La palabra es para que Dios se glorifique y
que no creamos que nosotros somos nada por más problemas que nosotros tengamos.
El enemigo quiere venir a frustrarnos, quiere decirnos: mirá como estás, que
vas a ir a hablarle a otro, mira como está tu familia, mira tus finanzas. No
nos dejemos acusar por las situaciones que estemos viviendo.
Salmos 26: 2
“Escudríñame, oh
Jehová, y pruébame; examina mis íntimos pensamientos y mi corazón”.
Cerremos lo ojos un momento, pidámosle a Dios
con todo nuestro corazón que examine nuestro corazón, que examine nuestra vida.
Señor tu sabes que somos un pueblo que quiere
adorarte, que somos un pueblo que quiere alabarte, mira, Señor, cuánta veces el
enemigo nos ha hecho creer que nosotros no somos nada, tal vez porque estamos
enfermos o por tantas cosas que suceden en nuestras vidas, pero somos grandes
tesoros en tus manos. Padre, tú te
quieres glorificar a través de estos vasos, para ir allá afuera a sacar a otros
que están en aflicción. Nosotros con muchas pruebas y muchas dificultades
tenemos un gozo grande y poderoso en nuestro corazón porque sabemos que tú lo
haces y que nos sacarás, Señor, a victoria y que grandes cosas harás con tu
pueblo, porque tú lo has dicho y tú palabra es verdad y es vida. Tu palabra
dice: “muchas son las aflicciones del justo, pero de todas ellas nos librará Jehová”.
Tu palabra dice que alzaremos los ojos a
los montes porque nuestro socorro viene de Jehová porque él no nos va a dejar
resbalar ni caer, porque él es el que nos sostiene, es el que sustenta su
pueblo. Oh Dios, ayúdanos a ser valientes y esforzados para levantarnos como
leones rugientes y no dejarnos engañar por el enemigo, porque grandes cosas tú
harás con tu pueblo.
Vamos a Éxodo 3: 1 – 6 y luego al 10
“Apacentando
Moisés las ovejas de Jetro su suegro, sacerdote de Madián, llevó las ovejas a
través del desierto, y llegó hasta Horeb, monte de Dios. Y se le apareció el
Angel de Jehová en una llama de fuego en medio de una zarza; y él miró, y vio
que la zarza ardía en fuego, y la zarza no se consumía. Entonces Moisés dijo:
Iré yo ahora y veré esta grande visión, por qué causa la zarza no se quema.
Viendo Jehová que él iba a ver, lo llamó Dios de en medio de la zarza, y dijo:
¡Moisés, Moisés! Y él respondió: Heme aquí. Y dijo: No te acerques; quita tu
calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es. Y dijo:
Yo soy el Dios de tu padre, Dios de Abraham, Dios de Isaac, y Dios de Jacob.
Entonces Moisés cubrió su rostro, porque tuvo miedo de mirar a Dios”.
“Ven,
por tanto, ahora, y te enviaré a Faraón, para que saques de Egipto a mi pueblo,
los hijos de Israel”.
Moisés era hebreo, pero se crió con la
familia real de Egipto, pero cuando vio que era hebreo, se indignó con el trato
que le daban a los de su pueblo, mató a uno de los egipcios. Se tuvo que ir al
desierto. Él no se sentía digno de que el Señor lo utilizara, de que le
hablara. Se sentía que era nada. Cuántas veces nosotros nos hemos sentido así.
Nosotros creemos ser nada porque tenemos muchas
dificultades, porque estamos pasando por tantas cosas. Nos hemos sentido así y hemos
desechado esa palabra tan grande y tan poderosa y todo ese poder que Dios nos
ha dado.
Cuándo venía para acá Dios me hacía ver que
nos hace falta tanto, empezando por este vaso que Dios está utilizando. Hemos
sido tan despilfarradores de la palabra de Dios. Tanto que hemos escuchado.
No se ha manifestado esa gloria de Dios que
él tiene para sus hijos, porque muchas veces tenemos temor de ir a hablar a
otros porque no nos sentimos dignos, Dios no quiere más eso. Mire el propósito
tan grande que Dios tenía con Moisés y éste negándose.
