Dice la palabra de Dios que la fe
es por el oír y el oír por la palabra de Dios.
Acá es la palabra que el Espíritu
Santo trae por medio de sus siervos.
La fe significa confianza, creer,
obediencia, seguridad.
Dios quiere que tengamos esa fe
que vence al mundo, es fe que mueve al mundo.
Hebreos 11: 1
“Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que
no se ve. Porque por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos”.
Tenemos certeza.
Hebreos 11: 33
“que por fe conquistaron reinos, hicieron justicia, alcanzaron promesas,
taparon bocas de leones, apagaron fuegos impetuosos, evitaron filo de espada,
sacaron fuerzas de debilidad, se hicieron fuertes en batallas, pusieron en fuga
ejércitos extranjeros”.
Aquellos hombres del Antiguo Testamento
por fe con quistaron muchas cosas, porque le creyeron a Dios. ¿Nosotros tenemos esa fe?
Por la fe alcanzaron grandes
promesas, ¿nosotros alcanzamos siquiera una promesa por la fe? Debemos alcanzar
no una sino muchas promesas.
Hebreos 11: 6
“Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que
se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan”.
Con nuestra incredulidad no
agradamos a Dios.
Es necesario creer que hay
galardones para el que busca a Dios.
Lucas 24: 13 – 27
“Y he aquí, dos de ellos iban el mismo día a una aldea llamada Emaús,
que estaba a sesenta estadios de
Jerusalén. E iban hablando entre sí de todas aquellas cosas que habían
acontecido. Sucedió que mientras hablaban y discutían entre sí, Jesús mismo se
acercó, y caminaba con ellos. Mas los ojos de ellos estaban velados, para que
no le conociesen. Y les dijo: ¿Qué pláticas son estas que tenéis entre vosotros
mientras camináis, y por qué estáis tristes? Respondiendo uno de ellos, que se
llamaba Cleofas, le dijo: ¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no has
sabido las cosas que en ella han acontecido en estos días? Entonces él les
dijo: ¿Qué cosas? Y ellos le dijeron: De Jesús nazareno, que fue varón profeta,
poderoso en obra y en palabra delante de Dios y de todo el pueblo; y cómo le
entregaron los principales sacerdotes y nuestros gobernantes a sentencia de
muerte, y le crucificaron. Pero nosotros esperábamos que él era el que había de
redimir a Israel; y ahora, además de todo esto, hoy es ya el tercer día que
esto ha acontecido. Aunque también nos han asombrado unas mujeres de entre
nosotros, las que antes del día fueron al sepulcro; y como no hallaron su
cuerpo, vinieron diciendo que también habían visto visión de ángeles, quienes
dijeron que él vive. Y fueron algunos de los nuestros al sepulcro, y hallaron
así como las mujeres habían dicho, pero a él no le vieron. Entonces él les
dijo: ¡Oh insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas
han dicho! ¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara
en su gloria? Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas,
les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían”.
Iban tristes porque no creían. No
creyeron que Jesucristo iba a resucitar
al tercer día.
Era necesario que el Hijo de Dios
padeciera y muriera para quitar el pecado del mundo.
Dijeron que fue varón. No dijeron
que “es” porque no creyeron.
Esperábamos, no dijeron estamos
esperando o creemos que es el Salvador.
Hace un año Dios nos dio la
promesa que de este lugar iba a salir su gloria. Somos insensatos porque no
creemos lo que Dios nos dice por medio de sus siervos los profetas. Pero no
pagamos el precio de madrugar a llenar el lugar de oración.
¿Estamos preparados para la
venida del Señor? Creemos solo por momentos.
Arrebatemos el avivamiento. ¿Va a
llegar el Señor y no vamos a ver su promesa?
Juan 11: 38-44
“Jesús, profundamente conmovido otra vez, vino al sepulcro. Era una
cueva, y tenía una piedra puesta encima. Dijo Jesús: Quitad la piedra. Marta,
la hermana del que había muerto, le dijo: Señor, hiede ya, porque es de cuatro
días. Jesús le dijo: ¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios? Entonces
quitaron la piedra de donde había sido puesto el muerto. Y Jesús, alzando los
ojos a lo alto, dijo: Padre, gracias te doy por haberme oído. Yo sabía que
siempre me oyes; pero lo dije por causa de la multitud que está alrededor, para
que crean que tú me has enviado. Y habiendo dicho esto, clamó a gran voz:
¡Lázaro, ven fuera! Y el que había muerto salió, atadas las manos y los pies
con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: Desatadle, y
dejadle ir”.
Dios dice que hay quitar la
piedra de la incredulidad.
A Dios se le da lo mejor.
Tenemos que poner nuestra mirada
en lo alto, de allá, de Dios viene nuestro auxilio.
Siempre Dios nos oye.
Dio gracias al Padre para que la
multitud creyera que el Padre lo había enviado.
Muchas veces tenemos los pies tan
atados que no nos dan para caminar con Cristo.
Cuando no hay fe no hay visión ni
revelación de la palabra.
