy se llama: “El juego de tu vida al
servicio de Dios”.
Jeremías 7: 3
“Así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Mejorad vuestros
caminos y vuestras obras, y os haré morar en este lugar”.
Cómo es que jugamos en nuestra
vida, cómo nos comportamos en la vida cotidiana, en mucho de nuestro actuar nos
atribuimos la gloria a nosotros mismos.
Jeremías 7: 4
“No fiéis en palabras de mentira, diciendo: Templo de Jehová, templo de
Jehová, templo de Jehová es este”.
Si en nuestro corazón no está el
Espíritu Santo no podemos decir lo anterior porque las palabras se las lleva el
viento.
Jeremías 7: 5
“Pero si mejorareis cumplidamente vuestros caminos y vuestras obras; si
con verdad hiciereis justicia entre el hombre y su prójimo, y no oprimiereis al
extranjero, al huérfano y a la viuda, ni en este lugar derramareis la sangre
inocente, ni anduviereis en pos de dioses ajenos para mal vuestro, os haré
morar en este lugar, en la tierra que di a vuestros padres para siempre”.
¿Cuántas veces hemos jugado a
favor del prójimo para agradar a Dios? Se trata de mejorar los caminos o las
obras, no acabarlas.
Gálatas 5: 13
“Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que
no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino servíos por amor los unos
a los otros”.
El juego de tu vida al servicio
de Dios. Recordemos que Cristo dijo que los mandamientos eran: el primero ama a
Dios sobre todas las cosas y el segundo ama a tu prójimo como a ti mismo.
El juego de tu vida es al
servicio de Dios y servir al hermano es servir a Dios.
Gálatas 5: 14 - 15
“Porque toda la ley en esta sola palabra se cumple: Amarás a tu prójimo
como a ti mismo. Pero si os mordéis y os coméis unos a otros, mirad que también
no os consumáis unos a otros”.
No estamos acá para destruir a
nuestro hermano sino que estamos para servir a nuestro hermano.
Las tentaciones en los juegos
Lucas 23: 35
“Y el pueblo estaba mirando; y aun los gobernantes se burlaban de él,
diciendo: A otros salvó; sálvese a sí mismo, si éste es el Cristo, el escogido
de Dios”.
El enemigo retó a Cristo a que se
bajara de la cruz para que no cumpliera con su misión de salvar a la humanidad.
A nosotros también nos manda tentaciones tocando nuestro orgullo. Si Jesucristo
hubiera entrado en el juego de Satanás, que lo estaba retando a través de los
gobernantes y del pueblo, teniendo Cristo el poder de acabar con todo, la
salvación no se hubiera dado.
Nosotros también somos tentados
para no trabajar en la obra de Dios.
Lucas 23: 36 - 38
“Los soldados también le escarnecían, acercándose y presentándole
vinagre, y diciendo: Si tú eres el Rey
de los judíos, sálvate a ti mismo. Había también sobre él un título escrito con
letras griegas, latinas y hebreas: ESTE ES EL REY DE LOS JUDÍOS”.
En este letrero, puesto por el
gobernante en la cruz, realmente era el Padre que le estaba dando la gloria a
Jesucristo.
Lucas 23: 39 - 40
“Y uno de los malhechores que estaban colgados le injuriaba, diciendo:
Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros. Respondiendo el otro, le
reprendió, diciendo: ¿Ni aun temes tú a Dios, estando en la misma condenación?”
Vemos como dos malhechores se la
jugaron distinto frente a la misma situación. El Padre, a través del malhechor
que se arrepiente, le da fortaleza a Jesucristo, porque en ese hombre se hizo
la obra de la transformación.
Lucas 23: 41 - 43
“Nosotros, a la verdad, justamente padecemos, porque recibimos lo que
merecieron nuestros hechos; mas éste ningún mal hizo. Y dijo a Jesús: Acuérdate
de mí cuando vengas en tu reino. Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que
hoy estarás conmigo en el paraíso”.
