viernes, 12 de diciembre de 2014

Un verdadero adorador




Ser un verdadero adorador va más allá de que cantemos bonito. Si Dios dice que anda buscando un verdadero adorador es porque hay falsos adoradores porque hay gente que canta muy bonito, pero su oración y su alabanza no llegan al techo, porque no andan conforme a la voluntad de Dios.

Tenemos que permitir que Dios nos transforme cada día para poder presentarle una alabanza excelsa, puede que no cantemos muy afinado, pero Dios lo que está mirando es la pureza de nuestros corazones. 

Dios nos da un privilegio muy grande que es administrar sus cosas santas, es un privilegio muy grande entonar cantos y llevar un pueblo a la presencia del Señor. Dios le dio ese privilegio a Saúl. El pueblo pidió un rey, no conforme a su voluntad, pero Dios permitió darles ese rey. Vemos como era ese rey:

I Samuel 9: 1 – 2

“Había un varón de Benjamín, hombre valeroso, el cual se llamaba Cis, hijo de Abiel, hijo de Zeror, hijo de Becorat, hijo de Afía, hijo de un benjamita.  Y tenía él un hijo que se llamaba Saúl, joven y hermoso. Entre los hijos de Israel no había otro más hermoso que él; de hombros arriba sobrepasaba a cualquiera del pueblo”. 

La apariencia de Saúl era hermosa, pero ¿cómo era su corazón? 

Cuando Saúl perdió la bendición por ser desobediente y por querer congraciarse con el pueblo. El corazón de Saúl no era un corazón adorador, era un corazón que amaba la vanidad, porque buscaba más la gloria de los hombres que la gloria de Dios.

I Samuel 15: 17

“dijo Samuel: Aunque eras pequeño en tus propios ojos, ¿no has sido hecho jefe de las tribus de Israel, y Jehová te ha ungido por rey sobre Israel? Y Jehová te envió en misión y dijo: Ve, destruye a los pecadores de Amalec, y hazles guerra hasta que los acabes.” 

Samuel le recordó que aunque era hermoso, ante sus propios ojos Saúl se sentía como nada  y cuando Dios lo puso en privilegios se olvidó del Señor. 

Muchas veces el Señor nos da dones y talentos y nos creemos mucho y nos vanagloriamos. Saúl se olvidó de quien era quien lo había puesto como rey.

Que no nos olvidemos nosotros de dónde venimos como lo hizo Saúl, que no menos preciemos lo que Dios nos ha dado.

I Samuel 13: 13 – 14

“Entonces Samuel dijo a Saúl: Locamente has hecho; no guardaste el mandamiento de Jehová tu Dios que él te había ordenado; pues ahora Jehová hubiera confirmado tu reino sobre Israel para siempre.  Mas ahora tu reino no será duradero. Jehová se ha buscado un varón conforme a su corazón, al cual Jehová ha designado para que sea príncipe sobre su pueblo, por cuanto tú no has guardado lo que Jehová te mandó”. 

Qué triste que después de que Dios nos haya dado el privilegio de ministrar sus cosas santas seamos desechados y nos diga: “me he buscado un varón conforme a mi corazón porque no valoraste lo que yo te di”.

Muchos cambian la gloria de Dios por cualquier cosa, por la gloria del mundo.

Le dijo a través del profeta, Dios se ha buscado un varon conforme a su corazón, pues dice la escritura que Dios anda buscando adoradores en espíritu y en verdad.

En hechos 13 dice que Dios halló en David un hombre conforme a su corazón que hacía todo lo que Dios le decía. Con Dios no es hoy así y mañana no es, con Dios es radicalmente.

Ahora le decíamos a Dios en la alabanza: “Gloriosa Santidad que llena este lugar”, muchos buscan a Dios por milagros, pero ¿quién busca a Dios por su santidad?, él es un Dios celoso, el no comparte su gloria con nadie.

I Samuel 16 Dice que Samuel estaba todavía llorando a Saúl y le dice Dios que no lloré más a Saúl porque él se ha provisto de rey para el pueblo y que vaya y unja a David.

I Samuel 16: 6 – 7

“Y aconteció que cuando ellos vinieron, él vio a Eliab, y dijo: De cierto delante de Jehová está su ungido.  Y Jehová respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón”. 

Samuel iba a cometer el mismo error que se cometió con Saúl, Dios le dijo: “no Samuel, no has entendido yo no miro lo que mira el hombre, el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero yo miro lo que hay dentro del hombre”. Entonces Samuel dice hay otro hijo más, y le dicen que sí que es un pastorcito que está cuidando las ovejas. 

