domingo, 31 de enero de 2016

El pueblo de Dios al cual perteneces



I Pedro 2: 9 – 10

“Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable;  vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, pero que ahora sois pueblo de Dios; que en otro tiempo no habíais alcanzado misericordia, pero ahora habéis alcanzado misericordia”.

Inicialmente los gentiles no pertenecía al pueblo de Dios, el pueblo de Dios era sólo el pueblo de Israel. Si Jesucristo no hubiera venido a la tierra no estaríamos acá reunidos en oración.

Somos pueblo y queremos que otros entren a ese pueblo porque esa es la voluntad de Dios y pone los ministerios para predicar y traer la gente que está afuera y que es para salvación porque Jesucristo dio la vida por todos.

1.       Dios había escogido  a Abraham y a su descendencia como su pueblo.

Génesis 12: 1

Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré.  Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición”.

La fe era tan grande que salió de estar cómodo a vivir en tiendas. La fe de Abraham era tan grande que cuando Dios le pidió que sacrificara al hijo, cuando iba hacia el lugar de sacrificio. Le dijo a los siervos: “Esperen acá que yo y el muchacho iremos hasta allí adoraremos y regresaremos a vosotros”. Él sabía que no iba a sacrificar al muchacho porque Dios se lo había daño en promesa, sabía que Dios lo estaba probando.

2.       Linaje escogido 

¿Por qué Dios dice que somos linaje escogido ahora, si era el linaje de Abraham, el pueblo de Israel?

Romanos 11: 17 - 24

Pues si algunas de las ramas fueron desgajadas, y tú, siendo olivo silvestre, has sido injertado en lugar de ellas, y has sido hecho participante de la raíz y de la rica savia del olivo, no te jactes contra las ramas; y si te jactas, sabe que no sustentas tú a la raíz, sino la raíz a ti.  Pues las ramas, dirás, fueron desgajadas para que yo fuese injertado.  Bien; por su incredulidad fueron desgajadas, pero tú por la fe estás en pie. No te ensoberbezcas, sino teme. Porque si Dios no perdonó a las ramas naturales, a ti tampoco te perdonará. Mira, pues, la bondad y la severidad de Dios; la severidad ciertamente para con los que cayeron, pero la bondad para contigo, si permaneces en esa bondad; pues de otra manera tú también serás cortado. Y aun ellos, si no permanecieren en incredulidad, serán injertados, pues poderoso es Dios para volverlos a injertar. Porque si tú fuiste cortado del que por naturaleza es olivo silvestre, y contra naturaleza fuiste injertado en el buen olivo, ¿cuánto más éstos, que son las ramas naturales, serán injertados en su propio olivo?”

El pueblo de Israel es el olivo real, los gentiles el olivo silvestre, Jesucristo es la raíz de ese olivo y es él el que sustenta las ramas y al injertarnos a nosotros Cristo nos sustenta a nosotros.

El pueblo de Israel entré en desobediencia y nosotros fuimos recibidos. Debemos orar por Israel para que se convierta.

Dios por su misericordia nos injertó en el olivo real y no es que haya cambiado de opinión que primero escogió a Israel y luego a los gentiles. Miremos  que no cambió.

Génesis 12: 3

Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra”.

Dios nos bendijo desde Abraham.  Y también en

Gálatas 3: 7-8

Sabed, por tanto, que los que son de fe, éstos son hijos de Abraham. Y la Escritura, previendo que Dios había de justificar por la fe a los gentiles, dio de antemano la buena nueva a Abraham, diciendo: En ti serán benditas todas las naciones”.

Desde Abraham Dios vio que nos iba a recibir a todos. No es que Dios haya cambiado de opinión sino que desde el principio nos bendijo.

Somos pueblo de Dios porque dice en Juan 1: 12: “A todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre les dio potestad de ser hechos hijos de Dios”. Y permanecemos en el pueblo por la fe y por la obediencia.

3.       Real Sacerdocio

Somos real sacerdocio porque dice en

Apocalipsis 1: 6

y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén”.

Cristo nos hizo reyes y sacerdotes por su sangre preciosa. Además desde el antiguo pacto:

Éxodo 19: 5 – 6 

Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra. Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes, y gente santa. Estas son las palabras que dirás a los hijos de Israel”.

Estas son las palabras que dirás al pueblo de Dios, a los que recibieron a Cristo como Señor y Salvador.
Para pertenecer necesitamos guardar el pacto de Dios.

Somos especial tesoro para Dios. Que estamos haciendo creyéndole al diablo que no vamos a conseguir lo que estamos pidiendo a Dios en su perfecta voluntad si somos especial tesoro para Dios.

Nosotros somos distintos, somos diferentes a todos los demás pueblos de la tierra. Somos tan distintos que tenemos por gobernante al Rey de reyes y Señor de señores. 

 Apocalipsis 5: 9-10

y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación; y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra”.
Vamos a reinar sobre la tierra, está escrito.

4.       Nación Santa

En Éxodo 19: 6 también dice que seremos para él gente santa.

Por eso en la oración primero pedimos perdón, luego ofrecemos sacrificio de alabanza y oración para entrar al lugar santísimo.

