Ser un verdadero adorador va más allá de que cantemos bonito.
Si Dios dice que anda buscando un verdadero adorador es porque hay falsos
adoradores porque hay gente que canta muy bonito, pero su oración y su alabanza
no llegan al techo, porque no andan conforme a la voluntad de Dios.
Tenemos que permitir que Dios nos transforme cada día para
poder presentarle una alabanza excelsa, puede que no cantemos muy afinado, pero
Dios lo que está mirando es la pureza de nuestros corazones.
Dios nos da un privilegio muy grande que es administrar sus
cosas santas, es un privilegio muy grande entonar cantos y llevar un pueblo a
la presencia del Señor. Dios le dio ese privilegio a Saúl. El pueblo pidió un
rey, no conforme a su voluntad, pero Dios permitió darles ese rey. Vemos como
era ese rey:
I Samuel 9: 1 – 2
“Había un varón de
Benjamín, hombre valeroso, el cual se llamaba Cis, hijo de Abiel, hijo de
Zeror, hijo de Becorat, hijo de Afía, hijo de un benjamita. Y tenía él un
hijo que se llamaba Saúl, joven y hermoso. Entre los hijos de Israel no había
otro más hermoso que él; de hombros arriba sobrepasaba a cualquiera del pueblo”.
La apariencia de Saúl era hermosa, pero ¿cómo era su corazón?
Cuando Saúl perdió la bendición por ser desobediente y por
querer congraciarse con el pueblo. El corazón de Saúl no era un corazón adorador,
era un corazón que amaba la vanidad, porque buscaba más la gloria de los
hombres que la gloria de Dios.
I Samuel 15: 17
“dijo Samuel: Aunque
eras pequeño en tus propios ojos, ¿no has sido hecho jefe de las tribus de
Israel, y Jehová te ha ungido por rey sobre Israel? Y Jehová te envió en misión
y dijo: Ve, destruye a los pecadores de Amalec, y hazles guerra hasta que los
acabes.”
Samuel le recordó que aunque era hermoso, ante sus propios
ojos Saúl se sentía como nada y cuando
Dios lo puso en privilegios se olvidó del Señor.
Muchas veces el Señor nos da dones y talentos y nos creemos
mucho y nos vanagloriamos. Saúl se olvidó de quien era quien lo había puesto
como rey.
Que no nos olvidemos nosotros de dónde venimos como lo hizo
Saúl, que no menos preciemos lo que Dios nos ha dado.
I Samuel 13: 13 – 14
“Entonces Samuel dijo a
Saúl: Locamente has hecho; no guardaste el mandamiento de Jehová tu Dios que él
te había ordenado; pues ahora Jehová hubiera confirmado tu reino sobre Israel
para siempre. Mas ahora tu reino no será duradero. Jehová se ha buscado
un varón conforme a su corazón, al cual Jehová ha designado para que sea
príncipe sobre su pueblo, por cuanto tú no has guardado lo que Jehová te mandó”.
Qué triste que después de que Dios nos haya dado el
privilegio de ministrar sus cosas santas seamos desechados y nos diga: “me he
buscado un varón conforme a mi corazón porque no valoraste lo que yo te di”.
Muchos cambian la gloria de Dios por cualquier cosa, por la
gloria del mundo.
Le dijo a través del profeta, Dios se ha buscado un varon
conforme a su corazón, pues dice la escritura que Dios anda buscando adoradores
en espíritu y en verdad.
En hechos 13 dice que Dios halló en David un hombre conforme
a su corazón que hacía todo lo que Dios le decía. Con Dios no es hoy así y
mañana no es, con Dios es radicalmente.
Ahora le decíamos a Dios en la alabanza: “Gloriosa Santidad
que llena este lugar”, muchos buscan a Dios por milagros, pero ¿quién busca a
Dios por su santidad?, él es un Dios celoso, el no comparte su gloria con
nadie.
I Samuel 16 Dice que Samuel estaba todavía llorando a Saúl y
le dice Dios que no lloré más a Saúl porque él se ha provisto de rey para el
pueblo y que vaya y unja a David.
I Samuel 16: 6 – 7
“Y aconteció que cuando
ellos vinieron, él vio a Eliab, y dijo: De cierto delante de Jehová está su
ungido. Y Jehová respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo
grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira
el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová
mira el corazón”.
Samuel iba a cometer el mismo error que se cometió con Saúl,
Dios le dijo: “no Samuel, no has entendido yo no miro lo que mira el hombre, el
hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero yo miro lo que hay dentro del
hombre”. Entonces Samuel dice hay otro hijo más, y le dicen que sí que es un pastorcito
que está cuidando las ovejas.