¿Por qué no lo llamaron a la convocatoria cuando dijeron que estuvieran los hijos de Isaí?, porque a David lo tenía ignorado. Sin embargo cuando David estaba pastoreando, su testimonio de vida era conforme al corazón de Dios.

Aún en lo secreto, Dios quiere que seamos esos verdaderos adoradores, no solamente venir aquí y levantar manos, sino en nuestros lugares de trabajo, en nuestras casas, en todo momento y en todo lugar.

Dice en Samuel 16: 12

“Envió, pues, por él, y le hizo entrar; y era rubio, hermoso de ojos, y de buen parecer. Entonces Jehová dijo: Levántate y úngelo, porque éste es”. 

Quizás no era tan hermoso como ese hermano mayor, pero tenía un corazón hermoso para el Señor.

Cuando Dios escoge, escoge lo mejor. Dios sabe que es lo mejor para nuestras vidas, nos ha pasado muchas veces que nos hemos dejado guiar por lo que ven nuestros ojos: que esta es la casa que es, que éste es el empleo que es, que esta es la mujer o el hombre que es, que esta es la situación que es, que esta es la situación que es porque vemos hermoso ¿y cómo nos ha ido? Así es cuando nosotros hemos decidido, pero cuando Dios decide él sabe lo que hay más allá.

Digámosle al Señor que a partir de este momento cualquier decisión que haya que tomar no seamos nosotros sino él quien las tome porque él sabe que es lo mejor para cada uno de nosotros.

No nos pertenecemos nosotros mismos, ya lo hemos entendido cuando Cristo llegó a nuestro corazón y que dijo que somos uno con él. 

David tenía la cualidad que siempre buscaba a Dios, siempre clamaba a Dios por cualquier decisión.

Dice en I Samuel 18 que cuando David venía de derrotar al filisteo las mujeres lo recibieron cantando y danzand.

I Samuel 18: 6- 14

“Aconteció que cuando volvían ellos, cuando David volvió de matar al filisteo, salieron las mujeres de todas las ciudades de Israel cantando y danzando, para recibir al rey Saúl, con panderos, con cánticos de alegría y con instrumentos de música.  Y cantaban las mujeres que danzaban, y decían: Saúl hirió a sus miles, y David a sus diez miles. Y se enojó Saúl en gran manera, y le desagradó este dicho, y dijo: A David dieron diez miles, y a mí miles; no le falta más que el reino.  Y desde aquel día Saúl no miró con buenos ojos a David. Aconteció al otro día, que un espíritu malo de parte de Dios tomó a Saúl, y él desvariaba en medio de la casa. David tocaba con su mano como los otros días; y tenía Saúl la lanza en la mano.  Y arrojó Saúl la lanza, diciendo: Enclavaré a David a la pared. Pero David lo evadió dos veces.  Mas Saúl estaba temeroso de David, por cuanto Jehová estaba con él, y se había apartado de Saúl;  por lo cual Saúl lo alejó de sí, y le hizo jefe de mil; y salía y entraba delante del pueblo.  Y David se conducía prudentemente en todos sus asuntos, y Jehová estaba con él”. 

David tenía tantas victorias porque David no sólo cantaba y danzaba sino que andaba conforme al corazón de Jehová. 

David entraba y salía en medio del pueblo y nadie le podía reargüir de pecado y que siempre andaba conforme a la voluntad de Dios.

Cuando David iba a la guerra siempre consultaba con Dios.

Saúl fue ungido como rey y después de que el Espíritu Santo lo había elegido, por su comportamiento dice acá que un espíritu malo tenía a Saúl. Que tristeza que a nosotros, después que Dios nos haya permitido administrar su cosas, por nuestro mal comportamiento, Dios nos deje y que nos oprima un espíritu malo. Que tristeza que después de ese privilegio tan grande que nos da Dios, por nuestro mal comportamiento caigamos tan bajo como lo hizo Saúl.

El corazón de Saúl se había llenado de celos, de envidia. Muchas veces en nuestro corazón hay celos, envidia, hay cosa que se despiertan en el corazón, pero un verdadero adorador no da lugar a los celos ni a la envidia.

A veces nosotros queremos sobresalir y ser más que las otras personas.

Dios dice: “si bien hicieres, también seréis enaltecidos”. A veces pensamos ¿por qué a este todo se le da?