Nación: Conjunto de personas de un mismo origen y que generalmente hablan un mismo idioma y tienen una tradición común.

Nosotros cumplimos, somos un grupo, tenemos el mismo origen al haber recibido a Jesucristo, hablamos un mismo idioma, hablamos de Jesucristo y tenemos esa tradición común.

Pueblo: Conjunto de personas de un lugar, región o país.  País con gobierno independiente.

Esto también lo cumplimos pues nos gobierna el Espíritu Santo. 

5.       Pueblo Adquirido por Dios

I Corintios 6: 19

“¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?  Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios”.

Nosotros no nos pertenecemos a nosotros mismos. Nuestro cuerpo debemos cuidarlo para Dios. 

Fuimos comprados por precio. Ese precio es la sangre de Jesucristo. Es un precio muy alto el que valemos.

6.        Dios adquirió el pueblo para qué

Lo dice en 1 Pedro 2: 9

“Para anunciar las virtudes de aquel que nos llamó de las tinieblas a la luz admirable”.

Para anunciar las virtudes de Jesucristo.

6.1.  El sacerdote en el antiguo pacto

Hebreos 9 Leerlo todo.

Leámoslo con cuidado porque está la comparación del viejo y el nuevo pacto.

El templo se dividía en tres: Atrio, lugar santo y lugar santísimo. En el atrio estaba el pueblo, al lugar santo entraban los sacerdotes varias veces al año y al lugar santísimo no entraba sino el sumo sacerdote y solo una vez al año, y lo hacía luego de ofrecer sacrificio de sangre por él y por el pueblo.

Había unos velos que no permitían la vista de un lugar a otro.

6.2. En el nuevo pacto. 

 También vemos en Hebreos 9 que Jesucristo sumo sacerdote, ofreció el sacrificio de su sangre por los pecados de la humanidad, no por él porque él no tenía pecado. Y lo hizo de una vez y para siempre. 

Mateo 27:51

“Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; y la tierra tembló, y las rocas se partieron;”

El velo se rasgó de arriba abajo y nosotros podemos entra al lugar santísimo.

Ese es la función del pueblo entrar al lugar santísimo para salir a anunciar las virtudes de aquel que nos llamó de las tinieblas a la luz admirable.

Nosotros somos distintos. Pidámosle al Señor “no que nos saque del mundo sino que nos libre del mal”. Pidámosle que entendamos que somos de su pueblo y estamos bajo sus órdenes. Somos un pueblo elegido, somos linaje escogido, un pueblo adquirido por Dios por precio de sangre.

domingo, 24 de enero de 2016

Quién soy



Dígale al que está al lado: “yo soy un bendito, yo tengo autoridad y poder por Jesucristo”.

Usted no vale por lo que tiene en la billetera, valemos por lo que tenemos en Jesucristo.

Apocalipsis 3: 16 – 19

Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca. Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo. Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas. Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete”.

¿Cuál es nuestra posición, frío, tibio o caliente?

Cuando andamos en ambivalencia: ni frio ni caliente, lo que producimos es fastidio ante los ojos de Dios.

Dios quiere un pueblo firme, un pueblo bien parado, un pueblo establecido en las promesas de Dios, no un pueblo que titubee, un pueblo que hoy cree y mañana no creo.

Dios quiere un pueblo que esté en el fuego, calientico.

Cuando andamos en tibieza no vemos la bendición de Dios.

El conocimiento de la palabra funciona, pero para el que anda en santidad, para el que esté comprometido con Dios, para el que anda en cara descubierta con Dios.

Cuando no teníamos a Cristo no éramos nada, éramos miserables, ciegos y desventurados. 

Cuando vinimos a Cristo, él nos abrió nuestros ojos espirituales para que entendiéramos su voluntad, su palabra.

Cuando recibimos a Cristo, recibimos heredad, salvación y vida eterna, recibimos promesas de Dios. 

A veces nos dejamos desdibujar por el enemigo.

El oro es de realeza y nosotros somos reyes y sacerdotes en Cristo el Señor.

El fuego nos purifica de todo pecado, de toda contaminación y podemos entra a poseer las grandes promesas del reino del cielo.

Nos viste de ropas blancas, estamos vestidos para Cristo el Señor. 

La unción del Espíritu Santo de Dios.

Dios nos dice que nos arrepintamos porque se nos olvida lo que somos en Jesucristo. Nos dejamos engañar del enemigo que nos dice que no somos nada.

Juan 3: 35

“El Padre ama al Hijo, y todas las cosas ha entregado en su mano”.

Acá está hablando de Jesucristo. Nosotros somos hijos de él y aplica para nosotros. 

El Padre ama al hijo, a usted y a mí.  Nos ama tanto que dio su vida por nosotros y nos tiene aquí en este lugar. 

Todas las cosas las ha entregado en las manos del hijo. 

Usted, lo de su hijo, no se lo va a dar al extraño, menos Dios, lo del hijo se lo da al hijo.

¿Por qué pues dejamos ir la bendición si Dios la puso en nuestras manos? 

Acá ya no está diciendo: soy su hijo, su bendito. 

