Es el tiempo de entrar en el
océano de Dios y sumergirse en lo más
profundo.
Isaías 55: 1 – 3
“A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero,
venid, comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y
leche. ¿Por qué gastáis el dinero en lo que no es pan, y vuestro trabajo
en lo que no sacia? Oídme atentamente, y comed del bien, y se deleitará vuestra
alma con grosura. Inclinad vuestro oído, y venid a mí; oíd, y vivirá vuestra
alma; y haré con vosotros pacto eterno, las misericordias firmes a David”.
Dios nos invita a todos los
sedientos, a que vengamos a e3sas aguas y a sumergirnos. Es gratuito lo que
Dios nos está dando.
Dios a todo momento nos da esa
leche espiritual no adulterada. Sumerjámonos en esas aguas del Espíritu.
Por qué buscamos saciarnos en
otras cosas que no sean lo de Dios. Por qué gastamos nuestros esfuerzos en cosa
que no nos aprovecha.
Que nos humillemos ante la
presencia de Dios. Cuando dios hace una promesa y nunca se rompe. Dios cumple
sus promesas.
Nuestra alma tiene sed de Dios,
tiene esa necesidad de sumergirse en las aguas de Dios.
Salmo 42: 1 – 3
“Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por
ti, oh Dios, el alma mía. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo; ¿Cuándo
vendré, y me presentaré delante de Dios?”
Nosotros somos eso ciervos que
estamos buscando a Dios para saciarnos.
Bramar es gemir y eso debemos
hacer nosotros gemir ante el Señor.
Pidámosle a Dios que nos haga
sensibles ante tantas cosas que él puede darnos. Queremos saciar nuestra alma
de esas cosas maravillosas que Dios tiene para nosotros. Esas aguas son la
palabra de Dios.
Esos hombres de Dios, esos
ciervos de Dios lo dejaron todo por seguirlo vieron cosas grandes y
maravillosas.
Se dieron cuenta de que Dios los
iba a utilizar poderosamente y renunciaron al mundo y siempre querían más de
Dios.
Dios quiere que nos introduzcamos
en esas profundidades. Nosotros somos un pueblo preparado y por eso hay que
bogar mar adentro.
Ezequiel 47:
“Y salió el varón hacia el oriente, llevando un cordel en su mano; y
midió mil codos, y me hizo pasar por las aguas hasta los tobillos. Midió
otros mil, y me hizo pasar por las aguas hasta las rodillas. Midió luego otros
mil, y me hizo pasar por las aguas hasta los lomos. Midió otros mil, y
era ya un río que yo no podía pasar, porque las aguas habían crecido de manera
que el río no se podía pasar sino a nado”.
¿Cual nivel tenemos
nosotros? Porque en la orilla están los mediocres.
En la Biblia hay cosas
grandes y maravillosas, promesas grandes. Pero muchas veces no le creemos o
creemos que era para otros. Sin embargo Jesucristo dijo: “aun cosas mayores
haréis”.
En nosotros tenemos el
Espíritu Santo que mora en nosotros.
Juan 5: 1 – 5
“Después de estas cosas había una fiesta de los judíos, y subió Jesús a
Jerusalén. Y hay en Jerusalén, cerca de la puerta de las ovejas, un estanque,
llamado en hebreo Betesda, el cual tiene cinco pórticos. En éstos yacía
una multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos, que esperaban el
movimiento del agua. Porque un ángel descendía de tiempo en tiempo al
estanque, y agitaba el agua; y el que primero descendía al estanque después del
movimiento del agua, quedaba sano de cualquier enfermedad que tuviese. Y
había allí un hombre que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo”.
Cuanto tiempo llevan esperan que
vengan y se agiten esas aguas. Yo tengo la palabra para decir soy sano. Yo
tengo la palabra para decir me levanto en el nombre de Jesús.
¿Cuántas veces decimos yo no
tengo necesidad de eso, de predicar? Y el Señor nos dice: “yo conozco tus obras
que no eres frío ni caliente” y por eso el Señor nos puede sacar de su
cobertura.
¿Cuántos no quiere venir a
sumergirse en esas aguas que traen refrigerio para nuestras almas? La palabra
nos trae sanidad y refrigerio para nuestras almas.
Nosotros tenemos esas aguas,
tenemos esa palabra que es refrigerio para lasa almas que está allí afuera. No
podemos tener el agua ahí retenida, tenemos que llevarla a los demás.
Nosotros estamos para ir a esas
personas que tienen hambre y sed, que necesitan una palabra de aliento.
Muchas son las iglesias que se
están quedando sin visión, porque ya no tienen revelación de la palabra.
Proverbios 20: 5
“Como aguas profundas es el consejo en el corazón del hombre; mas
el hombre entendido lo alcanzará”.
El consejo de Dios es como aguas
profundas en nuestro corazón. La sabiduría
que nos da Dios no es la sabiduría humana, viene de lo alto.
Juan 7: 37 – 38
“En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la
voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí,
como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva”.
Lucas 5: 4
“Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: Boga mar adentro, y echad
vuestras redes para pescar”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario