¿Cuántos pueden decir: yo soy
obediente, cuando Dios me habla obedezco?
Deuteronomio 5: 29
“¡Quién diera que tuviesen tal corazón, que me temiesen y guardasen
todos los días todos mis mandamientos, para que a ellos y a sus hijos les fuese
bien para siempre!”
A todos nos ha hablado el
Espíritu Santo. Pero ¿cuántos estamos dispuestos a pagar ese precio? ¿Cuántos
hemos pagado el precio por el avivamiento, cuantos hemos clamado por él?
Jonás 1: 1 – 3
“Vino
palabra de Jehová a Jonás hijo de Amitai, diciendo: Levántate y ve a
Nínive, aquella gran ciudad, y pregona contra ella; porque ha subido su maldad
delante de mí. Y Jonás se levantó para huir de la presencia de Jehová a
Tarsis, y descendió a Jope, y halló una nave que partía para Tarsis; y pagando
su pasaje, entró en ella para irse con ellos a Tarsis, lejos de la presencia de
Jehová”.
Era un pueblo en
desobediencia y Dios le da una orden a Jonás para que fuera a ese pueblo para
que se arrepintiera, pero Jonás no obedeció sino que huyo.
¿Cuántas veces huimos de
la presencia de Dios para no obedecer. No podemos ser como esas cisternas rotas
que no retienen la palabra.
Samuel le dijo a Saúl que
lo esperara.
I Samuel 13: 8 12
“Y él esperó siete días, conforme al plazo que Samuel había dicho; pero
Samuel no venía a Gilgal, y el pueblo se le desertaba. Entonces dijo
Saúl: Traedme holocausto y ofrendas de paz. Y ofreció el holocausto. Y
cuando él acababa de ofrecer el holocausto, he aquí Samuel que venía; y Saúl
salió a recibirle, para saludarle. Entonces Samuel dijo: ¿Qué has hecho?
Y Saúl respondió: Porque vi que el pueblo se me desertaba, y que tú no venías
dentro del plazo señalado, y que los filisteos estaban reunidos en
Micmas, me dije: Ahora descenderán los filisteos contra mí a Gilgal, y yo
no he implorado el favor de Jehová. Me esforcé, pues, y ofrecí holocausto”.
¿Dios
le dijo que se esforzara y que ofreciera sacrificios? Muchas veces hacemos
cosas supuestamente buenas, pero que Dios no nos ha mandado.
A veces nos ponemos a llevar
cargas de otras personas, cargas que Dios no quiere que lleguemos. Muchas veces
nos movemos a ayudarle a alguien porque nos da pesar y Dios no quiere que lo
hagamos. Nosotros no sabemos que está tratando Dios con esa persona y nos metemos
en lo que Dios no nos ha mandado.
Isaías 30: 1
“¡Ay de los hijos que se
apartan, dice Jehová, para tomar consejo, y no de mí; para cobijarse con
cubierta, y no de mi espíritu, añadiendo pecado a pecado!”
Nosotros somos esos hijos
y nuestra cobertura es el Espíritu Santo. Muchas veces nos vamos a buscar otra
cubierta que no es de Dios, otro consejo diferente al del Señor.
Obedecer es duro y cuesta un
precio que hay que pagar.
Hay una gran bendición sobre este
lugar. Paguemos el precio de venir para no perdernos esa obediencia. Lo que va
a hacer Dios acá es algo grande, hay algo muy lindo.
Samuel 15: 22
“Y
Samuel dijo: ¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en
que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que
los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros”.
Dios no se complace en
palabrería, en sacrificios, en que oremos de rodillas horas seguidas. Dios
prefiere que le obedezcamos. Orar, alabar y reunirnos es muy importante, pero ¿de
qué sirve hacer esto si no obedecemos a Dios?
Efesios 2: 1- 3
“Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros
delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la
corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el
espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales
también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne,
haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza
hijos de ira, lo mismo que los demás”.