Pensamos que el pecado que confesamos y que
Dios nos perdonó, pensamos que todavía está en nosotros.
Dios nos está diciendo hoy, quita el calzado,
quita ese pecado, quita ese temor, quita ese miedo, porque yo te necesito para
cosas grandes. Porque yo te necesito para libertar a mi pueblo.
No te niegues porque te sientes enfermo,
porque tienes deudas ¿por eso crees que no eres nada? “Si yo voy a mostrar mi
gloria en mis hijos”. Es necesario que todas estas cosas acontezcan para que
nosotros podamos tener fe.
En Jeremías 15: 19 dice: “Si entresacares lo
precioso de lo vil serás como mi boca”. Moisés saco la hermosura que había en
él y pudo ser lo boca de Dios, desnudó su corazón delante de Jehová y después
de esto hablaba cara a cara con él y dice la escritura que el rostro le alumbraba
tanto que el pueblo le pedía que se cubriera porque no podían soportar ese
resplandor, esa presencia de Dios que había en él. En el pueblo había pecado
por eso no soportaban la presencia de Moisés. Era un pueblo que Dios había
sacado con prodigios y con maravillas de Egipto, lo mismo que a nosotros, Dios
nos ha sacado con todas esas maravillas.
Qué estamos esperando. Saquemos eso hermoso,
eso precioso que hay en nuestras vidas, no escondamos más lo hermoso y lo
maravilloso que Dios ha puesto en cada uno de nosotros.
II Samuel 12: 1- en adelante
“Jehová envió a Natán
a David;y viniendo a él, le dijo: Había dos hombres en una ciudad, el uno rico,
y el otro pobre. El rico tenía numerosas ovejas y vacas; pero el pobre no tenía
más que una sola corderita, que él había comprado y criado, y que había crecido
con él y con sus hijos juntamente, comiendo de su bocado y bebiendo de su vaso,
y durmiendo en su seno; y la tenía como a una hija. Y vino uno de camino al
hombre rico; y éste no quiso tomar de sus ovejas y de sus vacas, para guisar
para el caminante que había venido a él, sino que tomó la oveja de aquel hombre
pobre, y la preparó para aquel que había venido a él. Entonces se encendió el
furor de David en gran manera contra aquel hombre, y dijo a Natán: Vive Jehová,
que el que tal hizo es digno de muerte. Y debe pagar la cordera con cuatro
tantos, porque hizo tal cosa, y no tuvo misericordia. Entonces dijo Natán a
David: Tú eres aquel hombre. Así ha dicho Jehová, Dios de Israel: Yo te ungí
por rey sobre Israel, y te libré de la mano de Saúl, y te di la casa de tu señor, y las mujeres de
tu señor en tu seno; además te di la casa de Israel y de Judá; y si esto fuera
poco, te habría añadido mucho más. ¿Por qué, pues, tuviste en poco la palabra
de Jehová, haciendo lo malo delante de sus ojos? A Urías heteo heriste a
espada, y tomaste por mujer a su mujer, y a él lo mataste con la espada de los
hijos de Amón. Por lo cual ahora no se apartará jamás de tu casa la espada, por
cuanto me menospreciaste, y tomaste la mujer de Urías heteo para que fuese tu
mujer. Así ha dicho Jehová: He aquí yo haré levantar el mal sobre ti de tu
misma casa, y tomaré tus mujeres delante de tus ojos, y las daré a tu prójimo,
el cual yacerá con tus mujeres a la vista del sol. Porque tú lo hiciste en
secreto; mas yo haré esto delante de todo Israel y a pleno sol. Entonces dijo
David a Natán: Pequé contra Jehová. Y Natán dijo a David: También Jehová ha remitido
tu pecado; no morirás. Mas por cuanto con este asunto hiciste blasfemar a los
enemigos de Jehová, el hijo que te ha nacido ciertamente morirá.