Abel presentó lo mejor, Caín presentó cualquier cosa. Como queremos nosotros presentar mediocridad, queremos presentar cualquier cosa y que Dios nos bendiga con grandes bendiciones, que no seamos nosotros sintiendo y envidiando a los demás sino por el contrario buscando la gloria de Dios.

Dice el Señor que viene un avivamiento y en ese avivamiento viene un solo sentir, una unidad. Cómo se ha estado glorificando Dios en medio de la alabanza y la adoración.

Hechos 13: 20 – 22

“Después, como por cuatrocientos cincuenta años, les dio jueces hasta el profeta Samuel. Luego pidieron rey, y Dios les dio a Saúl hijo de Cis, varón de la tribu de Benjamín, por cuarenta años.  Quitado éste, les levantó por rey a David, de quien dio también testimonio diciendo: He hallado a David hijo de Isaí, varón conforme a mi corazón, quien hará todo lo que yo quiero”.

Dios dice porque escogió a David porque hacía todo lo que él quería. Saúl no supo esperar el mandato de Dios, cuando Samuel le dio  las instrucciones él se impacientó y quiso hacer las cosas a su manera no a la manera de Dios. 

Un verdadero adorador sabe esperar en el momento de Dios. Confía en que Dios hace como él quiere y en el momento que él quiere, él no llega ni antes ni después, el verdadero adorador no se desesperar ni hace cosas a la ligera sino que sabe esperar.

Por impacientarse muchas veces, las personas, han cometido errores por tomar decisiones apresuradas, por no saber esperar en Dios.

Dios tiene cosas grandes y maravillosas para cada uno de nosotros.
 
Génesis 4: 6 – 7

“Entonces Jehová dijo a Caín: ¿Por qué te has ensañado, y por qué ha decaído tu semblante?  Si bien hicieres, ¿no serás enaltecido? y si no hicieres bien, el pecado está a la puerta; con todo esto, a ti será su deseo, y tú te enseñorearás de él”. 

Después de Dios decirle esto fue que se enfureció contra Abel.

Un verdadero adorador recibe la corrección de Dios. A veces nos hacemos ver como muy espirituales y nosotros no lo hemos alcanzado todo y a veces le ponemos cargas al pueblo de Dios que nosotros no queremos llevar ni con un dedo. 

Caín se dejó gobernar por sus sentimientos y en lugar de arrepentimiento cayó en un pecado aún más grave.

Dios quiere que nosotros tengamos un corazón conforme al suyo, un corazón lleno de misericordia.

No un corazón como el de Mical que cuando David venía de rescatar el Arca y traerla a la ciudad de David. Mical veía como David danzaba y remolineaba de alegría ante el Arca de Dios, pero Mical sentía vergüenza, un corazón que en todo momento está menospreciando. Mical le dijo que hacía el ridículo y David le dijo: “más vil me haré por causa de Jehovah”.

David sabía quien lo había puesto en el lugar donde estaba, David sabía  que estaba en el trono por la gracia de Dios, cosa que no hizo Saúl. Dios quiere que no nos avergoncemos de alabar a nuestro Señor.

¿Cuántas veces nos preguntas algo y nosotros sentimos ese temor de testificar, de hablar?, nos avergonzamos del Dios tan grande que ha hecho maravillas en medio de nosotros. 

Dios no quiere que tengamos el corazón como el de Mical, Dios no quiere que tengamos el corazón como el de Judas. Judas vio, palpó, Jesucristo le lavó los pies, Judas vio la misericordia de Dios. Nosotros hemos visto esa misericordia, hemos visto los milagros de Dios.

Dios no quiere que tengamos el corazón de ese pueblo que decía crucifícalo y déjanos a Barrabas. Barrabas representa hoy las cosas que el mundo nos ofrece.

Dice la palabra de Dios que Daniel propuso en su corazón no contaminarse con la comida del rey, no contaminarse con las cosas que ese reinado le ofrecía.

A pesar del círculo de gloria terrenal, Daniel y sus amigos determinaron servirle a Dios. ¿Nosotros hemos determinados en nuestro lugar de estudio, de trabajo, en nuestras familias, no contaminarnos con lo que ellos hacen?

¿Por qué el rey Asuero amó a Ester más que a todas las esposas y concubinas?  Porque Ester era una mujer obediente a Dios.

Nosotros a veces, antes de venir a este lugar ni siquiera nos arrepentimos y presentamos nuestro corazón de cualquier manera, Debemos arrepentirnos antes de presentar el corazón a Dios.

Sigamos leyendo Génesis 25: 27 – 34

“Y crecieron los niños, y Esaú fue diestro en la caza, hombre del campo; pero Jacob era varón quieto, que habitaba en tiendas.  Y amó Isaac a Esaú, porque comía de su caza; mas Rebeca amaba a Jacob. Y guisó Jacob un potaje; y volviendo Esaú del campo, cansado,  dijo a Jacob: Te ruego que me des a comer de ese guiso rojo, pues estoy muy cansado. Por tanto fue llamado su nombre Edom.  Y Jacob respondió: Véndeme en este día tu primogenitura.  Entonces dijo Esaú: He aquí yo me voy a morir; ¿para qué, pues, me servirá la primogenitura?  Y dijo Jacob: Júramelo en este día. Y él le juró, y vendió a Jacob su primogenitura.  Entonces Jacob dio a Esaú pan y del guisado de las lentejas; y él comió y bebió, y se levantó y se fue. Así menospreció Esaú la primogenitura”.

¿Cuántas veces nos sentimos cansados de las cosas de Dios? Cuántos se cansan y dicen; Tanto orar y tanto clamar, cuántos se vuelven atrás.

Dicen que Esaú estaba muy cansado y Jacob sabiendo la promesa que había sobre él pensó: “esta es mi oportunidad”. Jacob no hizo bien y después sufrió las consecuencias. Jacob si anhelaba esa bendición de Dios que Esaú despreciaba al punto de cambiarla por un plato de lentejas.

Esaú despreció la bendición, dijo: “si me voy a morir para que la primogenitura”.

Dios nos da cosas materiales, pero él nos llamó y nos escogió porque él tienen para nosotros salvación y vida eterna. ¿Nosotros tenemos la mirada puesta acá terrenalmente o la tenemos en el galardón que Dios nos ha ofrecido?

A veces cambiamos la bendición de Dios por tan poca cosa.

Génesis 27: 32 – 38

“Entonces Isaac su padre le dijo: ¿Quién eres tú? Y él le dijo: Yo soy tu hijo, tu primogénito, Esaú.  Y se estremeció Isaac grandemente, y dijo: ¿Quién es el que vino aquí, que trajo caza, y me dio, y comí de todo antes que tú vinieses? Yo le bendije, y será bendito.  Cuando Esaú oyó las palabras de su padre, clamó con una muy grande y muy amarga exclamación, y le dijo: Bendíceme también a mí, padre mío.  Y él dijo: Vino tu hermano con engaño, y tomó tu bendición.  Y Esaú respondió: Bien llamaron su nombre Jacob, pues ya me ha suplantado dos veces: se apoderó de mi primogenitura, y he aquí ahora ha tomado mi bendición. Y dijo: ¿No has guardado bendición para mí?  Isaac respondió y dijo a Esaú: He aquí yo le he puesto por señor tuyo, y le he dado por siervos a todos sus hermanos; de trigo y de vino le he provisto; ¿qué, pues, te haré a ti ahora, hijo mío?  Y Esaú respondió a su padre: ¿No tienes más que una sola bendición, padre mío? Bendíceme también a mí, padre mío. Y alzó Esaú su voz, y lloró”. 

Aquí fue cuando Jacob suplantó a su hermano y engañó a su padre. Jacob mintió y se hizo pasar por Esaú y acá  es cuando Esaú llega por la bendición e Isaac se da cuenta de que fue engañado.

Esaú pide la bendición también cuando había dicho antes que para qué la primogenitura.

Pero Esaú dice que Jacob lo suplantó y tomó su primogenitura, pero no dijo que él la había menospreciado.

Muchas veces nosotros entregamos nuestras familias, entregamos la bendición que Dios nos dio y decimos: “el enemigo vino y se enseñoreó de mi familia”. Nosotros muchas veces entregamos nuestras familias y nuestras bendiciones al enemigo y le echamos la culpa a él, cuando nosotros hemos sido los que hemos fallado, somos nosotros los que le abrimos la puerta al enemigo.

Vea lo que se perdió Esaú en el momento que entregó su primogenitura la gran bendición de ser Señor sobre todo.

Ni aún con lágrimas pudo volver a tener la bendición.

Dios dice que hay una puerta abierta para nosotros y es la puerta para el arrepentimiento, es la puerta para que nosotros valoremos y cuidemos lo que Dios nos ha dado.

Como en los días de Noé que la puerta del Arca se cerró así será en los días en que Jesucristo venga.

