domingo, 29 de marzo de 2015

La fe



Dice la palabra de Dios que la fe es por el oír y el oír por la palabra de Dios.

Acá es la palabra que el Espíritu Santo trae por medio de sus siervos.

La fe significa confianza, creer, obediencia, seguridad.

Dios quiere que tengamos esa fe que vence al mundo, es fe que mueve al mundo. 

Hebreos 11: 1

Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. Porque por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos”.

Tenemos certeza. 

Hebreos 11: 33

que por fe conquistaron reinos, hicieron justicia, alcanzaron promesas, taparon bocas de leones, apagaron fuegos impetuosos, evitaron filo de espada, sacaron fuerzas de debilidad, se hicieron fuertes en batallas, pusieron en fuga ejércitos extranjeros”.

Aquellos hombres del Antiguo Testamento por fe con quistaron muchas cosas, porque le creyeron a Dios.  ¿Nosotros tenemos esa fe?

Por la fe alcanzaron grandes promesas, ¿nosotros alcanzamos siquiera una promesa por la fe? Debemos alcanzar no una sino muchas promesas.

Hebreos 11: 6

Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan”.

Con nuestra incredulidad no agradamos a Dios. 

Es necesario creer que hay galardones para el que busca a Dios.

Lucas 24: 13 – 27

“Y he aquí, dos de ellos iban el mismo día a una aldea llamada Emaús, que estaba a sesenta estadios  de Jerusalén. E iban hablando entre sí de todas aquellas cosas que habían acontecido. Sucedió que mientras hablaban y discutían entre sí, Jesús mismo se acercó, y caminaba con ellos. Mas los ojos de ellos estaban velados, para que no le conociesen. Y les dijo: ¿Qué pláticas son estas que tenéis entre vosotros mientras camináis, y por qué estáis tristes? Respondiendo uno de ellos, que se llamaba Cleofas, le dijo: ¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no has sabido las cosas que en ella han acontecido en estos días? Entonces él les dijo: ¿Qué cosas? Y ellos le dijeron: De Jesús nazareno, que fue varón profeta, poderoso en obra y en palabra delante de Dios y de todo el pueblo; y cómo le entregaron los principales sacerdotes y nuestros gobernantes a sentencia de muerte, y le crucificaron. Pero nosotros esperábamos que él era el que había de redimir a Israel; y ahora, además de todo esto, hoy es ya el tercer día que esto ha acontecido. Aunque también nos han asombrado unas mujeres de entre nosotros, las que antes del día fueron al sepulcro; y como no hallaron su cuerpo, vinieron diciendo que también habían visto visión de ángeles, quienes dijeron que él vive. Y fueron algunos de los nuestros al sepulcro, y hallaron así como las mujeres habían dicho, pero a él no le vieron. Entonces él les dijo: ¡Oh insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho! ¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en su gloria? Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían”.

Iban tristes porque no creían. No creyeron que Jesucristo  iba a resucitar al tercer día. 

Era necesario que el Hijo de Dios padeciera y muriera para quitar el pecado del mundo.

Dijeron que fue varón. No dijeron que “es” porque no creyeron.

Esperábamos, no dijeron estamos esperando o creemos que es el Salvador.

Hace un año Dios nos dio la promesa que de este lugar iba a salir su gloria. Somos insensatos porque no creemos lo que Dios nos dice por medio de sus siervos los profetas. Pero no pagamos el precio de madrugar a llenar el lugar de oración.

¿Estamos preparados para la venida del Señor? Creemos solo por momentos.

Arrebatemos el avivamiento. ¿Va a llegar el Señor y no vamos a ver su promesa?

Juan 11: 38-44

“Jesús, profundamente conmovido otra vez, vino al sepulcro. Era una cueva, y tenía una piedra puesta encima. Dijo Jesús: Quitad la piedra. Marta, la hermana del que había muerto, le dijo: Señor, hiede ya, porque es de cuatro días. Jesús le dijo: ¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios? Entonces quitaron la piedra de donde había sido puesto el muerto. Y Jesús, alzando los ojos a lo alto, dijo: Padre, gracias te doy por haberme oído. Yo sabía que siempre me oyes; pero lo dije por causa de la multitud que está alrededor, para que crean que tú me has enviado. Y habiendo dicho esto, clamó a gran voz: ¡Lázaro, ven fuera! Y el que había muerto salió, atadas las manos y los pies con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: Desatadle, y dejadle ir”.