¿Por qué no lo llamaron a la convocatoria cuando dijeron que
estuvieran los hijos de Isaí?, porque a David lo tenía ignorado. Sin embargo
cuando David estaba pastoreando, su testimonio de vida era conforme al corazón de
Dios.
Aún en lo secreto, Dios quiere que seamos esos verdaderos adoradores,
no solamente venir aquí y levantar manos, sino en nuestros lugares de trabajo,
en nuestras casas, en todo momento y en todo lugar.
Dice en Samuel 16: 12
“Envió, pues, por él, y
le hizo entrar; y era rubio, hermoso de ojos, y de buen parecer. Entonces
Jehová dijo: Levántate y úngelo, porque éste es”.
Quizás no era tan hermoso como ese hermano mayor, pero tenía
un corazón hermoso para el Señor.
Cuando Dios escoge, escoge lo mejor. Dios sabe que es lo
mejor para nuestras vidas, nos ha pasado muchas veces que nos hemos dejado
guiar por lo que ven nuestros ojos: que esta es la casa que es, que éste es el
empleo que es, que esta es la mujer o el hombre que es, que esta es la situación
que es, que esta es la situación que es porque vemos hermoso ¿y cómo nos ha
ido? Así es cuando nosotros hemos decidido, pero cuando Dios decide él sabe lo
que hay más allá.
Digámosle al Señor que a partir de este momento cualquier
decisión que haya que tomar no seamos nosotros sino él quien las tome porque él
sabe que es lo mejor para cada uno de nosotros.
No nos pertenecemos nosotros mismos, ya lo hemos entendido
cuando Cristo llegó a nuestro corazón y que dijo que somos uno con él.
David tenía la cualidad que siempre buscaba a Dios, siempre
clamaba a Dios por cualquier decisión.
Dice en I Samuel 18 que cuando David venía de derrotar al
filisteo las mujeres lo recibieron cantando y danzand.
I Samuel 18: 6- 14
“Aconteció que cuando
volvían ellos, cuando David volvió de matar al filisteo, salieron las mujeres
de todas las ciudades de Israel cantando y danzando, para recibir al rey Saúl,
con panderos, con cánticos de alegría y con instrumentos de música. Y
cantaban las mujeres que danzaban, y decían: Saúl hirió a sus
miles, y David a sus diez miles. Y se enojó Saúl en gran manera, y le
desagradó este dicho, y dijo: A David dieron diez miles, y a mí miles; no le
falta más que el reino. Y desde aquel día Saúl no miró con buenos ojos a
David. Aconteció al otro día, que un espíritu malo de parte de Dios tomó a
Saúl, y él desvariaba en medio de la casa. David tocaba con su mano como los
otros días; y tenía Saúl la lanza en la mano. Y arrojó Saúl la lanza,
diciendo: Enclavaré a David a la pared. Pero David lo evadió dos veces.
Mas Saúl estaba temeroso de David, por cuanto Jehová estaba con él, y se había
apartado de Saúl; por lo cual Saúl lo alejó de sí, y le hizo jefe de mil;
y salía y entraba delante del pueblo. Y David se conducía prudentemente
en todos sus asuntos, y Jehová estaba con él”.
David tenía tantas victorias porque David no sólo cantaba y
danzaba sino que andaba conforme al corazón de Jehová.
David entraba y salía en medio del pueblo y nadie le podía
reargüir de pecado y que siempre andaba conforme a la voluntad de Dios.
Cuando David iba a la guerra siempre consultaba con Dios.
Saúl fue ungido como rey y después de que el Espíritu Santo
lo había elegido, por su comportamiento dice acá que un espíritu malo tenía a
Saúl. Que tristeza que a nosotros, después que Dios nos haya permitido
administrar su cosas, por nuestro mal comportamiento, Dios nos deje y que nos
oprima un espíritu malo. Que tristeza que después de ese privilegio tan grande
que nos da Dios, por nuestro mal comportamiento caigamos tan bajo como lo hizo
Saúl.
El corazón de Saúl se había llenado de celos, de envidia.
Muchas veces en nuestro corazón hay celos, envidia, hay cosa que se despiertan
en el corazón, pero un verdadero adorador no da lugar a los celos ni a la
envidia.
A veces nosotros queremos sobresalir y ser más que las otras
personas.
Dios dice: “si bien hicieres, también seréis enaltecidos”. A
veces pensamos ¿por qué a este todo se le da?