Muchos convierten la gracia de Dios, la libertad de Dios en libertinaje haciendo lo que el mundo quiere y así el pueblo de Dios se ha contaminado con las cosas del mundo. Dios quiere que nosotros seamos verdaderos adoradores y un adorador es obediente. Podemos hablar de Abraham, él fue obediente. No fue fácil para Abraham cuando Dios le dijo que se fuera de tu parentela, al lugar que Dios le mostraría. Él no sabía dónde lo iba a llevar Dios y tenía que dejar su familia, su parentela, su entorno, todas las cosas donde él había vivido. Como cuando dios nos tomó y nos dijo deja las cosas del mundo, Abraham creyó, eso es lo que hace un verdadero adorador.

Abraham, dice la palabra, que donde llegaba levantaba un altar de adoración a Dios. Abraham era un adorador porque obedecía y alababa al Dios de su salvación. 

Génesis 22: 1 –

“Aconteció después de estas cosas, que probó Dios a Abraham, y le dijo: Abraham. Y él respondió: Heme aquí. 

Si estás pasando por una prueba en este momento es que Dios está probando lo que hay en tu corazón. El corazón de Abraham estaba dispuesto en ese momento.

A veces Dios nos llama y nosotros también decimos: “heme aquí” y Dios nos da una orden y vamos y hacemos todo lo contrario. Abraham lo estaba diciendo de corazón.

Genes 22: 2 - 3

“Y dijo: Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré Y Abraham se levantó muy de mañana, y enalbardó su asno, y tomó consigo dos siervos suyos, y a Isaac su hijo; y cortó leña para el holocausto, y se levantó, y fue al lugar que Dios le dijo”. 

El no esperó como a veces hacemos nosotros. No eso no tiene nada de malo y vamos y hacemos las cosas y después nos trae consecuencias por nuestra propia desobediencia.

Abraham no se quedó llorando ni diciendo: “por qué a mí”

Génisis 22: 4

“Al tercer día alzó Abraham sus ojos, y vio el lugar de lejos”.

¿Sabes que es mirar de lejos el lugar que Dios está indicando?

Génesis 22: 5

“Entonces dijo Abraham a sus siervos: Esperad aquí con el asno, y yo y el muchacho iremos hasta allí y adoraremos, y volveremos a vosotros”.

Abraham declaró la bendición. Dios conocía el corazón de Abraham y sabía que se iba a disponer y que iba a presentar a su hijo, así también Abraham conocía el Dios que tenía y sabía de su misericordia. Dice la palabra que Dios era amigo de Abraham porque este hacía lo que Dios le pedía, era un varón conforme al corazón de Dios.

Génesis 22: 6 – 7

“Y tomó Abraham la leña del holocausto, y la puso sobre Isaac su hijo, y él tomó en su mano el fuego y el cuchillo; y fueron ambos juntos.  Entonces habló Isaac a Abraham su padre, y dijo: Padre mío. Y él respondió: Heme aquí, mi hijo. Y él dijo: He aquí el fuego y la leña; mas ¿dónde está el cordero para el holocausto?” 

No sabía que el  cordero iba a ser él. En ese momento Abraham le enseñó a Isaac a amar a Dios sobre todas las cosas. Abraham le estaba queriendo decir: Yo te amo a ti, pero más amo a Dios”.

Génesis 22: 8

“Y respondió Abraham: Dios se proveerá de cordero para el holocausto, hijo mío. E iban juntos”. 

Abraham lo declaró: “Dios se proveerá”. Eso fue hace miles de años y hoy nosotros declaramos que Dios es el Dios que provee. Por el acto de obediencia que hizo este hombre en ese momento.

Que nuestras palabras glorifique al Señor y pidamos que nuestros nombres no sean borrados del libro de la vida. Que nuestras acciones y nuestras palabras glorifique al Señor. Que nosotros cada día queramos agradar al Señor, que busquemos su gloria y su presencia.

Génesis 22: 9

“Y cuando llegaron al lugar que Dios le había dicho, edificó allí Abraham un altar, y compuso la leña, y ató a Isaac su hijo, y lo puso en el altar sobre la leña”. 

No fue en otro lugar fue donde Dios le había dicho. Las cosas se hacen como él dice no como nosotros queramos.

Cuando Dios nos dice que si, nosotros le adoramos, pero cuando nos dice que no ¿será que nosotros también le adoramos? Abraham era un verdadero adorador y adoraba a Dios así su corazón estuviera partido. Así le hubiera dolido él sabía que Dios sabía lo que hacía.

No hay comentarios:

Publicar un comentario