Nos damos cuenta de que Dios es
nuestro Padre y le pedimos y el muchas veces nos dice que sí y otras veces nos
dice que no. Pablo le pidió que le quitara un aguijón que tenía en su cuerpo y
Dios no se lo quitó y le dijo: “Bástate mi gracia” y por eso Pablo no dejó de
seguirlo. Siguió predicando su palabra, siguió buscándole así Dios le haya
dicho que no.
Jesús en Getsemaní le dijo: “Señor si es posible
aparta de mí esta copa, pero que no se haga mi voluntad sino la tuya”.
Muchas veces nosotros decimos
Señor que se haga tu voluntad, pero hacemos esa voluntad de Dios quejándonos y
a veces renegando. Pesamos que Dios es culpable de las cosas cuando Dios es
demasiado bueno con nosotros, nos ha dado grandes bendiciones.
Dios quiere que seamos hijos
obedientes y que seamos humildes delante de su presencia. Uno como padre lo que
quiere es que sus hijos le honren.
Cuando nos estamos sujetando a su
palabra nos estamos sujetando a Dios porque no es el hombre el que habla en
este lugar, es el Espíritu Santo a través de nuestras vidas. Dios se puede
valer de una piedra para hablarnos, se valió de un asno para hablarle a Balaán,
se puede valer de las situaciones que suceden día tras día.
Dios en su palabra dice que somos
la niña de sus ojos. Muchas veces pensamos que estamos solos. Él está siempre
con nosotros y nosotros a veces dudamos, somos incrédulos.
Los incrédulos tiene que ser los
impíos, pero en nosotros que nos
llamamos pueblo de Dios cómo puede haber incredulidad en nuestras vidas. ¿Cómo
puede uno seguir a alguien con incredulidad, desconfiando de él?
Deuteronomio 32: 10
“Le halló en tierra de desierto,
en yermo de horrible soledad; lo trajo alrededor, lo instruyó, lo guardó
como a la niña de su ojo”.
Está hablando del pueblo de Dios.
Ahora ese pueblo de Dios somos nosotros. En todo momento Dios nos guarda.
Josué 24: 17
“porque Jehová nuestro Dios es el que nos sacó a nosotros y a nuestros
padres de la tierra de Egipto, de la casa de servidumbre; el que ha hecho estas
grandes señales, y nos ha guardado por todo el camino por donde hemos andado, y
en todos los pueblos por entre los cuales pasamos”.
Dios es el que nos ha guardado en
todos nuestros caminos.
Dice el salmo 121 que nuestro
guardián no duerme.
Nosotros sentimos en nuestro
corazón que el Espíritu Santo nos habla, pero nos dejamos llevar por nuestros
sentimientos y por nuestras emociones.
Las cosas de Dios hay que
hacerlas con amor, no son una carga y es un deleite la presencia del Señor.
Salmo 121: 7 – 8
“Jehová te guardará de todo mal; El guardará tu alma. Jehová guardará tu
salida y tu entrada desde ahora y para siempre”.
Es necesario ejercer lo que Dios
nos ha dado. Oímos que hay que poner las manos y decimos sí, pero no creemos
realmente porque no lo ejercemos. No hay suficiente fe para creer lo que Dios
ha hecho nuestras vidas.
Salmo 91: 1 - 4
“El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del
Omnipotente. Diré yo a Jehová: Esperanza mía, y castillo mío; mi Dios, en quien
confiaré. Él te librará del lazo del
cazador, de la peste destructora. Con sus plumas te cubrirá, y debajo de sus
alas estarás seguro; Escudo y adarga es su verdad”.
Dios quiere guardar a su pueble.
Bajo la sombra del Altísimo, del Omnipotente nosotros estamos seguros. Si estamos
acá haciendo la obra de Dios alabándole y glorificándole por qué debemos temer.
Por qué temer al hombre o por qué temer a la situación financiera.
Dice la palabra que nuestro Padre
sabe qué necesidad tenemos. Dice Buscad primeramente el reino de los cielos y
todas estas cosas serán añadidas.
Salmo 127: 1
“Si Jehová no edificare la casa, en vano trabajan los que la edifican;
si Jehová no guardare la ciudad, en vano vela la guardia”.