Dios dice que hay quitar la piedra de la incredulidad.

A Dios se le da lo mejor.

Tenemos que poner nuestra mirada en lo alto, de allá, de Dios viene nuestro auxilio.

Siempre Dios nos oye.

Dio gracias al Padre para que la multitud creyera que el Padre lo había enviado.

Muchas veces tenemos los pies tan atados que no nos dan para caminar con Cristo.

Cuando no hay fe no hay visión ni revelación de la palabra. 

I Samuel 3: 1 – 3

“El joven Samuel ministraba a Jehová en presencia de Elí; y la palabra de Jehová escaseaba en aquellos días; no había visión con frecuencia. Y aconteció un día, que estando Elí acostado en su aposento, cuando sus ojos comenzaban a oscurecerse de modo que no podía ver, Samuel estaba durmiendo en el templo de Jehová, donde estaba el arca de Dios; y antes que la lámpara de Dios fuese apagada”,

Cuando no tenemos esa fe esa lámpara se apaga.

I Samuel 17: 42 – 51

“Y cuando el filisteo miró y vio a David, le tuvo en poco; porque era muchacho, y rubio, y de hermoso parecer. Y dijo el filisteo a David: ¿Soy yo perro, para que vengas a mí con palos? Y maldijo a David por sus dioses. Dijo luego el filisteo a David: Ven a mí, y daré tu carne a las aves del cielo y a las bestias del campo. Entonces dijo David al filisteo: Tú vienes a mí con espada y lanza y jabalina; mas yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has provocado. Jehová te entregará hoy en mi mano, y yo te venceré, y te cortaré la cabeza, y daré hoy los cuerpos de los filisteos a las aves del cielo y a las bestias de la tierra; y toda la tierra sabrá que hay Dios en Israel. Y sabrá toda esta congregación que Jehová no salva con espada y con lanza; porque de Jehová es la batalla, y él os entregará en nuestras manos. Y aconteció que cuando el filisteo se levantó y echó a andar para ir al encuentro de David, David se dio prisa, y corrió a la línea de batalla contra el filisteo. Y metiendo David su mano en la bolsa, tomó de allí una piedra, y la tiró con la honda, e hirió al filisteo en la frente; y la piedra quedó clavada en la frente, y cayó sobre su rostro en tierra Así venció David al filisteo con honda y piedra; e hirió al filisteo y lo mató, sin tener David espada en su mano. Entonces corrió David y se puso sobre el filisteo; y tomando la espada de él y sacándola de su vaina, lo acabó de matar, y le cortó con ella la cabeza. Y cuando los filisteos vieron a su paladín muerto, huyeron”.

Somos esos soldados de Jesucristo que venimos a la oración de guerra a decirle al enemigo que Dios nos estregara en la mano la victoria.

Nosotros creemos que venimos por la recompensa.

Convencidos del que no vemos pero que por fe creemos.

David declaró la palabra con fe: “Dios me dará la victoria”.

No nos presentemos más delante del Señor con incredulidad. Nosotros le servimos a un Dios vivo. Dios no ha hecho cosas maravillosas por nuestra incredulidad.

Hace días Dios nos dijo Iglesia, duermes.  Y hoy seguimos dormidos.

Talita Cumi, levántate y camina.

La fe debe ir acompañada de oración y ayuno. ¿Dónde están los que pagan el precio con oración y ayuno?

Mateo 17: 14 – 21

Cuando llegaron al gentío, vino a él un hombre que se arrodilló delante de él, diciendo: Señor, ten misericordia de mi hijo, que es lunático, y padece muchísimo; porque muchas veces cae en el fuego, y muchas en el agua. Y lo he traído a tus discípulos, pero no le han podido sanar. Respondiendo Jesús, dijo: ¡Oh generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo he de estar con vosotros? ¿Hasta cuándo os he de soportar? Traédmelo acá. Y reprendió Jesús al demonio, el cual salió del muchacho, y éste quedó sano desde aquella hora. Viniendo entonces los discípulos a Jesús, aparte, dijeron: ¿Por qué nosotros no pudimos echarlo fuera? Jesús les dijo: Por vuestra poca fe; porque de cierto os digo, que si tuviereis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: Pásate de aquí allá, y se pasará; y nada os será imposible. Pero este género no sale sino con oración y ayuno”.