Y Natán se volvió
a su casa. Y Jehová hirió al niño que la mujer de Urías había dado a David, y
enfermó gravemente. Entonces David rogó a Dios por el niño; y ayunó David, y
entró, y pasó la noche acostado en tierra. Y se levantaron los ancianos de su
casa, y fueron a él para hacerlo levantar de la tierra; mas él no quiso, ni
comió con ellos pan. Y al séptimo día murió el niño; y temían los siervos de David
hacerle saber que el niño había muerto, diciendo entre sí: Cuando el niño aún
vivía, le hablábamos, y no quería oír nuestra voz; ¿cuánto más se afligirá si
le decimos que el niño ha muerto? Mas David, viendo a sus siervos hablar entre
sí, entendió que el niño había muerto; por lo que dijo David a sus siervos: ¿Ha
muerto el niño? Y ellos respondieron: Ha muerto.
Entonces David se
levantó de la tierra, y se lavó y se ungió, y cambió sus ropas, y entró a la
casa de Jehová, y adoró. Después vino a su casa, y pidió, y le pusieron pan, y
comió. Y le dijeron sus siervos: ¿Qué es esto que has hecho? Por el niño,
viviendo aún, ayunabas y llorabas; y muerto él, te levantaste y comiste pan. Y
él respondió: Viviendo aún el niño, yo ayunaba y lloraba, diciendo: ¿Quién sabe
si Dios tendrá compasión de mí, y vivirá el niño? Mas ahora que ha muerto,
¿para qué he de ayunar? ¿Podré yo hacerle volver? Yo voy a él, mas él no
volverá a mí. Y consoló David a Betsabé su mujer, y llegándose a ella durmió
con ella; y ella le dio a luz un hijo, y llamó su nombre Salomón, al cual amó
Jehová,”
David inmediatamente reconoció su pecado y
Dios por eso también inmediatamente le perdonó y lo bendijo con Salomón. Por
ese reconocer y arrepentirse, Dios le dio una victoria muy grande.
Cuando el niño murió no se le dio lo que
David estaba pidiendo y sin embargo David siguió adorando a Dios.
I Samuel 15: 3 y luego nos vamos al 7
“Ve,
pues, y hiere a Amalec, y destruye todo lo que tiene, y no te apiades de él;
mata a hombres, mujeres, niños, y aun los de pecho, vacas, ovejas, camellos y
asnos”.
I Samuel 15: 7- 21
“Y Saúl derrotó a
los amalecitas desde Havila hasta llegar a Shur, que está al oriente de Egipto.
Y tomó vivo a Agag rey de Amalec, pero a
todo el pueblo mató a filo de espada. Y Saúl y el pueblo perdonaron a Agag, y a
lo mejor de las ovejas y del ganado mayor, de los animales engordados, de los
carneros y de todo lo bueno, y no lo quisieron destruir; mas todo lo que era vil
y despreciable destruyeron. Y vino palabra de Jehová a Samuel, diciendo: Me
pesa haber puesto por rey a Saúl, porque se ha vuelto de en pos de mí, y no ha
cumplido mis palabras. Y se apesadumbró Samuel, y clamó a Jehová toda aquella
noche. Madrugó luego Samuel para ir a encontrar a Saúl por la mañana; y fue
dado aviso a Samuel, diciendo: Saúl ha venido a Carmel, y he aquí se levantó un
monumento, y dio la vuelta, y pasó adelante y descendió a Gilgal. Vino, pues,
Samuel a Saúl, y Saúl le dijo: Bendito seas tú de Jehová; yo he cumplido la
palabra de Jehová. Samuel entonces dijo: ¿Pues qué balido de ovejas y bramido
de vacas es este que yo oigo con mis oídos? Y Saúl respondió: De Amalec los han
traído; porque el pueblo perdonó lo mejor de las ovejas y de las vacas, para
sacrificarlas a Jehová tu Dios, pero lo demás lo destruimos. Entonces dijo
Samuel a Saúl: Déjame declararte lo que Jehová me ha dicho esta noche. Y él le
respondió: Di. Y dijo Samuel: Aunque eras pequeño en tus propios ojos, ¿no has
sido hecho jefe de las tribus de Israel, y Jehová te ha ungido por rey sobre
Israel? Y Jehová te envió en misión y
dijo: Ve, destruye a los pecadores de Amalec, y hazles guerra hasta que los
acabes. ¿Por qué, pues, no has oído la voz de Jehová, sino que vuelto al botín
has hecho lo malo ante los ojos de Jehová? Y Saúl respondió a Samuel: Antes
bien he obedecido la voz de Jehová, y fui a la misión que Jehová me envió, y he
traído a Agag rey de Amalec, y he destruido a los amalecitas. Mas el pueblo
tomó del botín ovejas y vacas, las primicias del anatema, para ofrecer
sacrificios a Jehová tu Dios en Gilgal”.
