Nada es difícil para Dios, no importa el
problema que estemos pasando, la necesidad, el gigante, lo que estés viviendo
en este momento, Dios te dice: Nada es imposible para Dios, Nada es imposible
para Dios. Todo es posible para el que cree.
Hebreos 4: 12
“Porque
la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos
filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los
tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón”.
Cierra los ojos y repite: La palabra de Dios
es viva y eficaz y puede hacer en mí vida,
lo que Dios tiene preparado para mí. La palabra de Dios es viva y yo declaro
hoy que esa palabra se hará viva y penetrará hasta lo más profundo de mi alma y
cambiará y transformará todo lo que hay en mí. Derribare esas pequeñas
zorrillas en el nombre de Jesucristo, derribaré en el nombre de tu palabra esos
gigantes, esas murallas. Declaro la palabra viva en mí, en el nombre de Jesús.
La palabra de Dios penetra y puede
transformar una vida. ¿Qué ha hecho la palabra de Dios con nosotros, con
nuestras vidas?
Nada es difícil para Dios, somos nosotros los
que lo hacemos difícil porque no queremos disponernos. Nosotros le damos el poder
al problema, a la dificultad; somos nosotros los que le damos ese poder al
enemigo cuando el enemigo ya está vencido desde hace tiempo.
Mateo 4: 1 – 2
“Entonces
Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo.
Y después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre”.
Entonces (por acá tu nombre) fue llevado al
desierto para ser tentado.
En los desiertos somos tentados por el diablo.
Viene el enemigo a seducirte, a mostrarte los reinos que él tiene. Tú le debes
declarar la palabra: “no solo de pan vive el hombre sino de toda palabra que
sale de la boca de Dios”.
El enemigo nos tienta en el momento de la
necesidad.
Cristo no se dejó vencer ni convencer de los
reinos, Jesucristo le declaró la palabra: “escrito está”, “jehová suplirá tu
necesidad”.
Si declaras la palabra, las cosas se
desarraigan.
Mateo 4: 3
“Y vino a él el tentador, y le dijo: Si eres
Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan”.
Le dijo: Si eres Hijos de Dios.
Tú eres un hijo de Dios.
El enemigo conoce la palabra muy bien, pero
no tiene poder sobre nosotros.
La declara para ver que tenemos en el corazón y si en verdad
creemos a esa palabra que Dios nos da en todo momento. El la declara para ver
si nosotros si decimos: Señor yo confío, y declararle al enemigo: “escrito está”.
Hay veces que nos dejamos desviar del camino
y nos enredamos en las cosas del mundo. No debería ser así.
Mateo 4: 4-6
“Él
respondió y dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda
palabra que sale de la boca de Dios. Entonces el diablo le llevó a la santa
ciudad, y le puso sobre el pináculo del templo, y le dijo: Si eres Hijo de
Dios, échate abajo; porque escrito está: A sus ángeles mandará acerca de ti, y,
En sus manos te sostendrán, Para que no tropieces con tu pie en piedra. Jesús
le dijo: Escrito está también: No
tentarás al Señor tu Dios.
Cristo le declaraba la palabra.
Nosotros somos hijos de Dios y debemos
apropiarnos de las palabras que Dios tiene para nosotros. Debemos declara la
palabra en medio de la adversidad.
Por encima de la palabra de Dios no hay nada.
Hay poder en la palabra.
II Reyes 13: 14 – 19
“Estaba Eliseo
enfermo de la enfermedad de que murió. Y descendió a él Joás rey de Israel, y
llorando delante de él, dijo: ¡Padre mío, padre mío, carro de Israel y su gente
de a caballo! Y le dijo Eliseo: Toma un arco y unas saetas. Tomó él entonces un
arco y unas saetas. Luego dijo Eliseo al rey de Israel: Pon tu mano sobre el
arco. Y puso él su mano sobre el arco. Entonces puso Eliseo sus manos sobre las
manos del rey, y dijo: Abre la ventana
que da al oriente. Y cuando él la abrió, dijo Eliseo: Tira. Y tirando él, dijo
Eliseo: Saeta de salvación de Jehová, y saeta de salvación contra Siria; porque
herirás a los sirios en Afec hasta consumirlos. Y le volvió a decir: Toma las
saetas. Y luego que el rey de Israel las hubo tomado, le dijo: Golpea la
tierra. Y él la golpeó tres veces, y se detuvo. Entonces el varón de Dios,
enojado contra él, le dijo: Al dar cinco o seis golpes, hubieras derrotado a
Siria hasta no quedar ninguno; pero ahora sólo tres veces derrotarás a Siria”.
