Cuando digo hombre se refiere a
todo el género humano: hombres y mujeres. ¿Cuántos hoy tuvieron que vencer
obstáculos grandes para llegar acá a escuchar esta palabra? ¿Cuántos hoy fueron
esos hombres de valor? Estaba enfermo o quizás no tenía dinero, o se le
presentó un problema antes de salir. Pero se pusieron en la brecha y dijeron:
“voy, porque Dios me va a hablar”.
Génesis 2: 16 – 17
“Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto
podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás;
porque el día que de él comieres, ciertamente morirás”.
Dios les puso un requisito. Que
no comerían e del árbol de la ciencia del bien y del mal.
Cuántas órdenes nos ha dado Dios
y hacemos lo contrario.
Dios no quería que el hombre
conociera la muerte y la rebelión porque Él les había dado todo, lo tenían todo
en el paraíso.
Estamos capacitados por el
Espíritu Santo para ser hombres y mujeres esforzados y valientes para seguir
adelante contra cualquier obstáculo.
Génesis 3: 6
“Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a
los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y
comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella”.
La mujer se dejó llevar por la
codicia, se dejó llevar por sus ojos. Nosotros nos dejamos llevar a veces de lo
que ven nuestros ojos.
Era bueno para el hombre, era
bueno aparentemente, pero ya era malo por el solo hecho de que Dios lo había
prohibido. A veces nos dejamos llevar de lo que creemos que es bueno y
realmente no es agradable a Dios.
Cuántos no han querido estar acá
porque este grupo es pequeño y se van a buscar denominaciones más grandes y
rimbombantes. Dios no es de lugares grandes, Él es de corazones dispuestos,
corazones de hombre y mujeres llenos de valor que sean capaces de enfrentar al
enemigo, capaces de seguir adelante y no amilanarse con nada.
Querían saber más a pesar que lo
que Dios les había dado era suficiente. Así como cuando el pueblo de Dios era
guiado por profetas y reyes y no se conformaron con esto sino que querían un
rey.
Cuántas veces queremos saber lo
del mundo y no nos basta con tener la sabiduría que nos dio el Dios todo
poderoso, que si nos metemos en oración Dios nos enseña todo lo que necesitamos
saber.
En ocasiones en lugar de hacer
que la gloria de Dios esté en los demás, nosotros nos dejamos contagiar de lo
del mundo. A veces se siente tristeza por haber dejado las costumbres del mundo.
Se les pregunta si participan de
la navidad y no saben ni que responder. ¿Dónde está el valor, dónde está el
poder? En lugar de decir, yo sirvo a Cristo y a Dios no le gusta que participe
de eso.
Romanos 5: 18 -19
“Así que, como por la transgresión de uno vino la condenación a todos
los hombres, de la misma manera por la justicia de uno vino a todos los hombres
la justificación de vida. Porque así como por la desobediencia de un
hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia
de uno, los muchos serán constituidos justos”.
Por la desobediencia de un
hombre, todos fuimos destituidos de la gloria de Dios, así por la obediencia de
uno fuimos justificados.
No podemos unirnos a las
festividades de esta época, ¿cómo que nosotros acomodándonos a las costumbres
del mundo? Dios dice que eso es enemistad con él. El que se une al Señor un
espíritu es con Él. Nosotros no podemos beber de la copa del Señor y de la copa
de los demonios.
Jesucristo vino a marcar la
diferencia, Jesucristo es radical. Jesucristo nunca se alió con los fariseos, a
hacer lo que ellos hacían. Él marcó la diferencia de lo que era santidad, de lo
que era el reino de Dios. Si usted no tiene el valor para marcar la diferencia,
pida es valor a Dios. Que importa que se
nos venga el mundo encima, pero vale la pena tener ese valor y ser diferentes,
como Dios quiere que seamos.
Jesucristo obedeció y ese acto de
obediencia trajo bendición para nosotros.