Saúl se justificó y fue desechado.
Muchas veces Dios nos habla por algunos vasos
y nos enojamos, hasta nos habla con los de afuera y seguimos patinando en el
mismo error.
Cuando nos justificamos estamos escondiendo
nuestro pecado y añadimos otro pecado al justificarnos, porque si Dios nos está
hablando a través de un vaso, no debemos enojarnos sino que debemos hacer caso
a lo que Dios nos dice y darle gracias a Dios porque nos está hablando y que
nos está diciendo en que estamos fallando.
Saquemos lo hermoso que hay en nuestros
corazones, dejémoslo fluir lo que el Espíritu Santo pone en nuestro corazón.
Muchas veces detenemos un abrazo para un hermano, si Dios lo pone en el corazón
hagámoslo, si nos pone en el corazón llamar a un hermano, llamémoslo. Si Dios
nos pone a hacer algo hagámoslo, no importa que nos digan hasta ridículos.
Yo vivo en una urbanización con dos parques y
uno de ellos se llena de viciosos en la noche. El Señor me puso en el corazón
que predicara en ese parque. Pero me daba temor porque de pronto mi hijo estaba
en la droga. Dios me puso: “Ve y predica que Dios sacará a tu hijo de los malos
paso”.
Si tienes un hijo que está en el vicio y Dios
te pone a predicarles a otros que están en el vicio, Satanás va a venir a
burlarse de ti, tú le responderás: “yo sé que mi redentor vive y él lo va a
sacar de ahí”.
No tengas temor de hablas no importa en la
situación que estés.
Pablo tenía un ojo enfermo y él oraba y
clamaba y oraba por enfermos y eran sanados. Él no se dejaba acusar del diablo
porque estaba enfermo y no pensaba que él era nada, porque él sabía que era un
vaso precioso para el Señor.
No importa la situación, no importa las
circunstancias, no importa como esté tu esposa, tus hijos. Satanás tiene que
soltar las vidas de nuestros hijos, él nos tiene que soltar.
Mi hijo adolescente se metió en las drogas,
yo me le arrimaba para abrazarlo y él me rechazaba, yo sabía lo que estaba
operando en él. Yo insistía y clamaba por él, y le decía al enemigo lo tienes
que soltar. No me dejé doblegar porque el Señor me ayudó, porque me fortalecí
en Cristo. Muchas veces me tocaba dejarlo en la calle tres horas y él me decía:
“déjeme entrar, tengo hambre”. Yo le decía: “las horas que te tuve que esperar
a que llegaras, me tendrás que esperar a que yo habrá”. Yo me quedaba orando y
leyendo la Biblia y el me repetía: “mamá tengo hambre” y yo le contestaba: “Acá
está la nevera llena para qué se fue a
pasar hambre allá afuera”. Hoy le doy la gloria a Dios porque es técnico de
aviación.
Gálatas 5:9
“Un
poco de levadura leuda toda la masa”.
Un poquito pecado leuda todo esto tan lindo
que Dios nos ha dado. Dañamos todo.
No nos dejemos acusar más por el enemigo.
Dios nos va a levantar. Dios va a hacer maravillas con su pueblo.
Tu cabeza erguida porque Dios hará
maravillas.
Todos aquellos que se han sentido como nada,
el enemigo ha pisoteado sus vidas. Dios va a hacer maravillas con su pueblo y
todo ojo lo verá, solamente dispón tu corazón, saca de ti lo hermoso que Dios
ha puesto. Dios no quiere que guardes más lo hermoso que él te ha dado.
Jeremías 13: 26-27
“Yo,
pues, descubriré también tus faldas delante de tu rostro, y se manifestará tu
ignominia, tus adulterios, tus relinchos, la maldad de tu fornicación sobre los
collados; en el campo vi tus abominaciones. ¡Ay de ti, Jerusalén! ¿No serás al
fin limpia? ¿Cuánto tardarás tú en purificarte?”
