EL
BAUTISMO
I. ¿Qué es el
bautismo?
Mateo 3: 13 17
“Entonces Jesús vino de Galilea a Juan al Jordán, para
ser bautizado por él. Más Juan se lo oponía: Yo necesito ser bautizado por ti,
¿y tú vienes a mí? Pero Jesús le respondió: Deja ahora, porque así conviene que
cumplamos toda justicia. Entonces le dejó. Y Jesús después que fue bautizado,
subió luego del agua, y he aquí los cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu
de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él. Y hubo una voz en los
cielos, que decía: Este es mi hijo amado, en quien tengo complacencia”.
En este pasaje
vemos que Jesús dio ejemplo de obediencia a Dios y se bautizó. El bautismo de
Juan era el bautismo del arrepentimiento, Jesús no tenía nada de que arrepentirse,
porque él era libre de pecado, pero por su obediencia al Padre se bautizó. No
sólo eso sino la humildad como el mismo Juan lo dice: el menor bautizó al
mayor.
Vemos en este
pasaje que se muestra tres cosas fundamentales:
-
Obediencia
-
Presencia del Espíritu Santo
-
Complacencia de Dios.
La alabanza y la
oración más grande es obedecer a Dios.
Vemos acá también
las tres manifestaciones de Dios: El hijo, el Padre y el Espíritu Santo.
Marcos 16: 14 – 18
“Finalmente apareció a los once mismo, estando ellos
sentados a la mesa, y les reprocho su incredulidad y dureza de corazón, porque
no habían creído a los que le habían visto resucitado. Y les dijo: id por todo
el mundo predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere
bautizado será salvo, más el que no creyere, será condenado. Estas señales
seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas
lenguas; tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les
hará daño: sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán”
Vamos que es el
mismo Jesús quien ordenó el bautismo. No es un invento del ser humano además
vemos el bautismo como elemento de salvación: “El que creyere y fuere bautizado será salvo”
II. ¿Qué significa
el bautismo en agua?
Romanos 6: 1 – 4
“¿Qué pues diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que
la gracia abunde? En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado,
¿cómo viviremos aún en él? ¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados
en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? Porque somos sepultados
juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo
resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos
en vida nueva”
Vemos la muerte del
viejo hombre que luego resucita a vida nueva. Miremos los versículos 5 a 7:
“Porque si fuimos plantados juntamente con él en la
semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección;
sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para
que el cuerpo de pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado.
Porque el que ha muerto ha sido justificado del pecado”
San Juan 10: 30
“Yo y el Padre uno
somos”
Juan 14: 1 - 11
“No se turbe vuestro corazón;
creéis en Dios, creed también en mí.
En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera
dicho; voy, pues a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare
lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mi mismo, para que donde yo estoy,
vosotros también estéis. Y sabéis a donde voy, y sabéis el camino. Le dijo
Tomás: Señor, no sabemos a donde vas; ¿cómo, pues, podemos saber el camino?”
Jesús le dijo: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida;
nadie viene al Padre sino por mí. Si me conocieseis, también a mi Padre conoceríais; y desde ahora le
conocéis y le habéis visto. Felipe le dijo: Señor, muéstranos al Padre, y nos
basta.
Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros,
y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí ha visto al Padre: ¿Cómo,
pues, dices tú: Muéstranos al Padre? ¿No crees que yo soy en el Padre, y el
Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre
que mora en mí, él hace las obras. Creedme que yo soy en el Padre, y el Padre
en mí; de otra manera, creedme por las mismas obras”.
Vemos dos ejemplos
donde Jesús dice que él y el Padre son el mismo. Además cuando dice: “vendré
otra vez, y os tomaré a mi mismo” da la idea perfecta que él es la cabeza y
nosotros somos el cuerpo.
III. ¿EN QUÉ NOMBRE
DEBO SER BAUTIZADO?
Mateo 28: 16 – 20
“Pero los once discípulos se fueron a Galilea, al monte
donde Jesús les había ordenado. Y cuando le vieron, le adoraron; pero algunos
dudaban. Y Jesús se acercó y les hablo diciendo: Toda potestad me es dada en el
cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones,
bautizándolos en el nombre del
Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo”.
Nótese que dice en
el nombre en singular. Esto unido a que Jesús ya ha dicho continuamente que los
tres son uno, tiene mucha importancia en lo que se explica acá.
Hechos 2: 1 – 4
“Cuando llego el día de Pentecostés, estaban todos
unánimes juntos. Y de repente vino del cielo un estruendo como un viento recio
que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; y se les
aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ello. Y fueron todos llenos del
Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les
daba que hablasen”.
Esto es el
cumplimiento de la profecía que Jesús hace en
Lucas 24: 44-49
“Y les dijo: Estas son las palabras que os
hablé, estando aún con vosotros que era necesario que se cumpliese todo lo que
está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos.