Hasta cuándo Dios nos tiene que seguir hablando, hasta cuándo nos tiene que seguir diciendo que nos levantemos.

El compromiso es de todos. 

Cuando no le creemos a Dios el enemigo hace lo que quiere.

Acá se debe vera algo diferente en nosotros en este lugar.

Cambiemos nuestra condición. Enderecemos nuestro caminar, para los que vengan vean en nosotros esa fe que vence al mundo.

Mateo 9: 28 - 29

Y llegado a la casa, vinieron a él los ciegos; y Jesús les dijo: ¿Creéis que puedo hacer esto? Ellos dijeron: Sí, Señor. Entonces les tocó los ojos, diciendo: Conforme a vuestra fe os sea hecho”.

Pondremos las manos sobre los enfermos y serán sanados.

Conforme a lo que creamos recibiremos, está en nosotros recibir mucho o poco. Esto es para todo aquel que cree.

I Timoteo 6: 11- 13

Mas tú, oh hombre de Dios, huye de estas cosas, y sigue la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre.  Pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la vida eterna, a la cual asimismo fuiste llamado, habiendo hecho la buena profesión delante de muchos testigos.  Te mando delante de Dios, que da vida a todas las cosas, y de Jesucristo, que dio testimonio de la buena profesión delante de Poncio Pilato,”

Echa mano de la vida eterna, agárrala.

Jesucristo fue un testimonio de fe acá en la tierra.  

miércoles, 25 de marzo de 2015

Alabanza y adoración




Alabar es reconocer a Dios.

Adoración reverenciar su precioso nombre.

La alabanza y la adoración nos llevan a la presencia de Dios

Cuando le pueblo de Dios iba a pelear, en el primer lugar se ponía a la tribu de Judá que era la tribu encargada de la alabanza.

Satanás respeta la adoración porque él no puede adorar a Dios. El enemigo utiliza tanto la música para que no se adore a Dios sino a él.

Salmos 95 1 – 6

Venid, aclamemos alegremente a Jehová; cantemos con júbilo a la roca de nuestra salvación. Lleguemos ante su presencia con alabanza; aclamémosle con cánticos. Porque Jehová es Dios grande, y Rey grande sobre todos los dioses. Porque en su mano están las profundidades de la tierra, y las alturas de los montes son suyas. Suyo también el mar, pues él lo hizo; y sus manos formaron la tierra seca. Venid, adoremos y postrémonos; arrodillémonos delante de Jehová nuestro Hacedor”.

Cantar a Dios por la salvación

Nosotros con esa salvación tan grande que tenemos debemos dar gracias a Dios alabándolo.

“Lleguemos ante su presencia con alabanza”.

La alabanza llega hasta la presencia de Dios con acción de gracias.

La adoración reconoce la grandeza de Dios. Reconocemos que él todo lo hizo y todo lo hace por todos nosotros. 

Sólo dar gracias por dónde estamos y por todo lo que él hizo ya es una oración.

Este salmo nos está convocando para adorar. Postrémonos en señal de adoración. Y está hablando físicamente. Si los ángeles lo hacen en el cielo por qué no nosotros acá.

Salmo 96: 9

“Adorad a Jehová en la hermosura de la santidad; temed delante de él, toda la tierra”.

Si él es santo tenemos que alabar con santidad, no podemos ir a Dios de cualquier manera. Tenemos que obedecer a su palabra.

En la alabanza es donde suceden cosas extrañas, grandes y maravillosas. Desde  que recibimos a Cristo en el corazón hicimos un pacto con él.

No tenemos excusa pues el Espíritu Santo nos capacita para adorar a Dios.

Salmos 149: 1 – 7

Cantad a Jehová cántico nuevo; su alabanza sea en la congregación de los santos.  Alégrese Israel en su Hacedor; los hijos de Sion se gocen en su Rey. Alaben su nombre con danza. Con pandero y arpa a él canten. Porque Jehová tiene contentamiento en su pueblo; hermoseará a los humildes con la salvación. Regocíjense los santos por su gloria, y canten aun sobre sus camas. Exalten a Dios con sus gargantas, y espadas de dos filos en sus manos, para ejecutar venganza entre las naciones, y castigo entre los pueblos”;

Cantico nuevo y una disposición nueva que salga del corazón.