Cuántas veces Dios nos dice golpea la tierra.
Toma esa saeta, toma la palabra y declárasela
al enemigo.
Cuántas veces viene Dios y levanta nuestras
manos, pero somos nosotros los que nos cansamos, los que no le creemos a Dios.
Golpea la tierra, no te detengas hasta
obtener la bendición.
Al enemigo no hay que tenerle misericordia porque
él no tiene misericordia de nosotros. David no perdonó al gigante.
Las murallas de Jericó eran grandes y fuertes
y fueron derribadas porque creyeron y gritaron. No le dijeron a las murallas en
voz baja que se cayeran.
Somos tesoros preciosos para el Señor. ¿Por
qué tengo que esperanzarme en el amor de
otro ser humano? El amor de Dios es firme y no importa tu apariencia. Valemos
mucho para el Señor. Dios llena los vacíos de nuestro corazón.
Este rey no golpeo lo suficiente.
I Reyes 17: 8 - 16
“Vino luego a él
palabra de Jehová, diciendo: Levántate, vete a Sarepta de Sidón, y mora allí;
he aquí yo he dado orden allí a una mujer viuda que te sustente. Entonces él se
levantó y se fue a Sarepta. Y cuando llegó a la puerta de la ciudad, he aquí
una mujer viuda que estaba allí recogiendo leña; y él la llamó, y le dijo: Te
ruego que me traigas un poco de agua en un vaso, para que beba. Y yendo ella
para traérsela, él la volvió a llamar, y le dijo: Te ruego que me traigas
también un bocado de pan en tu mano. Y ella respondió: Vive Jehová tu Dios, que
no tengo pan cocido; solamente un puñado de harina tengo en la tinaja, y un
poco de aceite en una vasija; y ahora recogía dos leños, para entrar y
prepararlo para mí y para mi hijo, para que lo comamos, y nos dejemos morir
Elías le dijo: No tengas temor; ve, haz como has dicho; pero hazme a mí primero
de ello una pequeña torta cocida debajo de la ceniza, y tráemela; y después
harás para ti y para tu hijo. Porque Jehová Dios de Israel ha dicho así: La
harina de la tinaja no escaseará, ni el aceite de la vasija disminuirá, hasta
el día en que Jehová haga llover sobre la faz de la tierra. Entonces ella fue e
hizo como le dijo Elías; y comió él, y ella, y su casa, muchos días. Y la
harina de la tinaja no escaseó, ni el aceite de la vasija menguó, conforme a la
palabra que Jehová había dicho por Elías”.
La viuda creyó. Dios dijo he dado orden.
¿Qué tienes tú en la tinaja? A veces Dios nos
pide algo y no se lo damos.
Queremos que Dios nos bendiga, pero no le
damos nada a él.
El que le sirve a un hijo de Dios tendrá su recompensa.
Nos da miedo entregar algo para la obra del
Señor. Él nos pide nuestro corazón contrito y humillado.
A veces le traemos un corazón duro que no
quiere abrirse para escuchar su palabra.
¿Crees que Dios te va a dejar pasar
necesidades cuando le sirves primero a él?
Tu familia es bendecida cuando le crees,
cuando le obedeces, cuando le damos primero a él.
La mujer creyó a la palabra de ese profeta.
Nosotros no creemos a veces, cuando Dios nos
habla a través de un vaso, de un hermano.
Yo declaro, Padre que esa necesidad tú la
suplirás.
Mi casa y yo serviremos a Jehová.
Juan 11: 38
“Jesús,
profundamente conmovido otra vez, vino al sepulcro. Era una cueva, y tenía una
piedra puesta encima. Dijo Jesús: Quitad la piedra. Marta, la hermana del que
había muerto, le dijo: Señor, hiede ya, porque es de cuatro días. Jesús le
dijo: ¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios? Entonces quitaron
la piedra de donde había sido puesto el muerto. Y Jesús, alzando los ojos a lo
alto, dijo: Padre, gracias te doy por haberme oído. Yo sabía que siempre me
oyes; pero lo dije por causa de la multitud que está alrededor, para que crean
que tú me has enviado. Y habiendo dicho esto, clamó a gran voz: ¡Lázaro, ven
fuera!”.
Quita la piedra del conformismo, quita la
piedra de la incredulidad. Hay que quitar la piedra, remover esa piedra.
No te he dicho que si crees verás la gloria
de Dios. ¿Tú puedes creer que la gloria de Dios puede manifestarse tu vida?
