domingo, 29 de marzo de 2015

La fe



Dice la palabra de Dios que la fe es por el oír y el oír por la palabra de Dios.

Acá es la palabra que el Espíritu Santo trae por medio de sus siervos.

La fe significa confianza, creer, obediencia, seguridad.

Dios quiere que tengamos esa fe que vence al mundo, es fe que mueve al mundo. 

Hebreos 11: 1

Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. Porque por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos”.

Tenemos certeza. 

Hebreos 11: 33

que por fe conquistaron reinos, hicieron justicia, alcanzaron promesas, taparon bocas de leones, apagaron fuegos impetuosos, evitaron filo de espada, sacaron fuerzas de debilidad, se hicieron fuertes en batallas, pusieron en fuga ejércitos extranjeros”.

Aquellos hombres del Antiguo Testamento por fe con quistaron muchas cosas, porque le creyeron a Dios.  ¿Nosotros tenemos esa fe?

Por la fe alcanzaron grandes promesas, ¿nosotros alcanzamos siquiera una promesa por la fe? Debemos alcanzar no una sino muchas promesas.

Hebreos 11: 6

Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan”.

Con nuestra incredulidad no agradamos a Dios. 

Es necesario creer que hay galardones para el que busca a Dios.

Lucas 24: 13 – 27

“Y he aquí, dos de ellos iban el mismo día a una aldea llamada Emaús, que estaba a sesenta estadios  de Jerusalén. E iban hablando entre sí de todas aquellas cosas que habían acontecido. Sucedió que mientras hablaban y discutían entre sí, Jesús mismo se acercó, y caminaba con ellos. Mas los ojos de ellos estaban velados, para que no le conociesen. Y les dijo: ¿Qué pláticas son estas que tenéis entre vosotros mientras camináis, y por qué estáis tristes? Respondiendo uno de ellos, que se llamaba Cleofas, le dijo: ¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no has sabido las cosas que en ella han acontecido en estos días? Entonces él les dijo: ¿Qué cosas? Y ellos le dijeron: De Jesús nazareno, que fue varón profeta, poderoso en obra y en palabra delante de Dios y de todo el pueblo; y cómo le entregaron los principales sacerdotes y nuestros gobernantes a sentencia de muerte, y le crucificaron. Pero nosotros esperábamos que él era el que había de redimir a Israel; y ahora, además de todo esto, hoy es ya el tercer día que esto ha acontecido. Aunque también nos han asombrado unas mujeres de entre nosotros, las que antes del día fueron al sepulcro; y como no hallaron su cuerpo, vinieron diciendo que también habían visto visión de ángeles, quienes dijeron que él vive. Y fueron algunos de los nuestros al sepulcro, y hallaron así como las mujeres habían dicho, pero a él no le vieron. Entonces él les dijo: ¡Oh insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho! ¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en su gloria? Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían”.

Iban tristes porque no creían. No creyeron que Jesucristo  iba a resucitar al tercer día. 

Era necesario que el Hijo de Dios padeciera y muriera para quitar el pecado del mundo.

Dijeron que fue varón. No dijeron que “es” porque no creyeron.

Esperábamos, no dijeron estamos esperando o creemos que es el Salvador.

Hace un año Dios nos dio la promesa que de este lugar iba a salir su gloria. Somos insensatos porque no creemos lo que Dios nos dice por medio de sus siervos los profetas. Pero no pagamos el precio de madrugar a llenar el lugar de oración.

¿Estamos preparados para la venida del Señor? Creemos solo por momentos.

Arrebatemos el avivamiento. ¿Va a llegar el Señor y no vamos a ver su promesa?

Juan 11: 38-44

“Jesús, profundamente conmovido otra vez, vino al sepulcro. Era una cueva, y tenía una piedra puesta encima. Dijo Jesús: Quitad la piedra. Marta, la hermana del que había muerto, le dijo: Señor, hiede ya, porque es de cuatro días. Jesús le dijo: ¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios? Entonces quitaron la piedra de donde había sido puesto el muerto. Y Jesús, alzando los ojos a lo alto, dijo: Padre, gracias te doy por haberme oído. Yo sabía que siempre me oyes; pero lo dije por causa de la multitud que está alrededor, para que crean que tú me has enviado. Y habiendo dicho esto, clamó a gran voz: ¡Lázaro, ven fuera! Y el que había muerto salió, atadas las manos y los pies con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: Desatadle, y dejadle ir”.

Dios dice que hay quitar la piedra de la incredulidad.

A Dios se le da lo mejor.

Tenemos que poner nuestra mirada en lo alto, de allá, de Dios viene nuestro auxilio.

Siempre Dios nos oye.

Dio gracias al Padre para que la multitud creyera que el Padre lo había enviado.

Muchas veces tenemos los pies tan atados que no nos dan para caminar con Cristo.

Cuando no hay fe no hay visión ni revelación de la palabra. 