Si Dios puso su confianza en nosotros ¿por qué lo estamos defraudando?

Dios nos da cosas buenas, cosas que nos levantan y nos edifican.

I Samuel 17: 4-11

“Salió entonces del campamento de los filisteos un paladín, el cual se llamaba Goliat, de Gat, y tenía de altura seis codos y un palmo. Y traía un casco de bronce en su cabeza, y llevaba una cota de malla; y era el peso de la cota cinco mil siclos de bronce. Sobre sus piernas traía grebas de bronce, y jabalina de bronce entre sus hombros. El asta de su lanza era como un rodillo de telar, y tenía el hierro de su lanza seiscientos siclos de hierro; e iba su escudero delante de él. Y se paró y dio voces a los escuadrones de Israel, diciéndoles: ¿Para qué os habéis puesto en orden de batalla? ¿No soy yo el filisteo, y vosotros los siervos de Saúl? Escoged de entre vosotros un hombre que venga contra mí. Si él pudiere pelear conmigo, y me venciere, nosotros seremos vuestros siervos; y si yo pudiere más que él, y lo venciere, vosotros seréis nuestros siervos y nos serviréis. Y añadió el filisteo: Hoy yo he desafiado al campamento de Israel; dadme un hombre que pelee conmigo. Oyendo Saúl y todo Israel estas palabras del filisteo, se turbaron y tuvieron gran miedo”.

La posición del pueblo: se turbaron y tuvieron miedo. Se dejaron descrestar de la apariencia del hombre, del gigante. Así nos pasa nos sentimos como nada ante el enemigo que se nos presenta como un gigante. No somos capaces de enfrentarle, sabiendo que nosotros tenemos poder. 

El enemigo se muestra fuerte y muy armado, pero más grande es el poder de Dios. 

El enemigo es creatura y Dios es creador. La creatura nunca será mayor que el creador. 

Declarémosle al enemigo que nosotros somos benditos de Dios. 

El enemigo trata de desanimarnos y de acusarnos para que no vengamos a las guerras espirituales.

El enemigo vocifera es escandaloso, pero si venimos con palabra de unción tiene que huir. 

Saúl siendo rey escogido por Dios y si era escogido por Dios Él lo iba a respaldar. A veces no entendemos que tenemos las armas que Dios nos dio. 

Nos da miedo cuando el enemigo pone situaciones en nuestra vida y en lugar de reprender nos da miedo y no utilizamos las armas que Dios nos dio

I Samuel 17: 15-16

Pero David había ido y vuelto, dejando a Saúl, para apacentar las ovejas de su padre en Belén. Venía, pues, aquel filisteo por la mañana y por la tarde, y así lo hizo durante cuarenta días”.

El enemigo no se cansa, nosotros a veces si lo hacemos. Cuarenta días repitiendo lo mismo. El enemigo pone la misma tentación en todo tiempo, repitámosle la palabra, repitámosle lo mismo.

I Samuel 17: 24

Y todos los varones de Israel que veían aquel hombre huían de su presencia, y tenían gran temor”.
¿Cuántas veces nosotros huimos del enemigo porque no estamos comprometidos con Dios? Porque no queremos consagrarnos. Estamos llamados a militar delante de la presencia de Dios, a estar consagrados a Dios.

I Samuel 17: 32 – 47

“Y dijo David a Saúl: No desmaye el corazón de ninguno a causa de él; tu siervo irá y peleará contra este filisteo. Dijo Saúl a David: No podrás tú ir contra aquel filisteo, para pelear con él; porque tú eres muchacho, y él un hombre de guerra desde su juventud.  David respondió a Saúl: Tu siervo era pastor de las ovejas de su padre; y cuando venía un león, o un oso, y tomaba algún cordero de la manada, salía yo tras él, y lo hería, y lo libraba de su boca; y si se levantaba contra mí, yo le echaba mano de la quijada, y lo hería y lo mataba. Fuese león, fuese oso, tu siervo lo mataba; y este filisteo incircunciso será como uno de ellos, porque ha provocado al ejército del Dios viviente.  Añadió David: Jehová, que me ha librado de las garras del león y de las garras del oso, él también me librará de la mano de este filisteo. Y dijo Saúl a David: Ve, y Jehová esté contigo.  Y Saúl vistió a David con sus ropas, y puso sobre su cabeza un casco de bronce, y le armó de coraza. Y ciñó David su espada sobre sus vestidos, y probó a andar, porque nunca había hecho la prueba. Y dijo David a Saúl: Yo no puedo andar con esto, porque nunca lo practiqué. Y David echó de sí aquellas cosas. Y tomó su cayado en su mano, y escogió cinco piedras lisas del arroyo, y las puso en el saco pastoril, en el zurrón que traía, y tomó su honda en su mano, y se fue hacia el filisteo. Y el filisteo venía andando y acercándose a David, y su escudero delante de él. Y cuando el filisteo miró y vio a David, le tuvo en poco; porque era muchacho, y rubio, y de hermoso parecer.  Y dijo el filisteo a David: ¿Soy yo perro, para que vengas a mí con palos? Y maldijo a David por sus dioses. Dijo luego el filisteo a David: Ven a mí, y daré tu carne a las aves del cielo y a las bestias del campo.  Entonces dijo David al filisteo: Tú vienes a mí con espada y lanza y jabalina; mas yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has provocado.  Jehová te entregará hoy en mi mano, y yo te venceré, y te cortaré la cabeza, y daré hoy los cuerpos de los filisteos a las aves del cielo y a las bestias de la tierra; y toda la tierra sabrá que hay Dios en Israel. Y sabrá toda esta congregación que Jehová no salva con espada y con lanza; porque de Jehová es la batalla, y él os entregará en nuestras manos”.

