viernes, 13 de marzo de 2015

La preeminencia del amor



El privilegio del amor que nosotros debemos preferir. 

I corintios 12: 27  31

“Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular.  Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles, luego profetas, lo tercero maestros, luego los que hacen milagros, después los que sanan, los que ayudan, los que administran, los que tienen don de lenguas. ¿Son todos apóstoles? ¿son todos profetas? ¿todos maestros? ¿hacen todos milagros?  ¿Tienen todos dones de sanidad? ¿hablan todos lenguas? ¿interpretan todos?  Procurad, pues, los dones mejores. Mas yo os muestro un camino aun más excelente”.

Dios nos puso para ayudar y servir a su pueblo. Cada uno de nosotros somos diferentes y tenemos que valorar y cuidar lo que Dios nos ha dado. Como en el cuerpo, cuando duele una uña desestabiliza todo el cuerpo, vemos que lo más insignificante del cuerpo, nos quita el sueño. En el cuerpo del Cristo, que es la Iglesia, la persona que se siente más pequeña es valiosa para el Señor.

Cuando un miembro duele en el cuerpo todo el cuerpo está afectado. No debemos ser indiferentes al gozo o al dolor de un hermano. Cuando una persona se goza no debemos envidiar lo que esa persona tiene sino gozarnos con esa persona. 

Los dones y los talentos que Dios nos ha dado son para servir, son para ministrar a otros, no son para que nosotros obtengamos reconocimiento porque el protagonista es Jesucristo que está detrás de nuestras vidas.
Cristo se quiere mostrar a través de cada uno de nosotros.

Ese camino más excelente tiene un nombre y se llama Jesucristo, él dijo en Juan 14: 6: “yo soy el camino la verdad y la vida y nadie va al Padre sino por mí”. El único camino para ir al Padre es Jesucristo que murió en la Cruz y nos redimió de todos nuestros pecados y por él tenemos salvación y vida eterna.

La luz es Jesucristo y Satanás nunca estará por encima de Jesucristo. 

Jesucristo murió en la cruz del Calvario y nos ha dado poder y autoridad sobre toda fuerza del enemigo. 

Jesucristo dice que él es la verdad, solo la verdad. En él no hay engaño ni mentira. Él es el único Dios verdadero, el Dios en que creía Daniel, el Dios en el que creía Elías, El Dios en el que creía los discípulos y por el cual fueron perseguidos, pisoteados y metidos en cárceles. 

Muchas veces pensamos: “Dios libró a Daniel, ¡qué bendición!” Y tenemos esto como cuento o como fábula y como si no pudiera suceder hoy. Nosotros vivimos en nuestra vida real esas situaciones de las cuevas de los leones, en esos hornos de fuego donde se levantan contra el pueblo de Dios, donde hay pruebas y enfermedades y muchas cosas, pero así como Daniel confió en Dios y Dios lo libró y mandó su ángel, Dios también ha prometido librarnos a nosotros, a aquellos que confiamos en él, que vivimos para él.

Dice la palabra de Dios en Juan 3:16 “De tal manera Dios amo al mundo”. Amó a cada uno de nosotros. 

“De tal manera...”, no alcanzamos a dimensionar el amor de Dios, de tal manera que entregó esa oveja, ese cordero que no había hecho nada malo, Jesucristo estaba en los cielos, lleno de gloria y de majestad, tenía ángeles que le adoraban y le servían, calles de oro, mar de cristal; qué necesidad tenía de venir a humillarse en la tierra, a aparecer como siervo, a lavar los pies de los discípulos, a estar entre los mendigos, entre los leprosos.

Jesucristo nos ama de tal manera que se dio por entero entregó su vida. Dice la palabra de Dios que nadie da más amor que el que da la vida por sus amigos.

En la tierra se sueña con superhéroes, con el que viene a salvar la tierra, pero nadie habla de Jesucristo que es el superhéroe, el Dios todo poderoso, pero ninguno da su vida, ni el mismo Satanás entregó su vida por amor a sus siervos porque en él no hay misericordia, no hay amor ni compasión.

Jesucristo es el Verbo de Dios que dio su vida por nosotros y decía a los fariseos: “hipócritas que dicen, pero no hacen. Jesucristo dijo e hizo, todo lo que predicaba lo hacía.

Jesús no vino a dar cosas materiales porque él tenía un camino más excelente y es nuestra alma. Dios dice en su palabra que dio a su hijo Jesucristo para todo aquel que en él cree no se pierda, mas tenga vida eterna. Somos nosotros los que tomamos la decisión de creer  o no en Jesucristo. 

Dice la palabra de  Dios que la luz vino al mundo y los hombres amaron más las tinieblas que la luz.