Si Dios no está en nuestras vidas
en vano oramos, en vano alabamos, en vano predicamos su palabra. Dios es el que
lo hace todo, por el poder de Dios se mueven todas las cosas en el cielo y en
la tierra. Él es que guarda nuestras almas, el que edifica nuestras vidas.
Salmo 125: 1
“Los que confían en Jehová son como el monte de Sion, que no se mueve,
sino que permanece para siempre”.
Dios protege a los que confían en
Jehová.
La palabra del Señor es viva y
eficaz y tiene poder. Dios nos ha dado poder y autoridad.
Lucas 13: 31 – 35
“Aquel mismo día llegaron unos fariseos, diciéndole: Sal, y vete de
aquí, porque Herodes te quiere matar. Y les dijo: Id, y decid a aquella
zorra: He aquí, echo fuera demonios y hago curaciones hoy y mañana, y al tercer
día termino mi obra. Sin embargo, es necesario que hoy y mañana y pasado mañana
siga mi camino; porque no es posible que un profeta muera fuera de
Jerusalén. ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a
los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la
gallina a sus polluelos debajo de sus alas, y no quisiste! He aquí,
vuestra casa os es dejada desierta; y os digo que no me veréis, hasta que
llegue el tiempo en que digáis: Bendito el que viene en nombre del Señor”.
Jesucristo mire como llamó a
Herodes. Le dijo no es en tu tiempo Herodes, no es en tu tiempo gobernante, no
es en tu tiempo mundo, es en el tiempo de Dios.
Jesucristo era respaldado por el
Padre porque hacía todo lo que el Padre le decía.
Ninguna autoridad ha sido puesta
por voluntad humana, sino que los mismos gobernantes por voluntad de Dios ha
sido establecida, el quita reyes, pone reyes; el desbarata la sabiduría de los
sabios.
Él estaba hablado que tenía que
mostrar todo lo que Dios le había mandado.
Nosotros hacemos lo mismo que
Jerusalén cuando despilfarramos su palabra.
Isaías 41: 24
“He aquí que vosotros sois nada, y vuestras obras vanidad; abominación
es el que os escogió”.
Y en el 27:
“Yo soy el primero que he enseñado estas cosas a Sion, y a Jerusalén daré
un mensajero de alegres nuevas. Miré, y no había ninguno; y pregunté de estas
cosas, y ningún consejero hubo; les pregunté, y no respondieron palabra. He
aquí, todos son vanidad, y las obras de ellos nada; viento y vanidad son sus
imágenes fundidas”.
Isaías 43: 10-13 en adelante
“Vosotros sois mis testigos, dice Jehová, y mi siervo que yo escogí,
para que me conozcáis y creáis, y entendáis que yo mismo soy; antes de mí no
fue formado dios, ni lo será después de mí. Yo, yo Jehová, y fuera de mí
no hay quien salve. Yo anuncié, y salvé, e hice oír, y no hubo entre
vosotros dios ajeno. Vosotros, pues, sois mis testigos, dice Jehová, que yo soy
Dios. Aun antes que hubiera día, yo era; y no hay quien de mi mano libre. Lo
que hago yo, ¿quién lo estorbará?”
Fuera de Jehová no hay quien
salve y lo Dios hace nadie lo estorbará
Del 14 al 16 dice:
“Así dice Jehová, Redentor vuestro, el Santo de Israel: Por vosotros
envié a Babilonia, e hice descender como fugitivos a todos ellos, aun a los
caldeos en las naves de que se gloriaban. Yo Jehová, Santo vuestro,
Creador de Israel, vuestro Rey. Así dice Jehová, el que abre camino en el
mar, y senda en las aguas impetuosas;”
¿Se nos olvidó que él abrió camino en el mar, que él abrió camino
en nuestras vidas?
Del 17 al 19 dice
“el que saca carro y caballo, ejército y fuerza; caen juntamente para
no levantarse; fenecen, como pábilo quedan apagados. No os acordéis de las
cosas pasadas, ni traigáis a memoria las cosas antiguas. He aquí que yo
hago cosa nueva; pronto saldrá a luz; ¿no la conoceréis? Otra vez abriré camino
en el desierto, y ríos en la soledad”.