Jeremías 16: 1-4
“Vino a mí palabra de Jehová, diciendo: No tomarás para ti mujer,
ni tendrás hijos ni hijas en este lugar. Porque así ha dicho Jehová
acerca de los hijos y de las hijas que nazcan en este lugar, de sus madres que
los den a luz y de los padres que los engendren en esta tierra: De
dolorosas enfermedades morirán; no serán plañidos ni enterrados; serán como
estiércol sobre la faz de la tierra; con espada y con hambre serán consumidos,
y sus cuerpos servirán de comida a las aves del cielo y a las bestias de la
tierra”.
Dios llamó a Jeremías y él estaba
enamorado y su anhelo era formar una familia y Dios no se lo permitió. Nuestros
deseos tenemos que someterlos a la voluntad de Dios. Jeremías más adelante le
dice al Señor “mas fuerte fuiste que yo, tu palabra es como un fuego dentro de
mí”.
Cuando Dios tiene un designio
para nosotros tenemos que rendirnos ante eso, tenemos que someternos.
Muchas veces Dios no quiere que
hagamos algo y nosotros seguimos con terquedad buscando los objetivos que
queremos, pero que Dios no quiere. Queremos hacer la voluntad nuestra y no la
de Dios. Nos da miedo hacer lo que Dios quiere que hagamos. Tenemos que
renunciar hoy, a todo miedo.
¿Podemos decir lo mismo que decía
Pablo?: “no soy yo quien vivo sino Cristo que vive en mí”.
“Pareció bien a Darío constituir sobre el reino ciento veinte sátrapas,
que gobernasen en todo el reino. Y sobre ellos tres gobernadores, de los
cuales Daniel era uno, a quienes estos sátrapas diesen cuenta, para que el rey
no fuese perjudicado. Pero Daniel mismo era superior a estos sátrapas y
gobernadores, porque había en él un espíritu superior; y el rey pensó en ponerlo
sobre todo el reino. Entonces los gobernadores y sátrapas buscaban ocasión
para acusar a Daniel en lo relacionado al reino; mas no podían hallar ocasión
alguna o falta, porque él era fiel, y ningún vicio ni falta fue hallado en él”.
Daniel no se dejó contaminar por
nada, desde joven no se dejó contaminar con la comida del rey.
Tenemos que tener un espíritu
superior.
¿Dios podrá decir que nosotros
somos fieles como Daniel? Si no lo somos pidámosle a Dios que nos haga fieles.
Debemos seguir orando aunque Dios
no haya respondido, sigamos clamando por la misma situación, como Daniel
clamaba por volver a la tierra de Israel. A jeremías Dios no le dio hijos, Dios
sabrá por qué. ¿Nosotros sabemos esperar como Jeremías o nos da pataleta porque el
Señor no nos concede lo que queremos? ¿Nos enojamos con el Señor y volvemos
cuando se nos pasa la pataleta? Eso no es de hombres de valor.
Los hombres de valor están ahí independiente
de exista respuesta o no. No importa si el Señor escogió hoy o escogió mañana,
si te dio o no te dio, no importa.
Cuántas veces tenemos lo que
queremos y le damos la espalda a Dios y él lo que quiere es nuestra alma. Antes que cualquier milagro, cualquier
beneficio, Dios quiere es tu alma.
Usted no viene aquí a perder el
tiempo, aquí se preparan almas para el reino de los cielos. Aquí no vamos a arrullar,
aquí venimos a prepararnos para el reino de los cielos. Almas para la salvación,
antes que cualquier otro milagro es la salvación lo que buscamos y para eso
necesitamos mucho valor.
Este mundo se está poniendo cada
vez más difícil y si no estamos llenos del Espíritu Santo no vamos a aguantar. Necesitamos al Espíritu
Santo que nos ayuda a interceder ante el Padre, que nos ayuda a superar toda
tentación, que nos ayuda en toda debilidad.