Somos santos porque somos apartados para Dios.

A los que dependen de él la hermosura de su santidad les será dada. 

Con espadas de dos filos en la mano, pues estamos citando la palabra de Dios, y eso es su palabra: espada de dos filos.

Santiago 5: 13

“¿Está alguno entre vosotros afligido? Haga oración. ¿Está alguno alegre? Cante alabanzas”.

La oración fortalece, la alegría canta.

II Crónicas 20: 15 – 22

Y dijo: Oid, Judá todo, y vosotros moradores de Jerusalén , y tú, rey Josafat. Jehová os dice así: No temáis ni os amedrentéis delante de esta multitud tan grande; porque no es vuestra la guerra, sino de Dios. Mañana descenderéis contra ellos; he aquí que ellos subirán por la cuesta de Sis, y los hallaréis junto al arroyo, antes del desierto de Jeruel.  No habrá para qué peleéis vosotros en este caso: paraos, estad quedos, y ved la salvación de Jehová con vosotros. Oh Judá y Jerusalén, no temáis ni desmayéis; salid mañana contra ellos, que Jehová estará con vosotros. Entonces Josafat se inclinó rostro a tierra, y asimismo todo Judá y los moradores de Jerusalén se postraron delante de Jehová, y adoraron a Jehová. Y se levantaron los levitas de los hijos de Coat y de los hijos de Coré, para alabar a Jehová el Dios de Israel con fuerte y alta voz. Y cuando se levantaron por la mañana, salieron por el desierto de Tecoa. Y mientras ellos salían, Josafat estando en pie, dijo: Oidme, Judá y moradores de Jerusalén. Creed en Jehová vuestro Dios, y estaréis seguros; creed a sus profetas, y seréis prosperados. Y habido consejo con el pueblo, puso a algunos que cantasen y alabasen a Jehová, vestidos de ornamentos sagrados, mientras salía la gente armada, y que dijesen: Glorificad a Jehová, porque su misericordia es para siempre. Y cuando comenzaron a entonar cantos de alabanza, Jehová puso contra los hijos de Amón, de Moab, y del monte de Seir, las emboscadas de ellos mismos que venían contra Judá, y se mataron los unos a los otros”:

La alabanza es tan importante que es un arma de guerra, con ella caen fortalezas y son rotas cadenas de opresión.

Con ella hay avivamiento en nuestras vidas.

El  versículo 15 nos dice que cuando tenemos tantos problemas debemos pegarnos de Dios. 

En el versículo 17 nos dice que nos paremos en sus promesas. No tengamos miedo a lo que se nos está presentando. 

En el 18 nos dice que nos postremos ante él y lo adoremos. A veces no lo hacemos porque nos da pena y eso no debe ser así.

En el versículo 22 nos muestra como el enemigo se confunde cuando alabamos a Dios.

Hechos 16: 22 – 26

“Y se agolpó el pueblo contra ellos; y los magistrados, rasgándoles las ropas, ordenaron azotarles con varas. Después de haberles azotado mucho, los echaron en la cárcel, mandando al carcelero que los guardase con seguridad. El cual, recibido este mandato, los metió en el calabozo de más adentro, y les aseguró los pies en el cepo.  Pero a medianoche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios; y los presos los oían. Entonces sobrevino de repente un gran terremoto, de tal manera que los cimientos de la cárcel se sacudían; y al instante se abrieron todas las puertas, y las cadenas de todos se soltaron”.