Dios dice que va a sacar de nosotros esos
relinchos. Cuántas veces hemos relinchado cuando Dios nos habla.
Éxodo 34: 1-10
“Y Jehová dijo a
Moisés: Alísate dos tablas de piedra como las primeras, y escribiré sobre esas
tablas las palabras que estaban en las tablas primeras que quebraste.
Prepárate, pues, para mañana, y sube de mañana al monte de Sinaí, y preséntate
ante mí sobre la cumbre del monte. Y no suba hombre contigo, ni parezca alguno
en todo el monte; ni ovejas ni bueyes pazcan delante del monte. Y Moisés alisó
dos tablas de piedra como las primeras; y se levantó de mañana y subió al monte
Sinaí, como le mandó Jehová, y llevó en su mano las dos tablas de piedra. Y
Jehová descendió en la nube, y estuvo allí con él, proclamando el nombre de
Jehová. Y pasando Jehová por delante de él, proclamó: ¡Jehová! ¡Jehová! fuerte,
misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad;
que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el
pecado, y que de ningún modo tendrá por inocente al malvado; que visita la
iniquidad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos, hasta
la tercera y cuarta generación. Entonces Moisés, apresurándose, bajó la cabeza
hacia el suelo y adoró. Y dijo: Si ahora, Señor, he hallado gracia en tus ojos,
vaya ahora el Señor en medio de nosotros; porque es un pueblo de dura cerviz; y
perdona nuestra iniquidad y nuestro pecado, y tómanos por tu heredad. Y él
contestó: He aquí, yo hago pacto delante de todo tu pueblo; haré maravillas que
no han sido hechas en toda la tierra, ni en nación alguna, y verá todo el
pueblo en medio del cual estás tú, la obra de Jehová; porque será cosa tremenda
la que yo haré contigo”.
Dios quiere que volvamos a retomar todos los
mandamientos.
Solamente podemos hacer ese nuevo pacto con
Dios.
Dios dice hoy: Hagamos hoy ese pacto.
Perdónanos oh Dios de Israel porque hoy hemos invalidado ese
pacto, porque hemos sido rebeldes, porque no hemos creído en tu palabra. Señor
nosotros hacemos hoy ese pacto contigo, hoy nosotros creemos a tu voz. Te clamamos
por esas almas que están allá afuera.
Hoy el enemigo no tendrá nada de que
acusarnos, no importa lo que haya en nuestras familias, pero tú nos has puesto
a predicar y si el enemigo viene acusarnos nosotros le declararemos la palabra:
escrito está: Dios es grande y poderoso y él sacará mi familia de ahí, de donde
esté, él los sacará porque el enemigo no podrá hacernos frente. Dios está con
nosotros y hará maravillas en su pueblo. Padre que podamos estar desnudos,
desprovistos para poder ver tu gloria, desnudos totalmente, mira Señor cuántas
cosas te ha ofendido tú las conoces bendito Rey, ayúdanos a sacarlas de nuestro
corazón, de nuestras vidas, ayúdanos, Señor, que seamos valientes, que seamos
esforzados, que seamos valientes para seguir adelante. No importa lo que
estemos pasando.
Padre nosotros hemos retardado la bendición y
cuando estuvimos en ella no la supimos valorar. Ahora Padre, tú sabes que hemos
reconocido nuestro pecado como David y lo que viene es mejor, es más grande,
más poderoso. Ahora hemos aprendido a valorarlo. Gracias Dios mío, Señor te
clamamos por tu pueblo, por tu Iglesia. Padre, en el mundo entero, mira que hay
un pueblo de corazón sincero que te busca. Señor, que seamos tu mismo cuerpo,
que seamos tu mismo espíritu. Padre te clamamos por ellos donde quiera que se
encuentren, ayúdales, Señor, a estar desnudos para ver tu gloria. Ayúdanos, te
necesitamos, Señor, necesitamos ver tu gloria, necesitamos alumbra, Señor, como
Moisés, Señor, que estaba en tu
presencia, oh Dios de Israel y alumbraba por donde quiera que iba. Gracias
bendito Rey. En Cristo Jesús te damos muchas gracias, amén y amén, Bendito
Padre.