II Samuel 9: 1-2
“Dijo David: ¿Ha
quedado alguno de la casa de Saúl, a quien haga yo misericordia por amor de
Jonatán? Y había un siervo de la casa de Saúl, que se llamaba Siba, al cual
llamaron para que viniese a David. Y el rey le dijo: ¿Eres tú Siba? Y él
respondió: Tu siervo”.
Muchas veces nosotros en angustias y nadie
nos mira, pero el Rey si se acuerda y está pendiente de nosotros.
II Samuel 9: 3
“El rey le dijo:
¿No ha quedado nadie de la casa de Saúl, a quien haga yo misericordia de Dios?
Y Siba respondió al rey: Aún ha quedado un hijo de Jonatán, lisiado de los pies”.
Dios a través de Jesucristo ha tenido misericordia
de nosotros. Cuál es tu imposibilidad que te impide caminar en las promesas de
Dios. Nuestras vidas están en las manos de Dios, protegidas por Dios. Qué me
estorba para acudir al llamado del Rey.
II Samuel 9: 4
“Entonces
el rey le preguntó: ¿Dónde está? Y Siba respondió al rey: He aquí, está en casa
de Maquir hijo de Amiel, en Lodebar”.
Vivía de arrimado.
II Samuel 9: 5-6
“Entonces
envió el rey David, y le trajo de la casa de Maquir hijo de Amiel, de Lodebar. Y
vino Mefi-boset, hijo de Jonatán hijo de Saúl, a David, y se postró sobre su
rostro e hizo reverencia. Y dijo David: Mefi-boset. Y él respondió: He aquí tu
siervo”.
Dios nos está llamando, el Rey nos está
llamando y nuestra actitud debe ser de humillación delante de él. Somos siervos
e hijos, debemos contestar heme aquí Señor.
II Samuel 9:7
“Y le dijo David:
No tengas temor, porque yo a la verdad haré contigo misericordia por amor de
Jonatán tu padre, y te devolveré todas las tierras de Saúl tu padre; y tú
comerás siempre a mi mesa”.
Dios nos está diciendo que no tengamos miedo
por la situación que estamos atravesando. No temamos porque Dios dice: “A la
verdad haré misericordia contigo”.
Dios hace misericordia con nosotros por amor
al nombre de nuestro Señor Jesucristo. Te devolveré todo lo que el enemigo te
ha quitado. Dios nos lo devolverá hoy. Dios nos llama de nuevo a sus promesas. Creámosle.
Oremos con base en esas palabras que Dios nos ha dado.
El mandato es que siempre comamos en la mesa
de Dios.
Yo como hoy de la mesa de mi Rey. Yo hoy me voy
con el paquete completo. Hoy no me voy con las manos vacías.
II
Samuel 9:8
“Y él
inclinándose, dijo: ¿Quién es tu siervo, para que mires a un perro muerto como
yo?”
Se creyó poca cosa y que Dios no lo podía
bendecir. Así nos creemos nosotros a veces, creemos que Dios no nos pude
bendecir, nosotros no merecemos, pero por el sacrificio de Jesucristo en la
cruz, Dios nos ha hecho merecedores.
Inclinemos nuestro corazón ante Dios para que
podamos recibir.
II Samuel 9: 9
“Entonces
el rey llamó a Siba siervo de Saúl, y le dijo: Todo lo que fue de Saúl y de
toda su casa, yo lo he dado al hijo de tu señor”.
Todo lo que tiene el Padre es de Cristo y
todo lo que tiene Cristo es nuestro, porque somos hijos.
II Samuel 9: 10
“Tú,
pues, le labrarás las tierras, tú con tus hijos y tus siervos, y almacenarás
los frutos, para que el hijo de tu señor tenga pan para comer; pero Mefi-boset
el hijo de tu señor comerá siempre a mi mesa. Y tenía Siba quince hijos y
veinte siervos”.
Estamos llamados a que siempre disfrutemos de
las promesas del Señor. Mefi-boset estaba olvidado por todos, pero no por el
Rey. Ante los ojos del Rey no estamos olvidados, estamos en turno.
Por tener Mefi-boset la bendición todos los
que estaban a su alrededor disfrutaban de ella. Por una columna parada en
Cristo el Señor, nuestra familia va disfrutar la bendición.
II Samuel 9: 11 - 12
“Y respondió Siba
al rey: Conforme a todo lo que ha mandado mi señor el rey a su siervo, así lo
hará tu siervo. Mefi-boset, dijo el rey, comerá a mi mesa, como uno de los
hijos del rey. Y tenía Mefi-boset un
hijo pequeño, que se llamaba Micaía. Y toda la familia de la casa de Siba eran
siervos de Mefi-boset”.
Siba obedeció.
Los hijos pueden comer a la mesa del Rey. Y
nosotros somos hijos.
Dios nos ha puesto para que reinemos sobre
las situaciones y que sepamos reinar sobre lo que Dios nos ha dado.
Las bendiciones de Dios se cuidan, se aman,
las bendiciones hay que respetarlas.
II Samuel 9: 13
“Y
moraba Mefi-boset en Jerusalén, porque comía siempre a la mesa del rey; y
estaba lisiado de ambos pies”.
En esa incapacidad que tenía. Dios en esa
misericordia lo bendijo.
¿Qué impedimento tenemos hoy? Sin embargo
Dios en su misericordia nos bendice.
Dios dice: “no te voy a dejar sin bendición”.
Y si te trajo hoy es porque te va a bendecir. Moraba en Jerusalén que es en la
presencia de Dios.
Dios nos llama a que no nos movamos de su
presencia, porque en su presencia es donde está la bendición.