El hace cosas nuevas en nuestras
vidas, otra vez abrirá caminos, si lo hizo ayer lo hace hoy.
No hay Dios fuera de él dice el
Señor.
Dice la palabra que Dios reta los
falsos dioses.
I Samuel 5: 1 – 5
“Cuando los filisteos capturaron el arca de Dios, la llevaron desde
Eben-ezer a Asdod. Y tomaron los filisteos el arca de Dios, y la metieron en la
casa de Dagón, y la pusieron junto a Dagón. Y cuando al siguiente día los de
Asdod se levantaron de mañana, he aquí Dagón postrado en tierra delante del
arca de Jehová; y tomaron a Dagón y lo volvieron a su lugar. Y
volviéndose a levantar de mañana el siguiente día, he aquí que Dagón había
caído postrado en tierra delante del arca de Jehová; y la cabeza de Dagón y las
dos palmas de sus manos estaban cortadas sobre el umbral, habiéndole quedado a
Dagón el tronco solamente. Por esta causa los sacerdotes de Dagón y todos los
que entran en el templo de Dagón no pisan el umbral de Dagón en Asdod, hasta
hoy”.
El arca tiene la presencia de
Dios.
No tienen poder ni autoridad,
ningún demonio, ningún idolo.
Dios es Señor de Señores.
Sin embargo los filisteos
siguieron adorando el mismo ídolo.
Josué 24: 19 – 20
“Entonces Josué dijo al pueblo: No podréis servir a Jehová, porque él
es Dios santo, y Dios celoso; no sufrirá vuestras rebeliones y vuestros
pecados. Si dejareis a Jehová y sirviereis a dioses ajenos, él se volverá y os
hará mal, y os consumirá, después que os ha hecho bien”.
Después de que ha hecho bien si
se vuelve a otros dioses entonces hará mal.
I Reyes 18: 20 – 40 (leerlo)
A cuántos Dios ha dado palabra y
promesas en este lugar.
L a palabra dice que Dios
avergonzó a los profetas de Baal
II Reyes 19: 1 – 3
“Cuando el rey Ezequías lo oyó, rasgó sus vestidos y se cubrió de
cilicio, y entró en la casa de Jehová. Y envió a Eliaquim mayordomo, a Sebna
escriba y a los ancianos de los sacerdotes, cubiertos de cilicio, al profeta
Isaías hijo de Amoz, para que le dijesen: Así ha dicho Ezequías: Este día es
día de angustia, de reprensión y de blasfemia; porque los hijos están a punto
de nacer, y la que da a luz no tiene fuerzas”.
Cuando vienen esas amenazas esas
murmuraciones el pueblo de Dios puede quedar sin fuerzas, pero Ezequías no se
quedó renegando.
En el 16 al 18 dice:
“Inclina, oh Jehová, tu oído, y oye; abre, oh Jehová, tus ojos, y mira;
y oye las palabras de Senaquerib, que ha enviado a blasfemar al Dios viviente.
Es verdad, oh Jehová, que los reyes de Asiria han destruido las naciones y sus
tierras; y que echaron al fuego a sus dioses, por cuanto ellos no eran
dioses, sino obra de manos de hombres, madera o piedra, y por eso los
destruyeron”.
Ese rey estaba debilitando o
tratando de debilitar el corazón de Ezequías.
En el 19 dice:
“Ahora, pues, oh Jehová Dios nuestro, sálvanos, te ruego, de su mano,
para que sepan todos los reinos de la tierra que sólo tú, Jehová, eres
Dios”.
Y el 32 dice:
“Por tanto, así dice Jehová acerca del rey de Asiria: No entrará en esta
ciudad, ni echará saeta en ella; ni vendrá delante de ella con escudo, ni
levantará contra ella baluarte. Por el mismo camino que vino, volverá, y
no entrará en esta ciudad, dice Jehová. Porque yo ampararé esta ciudad para
salvarla, por amor a mí mismo, y por amor a David mi siervo. Y aconteció que
aquella misma noche salió el ángel de Jehová, y mató en el campamento de los
asirios a ciento ochenta y cinco mil; y cuando se levantaron por la mañana, he
aquí que todo era cuerpos de muertos”.
Jehová peleó por el pueblo.