¿No te he dicho que si crees mi gloria saldrá
de este lugar? Y es para cada uno de nosotros, pero hay que quitar esa piedra.
Hay que declararle a Dios, mira, Padre esta
necesidad.
Es tiempo de que la gloria de Dios se
manifieste.
El Espíritu Santo de Dios es el que nos da
vida, el que nos levanta.
El Señor dice en la palabra que el centurión
creyó y le dijo: “Di la palabra”.
Jesucristo sanaba a muchos por el poder de su
palabra, ¿Por qué no lo podrá hacer ahora para nosotros?
Dios hoy y siempre nos ha dado la victoria.
II Crónicas 20: 1 – 3
“Pasadas estas
cosas, aconteció que los hijos de Moab y de Amón, y con ellos otros de los
amonitas, vinieron contra Josafat a la guerra. Y acudieron algunos y dieron
aviso a Josafat, diciendo: Contra ti viene una gran multitud del otro lado del
mar, y de Siria; y he aquí están en Hazezon-tamar, que es En-gadi. Entonces él tuvo temor; y Josafat humilló su
rostro para consultar a Jehová, e hizo pregonar ayuno a todo Judá”.
Cuando le dijeron que el enemigo venía se
puso a ayunar.
Tuvo temor, pero se fue a la presencia de
Dios.
II Crónicas 20: 4
“Y se
reunieron los de Judá para pedir socorro a Jehová: y también de todas las
ciudades de Judá vinieron a pedir ayuda a Jehová”.
Es necesario que el pueblo de Dios se reúna
para fortalecernos los unos a los otros. Porque si no fuera así diría que oráramos
cada uno en nuestras casas .
II Crónicas 20: 5 - 6
“Entonces
Josafat se puso en pie en la asamblea de Judá y de Jerusalén, en la casa de Jehová,
delante del atrio nuevo; Y dijo: Jehová
Dios de nuestros padres, ¿no eres tú Dios en los cielos, y te tienes dominio
sobre todos los reinos de las naciones? ¿No está en tu mano tal fuerza y poder,
que no hay quien te resista?”
Solamente la mano de Dios nos puede salvar.
Este rey exaltaba a Dios.
II Crónicas 20: 7 -9
“Dios
nuestro, ¿no echaste tú los moradores de esta tierra delante de tu pueblo
Israel, y la diste a la descendencia de Abraham tu amigo para siempre? Y ellos
han habitado en ella, y te han edificado en ella santuario a tu nombre,
diciendo: Si mal viniere sobre nosotros, o espada de castigo, o pestilencia, o
hambre, nos presentaremos delante de esta casa, y delante de ti, (porque tu
nombre está en esta casa,) y a causa de nuestras tribulaciones clamaremos a ti,
y tú nos oirás y salvarás”.
Si mal viniere sobre nosotros. ¿Qué viene
contra ti?
Todo lo que quiera levantarse contra nosotros
no prevalecerá. Aun lo que se esté levantando contra esta casa porque en esta
casa se está invocando el nombre de Dios y por mucho que se quieran levantar no
podrás sacarnos.
II Crónicas 20: 10 - 11
“Ahora,
pues, he aquí los hijos de Amón y de Moab, y los del monte de Seir, a cuya
tierra no quisiste que pasase Israel cuando venía de la tierra de Egipto, sino
que se apartase de ellos, y no los destruyese; He aquí ellos nos dan el pago viniendo a
arrojarnos de la heredad que tú nos diste en posesión”.
¿Va a venir el enemigo a quitarte lo que es
tuyo? ¿Dios nos dio esta casa de oración y vamos a salir corriendo? ¿Dios te
dio tantas bendiciones y se las vas a entregar al enemigo? NO.
Dios es un Dios de pactos, un Dios de
promesas. Lo que Dios da, no lo quita.
Dios dijo y así se hará. Dijo que de esté
lugar saldrá la gloria de Dios.
Los que nos dispongamos veremos la
manifestación gloriosa del Espíritu Santo.
Dios nos trajo a este lugar a formarnos.
II Crónicas 20: 12
“¡Oh Dios nuestro!
¿No los juzgarás tú? porque en nosotros no hay fuerza contra tan grande
multitud que viene contra nosotros: no sabemos qué hacer, y a ti volvemos
nuestros ojos”.
No sabemos, no tenemos la fuerza, pero
venimos a ti, Señor.
Dios nos da las fuerzas como las del búfalo.
Dios es el que juzga y el que pelea por
nosotros. Solo es venir a clamarle.
II Crónicas 20: 13 - 15
“Y todo
Judá estaba en pie delante de Jehová, con sus niños y sus mujeres, y sus hijos.
