Ese lugar secreto con Dios es su presencia.
Jeremías 23: 16
“Así ha
dicho Jehová de los ejércitos: No escuchéis las palabras de los profetas que os
profetizan; os alimentan con vanas esperanzas; hablan visión de su propio
corazón, no de la boca de Jehová”.
Pasamos al versículo 18:
“Porque
¿quién estuvo en el secreto de Jehová, y vio, y oyó su palabra? ¿Quién estuvo
atento a su palabra, y la oyó?”
Pasamos al versículo 22 al 25
“Pero
si ellos hubieran estado en mi secreto, habrían hecho oír mis palabras a mi
pueblo, y lo habrían hecho volver de su mal camino, y de la maldad de sus
obras. ¿Soy yo Dios de cerca solamente, dice Jehová, y no Dios desde muy lejos?
¿Se ocultará alguno, dice Jehová, en escondrijos que yo no lo vea? ¿No lleno
yo, dice Jehová, el cielo y la tierra? Yo he oído lo que aquellos profetas
dijeron, profetizando mentira en mi nombre, diciendo: Soñé, soñé”.
Está hablando a cada uno de nosotros, pero en
el momento estaba hablando a los profetas. Jeremías hablaba palabra fuerte
porque el pueblo no quería arrepentirse y algunos falsos profetas le decían al
pueblo que estaba bien.
El Rey Sedequías no escuchó la palabra de
Dios he hizo lo que él quiso, cuántas veces nosotros no escuchamos la palabra
de Dios y hacemos nuestra voluntad.
Hacer la voluntad de Dios es lo mejor que le
puede pasar a la vida del hombre porque hay recompensa.
Alabamos a Dios cuando obedecemos su palabra,
cuando estábamos en pecado no lo alabábamos porque el pecado nos impide ver la
gloria de Dios, el pecado nos impide entrar a ese lugar secreto donde Dios
habla a nuestro corazón, es donde Dios habla a nuestras vidas, donde nos
muestra su voluntad.
En Jeremías 33: 3 dice la palabra de Dios:
Clama a mí y yo te responderé, te enseñare cosas grandes y ocultas que tú no
conoces.
El mundo y sus deseos pasa, pero el que hace
la voluntad de Dios permanece.
Una cosa es como tú entras a la oración y
otra cosa es como sales de la presencia de Dios, ese lugar secreto es a los
pies de Cristo, el lugar más alto es a los pies de Jesucristo. Porque el que se
humilla será exaltado.
La palabra de Dios dice que en la presencia
de Dios hay plenitud de gozo, delicias a su diestra para siempre.
Salimos llenos de alegría saltando como
becerros de la manada, confiando en el Dios que nosotros tenemos.
Ezequiel 44: 23
“Y
enseñarán a mi pueblo a hacer diferencia entre lo santo y lo profano, y les
enseñarán a discernir entre lo limpio y lo no limpio”.
Dios les está hablando a los sacerdotes.
Hacer diferencia entre lo bueno y lo malo, en lo que es de Dios y lo que no es
de Dios, entre lo que es mentira, lo que es engaño y lo que es la verdad de
Dios.
Tenemos que pedirle mucho a Dios que a través
de su Espíritu Santo nos dé ese don de discernimiento. Estamos en tiempos
peligrosos, en tiempos de apostasía, en tiempos de engaño, tenemos que pedirle
al Señor que abra nuestros ojos espirituales y nuestros oídos espirituales para
escuchar su voz cuando nos habla, que quite toda ceguera de nuestras vidas,
toda mentira que haya en nuestro corazón y tenemos que pedirle que podamos ver
la realidad de Dios.
Cuando llegue el pueblo pidiendo consejería,
cómo sabe uno qué hacer en ese momento si no tiene discernimiento de Espíritu.
Hay personas que son especialistas para
mentir; así como existen personas que son especialistas y se especializan en la
palabra para predicar la verdad, así también hay especialistas para mentir.
Dice Dios que nosotros como líderes, como
ministros de Dios tenemos que aprender a discernir entre lo bueno y lo malo, de
lo que es de Dios y lo que no es de Dios.
Que podamos ser radicales con el pecado, Dios
viene por una iglesia sin mancha y sin arruga.
¿Cómo es que tú no puedes discernir con qué
intenciones se acercan las personas a tu vida?
Muchas veces por temor a ser rechazados por
el mundo rechazamos la presencia de Dios en nuestras vidas. Cuando nos hacemos
amigos del mundo nos constituimos en enemigos de Dios.
Todos estábamos presos en delitos y pecados y
estábamos destituidos de la gracia de Dios, Jesucristo apareció para deshacer
las obras de las tinieblas y llevo nuestros pecados en la cruz del Calvario.
Dice el Señor que tal modo amó Dios al mundo
que entregó a su hijo Jesucristo para que todo aquel que en él cree no se pierda
sino que tenga vida eterna. Jesucristo clavó en aquella cruz el decreto de
muerte que estaba sobre nosotros, no había esperanza para nosotros, pero a
través de la sangre de Jesucristo Dios nos ve aceptos.
Que nosotros podamos dar cada día frutos
dignos de arrepentimiento que podamos dar fruto y podamos ser de bendición para
otras personas que dios venga con cuerdas de amor sobre esas vidas.
Hebreos 5: 11 – 14
“Acerca
de esto tenemos mucho que decir, y difícil de explicar, por cuanto os habéis
hecho tardos para oír. Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto
tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros
rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales que tenéis
necesidad de leche, y no de alimento sólido. Y todo aquel que participa de la
leche es inexperto en la palabra de justicia, porque es niño; pero el alimento
sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen
los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal”.