Cuando Saulo asolaba al pueblo de Dios. Dios peleó por el pueblo y lo tumbo del
caballo.
El que se le presentó fue el
mismo Jesucristo y le dijo: “Saulo, ¿por qué me persigues? Dios es el que pelea
por nosotros porque somos la niña de sus ojos.
Cuántas veces Dios tumba del
caballo a aquellos que se levantan contra el pueblo de Dios.
Cuando Pablo predicaba la palabra,
muchos cristianos le tenían miedo porque no creía que él se había convertido y ni
que había tenido un encuentro con Jesucristo. Pero Pablo dio frutos dignos de arrepentimiento y ellos pudieron ver que
predicaba la Palabra y que era verdad que él había tenido un encuentro con
Jesucristo y estaba siendo un verdadero hijo de Dios.
Dios se levanta en momentos de
prueba y de tribulación en nuestras vidas para demostrar todo su poder.
Mateo 5; 10 – 12
“Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia,
porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados sois cuando por mi
causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros,
mintiendo. Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos;
porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros”.
Estamos esperando ese galardón.
Debemos hacer para apuntarle a ese galardón. De dos opciones podemos tomar solo
una: O seguir a Jesucristo o negarle.
Yo tomo la decisión en este día
de seguir a Jesucristo, de seguir a Jehová, el Dios que ha estado conmigo en
todo momento, que me ha sostenido, que me ha consolado, que me ha sanado.
Lucas 16: 19 – 31
“Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y de lino fino, y hacía
cada día banquete con esplendidez. Había también un mendigo llamado
Lázaro, que estaba echado a la puerta de aquél, lleno de llagas, y ansiaba
saciarse de las migajas que caían de la mesa del rico; y aun los perros venían
y le lamían las llagas. Aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los
ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico, y fue sepultado. Y en el
Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro
en su seno. Entonces él, dando voces, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de
mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi
lengua; porque estoy atormentado en esta llama. Pero Abraham le dijo: Hijo,
acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro también males; pero
ahora éste es consolado aquí, y tú atormentado. Además de todo esto, una gran
sima está puesta entre nosotros y vosotros, de manera que los que quisieren
pasar de aquí a vosotros, no pueden, ni de allá pasar acá. Entonces le dijo: Te
ruego, pues, padre, que le envíes a la casa de mi padre, porque tengo cinco
hermanos, para que les testifique, a fin de que no vengan ellos también a este
lugar de tormento. Y Abraham le dijo: A Moisés y a los profetas tienen;
óiganlos. El entonces dijo: No, padre Abraham; pero si alguno fuere a
ellos de entre los muertos, se arrepentirán. Mas Abraham le dijo: Si no oyen a
Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán aunque alguno se levantare de
los muertos”.
Alzó los ojos en el Hades ya
cuando no había nada que hacer.
Dios no es un Dios injusto, este
hombre llegó allí, pero seguramente había oído la palabra.
No podemos seguir a dos señores,
servir a Dios y a la incredulidad, a Dios y la soberbia.
Cuanta palabra hemos recibido en
nuestro corazón, no tenemos excusa. La palabra de Dios es predicada en todo el
mundo, prensa, radio televisión, cine e internet.
Conocemos de los profetas porque
están en la Palabra, en ésta está la vida. Si nosotros no creemos a la palabra,
muchos vendrán por el milagro y se irán con el milagro, pero se olvidarán del
Dios de los milagros.
La palabra tiene poder,
Jesucristo es el camino, la verdad y la vida, no tenemos excusa. El milagro es
la vida eterna.
He visto la mano de Dios en todo
este tiempo, he visto la sanidad, he visto la provisión.
Mateo 10: 28 – 33
“Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed
más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno. ¿No se
venden dos pajarillos por un cuarto? Con todo, ni uno de ellos cae a tierra sin
vuestro Padre. Pues aun vuestros cabellos están todos contados. Así que, no
temáis; más valéis vosotros que muchos pajarillos.
A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también
le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos. Y a cualquiera que me
niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que
está en los cielos”.
Ay de nosotros que hemos oído
tanta palabra si no enderezamos el camino. Los milagros de Dios en nuestras
vidas deben traer arrepentimiento.
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