miércoles, 16 de abril de 2014

La fe inflexible



Nosotros estamos aquí por la misericordia de Dios.

Por la fe que Dios derramó en nuestros corazones, alguien predico la palabra de Dios y por esa fe nosotros estamos aquí.

Por la palabra de Dios fueron creados los cielos y la tierra y el universo entero y por esa palabra Dios nos dio vida a nosotros.

El enemigo trata de desdibujarnos la palabra de Dios, el nos desdibuja las promesas de Dios y cuando estamos pasando por situaciones difíciles, él nos desdibuja todo para que no creamos que en la palabra de Dios hay poder.

Proverbios 30: 5

Toda palabra de Dios es limpia; El es escudo a los que en él esperan. 

Es limpia sin contaminación, por tanto si Dios dice que hará algo, lo hace.

Dios es escudo para los que en él esperan.

Nuestra fe no se puede doblar, independientemente de lo que estemos viviendo, porque ¿En qué Dios hemos confiado?

Dios dice levántate, a un leproso le decía sé limpio y se limpiaba, a nosotros nos predicó palabra para que fuésemos salvos y por su misericordia somos salvos.

Si nos sentimos desprotegidos el nos dice hoy que es escudo alrededor nuestro. Él nos cuida y nos protege.

Proverbios 29: 25

El temor del hombre pondrá lazo; mas el que confía en Jehová será exaltado. 

Cuando dejamos que la duda entre en nuestros corazones impedimos que el Espíritu de Dios actúe en nuestro favor.

Cuando dudamos le estamos diciendo a Dios que no puede ayudarnos.

El miedo apaga la fe. Dios quiere que botemos el miedo, porque Dios dice que ni los incrédulos, ni los cobardes heredarán el Reino,  porque Dios dice que el Reino de los cielos es para los violentos.

Juan 6: 60

Al oírlas, muchos de sus discípulos dijeron: Dura es esta palabra; ¿quién la puede oír?

La palabra tiene que ser dura para que la podamos oír. 

Saltemos al 67:

Dijo entonces Jesús a los doce: ¿Queréis acaso iros también vosotros? 

Muchos rechazan la palabra de Dios y buscan un evangelio que los contemple y los sobe. No quieren aquello que los confronte. Buscan un evangelio que les digan: “Tranquilo usted está muy bien, traiga los diezmos, ofrende que usted está muy bien”. Y estando mal y pecando contra el mismo Dios.

¿Porque nos hablan duro nos queremos ir?

En el 68

Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. 

¿A quien iremos nosotros, vamos a seguir dependiendo de un hombre o de unas circunstancias, viendo que político hay por ahí que nos puede ayudar?

Si estamos cansados el nos levanta, tiene palabras de vida. El Espíritu Santo está profetizando hoy sobre tu vida, sobre tu alma, para que tu alma se levante, recobre vida. Él nos dio vida estando muertos en delitos y pecados y el Espíritu Santo soplo vida.

Sigue el versículo 69

Y nosotros hemos creído y conocemos que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.

Pero para algunos de nosotros parece que ni conociéramos ni hubiéramos creído, porque a veces nuestro comportamiento no es de hijos de fe.

Cuando somos hijos de fe nosotros declaramos esta palabra y le decimos a Dios: sabemos que tú estás arreglando nuestra situación.
 
Cristo es el Salvador para cualquier problema, no para algunos, para cualquiera.

El Dios al que nos hemos acercado no es un Dios muerto es un Dios vivo.

Isaías 37: 10

Así diréis a Ezequías rey de Judá: No te engañe tu Dios en quien tú confías, diciendo: Jerusalén no será entregada en mano del rey de Asiria.
 
Aquí vinieron unos mensajeros de Satanás donde el rey Ezequías para desanimarlo.
¿Cuántos mensajeros han venido a quitarle a usted la fe y a desanimarlo?

El enemigo poniendo miedo e interrogante a la palabra de Dios. El enemigo cuestiona la palabra de Dios.

La palabra de Dios es viva y eficaz y es la misma por toda la eternidad, no es para hoy o para mañana, es para siempre.