Abel presentó lo mejor, Caín presentó cualquier cosa. Como
queremos nosotros presentar mediocridad, queremos presentar cualquier cosa y
que Dios nos bendiga con grandes bendiciones, que no seamos nosotros sintiendo
y envidiando a los demás sino por el contrario buscando la gloria de Dios.
Dice el Señor que viene un avivamiento y en ese avivamiento
viene un solo sentir, una unidad. Cómo se ha estado glorificando Dios en medio
de la alabanza y la adoración.
Hechos 13: 20 – 22
“Después, como por
cuatrocientos cincuenta años, les dio jueces hasta el profeta Samuel. Luego
pidieron rey, y Dios les dio a Saúl hijo de Cis, varón de la tribu de Benjamín,
por cuarenta años. Quitado éste, les levantó por rey a David, de quien
dio también testimonio diciendo: He hallado a David hijo de Isaí, varón
conforme a mi corazón, quien hará todo lo que yo quiero”.
Dios dice porque escogió a David porque hacía todo lo que él
quería. Saúl no supo esperar el mandato de Dios, cuando Samuel le dio las instrucciones él se impacientó y quiso
hacer las cosas a su manera no a la manera de Dios.
Un verdadero adorador sabe esperar en el momento de Dios.
Confía en que Dios hace como él quiere y en el momento que él quiere, él no
llega ni antes ni después, el verdadero adorador no se desesperar ni hace cosas
a la ligera sino que sabe esperar.
Por impacientarse muchas veces, las personas, han cometido errores
por tomar decisiones apresuradas, por no saber esperar en Dios.
Dios tiene cosas grandes y maravillosas para cada uno de
nosotros.
Génesis 4: 6 – 7
“Entonces Jehová dijo a
Caín: ¿Por qué te has ensañado, y por qué ha decaído tu semblante? Si
bien hicieres, ¿no serás enaltecido? y si no hicieres bien, el pecado está a la
puerta; con todo esto, a ti será su deseo, y tú te enseñorearás de él”.
Después de Dios decirle esto fue que se enfureció contra
Abel.
Un verdadero adorador recibe la corrección de Dios. A veces
nos hacemos ver como muy espirituales y nosotros no lo hemos alcanzado todo y a
veces le ponemos cargas al pueblo de Dios que nosotros no queremos llevar ni
con un dedo.
Caín se dejó gobernar por sus sentimientos y en lugar de
arrepentimiento cayó en un pecado aún más grave.
Dios quiere que nosotros tengamos un corazón conforme al
suyo, un corazón lleno de misericordia.
No un corazón como el de Mical que cuando David venía de
rescatar el Arca y traerla a la ciudad de David. Mical veía como David danzaba
y remolineaba de alegría ante el Arca de Dios, pero Mical sentía vergüenza, un
corazón que en todo momento está menospreciando. Mical le dijo que hacía el
ridículo y David le dijo: “más vil me haré por causa de Jehovah”.
David sabía quien lo había puesto en el lugar donde estaba,
David sabía que estaba en el trono por
la gracia de Dios, cosa que no hizo Saúl. Dios quiere que no nos avergoncemos
de alabar a nuestro Señor.
¿Cuántas veces nos preguntas algo y nosotros sentimos ese
temor de testificar, de hablar?, nos avergonzamos del Dios tan grande que ha
hecho maravillas en medio de nosotros.
Dios no quiere que tengamos el corazón como el de Mical, Dios
no quiere que tengamos el corazón como el de Judas. Judas vio, palpó,
Jesucristo le lavó los pies, Judas vio la misericordia de Dios. Nosotros hemos
visto esa misericordia, hemos visto los milagros de Dios.
Dios no quiere que tengamos el corazón de ese pueblo que
decía crucifícalo y déjanos a Barrabas. Barrabas representa hoy las cosas que
el mundo nos ofrece.
Dice la palabra de Dios que Daniel propuso en su corazón no
contaminarse con la comida del rey, no contaminarse con las cosas que ese
reinado le ofrecía.
A pesar del círculo de gloria terrenal, Daniel y sus amigos
determinaron servirle a Dios. ¿Nosotros hemos determinados en nuestro lugar de
estudio, de trabajo, en nuestras familias, no contaminarnos con lo que ellos
hacen?
¿Por qué el rey Asuero amó a Ester más que a todas las
esposas y concubinas? Porque Ester era
una mujer obediente a Dios.
Nosotros a veces, antes de venir a este lugar ni siquiera nos
arrepentimos y presentamos nuestro corazón de cualquier manera, Debemos
arrepentirnos antes de presentar el corazón a Dios.