Goliat era un incircunciso, no era hijo de Dios, David era un ungido de Dios.

Yo soy hijo de Dios, siervo del Dios viviente.

David siendo un muchacho dándole cátedra a un rey.

Que no nos den cátedra los de afuera. 

David se declaró un guerrero y eso somos nosotros. El guerrero va y pelea, está dispuesto a no dejarse quitar nada. 

David era un hombre esforzado. ¿Usted lo es?

Saúl estaba viendo al gigante con sus ojos carnales. 

David estaba convencido que la fuerza que Dios le daba para matar un león o a un oso era la misma que Dios le daba para enfrentar al enemigo. 

La fuerza que Dios te dio en el pasado para salir de diferentes situaciones, es la misma que Dios te da hoy para derribar las artimañas del enemigo.

Yo soy libre y el que me libertó a mí, liberta también a mi familia. 
 
Saúl armó a David terrenalmente, pero eso no le servía a David. ¿Cuántas veces nos armamos de nuestro ego y nuestra autosuficiencia?  y nosotros sin Dios no podemos hacer nada. 

No le podemos admitir al enemigo cosas extrañas en nuestras vidas que no van con Dios, como nuestra autosuficiencia. David se sacudió y a nosotros nos toca sacudirnos de lo que nos está quitando la identidad que tenemos en Jesucristo. 

Dios manda que usted se sacuda lo que le está  impidiendo el ser libre.  Mi protección es Cristo., mi bendición es Cristo.

David le declaró al filisteo la palabra, lo que tenía, saque usted lo precioso que tiene, la palabra y declárela al enemigo. 

El enemigo nos sacude las finanzas, el hogar y nos sentimos desarmados, sabiendo que en realidad tenemos armas poderosas en Cristo. 

Nosotros pertenecemos a los escuadrones del Dios vivo.  

Dígale al enemigo: “no me has provocado a mí sino al Dios de los ejércitos, al Dios de Israel”, y el enemigo tiene que postrarse ante el Dios de Israel. 

David declaró victoria. Declárele a la situación: Jehová hoy me entrega la victoria, hoy te venceré, hoy declaro que estoy en bendición, hoy me declaro vencedor.

El problema hay que cortarlo de raíz. 

Lucas 15: 19-31

Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros. Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó. Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo. Pero el padre dijo a sus siervos: Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies. Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta; porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Y comenzaron a regocijarse. Y su hijo mayor estaba en el campo; y cuando vino, y llegó cerca de la casa, oyó la música y las danzas; y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello. Él le dijo: Tu hermano ha venido; y tu padre ha hecho matar el becerro gordo, por haberle recibido bueno y sano. Entonces se enojó, y no quería entrar. Salió por tanto su padre, y le rogaba que entrase. Mas él, respondiendo, dijo al padre: He aquí, tantos años te sirvo, no habiéndote desobedecido jamás, y nunca me has dado ni un cabrito para gozarme con mis amigos. Pero cuando vino este tu hijo, que ha consumido tus bienes con rameras, has hecho matar para él el becerro gordo. El entonces le dijo: Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas”.

Tenemos gran provisión en la casa del Padre, pero no hacemos uso de ella.

Nos desposeemos de la primogenitura que tenemos. Somos hijos y nos rebajamos. Perdemos lo que tenemos. 

Somos dignos porque Jesucristo nos compró con su sangre. Él nos llamó.

No nos sintamos menos. Vallemos mucho para Dios. 

Lo que siente Dios por nosotros cuando volvemos a su camino, a su rebaño. Cuando nos vamos siente tristeza, pero siente alegría cuando regresamos. Lo primero que hace, cuando regresamos arrepentidos, nos toma en su regazo.

El padre los  siguió viendo como su hijo por el arrepentimiento.  

Dios nos ve como hijos cuando nos arrepentimos de corazón.

Hay fiesta cuando volvemos al Cristo el Señor. Es mayor la unción que la que tenía antes. 

Cuántas veces Dios nos ha buscado: “no te salgas hijo, levántate, yo soy tu sustentador”.

Tú siempre estás conmigo y todas mis cosas son tuyas.

¿Dios puede decir eso de nosotros?

A veces no nos sentimos con derechos y no tomamos lo que Dios nos ha dado. No nos hemos sentido dignos de disfrutar lo que Dios nos ha dado.

Juan 17: 10

y todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y he sido glorificado en ellos”.

Dios se ha glorificado en nosotros que somos su pueblo, su cuerpo. 

Juan 17: 22

La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno”.

Estamos diseñados para ver la gloria de Dios en todo tiempo y en todo lugar.  Cuando no la vemos es porque no somos uno con el Padre.

domingo, 17 de enero de 2016

Desnudos para ver su gloria



La palabra es para que Dios se glorifique y que no creamos que nosotros somos nada por más problemas que nosotros tengamos. El enemigo quiere venir a frustrarnos, quiere decirnos: mirá como estás, que vas a ir a hablarle a otro, mira como está tu familia, mira tus finanzas. No nos dejemos acusar por las situaciones que estemos viviendo.

Salmos 26: 2

“Escudríñame, oh Jehová, y pruébame; examina mis íntimos pensamientos y mi corazón”.

Cerremos lo ojos un momento, pidámosle a Dios con todo nuestro corazón que examine nuestro corazón, que examine nuestra vida.

Señor tu sabes que somos un pueblo que quiere adorarte, que somos un pueblo que quiere alabarte, mira, Señor, cuánta veces el enemigo nos ha hecho creer que nosotros no somos nada, tal vez porque estamos enfermos o por tantas cosas que suceden en nuestras vidas, pero somos grandes tesoros en tus manos. Padre,  tú te quieres glorificar a través de estos vasos, para ir allá afuera a sacar a otros que están en aflicción. Nosotros con muchas pruebas y muchas dificultades tenemos un gozo grande y poderoso en nuestro corazón porque sabemos que tú lo haces y que nos sacarás, Señor, a victoria y que grandes cosas harás con tu pueblo, porque tú lo has dicho y tú palabra es verdad y es vida. Tu palabra dice: “muchas son las aflicciones del justo, pero de todas ellas nos librará Jehová”. Tu  palabra dice que alzaremos los ojos a los montes porque nuestro socorro viene de Jehová porque él no nos va a dejar resbalar ni caer, porque él es el que nos sostiene, es el que sustenta su pueblo. Oh Dios, ayúdanos a ser valientes y esforzados para levantarnos como leones rugientes y no dejarnos engañar por el enemigo, porque grandes cosas tú harás con tu pueblo.

Vamos a Éxodo 3: 1 – 6 y luego al 10

Apacentando Moisés las ovejas de Jetro su suegro, sacerdote de Madián, llevó las ovejas a través del desierto, y llegó hasta Horeb, monte de Dios. Y se le apareció el Angel de Jehová en una llama de fuego en medio de una zarza; y él miró, y vio que la zarza ardía en fuego, y la zarza no se consumía. Entonces Moisés dijo: Iré yo ahora y veré esta grande visión, por qué causa la zarza no se quema. Viendo Jehová que él iba a ver, lo llamó Dios de en medio de la zarza, y dijo: ¡Moisés, Moisés! Y él respondió: Heme aquí. Y dijo: No te acerques; quita tu calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es. Y dijo: Yo soy el Dios de tu padre, Dios de Abraham, Dios de Isaac, y Dios de Jacob. Entonces Moisés cubrió su rostro, porque tuvo miedo de mirar a Dios”.

Ven, por tanto, ahora, y te enviaré a Faraón, para que saques de Egipto a mi pueblo, los hijos de Israel”.

Moisés era hebreo, pero se crió con la familia real de Egipto, pero cuando vio que era hebreo, se indignó con el trato que le daban a los de su pueblo, mató a uno de los egipcios. Se tuvo que ir al desierto. Él no se sentía digno de que el Señor lo utilizara, de que le hablara. Se sentía que era nada. Cuántas veces nosotros nos hemos sentido así.

Nosotros creemos ser nada porque tenemos muchas dificultades, porque estamos pasando por tantas cosas. Nos hemos sentido así y hemos desechado esa palabra tan grande y tan poderosa y todo ese poder que Dios nos ha dado.

Cuándo venía para acá Dios me hacía ver que nos hace falta tanto, empezando por este vaso que Dios está utilizando. Hemos sido tan despilfarradores de la palabra de Dios. Tanto que hemos escuchado.

No se ha manifestado esa gloria de Dios que él tiene para sus hijos, porque muchas veces tenemos temor de ir a hablar a otros porque no nos sentimos dignos, Dios no quiere más eso. Mire el propósito tan grande que Dios tenía con Moisés y éste negándose.

Pensamos que el pecado que confesamos y que Dios nos perdonó, pensamos que todavía está en nosotros.
Dios nos está diciendo hoy, quita el calzado, quita ese pecado, quita ese temor, quita ese miedo, porque yo te necesito para cosas grandes. Porque yo te necesito para libertar a mi pueblo.

No te niegues porque te sientes enfermo, porque tienes deudas ¿por eso crees que no eres nada? “Si yo voy a mostrar mi gloria en mis hijos”. Es necesario que todas estas cosas acontezcan para que nosotros podamos tener fe.

En Jeremías 15: 19 dice: “Si entresacares lo precioso de lo vil serás como mi boca”. Moisés saco la hermosura que había en él y pudo ser lo boca de Dios, desnudó su corazón delante de Jehová y después de esto hablaba cara a cara con él y dice la escritura que el rostro le alumbraba tanto que el pueblo le pedía que se cubriera porque no podían soportar ese resplandor, esa presencia de Dios que había en él. En el pueblo había pecado por eso no soportaban la presencia de Moisés. Era un pueblo que Dios había sacado con prodigios y con maravillas de Egipto, lo mismo que a nosotros, Dios nos ha sacado con todas esas maravillas.