Cuando más mal estaban alabaron a Dios y Dios respondió. Todo se estremece con la alabanza. Todas las puertas se abren cuando se alaba a Dios. Todo tiene que caer cuando se alaba.

domingo, 22 de marzo de 2015

La unción



Lucas 8: 4 – 15

“Juntándose una gran multitud, y los que de cada ciudad venían a él, les dijo por parábola: El sembrador salió a sembrar su semilla; y mientras sembraba, una parte cayó junto al camino, y fue hollada, y las aves del cielo la comieron.  Otra parte cayó sobre la piedra; y nacida, se secó, porque no tenía humedad.  Otra parte cayó entre espinos, y los espinos que nacieron juntamente con ella, la ahogaron. Y otra parte cayó en buena tierra, y nació y llevó fruto a ciento por uno. Hablando estas cosas, decía a gran voz: El que tiene oídos para oír, oiga. Y sus discípulos le preguntaron, diciendo: ¿Qué significa esta parábola? Y él dijo: A vosotros os es dado conocer los misterios del reino de Dios; pero a los otros por parábolas, para que viendo no vean, y oyendo no entiendan. Esta es, pues, la parábola: La semilla es la palabra de Dios. Y los de junto al camino son los que oyen, y luego viene el diablo y quita de su corazón la palabra, para que no crean y se salven.  Los de sobre la piedra son los que habiendo oído, reciben la palabra con gozo; pero éstos no tienen raíces; creen por algún tiempo, y en el tiempo de la prueba se apartan.  La que cayó entre espinos, éstos son los que oyen, pero yéndose, son ahogados por los afanes y las riquezas y los placeres de la vida, y no llevan fruto. Mas la que cayó en buena tierra, éstos son los que con corazón bueno y recto retienen la palabra oída, y dan fruto con perseverancia”.

Acá nos dice muy claro el Señor que a sus discípulos les enseñaba los misterios del Reino de Dios, pero a los demás les enseñaba por parábolas. 

El sembrador es Jesucristo y la semilla es la palabra de Dios, esa semilla cae junto al camino y cuando salimos de aquí es palabra es quitada del corazón de alguno. La recibe en el momento y luego se le olvida de lo que Dios puso en su corazón. Los que fueron sembrados en pedregales creen por un corto tiempo, pero cuando vienen las pruebas, se olvidan. Reciben con gozo la palabra se emocionan por un momento, pero luego se olvidan de ella. 

La que cayó en espinos son los que reciben la palabra, pero no la retienen, porque los placeres del mundo secan la palabra, los sueños y los anhelos por el mundo hacen morir la palabra.

Pero otra cayó en buena tierra, son lo rectos y puros que retienen la palabra y le creen al Señor. Esos dan fruto con perseverancia.

¿Qué tipo de tierra somos nosotros? La palabra en esta mañana se llama la unción, pero  ¿por qué si se llama la Unción empieza con Lucas 8?, porque muchas veces Dios trae su palabra y nosotros cerramos nuestro corazón. La palabra es pues la Unción y  está basada en:

II Reyes 25: 1 – 12

“Aconteció que cuando quiso Jehová alzar a Elías en un torbellino al cielo, Elías venía con Eliseo de Gilgal. Y dijo Elías a Eliseo: Quédate ahora aquí, porque Jehová me ha enviado a Bet-el. Y Eliseo dijo: Vive Jehová, y vive tu alma, que no te dejaré. Descendieron, pues, a Bet-el. Y saliendo a Eliseo los hijos de los profetas que estaban en Bet-el, le dijeron: ¿Sabes que Jehová te quitará hoy a tu señor de sobre ti? Y él dijo: Sí, yo lo sé; callad. Y Elías le volvió a decir: Eliseo, quédate aquí ahora, porque Jehová me ha enviado a Jericó. Y él dijo: Vive Jehová, y vive tu alma, que no te dejaré. Vinieron, pues, a Jericó. Y se acercaron a Eliseo los hijos de los profetas que estaban en Jericó, y le dijeron: ¿Sabes que Jehová te quitará hoy a tu señor de sobre ti? El respondió: Sí, yo lo sé; callad.  Y Elías le dijo: Te ruego que te quedes aquí, porque Jehová me ha enviado al Jordán. Y él dijo: Vive Jehová, y vive tu alma, que no te dejaré. Fueron, pues, ambos. Y vinieron cincuenta varones de los hijos de los profetas, y se pararon delante a lo lejos; y ellos dos se pararon junto al Jordán.  Tomando entonces Elías su manto, lo dobló, y golpeó las aguas, las cuales se apartaron a uno y a otro lado, y pasaron ambos por lo seco. Cuando habían pasado, Elías dijo a Eliseo: Pide lo que quieras que haga por ti, antes que yo sea quitado de ti. Y dijo Eliseo: Te ruego que una doble porción de tu espíritu sea sobre mí. Él le dijo: Cosa difícil has pedido. Si me vieres cuando fuere quitado de ti, te será hecho así; mas si no, no. Y aconteció que yendo ellos y hablando, he aquí un carro de fuego con caballos de fuego apartó a los dos; y Elías subió al cielo en un torbellino.  Viéndolo Eliseo, clamaba: ¡Padre mío, padre mío, carro de Israel y su gente de a caballo! Y nunca más le vio; y tomando sus vestidos, los rompió en dos partes”.