La orden hoy es que comamos siempre de la
mesa del Rey.
Debemos ser como aves volando alto, para recibir
la bendición tenemos que volar en fe, alto, en la presencia de Dios.
Debemos pedir creyendo. Si dudamos anulamos
la bendición.
Debemos tener compromiso con Dios, estamos
comprometidos con el Rey de reyes. El compromiso es que le creemos y él nos da lo
que necesitamos.
Tenemos que estar conectados con el Espíritu
Santo para que haya bendición.
La mesa del Señor está servida.
Debemos consignar oración para recibir las
grandes bendiciones.
Nuestras vidas deben estar en olor fragante a
Dios.
Nuestra fe debe andar sobre ruedas. Debemos
estar alineados con Dios.
Nos tenemos que embarazar de las promesas de
Dios para dar a luz a lo que Dios quiere en nuestras vidas.
Nada es imposible para Dios, todo es posible
para Dios.
El tiempo es hoy, la hora es hoy.
En la casa de mi Padre hay gran provisión.
Nosotros somos la admiración para el mundo
por esperar en las promesas de Dios, por atender al llamado del Rey.
Tus peticiones están en las manos de Dios, tu
vida y la de tu familia están en las manos de Dios.
Dios dice descansa en mí, yo soy tu
solucionador.
El Banco Universal: A Dios no se le acaba la
provisión.
El reto hoy es: me lo llevo todo.
Juan 7: 38
“El que
cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva”.
Habla del Espíritu Santo fluyendo en nuestras
vidas y si fluye él fluirá la bendición.
Correrían las bendiciones, las respuestas,
resultados a lo que estás pidiendo.
A veces Dios nos regala talentos y los
enterramos. Dios no quiere que enterremos los talentos, Dios quiere que los
pongamos a producir. Dios quiere que demos fruto.
Nos ha puesto a producir fe para otros.
Nos ha puesto a producir gozo. Cuando nos
invitan vamos gozosos porque nos tuvieron en cuenta. Hoy nos invitaron a algo
fuera de serie.
Que hoy se convierta todo en ríos de
bendición para mi hogar.
Salmo 100: 1- 1-5
“Cantad
alegres a Dios, habitantes de toda la tierra. Servid a Jehová con alegría; venid
ante su presencia con regocijo. Reconoced que Jehová es Dios; Él nos hizo, y no
nosotros a nosotros mismos; pueblo suyo somos, y ovejas de su prado. Entrad por
sus puertas con acción de gracias, por sus atrios con alabanza; alabadle,
bendecid su nombre. Porque Jehová es bueno; para siempre es su misericordia, y
su verdad por todas las generaciones”.
Toda la tierra. Debemos ir con alegría.
Ante la presencia del Rey de reyes. Jehová es
Dios.
Dios quiere que hoy reconozcamos que Dios
gobierna en nuestras dificultades y en nuestras situaciones.
Mi redentor vive, yo sé que hay respuesta.
Él nos hizo y no nos quiere ver mal. Despojémonos
de arrogancia.
Somos ovejas de su prado y el pastor nos
cuida.
En medio de la tribulación debemos dar
gracias. Démosle gracias a Dios por lo que estamos pasando.
Declaro que Dios me sirve la mesa.
Dios me llama y yo contesto.
Con alabanzas siempre, no con quejas.
Esdras 3: 10-13
“Y
cuando los albañiles del templo de Jehová echaban los cimientos, pusieron a los
sacerdotes vestidos de sus ropas y con trompetas, y a los levitas hijos de Asaf
con címbalos, para que alabasen a Jehová, según la ordenanza de David rey de
Israel. Y cantaban, alabando y dando gracias a Jehová, y diciendo: Porque él es
bueno, porque para siempre es su misericordia sobre Israel. Y todo el pueblo
aclamaba con gran júbilo, alabando a Jehová porque se echaban los cimientos de
la casa de Jehová. Y muchos de los
sacerdotes, de los levitas y de los jefes de casas paternas, ancianos que
habían visto la casa primera, viendo echar los cimientos de esta casa, lloraban
en alta voz, mientras muchos otros daban grandes gritos de alegría. Y no podía distinguir el pueblo el clamor de
los gritos de alegría, de la voz del lloro; porque clamaba el pueblo con gran
júbilo, y se oía el ruido hasta de lejos”.
Trabajaban y cantaban. Que por ocupados que
estemos no dejemos de alabar.
Trompeta que haga estruendo.
Nosotros somos clase sacerdote.
La orden de Dios es que le alabemos en todo
momento y circunstancia.
Para siempre es su misericordia sobre mí.
Alabemos con júbilo porque la respuesta de
Dios se está dando en mi vida.
Jefes o cabezas de familia lloraban porque
Dios se acordó.
Dios se acordó de mí.
Estaban contentos porque la bendición era
para ellos y para su casa.
Se oía el ruido de lejos.
No podemos callar lo que Dios nos dio.
Dios quiere que organicemos nuestras vidas.
Dios permite cosas en nuestras vidas
para que cuidemos lo que él nos da.
Mateo 13: 44
“Además,
el reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo, el cual
un hombre halla, y lo esconde de nuevo; y gozoso por ello va y vende todo lo
que tiene, y compra aquel campo”.
Nosotros encontramos ese tesoro, Cristo se
nos mostró a nosotros.
Los tesoros de Dios están ahí para nosotros.
Si hayamos a Jesucristo y es para no
perderlos jamás.
Se despojó de su vida vieja.
Dios quiere que nos despojemos de lo viejo y
nos entreguemos a Jesucristo.
Dios quiere que nos gocemos en sus promesas.
Para eso nos llamó el Rey.
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