I tesalonicenses 5: 23
“Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser,
espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro
Señor Jesucristo”.
Apocalipsis 1: 7-8
“He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le
traspasaron; y todos los linajes de la tierra harán lamentación por él. Sí, amén. Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y
que era y que ha de venir, el Todopoderoso”.
Jesucristo viene por segunda vez
y no vienen a llevarse seres humanos que han andado como se les da la gana.
Tenemos que santificarnos.
Apocalipsis 1: 3
“Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta
profecía, y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo está cerca”.
Nosotros venimos acá a aprender
de la palabra, a leer. Esta es la profecía más segura, la Biblia, la palabra de
Dios. Y no solo es oír y leer, es guardar la palabra, atesorarla en el corazón para
poderla realizar, hay que hacer la palabra de Dios.
Esta mazorca está compuesta de
tres cosas, el estuche o capacho, los granos y lo que los contienen que
llamamos tusa. Comparemos con nuestro cuerpo, el espíritu es lo más interno, el
capacho cubre la mazorca, nosotros estamos cubiertos de religiosidad y creemos
que estamos muy bien porque vamos a una iglesia X, o Y, pero Dios quiere quitar
la religiosidad, la incredulidad, la apariencia pues nos creemos buenos. Lo que
más se demora para quitar son los granos, en nosotros esas áreas, el adulterio,
la fornicación, la ira la contienda, el chisme, las inmundicias. Esos son los
granitos, pero está en nosotros si nos dejamos o no.
La mazorca es más liviana sin el
capacho y sin los granos, nosotros sin el pecado nos sentimos livianos. Cuando confesamos
nuestros pecados y le decimos al Espíritu Santo que quite todos esos granos
quedamos livianos. La mazorca quedó limpia, sin nada, desnuda. Así nos quiere
Dios.
Así tendremos que llegar ante el
tribunal de nuestro Señor Jesucristo, tal cual somos, sin nada, desnudos.
Venimos a Cristo con gran
cantidad de errores estábamos perdidos en delitos y pecados, atiborrados de
gran cantidad de cosas y Cristo por su sangre preciosa nos limpia, nos hace
aceptos en el amado.
Hebreo 4: 13
“Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien
todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos
que dar cuenta”.
Usted no vino aquí a un grupito
más, no vino acá a agradar a su novia, a su papá o a su mamá, si está aquí es
porque usted quiere buscar a Cristo.
Busque a Dios de corazón porque a
él le tenemos que rendir cuentas.
Cuando nos reunimos él está en
medio de nosotros. Usted no le puede ocultar nada a Dios.
No nos engañemos a nosotros
mismos, Dios no puede ser burlado.
Si hacemos el pecado a escondidas
y pensamos que no nos vio nadie, pero se nos olvida que los ojos de Dios están
sobre todos los moradores de la tierra y se nos olvida que tenemos a Cristo en
el corazón al Santo de los santos al cual tengo que rendirle santidad.
Desnudos porque no podemos sacar
disculpa ante Dios. Tenemos mucho conocimiento.
Tenemos dueño y a ese dueño le tenemos
que rendir cuentas.
No más engaños, no juegue al
grupo de oración, no juegue a una religión que eso está mandado a recoger.
Dios nos quiere consagrados,
Jesucristo te necesita en su obra y a ver ¿con quién cuenta?
1.
Desnudos
por comunión
Génesis 2: 25
“Y estaban ambos desnudos, Adán y su mujer, y no se avergonzaban”.
No se avergonzaban porque estaban
en comunión con Dios. Dios se paseaba en el huerto y no sentían miedo porque
estaban en comunión con Dios. A veces Dios no se pasea entre nosotros porque no
estamos desnudos delante de su presencia, porque queremos tapar el pecado que
tenemos.
Cuando usted confiesa su pecado,
no siente vergüenza porque se desnudó delante de Dios, porque tiene comunión
con Dios.
2.
Desnudos
por juicio
Génesis 3: 7
“Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban
desnudos; entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales”.
No se sentían desnudos porque
estaban en comunión, no sentían necesidad de cubrirse porque no había pecado,
estaban en comunión con Dios.
Cuando desobedecieron sus ojos
fueron abiertos.
El pecado es insaciable y un
pecado trae otro.
Conocieron que estaban desnudos
porque la presencia de Dios no estaba con ellos, porque ya no sentían la misma
libertad.
Cuando pecamos deliberadamente,
aunque tenemos a Cristo en nuestro corazón, la presencia de Dios no fluye en
nuestros corazones.
Quisieron tapar su apariencia,
cuando estamos en pecado queremos tapar nuestra apariencia de pecado.
Ellos conocieron a un Dios vivo,
disfrutaron las delicias de Dios. Dios no quiere la muerte del pecador, sino
que nos arrepintamos de nuestro pecado. Nuestro pecado nos saca de la cobertura
de Dios.
Isaías 20
“En el año que vino el Tartán a Asdod, cuando lo envió Sargón rey de
Asiria, y peleó contra Asdod y la tomó; en aquel tiempo habló Jehová por medio
de Isaías hijo de Amoz, diciendo: Ve y quita el cilicio de tus lomos, y
descalza las sandalias de tus pies. Y lo hizo así, andando desnudo y descalzo. Y dijo Jehová: De la manera que anduvo mi
siervo Isaías desnudo y descalzo tres años, por señal y pronóstico sobre Egipto
y sobre Etiopía, así llevará el rey de Asiria a los cautivos de Egipto y los
deportados de Etiopía, a jóvenes y a ancianos, desnudos y descalzos, y
descubiertas las nalgas para vergüenza de Egipto. Y se turbarán y avergonzarán
de Etiopía su esperanza, y de Egipto su gloria. Y dirá en aquel día el morador
de esta costa: Mirad qué tal fue nuestra esperanza, a donde nos acogimos por
socorro para ser libres de la presencia del rey de Asiria; ¿y cómo escaparemos
nosotros?”
Dios puso a hablar a Isaías
desnudo para darle un ejemplo al pueblo de Israel que había quitado los ojos de
Dios y los había puesto en las potencias extranjeras, pusieron la esperanza en
los hombres. Dios le dijo que puesto que había puesto los ojos en los hombres
iban a recibir la vergüenza. Nuestra mirada no puede estar puesta en ningún ser
humano. No podemos depender de ningún ser humano. Tenemos que depender de Dios,
de nuestra relación con Dios.
No había sufrido porque estaban
con la cobertura de Dios, tenían la presencia de Dios, tenían el respaldo de Dios;
apenas ellos quitaron la mirada de Dios y la pusieron en los hombres entonces
los tomaron en esclavitud.
Cuando quitamos la mirada de Dios
y de sus cosas santas, entonces nos toman como esclavos y somos el hazmerreír
de otros.
Estaban tan subyugados que no
sabía ni como liberarse, nosotros si tenemos esperanza, si sabemos como
liberarnos porque Jesucristo es nuestro libertador, Jesucristo rompe las
cadenas. Si permitimos que Jesucristo desgrane esa mazorca si tenemos esperanza
y no seremos subyugados por el diablo.
3.
Vestidos
por misericordia y por gracia
Antes de venir a Jesucristo estábamos
desnudos, harapientos y Jesucristo renovó nuestras vestiduras.
Génesis 3: 21
“Y Jehová Dios hizo al hombre y a su mujer túnicas de pieles, y los
vistió”.
¿Por qué Dios tuvo que hacerles
túnicas si ellos tomaron hojas para cubrirse?
Porque la cobertura del hombre no
sirve. Ellos fueron a cubrirse con hojas.
Nosotros nos cubrimos de
apariencia y eso no cubre ni lava nuestro pecado.
Para Dios hacer eso tuvo que
sacrificar un animal, eso estaba hablando de lo que iba a pasar en el nuevo
testamento, del sacrificio de Jesucristo en la cruz del Calvario. Si Jesucristo
no se hubiera sacrificado, no tendríamos salvación ni vida eterna.
Por ese sacrificio Jesucristo
paso por alto nuestras iniquidades y somos una nueva creación en Jesucristo. El
pecado del hombre no lo perdona el hombre, no lo cubre el hombre, lo perdona es
Jesucristo por eso necesitamos de él.
Tan grande es la misericordia de
Dios que antes de sacarlos del huerto del Edén los vistió. Antes de que sucedan
tantas cosas en nuestras vidas Dios nos advierte, nos llama con lazos de amor.
Apocalipsis 7: 13 – 15
“Entonces uno de los ancianos habló, diciéndome: Estos que están
vestidos de ropas blancas, ¿quiénes son, y de dónde han venido? Yo le dije:
Señor, tú lo sabes. Y él me dijo: Estos son los que han salido de la gran tribulación,
y han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero. Por
esto están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en su templo; y
el que está sentado sobre el trono extenderá su tabernáculo sobre ellos”.
Delante de la presencia de Dios
nos tenemos que presentar impecables, nuestras vestiduras espirituales deben
ser sin manchas, permitámosle a Dios que las limpie.
Son los que han recibido a Jesucristo
en su corazón y lo aceptan como su Señor y Salvador.
Cuando habla de tribulación
hablan de prueba. Son los que han salido de la prueba, los que no le hemos
permitido al enemigo que nos aplaste. Las
pruebas nos forman, nos muestran en donde tenemos la mirada, nos muestran en
quien hemos creído, nos muestran si somos o no aptos para el reino de los
cielos.
Los esforzados son los que
arrebatan el reino de los cielos.
Dios nos ama tanto que nos da la
oportunidad hoy para que nos pongamos a cuenta con él.