El enemigo trae tentaciones para
desviarnos del camino.
Dios llama para volver a él
Isaías 56: 4 – 5
“Porque así dijo Jehová: A los eunucos que guarden mis días de reposo, y
escojan lo que yo quiero, y abracen mi pacto, yo les daré lugar en mi casa y
dentro de mis muros, y nombre mejor que el de hijos e hijas; nombre perpetuo
les daré, que nunca perecerá”.
Cuando nos la jugamos por el
servicio a Dios, él nos tiene separados. Él nos quiere guardar en sus
santuarios, en su presencia.
Isaías 56: 6 - 7
“Y a los hijos de los extranjeros que sigan a Jehová para servirle, y
que amen el nombre de Jehová para ser sus siervos; a todos los que guarden el
día de reposo para no profanarlo, y abracen mi pacto, yo los llevaré a mi santo monte, y los
recrearé en mi casa de oración; sus holocaustos y sus sacrificios serán aceptos
sobre mi altar; porque mi casa será llamada casa de oración para todos los
pueblos”.
En este juego al servicio a Dios
no hay primero, todos los que esto hagamos tendremos el galardón.
Isaías 57: 13
“Cuando clames, que te libren tus ídolos; pero a todos ellos llevará el
viento, un soplo los arrebatará; mas el que en mí confía tendrá la tierra por
heredad, y poseerá mi santo monte”.
Cuántas veces de los juegos en
nuestras vidas idolatramos al hombre. Un viento los puede derribar.
Nosotros ya somos herederos.
Isaías 57: 14 - 15
“Y dirá: Allanad, allanad; barred el camino, quitad los tropiezos del
camino de mi pueblo. Porque así dijo el
Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo
habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu,
para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de
los quebrantados”.
Para poder hacer parte del equipo
de Dios tenemos que ser humildes, para darle siempre la gloria a Dios.
Cómo Jugar en todas las áreas
Colosenses 3: 22
“Siervos, obedeced en todo a vuestros amos terrenales, no sirviendo al
ojo, como los que quieren agradar a los hombres, sino con corazón sincero, temiendo
a Dios”.
En nuestras familias, en nuestros
hogares, en las empresas a nuestro jefe, debemos servirles bien.
Colosenses 3: 23 - 24
“Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para
los hombres; sabiendo que del Señor
recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís”.
No le estamos sirviendo al
hombre, le estamos sirviendo a Jesucristo.
La recompensa que recibiremos
Mateo 6: 1 – 2
“Guardaos de hacer vuestra justicia delante de los hombres, para ser
vistos de ellos; de otra manera no tendréis recompensa de vuestro Padre que
está en los cielos. Cuando, pues, des limosna, no hagas tocar trompeta delante
de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser
alabados por los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa”.
Cuando hacemos un beneficio, una
ofrenda esperando que todos nos vean obtenemos una recompensa terrenal.
Mateo 6: 3 - 6
“Mas cuando tú des limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha,
para que sea tu limosna en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te
recompensará en público. Y cuando ores, no seas como los hipócritas; porque
ellos aman el orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles,
para ser vistos de los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa.
Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre
que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público”.
Dios nos recompensa en lo público
cuando hacemos las cosas de corazón en lo secreto.
Como jugar, en la presencia de Dios, con mi hermano
“Todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no
todo edifica. Ninguno busque su propio
bien, sino el del otro”.
Es buscar el bien del prójimo.
Mateo 6: 31
“Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria
de Dios. No seáis tropiezo ni a judíos, ni a gentiles, ni a la iglesia de Dios;
como también yo en todas las cosas
agrado a todos, no procurando mi propio beneficio, sino el de muchos, para que
sean salvos.”.
Debemos buscar servirle al otro
para traerlo a los pies de Cristo.
La cruz no sólo es una vertical. Amar a Dios sin amar al prójimo no es la cruz que nos enseñó Jesucristo.
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