lunes, 15 de diciembre de 2014

La obediencia



¿Cuántos pueden decir: yo soy obediente, cuando Dios me habla obedezco?

Deuteronomio 5: 29 

“¡Quién diera que tuviesen tal corazón, que me temiesen y guardasen todos los días todos mis mandamientos, para que a ellos y a sus hijos les fuese bien para siempre!”

A todos nos ha hablado el Espíritu Santo. Pero ¿cuántos estamos dispuestos a pagar ese precio? ¿Cuántos hemos pagado el precio por el avivamiento, cuantos hemos clamado por él?

Jonás 1: 1 – 3

Vino palabra de Jehová a Jonás hijo de Amitai, diciendo: Levántate y ve a Nínive, aquella gran ciudad, y pregona contra ella; porque ha subido su maldad delante de mí.  Y Jonás se levantó para huir de la presencia de Jehová a Tarsis, y descendió a Jope, y halló una nave que partía para Tarsis; y pagando su pasaje, entró en ella para irse con ellos a Tarsis, lejos de la presencia de Jehová”. 

Era un pueblo en desobediencia y Dios le da una orden a Jonás para que fuera a ese pueblo para que se arrepintiera, pero Jonás no obedeció sino que huyo.

¿Cuántas veces huimos de la presencia de Dios para no obedecer. No podemos ser como esas cisternas rotas que no retienen la palabra.

Samuel le dijo a Saúl que lo esperara.

I Samuel 13: 8 12

Y él esperó siete días, conforme al plazo que Samuel había dicho; pero Samuel no venía a Gilgal, y el pueblo se le desertaba.  Entonces dijo Saúl: Traedme holocausto y ofrendas de paz. Y ofreció el holocausto.  Y cuando él acababa de ofrecer el holocausto, he aquí Samuel que venía; y Saúl salió a recibirle, para saludarle.  Entonces Samuel dijo: ¿Qué has hecho? Y Saúl respondió: Porque vi que el pueblo se me desertaba, y que tú no venías dentro del plazo señalado, y que los filisteos estaban reunidos en Micmas,  me dije: Ahora descenderán los filisteos contra mí a Gilgal, y yo no he implorado el favor de Jehová. Me esforcé, pues, y ofrecí holocausto”. 

  ¿Dios le dijo que se esforzara y que ofreciera sacrificios? Muchas veces hacemos cosas supuestamente buenas, pero que Dios no nos ha mandado.

A veces nos ponemos a llevar cargas de otras personas, cargas que Dios no quiere que lleguemos. Muchas veces nos movemos a ayudarle a alguien porque nos da pesar y Dios no quiere que lo hagamos. Nosotros no sabemos que está tratando Dios con esa persona y nos metemos en lo que Dios no nos ha mandado.

Isaías 30: 1

¡Ay de los hijos que se apartan, dice Jehová, para tomar consejo, y no de mí; para cobijarse con cubierta, y no de mi espíritu, añadiendo pecado a pecado!” 

Nosotros somos esos hijos y nuestra cobertura es el Espíritu Santo. Muchas veces nos vamos a buscar otra cubierta que no es de Dios, otro consejo diferente al del Señor.

Obedecer es duro y cuesta un precio que hay que pagar.

Hay una gran bendición sobre este lugar. Paguemos el precio de venir para no perdernos esa obediencia. Lo que va a hacer Dios acá es algo grande, hay algo muy lindo.

Samuel 15: 22

Y Samuel dijo: ¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros”.

Dios no se complace en palabrería, en sacrificios, en que oremos de rodillas horas seguidas. Dios prefiere que le obedezcamos. Orar, alabar y reunirnos es muy importante, pero ¿de qué sirve hacer esto si no obedecemos a Dios?

Efesios 2: 1- 3

Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados,  en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia,  entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás”. 

Dios nos dio vida cuando estábamos muertos en delitos y pecados. No éramos nada. No teníamos el Espíritu Santo, ahora si lo tenemos.

Éramos, dice éramos hijos de desobediencia ya no somos. Somos hijos de bendición.

Dios no dijo que iba a sacar el pueblo 40 años a andar por el desierto, pero eso pasó por la desobediencia del pueblo.

Venimos a la oración, pero no obedecemos y por eso no recibimos la bendición.

Santiago 1: 22 - 25

Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos. Porque si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural.  Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era.  Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace”. 

 Venimos recibimos la palabra y se nos olvida, eso es muy religiosos y poco espiritual.
La fe sin obras es muerta de nada sirve.

Santiago 2: 14

“Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle?”

Son nuestros hechos los que hablan.

 Hebreos 11:1 – 2

Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.  Porque por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos”. 

Viene algo grande, no lo hemos visto, pero ahí está.

Hebreos 11: 24 - 26

Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado,  teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios; porque tenía puesta la mirada en el galardón”. 

Nosotros no queremos que nos vituperen. Por el contrario nos volvemos al mundo por no sufrir el vituperio.

Moisés renuncio a riquezas, a ser rey por ser igual a sus hermanos.

Hebreos 11: 27 – 28

“Por la fe dejó a Egipto, no temiendo la ira del rey; porque se sostuvo como viendo al Invisible.  Por la fe celebró la pascua y la aspersión de la sangre, para que el que destruía a los primogénitos no los tocase a ellos”.

Moisés obedeció y celebró la pascua. Celebrémosla nosotros pues Cristo es nuestra pascua.

Hebreos 11: 29 – 30

Por la fe pasaron el Mar Rojo como por tierra seca; e intentando los egipcios hacer lo mismo, fueron ahogados.  Por la fe cayeron los muros de Jericó después de rodearlos siete días”.

Si Dios nos dice que dando la vuelta a la manzana derramará su gloria. ¿Nosotros si las damos?
 
Versículo 31

Por la fe Rahab la ramera no pereció juntamente con los desobedientes, habiendo recibido a los espías en paz”.

Ella supo que Dios les iba a dar la victoria y escondió los espías.

Del 32 y34 dice

“¿Y qué más digo? Porque el tiempo me faltaría contando de Gedeón, de Barac, de Sansón, de Jefté, de David, así como de Samuel y de los profetas; que por fe conquistaron reinos, hicieron justicia, alcanzaron promesas, taparon bocas de leones, apagaron fuegos impetuosos, evitaron filo de espada, sacaron fuerzas de debilidad, se hicieron fuertes en batallas, pusieron en fuga ejércitos extranjeros”

Miremos el 36 al 37

Otros experimentaron vituperios y azotes, y a más de esto prisiones y cárceles. Fueron apedreados, aserrados, puestos a prueba, muertos a filo de espada; anduvieron de acá para allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras, pobres, angustiados, maltratados”

¿Somos capaces de pagar esos precios?

Estos hombres hicieron obras solo por obedecer y creer a Dios.

Deuteronomio 30: 19 - 20

A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia;  amando a Jehová tu Dios, atendiendo a su voz, y siguiéndole a él; porque él es vida para ti, y prolongación de tus días; a fin de que habites sobre la tierra que juró Jehová a tus padres, Abraham, Isaac y Jacob, que les había de dar”.

Dios pone para que escojas la bendición o la maldición.

Si obedecemos tendremos la bendición. Obedecer cuesta pero hay un galardón grande

No hay comentarios:

Publicar un comentario