Y estaba allí Jahaziel hijo de Zacarías, hijo de Benaía, hijo de Jeiel, hijo de
Matanías, levita de los hijos de Asaf, sobre el cual vino el espíritu de Jehová
en medio de la reunión; Y dijo: Oid, Judá todo, y vosotros moradores de
Jerusalén , y tú, rey Josafat. Jehová os dice así: No temáis ni os amedrentéis
delante de esta multitud tan grande; porque no es vuestra la guerra, sino de
Dios”.
Dios respalda con su palabra profética
Y tú, (pon tu nombre), no temáis ni os
amedrentéis delante de esta multitud tan grande”.
II Crónicas 20: 16
“Mañana descenderéis contra ellos; he aquí
que ellos subirán por la cuesta de Sis, y los hallaréis junto al arroyo, antes
del desierto de Jeruel. No habrá para qué peleéis vosotros en este caso:
paraos, estad quedos, y ved la salvación de Jehová con vosotros. Oh Judá y Jerusalén,
no temáis ni desmayéis; salid mañana contra ellos, que Jehová estará con
vosotros”.
Jehová está con nosotros.
Estad firmes y verás la salvación de Jehová.
Somos el ejército de Dios, el enemigo no nos
puede hacer frente.
La guerra no es de nosotros es de Dios.
II Crónicas 20: 18
“Entonces
Josafat se inclinó rostro a tierra, y asimismo todo Judá y los moradores de
Jerusalén se postraron delante de Jehová, y adoraron a Jehová”.
Adoraron a Jehová. Dios quiere que lo
adoremos.
II Crónicas 20: 19 - 21
“Y se levantaron los levitas de los hijos de
Coat y de los hijos de Coré, para alabar a Jehová el Dios de Israel con fuerte
y alta voz. Y cuando se levantaron por la mañana, salieron por el desierto de
Tecoa. Y mientras ellos salían, Josafat estando en pie, dijo: Oídme, Judá y
moradores de Jerusalén. Creed en Jehová vuestro Dios, y estaréis seguros; creed
a sus profetas, y seréis prosperados. Y habido consejo con el pueblo, puso a
algunos que cantasen y alabasen a Jehová, vestidos de ornamentos sagrados,
mientras salía la gente armada, y que dijesen: Glorificad a Jehová, porque su
misericordia es para siempre”.
Ornamentos sagrados significa la santidad.
II Crónicas 20: 22
“Y cuando
comenzaron a entonar cantos de alabanza, Jehová puso contra los hijos de Amón,
de Moab, y del monte de Seir, las emboscadas de ellos mismos que venían contra
Judá, y se mataron los unos a los otros:”
Dios confunde la muestre de nuestros enemigos.
II Crónicas 20: 23 - 25
“Porque
los hijos de Amón y Moab se levantaron contra los del monte de Seir, para
matarlos y destruirlos; y cuando hubieron acabado con los del monte de Seir,
cada cual ayudó a la destrucción de su compañero. Y luego que vino Judá a la
torre del desierto, miraron hacia la multitud; y he aquí yacían ellos en tierra
muertos, pues ninguno había escapado. Viniendo entonces Josafat y su pueblo a
despojarlos, hallaron entre los cadáveres muchas riquezas, así vestidos como
alhajas preciosas, que tomaron para sí, tantos, que no los podían llevar: tres
días estuvieron recogiendo el botín, porque era mucho”.
Hoy no te vas con las manos vacías. Despojarás
al enemigo
II Crónicas 20: 26- 27
“Y al
cuarto día se juntaron en el valle de Beraca; porque allí bendijeron a Jehová,
y por esto llamaron el nombre de aquel paraje el valle de Beraca, hasta hoy. Y
todo Judá y los de Jerusalén, y Josafat a la cabeza de ellos, volvieron para
regresar a Jerusalén gozosos, porque Jehová les había dado gozo librándolos de
sus enemigos”.
No permitamos que el enemigo nos quite el
gozo.
II Crónicas 20: 28
“Y vinieron a Jerusalén con salterios, arpas,
y trompetas, a la casa de Jehová. Y el pavor de Dios cayó sobre todos los
reinos de aquella tierra, cuando oyeron que Jehová había peleado contra los
enemigos de Israel. Y el reino de Josafat tuvo paz; porque su Dios le dio paz
de todas partes”.
Mateo 16: 19
“Y a ti
(pon tu nombre) te daré las llaves del
reino de los cielos; y todo lo que atares en la tierra será atado en los
cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos”.
Nos dieron las llaves.
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