Somos tardos para obedecer la palabra de
Dios, tenemos tanta palabra que podemos ser ya maestros para instruir a otros,
como así que volvemos al yugo de esclavitud.
Dios nos ayuda a crecer espiritualmente, Dios
quiere que seamos maduros espiritualmente. Como que nosotros enojados el uno
con el otro.
Se maduran espiritualmente por el uso, hay
que leer la palabra, hay que alabar.
Yo ejercito el oído escuchando alabanzas de
Dios, escuchando adoración de Dios, escuchando a personas que glorifican al
Señor y habla de él y de su palabra. Ejercito mis ojos viendo lo que a Dios le
agrada.
Dios nos da a través del Espíritu Santo el
discernimiento de saber qué ver y qué no ver, nuestras manos son para
glorificar a Dios no para otra cosa.
I Juan 4: 1 – 6
“Amados,
no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque
muchos falsos profetas han salido por el mundo. En esto conoced el Espíritu de
Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios;
y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de
Dios; y este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que
viene, y que ahora ya está en el mundo. Hijitos, vosotros sois de Dios, y los
habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el
mundo. Ellos son del mundo; por eso hablan del mundo, y el mundo los oye.
Nosotros somos de Dios; el que conoce a Dios, nos oye; el que no es de Dios, no
nos oye. En esto conocemos el espíritu de verdad y el espíritu de error”.
Si se predicara un evangelio diferente
no lo escuchéis dice Pablo, eso
significa que tenemos que estar firmes en el evangelio y la sana doctrina.
El que es de Dios la palabra de Dios oye.
Sabemos que la hemos oído y la hemos atesorado en nuestro corazón cuando nos
convertimos en hacedores de su palabra. Dios quiere que lo que nosotros
escuchamos lo pongamos por obra.
En un abrir y cerrar de ojos se rasgará el
cielo y vendrá el hijo de Dios en una nube por nosotros. Nos levantaríamos hoy
pensando hoy puede ser el día.
No vengamos acá estar pendientes de lo que
hace el otro o de lo que pasa a nuestro alrededor, porque es en ese lugar
secreto donde el Señor quiere tener ese encuentro con nosotros, esa intimidad
con nosotros. El día y la hora nadie lo sabe, no sabemos cuándo Dios nos va a
llamar a cuentas y dice la palabra que de esta tierra llevamos salvación o
condenación y a veces caminamos ignorando la palabra como si no loa supiéramos
en nuestro corazón, caminando hacia la muerte en vez de hacia Cristo.
El enemigo quiere robarnos nuestra alma,
robarnos nuestros galardones, robarnos nuestras grandes bendiciones a nuestra
vida.
Cuando venimos a este lugar decimos: Señor yo
vine hoy a verte a ti, Señor. Dios anda buscando adoradores en espíritu y en
verdad. La alabanza en la carne no pasa del techo.
Dios conoce los verdaderos adoradores, los
verdaderos siervos, los verdaderos hijos, los que andan en integridad y en
verdad.
Salmos 73: 17
“Hasta
que entrando en el santuario de Dios, Comprendí el fin de ellos”.
O sea el fin de los impíos
Salmos 73: 18 – 24
“Ciertamente
los has puesto en deslizaderos; en asolamientos los harás caer. ¡Cómo han sido
asolados de repente! Perecieron, se consumieron de terrores. Como sueño del que
despierta, así, Señor, cuando despertares, menospreciarás su apariencia. Se
llenó de amargura mi alma,y en mi corazón sentía punzadas. Tan torpe era yo,
que no entendía; era como una bestia delante de ti. Con todo, yo siempre estuve
contigo; me tomaste de la mano derecha. Me has guiado según tu consejo, y
después me recibirás en gloria”.
Aunque David se sentía desfallecer, seguía
pegado del Señor, El Espíritu Santo le impedía apartarse de su presencia.
Dios era la fortaleza de David y es nuestra
fortaleza. A pesar de que vengan cosas difíciles, él me toma de su mano y no me
deja desfallecer.
Me guía según su consejos y me recibe en
gloria dice la palabra.
Salmos 73: 25
“¿A
quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti nada deseo en la tierra”.
El que tiene a Cristo lo tiene todo, pero el
que no tiene a Cristo no tiene nada, está muerto en vida.
Salmos 73: 26
“Mi carne y mi
corazón desfallecen; mas la roca de mi corazón y mi porción es Dios para
siempre”.
La roca de mi corazón, el que me fortalece,
el que me da las fuerzas, el que me rejuvenece como las águilas, el que le da
vigor a mis huesos, es la roca de mi salvación, Jesucristo.
Salmos 73: 27 – 28
“Porque he aquí, los que se alejan de ti
perecerán; tú destruirás a todo aquel que de ti se aparta. Pero en cuanto a mí,
el acercarme a Dios es el bien; he puesto en Jehová el Señor mi esperanza, para
contar todas tus obras”.
Repitamos ese último verso: “Pero en cuanto a
mí…”
El acercarme a Dios es el bien, es bendición.
Pongo la esperanza en Dios para contar todas
sus obras, sus maravillas, los milagros que Dios hace con su pueblo, los
milagros que hace con cada uno de nosotros.
Cuando Saulo perseguía los cristianos, Cristo
mismo lo tumbo del caballo y le dice: por qué me persigues. Cuando se levantan
contra nosotros, no se levantan contra nosotros, se levantan contra el mismo
Dios, se levantan contra el nombre que esta invocado sobre nosotros, entonces
por eso hay victoria en él. En el pueblo de Dios no hay derrota, el pueblo de
Dios hay victoria todos los días de nuestra vida.
Declaramos victoria en nuestras vidas.
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