Sigamos leyendo Génesis 25:
27 – 34
“Y crecieron los niños,
y Esaú fue diestro en la caza, hombre del campo; pero Jacob era varón quieto,
que habitaba en tiendas. Y amó Isaac a Esaú, porque comía de su caza; mas
Rebeca amaba a Jacob. Y guisó Jacob un potaje; y volviendo Esaú del campo,
cansado, dijo a Jacob: Te ruego que me des a comer de ese guiso rojo,
pues estoy muy cansado. Por tanto fue llamado su nombre Edom. Y Jacob
respondió: Véndeme en este día tu primogenitura. Entonces dijo Esaú: He
aquí yo me voy a morir; ¿para qué, pues, me servirá la primogenitura? Y
dijo Jacob: Júramelo en este día. Y él le juró, y vendió a Jacob su
primogenitura. Entonces Jacob dio a Esaú pan y del guisado de las
lentejas; y él comió y bebió, y se levantó y se fue. Así menospreció Esaú la
primogenitura”.
¿Cuántas veces nos sentimos cansados de las cosas de Dios?
Cuántos se cansan y dicen; Tanto orar y tanto clamar, cuántos se vuelven atrás.
Dicen que Esaú estaba muy cansado y Jacob sabiendo la promesa
que había sobre él pensó: “esta es mi oportunidad”. Jacob no hizo bien y
después sufrió las consecuencias. Jacob si anhelaba esa bendición de Dios que
Esaú despreciaba al punto de cambiarla por un plato de lentejas.
Esaú despreció la bendición, dijo: “si me voy a morir para
que la primogenitura”.
Dios nos da cosas materiales, pero él nos llamó y nos escogió
porque él tienen para nosotros salvación y vida eterna. ¿Nosotros tenemos la
mirada puesta acá terrenalmente o la tenemos en el galardón que Dios nos ha
ofrecido?
A veces cambiamos la bendición de Dios por tan poca cosa.
Génesis 27: 32 – 38
“Entonces Isaac su
padre le dijo: ¿Quién eres tú? Y él le dijo: Yo soy tu hijo, tu primogénito,
Esaú. Y se estremeció Isaac grandemente, y dijo: ¿Quién es el que vino
aquí, que trajo caza, y me dio, y comí de todo antes que tú vinieses? Yo le
bendije, y será bendito. Cuando Esaú oyó las palabras de su padre, clamó
con una muy grande y muy amarga exclamación, y le dijo: Bendíceme también a mí,
padre mío. Y él dijo: Vino tu hermano con engaño, y tomó tu bendición.
Y Esaú respondió: Bien llamaron su nombre Jacob, pues ya me ha suplantado dos
veces: se apoderó de mi primogenitura, y he aquí ahora ha tomado mi bendición.
Y dijo: ¿No has guardado bendición para mí? Isaac respondió y dijo a
Esaú: He aquí yo le he puesto por señor tuyo, y le he dado por siervos a todos
sus hermanos; de trigo y de vino le he provisto; ¿qué, pues, te haré a ti
ahora, hijo mío? Y Esaú respondió a su padre: ¿No tienes más que una sola
bendición, padre mío? Bendíceme también a mí, padre mío. Y alzó Esaú su voz, y
lloró”.
Aquí fue cuando Jacob suplantó a su hermano y engañó a su
padre. Jacob mintió y se hizo pasar por Esaú y acá es cuando Esaú llega por la bendición e Isaac
se da cuenta de que fue engañado.
Esaú pide la bendición también cuando había dicho antes que
para qué la primogenitura.
Pero Esaú dice que Jacob lo suplantó y tomó su primogenitura,
pero no dijo que él la había menospreciado.
Muchas veces nosotros entregamos nuestras familias,
entregamos la bendición que Dios nos dio y decimos: “el enemigo vino y se
enseñoreó de mi familia”. Nosotros muchas veces entregamos nuestras familias y
nuestras bendiciones al enemigo y le echamos la culpa a él, cuando nosotros
hemos sido los que hemos fallado, somos nosotros los que le abrimos la puerta
al enemigo.
Vea lo que se perdió Esaú en el momento que entregó su
primogenitura la gran bendición de ser Señor sobre todo.
Ni aún con lágrimas pudo volver a tener la bendición.
Dios dice que hay una puerta abierta para nosotros y es la
puerta para el arrepentimiento, es la puerta para que nosotros valoremos y
cuidemos lo que Dios nos ha dado.
Como en los días de Noé que la puerta del Arca se cerró así
será en los días en que Jesucristo venga.