Dios nos dio vida cuando
estábamos muertos en delitos y pecados. No éramos nada. No teníamos el Espíritu
Santo, ahora si lo tenemos.
Éramos, dice éramos hijos
de desobediencia ya no somos. Somos hijos de bendición.
Dios no dijo que iba a
sacar el pueblo 40 años a andar por el desierto, pero eso pasó por la
desobediencia del pueblo.
Venimos a la oración, pero
no obedecemos y por eso no recibimos la bendición.
Santiago 1: 22 - 25
“Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores,
engañándoos a vosotros mismos. Porque si alguno es oidor de la palabra
pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en un espejo
su rostro natural. Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego
olvida cómo era. Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la
libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la
obra, éste será bienaventurado en lo que hace”.
Venimos recibimos la palabra y se nos olvida,
eso es muy religiosos y poco espiritual.
La fe sin obras es muerta
de nada sirve.
Santiago 2: 14
“Hermanos
míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá
la fe salvarle?”
Son nuestros hechos los
que hablan.
Hebreos 11:1 – 2
“Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que
no se ve. Porque por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos”.
Viene algo grande, no lo
hemos visto, pero ahí está.
Hebreos 11: 24 - 26
“Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de
Faraón escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los
deleites temporales del pecado, teniendo por mayores riquezas el
vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios; porque tenía puesta la mirada
en el galardón”.
Nosotros no queremos que
nos vituperen. Por el contrario nos volvemos al mundo por no sufrir el
vituperio.
Moisés renuncio a riquezas,
a ser rey por ser igual a sus hermanos.
Hebreos 11: 27 – 28
“Por
la fe dejó a Egipto, no temiendo la ira del rey; porque se sostuvo como viendo
al Invisible. Por la fe celebró la pascua y la aspersión de la sangre,
para que el que destruía a los primogénitos no los tocase a ellos”.
Moisés obedeció y celebró
la pascua. Celebrémosla nosotros pues Cristo es nuestra pascua.
Hebreos 11: 29 – 30
“Por la fe pasaron el Mar Rojo como por tierra seca; e intentando los
egipcios hacer lo mismo, fueron ahogados. Por la fe cayeron los muros de
Jericó después de rodearlos siete días”.
Si Dios nos dice que dando
la vuelta a la manzana derramará su gloria. ¿Nosotros si las damos?
Versículo 31
“Por la fe Rahab la ramera no pereció juntamente con los desobedientes,
habiendo recibido a los espías en paz”.
Ella supo que Dios les iba
a dar la victoria y escondió los espías.
Del 32 y34 dice
“¿Y
qué más digo? Porque el tiempo me faltaría contando de Gedeón, de Barac, de
Sansón, de Jefté, de David, así como de Samuel y de los profetas; que por
fe conquistaron reinos, hicieron justicia, alcanzaron promesas, taparon bocas
de leones, apagaron fuegos impetuosos, evitaron filo de espada, sacaron fuerzas
de debilidad, se hicieron fuertes en batallas, pusieron en fuga ejércitos
extranjeros”.
Miremos el 36 al 37
“Otros experimentaron vituperios y azotes, y a más de esto prisiones y cárceles.
Fueron apedreados, aserrados, puestos a prueba, muertos a filo de espada;
anduvieron de acá para allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras, pobres,
angustiados, maltratados”;
¿Somos capaces de pagar
esos precios?
Estos hombres hicieron
obras solo por obedecer y creer a Dios.
Deuteronomio 30: 19 - 20
“A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que
os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge,
pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia; amando a Jehová tu
Dios, atendiendo a su voz, y siguiéndole a él; porque él es vida para ti, y
prolongación de tus días; a fin de que habites sobre la tierra que juró Jehová
a tus padres, Abraham, Isaac y Jacob, que les había de dar”.
Dios pone para que escojas
la bendición o la maldición.
Si obedecemos tendremos la
bendición. Obedecer cuesta pero hay un galardón grande
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