I Samuel 3: 1 – 3
“El joven Samuel ministraba a Jehová en presencia de Elí; y la palabra
de Jehová escaseaba en aquellos días; no había visión con frecuencia. Y
aconteció un día, que estando Elí acostado en su aposento, cuando sus ojos
comenzaban a oscurecerse de modo que no podía ver, Samuel estaba durmiendo en
el templo de Jehová, donde estaba el arca de Dios; y antes que la lámpara de
Dios fuese apagada”,
Cuando no tenemos esa fe esa
lámpara se apaga.
I Samuel 17: 42 – 51
“Y cuando el filisteo miró y vio a David, le tuvo en poco; porque era
muchacho, y rubio, y de hermoso parecer. Y dijo el filisteo a David: ¿Soy yo
perro, para que vengas a mí con palos? Y maldijo a David por sus dioses. Dijo
luego el filisteo a David: Ven a mí, y daré tu carne a las aves del cielo y a
las bestias del campo. Entonces dijo David al filisteo: Tú vienes a mí con
espada y lanza y jabalina; mas yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los
ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has provocado. Jehová
te entregará hoy en mi mano, y yo te venceré, y te cortaré la cabeza, y daré
hoy los cuerpos de los filisteos a las aves del cielo y a las bestias de la
tierra; y toda la tierra sabrá que hay Dios en Israel. Y sabrá toda esta
congregación que Jehová no salva con espada y con lanza; porque de Jehová es la
batalla, y él os entregará en nuestras manos. Y aconteció que cuando el
filisteo se levantó y echó a andar para ir al encuentro de David, David se dio
prisa, y corrió a la línea de batalla contra el filisteo. Y metiendo David su
mano en la bolsa, tomó de allí una piedra, y la tiró con la honda, e hirió al
filisteo en la frente; y la piedra quedó clavada en la frente, y cayó sobre su
rostro en tierra Así venció David al filisteo con honda y piedra; e hirió al
filisteo y lo mató, sin tener David espada en su mano. Entonces corrió David y
se puso sobre el filisteo; y tomando la espada de él y sacándola de su vaina,
lo acabó de matar, y le cortó con ella la cabeza. Y cuando los filisteos vieron
a su paladín muerto, huyeron”.
Somos esos soldados de Jesucristo
que venimos a la oración de guerra a decirle al enemigo que Dios nos estregara
en la mano la victoria.
Nosotros creemos que venimos por
la recompensa.
Convencidos del que no vemos pero
que por fe creemos.
David declaró la palabra con fe: “Dios
me dará la victoria”.
No nos presentemos más delante
del Señor con incredulidad. Nosotros le servimos a un Dios vivo. Dios no ha
hecho cosas maravillosas por nuestra incredulidad.
Hace días Dios nos dijo Iglesia, duermes. Y hoy seguimos dormidos.
Talita Cumi, levántate y camina.
La fe debe ir acompañada de
oración y ayuno. ¿Dónde están los que pagan el precio con oración y ayuno?
Mateo 17: 14 – 21
“Cuando llegaron al gentío, vino a él un hombre que se arrodilló delante
de él, diciendo: Señor, ten misericordia de mi hijo, que es lunático, y padece
muchísimo; porque muchas veces cae en el fuego, y muchas en el agua. Y lo he
traído a tus discípulos, pero no le han podido sanar. Respondiendo Jesús, dijo:
¡Oh generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo he de estar con vosotros?
¿Hasta cuándo os he de soportar? Traédmelo acá. Y reprendió Jesús al demonio,
el cual salió del muchacho, y éste quedó sano desde aquella hora. Viniendo
entonces los discípulos a Jesús, aparte, dijeron: ¿Por qué nosotros no pudimos
echarlo fuera? Jesús les dijo: Por vuestra poca fe; porque de cierto os digo,
que si tuviereis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: Pásate de
aquí allá, y se pasará; y nada os será imposible. Pero este género no sale sino
con oración y ayuno”.
Hasta cuándo Dios nos tiene que
seguir hablando, hasta cuándo nos tiene que seguir diciendo que nos levantemos.
El compromiso es de todos.
Cuando no le creemos a Dios el
enemigo hace lo que quiere.
Acá se debe vera algo diferente
en nosotros en este lugar.
Cambiemos nuestra condición.
Enderecemos nuestro caminar, para los que vengan vean en nosotros esa fe que
vence al mundo.
Mateo 9: 28 - 29
“Y llegado a la casa, vinieron a él los ciegos; y Jesús les dijo:
¿Creéis que puedo hacer esto? Ellos dijeron: Sí, Señor. Entonces les tocó los
ojos, diciendo: Conforme a vuestra fe os sea hecho”.
Pondremos las manos sobre los
enfermos y serán sanados.
Conforme a lo que creamos
recibiremos, está en nosotros recibir mucho o poco. Esto es para todo aquel que
cree.
I Timoteo 6: 11- 13
“Mas tú, oh hombre de Dios, huye de estas cosas, y sigue la justicia, la
piedad, la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre. Pelea la buena batalla de la fe, echa mano de
la vida eterna, a la cual asimismo fuiste llamado, habiendo hecho la buena
profesión delante de muchos testigos. Te
mando delante de Dios, que da vida a todas las cosas, y de Jesucristo, que dio
testimonio de la buena profesión delante de Poncio Pilato,”
Echa mano de la vida eterna, agárrala.
Jesucristo fue un testimonio de
fe acá en la tierra.