Qué estamos esperando. Saquemos eso hermoso, eso precioso que hay en nuestras vidas, no escondamos más lo hermoso y lo maravilloso que Dios ha puesto en cada uno de nosotros.

II Samuel 12: 1- en adelante

“Jehová envió a Natán a David;y viniendo a él, le dijo: Había dos hombres en una ciudad, el uno rico, y el otro pobre. El rico tenía numerosas ovejas y vacas; pero el pobre no tenía más que una sola corderita, que él había comprado y criado, y que había crecido con él y con sus hijos juntamente, comiendo de su bocado y bebiendo de su vaso, y durmiendo en su seno; y la tenía como a una hija. Y vino uno de camino al hombre rico; y éste no quiso tomar de sus ovejas y de sus vacas, para guisar para el caminante que había venido a él, sino que tomó la oveja de aquel hombre pobre, y la preparó para aquel que había venido a él. Entonces se encendió el furor de David en gran manera contra aquel hombre, y dijo a Natán: Vive Jehová, que el que tal hizo es digno de muerte. Y debe pagar la cordera con cuatro tantos, porque hizo tal cosa, y no tuvo misericordia. Entonces dijo Natán a David: Tú eres aquel hombre. Así ha dicho Jehová, Dios de Israel: Yo te ungí por rey sobre Israel, y te libré de la mano de Saúl,  y te di la casa de tu señor, y las mujeres de tu señor en tu seno; además te di la casa de Israel y de Judá; y si esto fuera poco, te habría añadido mucho más. ¿Por qué, pues, tuviste en poco la palabra de Jehová, haciendo lo malo delante de sus ojos? A Urías heteo heriste a espada, y tomaste por mujer a su mujer, y a él lo mataste con la espada de los hijos de Amón. Por lo cual ahora no se apartará jamás de tu casa la espada, por cuanto me menospreciaste, y tomaste la mujer de Urías heteo para que fuese tu mujer. Así ha dicho Jehová: He aquí yo haré levantar el mal sobre ti de tu misma casa, y tomaré tus mujeres delante de tus ojos, y las daré a tu prójimo, el cual yacerá con tus mujeres a la vista del sol. Porque tú lo hiciste en secreto; mas yo haré esto delante de todo Israel y a pleno sol. Entonces dijo David a Natán: Pequé contra Jehová. Y Natán dijo a David: También Jehová ha remitido tu pecado; no morirás. Mas por cuanto con este asunto hiciste blasfemar a los enemigos de Jehová, el hijo que te ha nacido ciertamente morirá. 

Y Natán se volvió a su casa. Y Jehová hirió al niño que la mujer de Urías había dado a David, y enfermó gravemente. Entonces David rogó a Dios por el niño; y ayunó David, y entró, y pasó la noche acostado en tierra. Y se levantaron los ancianos de su casa, y fueron a él para hacerlo levantar de la tierra; mas él no quiso, ni comió con ellos pan. Y al séptimo día murió el niño; y temían los siervos de David hacerle saber que el niño había muerto, diciendo entre sí: Cuando el niño aún vivía, le hablábamos, y no quería oír nuestra voz; ¿cuánto más se afligirá si le decimos que el niño ha muerto? Mas David, viendo a sus siervos hablar entre sí, entendió que el niño había muerto; por lo que dijo David a sus siervos: ¿Ha muerto el niño? Y ellos respondieron: Ha muerto. 

Entonces David se levantó de la tierra, y se lavó y se ungió, y cambió sus ropas, y entró a la casa de Jehová, y adoró. Después vino a su casa, y pidió, y le pusieron pan, y comió. Y le dijeron sus siervos: ¿Qué es esto que has hecho? Por el niño, viviendo aún, ayunabas y llorabas; y muerto él, te levantaste y comiste pan. Y él respondió: Viviendo aún el niño, yo ayunaba y lloraba, diciendo: ¿Quién sabe si Dios tendrá compasión de mí, y vivirá el niño? Mas ahora que ha muerto, ¿para qué he de ayunar? ¿Podré yo hacerle volver? Yo voy a él, mas él no volverá a mí. Y consoló David a Betsabé su mujer, y llegándose a ella durmió con ella; y ella le dio a luz un hijo, y llamó su nombre Salomón, al cual amó Jehová,”

David inmediatamente reconoció su pecado y Dios por eso también inmediatamente le perdonó y lo bendijo con Salomón. Por ese reconocer y arrepentirse, Dios le dio una victoria muy grande.

Cuando el niño murió no se le dio lo que David estaba pidiendo y sin embargo David siguió adorando a Dios.

I Samuel 15: 3 y luego nos vamos al 7

Ve, pues, y hiere a Amalec, y destruye todo lo que tiene, y no te apiades de él; mata a hombres, mujeres, niños, y aun los de pecho, vacas, ovejas, camellos y asnos”.