Jesucristo dijo: “si el mundo os aborrece sabed que a mí me han aborrecido primero”. A Jesucristo lo aborrecieron porque  predicaba palabra de vida eterna. Él decía yo soy el pan de vida y por eso le aborrecían.

La palabra Dios dice que el que ama a Dios su palabra guardará. Es el que guarda su palabra, no el que va a la iglesia, ni el que hace muchas buenas obras por el prójimo. Dice la palabra de Dios que hay que amar a Dios con toda tu alma, con todo tu corazón. Esto es lo que debe cumplirse y luego vendrán esas buenas obras.

I Juna 4: 8 – 19 (leerlo)

Dice Juan que Dios es amor y que el perfecto amor echa fuera el temor, cuando vienen las circunstancias y las pruebas ese amor se tiene que perfeccionar en nuestras vidas.

Dice que ese amor es el que se tiene que perfeccionar en nuestras vidas porque es fuego de amor es el que nos ayuda a pasar las pruebas.

Dios estuvo con Daniel en el foso de los leones. Por esto Darío dijo hay que temer al Dios que sirve Daniel. Mire lo que es un testimonio y ser fieles a Dios. 

El hacer la voluntad de Dios trae grandes recompensas y galardones. Tenemos que permitir que Dios nos moldee.

Efesios 3: 14 – 21

“Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo, de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra,  para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu; para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor,  seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura,  y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios.  Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros, a él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amén”.

Que sea fortalecido el hombre interior por su Espíritu para que podamos conocer el amor de Dios que excede todo conocimiento.

¿Será que nosotros amamos de esa manera?

Seguramente conociste muchos amores en tu vida, pero cuando Cristo llegó a tu vida todo eso cambió y empezaste a aferrarte a él. Empezaste a decirle: “Señor gracias porque nadie me ha amado como tú me has amado”. Ni el amor de los padres, ni el de los hijos puede llenar el corazón del hombres, solo Dios ha amado de esa manera, con esa entrega.

Dios nos amó sin nosotros merecer ese amor. Cuántas veces nos vamos de su presencia, cuántas veces lo rechazamos y no le creemos.

Hay dos opciones: o dejarlo todo por Cristo o negarlo a él. Y lo negamos cuando no le creemos, cuanto pecamos. 

I Corintios 13

“Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy. Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve. El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece;  no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará. Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos;  mas cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se acabará.  Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; mas cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño.  Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido.  Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor”.

Cuantos han estado arriba y Dios los ha utilizado y ellos han dejado a Dios, y para que Dios los vuelva a utilizar se necesita la misericordia de Dios.

Nos hemos conformado porque tenemos un buen empleo, una buena familia, la provisión. ¿Pero qué de las almas, qué de lo que Dios nos ha mandado a hacer?

Al principio era todo el tiempo leyendo la palabra y entregados a Dios. Hay que volver a ese primer amor.
Usted ama mucho a sus hijos, pero Jesucristo los ama más que usted y ellos están en las manos de Dios. 

Dios ha guardado nuestros hijos porque hay poder en la oración eficaz de justo. Es una oración con fe.

Qué bueno que nuestro Padre celestial se sienta orgulloso de nosotros como nos sentimos a veces de nuestros hijos.

Si la fe es muy grande y no hay amor nada se hace. 

Cuánto nos cuesta servir a aquellos que no nos caen bien. 

Que todo lo que hagamos sea como para el Señor y no como para los hombres.

El amor es sufrido. Todos quieren la medalla, pero cuantos quiere pagar el precio. El amor cuesta sacrificio.

Cuántas veces hemos clamado con lágrimas y Dios ha respondido. Dios nos ha dado respuestas a cada uno de nosotros.

Jesucristo se quedó otro tiempo después de que le dijeron que su amigo estaba enfermo. A nosotros nos dicen lo mismo usted no ora tanto, Jesucristo lo abandonó y no es así. Él no nos abandona.

A Lázaro lo saco de la muerte. A nosotros nos bendice siempre.

El amor es benigno. Jesucristo siempre hizo bien a su prójimo.

El amor no hace nada indebido. Nada indebido.

David no estaba pensando en Urías, en qué Urías era su siervo fiel. David se estaba dejando llevar por la codicia, por tener el placer. 

Por un momento los hombres pierden sus hogares, porque estamos codiciando lo que Dios no nos dio.
Si no estamos firmes resbalamos. 

Cuanto estamos confiados en el Señor, él nos guarda, pero cuántas veces estamos confiados en nosotros mismos. La palabra dice el que esté firme mire que no caiga.

Debemos estar siempre con temor y temblor delante de su presencia, sabiendo que el que hace todas las cosas es él.