Miramos el compromiso que necesita una persona para ganar la unción, para ganar el favor de Dios. 

Cada  lugar por el que paseó Elías a Eliseo tiene un significado: Gilgal significa consagración, Betel significa lugar de oración, Jericó significa lugar de las palmeras, de victoria, Jordán significa humillación, rendición total, al final Elías fue a parar al cielo que significa la exaltación, esa es la meta.

Cuando nos consagramos a  Dios, nos humillamos y nos rendimos ante él.  Jericó lugar de palmeras, hay victoria en nuestras vidas, hay victoria cuando nos rendimos totalmente ante él.  Hay victoria en todo lo que hacemos.

Dice romanos 8 que el que siembra las cosas de la carne, de la carne segará. El que siembra las cosas del espíritu, del espíritu cosechará. 

Muchas veces la carne quiere muchas cosas, nuestra voluntad, nuestros sueños, nuestros anhelos, muchas cosas quiere la carne, pero cuando la unción de Dios está sobre nuestras vidas, él nos ha apartado y ha hecho cambios en nuestro corazón.

Muchos pedimos la voluntad de Dios y andamos en nuestros propios consejos, en nuestra propia soberbia, en nuestros propios sueños.

La unción es la presencia de Dios. Dios dice que somos la sal del  mundo, cuando no hay sal los alimentos no saben bueno. Los enfermos que comen sin sal, no es que les sepa bueno, sino que se acostumbran a comer así, muchos se acostumbran a la religiosidad y no viven en la novedad el Espíritu Santo de Dios. Es la unción la que marca la diferencia en nuestras vidas.

Dice la palabra que Eliseo creyó, perseveró y no desmayó.

La unción hace cambios y transformaciones en la vida de cada hombre.

I Samuel 10: 6 – 7

“Entonces el Espíritu de Jehová vendrá sobre ti con poder, y profetizarás con ellos, y serás mudado en otro hombre. Y cuando te hayan sucedido estas señales, haz lo que te viniere a la mano, porque Dios está contigo”.

Hay bendición, hay victoria en esa vida, cuando la presencia de Dios entra a una vida hay bendición y hay gloria. La unción es la que trae convicción.

Cuando Jesucristo llegó a nuestras vidas, Dios transformó nuestro corazón y fuimos mudados en otro hombre. La unción trae salvación a nuestras vidas. Esto está en:

Hechos 16: 25 – 34

Pero a medianoche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios; y los presos los oían. Entonces sobrevino de repente un gran terremoto, de tal manera que los cimientos de la cárcel se sacudían; y al instante se abrieron todas las puertas, y las cadenas de todos se soltaron. Despertando el carcelero, y viendo abiertas las puertas de la cárcel, sacó la espada y se iba a matar, pensando que los presos habían huido. Mas Pablo clamó a gran voz, diciendo: No te hagas ningún mal, pues todos estamos aquí. El entonces, pidiendo luz, se precipitó adentro, y temblando, se postró a los pies de Pablo y de Silas; y sacándolos, les dijo: Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo? Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa. Y le hablaron la palabra del Señor a él y a todos los que estaban en su casa. Y él, tomándolos en aquella misma hora de la noche, les lavó las heridas; y en seguida se bautizó él con todos los suyos. Y llevándolos a su casa, les puso la mesa; y se regocijó con toda su casa de haber creído a Dios”.

Pablo Y Silas estaban en la cárcel y levantaron una alabanza excelsa a Dios, tocaron el corazón de Dios y la gloria de Dios descendió a ese lugar trayendo salvación al carcelero y a toda su casa.

