¿En verdad le hemos creído a Dios cuando
hemos pasado por tribulaciones, por pruebas? ¿Nos hemos sostenido ahí parados
como esos baluartes, como esas columnas y a pesar de lo que pase decirle: Señor
aquí estoy? Pase lo que pase yo sé que tú estás conmigo. O estamos como los discípulos
en esa barca que aunque Jesús estaba con ellos no creyeron que todo saldría
bien y saldría bien porque allí estaba Jesús.
Muchas veces no creemos. Sabiendo que Jesús
sabe que estamos pasando por esa situación.
Isaías 43: 8-12
“Sacad
al pueblo ciego que tiene ojos, y a los sordos que tienen oídos. Congréguense a
una todas las naciones, y júntense todos los pueblos. ¿Quién de ellos hay que
nos dé nuevas de esto, y que nos haga oír las cosas primeras? Presenten sus
testigos, y justifíquense; oigan, y digan: Verdad es. Vosotros sois mis testigos, dice Jehová, y mi
siervo que yo escogí, para que me conozcáis y creáis, y entendáis que yo mismo
soy; antes de mí no fue formado dios, ni lo será después de mí. Yo, yo Jehová,
y fuera de mí no hay quien salve. Yo anuncié, y salvé, e hice oír, y no hubo
entre vosotros dios ajeno. Vosotros, pues, sois mis testigos, dice Jehová, que
yo soy Dios”.
Muchas veces somos como esas personas, ese
pueblo ciego que no quiere entender, no quiere entender las cosas grandes y
maravillosas que Dios hace en cada huno de nosotros. Vemos las circunstancias.
Hace tiempos el Espíritu Santo nos ha venido
hablando de su misericordia, de que esa mano poderosa no ha parado y en todo momento
está ahí con nosotros. Somos ese pueblo
ciego y sordo que no quiere ver ni entender, ese propósito que Dios tiene en
nosotros.
“Digan verdad es” que Dios es poderoso, que
Dios es grande, que en todo momento a pesar de las pruebas por las que estemos
pasando, Dios está ahí porque no nos ha faltado vestido y comida y no ha faltado
nada.
Esa tempestad tan tremenda que cayó esta
semana y por muy fuerte que hubiera llovido, al otro día salió el sol.
Por muy fuerte que sea lo que estemos
pasando, veremos el sol, veremos un nuevo amanecer.
Dios a través de la naturaleza nos enseña que
es un Dios misericordioso. Dios permite situaciones en nuestras vidas para
formar nuestro carácter, la autoridad, la templanza, para que creamos
firmemente que dependemos de Él, no de nuestras propias fuerzas.
Dependemos totalmente de aquel que nos formó, de aquel que sabe y conoce
todas nuestras necesidades.
Nosotros somos su pueblo. Dios quiere que lo
conozcamos, lo entendamos y le creamos. No hay otro dios, solo Yahvé.
Cuántos nos apropiamos de somos reyes y
sacerdotes, pero muchas veces el enemigo nos gana y nos hace ver como nada.
Hoy es un día diferente y mañana será mejor.
Cada día será mejor para nosotros que somos hijos.
Jehová es el que pelea, lucha y batalla por
cada uno de nosotros.
Quien te puede salvar sino solo Dios, quién nos
rescató de ese mundo de perdición en que estábamos. Solo Cristo se compadeció
de nosotros. Nos quiso escoger a nosotros.
Solo la mano poderosa de Dios puede sacarnos
adelante y darnos salvación.
Una columna no se puede caer tiene que estar
siempre firme.
Nosotros somos esos testigos porque hemos
visto las maravillas que Dios ha hecho en cada uno de nosotros. Nosotros somos los testigos, no los de
afuera.
Sobre qué estás
edificando
¿Sobre la roca firme que se llama Jesucristo
o sobre la arena?
Lucas 6: 46-49
“¿Por qué me
llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo? Todo aquel que viene a mí, y
oye mis palabras y las hace, os indicaré a quién es semejante. Semejante es al
hombre que al edificar una casa, cavó y ahondó y puso el fundamento sobre la
roca; y cuando vino una inundación, el río dio con ímpetu contra aquella casa,
pero no la pudo mover, porque estaba fundada sobre la roca. Mas el que oyó y no
hizo, semejante es al hombre que edificó su casa sobre tierra, sin fundamento;
contra la cual el río dio con ímpetu, y luego cayó, y fue grande la ruina de
aquella casa”.
¿Por qué decimos: Señor, Señor, y no
obedecemos?
¿Sobre qué cimiento estás edificando sobre
esa roca que es Jesucristo o sobre esa arena?
Si no estamos sobre la roca podemos caer muy
hondo.