Muchos convierten la gracia de Dios, la libertad de Dios en
libertinaje haciendo lo que el mundo quiere y así el pueblo de Dios se ha
contaminado con las cosas del mundo. Dios quiere que nosotros seamos verdaderos
adoradores y un adorador es obediente. Podemos hablar de Abraham, él fue
obediente. No fue fácil para Abraham cuando Dios le dijo que se fuera de tu
parentela, al lugar que Dios le mostraría. Él no sabía dónde lo iba a llevar
Dios y tenía que dejar su familia, su parentela, su entorno, todas las cosas
donde él había vivido. Como cuando dios nos tomó y nos dijo deja las cosas del
mundo, Abraham creyó, eso es lo que hace un verdadero adorador.
Abraham, dice la palabra, que donde llegaba levantaba un
altar de adoración a Dios. Abraham era un adorador porque obedecía y alababa al
Dios de su salvación.
Génesis 22: 1 –
“Aconteció después de
estas cosas, que probó Dios a Abraham, y le dijo: Abraham. Y él respondió: Heme
aquí.
Si estás pasando por una prueba en este momento es que Dios
está probando lo que hay en tu corazón. El corazón de Abraham estaba dispuesto
en ese momento.
A veces Dios nos llama y nosotros también decimos: “heme aquí”
y Dios nos da una orden y vamos y hacemos todo lo contrario. Abraham lo estaba
diciendo de corazón.
Genes 22: 2 - 3
“Y dijo: Toma ahora tu
hijo, tu único, Isaac, a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí
en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré Y Abraham se levantó muy
de mañana, y enalbardó su asno, y tomó consigo dos siervos suyos, y a Isaac su
hijo; y cortó leña para el holocausto, y se levantó, y fue al lugar que Dios le
dijo”.
El no esperó como a veces hacemos nosotros. No eso no tiene
nada de malo y vamos y hacemos las cosas y después nos trae consecuencias por
nuestra propia desobediencia.
Abraham no se quedó llorando ni diciendo: “por qué a mí”
Génisis 22: 4
“Al tercer día alzó
Abraham sus ojos, y vio el lugar de lejos”.
¿Sabes que es mirar de lejos el lugar que Dios está
indicando?
Génesis 22: 5
“Entonces dijo Abraham
a sus siervos: Esperad aquí con el asno, y yo y el muchacho iremos hasta allí y
adoraremos, y volveremos a vosotros”.
Abraham declaró la bendición. Dios conocía el corazón de
Abraham y sabía que se iba a disponer y que iba a presentar a su hijo, así
también Abraham conocía el Dios que tenía y sabía de su misericordia. Dice la
palabra que Dios era amigo de Abraham porque este hacía lo que Dios le pedía,
era un varón conforme al corazón de Dios.
Génesis 22: 6 – 7
“Y tomó Abraham la leña
del holocausto, y la puso sobre Isaac su hijo, y él tomó en su mano el fuego y
el cuchillo; y fueron ambos juntos. Entonces habló Isaac a Abraham su
padre, y dijo: Padre mío. Y él respondió: Heme aquí, mi hijo. Y él dijo: He
aquí el fuego y la leña; mas ¿dónde está el cordero para el holocausto?”
No sabía que el
cordero iba a ser él. En ese momento Abraham le enseñó a Isaac a amar a
Dios sobre todas las cosas. Abraham le estaba queriendo decir: Yo te amo a ti,
pero más amo a Dios”.
Génesis 22: 8
“Y respondió Abraham:
Dios se proveerá de cordero para el holocausto, hijo mío. E iban juntos”.
Abraham lo declaró: “Dios se proveerá”. Eso fue hace miles de
años y hoy nosotros declaramos que Dios es el Dios que provee. Por el acto de
obediencia que hizo este hombre en ese momento.
Que nuestras palabras glorifique al Señor y pidamos que
nuestros nombres no sean borrados del libro de la vida. Que nuestras acciones y
nuestras palabras glorifique al Señor. Que nosotros cada día queramos agradar
al Señor, que busquemos su gloria y su presencia.
Génesis 22: 9
“Y cuando llegaron al
lugar que Dios le había dicho, edificó allí Abraham un altar, y compuso la
leña, y ató a Isaac su hijo, y lo puso en el altar sobre la leña”.
No fue en otro lugar fue donde Dios le había dicho. Las cosas
se hacen como él dice no como nosotros queramos.
Cuando Dios nos dice que si, nosotros le adoramos, pero
cuando nos dice que no ¿será que nosotros también le adoramos? Abraham era un
verdadero adorador y adoraba a Dios así su corazón estuviera partido. Así le
hubiera dolido él sabía que Dios sabía lo que hacía.
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