Hombres y mujeres de valor eso
debemos de ser. Necesito tener mucho valor, Daniel cuando llegó el edicto del
rey que decía que tenía que arrodillarse ante un becerro y él no lo hizo porque
sabía que servía a un Dios vivo y real.
A veces nosotros nos postramos
ante cualquier cosa del mundo, dinero, mujeres o cualquier otra cosa, olvidándonos
que recibimos por Señor a Jesucristo.
Cuántos consultando horóscopos, o
jugando lotería, juegos al azar, eso es
adivinación y a Dios no le agrada.
A Daniel le dijeron que si no se
arrodillaba ante el becerro, iba a parar al foso de los leones y él dijo Yahvé
al Dios a quien yo sirvo, él me salvará.
Declaró la palabra.
Nosotros debemos declarar la
palabra en medio de la tentación.
Jueces 4: 4- 10
“Gobernaba en aquel tiempo a Israel una mujer, Débora, profetisa, mujer
de Lapidot; y acostumbraba sentarse bajo la palmera de Débora, entre Ramá
y Bet-el, en el monte de Efraín; y los hijos de Israel subían a ella a
juicio. Y ella envió a llamar a Barac hijo de Abinoam, de Cedes de
Neftalí, y le dijo: ¿No te ha mandado Jehová Dios de Israel, diciendo: Ve,
junta a tu gente en el monte de Tabor, y toma contigo diez mil hombres de la
tribu de Neftalí y de la tribu de Zabulón; y yo atraeré hacia ti al arroyo
de Cisón a Sísara, capitán del ejército de Jabín, con sus carros y su ejército,
y lo entregaré en tus manos? Barac le respondió: Si tú fueres conmigo, yo
iré; pero si no fueres conmigo, no iré. Ella dijo: Iré contigo; mas no
será tuya la gloria de la jornada que emprendes, porque en mano de mujer
venderá Jehová a Sísara. Y levantándose Débora, fue con Barac a Cedes. Y
juntó Barac a Zabulón y a Neftalí en Cedes, y subió con diez mil hombres a su
mando; y Débora subió con él”.
Dios le dio una palabra a Barac
mas el no creyo la palabra de Dios que estaba saliendo por los labios de esa
mujer. ¿Cuántos aquí hemos cerrado nuestro corazón a palabras que Dios trae a través
de diferentes vasos? Barac no escuchó entonces la victoria se la dio a Dios a
una mujer.
La mujer no sintió miedo, ella
fue a la guerra.
Uno viene a la guerra a arrebatar
las bendiciones. ¿Cuántas veces le da miedo a usted reprender las obras del
enemigo?
Débora se apropió de la palabra
que Dios le dio. Así nosotros tenemos que apropiarnos de las palabras que Dios
nos da.
Barac confió en el hombre, puso
la mirada en la mujer no en Dios.
Cuando Dios decreta algo lo hace
por encima de todo.
Jueces 4: 14 – 15
“Entonces Débora dijo a Barac: Levántate, porque este es el día en que
Jehová ha entregado a Sísara en tus manos. ¿No ha salido Jehová delante de ti?
Y Barac descendió del monte de Tabor, y diez mil hombres en pos de él. Y
Jehová quebrantó a Sísara, a todos sus carros y a todo su ejército, a filo de
espada delante de Barac; y Sísara descendió del carro, y huyó a pie”.
Creamos que hoy es el día en que
Jehová entrega sus enemigos. Pero hay que tener disposición de soldados.
El miedo no le está dejando ver
la bendición de Dios.
Mateo 8:8
“Respondió el centurión y dijo: Señor, no soy digno de que entres bajo
mi techo; solamente dí la palabra, y mi criado sanará”.
La diferencia: Barac no se fue
con la palabra, este centurión solo fue la palabra de Dios y le bastó, por
creer en la palabras se fue con su milagro. Si usted cree usted se va con su
milagro.
Si usted creyó la palabra se fue
con ella y con la victoria.
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