Estar de día y de noche con Dios
no implica no trabajar y apartarse de lo que tenemos que hacer en esta tierra.
La Biblia no habla de lugares
intermedios ni de purgatorios.
Tenemos que ser agradecido porque
Dios nos sacó de lugares muy oscuros. Que no se nos olvide todo lo que Dios ha
hecho en nuestras vidas.
Por eso que el Cordero de dios
hizo es que ellos estaban en el cielo adorando a Dios.
Todos hemos tenido muchas
oportunidades, Dios nos da muchas oportunidades en la vida.
Zacarías 3: 1-4
“Me mostró al sumo sacerdote Josué, el cual estaba delante del ángel de
Jehová, y Satanás estaba a su mano derecha para acusarle. Y dijo Jehová a
Satanás: Jehová te reprenda, oh Satanás; Jehová que ha escogido a Jerusalén te
reprenda. ¿No es éste un tizón arrebatado del incendio? Y Josué estaba vestido
de vestiduras viles, y estaba delante del ángel. Y habló el ángel, y mandó a
los que estaban delante de él, diciendo: Quitadle esas vestiduras viles. Y a él
le dijo: Mira que he quitado de ti tu pecado, y te he hecho vestir de ropas de
gala”.
Vestidos por misericordia y por
gracia.
Nosotros somos sacerdotes porque
ministramos delante de la presencia de Dios. Dios dice que somos reyes y
sacerdotes, ministros de un nuevo pacto.
El que nos acusa día y noche es
Satanás. Nos refriega el pecado. Tenemos que salir de ahí, no dejarnos acusar
sino confesar nuestro pecado ante Dios y volver a su camino.
Nosotros nos presentamos delante
de Jesucristo.
Dios lo reprendió, Dios manda a
reprender las obras de la carne, no a que nos hagamos compinches de ella.
Ponga su nombre donde dice
Jerusalén, siéntase un escogido.
Nuestras vestiduras estaban como las
de Josué, ¿cómo están ahora?
Con cuánto pecado vinimos y nos
presentamos con esas malas vestiduras viles, pero Cristo nos viste de ropa de
gala.
Jesucristo quitó nuestro pecado,
quitó la maldición y nos vistió de ropa de gala.
Hoy nos quita el Señor esas
vestiduras viles. Repítase ahí: “y a mí
me dijo: mira que he quitado tu pecado y te he hecho vestir de ropas de gala”.
Cuando el Señor nos dice que nos
va a vestir de ropas de gala es porque nos está preparando para las bodas del
Cordero.
4.
Conclusión
Por tanto
Colosenses 3: 1 – 10
“Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba,
donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba,
no en las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con
Cristo en Dios. Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros
también seréis manifestados con él en gloria. Haced morir, pues, lo terrenal en
vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y
avaricia, que es idolatría; cosas por las cuales la ira de Dios viene sobre los
hijos de desobediencia, en las cuales vosotros también anduvisteis en otro tiempo
cuando vivíais en ellas. Pero ahora dejad también vosotros todas estas cosas:
ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca. No
mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus
hechos, y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se
va renovando hasta el conocimiento pleno,”
Si dice que resucitamos con
Cristo es porque morimos al pecado y resucitamos a una nueva vida.
No tengo porque poner mi mirada
en el hombre sino en las cosas de arriba. Muchas veces endiosamos muchas cosas
en la tierra. No dice que no haga las
cosas de la tierra, sino que no ponga la esperanza en ellas.
Cambiamos de dueño. Nuestra vida
está escondida con Cristo porque él nos guarda.
Jesucristo es nuestra vida ahí lo
dice. Cuando Jesucristo empiece a hacer una explosión en nuestra vida se verá
la gloria de él en nosotros.
Tenemos que hacer morir lo
terrenal en nosotros.
Muchas veces no queremos dejar
las cosas de la tierra, hay cosas que nos ha dado dificultad entregar y
dejarlas. Cuando entregamos algún pecado del todo, no lo volvemos a cometer.
Es necesario hoy rendirnos ante
el Señor.
Somos una nueva naturaleza en
Jesucristo, nos despojamos del viejo hombre.
Que a través de esta palabra
vamos siendo renovados.
5.
¿Cómo
hago para que resplandezcan mis vestiduras?
“Aconteció como ocho días después de estas palabras, que tomó a Pedro, a
Juan y a Jacobo, y subió al monte a orar. Y entre tanto que oraba, la
apariencia de su rostro se hizo otra, y su vestido blanco y resplandeciente”.
Nos tomó para orar, la clave está
es la oración para que nuestras vestiduras se cambien por vestiduras blancas y
resplandecientes. Es imposible ir a la oración y que quedemos igual.
Los escogidos somos nosotros, nos
llamó y subió a orar, nos dio ejemplo, a medida que oramos nuestras vidas van
siendo diferentes.
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