La palabra de Dios dice que nosotros tenemos la Unción del Santo y que la unción misma nos enseñará todas las cosas. Por eso qué seminario ni que cursos vamos a tener si aquí está la palabra de Dios, para enseñar a nuestra vidas.

Con qué denuedo podían hablar los discípulos si no era por la unción del Espíritu Santo. Las personas reconocían que eran gentes sin letras, que eran despreciados por el mundo que no tenían estudio. Pero reconocían que al hablar con ese poder y esa autoridad era porque habían estado con Jesucristo.

¿Tenemos nosotros ese nivel de comunión con el Señor? ¿Anhelamos la presencia de Dios en nuestros hogares? La unción de Dios trae sanidad.

Es la presencia de Dios que nosotros debemos anhelar en este lugar. No es una palabra más, una predicación más, es la presencia de Dios en este lugar. Si nos reunimos en el nombre de Jesucristo clamando por la misma cosa, Dios nos lo concederá. Queremos clamar por el avivamiento, por la unción, ´por su presencia.

I Samuel 16: 14 – 16

“El Espíritu de Jehová se apartó de Saúl, y le atormentaba un espíritu malo de parte de Jehová. Y los criados de Saúl le dijeron: He aquí ahora, un espíritu malo de parte de Dios te atormenta.  Diga, pues, nuestro señor a tus siervos que están delante de ti, que busquen a alguno que sepa tocar el arpa, para que cuando esté sobre ti el espíritu malo de parte de Dios, él toque con su mano, y tengas alivio. Y Saúl respondió a sus criados: Buscadme, pues, ahora alguno que toque bien, y traédmelo. Entonces uno de los criados respondió diciendo: He aquí yo he visto a un hijo de Isaí de Belén, que sabe tocar, y es valiente y vigoroso y hombre de guerra, prudente en sus palabras, y hermoso, y Jehová está con él.  Y Saúl envió mensajeros a Isaí, diciendo: Envíame a David tu hijo, el que está con las ovejas. Y tomó Isaí un asno cargado de pan, una vasija de vino y un cabrito, y lo envió a Saúl por medio de David su hijo. Y viniendo David a Saúl, estuvo delante de él; y él le amó mucho, y le hizo su paje de armas. Y Saúl envió a decir a Isaí: Yo te ruego que esté David conmigo, pues ha hallado gracia en mis ojos. Y cuando el espíritu malo de parte de Dios venía sobre Saúl, David tomaba el arpa y tocaba con su mano; y Saúl tenía alivio y estaba mejor, y el espíritu malo se apartaba de él”.

Que tristeza que Saúl después de haber sido ungido por Dios, un espíritu malo lo atormentaba.

David sabía tocar el corazón de Dios y cuando David adoraba a Dios Saúl tenía descanso. Los demonios tienen que huir cuando la presencia de Dios está en una vida.

Dice la palabra de Dios que Jesús siempre estaba sanando y haciendo bienes y para eso es la unción, no para ser protagonistas.

La unción trae gracia delante de Dios y de los hombres. La gracia de Dios es la que marca la diferencia. Puede haber muchas iglesias, pero dice Dios una es la perfecta mía, la paloma mía. Puede haber muchos que dicen llamarse siervos e hijos, pero solamente hay unos que se llaman adoradores en espíritu y en verdad. Dios no busca cantantes sino estos adoradores.

Yo no sé cómo de cargado viniste en esta mañana, pero la presencia de Dios está en este lugar. 

Ester 2: 15 – 18

“Cuando le llegó a Ester, hija de Abihail tío de Mardoqueo, quien la había tomado por hija, el tiempo de venir al rey, ninguna cosa procuró sino lo que dijo Hegai eunuco del rey, guarda de las mujeres; y ganaba Ester el favor de todos los que la veían. Fue, pues, Ester llevada al rey Asuero a su casa real en el mes décimo, que es el mes de Tebet, en el año séptimo de su reinado. Y el rey amó a Ester más que a todas las otras mujeres, y halló ella gracia y benevolencia delante de él más que todas las demás vírgenes; y puso la corona real en su cabeza, y la hizo reina en lugar de Vasti.  Hizo luego el rey un gran banquete a todos sus príncipes y siervos, el banquete de Ester; y disminuyó tributos a las provincias, e hizo y dio mercedes conforme a la generosidad real”.