I Samuel 15: 7- 21

“Y Saúl derrotó a los amalecitas desde Havila hasta llegar a Shur, que está al oriente de Egipto.  Y tomó vivo a Agag rey de Amalec, pero a todo el pueblo mató a filo de espada. Y Saúl y el pueblo perdonaron a Agag, y a lo mejor de las ovejas y del ganado mayor, de los animales engordados, de los carneros y de todo lo bueno, y no lo quisieron destruir; mas todo lo que era vil y despreciable destruyeron. Y vino palabra de Jehová a Samuel, diciendo: Me pesa haber puesto por rey a Saúl, porque se ha vuelto de en pos de mí, y no ha cumplido mis palabras. Y se apesadumbró Samuel, y clamó a Jehová toda aquella noche. Madrugó luego Samuel para ir a encontrar a Saúl por la mañana; y fue dado aviso a Samuel, diciendo: Saúl ha venido a Carmel, y he aquí se levantó un monumento, y dio la vuelta, y pasó adelante y descendió a Gilgal. Vino, pues, Samuel a Saúl, y Saúl le dijo: Bendito seas tú de Jehová; yo he cumplido la palabra de Jehová. Samuel entonces dijo: ¿Pues qué balido de ovejas y bramido de vacas es este que yo oigo con mis oídos? Y Saúl respondió: De Amalec los han traído; porque el pueblo perdonó lo mejor de las ovejas y de las vacas, para sacrificarlas a Jehová tu Dios, pero lo demás lo destruimos. Entonces dijo Samuel a Saúl: Déjame declararte lo que Jehová me ha dicho esta noche. Y él le respondió: Di. Y dijo Samuel: Aunque eras pequeño en tus propios ojos, ¿no has sido hecho jefe de las tribus de Israel, y Jehová te ha ungido por rey sobre Israel?  Y Jehová te envió en misión y dijo: Ve, destruye a los pecadores de Amalec, y hazles guerra hasta que los acabes. ¿Por qué, pues, no has oído la voz de Jehová, sino que vuelto al botín has hecho lo malo ante los ojos de Jehová? Y Saúl respondió a Samuel: Antes bien he obedecido la voz de Jehová, y fui a la misión que Jehová me envió, y he traído a Agag rey de Amalec, y he destruido a los amalecitas. Mas el pueblo tomó del botín ovejas y vacas, las primicias del anatema, para ofrecer sacrificios a Jehová tu Dios en Gilgal”.

Saúl se justificó y fue desechado.

Muchas veces Dios nos habla por algunos vasos y nos enojamos, hasta nos habla con los de afuera y seguimos patinando en el mismo error. 

Cuando nos justificamos estamos escondiendo nuestro pecado y añadimos otro pecado al justificarnos, porque si Dios nos está hablando a través de un vaso, no debemos enojarnos sino que debemos hacer caso a lo que Dios nos dice y darle gracias a Dios porque nos está hablando y que nos está diciendo en que estamos fallando. 

Saquemos lo hermoso que hay en nuestros corazones, dejémoslo fluir lo que el Espíritu Santo pone en nuestro corazón. Muchas veces detenemos un abrazo para un hermano, si Dios lo pone en el corazón hagámoslo, si nos pone en el corazón llamar a un hermano, llamémoslo. Si Dios nos pone a hacer algo hagámoslo, no importa que nos digan hasta ridículos. 

Yo vivo en una urbanización con dos parques y uno de ellos se llena de viciosos en la noche. El Señor me puso en el corazón que predicara en ese parque. Pero me daba temor porque de pronto mi hijo estaba en la droga. Dios me puso: “Ve y predica que Dios sacará a tu hijo de los malos paso”.

Si tienes un hijo que está en el vicio y Dios te pone a predicarles a otros que están en el vicio, Satanás va a venir a burlarse de ti, tú le responderás: “yo sé que mi redentor vive y él lo va a sacar de ahí”.

No tengas temor de hablas no importa en la situación que estés.

Pablo tenía un ojo enfermo y él oraba y clamaba y oraba por enfermos y eran sanados. Él no se dejaba acusar del diablo porque estaba enfermo y no pensaba que él era nada, porque él sabía que era un vaso precioso para el Señor.

No importa la situación, no importa las circunstancias, no importa como esté tu esposa, tus hijos. Satanás tiene que soltar las vidas de nuestros hijos, él nos tiene que soltar.

Mi hijo adolescente se metió en las drogas, yo me le arrimaba para abrazarlo y él me rechazaba, yo sabía lo que estaba operando en él. Yo insistía y clamaba por él, y le decía al enemigo lo tienes que soltar. No me dejé doblegar porque el Señor me ayudó, porque me fortalecí en Cristo. Muchas veces me tocaba dejarlo en la calle tres horas y él me decía: “déjeme entrar, tengo hambre”. Yo le decía: “las horas que te tuve que esperar a que llegaras, me tendrás que esperar a que yo habrá”. Yo me quedaba orando y leyendo la Biblia y el me repetía: “mamá tengo hambre” y yo le contestaba: “Acá está la nevera  llena para qué se fue a pasar hambre allá afuera”. Hoy le doy la gloria a Dios porque es técnico de aviación.