I Samuel 3: 1 – 3

“El joven Samuel ministraba a Jehová en presencia de Elí; y la palabra de Jehová escaseaba en aquellos días; no había visión con frecuencia. Y aconteció un día, que estando Elí acostado en su aposento, cuando sus ojos comenzaban a oscurecerse de modo que no podía ver, Samuel estaba durmiendo en el templo de Jehová, donde estaba el arca de Dios; y antes que la lámpara de Dios fuese apagada”,

Cuando no tenemos esa fe esa lámpara se apaga.

I Samuel 17: 42 – 51

“Y cuando el filisteo miró y vio a David, le tuvo en poco; porque era muchacho, y rubio, y de hermoso parecer. Y dijo el filisteo a David: ¿Soy yo perro, para que vengas a mí con palos? Y maldijo a David por sus dioses. Dijo luego el filisteo a David: Ven a mí, y daré tu carne a las aves del cielo y a las bestias del campo. Entonces dijo David al filisteo: Tú vienes a mí con espada y lanza y jabalina; mas yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has provocado. Jehová te entregará hoy en mi mano, y yo te venceré, y te cortaré la cabeza, y daré hoy los cuerpos de los filisteos a las aves del cielo y a las bestias de la tierra; y toda la tierra sabrá que hay Dios en Israel. Y sabrá toda esta congregación que Jehová no salva con espada y con lanza; porque de Jehová es la batalla, y él os entregará en nuestras manos. Y aconteció que cuando el filisteo se levantó y echó a andar para ir al encuentro de David, David se dio prisa, y corrió a la línea de batalla contra el filisteo. Y metiendo David su mano en la bolsa, tomó de allí una piedra, y la tiró con la honda, e hirió al filisteo en la frente; y la piedra quedó clavada en la frente, y cayó sobre su rostro en tierra Así venció David al filisteo con honda y piedra; e hirió al filisteo y lo mató, sin tener David espada en su mano. Entonces corrió David y se puso sobre el filisteo; y tomando la espada de él y sacándola de su vaina, lo acabó de matar, y le cortó con ella la cabeza. Y cuando los filisteos vieron a su paladín muerto, huyeron”.

Somos esos soldados de Jesucristo que venimos a la oración de guerra a decirle al enemigo que Dios nos estregara en la mano la victoria.

Nosotros creemos que venimos por la recompensa.

Convencidos del que no vemos pero que por fe creemos.

David declaró la palabra con fe: “Dios me dará la victoria”.

No nos presentemos más delante del Señor con incredulidad. Nosotros le servimos a un Dios vivo. Dios no ha hecho cosas maravillosas por nuestra incredulidad.

Hace días Dios nos dijo Iglesia, duermes.  Y hoy seguimos dormidos.

Talita Cumi, levántate y camina.

La fe debe ir acompañada de oración y ayuno. ¿Dónde están los que pagan el precio con oración y ayuno?

Mateo 17: 14 – 21

Cuando llegaron al gentío, vino a él un hombre que se arrodilló delante de él, diciendo: Señor, ten misericordia de mi hijo, que es lunático, y padece muchísimo; porque muchas veces cae en el fuego, y muchas en el agua. Y lo he traído a tus discípulos, pero no le han podido sanar. Respondiendo Jesús, dijo: ¡Oh generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo he de estar con vosotros? ¿Hasta cuándo os he de soportar? Traédmelo acá. Y reprendió Jesús al demonio, el cual salió del muchacho, y éste quedó sano desde aquella hora. Viniendo entonces los discípulos a Jesús, aparte, dijeron: ¿Por qué nosotros no pudimos echarlo fuera? Jesús les dijo: Por vuestra poca fe; porque de cierto os digo, que si tuviereis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: Pásate de aquí allá, y se pasará; y nada os será imposible. Pero este género no sale sino con oración y ayuno”.

Hasta cuándo Dios nos tiene que seguir hablando, hasta cuándo nos tiene que seguir diciendo que nos levantemos.

El compromiso es de todos. 

Cuando no le creemos a Dios el enemigo hace lo que quiere.

Acá se debe vera algo diferente en nosotros en este lugar.

Cambiemos nuestra condición. Enderecemos nuestro caminar, para los que vengan vean en nosotros esa fe que vence al mundo.

Mateo 9: 28 - 29

Y llegado a la casa, vinieron a él los ciegos; y Jesús les dijo: ¿Creéis que puedo hacer esto? Ellos dijeron: Sí, Señor. Entonces les tocó los ojos, diciendo: Conforme a vuestra fe os sea hecho”.

Pondremos las manos sobre los enfermos y serán sanados.

Conforme a lo que creamos recibiremos, está en nosotros recibir mucho o poco. Esto es para todo aquel que cree.

I Timoteo 6: 11- 13

Mas tú, oh hombre de Dios, huye de estas cosas, y sigue la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre.  Pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la vida eterna, a la cual asimismo fuiste llamado, habiendo hecho la buena profesión delante de muchos testigos.  Te mando delante de Dios, que da vida a todas las cosas, y de Jesucristo, que dio testimonio de la buena profesión delante de Poncio Pilato,”

Echa mano de la vida eterna, agárrala.

Jesucristo fue un testimonio de fe acá en la tierra.  

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