Si la palabra de Dios no tuviera poder, Satanás no trataría de tergiversarla por medio de tantas personas.
No permita que el enemigo le robe la palabra.

El nombre de Ezequías significa Dios fortalece, nosotros no nos llamamos Ezequías, pero si tenemos a Jesucristo que nos fortalece. 

II Corintios 1: 9

Pero tuvimos en nosotros mismos sentencia de muerte, para que no confiásemos en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos;

Dios permite cosas para que no confiemos en nosotros mismos. Para que confiemos  en Dios, para que confiemos en  que él tiene respuestas donde parece que nada hubiera. Dios es todo, el suple para todas nuestras necesidades: “Todo lo puedo en Cristo que nos fortalece”

Dios da vigor a nuestros huesos, da fuerza a nuestro cuerpo.

Dios se fortalece en nuestras debilidades, Dios nos quiere levantar.

Nosotros le ponemos peros a los milagros de Dios. Nuestra fe es muy pequeña para que Dios pueda actuar. “Dios cambia nuestro lamento en baile” dice la Escritura.

Tenemos que dejar de ser tan miedosos para creerle al Señor. O todo o nada, o seguimos hacia adelante o nos devolvemos, porque si seguimos así no vamos a ver la respuesta de Dios.

Dios quiere un pueblo atrevido, un pueblo esforzado. ¿Se cayó en el intento? Vuelva y levántese. El águila cuando llega a cierta edad se va a las montañas y se arranca las plumas y se quiebra el pico, les nacen nuevas y así ella vive unos años más.

Dios dice que el renueva el plumaje, pero si le creemos.

Dios quiere que nuestros problemas desaparezcan, pero tenemos que ser esforzados. Debemos permitir que el Espíritu de Dios nos renueve

I Pedro 1. 3- 7

Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos,  para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros, que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero. En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas,  para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo, 

Nos hizo renacer no para que viviéramos desanimados y en derrota sino para tener una esperanza viva. La salvación está reservada para nosotros por tener a Cristo como la esperanza viva.
La fe nos da poder. Sin fe no se puede hablar con autoridad. Si no tiene fe no tiene autoridad para decirle a la situación: “cese ya”.

Si tiene fe aunque sea pequeña como grano de mostaza ejérzala. 

La fe es probada. Sale de acá fortalecido y llega al problema y empieza a renegar, pierde la fe, cuando debe ser al contrario frente al problema hay que tener firmeza. En situación difícil debemos alabar a Dios y que cuando llegue la respuesta Dios nos encuentre alabándolo.

Judas 1: 3

Amados, por la gran solicitud que tenía de escribiros acerca de nuestra común salvación, me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos. 

Tenemos que batallar por la fe, tenemos que cuidarla porque es un regalo que Dios nos da. No significa que tenemos que pelear con los que no la tienen, significa que debemos batallar porque la que nosotros tenemos permanezca en nosotros y crezca.

El enemigo nos dice que no somos escuchados y que las puertas están cerradas, No. La puerta está abierta.
Este tiempo no es para dudar porque las profecías están cumplidas casi todas. Cristo no ha venido por misericordia, esperando que entren más personas a la salvación.

Estaba Jeremías preso, Jerusalén asediada, en esclavitud, era para desanimarse y él decía: “había como un fuego ardiente en mi y trate de dejarlo pero no pude”, así es la palabra de Dios.
 
Salmos 5: 11 – 12

Pero alégrense todos los que en ti confían; Den voces de júbilo para siempre, porque tú los defiendes; En ti se regocijen los que aman tu nombre. Porque tú, oh Jehová, bendecirás al justo; Como con un escudo lo rodearás de tu favor.

En nosotros debe estar el gozo del Señor y si no está pidámoslo. Demos canciones de júbilo, porque Dios está con nosotros y nos defienden. Debemos regocijarnos en Dios independiente de lo que estemos viviendo. Sintámonos bendecidos porque somos justos, hemos sido justificados en la sangre de Jesucristo.

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