Si estamos parados sobre la roca nada nos
mueve. Si estoy ahí y pongo mi esperanza en Dios, él lo hará todo y solamente
me moveré por el poder de su Espíritu Santo, sólo él me podrá guiar. Pero si no
oímos esa voz ese castillo se derrumbará, se bien todo a pique.
Cuando caemos queremos salir de la presencia
de Dios, y queremos retirarnos de la presencia de Dios, pero ahí es donde más
lo debemos buscar. Le decimos a Dios: no tengo fuerzas. Cuando Dios dice que él
da nuevas fuerzas al cansado y multiplica las fuerzas al que no tiene ninguna.
¿Cuántos ponen la confianza en el hombre?
Isaías 30: 1-3
“¡Ay de los hijos que se apartan, dice
Jehová, para tomar consejo, y no de mí; para cobijarse con cubierta, y no de mi espíritu, añadiendo pecado a pecado! Que se
apartan para descender a Egipto, y no han preguntado de mi boca; para
fortalecerse con la fuerza de Faraón, y poner su esperanza en la sombra de
Egipto. Pero la fuerza de Faraón se os cambiará en vergüenza, y el amparo en la
sombra de Egipto en confusión”.
Cuántos vuelven a Egipto: A cuántos Dios dice
que los va a bendecir y ponen la mirada en el hombre diciendo: yo sé que Dios
va a tocar el corazón de tal varón y ponen la confianza en ese hombre en vez de
ponerla en Dios que lo prometió.
Pero cuántos también, Oyen que Dios les dice
te voy a bendecir y pasan los días y los meses y no llega la bendición, sin
embargo dice: yo le creo a Dios que dijo que me va a bendecir.
No volvamos a Egipto, a fortalecernos en el
Faraón, en el consejo de hombre. Fortalezcámonos en el consejo de Dios.
La sabiduría humana nos lleva a la perdición
y la sabiduría de Dios es la que nos enriquece. Ponemos nuestra esperanza en
hombre y mujeres. Cuando quien nos llena de amor es Dios.
Las puertas que Dios cierra nadie las puede
abrir y las puertas que Dios abre nadie las puede cerrar.
Dios cumplirá su propósito en cada uno de
nosotros.
No pongamos la confianza en un faraón que
está ahí, pero que no tiene poder y sabe que está vencido.
Salmo 121: 1
“Alzaré mis ojos a
los montes; ¿De dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene de Jehová, que hizo
los cielos y la tierra”.
Tu asilo y tu socorro viene de Dios que hizo
los cielos y la tierra.
Salmo 121:3
“No
dará tu pie al resbaladero, ni se dormirá el que te guarda”.
Por muy torpes que seamos, no nos dejará caer,
no nos dejara desviar, nos enderezará.
Salmo 121: 4 - 6
“He
aquí, no se adormecerá ni dormirá el que guarda a Israel. Jehová es tu
guardador; Jehová es tu sombra a tu mano derecha. El sol no te fatigará de día,
ni la luna de noche”.
No te fatigarás no importa lo que estés
pasando
Salmo 121:7 -8
“Jehová
te guardará de todo mal; Él guardará tu alma. Jehová guardará tu salida y tu entrada
desde ahora y para siempre”.
Es una promesa ¿por qué querer volver atrás?
Es creerle a Dios en el tiempo de la
dificultad.
Al enemigo hay que sacarlo con la palabra
como hizo Jesucristo.
Escrito está no tienes poder sobre mí ni
sobre mi familia. Escrito está que yo soy un hijo de Dios. Escrito está que mi
hijo no es tuyo es de Dios. Escrito está que Jesucristo se llevó las
enfermedades en la cruz del Calvario. Fuimos comprados a precio de sangre y por
sus llagas somos sanados. Escrito está que no tiene poder ni autoridad sobre
nuestras mentes.
Solamente es declarar la palabra de Dios:
escrito está: “Todo lo podemos en Cristo Jesús que nos fortalece”.
El paralítico le creyó a Cristo cuando le
preguntó: ¿qué quieres que haga por ti?
Jesús quiere escuchar de nuestra boca que
queremos que haga en nosotros.
¿El que te formó no te puede sanar?
No creamos más a lo que el enemigo nos quiere
poner. Declaremos la palabra que no solo de pan vive el hombre sino de toda
palabra que sale de la boca de Dios, de tu boca y de la mía.
Escrito está que yo veré la gloria de Dios,
escrito está que yo seré levantado y transformado por el poder de Dios. Escrito
está que yo estaré en los lugares celestiales con mi Padre y él me servirá la
cena y me pondrá esa corona sobre la cabeza y me dirá: venid a mi bendito
porque has hecho lo que te he mandado a hacer.
Dios nos ha dicho: cuando pases por el agua
no te ahogarás, cuando pases por el fuego no te quemarás, yo estoy contigo. No
te vas a quedar con ese problema. No te vas a quedar ahí.