I Reyes 3: 16 – 28

“En aquel tiempo vinieron al rey dos mujeres rameras, y se presentaron delante de él.  Y dijo una de ellas: ¡Ah, señor mío! Yo y esta mujer morábamos en una misma casa, y yo di a luz estando con ella en la casa. Aconteció al tercer día después de dar yo a luz, que ésta dio a luz también, y morábamos nosotras juntas; ninguno de fuera estaba en casa, sino nosotras dos en la casa. Y una noche el hijo de esta mujer murió, porque ella se acostó sobre él. Y se levantó a medianoche y tomó a mi hijo de junto a mí, estando yo tu sierva durmiendo, y lo puso a su lado, y puso al lado mío su hijo muerto. Y cuando yo me levanté de madrugada para dar el pecho a mi hijo, he aquí que estaba muerto; pero lo observé por la mañana, y vi que no era mi hijo, el que yo había dado a luz. Entonces la otra mujer dijo: No; mi hijo es el que vive, y tu hijo es el muerto. Y la otra volvió a decir: No; tu hijo es el muerto, y mi hijo es el que vive. Así hablaban delante del rey. 

El rey entonces dijo: Esta dice: Mi hijo es el que vive, y tu hijo es el muerto; y la otra dice: No, mas el tuyo es el muerto, y mi hijo es el que vive. Y dijo el rey: Traedme una espada. Y trajeron al rey una espada. En seguida el rey dijo: Partid por medio al niño vivo, y dad la mitad a la una, y la otra mitad a la otra.  Entonces la mujer de quien era el hijo vivo, habló al rey (porque sus entrañas se le conmovieron por su hijo), y dijo: ¡Ah, señor mío! dad a ésta el niño vivo, y no lo matéis. Mas la otra dijo: Ni a mí ni a ti; partidlo. 

Entonces el rey respondió y dijo: Dad a aquélla el hijo vivo, y no lo matéis; ella es su madre.  Y todo Israel oyó aquel juicio que había dado el rey; y temieron al rey, porque vieron que había en él sabiduría de Dios para juzgar”.

Se necesitaba mucho discernimiento cuando estas mujeres llegaron ante el Rey.

Recuerde que la espada tipifica la palabra de Dios. 

El verdadero amor se demuestra.

Volviendo a I Corintios 13 dice

Que el amor no se irrita. Y nosotros nos irritamos tan fácilmente. Muchas veces fallamos en esto, entonces el amor de Dios no se ha perfeccionado en nuestras vidas. 

Dice la Escritura que la palabra sabia apaga el fuego, que la palabra sabia apaga toda contienda. 

El amor no guarda rencor, para nosotros ser perdonados debemos perdonar. Tenemos que perdonar de todo corazón. 

El amor se demuestra en medio de las pruebas. Es necesario perdonar para que las bendiciones de Dios estén en nuestras vidas. 

Jesucristo cada momento nos perdona. Dice que echa nuestros pecados en el fondo del mar y no se acuerda nunca de ellos. 

Si se puede recuperar la confianza en el hermano cuando se está  en Dios. Que recuperemos la confianza los unos en los otros.

Realmente Dios está restaurando, realmente Dios te puede cambiar, puede traer un cambio en tu vida.
Daniel era un hombre justo y había una verdad que nadie le podía arrebatar. ¿Si somos justos  en todas las cosas?

David era justo y repartía equidad. Nosotros somos justos cuando tenemos  a Cristo reinando en nuestras vidas.

Confía en él y él hará.

Dios hablo de una llenura, de un avivamiento en este lugar, levántate y resplandece.
Somos la niña de los ojos de Dios.

El amor todo lo soporta, el amor nos lleva a soportar tantas cosas.

Tal vez viniste hoy  con ganas de tirar la toalla, pero ¿si has soportado tantas cosas vas a tirar la toalla? ¿Vas a entregar? Jesucristo llegó hasta el final.

Pablo perseguía el pueblo de Dios y el que defendió ese pueblo fue Jesucristo que le dijo: ¿Saulo por qué me persigues?”

 Y pablo después de que recibió a Cristo dijo lo siguiente

Filipenses 3: 8

“Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo,”

Todo lo daba por Cristo, por amor a él Pablo lo perdió todo. 

Ese amor nos impulsa a seguir adelante. Luchar por ese ministerio que Dios me  dio. La bendición que Dios me dio, me las dio Dios y no el hombre.

2 comentarios:

  1. El mensaje paulino, en I Corintios 13, muestra con mucha claridad la esencia del cristiano, bajo la interpretación de caridad o amor y primacía de este sobre la fé y esperanza. Si hablara todas las lenguas...pero si no se tiene amor...de nada sirve..."ese cristianismo profesado"

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