Gálatas 5:9 

Un poco de levadura leuda toda la masa”.

Un poquito pecado leuda todo esto tan lindo que Dios nos ha dado. Dañamos todo.

No nos dejemos acusar más por el enemigo. Dios nos va a levantar. Dios va a hacer maravillas con su pueblo.

Tu cabeza erguida porque Dios hará maravillas.

Todos aquellos que se han sentido como nada, el enemigo ha pisoteado sus vidas. Dios va a hacer maravillas con su pueblo y todo ojo lo verá, solamente dispón tu corazón, saca de ti lo hermoso que Dios ha puesto. Dios no quiere que guardes más lo hermoso que él te ha dado.

Jeremías 13: 26-27

Yo, pues, descubriré también tus faldas delante de tu rostro, y se manifestará tu ignominia, tus adulterios, tus relinchos, la maldad de tu fornicación sobre los collados; en el campo vi tus abominaciones. ¡Ay de ti, Jerusalén! ¿No serás al fin limpia? ¿Cuánto tardarás tú en purificarte?”
Dios dice que va a sacar de nosotros esos relinchos. Cuántas veces hemos relinchado cuando Dios nos habla.

Éxodo 34: 1-10

“Y Jehová dijo a Moisés: Alísate dos tablas de piedra como las primeras, y escribiré sobre esas tablas las palabras que estaban en las tablas primeras que quebraste. Prepárate, pues, para mañana, y sube de mañana al monte de Sinaí, y preséntate ante mí sobre la cumbre del monte. Y no suba hombre contigo, ni parezca alguno en todo el monte; ni ovejas ni bueyes pazcan delante del monte. Y Moisés alisó dos tablas de piedra como las primeras; y se levantó de mañana y subió al monte Sinaí, como le mandó Jehová, y llevó en su mano las dos tablas de piedra. Y Jehová descendió en la nube, y estuvo allí con él, proclamando el nombre de Jehová. Y pasando Jehová por delante de él, proclamó: ¡Jehová! ¡Jehová! fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad; que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado, y que de ningún modo tendrá por inocente al malvado; que visita la iniquidad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos, hasta la tercera y cuarta generación. Entonces Moisés, apresurándose, bajó la cabeza hacia el suelo y adoró. Y dijo: Si ahora, Señor, he hallado gracia en tus ojos, vaya ahora el Señor en medio de nosotros; porque es un pueblo de dura cerviz; y perdona nuestra iniquidad y nuestro pecado, y tómanos por tu heredad. Y él contestó: He aquí, yo hago pacto delante de todo tu pueblo; haré maravillas que no han sido hechas en toda la tierra, ni en nación alguna, y verá todo el pueblo en medio del cual estás tú, la obra de Jehová; porque será cosa tremenda la que yo haré contigo”.

Dios quiere que volvamos a retomar todos los mandamientos.

Solamente podemos hacer ese nuevo pacto con Dios.

Dios dice hoy: Hagamos hoy ese pacto.

Perdónanos oh  Dios de Israel porque hoy hemos invalidado ese pacto, porque hemos sido rebeldes, porque no hemos creído en tu palabra. Señor nosotros hacemos hoy ese pacto contigo, hoy nosotros creemos a tu voz. Te clamamos por esas almas que están allá afuera.

Hoy el enemigo no tendrá nada de que acusarnos, no importa lo que haya en nuestras familias, pero tú nos has puesto a predicar y si el enemigo viene acusarnos nosotros le declararemos la palabra: escrito está: Dios es grande y poderoso y él sacará mi familia de ahí, de donde esté, él los sacará porque el enemigo no podrá hacernos frente. Dios está con nosotros y hará maravillas en su pueblo. Padre que podamos estar desnudos, desprovistos para poder ver tu gloria, desnudos totalmente, mira Señor cuántas cosas te ha ofendido tú las conoces bendito Rey, ayúdanos a sacarlas de nuestro corazón, de nuestras vidas, ayúdanos, Señor, que seamos valientes, que seamos esforzados, que seamos valientes para seguir adelante. No importa lo que estemos pasando. 

Padre nosotros hemos retardado la bendición y cuando estuvimos en ella no la supimos valorar. Ahora Padre, tú sabes que hemos reconocido nuestro pecado como David y lo que viene es mejor, es más grande, más poderoso. Ahora hemos aprendido a valorarlo. Gracias Dios mío, Señor te clamamos por tu pueblo, por tu Iglesia. Padre, en el mundo entero, mira que hay un pueblo de corazón sincero que te busca. Señor, que seamos tu mismo cuerpo, que seamos tu mismo espíritu. Padre te clamamos por ellos donde quiera que se encuentren, ayúdales, Señor, a estar desnudos para ver tu gloria. Ayúdanos, te necesitamos, Señor, necesitamos ver tu gloria, necesitamos alumbra, Señor, como Moisés, Señor,  que estaba en tu presencia, oh Dios de Israel y alumbraba por donde quiera que iba. Gracias bendito Rey. En Cristo Jesús te damos muchas gracias, amén y amén, Bendito Padre.