Dios nos da miles de promesas por medio de su
palabra, la demanda es amar a Dios sobre todas las cosas y andar en santidad.
Deuteronomio 1: 21-33
“Mira,
Jehová tu Dios te ha entregado la tierra; sube y toma posesión de ella, como
Jehová el Dios de tus padres te ha dicho; no temas ni desmayes. Y vinisteis a
mí todos vosotros, y dijisteis: Enviemos varones delante de nosotros que nos
reconozcan la tierra, y a su regreso nos traigan razón del camino por donde
hemos de subir, y de las ciudades adonde hemos de llegar. Y el dicho me pareció
bien; y tomé doce varones de entre vosotros, un varón por cada tribu. Y se
encaminaron, y subieron al monte, y llegaron hasta el valle de Escol, y
reconocieron la tierra. Y tomaron en sus manos del fruto del país, y nos lo
trajeron, y nos dieron cuenta, y dijeron: Es buena la tierra que Jehová nuestro
Dios nos da. Sin embargo, no quisisteis subir, antes fuisteis rebeldes al mandato
de Jehová vuestro Dios; y murmurasteis en vuestras tiendas, diciendo: Porque
Jehová nos aborrece, nos ha sacado de tierra de Egipto, para entregarnos en
manos del amorreo para destruirnos. ¿A dónde subiremos? Nuestros hermanos han
atemorizado nuestro corazón, diciendo: Este pueblo es mayor y más alto que
nosotros, las ciudades grandes y amuralladas hasta el cielo; y también vimos
allí a los hijos de Anac. Entonces os dije: No temáis, ni tengáis miedo de
ellos. Jehová vuestro Dios, el cual va delante de vosotros, él peleará por
vosotros, conforme a todas las cosas que hizo por vosotros en Egipto delante de
vuestros ojos. Y en el desierto has visto que Jehová tu Dios te ha traído, como
trae el hombre a su hijo, por todo el camino que habéis andado, hasta llegar a
este lugar. Y aun con esto no creísteis a Jehová vuestro Dios, quien iba
delante de vosotros por el camino para reconoceros el lugar donde habíais de
acampar, con fuego de noche para mostraros el camino por donde anduvieseis, y
con nube de día”.
¿Cuándo Dios te da una promesa tu arrebatas?
Dios siempre dice: ve toma posesión. Te lo he
dado. Está en cada uno apropiarse de lo que Dios le da.
El pueblo mandó espías y el líder dijo: me
pareció bien.
Vienen voces extrañas, vienen otras voces a
desanimarnos.
Todas las cosas requieren de un esfuerzo. Creyéndole
a Dios y batallando nos esforzamos.
A veces nos parece bien escuchar otra voz.
Esa tierra era fértil, pero ellos creyeron
más a los gigantes.
Murmuramos muchas veces y tenemos a Dios por mentiroso.
Dios nunca dijo que el enemigo los iba a destruir, dijo que iba a entregar el
enemigo en sus manos.
Dios no quiere mal para nosotros.
El enemigo viene a poner temor en nuestros
corazones y viene a poner duda. No creerle a Dios, a nuestro Padre lo que nos
dice, es pecado.
Siempre Dios va a estar ahí peleando por ti.
Aun viendo milagros no se le cree a Dios.
Cristo no pudo hacer muchos milagros en su
pueblo por la dureza de sus corazones. Muchas veces no puede hacer milagro en
nuestras vidas por la dureza de nuestros corazones, porque no le hemos creído,
pero él todos los días quiere hacer milagros en nuestras vidas.
Hay una alabanza que dice: Dios quiere hacer
un milagro en tu vida, prepárate para recibirlo, el cielo se tendrá que abrir
porque ha dicho, Dios que él te va a bendecir.
Apropiémonos de los ministerios, Dios nos
quiere preparar para las almas que vienen.
Deuteronomio 33: 27
“El
eterno Dios es tu refugio, Y acá abajo los brazos eternos; él echó de delante de ti al enemigo, y dijo:
Destruye”.
Dios dice: te he dado poder, destruye.
Isaías 44: 21 -22
“Acuérdate
de estas cosas, oh Jacob, e Israel, porque mi siervo eres. Yo te formé, siervo
mío eres tú; Israel, no me olvides. Yo deshice como una nube tus rebeliones, y
como niebla tus pecados; vuélvete a mí, porque yo te redimí”.
Pon tu nombre ahí.
Acuérdate de las promesas. Somos sus siervos.
Él nos formó y tiene un propósito. No nos olvidemos de Dios. Yo te saqué de ese mundo de perdición.
Vuélvete a mí.
Realmente es acertado el mensaje de este post, ya que muy frecuentemente nos olvidamos de que el Maestro esta con nosotros y dejamos de comportarnos como discípulos.
ResponderEliminarGracias Leonardo es una predicación de alguien de nuestro grupo. dios te bendice
ResponderEliminar