Amó a Ester más que a todas las otras mujeres. Seguro fueron mujeres muy hermosas, pero en Ester había algo que marcaba la diferencia: La presencia de Dios en su vida.

Así como ella se dio cuenta de que no estaba allí por casualidad, nosotros no estamos acá por casualidad.

Dios derrama gracia ante los gobernantes, Dios derrama gracia ante tus clientes y ante tus jefes. Será que nosotros sentimos la necesidad de llevar este mensaje ante las almas. Dice la palabra que “cómo predicaran si no fueren enviados” y Dios nos ha comisionado para predicar su palabra. 

Dios quiere que seamos tierra fértil.

Yo creo que Dios puede usar mi vida yo creo que Dios no quiere que yo entierre mi talento sino que lo use y lo ponga al servicio de los demás. Dios quiere sanarnos y liberarnos. Lo que Dios me ha dado a mí quiere dárselo a otros.

Dónde están los que dicen esta mañana: “yo creo que Dios me quiere y me puede usar”.

Cuando Cristo  liberó al endemoniado Gadareno, este le pidió a Cristo que lo dejara ir con él y Cristo le dijo ve y cuenta a la gente que grandes maravillas ha hecho Dios contigo. 

Dios nos da esperanza y ganas de vivir.

Yo tenía mis sueños y Dios cambió mis sueños y  puso los suyos en mi corazón  hoy sueño con la unción.
En todo lugar donde Dios nos ha puesto tenemos tanto para dar.

Cuando Cristo llegó a nuestras vidas hablo a nuestro corazón.

¿Cuántas personas hoy quieren quitarse la vida? ¿Cuántos hijos de Dios hoy se han vuelto al mundo? Y a través de una palabra los primeros aman la vida y los segundos vuelven a Dios. Dice la palabra que los que hacen regresar a un hijo de Dios al buen camino, ha librado un alma del infierno. 

Dios nos demandará la sangre de esas personas si nosotros callamos. Dios quiere usar nuestros labios.
La unción de Dios trae bendición.

I Crónicas 13: 

Y el arca de Dios estuvo con la familia de Obed-edom, en su casa, tres meses; y bendijo Jehová la casa de Obed-edom, y todo lo que tenía”.

Somos bendecidos para bendecir a otros y para bendecir su obra. 

Cuando la presencia de Dios está en un hogar hay bendición. Hay pruebas y dificultades, pero Dios nos levanta siempre. 

Dios bendice, pero hay que poner algo.  Cristo multiplicó los peces, pero alguien tenía dos peces y los puso. 

II Reyes 4: 38 – 44

“Eliseo volvió a Gilgal cuando había una grande hambre en la tierra. Y los hijos de los profetas estaban con él, por lo que dijo a su criado: Pon una olla grande, y haz potaje para los hijos de los profetas. Y salió uno al campo a recoger hierbas, y halló una como parra montés, y de ella llenó su falda de calabazas silvestres; y volvió, y las cortó en la olla del potaje, pues no sabía lo que era.  Después sirvió para que comieran los hombres; pero sucedió que comiendo ellos de aquel guisado, gritaron diciendo: ¡Varón de Dios, hay muerte en esa olla! Y no lo pudieron comer. El entonces dijo: Traed harina. Y la esparció en la olla, y dijo: Da de comer a la gente. Y no hubo más mal en la olla. Vino entonces un hombre de Baal-salisa, el cual trajo al varón de Dios panes de primicias, veinte panes de cebada, y trigo nuevo en su espiga. Y él dijo: Da a la gente para que coma. Y respondió su sirviente: ¿Cómo pondré esto delante de cien hombres? Pero él volvió a decir: Da a la gente para que coma, porque así ha dicho Jehová: Comerán, y sobrará. Entonces lo puso delante de ellos, y comieron, y les sobró, conforme a la palabra de Jehová”.

Eran 20 panes para alimentar a 100 hombres.

Conforme a la palabra de Jehová. ¿Por qué nosotros comemos con escases y no nos sobra para convidar? Porque no le damos lo mejor al Señor. Cada uno de nosotros tenemos una semilla que dar para la obra de Dios, El aceite de la viuda se multiplicó porque ella dio lo que tenía.

Si no tienes nada que dar pídelo a Dios que Dios provee la semilla.