Entonces les abrió el entendimiento, para que comprendiesen las Escrituras; y
les dijo: Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese y
resucitase de los muertos al tercer día; y que se predicase en su nombre el
arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde
Jerusalén”.
Veamos lo que la Biblia dice en
Juan 14: 26
“Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre
enviará en mi nombre, el os enseñará todas las cosas, y os recordara todo lo
que yo os he dicho”.
Vemos pues acá que
el que enseña es el Espíritu Santo. Por eso nosotros no debemos tener el ánimo
irrespetuoso de querer convencer a otros. Nosotros sólo damos nuestra
experiencia en el Evangelio lo predicamos, pero el que convence es el Espíritu
Santo. Querer convencer a otro es quitarle este puesto al Espíritu Santo de
Dios. Por esto también siempre debemos hablar con mucho amor sin alegar ni
acalorarnos porque la Palabra
no es para contender.
Hechos 2: 36 – 40
“Sepa, pues, toda la casa de Israel, que a este Jesús a
quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo. Al oír esto se
compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones
hermanos, ¿qué haremos? Pedro les dijo: arrepentíos, y bautícese cada uno de
vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el
don del Espíritu Santo”.
Hechos 19:1 -5
Aconteció que entre tanto que Apolos estaba en Corito,
Pablo, después de recorrer las regiones superiores vino a Efeso, y hallando a
ciertos discípulos, les dijo: ¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando creísteis?
Y ellos le dijeron: Ni siquiera hemos oído si hay Espíritu Santo. Entonces dijo:
¿En qué, pues, fuisteis bautizados? Ellos dijeron: En el bautismo de Juan. Dijo
Pablo: Juan bautizó con bautismo de arrepentimiento, diciendo al pueblo que
creyesen en aquel que vendría después de él, esto es, en Jesús el Cristo.
Cuando oyeron esto, fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús”.
Hechos 4: 11 -12
“Este Jesús en la piedra reprobada por vosotros los
edificadores, la cual ha venido a ser cabeza de ángulo. Y en ningún otro hay
salvación, porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres en el
que podamos ser salvos”.
En el nombre de
Jesús somos salvos no en ningún otro.
Hechos 10: 38 – 48
“Como Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a
Jesús de Nazaret, y como éste anduvo haciendo bienes y sanando a todos los
oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él. Y nosotros somos testigos
de todas las cosa que Jesús hizo en la tierra de Judea y en Jerusalén; a quien mataron colgándolo de
un madero. A ése levantó Dios al tercer día, e hizo que se manifestase; no a
todo el pueblo, sino a los testigos que
Dios había ordenado de antemano, a nosotros que comimos y bebimos con él
después que resucito de los muertos. Y nos mandó que predicásemos al pueblo, y
testificásemos que él es el que Dios ha puesto por juez de vivos y muertos. De
éste dan testimonio todos los profetas, que todos los que en él creyeren,
recibirán perdón de pecados por su nombre.
Mientras aún hablaba Pedro estas palabras, el Espíritu
Santo cayó sobre todos los que oían el discurso. Y los fieles de la
circuncisión que habían venido con Pedro se quedaron atónitos de que también
sobre los gentiles se derramase el don del Espíritu Santo. Porque los oían que
hablaban en lenguas, y que magnificaban a Dios. Entonces respondió Pedro:
¿Puede alguno acaso impedir el agua, para que no sean bautizados éstos que
han recibido el Espíritu Santo también
como nosotros? Y mandó bautizarles en el nombre del Señor Jesús. Entonces le
rogaron que se quedase por algunos días”.
HECHOS 8: 34 – 40
“respondiendo el eunuco, dijo a Felipe: Te ruego que me
digas: ¿de quién dice el profeta esto; de si mismo, o de algún otro? Entonces
Felipe, abriendo su boca, y comenzando desde esta escritura, le anunció el
evangelio de Jesús. Y yendo por el camino, llegaron a cierta agua, y dijo el
eunuco: Aquí hay agua; ¿qué impide que yo sea bautizado? Felipe dijo: Si crees
de todo corazón, bien puedes. Y respondiendo dijo: Creo que Jesucristo es el
hijo de Dios. Y mandó parar el carro; y descendieron ambos al agua, Felipe y el
eunuco, y le bautizó. Cuando subieron del agua, el Espíritu del Señor arrebató
a Felipe; y el eunuco no le vio más, y siguió gozoso su camino. Pero Felipe se
encontró en Azoto; y pasando anunciaba el evangelio en todas las ciudades,
hasta que llegó a Cesarea”.
El bautismo es el
nombre del Señor Jesús. Pues, si los discípulos estaban llenos del Espíritu
Santo, ¿por que siempre iban a bautizar en el nombre del Señor Jesús si así no
era? No tiene sentido.
I Juan 5: 7
Porque tres son los que dan testimonio en el cielo: el
Padre, el Verbo y el Espíritu Santo; y estos tres son uno.
Lucas 4: 18
“y el Espíritu del Señor está sobre mí…”.
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